Líderes y Emprendedores
Una nueva vida en un pueblo de 100 habitantes: casa a medio construir, dos bebés y un hobbie transformador
Mariela y Diego viven desde hace tres años en La Rica, localidad del partido bonaerense de Chivilcoy, junto a sus dos hijos pequeños. No sabían que la estadía de dos semanas sería definitiva, y planificaron sobre la marcha, hasta que un emprendimiento se transformó en su ingreso permanente.
Faltaban pocos días para que se decretara la cuarentena por la pandemia de coronavirus, cuando Mariela Denardi y Diego Bertone emprendieron lo que recuerdan como “un verdadero éxodo”. Vivían en un departamento en Villa del Parque, vaciaron la heladera, cargaron todo en conservadoras, y manejaron rumbo a La Rica, una localidad de aproximadamente 100 habitantes del partido bonaerense de Chivilcoy. Su hijo menor tenía un año y ocho meses, y el mayor cinco, así que se abastecieron de pañales, y en el camino contrataron el servicio de Internet para poder trabajar a distancia desde la casa, que todavía estaba a medio construir. Comenzó una aventura que iba a durar dos semanas, pero resultó definitiva. Siempre tuvieron espíritu emprendedor, y vocación de anfitriones, pero el proyecto que les iba a cambiar la vida surgió en el momento más impensado: aprendieron a hacer fiambres ahumados artesanales, vendieron puerta a puerta, abrieron un local, y se convirtió en su sustento a tiempo completo.
La pareja se conoció hace más de 13 años, gracias a los azares del destino. Diego creció en Chivilcoy, y Mariela en la provincia de Entre Ríos, pero coincidieron en Buenos Aires, y surgió una historia de amor que los sorprendió a los dos. “Una amiga salteña estaba recién llegada y cumplía años, no conocía a nadie y no iba a festejar, entonces con otras amigas le dijimos que nosotras le organizábamos la fiesta, y que gente no iba a faltar”, cuenta ella, entre la risa y el asombro por la cantidad de factores que se conjugaron para hacer posible el flechazo. “Entre los que vinieron, una amiga que estaba en pareja con un amigo de Diego, lo trajo a él de colado, y ahí nos vimos por primera vez”, indica.
Mariela se sincera y asegura que creyó que sería un romance pasajero, pero cada etapa la vivía con intensidad. Sin darse cuenta, se enamoraba cada vez más. “Me juntaba con mis amigas, y era ‘la novela’, porque les contaba si lo había visto, a dónde habíamos salido, y ellas me cargaban porque yo siempre decía que era algo del momento y las primaveras seguían pasando y pasando”, dice con humor. Tenían 27 y 33 años cuando el noviazgo se hizo oficial, y en una de sus primeras escapadas Diego le propuso ir a visitar a un tío en su ciudad natal, así de paso conocía a su familia.
Al poco tiempo de mudarse, anotaron a sus dos hijos en la escuela rural de La Rica, y fueron alumnos durante dos años
“La primera vez que charlé con sus primas fue en La Rica, que está a 20 kilómetros de Chivilcoy, donde tenían una quinta familiar, y cuando conocí el pueblo fue amor a primera vista, me pareció un lugar soñando, chiquito, muy ordenado, cuidado, prolijo, con una plaza hermosa y todas las casas pintadas, parecía un cuento”, describe. Los viajes relámpago se hicieron una tradición, y cuando supieron que esperaban a su primer hijo, Rogelio, ya fantaseaban con dejar la vida en capital y empezar de cero en la pequeña localidad. Por el momento, eran solo anhelos, y no encontraban la manera de hacerlo posible.
Mariela es maestra de primaria, y Diego trabajaba en una reconocida empresa aseguradora. No imaginaban otra forma de subsistir que no fuese con sus empleos en relación de dependencia, y tan solo con imaginar los traslados imposibles si se mudaban lejos, desistían y mantenían la misma rutina. Sin embargo, la idea de irse sobrevolaba todos los años. “Un día caminando en La Rica vi un terreno en una esquina, justo cuando terminan las casas, y pensamos: ‘Una ubicación tan linda y nadie vive acá, que se debe ver precioso el atardecer y las noches de Luna’, pero para nosotros era inalcanzable”, rememoran. Pasaron dos años y medio más hasta que se decidieron a ponerse en campaña de comprar un terreno, y enseguida pensaron en aquella parcela a la venta.
En el comienzo de la obra, Mariela con Amador en brazos, cuando todavía faltaba mucho para culminar su casa
“Ya que nos vamos para los pagos de tu familia, ¿por qué no puede ser en La Rica?”, le consultó Mariela, y él le respondió que sería maravilloso, pero por supuesto, debían encontrar algo a su alcance y repensar de qué vivirían si dejaban sus trabajos. Vendieron su camioneta para juntar más dinero, y hablaron con el dueño de la propiedad, pero todavía les faltaba una buena cantidad para adquirir el terreno. Estaban en vísperas del nacimiento de su segundo hijo, Amador, cuando el famoso dicho de que las bendiciones vienen “con un pan bajo el brazo”, se cumplió.
“Era un 6 de agosto, yo tenía un bombo de 40 semanas y fui al banco a pedir un préstamo, y el chico que me atendía me pedía si podía volver con otros papeles dentro de unos días, y yo le dije: ‘No, no puedo volver el lunes que viene porque me tengo que internar, va a nacer mi hijo’, y el muchacho no lo podía creer”, relata. Dos días después llegó al mundo el nuevo integrante de la familia, y mientras estaba en la clínica, a horas de la madrugada revisó su cuenta de home banking y descubrió que ya le habían depositado el crédito que había pedido. “Ahí nomás pegué un grito de alegría y le dije a Diego que ni bien me dieran el alta él se fuera a comprar el terreno”, recuerda emocionada. Ella se quedó en su casa con su bebé recién nacido, y su marido se fue hasta Chivilcoy, acompañado de su hijo mayor. El paso más importante ya estaba concretado, pero comenzaba el desafío de construir desde cero.
Si bien tenían un sector de la propiedad habitable, en su tiempo libre edificaron lo que faltaba
La casa, la fábrica y los niños
Amador dio sus primeros pasos en el PH que alquilaban en Villa Crespo, y pocos días después de aquella emotiva escena, tomaron la decisión de mudarse. “Al principio no creíamos que íbamos a ser definitivo, pero también de alguna forma nos vimos venir la pandemia antes de que se concretara, y sentíamos que ya era hora de irnos a La Rica, de concentrar la energía ahí, en terminar la casa, que por el momento tenía el baño, la cocina y una habitación tipo depósito”, detalla. En pleno marzo de 2020 salieron a hacer unas compras y no podían creer las filas de gente que había en las cajas de supermercados, en medio de la incertidumbre que reinaba en torno a la situación sanitaria.
“Todo el mundo se estaba stockeando como para un mes, era un caos, así que agarré todo lo que había en la heladera, lo cargué en dos conservadoritas que tenía, mudas de ropa para los chicos, y así, con el auto que explotaba nos fuimos”, comenta. La semana siguiente se decretó la cuarentena obligatoria, y sus trabajos pasaron a la modalidad remota. Cuando sus horarios terminaban, ponían manos a la obra, incluso sin tener mucha experiencia previa. Aunque Diego es autodidacta y tiene conocimientos de carpintería, y sabe soldar, nunca había levantado una pared. Un año antes había hecho un curso de fabricación artesanal de ahumados con un amigo, aprendió a hacer tachos ahumadores caseros, y era su hobbie los fines de semana.
Su hijo mayor, Rogelio, disfrutando de un paseo en los alrededores de su casa
“Había una base de una parrilla en el terreno, y a Diego se le ocurrió usar eso para hacer un horno, y para mí era un derilante, yo no entendía cómo lo iba a hacer, si no tenía ni idea de la proporción de cal, cemento y cómo poner los ladrillos; pero se fijó todo en Internet y lo hizo, quedó bueno y cumplía perfecto la función de ahumar”, cuenta Mariela. Un vecino les proveía leña de sus árboles frutales, y así empezaron a producir a un ritmo más profesional. Crearon una cuenta de Instagram, vendían puerta a puerta, las recomendaciones boca a boca hicieron lo suyo, y aunque alcanzaron un excelente flujo de venta, no alcanzaba para construir su propia fábrica, que era el siguiente paso.
Las primeras clases a distancia que daba como maestra, las hacía con Amador colgado de su pierna y Rogelio al grito de “mamá” a lo lejos. Llegó un momento en que decidió dejar su trabajo para dedicarle más tiempo al emprendimiento. “Justo teníamos que volver presencial, y yo ya no me imaginaba de vuelta en Buenos Aires, ya habíamos estado más de un año haciendo la adaptación casi sin darnos cuenta en La Rica, así que dejé la escuela y charlamos sobre cómo lograr que el proyecto se convierta en nuestro trabajo”, explica. Mientras tanto, Diego seguía como empleado a distancia, con reuniones desde su casa y atención al cliente, pero varios meses más tarde, también dejó todo lo que conocía para lanzarse a la iniciativa propia.
La casa terminada, que también se convirtió en sede de eventos al aire libre, como una extensión del local, y fantasean con tener un hostal algún día (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)
“De manera milagrosa, cuando estábamos muy ajustados y ya nos la veíamos muy complicada porque no nos alcanzaba, se vendió la quinta familiar que había estado 15 años sin venderse, y cuando recibimos ese dinero lo invertimos en hacer nuestra fábrica, equiparnos con algunos elementos tecnológicos que necesitábamos, y apostar a la venta por mayor”, indican. Otra vez construir, a metros de su casa, para completar el sueño. Una vez que lo lograron, sintieron que era tiempo de tener un local, para mayor visibilidad y contacto con el público.
En el centro de Chivilcoy consiguieron alquilar un lugar, y optaron por el formato de sandwichería, con algunas mesas disponibles para que quienes estén de paso puedan sentarse a disfrutar de la experiencia, y al mismo tiempo poder venderle a aquel que quisiera llevarse alguno de sus productos recién feteados. Fueron ampliando su catalogo, que tiene como estrella a la mortadela con pistachos -hecha con carne de cerdo de primera calidad-, le siguen los quesos ahumados, el lomito, las ribs de cerdo, salchichas alemanas, jamón natural, pastrón y varias carnes. En invierno sumaron cazuelas al menú para sobrellevar el frío, y mantuvieron la variada oferta de sánguches para que hubiera opciones para todos los gustos.
Vuelta de página
La vida en Capital Federal quedó lejana para la familia. El pequeño Amador, que ahora tiene 5 años, directamente no tiene registro de sus primeros pasos en el departamento. Rogelio, de 8, se acuerda de algunos momentos en la que era la cuadra de su casa, las salidas a la plaza, dónde quedaba su jardín, pero los dos hermanos ya tienen grupos de amigos en La Rica. “Los primeros dos años fueron a la escuela rural, que fue una experiencia maravillosa, y en 2023 arrancaron en Chivilcoy porque es donde estamos más tiempo por el local, si no representaba muchas idas y venidas en el día; ahora ya estamos organizados de esta manera”, celebran.
El local que los propios dueños atienden en el centro de Chivilcoy (Foto: Instagram @weisbertahumados)
El sánguche estrella, de mortadela con pistachos, pesto y queso azul (Foto: Instagram @weisbertahumados)
De a poco se fueron sumando clientes, algunos los contrataron para cumpleaños y eventos empresariales, otros les encargan los productos por Instagram –@weisbertahumados-, o directamente los adquieren en el local en el centro de Chivilcoy. “No estamos haciendo envíos, por el tema de que son productos que no pueden perder la cadena de frío, salvo que sean pedidos grandes, pero estamos abiertos a tener franquicias, porque ya tenemos el modelo de negocio todo diagramado, que es muy fácil de ejecutar y con poco personal, por lo que soñamos con que nuestros ahumados se puedan revender al por mayor en otras ciudades”, expresan.
Reconocen que no es sencillo llevar las riendas de un negocio, sobre todo en el aspecto económico, que implica desafíos constantes. “Hay meses que la remamos en dulce de leche, que nos miramos los dos y decimos: ‘¿Qué hicimos?’, porque con la situación económica del país los precios cambian todo el tiempo y el rubro gastronómico se vuelve aún más difícil, pero la realidad es que queríamos que nuestros hijos crecieran como nosotros, andando en bici con los amigos, libres, que van y vienen solos a la canchita y yo no me quedo preocupada. No somos de mirar mucho para atrás, pero sinceramente no hay un día que nos arrepintamos, porque encontramos la calidad de vida que queríamos acá, y no hay economía que pague eso”, expresa Mariela.
Amador en pleno disfrute con el contacto con las animales y la naturaleza (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)
En verano, además de la venta en el local, abren las puertas de su casa, ponen mesitas en el patio y ofrecen almuerzos con sánguches para disfrutar del aire libre. “Siempre terminamos sacando nuestra mesa del living, nuestras sillas, otro vecino nos presta más mesas, y así salen lindas reuniones; la gente no puede creer que nosotros vivimos ahí, pero nos encanta y tenemos la intención de compartir”, destacan. Se ponen contentos porque en estos tres años la localidad fue creciendo, otra familia inauguró una fiambrería con panadería, donde también se puede comer al paso, un restaurante, y La Rica brilla cada día más. Además, con ese nombre, hay un buen augurio de que allí la experiencia gastronómica promete sabores inolvidables.
“Nosotros leíamos notas de otras parejas que hicieron cambios de vida parecidos, y ahora no podemos creer que somos nosotros los que nos animamos y lo hicimos. Ojalá que así como nos inspiraron tantas historias, la nuestra también le sirva a alguien, y sobre todo nos emociona que nuestros hijos sepan que nos jugamos, que conocieron otra vida, y los vemos disfrutarlo, sin pesar ni tristeza por el cambio que elegimos, y con libertad”, concluyen.
Líderes y Emprendedores
Alejandra Amador: Cómo la Formación Internacional Potencia la Medicina en Bolivia
Alejandra Amador es una odontóloga boliviana que, con determinación, esfuerzo y el apoyo incondicional de su familia, ha superado barreras para alcanzar sus sueños. Su camino la llevó a Argentina, donde vivió 15 años, dividiéndose entre Salta y Buenos Aires. Durante ese tiempo, se formó intensamente en su profesión, siempre con la meta clara de especializarse y perfeccionarse, incluso en circunstancias económicas difíciles.
Proveniente de una familia de clase media, Alejandra tuvo la suerte de acceder a una beca que en su momento era posible gracias a un convenio entre universidades. Sin embargo, cuando el gobierno suspendió esos acuerdos, su estancia en Argentina se complicó. «Tuve la suerte de estar en Argentina por temas de documentación justo cuando el convenio fue retirado, pero mi familia fue mi gran apoyo para seguir adelante», recuerda.
Un Crecimiento Más Allá de lo Profesional
Para Alejandra, su vida en Argentina no fue solo una etapa de crecimiento profesional, sino también personal. «Mi vida en Argentina me marcó profundamente. Fue una experiencia de vida en la que pude conocer maestros y colegas maravillosos, personas que se convirtieron en mi familia de corazón», cuenta emocionada. Durante su tiempo en Buenos Aires, no solo creció como profesional, sino también como madre, ya que allí nació su hijo.
Alejandra habla de cómo vivir fuera de Bolivia la preparó para los desafíos de la vida. «Salir del colegio y romper el vínculo con la familia para enfrentar la vida en el extranjero es muy duro, especialmente viniendo de Bolivia, donde el sentido de familia es muy fuerte. Pero fue un desafío que me fortaleció, tanto personal como profesionalmente».
Regreso a Bolivia: La Fuerza de la Familia
Después de años en Argentina, Alejandra decidió regresar a Bolivia por motivos personales y familiares. «A pesar de haber formado una familia de corazón en Buenos Aires y Salta, mi hijo me pedía estar cerca de su familia en Bolivia, y mis padres también estaban aquí. Decidí poner un freno a mi carrera para priorizar lo más importante: mi familia», confiesa. Se estableció en Tarija, buscando un equilibrio entre su vasta experiencia adquirida en Argentina y su vida en Bolivia.
En su regreso, también cumplió un sueño largamente compartido con su amiga del alma, Johana Gajardo, una chilena a quien conoció durante sus años de formación. Juntas, soñaban con trabajar lado a lado, y ese sueño se hizo realidad. «Siempre soñamos con trabajar juntas, y hoy brindamos nuestros conocimientos adquiridos en el extranjero a nuestra gente en Bolivia», afirma con orgullo.
La Superación Constante: Un Compromiso con la Excelencia
Alejandra no se conforma con lo que ha logrado hasta ahora. «Un verdadero profesional no puede conformarse con solo tener una carrera universitaria. Es importante seguir creciendo, perfeccionarse, para brindar el mejor servicio a nuestros pacientes», asegura. A lo largo de los años, ha sumado especializaciones en endodoncia y rehabilitación. Actualmente, tiene en mente un nuevo proyecto: especializarse en armonización facial con bótox, una área que está en auge y que considera clave para el futuro de su carrera.
Sin embargo, también ha experimentado las dificultades de ingresar al sector público en Bolivia, donde, según cuenta, la afiliación política parece ser un requisito. «Es una lástima que en Bolivia, para ocupar ciertos cargos, debas tener un color político. A veces, la experiencia y el conocimiento no son suficientes», lamenta. Aun así, sigue comprometida con ayudar desde donde puede, porque para ella, el crecimiento profesional es una responsabilidad con su país.
Un Mensaje de Inspiración para las Nuevas Generaciones.
Alejandra Amador es una mujer que no solo inspira por su éxito profesional, sino también por su perseverancia y su amor por la familia. «Mis padres son mis mayores consejeros, y en Bolivia, la familia es un valor inigualable. Los jóvenes deben aprovechar esa energía de querer comerse el mundo, pero también deben entender que para lograrlo, es necesario estudiar, capacitarse y estar preparados», aconseja.
Para las nuevas generaciones, tiene un mensaje claro: «Atrévete a salir de tu zona de confort. Si tienes la oportunidad de formarte en el exterior, no dudes en tomarla. Las batallas de la vida se ganan con conocimiento y preparación, y nunca debes dejar de soñar y perseguir tus metas».
Alejandra Amador es un testimonio de cómo, con esfuerzo y determinación, es posible alcanzar cualquier sueño. Hoy, continúa inspirando a jóvenes y colegas, recordándoles que la educación y la capacitación constante son las claves para superar cualquier obstáculo.
Instagram @consultorio.salud.dent
Líderes y Emprendedores
Oscar Larraín Sánchez: El Médico que Renació para Servir en Tarija – Bolivia
En la tranquila ciudad de Tarija, Bolivia, se encuentra el Dr. Oscar Larraín Sánchez, un médico cuya vida y trayectoria han sido moldeadas por una mezcla de resiliencia, solidaridad, y un profundo amor por la medicina. De linaje vasco, con raíces en Chile que se extendieron a Bolivia, nació en Tarija, hijo de madre tarijeña y padre cochabambino. Hoy, a sus 70 años, su historia es un testimonio de supervivencia y dedicación.
La vida del Dr. Larraín está marcada por una formación académica y profesional que abarca varios países y continentes. Estudió la primaria y parte de la secundaria en el Colegio Antoniano en Tarija, y se graduó como bachiller en el Instituto Americano de Cochabamba. Su vocación por la medicina lo llevó a la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, donde obtuvo su título de médico. Posteriormente, se especializó en traumatología y ortopedia en el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS) en la Ciudad de México, y culminó una maestría en Alta Gerencia y Políticas de Salud en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) en Cochabamba. Su carrera académica culminó con su nombramiento como profesor emérito en la Facultad de Medicina de la UMSA en La Paz.
La vida del Dr. Larraín dio un giro dramático en 2020, cuando contrajo COVID-19 durante la primera ola de la pandemia. Estuvo en terapia intensiva e intermedia durante aproximadamente 75 días, un período durante el cual fue sometido a una traqueostomía que, aunque le salvó la vida, le dejó una complicación: una estenosis traqueal que requirió dilataciones durante un año en Chile. Este proceso fue extremadamente complejo, especialmente para su familia, que se encontraba dispersa en el exterior y no podía viajar para estar a su lado. Sin embargo, durante este tiempo, el Dr. Larraín encontró en su colega y amigo, el Dr. Germán Torrez, un apoyo invaluable. Este colega se encargó de conseguir los medicamentos y todo lo necesario para su recuperación. Hoy, el Dr. Larraín expresa un agradecimiento eterno a los médicos intensivistas del Hospital Militar de La Paz, así como a Dios y la Virgencita de Chaguaya, por permitirle continuar su vida y disfrutar de su querida Tarija.
Tarija, con sus paisajes pintorescos y su ambiente apacible, ha sido el lugar que el Dr. Larraín eligió para retirarse, apoyado por su esposa e hijos. Después de vivir 40 años en La Paz, buscó en Tarija un lugar tranquilo, donde la gente es bondadosa y donde podría recordar con cariño su infancia rodeado de amigos y familiares. Aunque ya ha ejercido la traumatología durante más de cuatro décadas, su capacidad física y mental lo mantienen activo, brindando consultas y realizando cirugías en la Clínica Nuestra Señora de Lucía, a través de la Fundación Ramallo, para personas sin recursos.
El Dr. Larraín se describe a sí mismo como un hombre afortunado, no solo por haber sobrevivido a una de las experiencias más difíciles de su vida, sino también por tener una familia que lo apoya y por poder seguir sirviendo a la sociedad tarijeña. Con cuatro hijos y nietos en el exterior, el Dr. Larraín sigue agradeciendo a Dios por permitirle ser solidario y devolver lo que ha recibido a lo largo de su vida.
Su historia es una mezcla de gratitud y generosidad. Como él mismo señala, el verdadero pago no está en el dinero, sino en la gratitud en los ojos de aquellos que ayudan. Para el Dr. Larraín, Tarija no es solo el lugar donde nació, sino donde ha elegido vivir sus años dorados, rodeado del cariño de su familia, amigos, y colegas, y donde espera seguir marcando una diferencia, no solo como médico, sino como un verdadero guardián de la vida y la dignidad humana.
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Cómo Carolina Pinto Transformó su Carrera con Moda Circular en CLOS.TECH
La chilena Carolina Pinto, de 37 años, junto a su socia Tamara Cartes, han revolucionado el mundo de la moda con CLOS.TECH, un proyecto que desafía los estándares de belleza tradicionales y promueve un consumo más consciente. Ambas emprendedoras decidieron combinar su pasión por el estilo con un compromiso firme con la sostenibilidad, creando una propuesta de moda circular que ofrece una alternativa responsable y actual frente a la moda rápida y ultra rápida.
Inspiración y Motivación: Un Cambio Hacia la Moda Circular
La carrera de Carolina Pinto en el mundo de la moda comenzó a temprana edad, participando en el certamen Miss 17. Sin embargo, los cambios en su cuerpo tras la maternidad la llevaron a reconsiderar su enfoque hacia los estándares rígidos de belleza que conoció en su juventud. Estos desafíos personales la motivaron a adoptar un enfoque más inclusivo y sostenible, donde la moda circular no solo celebra la individualidad de cada cuerpo, sino que también reduce el impacto ambiental.
Trayectoria Profesional: La Sostenibilidad como Pilar Fundamental
Con estudios en el área ambiental, Carolina Pinto entendió los impactos negativos de la moda rápida, como la contaminación y el uso excesivo de recursos naturales. Este conocimiento, combinado con su experiencia en la industria de la moda, la llevó a priorizar la sostenibilidad en CLOS.TECH. Así, el proyecto se enfoca en la reutilización de prendas, promoviendo un consumo más consciente y responsable.
Colaboración y Sinergia: La Fuerza Detrás de CLOS.TECH
Tamara Cartes ha sido una pieza clave en el desarrollo de CLOS.TECH, aportando su experiencia en modelaje y eventos, así como su visión creativa. Juntas, combinan sus habilidades para crear un equilibrio entre moda consciente y diseño innovador, posicionando a CLOS.TECH como un referente en el mercado de la moda circular.
Impacto Social y Ambiental: Redefiniendo la Industria de la Moda
El proyecto tiene como objetivo reducir los residuos textiles y promover un consumo más responsable, inspirando a las personas a valorar las prendas que ya poseen. CLOS.TECH no solo minimiza el impacto ambiental, sino que también empodera a las mujeres, ayudándolas a sentirse más cómodas con sus cuerpos y estilos.
Futuro de la Moda Circular: Expansión y Educación
CLOS.TECH planea expandir su presencia en el mercado nacional e internacional, educando al público sobre los beneficios de la moda sostenible. Además, busca inspirar a la industria de la moda a adoptar prácticas más responsables y sostenibles.
Desafíos y Lecciones Aprendidas
El camino hacia la moda circular no ha sido fácil, pero Carolina y Tamara han aprendido que la paciencia y la perseverancia son claves para el éxito. Estos desafíos han fortalecido a CLOS.TECH, preparándolo para futuras etapas de crecimiento.
Instagram @Clos.Tech
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