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Líderes y Emprendedores

Una nueva vida en un pueblo de 100 habitantes: casa a medio construir, dos bebés y un hobbie transformador

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Mariela Denardi y Diego Bertone

Mariela y Diego viven desde hace tres años en La Rica, localidad del partido bonaerense de Chivilcoy, junto a sus dos hijos pequeños. No sabían que la estadía de dos semanas sería definitiva, y planificaron sobre la marcha, hasta que un emprendimiento se transformó en su ingreso permanente.

Faltaban pocos días para que se decretara la cuarentena por la pandemia de coronavirus, cuando Mariela Denardi y Diego Bertone emprendieron lo que recuerdan como “un verdadero éxodo”. Vivían en un departamento en Villa del Parque, vaciaron la heladera, cargaron todo en conservadoras, y manejaron rumbo a La Rica, una localidad de aproximadamente 100 habitantes del partido bonaerense de Chivilcoy. Su hijo menor tenía un año y ocho meses, y el mayor cinco, así que se abastecieron de pañales, y en el camino contrataron el servicio de Internet para poder trabajar a distancia desde la casa, que todavía estaba a medio construir. Comenzó una aventura que iba a durar dos semanas, pero resultó definitiva. Siempre tuvieron espíritu emprendedor, y vocación de anfitriones, pero el proyecto que les iba a cambiar la vida surgió en el momento más impensado: aprendieron a hacer fiambres ahumados artesanales, vendieron puerta a puerta, abrieron un local, y se convirtió en su sustento a tiempo completo.

La pareja se conoció hace más de 13 años, gracias a los azares del destino. Diego creció en Chivilcoy, y Mariela en la provincia de Entre Ríos, pero coincidieron en Buenos Aires, y surgió una historia de amor que los sorprendió a los dos. “Una amiga salteña estaba recién llegada y cumplía años, no conocía a nadie y no iba a festejar, entonces con otras amigas le dijimos que nosotras le organizábamos la fiesta, y que gente no iba a faltar”, cuenta ella, entre la risa y el asombro por la cantidad de factores que se conjugaron para hacer posible el flechazo. “Entre los que vinieron, una amiga que estaba en pareja con un amigo de Diego, lo trajo a él de colado, y ahí nos vimos por primera vez”, indica.

Mariela se sincera y asegura que creyó que sería un romance pasajero, pero cada etapa la vivía con intensidad. Sin darse cuenta, se enamoraba cada vez más. “Me juntaba con mis amigas, y era ‘la novela’, porque les contaba si lo había visto, a dónde habíamos salido, y ellas me cargaban porque yo siempre decía que era algo del momento y las primaveras seguían pasando y pasando”, dice con humor. Tenían 27 y 33 años cuando el noviazgo se hizo oficial, y en una de sus primeras escapadas Diego le propuso ir a visitar a un tío en su ciudad natal, así de paso conocía a su familia.

Al poco tiempo de mudarse, anotaron a sus dos hijos en la escuela rural de La Rica, y fueron alumnos durante dos añosAl poco tiempo de mudarse, anotaron a sus dos hijos en la escuela rural de La Rica, y fueron alumnos durante dos años

“La primera vez que charlé con sus primas fue en La Rica, que está a 20 kilómetros de Chivilcoy, donde tenían una quinta familiar, y cuando conocí el pueblo fue amor a primera vista, me pareció un lugar soñando, chiquito, muy ordenado, cuidado, prolijo, con una plaza hermosa y todas las casas pintadas, parecía un cuento”, describe. Los viajes relámpago se hicieron una tradición, y cuando supieron que esperaban a su primer hijo, Rogelio, ya fantaseaban con dejar la vida en capital y empezar de cero en la pequeña localidad. Por el momento, eran solo anhelos, y no encontraban la manera de hacerlo posible.

Mariela es maestra de primaria, y Diego trabajaba en una reconocida empresa aseguradora. No imaginaban otra forma de subsistir que no fuese con sus empleos en relación de dependencia, y tan solo con imaginar los traslados imposibles si se mudaban lejos, desistían y mantenían la misma rutina. Sin embargo, la idea de irse sobrevolaba todos los años. “Un día caminando en La Rica vi un terreno en una esquina, justo cuando terminan las casas, y pensamos: ‘Una ubicación tan linda y nadie vive acá, que se debe ver precioso el atardecer y las noches de Luna’, pero para nosotros era inalcanzable”, rememoran. Pasaron dos años y medio más hasta que se decidieron a ponerse en campaña de comprar un terreno, y enseguida pensaron en aquella parcela a la venta.

En el comienzo de la obra, Mariela con Amador en brazos, cuando todavía faltaba mucho para culminar su casaEn el comienzo de la obra, Mariela con Amador en brazos, cuando todavía faltaba mucho para culminar su casa

“Ya que nos vamos para los pagos de tu familia, ¿por qué no puede ser en La Rica?”, le consultó Mariela, y él le respondió que sería maravilloso, pero por supuesto, debían encontrar algo a su alcance y repensar de qué vivirían si dejaban sus trabajos. Vendieron su camioneta para juntar más dinero, y hablaron con el dueño de la propiedad, pero todavía les faltaba una buena cantidad para adquirir el terreno. Estaban en vísperas del nacimiento de su segundo hijo, Amador, cuando el famoso dicho de que las bendiciones vienen “con un pan bajo el brazo”, se cumplió.

“Era un 6 de agosto, yo tenía un bombo de 40 semanas y fui al banco a pedir un préstamo, y el chico que me atendía me pedía si podía volver con otros papeles dentro de unos días, y yo le dije: ‘No, no puedo volver el lunes que viene porque me tengo que internar, va a nacer mi hijo’, y el muchacho no lo podía creer”, relata. Dos días después llegó al mundo el nuevo integrante de la familia, y mientras estaba en la clínica, a horas de la madrugada revisó su cuenta de home banking y descubrió que ya le habían depositado el crédito que había pedido. “Ahí nomás pegué un grito de alegría y le dije a Diego que ni bien me dieran el alta él se fuera a comprar el terreno”, recuerda emocionada. Ella se quedó en su casa con su bebé recién nacido, y su marido se fue hasta Chivilcoy, acompañado de su hijo mayor. El paso más importante ya estaba concretado, pero comenzaba el desafío de construir desde cero.

Si bien tenían un sector de la propiedad habitable, en su tiempo libre edificaron lo que faltabaSi bien tenían un sector de la propiedad habitable, en su tiempo libre edificaron lo que faltaba

La casa, la fábrica y los niños

Amador dio sus primeros pasos en el PH que alquilaban en Villa Crespo, y pocos días después de aquella emotiva escena, tomaron la decisión de mudarse. “Al principio no creíamos que íbamos a ser definitivo, pero también de alguna forma nos vimos venir la pandemia antes de que se concretara, y sentíamos que ya era hora de irnos a La Rica, de concentrar la energía ahí, en terminar la casa, que por el momento tenía el baño, la cocina y una habitación tipo depósito”, detalla. En pleno marzo de 2020 salieron a hacer unas compras y no podían creer las filas de gente que había en las cajas de supermercados, en medio de la incertidumbre que reinaba en torno a la situación sanitaria.

“Todo el mundo se estaba stockeando como para un mes, era un caos, así que agarré todo lo que había en la heladera, lo cargué en dos conservadoritas que tenía, mudas de ropa para los chicos, y así, con el auto que explotaba nos fuimos”, comenta. La semana siguiente se decretó la cuarentena obligatoria, y sus trabajos pasaron a la modalidad remota. Cuando sus horarios terminaban, ponían manos a la obra, incluso sin tener mucha experiencia previa. Aunque Diego es autodidacta y tiene conocimientos de carpintería, y sabe soldar, nunca había levantado una pared. Un año antes había hecho un curso de fabricación artesanal de ahumados con un amigo, aprendió a hacer tachos ahumadores caseros, y era su hobbie los fines de semana.

Su hijo mayor, Rogelio, disfrutando de un paseo en los alrededores de su casaSu hijo mayor, Rogelio, disfrutando de un paseo en los alrededores de su casa

“Había una base de una parrilla en el terreno, y a Diego se le ocurrió usar eso para hacer un horno, y para mí era un derilante, yo no entendía cómo lo iba a hacer, si no tenía ni idea de la proporción de cal, cemento y cómo poner los ladrillos; pero se fijó todo en Internet y lo hizo, quedó bueno y cumplía perfecto la función de ahumar”, cuenta Mariela. Un vecino les proveía leña de sus árboles frutales, y así empezaron a producir a un ritmo más profesional. Crearon una cuenta de Instagram, vendían puerta a puerta, las recomendaciones boca a boca hicieron lo suyo, y aunque alcanzaron un excelente flujo de venta, no alcanzaba para construir su propia fábrica, que era el siguiente paso.

Las primeras clases a distancia que daba como maestra, las hacía con Amador colgado de su pierna y Rogelio al grito de “mamá” a lo lejos. Llegó un momento en que decidió dejar su trabajo para dedicarle más tiempo al emprendimiento. “Justo teníamos que volver presencial, y yo ya no me imaginaba de vuelta en Buenos Aires, ya habíamos estado más de un año haciendo la adaptación casi sin darnos cuenta en La Rica, así que dejé la escuela y charlamos sobre cómo lograr que el proyecto se convierta en nuestro trabajo”, explica. Mientras tanto, Diego seguía como empleado a distancia, con reuniones desde su casa y atención al cliente, pero varios meses más tarde, también dejó todo lo que conocía para lanzarse a la iniciativa propia.

La casa terminada, que también se convirtió en sede de eventos al aire libre, como una extensión del local, y fantasean con tener un hostal algún día (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)La casa terminada, que también se convirtió en sede de eventos al aire libre, como una extensión del local, y fantasean con tener un hostal algún día (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)

“De manera milagrosa, cuando estábamos muy ajustados y ya nos la veíamos muy complicada porque no nos alcanzaba, se vendió la quinta familiar que había estado 15 años sin venderse, y cuando recibimos ese dinero lo invertimos en hacer nuestra fábrica, equiparnos con algunos elementos tecnológicos que necesitábamos, y apostar a la venta por mayor”, indican. Otra vez construir, a metros de su casa, para completar el sueño. Una vez que lo lograron, sintieron que era tiempo de tener un local, para mayor visibilidad y contacto con el público.

En el centro de Chivilcoy consiguieron alquilar un lugar, y optaron por el formato de sandwichería, con algunas mesas disponibles para que quienes estén de paso puedan sentarse a disfrutar de la experiencia, y al mismo tiempo poder venderle a aquel que quisiera llevarse alguno de sus productos recién feteados. Fueron ampliando su catalogo, que tiene como estrella a la mortadela con pistachos -hecha con carne de cerdo de primera calidad-, le siguen los quesos ahumados, el lomito, las ribs de cerdosalchichas alemanasjamón natural, pastrón y varias carnes. En invierno sumaron cazuelas al menú para sobrellevar el frío, y mantuvieron la variada oferta de sánguches para que hubiera opciones para todos los gustos.

Vuelta de página

La vida en Capital Federal quedó lejana para la familia. El pequeño Amador, que ahora tiene 5 años, directamente no tiene registro de sus primeros pasos en el departamento. Rogelio, de 8, se acuerda de algunos momentos en la que era la cuadra de su casa, las salidas a la plaza, dónde quedaba su jardín, pero los dos hermanos ya tienen grupos de amigos en La Rica. “Los primeros dos años fueron a la escuela rural, que fue una experiencia maravillosa, y en 2023 arrancaron en Chivilcoy porque es donde estamos más tiempo por el local, si no representaba muchas idas y venidas en el día; ahora ya estamos organizados de esta manera”, celebran.

El local que los propios dueños atienden en el centro de Chivilcoy (Foto: Instagram @weisbertahumados)El local que los propios dueños atienden en el centro de Chivilcoy (Foto: Instagram @weisbertahumados)

El sánguche estrella, de mortadela con pistachos, pesto y queso azul (Foto: Instagram @weisbertahumados)El sánguche estrella, de mortadela con pistachos, pesto y queso azul (Foto: Instagram @weisbertahumados)

De a poco se fueron sumando clientes, algunos los contrataron para cumpleaños y eventos empresariales, otros les encargan los productos por Instagram –@weisbertahumados-, o directamente los adquieren en el local en el centro de Chivilcoy. “No estamos haciendo envíos, por el tema de que son productos que no pueden perder la cadena de frío, salvo que sean pedidos grandes, pero estamos abiertos a tener franquicias, porque ya tenemos el modelo de negocio todo diagramado, que es muy fácil de ejecutar y con poco personal, por lo que soñamos con que nuestros ahumados se puedan revender al por mayor en otras ciudades”, expresan.

Reconocen que no es sencillo llevar las riendas de un negocio, sobre todo en el aspecto económico, que implica desafíos constantes. “Hay meses que la remamos en dulce de leche, que nos miramos los dos y decimos: ‘¿Qué hicimos?’, porque con la situación económica del país los precios cambian todo el tiempo y el rubro gastronómico se vuelve aún más difícil, pero la realidad es que queríamos que nuestros hijos crecieran como nosotros, andando en bici con los amigos, libres, que van y vienen solos a la canchita y yo no me quedo preocupada. No somos de mirar mucho para atrás, pero sinceramente no hay un día que nos arrepintamos, porque encontramos la calidad de vida que queríamos acá, y no hay economía que pague eso”, expresa Mariela.

Amador en pleno disfrute con el contacto con las animales y la naturaleza (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)Amador en pleno disfrute con el contacto con las animales y la naturaleza (Fotos: Gentileza Mariela Denardi)

En verano, además de la venta en el local, abren las puertas de su casa, ponen mesitas en el patio y ofrecen almuerzos con sánguches para disfrutar del aire libre. “Siempre terminamos sacando nuestra mesa del living, nuestras sillas, otro vecino nos presta más mesas, y así salen lindas reuniones; la gente no puede creer que nosotros vivimos ahí, pero nos encanta y tenemos la intención de compartir”, destacan. Se ponen contentos porque en estos tres años la localidad fue creciendo, otra familia inauguró una fiambrería con panadería, donde también se puede comer al paso, un restaurante, y La Rica brilla cada día más. Además, con ese nombre, hay un buen augurio de que allí la experiencia gastronómica promete sabores inolvidables.

“Nosotros leíamos notas de otras parejas que hicieron cambios de vida parecidos, y ahora no podemos creer que somos nosotros los que nos animamos y lo hicimos. Ojalá que así como nos inspiraron tantas historias, la nuestra también le sirva a alguien, y sobre todo nos emociona que nuestros hijos sepan que nos jugamos, que conocieron otra vida, y los vemos disfrutarlo, sin pesar ni tristeza por el cambio que elegimos, y con libertad”, concluyen.

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Lucía Figueroa Pinochet, De Ingeniera en Prevención de Riesgos a Innovadora del Sector Alimentario

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magnomiel lucia figueroa

La chilena Lucía Figueroa Pinochet, de 41 años, es una emprendedora cuya historia refleja tenacidad y visión. Ingeniera en Prevención de Riesgos y madre de dos hijos, actualmente cursa su último año de Derecho. Su camino no ha sido fácil: se independizó a los 18 años y trabajó en ventas mientras estudiaba y sostenía su hogar.

«Siempre he vivido con la inquietud y ganas de emprender por mi cuenta», nos cuenta Lucía. A lo largo de los años, exploró diversos negocios, desde empresas de limpieza hasta gastronomía, en busca de una idea que realmente la apasionara y que tuviera un impacto positivo en la vida de las personas.

El punto de inflexión llegó cuando perdió su trabajo en una empresa de ingeniería, lo que la llevó a una profunda reflexión sobre su futuro y el de sus hijos. Decidió tomarse una semana para meditar en la playa, y fue allí, en una cafetería en Viña del Mar, donde surgió la idea que cambiaría su vida: la miel en polvo.

Lucía se cuestionó su alto consumo de azúcar y su aversión a los endulzantes artificiales. Observó que la miel líquida no era una opción práctica debido a su tendencia a endurecerse. Así nació Magnomiel, un proyecto que transforma la miel líquida en polvo, incorporando esencias nativas de los bosques de Chile, como frutas, arbustos, hongos y flores con propiedades beneficiosas para la salud.

Para Lucía, la filosofía de vida es fundamental. Cree firmemente en el poder de los pensamientos y las palabras para crear la realidad.

«Pensar positivo, quererse, creerse, automotivarse, dormir bien y despertar en sintonía con uno es lo que crea tu día, tus pasos y tu universo»

Lucía Figueroa Pinochet
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Lucia nos muestra su emprendimiento.

A lo largo de su experiencia emprendedora, enfrentó desafíos significativos, como la falta de madurez emocional y espiritual en sus primeros proyectos. Sin embargo, aprendió que la seguridad en uno mismo y la convicción son esenciales para cualquier emprendedor. Su mentor, Ricardo Contreras, le enseñó que el poder de hacer realidad sus sueños reside en ella misma.

Magnomiel no es solo un endulzante natural; es un superalimento con excelentes propiedades nutritivas y medicinales. La miel en polvo de Lucía maximiza los espacios de almacenamiento, evita la contaminación cruzada y permite nuevos usos, como el glaseado de miel. Es una solución práctica y limpia, ideal para la industria alimentaria, farmacéutica, cosmética y hotelera.

Lucía tiene una visión clara para su emprendimiento: convertirse en líder nacional y mundial en la producción de miel en polvo, y exportar su producto para que personas de todo el mundo puedan beneficiarse de sus propiedades.

El sector alimentario atrajo a Lucía por la necesidad de innovar en las formas de consumo, ofreciendo alternativas saludables al azúcar y los endulzantes artificiales. Su producto responde a la demanda de conveniencia en la vida moderna, permitiendo un consumo rápido, nutritivo y accesible.

Lucía espera que su proyecto tenga un impacto positivo en su comunidad, agregando valor a los apicultores y agricultores nacionales y fomentando la innovación en la alimentación. Planea expandir Magnomiel a México y California, y sueña con que su producto esté disponible en todo el mundo.

A otras mujeres que desean emprender, Lucía les aconseja seguir sus ideas con convicción y seguridad en sí mismas. «El poder de cumplir los sueños está en uno, en nadie más. Todas las ideas son buenas, menos las que quedan en la cabeza o nunca llegan a nacer», afirma.

Para Lucía, lo más gratificante de ser emprendedora es trabajar en algo que le apasiona, apoyarse en las personas adecuadas y pedir consejos a otros emprendedores. «Trabajar todos los días en esto, no importa si vas rápido o lento, pero nunca olvidarlo», concluye.

Con su determinación y visión, Lucía está transformando el panorama del sector alimentario, demostrando que los sueños pueden convertirse en realidad con esfuerzo y perseverancia.

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Historia de vida del doctor Marcelo Guz

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doctor Marcelo Adolfo Guz

Durante 41 años trabajó en el Hospital “Dr. Teodoro Álvarez”, en el barrio de Flores, y se desempeñó como jefe de unidad de internación de obstetricia

El periodista de salud que fue jefe de área en hospital público.

Si hay un médico que se formó en la universidad estatal con maestros de la medicina que le inculcaron que la conciencia del paciente es tan importante como su dolencia orgánica ese es el doctor Marcelo Adolfo Guz, matrícula profesional N° 62.993.

Esta filosofía la llevó a cabo durante 41 años en un hospital público. Más precisamente, en el Dr. Teodoro Álvarez, un establecimiento asistencial de mediana complejidad, en donde ejerció como obstetra y llegó a ser jefe de unidad de internación de obstetricia, luego de pasar por distintas áreas. Simultáneamente, fue docente de la cátedra de obstetricia de la UBA.

“Fue una etapa profesional estupenda, en donde pude atender a pacientes muy humildes de Flores y diversos barrios de CABA y el conurbano”, afirma el doctor Marcelo Guz, quien asistió a más de 1.000 nacimientos, entre partos y cesáreas. 

Actualmente, el galeno de 66 años se desempeña como médico ecografista y periodista médico. “Soy egresado de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM)”, destaca el conductor del programa “Saludarte”, que se emite desde 2010 por radio Signos, FM 92.5, y por el que ha obtenido una veintena de premios (estuvo nominado al Martín Fierro, a la producción audiovisual). 

doctor Marcelo Guz

Apasionado por la actividad comunicacional, Marcelo Guz señala que tener formación en ciencia y salud ayuda a brindar información clara y profunda, tanto al oyente y lector, como al televidente. “La labor del periodista en salud no concluye en ser un simple traductor o propagador de los avances de la ciencia y los científicos -puntualiza el titular de la matrícula nacional 62.993 agregando-Porque hay que conocer, contrastar la información y poseer la capacidad necesaria para interpretar los indicadores en forma correcta. Dado que la especialización en el oficio debe incidir en el bienestar de la población”.

Al respecto, el doctor Guz rescata la labor de varios colegas divulgadores, como el recordado pediatra televisivo Mario Socolinsy o el vigente nutricionista Alberto Cormillot, porque “siempre han sabido transmitir temas médicos o científicos de una manera llana y entendible para cualquier persona, independientemente de su nivel socio-cultural”.  

Aunque han pasado varios años, el doctor Guz se siente orgulloso de haber sido uno de los pioneros en instalar la temática del abuso sexual desde un hospital público“Junto a otros médicos creamos un protocolo de atención a víctimas de abuso sexual, que llegó a la legislatura porteña y sentó las bases en la creación de una fiscalía”, reconoce el integrante del Comité Violencia de la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FASGO).  

Hijo de padre polaco y madre argentina, Marcelo Guz nació en un hogar humilde de la localidad bonaerense de Avellaneda, pero se crió en CABA. A diferencia de muchos médicos, el enamoramiento por la profesión surgió cuando todavía era un niño y tenía problemas de visión. “Me gustaba mucho visitar los consultorios”, revela.

Antes de recibirse cómo médico, el padre de dos hijos recuerda que “mis primeros partos los realicé en el último año de estudios, cuando era practicante de guardia en el Hospital Municipal Nuestra Señora de Luján”, concluye el doctor Marcelo Guz.

Para saber más sobre el médico y periodista médico, ingresar a su Instagram: @marcelo.eldoc | X: @maguz443 | Facebook: @marcelo.guz.5

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¿Cómo es la plataforma educativa gratuita que logró transformar la vida de las mujeres?

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La plataforma en línea Emprende Pro Mujer utiliza un enfoque centrado en la mujer para diseñar contenidos educativos para que las mujeres desarrollen habilidades emprendedoras. Años de escucha y trabajo personalizado dieron como resultado un programa único hecho a medida de las usuarias.

«El ser humano puede obtener el saber a partir de sí mismo, desarrollando su innata capacidad de conocer y de intuir», así se pronunciaba Rudolf Steiner, padre de la antroposofía, sobre la adquisición de conocimientos por parte de los humanos. Este mismo principio es en el que se basa Ana Romanelli, líder de educación en Pro Mujer, para diseñar Emprende, una plataforma educativa gratuita que potencia a las mujeres para que incorporen prácticas empresariales, incrementen sus ventas, y aumenten su ahorro. 

Ella trabaja junto a un equipo interdisciplinario, que combina especialistas en educación digital, experiencia de usuario, desarrollo de producto y facilitaoras. Sus integrantes tienen entusiasmo y motivación por labor de apoyar a las mujeres en su desarrollo y se dedican a conocerlas en profundidad para comprender sus situaciones particualares. 
La corriente antroposófica pone al humano en el centro como fuente de donde brotan las concepciones teóricas y prácticas. Romanelli descubrió hace tiempo que si quiere lograr un impacto verdadero en las mujeres, los programas educativos tienen que ponerlas a ellas en foco y entender sus necesidades específicas. Las destinatarias de estos proyectos se encuentran a menudo en situación de vulnerabilidad y muchas de ellas pertenecen a comunidades indígenas o rurales, donde escasean las oportunidades de formación emprendedora.

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(Mujeres emprendedoras. Fuente: Pro Mujer)

La mujer en el centro: la clave para optimizar la experiencia de la usuaria

Hoy en día las capacitaciones de Pro Mujer tienen un porcentaje de aprobación que ronda entre el 15% y 20%, superando ampliamente a otras organizaciones enfocadas en educación digital del mercado, cuya tasa de graduados es entre el 5 y 10%, según confirma Romanelli. Este es el resultado de un largo proceso de retroalimentación entre las emprendedoras y el equipo hasta dar con un programa educativo que se adapte a sus circunstancias particulares.

Muchas de ellas no tienen acceso continuo a conectividad Wi-Fi y además, el tiempo para dedicar a capacitarse es limitado. La mayoría debe combinar su trabajo como emprendedora con el cuidado de hijos o hijas y las tareas del hogar. Frente a este panorama, se hizo evidente que el contenido tenía que ser transmitido en cápsulas breves, de manera dinámica, atractiva, accesible y en formato audiovisual para que las usuarias puediran verlo en el poco tiempo libre entre sus múltiples obligaciones.

Una aplicación no era una opción ya que muchas de las mujeres no tienen suficiente espacio de almacenamiento para descargarla. Por eso, la mejor alternativa fue diseñar contenido en WhatsApp transmitido a través de chatbots. La alfabetización digital de las emprendedoras fue necesaria para que se sintieran cómodas con este formato.

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(Mujer emprendedora. Fuente: Pro Mujer)

Los motores del cambio son ellas

Otro de los pilares del programa educativo de Pro Mujer es que cada mujer es la conductora de su propio aprendizaje y las capacitaciones son solo recursos para guiarlas en su camino emprendedor. 

Nosotros somos como el copiloto que les va cebando el mate”, explica Sebastián Edreira, Gerente de Emprende, con una metáfora ilustrativa, “adoptar este enfoque impulsó grandes cambios en nuestra plataforma, desde replantear el formato de las clases hasta pequeños detalles, como los títulos de los módulos de aprendizaje. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que nombrarlos “ideo mi negocio” o “fortalezco mi negocio”, usando la primera persona en vez de un llamado a la acción hacía sentir a las emprendedoras mucho más involucradas en su proceso de aprendizaje.” 

Por otro lado, la experiencia individual de cada emprendedora cobra un valor inigualable a la hora de construir el conocimiento. Por eso, las sesiones de intercambio grupal tienen un espacio primordial en el programa Emprende. En sus versiones híbridas, las emprendedoras se juntan cada a cara y comparten sus desafíos, problemas, dudas y logros. 

Construir comunidad en la virtualidad fue un reto, pero encuentros sincrónicos semanales y mensajes de WhatsApp consiguieron generar vínculos de confianza entre las facilitadoras y las emprendedoras que dieron como resultado una sensación de acompañamiento y apoyo valorada por las usuarias. 

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(Mujeres emprendedoras. Fuente: Pro Mujer)

Tocamos corazones” dice Analía Spratte, coordinadora de las facilitadoras de Emprende, “es emocionante el agradecimiento que nos transmiten las mujeres. Les cambiamos el presente, sus negocios, su forma de pensarse como mujeres. ‘¿no se enojan?’, nos preguntan algunas por los múltiples mensajes que recibimos a diario. Ver el crecimiento personal de estas mujeres y el impacto que genera en sus comunidades nos inspira a seguir trabajando en este proyecto.” 
Pro Mujer trabaja hace más de 34 años brindando servicios de inclusión financiera, capacitación y salud a mujeres de bajos recursos en Bolivia y el resto de América Latina. Desde sus inicios ha logrado impactar en la vida de más de 2.5 millones de personas, brindado 10 millones de servicios de salud y otorgado USD 4.4 millones en microcréditos.

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