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Ciencia y Salud

La dieta paleolítica: los riesgos de comer como en la Prehistoria

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Y así lo refleja una declaración científica de la Asociación Americana del Corazón, publicada en abril de 2023 en la revista «Circulation», tras analizar diez patrones de alimentación y dictaminar que, tanto la dieta paleolítica como la cetogénica (muy baja en carbohidratos), no son buenas para nuestros sistema cardiovascular.

Este estudio sobre las diferentes dietas y la relación con la salud cardiometabólica determina que la dieta llamada “Dash” tiene una puntuación perfecta al cumplir los patrones saludables de esta sociedad científica.

Y esto supone que es una dieta baja en sal, azúcar añadida, alcohol, aceites tropicales y alimentos procesados y rica en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres sin almidón; que incluye pescados o mariscos, aves y carnes magras y productos lácteos bajos en grasa o sin grasa.

La dieta mediterránea también está muy bien valorada, y los científicos han destacado que no incluye explícitamente la sal añadida e incluye un consumo moderado de alcohol (en lugar de evitar o limitar el alcohol).

La dieta mediterránea es recomendada por los profesionales. EFE/Kai Försterling

La dieta paleolítica, una de las dietas milagro

Las dieta paleolítica, también conocida como paleodieta, forma parte del conjunto de “dietas milagro” que se viralizan en redes sociales prometiendo salud y pérdida de peso y que suelen ir acompañadas por la imagen de algunos famosos.

El catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada y experto en Nutrición, Emilio Martínez de la Victoria, explicó a EFE en su día que esta dieta en auge «resulta aburrida», aumenta las proteínas y no se adapta al mundo actual.

«Nosotros no somos paleolíticos, no corremos detrás de animales para cazarlos y comernos su carne ni pescamos con lanza. El secreto es comer menos energía de la que gastamos y los paleolíticos eran activos, no tenían como ahora un mando a distancia para sentarse en el sofá», subrayó.

El catedrático y director durante una década del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de Granada recalcó que esta dieta provoca una gran carga renal, no es equilibrada, causa un déficit de calcio y no siempre adelgaza «porque si se come carne y pescado con grasa, engorda».

Los paleolíticos y el consumo de granos

Según la opinión comúnmente aceptada, la dieta de los cazadores-recolectores prehistóricos consistía sobre todo en proteínas y grasas animales, con un número limitado de cereales y legumbres, antes de que apareciera la agricultura.

Sin embargo, el proyecto «Hidden foods», financiado con fondos europeos, ha aportado las primeras pruebas inequívocas de que los granos de cereales silvestres y otros tipos de plantas comestibles desempeñaban un papel importante en la dieta paleolítica original de los cazadores-recolectores prehistóricos de Italia y los Balcanes.

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Colonoscopia digital para fichar pólipos malignos

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“Podemos ver hasta las glándulas de ese pólipo, incluso los vasos sanguíneos superficiales que lo alimentan. La colonoscopia digital es casi un microscopio”, asegura el especialista en aparato digestivo del Hospital Universitario 12 de Octubre.

“Esta tecnología nos ayuda a ser muy finos y a utilizar con mayor eficiencia los recursos que tenemos disponibles en la endoscopia. Es una técnica ideal para visualizar los pólipos y, por supuesto, extirparlos”, dice director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

Un pólipo en el colon es un crecimiento anormal de tejido en la capa mucosa del revestimiento interno del intestino, que incluye el recto; este desarrollo celular, benigno o maligno, que suele progresar a lo largo de muchos años (8/10 de media), llegará a protruir más o menos la luz del intestino grueso.

Dr. Marín Gabriel, ¿cuál es la técnica más adecuada para diagnosticar pólipos benignos o malignos en nuestro aparato digestivo, concretamente en el intestino grueso?

“El diagnóstico óptico, que es una innovación en la colonoscopia que nos permite ver con mucho más detalle pólipos o anomalías en el colon. Antes, lo que hacíamos era mirar y, si observábamos algo extraño, tomábamos una mínima muestra del tejido para analizarla en el laboratorio de anatomopatología.

En los últimos años, gracias a tecnologías como la endoscopia de alta definición, la cromoendoscopia digital: BLI (Blue Light Imaging), LCI (Linked Color Imaging) o NBI (Narrow Band Imaging), y sobre todo con la magnificación endoscópica, podemos casi ‘poner bajo un microscopio’ el pólipo durante el procedimiento diagnóstico.

De hecho, en la actualidad tenemos endoscopios que pueden hacer un zoom de hasta 135 veces sin pérdida de calidad de la imagen.

En la cromoendoscopia convencional se usan colorantes dentro de la pared del intestino; colorantes que, por supuesto, no hacen daño alguno a l@s pacientes. Nos sirven para ver mejor los pólipos, el número de las lesiones y sus características morfológicas.

La cromoendoscopia por ordenador, básicamente digital, está integrada dentro de los procesadores de la endoscopia. El especialista, simplemente pulsando un botón, puede activar un sistema que permite utilizar una especie de ‘colorante digital’ en la imagen monitorizada.

Nos permite ver con mucho más detalle qué tipo de glándulas y vasos sanguíneos definen al pólipo, así como las irregularidades de su morfología. Nos da una idea de lo más importante para el paciente: si es un pólipo benigno o maligno sin tener que esperar a los resultados de la biopsia.

A la vez, nos podemos plantear in situ qué hacer con ese pólipo; es decir, si debemos emplear algún tratamiento endoscópico quirúrgico debido a las características potencialmente cancerosas analizadas.

Es decir, ¿este tipo de diagnóstico digital predice la naturaleza de los pólipos durante la propia colonoscopia?

Efectivamente, esa es la idea; predecir la malignidad en la sala de intervenciones endoscópicas antes de que el patólogo haya mirado al microscopio el tejido del pólipo extirpado.

Mediante la colonoscopia digital escrutamos diferentes aspectos del pólipo: forma, tamaño, color y textura de su superficie. Los pólipos benignos tienen características distintas a los que podrían ser malignos.

Por ejemplo, un pólipo benigno suele tener bordes suaves y una coloración uniforme, mientras que otro potencialmente maligno puede presentar más anomalías, como cambios de color o un patrón anormal en los vasos y las glándulas que podemos ver en su superficie.

Aún sin necesidad de emplear tecnologías muy avanzadas, la forma de los pólipos ya nos suele ser de gran ayuda. Sabemos por experiencia que una lesión que presenta un área deprimida tiene más riesgo de que en esa zona del pólipo ya exista un cáncer.

También, es importante fijarnos en la forma de los pólipos, que llamamos LSL (laterally spreading lesions o lesiones de extensión lateral). Son pólipos que clasificamos en cuatro subtipos:

Pólipos granulares homogéneos: forman múltiples nódulos, de pequeño o mediano tamaño y muy parecidos entre sí. Su principal característica es que pueden extenderse ampliamente por la capa de revestimiento -mucosa-, llegando a medir varios centímetros, pero tienen muy bajo riesgo de malignizar.

Pólipos granulares mixtos: se parecen a los granulares homogéneos, pero poseen un nódulo que tiene claramente mayor tamaño que el resto del tejido. Es en esa zona del pólipo donde se encuentra habitualmente el grupo de células con mayor potencial para invadir las capas más profundas. Esa capacidad de “meterse” en planos más profundos es precisamente lo que llamamos “malignidad”.

Pólipos granulares plano-elevados: como su nombre indica, crecen extendiéndose por la superficie de la mucosa, pero sin formar nódulos. Son lesiones planas y difíciles de ver. En general, suelen ser lesiones benignas, pero esporádicamente pueden tener focos de células con tendencia a malignizar. Aún no sabemos bien el porqué: como dato curioso, sabemos que ese componente maligno es más frecuente en los países asiáticos.

Pólipos no granulares pseudodeprimidos: Los peores, ya que son lesiones planas y parecidas a las granulares plano-elevadas, pero mostrando una zona levemente deprimida en su área central. Son los pólipos con LSL que, con diferencia, presentan más riesgo de contener células malignas.

Además, con magnificación endoscópica o imagen de foco cercano podemos definir muy bien el dibujo que nos muestran las glándulas y los vasos sanguíneos del pólipo.

De forma muy resumida, cuanto mayor irregularidad muestren esos dos componentes, más probabilidad de que la lesión sea cancerosa.

Estos hallazgos serán más relevantes si cabe cuando se encuentran en el interior de lo que llamamos un área demarcada en la superficie del pólipo.

Esta área demarcada no es otra cosa que un cambio brusco, muy bien delimitado, en el dibujo que tiene el pólipo en su superficie. Este característica siempre nos hace sospechar.

Fotografías y vídeos facilitados por el Dr. Marín Gabriel para su divulgación informativa y educativa.

Doctor, queda tremendamente nítido el beneficio de esta técnica para l@s pacientes. ¿Dónde situaría el foco?

El principal beneficio es que podemos tomar decisiones al instante. Si vemos un pólipo que claramente parece benigno y es de los que catalogamos como sin riesgo de malignizar, podemos decidir no extirparlo para que la técnica sea más eficiente.

Es muy típico que dejemos sin extirpar pólipos de aspecto hiperplásico en el recto y en el colon izquierdo, dado que su riesgo de malignización es nulo.

Se trata de lesiones de menos de 5 mm, de tonalidad más clara que la mucosa normal, y con un patrón de glándulas en forma de estrella cuando los miramos con endoscopios de magnificación.

Por el contrario, si un pólipo parece una lesión benigna, que si lo dejáramos evolucionar pudiera malignizar con el paso de los años, hablaríamos de un adenoma o pólipo adenomatoso. Con estas lesiones, podemos actuar de inmediato.

Extirpación de un pólipo (adenoma) de aproximadamente 1 cm en la zona del recto mediante polipectomía con asa fría (CSP): lazo de alambre para resecar el pólipo.

Esto no solo hace el procedimiento más seguro y menos invasivo para el paciente, sino que también mejora la eficiencia, evitando procedimientos adicionales innecesarios.

En el extremo de este espectro estarían los pólipos en los que predecimos que ya puede estar desarrollándose un cáncer.

Aquí tenemos que intentar distinguir, con un grado alto de confianza, si se trata de cánceres precoces que podemos tratar con endoscopia o si tenemos que mandar al paciente al quirófano.

Es vital ser lo más preciso posible: tenemos que evitar cirugías para extirpar pólipos benignos. Esta tarea médica corresponde a l@s endoscopistas.

Por el contrario, no debemos intentar eliminar tumores con invasión profunda en la mucosa intestinal con nuestras técnicas endoscópicas, ya que se corre el riesgo de inducir complicaciones en nuestros pacientes, como ocasionar una perforación en esta parte del tubo digestivo.

Pólipo en el ciego, primera porción del intestino grueso o colon.

Finalmente, entre un pólipo adenomatoso benigno por completo y un cáncer avanzado existe un área gris que es la más complicada a la hora de tomar decisiones. Hablamos de los cánceres precoces.

En este tipo de lesiones, hablamos con el paciente de las diferentes opciones terapéuticas: con frecuencia se opta por un tratamiento endoscópico con intención curativa.

Luego, cuando nuestros compañeros del Servicio de Anatomía Patológica analizan el pólipo al microscopio, nos confirmarán si hemos conseguido extirpar con éxito ese cáncer precoz o si algunas células malignas han podido diseminarse a través de los ganglios linfáticos.

Dado este caso, sería necesario extirpar la zona del colon donde estaba el pólipo neoplásico junto a esos ganglios afectados.

¿Pero cómo saben los médicos y las médicas endoscopistas que están interpretando correctamente las imágenes de la colonoscopia óptica?

Me imagino que es algo similar a lo sucede en todos los trabajos. Es cuestión de experiencia, que se alcanza con una combinación de práctica clínica, investigación, estudios constantes y, sobre todo, no perder de vista nuestro principal objetivo: curar a l@s pacientes.

Los gastroenterólogos que utilizan el diagnóstico óptico están especialmente formados para aprender a reconocer los patrones indicativos de pólipos benignos o malignos.

En una primera fase, lo habitual es que tengas una especie de maestro que te enseña diferentes técnicas para ser capaz de realizar este diagnóstico óptico. Siempre hay algún profesional que sabe más que tú, seguro, y que te podrá ayudar.

Yo, por ejemplo, me formé así con un experto que trabaja en España en aquella época de mi vida. Con el paso de los años esta fórmula se ha democratizado más, y ya no hace falta tanto que estés pendiente de un buen tutor, digamos.

La otra forma que tenemos de aprender estas técnicas se sitúa en los cursos especializados en la materia, en los congresos nacionales e internacionales o compartiendo información entre los propios médicos.

También, mantenemos reuniones periódicas dentro del Servicio de Aparato Digestivo de nuestro hospital, entre diferentes servicios implicados, a nivel multidiscipliar, y con otros centros sanitarios.

La colaboración interpersonal juega un papel decisivo cuando nos enfrentamos a los casos más difíciles, asegurando así que estaremos buscando la mejor recomendación curativa posible al paciente.

Zona del colon tintada con violeta genciana (colorante que absorben las células del colon para obtener imágenes muy precisas de los patrones de las glándulas) durante un diagnóstico endoscópico convencional, donde se ha desarrollado un pólipo granular homogéneo.

Doctor Marín, ¿este tipo de diagnóstico óptico es efectivo al ciento por ciento?

En Medicina, la afirmación de que una prueba diagnóstica resulte efectiva al 100 % es poco menos que imposible. Como toda tecnología tiene sus limitaciones. Pero nos acercamos mucho a lo que posteriormente determinará en anatomopatología.

A veces, los pólipos pueden ser demasiado pequeños o estar en ubicaciones difíciles de evaluar claramente. En estos casos, al extirparlos, siempre se van a recuperar y analizar al microscopio.

En cualquier caso, podemos usar los endoscopistas podemos utilizar técnicas complementarias.

La magnificación endoscópica está disponible en muchos hospitales. Son endoscopios en los que se puede accionar una especie de lupa en su punta durante el procedimiento. En función de los tipos de glándulas y vasos sanguíneos del pólipo podremos acercarnos a un diagnóstico certero.

La cromoendoscopia convencional: usamos colorantes que aplicamos directamente sobre el pólipo para mejorar la nitidez de sus contornos y sus características glandulares.

En este sentido, usamos ácido acético (vinagre rebajado) para ver mejor unos tipos de pólipos en el colon que llamamos lesiones serradas, preneoplásicas: grupo heterogéneo con potencial de transformación a cáncer colorrectal.

Otra tinción empleada con frecuencia es eñ colorante azulado llamado índigo carmín que nos permite ver mejor las características de los pólipos, al dar más contraste a las irregularidades de la mucosa.

Como digo, es fundamental predecir qué tipo de lesión detectada. Hasta el tratamiento puede depender de la capacidad que tenga el endoscopista de definir el pólipo.

Doctor, ¿cómo ha cambiado, por tanto, el manejo de estos pólipos tras la aparición de la colonoscopia óptica?

Nuestro enfoque ha evolucionado significativamente. Antes, la tendencia era extirpar todos los pólipos y enviarlos a anatomía patológica.

Si el pólipo era un poquito más rojito, sospechábamos que podía ser un tumor benigno, lo que llamamos un adenoma. Si era más clarito y más pequeñito, más pálido, tendíamos a pensar que era un pólipo hiperplásico, un simple crecimiento de tejido, donde no hay mutaciones celulares.

Una lesión hiperplásica en el colon menor de 5 mm no necesita ser extirpada, puesto que nunca va a malignizar.

Ahora, queremos ser más selectivos, lo que reduce el riesgo para el paciente y mejora la eficiencia del procedimiento.

Esto significa, también, que podemos concentrar nuestros esfuerzos y recursos en los pólipos que realmente representan un riesgo de malignidad, ofreciendo un cuidado más personalizado y preciso.

Además, dado que el diagnóstico óptico nos permite sospechar si estamos ante un cáncer precoz, podemos orientar a los pacientes hacia tratamientos endoscópicos ‘a la carta’.

Si consideramos que el riesgo de cáncer precoz es muy bajo, ofrecemos técnicas muy eficientes y más sencillas como la resección mucosa.

Si pensamos que necesitamos tener un diagnóstico microscópico muy preciso, podemos ofrecer técnicas más complejas como la disección submucosa y la resección transmural endoscópica (RTME) o extirpación en bloque de las lesiones.

Parte de una zona de desarrollo de un pólipo maligno en la capa de mucosa intestinal del intestino grueso.

En la otra vertiente, todo lo contrario.

Si nos encontramos ante un pólipo que tiene una zona demarcada, con un cambio de glándulas llamativo, muy regular, con unos vasos retorcidos, tortuosos, que se van cortando, tenemos que pensar que es una lesión maligna.

Ahí tenemos que parar, tomar unas biopsias, mandarlas a analizar y no hacer una resección.

No debemos extirpar un pólipo que pudiera tener invasión celular en las capas profundas de la mucosa intestinal, aunque sea de un tamaño operativo y podamos eliminarlo endoscópicamente: cabe la posibilidad de perforar el colon. Es el área de trabajo del cirujano.

Afortunadamente, la situación está cambiando y cuanto más afinamos en el diagnóstico óptico, más capaces somos de delimitar las lesiones que podemos tratar sin llamar a la puerta de la cirugía en aparato digestivo.

Detalle de un pólipo granular mixto localizado en el recto, parte final del tubo digestivo.

Doctor Marín, ¿el diagnóstico óptico es lo último de lo último en colonoscopia?

No, llevamos trabajando muchos años con este dispositivo endoscópico, además de las ya mencionadas técnicas endoscópicas de alta definición y cromoendoscopias digitales.

Ahora estamos viendo avances impresionantes como la endomicroscopía confocal láser, que nos permite ver la estructura celular de los pólipos ‘en vivo’.

Otra área vanguardiasta es la integración de la inteligencia artificial (IA), que puede ayudar a analizar imágenes en tiempo real y señalar áreas que requieren atención especial, mejorando aún más nuestra capacidad para detectar lesiones tempranas.

Y estas herramientas de IA, no sólo pueden permitir que detectemos más lesiones, sino que, como hacemos nosotros, pueden predecir también de qué tipo de pólipo se trata: si es benigno o maligno en función de las características de las glándulas que lo componen y de sus vasos superficiales.

El futuro está en afinar los algoritmos de inteligencia artificial para que puedan identificar automáticamente y predecir el resultado al microscopio de las lesiones sospechosas.

Poder confiar en los resultados de la IA democratizará la evaluación de las lesiones más complejas que, hoy por hoy, son muy dependientes de disponer de un endoscopista experto.

Los patrones de vasos y glándulas específicos asociados con diferentes tipos de cáncer han sido muy estudiados en los últimos años y, con un adecuado entrenamiento de los sistemas de IA a partir de miles de imágenes de diferentes tipos de lesiones, estos sistemas son y serán cada vez más precisos.

Estas tecnologías están en constante evolución, prometiendo hacer la colonoscopia aún más precisa en el futuro.

De momento, tiene sus ventajas y tiene sus inconvenientes: a veces hay lesiones que no las detecta y otras detecta cosas que no son pólipos. Para eso el endoscopista tiene que estar ahí y equilibrar eso que le está diciendo la inteligencia artificial.

Cáncer invasivo en la zona delimitada de la imagen (loncha del corte de un tejido del pólipo estudiado). El diagnóstico anatomopatológico dice: “Adenocarcinoma bien diferenciado con formación de glándulas en más del 95% de la neoplasia , la muscularis mucusae (fino estrato de fibras) se encuentra borrada por el tumor. La medida en profundidad de invasión se realiza, por tanto, desde la superficie de la neoplasia hasta la zona de máxima invasión”.

Doctor, ¿es posible que esta evaluación óptica reemplace completamente la necesidad de realizar biopsias en el futuro?

La colonoscopia óptica, la microscopía confocal láser o la IA nos ayudarán al máximo de sus posibilidades, pero decir que se podrá prescindir de los informes humanos de anatomía patológica es ir demasiado lejos.

De hecho, es muy probable que ya estemos siendo también en eso más eficientes y cada vez estemos enviando a analizar una menor cantidad de pólipos sin malignidad a nuestr@s compañer@s de anatomopatología.

En el futuro, con mejoras en la capacidad de la IA y más investigación tecnológica, esperamos depender mucho más del diagnóstico óptico para tomar decisiones con mayor precisión terapéutica.

Para finalizar la entrevista, ¿qué consejo le daría a un paciente que va a someterse a una colonoscopia óptica?

Mi principal consejo sería que centraran el foco en la preparación para la colonoscopia. Seguir cuidadosamente las instrucciones de los preparativos es crucial, porque una limpieza completa permite que podamos ver nítidamente el tubo digestivo.

Esto incluye seguir la dieta recomendada y tomar la solución de limpieza según se indique. Además, animaría a los pacientes a discutir abiertamente con su médic@ cualquier preocupación o pregunta que tengan sobre el procedimiento endoscópico.

Entender el proceso y saber qué esperar puede ayudar a reducir la ansiedad y el estrés que les pueda generar la prueba de la colonoscopia.

La tecnología de diagnóstico óptico ha avanzado una barbardidad y nos permite realizar evaluaciones muy precisas, lo que es un gran beneficio para el paciente en términos de precisión diagnóstica y seguridad del procedimiento.

Es imprescindible que podamos detectar y observar todas las lesiones o pólipos, sean planos o protruidos, pero sobre todo los aplanados, que es muy fácil que se queden debajo de unos restos.

La limpieza profunda del colon nos permitirá ayudarles, que en el fondo y en la forma ha sido y es el único objetivo de la endoscopia más avanzada en cada momento”, concluye.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo realizaremos una entrevista al Dr. José Carlos Marín Gabriel sobre un tema apasionante: las lesiones precursoras del cáncer de estómago.

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Ciencia y Salud

La OMS aprueba una nueva vacuna contra el dengue, que amenaza cada vez más América Latina

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La OMS da luz verde con esta decisión a una segunda vacuna contra el dengue.

La vacuna, producida por la farmacéutica japonesa Takeda, contiene versiones debilitadas de los cuatro serotipos del virus causantes del dengue, que se transmite a través de la picadura del mosquito de la especie aedes aegypti.

Se trata de la segunda vacuna contra el dengue respaldada por la OMS, uniéndose así a la vacuna CYD-TDV desarrollada por la farmacéutica francesa Sanofi Pasteur.

«Esperamos que más desarrolladores de vacunas contra el dengue se presenten para su evaluación, de modo que podamos garantizar que lleguen a todas las comunidades que las necesitan», indicó el director de Regulación y Validación de la OMS, Rogerio Gaspar.

Esta nueva vacuna requiere dos dosis, que deben administrarse con un intervalo de tres meses a niños de entre 6 y 16 años procedentes de entornos con alta carga e intensidad de transmisión de la enfermedad.

Varios países latinoamericanos sufren los peores brotes de dengue de su historia, como Brasil, que ha superado ya la cifra récord de 2.000 muertes por dengue en lo que va de año.

La situación también es alarmante en Argentina, con un total de 119 muertes por dengue confirmadas, mientras que los casos contabilizados ascienden a 269.678, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud argentino al 14 de abril.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) dijo el año pasado que habría un considerable aumento en los casos de dengue en el continente americano en 2024, una situación causada en gran medida por el aumento global de las temperaturas y de los fenómenos meteorológicos extremos.

La OMS ha advertido de que es probable que el número de casos y muertes por dengue sigan aumentando y expandiéndose geográficamente por la región.

Cada año hay entre 100 y 400 millones de casos de dengue en el mundo y 3.800 millones de personas viven en países endémicos de esa enfermedad, la mayoría de los cuales se encuentran en Asia, África y América.

EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI

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Ciencia y Salud

Cáncer de endometrio: El tumor ginecológico más frecuente y con buen pronóstico

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El endometrio es la capa de piel más interna del útero que se expulsa cada mes con la menstruación, pero cuando las células de ese revestimiento crecen fuera del útero e invaden otros órganos, como los ovarios o el peritoneo, es lo que se denomina endometriosis.

“La endometriosis no es un factor de riesgo para el cáncer de endometrio y, aunque puede estar relacionada con algunos cánceres de ovario, no afecta a la cavidad uterina”, explica a EFEsalud el doctor Santiago Domingo del Pozo, jefe de la Unidad de Ginecología Oncológica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.

Cuando hay una exposición descompensada a los estrógenos, hormonas femeninas, se producen una serie de cambios en el endometrio que pueden favorecer la aparición de tumores de útero.

Radiografía del cáncer de endometrio

La mayoría de los tumores de endometrio son del tipo epitelial y se denominan endometrioides. También en esta zona, aunque menos frecuentes, pueden originarse otros tipos como el de células claras o el seroso.

Los cánceres endometroides aparecen en la capa más interna del útero (el endometrio), mientras que en la capa intermedia, en el músculo uterino, es donde se originan los miomas, tumores benignos y relativamente frecuentes, y también los sarcomas uterinos, un cáncer infrecuente.

Según datos del informe anual «Las cifras del cáncer en España 2024» de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en colaboración con la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), se estima que este año se diagnosticarán 7.305 casos de cáncer de cuerpo uterino, la cuarta neoplasia en mujeres tras la de mama (36.395), colorrectal (11.855) y pulmón (10.285).

El cáncer de útero es el cáncer ginecológico más frecuente, por delante del tumor de ovario (3.716) y de cérvix (2.259).

Un 75-80 % de los casos son diagnosticados en estadio I con una tasa de supervivencia a 5 años de un 90 %.

La alta detección se debe a que es un tumor que provoca síntomas, especialmente sangrado en la época de la menopausia, y por tanto señales claras de alerta que facilitan el diagnóstico.

Doctor Santiago Domingo del Pozo, jefe de la Unidad de Ginecología Oncológica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia. Foto cedida

Exceso de estrógenos, uno de los factores de riesgo

Las mujeres más propensas al cáncer de endometrio son aquellas con una mayor exposición hormonal, en concreto a los estrógenos, a lo largo de su vida.

Se trata de mujeres con obesidad; mujeres con problemas para ovular; con ovarios poliquísticos; que no han tenido embarazos (se considera un factor de protección) o que no han utilizado anticonceptivos hormonales.

Situaciones, en general, que pueden ocasionar un exceso de estrógenos, lo que se denomina “hiperestrogenismo”, apunta el ginecólogo.

“Ese factor predisponente va minando la superficie uterina y es sobre todo en la perimenopausia (cuando se inician las alteraciones menstruales) y en la postmenopausia cuando debutan estos tumores uterinos”, indica.

Algunos casos en mujeres más jóvenes

Aunque lo habitual es que el cáncer de endometrio debute en la menopausia, en un 5-10 % de los casos puede aparecer en mujeres más jóvenes, antes de los 45 años, en edad fértil, y en general con problemas de obesidad como principal factor de riesgo.

“La grasa del cuerpo humano produce estrógenos, en concreto estrona, un estrógeno no cíclico que favorece la proliferación atípica de la piel del endometrio”, precisa el doctor Santiago Domingo del Pozo.

La carga genética

Otro factor de riesgo es la carga genética. Los tumores de endometrio también se pueden catalogar en función de sus alteraciones moleculares y genéticas.

“Podemos identificar grupos de cáncer de endometrio que tienen un tratamiento diana, digamos que hacemos un traje de tratamiento casi perfecto” dirigido a mutaciones concretas del tumor, explica el especialista.

Los análisis genéticos identifican pacientes con riesgo de cánceres hereditarios, como el síndrome de Lynch, más frecuente en el cáncer endometrioide de útero que otros.

La cirugía, el arma terapéutica principal

Cuando aparece un cáncer de endometrio la principal medida es someter a la paciente a una cirugía extirpadora tanto del útero como de los ovarios. Tan solo en casos de mujeres más jóvenes se puede valorar dejar los ovarios para no inducir a una menopausia precoz.

En esa intervención se analiza el ganglio centinela, un espejo del resto de la cadena ganglionar, que si contiene células tumorales señala un estadio más avanzado y de peor pronóstico, por lo que el tratamiento se completaría con quimioterapia y/o radioterapia.

Además de las terapias diana dirigidas a las alteraciones genéticas del tumor, también se emplea la inmunoterapia (estimulación del sistema inmune contras las células tumorales) en cánceres más avanzados o tras una recaída.

El doctor explica que se trata, en general, de un tumor “poco proclive” a la recaída y por eso también alcanza esa alta tasa de supervivencia.

Pero si el tumor reaparece y se disemina por la cavidad abdominal, no responde con la efectividad deseada a la quimioterapia, “por lo que la inmunoterapia nos abre y nos aumenta el arsenal terapéutico” para los cánceres de endometrio.

EPA/VIRGINIE LEFOUR

Una alternativa terapéutica para preservar la fertilidad

Para ese grupo de mujeres en edad fértil afectadas por un cáncer de endometrio y con deseo de tener hijos se abre una nueva vía de tratamiento, una investigación liderada por el Hospital La Fe de Valencia, con el fin de preservar el útero.

Dado que una de las causas del cáncer es el exceso de estrógenos, se intenta nivelar con otra de las hormonas femeninas, la progesterona.

“Administramos un derivado de la progesterona en alta dosis, muchas veces a través de un dispositivo intrauterino (DIU), con una excelente respuesta en la mayoría de las ocasiones, consiguiendo verdaderas curaciones del tumor. Lógicamente, son casos iniciales y con unos criterios de selección específicos», subraya el ginecólogo.

“La tasa de respuesta -asegura- es verdaderamente alta, casi la que conseguiríamos después de una cirugía”, por lo que posteriormente permite plantearse un embarazo con seguridad oncológica.

Lo importante es identificar a ese grupo de pacientes jóvenes, “con deseo genético no cumplido”, y conocer la composición molecular y genética de cada tumor que ayude a vislumbrar el pronóstico a la hora de preservar la fertilidad con esta nueva estrategia terapéutica conservadora, concluye el ginecólogo Santiago Domingo del Pozo.

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