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Ciencia y Salud

Colonoscopia digital para fichar pólipos malignos

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El Dr. Jose Carlos Marin Gabriel analiza los polipos a traves de la colonoscopia digital efe B6WquF

“Podemos ver hasta las glándulas de ese pólipo, incluso los vasos sanguíneos superficiales que lo alimentan. La colonoscopia digital es casi un microscopio”, asegura el especialista en aparato digestivo del Hospital Universitario 12 de Octubre.

“Esta tecnología nos ayuda a ser muy finos y a utilizar con mayor eficiencia los recursos que tenemos disponibles en la endoscopia. Es una técnica ideal para visualizar los pólipos y, por supuesto, extirparlos”, dice director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

Un pólipo en el colon es un crecimiento anormal de tejido en la capa mucosa del revestimiento interno del intestino, que incluye el recto; este desarrollo celular, benigno o maligno, que suele progresar a lo largo de muchos años (8/10 de media), llegará a protruir más o menos la luz del intestino grueso.

Dr. Marín Gabriel, ¿cuál es la técnica más adecuada para diagnosticar pólipos benignos o malignos en nuestro aparato digestivo, concretamente en el intestino grueso?

“El diagnóstico óptico, que es una innovación en la colonoscopia que nos permite ver con mucho más detalle pólipos o anomalías en el colon. Antes, lo que hacíamos era mirar y, si observábamos algo extraño, tomábamos una mínima muestra del tejido para analizarla en el laboratorio de anatomopatología.

En los últimos años, gracias a tecnologías como la endoscopia de alta definición, la cromoendoscopia digital: BLI (Blue Light Imaging), LCI (Linked Color Imaging) o NBI (Narrow Band Imaging), y sobre todo con la magnificación endoscópica, podemos casi ‘poner bajo un microscopio’ el pólipo durante el procedimiento diagnóstico.

De hecho, en la actualidad tenemos endoscopios que pueden hacer un zoom de hasta 135 veces sin pérdida de calidad de la imagen.

En la cromoendoscopia convencional se usan colorantes dentro de la pared del intestino; colorantes que, por supuesto, no hacen daño alguno a l@s pacientes. Nos sirven para ver mejor los pólipos, el número de las lesiones y sus características morfológicas.

La cromoendoscopia por ordenador, básicamente digital, está integrada dentro de los procesadores de la endoscopia. El especialista, simplemente pulsando un botón, puede activar un sistema que permite utilizar una especie de ‘colorante digital’ en la imagen monitorizada.

Nos permite ver con mucho más detalle qué tipo de glándulas y vasos sanguíneos definen al pólipo, así como las irregularidades de su morfología. Nos da una idea de lo más importante para el paciente: si es un pólipo benigno o maligno sin tener que esperar a los resultados de la biopsia.

A la vez, nos podemos plantear in situ qué hacer con ese pólipo; es decir, si debemos emplear algún tratamiento endoscópico quirúrgico debido a las características potencialmente cancerosas analizadas.

Es decir, ¿este tipo de diagnóstico digital predice la naturaleza de los pólipos durante la propia colonoscopia?

Efectivamente, esa es la idea; predecir la malignidad en la sala de intervenciones endoscópicas antes de que el patólogo haya mirado al microscopio el tejido del pólipo extirpado.

Mediante la colonoscopia digital escrutamos diferentes aspectos del pólipo: forma, tamaño, color y textura de su superficie. Los pólipos benignos tienen características distintas a los que podrían ser malignos.

Por ejemplo, un pólipo benigno suele tener bordes suaves y una coloración uniforme, mientras que otro potencialmente maligno puede presentar más anomalías, como cambios de color o un patrón anormal en los vasos y las glándulas que podemos ver en su superficie.

Aún sin necesidad de emplear tecnologías muy avanzadas, la forma de los pólipos ya nos suele ser de gran ayuda. Sabemos por experiencia que una lesión que presenta un área deprimida tiene más riesgo de que en esa zona del pólipo ya exista un cáncer.

También, es importante fijarnos en la forma de los pólipos, que llamamos LSL (laterally spreading lesions o lesiones de extensión lateral). Son pólipos que clasificamos en cuatro subtipos:

Pólipos granulares homogéneos: forman múltiples nódulos, de pequeño o mediano tamaño y muy parecidos entre sí. Su principal característica es que pueden extenderse ampliamente por la capa de revestimiento -mucosa-, llegando a medir varios centímetros, pero tienen muy bajo riesgo de malignizar.

Pólipos granulares mixtos: se parecen a los granulares homogéneos, pero poseen un nódulo que tiene claramente mayor tamaño que el resto del tejido. Es en esa zona del pólipo donde se encuentra habitualmente el grupo de células con mayor potencial para invadir las capas más profundas. Esa capacidad de “meterse” en planos más profundos es precisamente lo que llamamos “malignidad”.

Pólipos granulares plano-elevados: como su nombre indica, crecen extendiéndose por la superficie de la mucosa, pero sin formar nódulos. Son lesiones planas y difíciles de ver. En general, suelen ser lesiones benignas, pero esporádicamente pueden tener focos de células con tendencia a malignizar. Aún no sabemos bien el porqué: como dato curioso, sabemos que ese componente maligno es más frecuente en los países asiáticos.

Pólipos no granulares pseudodeprimidos: Los peores, ya que son lesiones planas y parecidas a las granulares plano-elevadas, pero mostrando una zona levemente deprimida en su área central. Son los pólipos con LSL que, con diferencia, presentan más riesgo de contener células malignas.

Además, con magnificación endoscópica o imagen de foco cercano podemos definir muy bien el dibujo que nos muestran las glándulas y los vasos sanguíneos del pólipo.

De forma muy resumida, cuanto mayor irregularidad muestren esos dos componentes, más probabilidad de que la lesión sea cancerosa.

Estos hallazgos serán más relevantes si cabe cuando se encuentran en el interior de lo que llamamos un área demarcada en la superficie del pólipo.

Esta área demarcada no es otra cosa que un cambio brusco, muy bien delimitado, en el dibujo que tiene el pólipo en su superficie. Este característica siempre nos hace sospechar.

Fotografías y vídeos facilitados por el Dr. Marín Gabriel para su divulgación informativa y educativa.

Doctor, queda tremendamente nítido el beneficio de esta técnica para l@s pacientes. ¿Dónde situaría el foco?

El principal beneficio es que podemos tomar decisiones al instante. Si vemos un pólipo que claramente parece benigno y es de los que catalogamos como sin riesgo de malignizar, podemos decidir no extirparlo para que la técnica sea más eficiente.

Es muy típico que dejemos sin extirpar pólipos de aspecto hiperplásico en el recto y en el colon izquierdo, dado que su riesgo de malignización es nulo.

Se trata de lesiones de menos de 5 mm, de tonalidad más clara que la mucosa normal, y con un patrón de glándulas en forma de estrella cuando los miramos con endoscopios de magnificación.

Por el contrario, si un pólipo parece una lesión benigna, que si lo dejáramos evolucionar pudiera malignizar con el paso de los años, hablaríamos de un adenoma o pólipo adenomatoso. Con estas lesiones, podemos actuar de inmediato.

Extirpación de un pólipo (adenoma) de aproximadamente 1 cm en la zona del recto mediante polipectomía con asa fría (CSP): lazo de alambre para resecar el pólipo.

Esto no solo hace el procedimiento más seguro y menos invasivo para el paciente, sino que también mejora la eficiencia, evitando procedimientos adicionales innecesarios.

En el extremo de este espectro estarían los pólipos en los que predecimos que ya puede estar desarrollándose un cáncer.

Aquí tenemos que intentar distinguir, con un grado alto de confianza, si se trata de cánceres precoces que podemos tratar con endoscopia o si tenemos que mandar al paciente al quirófano.

Es vital ser lo más preciso posible: tenemos que evitar cirugías para extirpar pólipos benignos. Esta tarea médica corresponde a l@s endoscopistas.

Por el contrario, no debemos intentar eliminar tumores con invasión profunda en la mucosa intestinal con nuestras técnicas endoscópicas, ya que se corre el riesgo de inducir complicaciones en nuestros pacientes, como ocasionar una perforación en esta parte del tubo digestivo.

Pólipo en el ciego, primera porción del intestino grueso o colon.

Finalmente, entre un pólipo adenomatoso benigno por completo y un cáncer avanzado existe un área gris que es la más complicada a la hora de tomar decisiones. Hablamos de los cánceres precoces.

En este tipo de lesiones, hablamos con el paciente de las diferentes opciones terapéuticas: con frecuencia se opta por un tratamiento endoscópico con intención curativa.

Luego, cuando nuestros compañeros del Servicio de Anatomía Patológica analizan el pólipo al microscopio, nos confirmarán si hemos conseguido extirpar con éxito ese cáncer precoz o si algunas células malignas han podido diseminarse a través de los ganglios linfáticos.

Dado este caso, sería necesario extirpar la zona del colon donde estaba el pólipo neoplásico junto a esos ganglios afectados.

¿Pero cómo saben los médicos y las médicas endoscopistas que están interpretando correctamente las imágenes de la colonoscopia óptica?

Me imagino que es algo similar a lo sucede en todos los trabajos. Es cuestión de experiencia, que se alcanza con una combinación de práctica clínica, investigación, estudios constantes y, sobre todo, no perder de vista nuestro principal objetivo: curar a l@s pacientes.

Los gastroenterólogos que utilizan el diagnóstico óptico están especialmente formados para aprender a reconocer los patrones indicativos de pólipos benignos o malignos.

En una primera fase, lo habitual es que tengas una especie de maestro que te enseña diferentes técnicas para ser capaz de realizar este diagnóstico óptico. Siempre hay algún profesional que sabe más que tú, seguro, y que te podrá ayudar.

Yo, por ejemplo, me formé así con un experto que trabaja en España en aquella época de mi vida. Con el paso de los años esta fórmula se ha democratizado más, y ya no hace falta tanto que estés pendiente de un buen tutor, digamos.

La otra forma que tenemos de aprender estas técnicas se sitúa en los cursos especializados en la materia, en los congresos nacionales e internacionales o compartiendo información entre los propios médicos.

También, mantenemos reuniones periódicas dentro del Servicio de Aparato Digestivo de nuestro hospital, entre diferentes servicios implicados, a nivel multidiscipliar, y con otros centros sanitarios.

La colaboración interpersonal juega un papel decisivo cuando nos enfrentamos a los casos más difíciles, asegurando así que estaremos buscando la mejor recomendación curativa posible al paciente.

Zona del colon tintada con violeta genciana (colorante que absorben las células del colon para obtener imágenes muy precisas de los patrones de las glándulas) durante un diagnóstico endoscópico convencional, donde se ha desarrollado un pólipo granular homogéneo.

Doctor Marín, ¿este tipo de diagnóstico óptico es efectivo al ciento por ciento?

En Medicina, la afirmación de que una prueba diagnóstica resulte efectiva al 100 % es poco menos que imposible. Como toda tecnología tiene sus limitaciones. Pero nos acercamos mucho a lo que posteriormente determinará en anatomopatología.

A veces, los pólipos pueden ser demasiado pequeños o estar en ubicaciones difíciles de evaluar claramente. En estos casos, al extirparlos, siempre se van a recuperar y analizar al microscopio.

En cualquier caso, podemos usar los endoscopistas podemos utilizar técnicas complementarias.

La magnificación endoscópica está disponible en muchos hospitales. Son endoscopios en los que se puede accionar una especie de lupa en su punta durante el procedimiento. En función de los tipos de glándulas y vasos sanguíneos del pólipo podremos acercarnos a un diagnóstico certero.

La cromoendoscopia convencional: usamos colorantes que aplicamos directamente sobre el pólipo para mejorar la nitidez de sus contornos y sus características glandulares.

En este sentido, usamos ácido acético (vinagre rebajado) para ver mejor unos tipos de pólipos en el colon que llamamos lesiones serradas, preneoplásicas: grupo heterogéneo con potencial de transformación a cáncer colorrectal.

Otra tinción empleada con frecuencia es eñ colorante azulado llamado índigo carmín que nos permite ver mejor las características de los pólipos, al dar más contraste a las irregularidades de la mucosa.

Como digo, es fundamental predecir qué tipo de lesión detectada. Hasta el tratamiento puede depender de la capacidad que tenga el endoscopista de definir el pólipo.

Doctor, ¿cómo ha cambiado, por tanto, el manejo de estos pólipos tras la aparición de la colonoscopia óptica?

Nuestro enfoque ha evolucionado significativamente. Antes, la tendencia era extirpar todos los pólipos y enviarlos a anatomía patológica.

Si el pólipo era un poquito más rojito, sospechábamos que podía ser un tumor benigno, lo que llamamos un adenoma. Si era más clarito y más pequeñito, más pálido, tendíamos a pensar que era un pólipo hiperplásico, un simple crecimiento de tejido, donde no hay mutaciones celulares.

Una lesión hiperplásica en el colon menor de 5 mm no necesita ser extirpada, puesto que nunca va a malignizar.

Ahora, queremos ser más selectivos, lo que reduce el riesgo para el paciente y mejora la eficiencia del procedimiento.

Esto significa, también, que podemos concentrar nuestros esfuerzos y recursos en los pólipos que realmente representan un riesgo de malignidad, ofreciendo un cuidado más personalizado y preciso.

Además, dado que el diagnóstico óptico nos permite sospechar si estamos ante un cáncer precoz, podemos orientar a los pacientes hacia tratamientos endoscópicos ‘a la carta’.

Si consideramos que el riesgo de cáncer precoz es muy bajo, ofrecemos técnicas muy eficientes y más sencillas como la resección mucosa.

Si pensamos que necesitamos tener un diagnóstico microscópico muy preciso, podemos ofrecer técnicas más complejas como la disección submucosa y la resección transmural endoscópica (RTME) o extirpación en bloque de las lesiones.

Parte de una zona de desarrollo de un pólipo maligno en la capa de mucosa intestinal del intestino grueso.

En la otra vertiente, todo lo contrario.

Si nos encontramos ante un pólipo que tiene una zona demarcada, con un cambio de glándulas llamativo, muy regular, con unos vasos retorcidos, tortuosos, que se van cortando, tenemos que pensar que es una lesión maligna.

Ahí tenemos que parar, tomar unas biopsias, mandarlas a analizar y no hacer una resección.

No debemos extirpar un pólipo que pudiera tener invasión celular en las capas profundas de la mucosa intestinal, aunque sea de un tamaño operativo y podamos eliminarlo endoscópicamente: cabe la posibilidad de perforar el colon. Es el área de trabajo del cirujano.

Afortunadamente, la situación está cambiando y cuanto más afinamos en el diagnóstico óptico, más capaces somos de delimitar las lesiones que podemos tratar sin llamar a la puerta de la cirugía en aparato digestivo.

Detalle de un pólipo granular mixto localizado en el recto, parte final del tubo digestivo.

Doctor Marín, ¿el diagnóstico óptico es lo último de lo último en colonoscopia?

No, llevamos trabajando muchos años con este dispositivo endoscópico, además de las ya mencionadas técnicas endoscópicas de alta definición y cromoendoscopias digitales.

Ahora estamos viendo avances impresionantes como la endomicroscopía confocal láser, que nos permite ver la estructura celular de los pólipos ‘en vivo’.

Otra área vanguardiasta es la integración de la inteligencia artificial (IA), que puede ayudar a analizar imágenes en tiempo real y señalar áreas que requieren atención especial, mejorando aún más nuestra capacidad para detectar lesiones tempranas.

Y estas herramientas de IA, no sólo pueden permitir que detectemos más lesiones, sino que, como hacemos nosotros, pueden predecir también de qué tipo de pólipo se trata: si es benigno o maligno en función de las características de las glándulas que lo componen y de sus vasos superficiales.

El futuro está en afinar los algoritmos de inteligencia artificial para que puedan identificar automáticamente y predecir el resultado al microscopio de las lesiones sospechosas.

Poder confiar en los resultados de la IA democratizará la evaluación de las lesiones más complejas que, hoy por hoy, son muy dependientes de disponer de un endoscopista experto.

Los patrones de vasos y glándulas específicos asociados con diferentes tipos de cáncer han sido muy estudiados en los últimos años y, con un adecuado entrenamiento de los sistemas de IA a partir de miles de imágenes de diferentes tipos de lesiones, estos sistemas son y serán cada vez más precisos.

Estas tecnologías están en constante evolución, prometiendo hacer la colonoscopia aún más precisa en el futuro.

De momento, tiene sus ventajas y tiene sus inconvenientes: a veces hay lesiones que no las detecta y otras detecta cosas que no son pólipos. Para eso el endoscopista tiene que estar ahí y equilibrar eso que le está diciendo la inteligencia artificial.

Cáncer invasivo en la zona delimitada de la imagen (loncha del corte de un tejido del pólipo estudiado). El diagnóstico anatomopatológico dice: “Adenocarcinoma bien diferenciado con formación de glándulas en más del 95% de la neoplasia , la muscularis mucusae (fino estrato de fibras) se encuentra borrada por el tumor. La medida en profundidad de invasión se realiza, por tanto, desde la superficie de la neoplasia hasta la zona de máxima invasión”.

Doctor, ¿es posible que esta evaluación óptica reemplace completamente la necesidad de realizar biopsias en el futuro?

La colonoscopia óptica, la microscopía confocal láser o la IA nos ayudarán al máximo de sus posibilidades, pero decir que se podrá prescindir de los informes humanos de anatomía patológica es ir demasiado lejos.

De hecho, es muy probable que ya estemos siendo también en eso más eficientes y cada vez estemos enviando a analizar una menor cantidad de pólipos sin malignidad a nuestr@s compañer@s de anatomopatología.

En el futuro, con mejoras en la capacidad de la IA y más investigación tecnológica, esperamos depender mucho más del diagnóstico óptico para tomar decisiones con mayor precisión terapéutica.

Para finalizar la entrevista, ¿qué consejo le daría a un paciente que va a someterse a una colonoscopia óptica?

Mi principal consejo sería que centraran el foco en la preparación para la colonoscopia. Seguir cuidadosamente las instrucciones de los preparativos es crucial, porque una limpieza completa permite que podamos ver nítidamente el tubo digestivo.

Esto incluye seguir la dieta recomendada y tomar la solución de limpieza según se indique. Además, animaría a los pacientes a discutir abiertamente con su médic@ cualquier preocupación o pregunta que tengan sobre el procedimiento endoscópico.

Entender el proceso y saber qué esperar puede ayudar a reducir la ansiedad y el estrés que les pueda generar la prueba de la colonoscopia.

La tecnología de diagnóstico óptico ha avanzado una barbardidad y nos permite realizar evaluaciones muy precisas, lo que es un gran beneficio para el paciente en términos de precisión diagnóstica y seguridad del procedimiento.

Es imprescindible que podamos detectar y observar todas las lesiones o pólipos, sean planos o protruidos, pero sobre todo los aplanados, que es muy fácil que se queden debajo de unos restos.

La limpieza profunda del colon nos permitirá ayudarles, que en el fondo y en la forma ha sido y es el único objetivo de la endoscopia más avanzada en cada momento”, concluye.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo realizaremos una entrevista al Dr. José Carlos Marín Gabriel sobre un tema apasionante: las lesiones precursoras del cáncer de estómago.

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Campaña de sensibilización contra la hepatitis C con el actor Carmelo Gómez

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Estas 20 ciudades están integradas en el programa #hepCityFree con el objetivo de buscar a las personas que viven con hepatitis C y no lo saben, dado que se trata de una enfermedad silenciosa que cursa sin síntomas durante muchos años y que, en muchos casos, cuando es diagnosticada, ya ha causado un daño hepático irreversible. La campana de sensibilización de estas ciudades y la AEHVE está protagonizada por el actor Carmelo Gómez.

Carmelo Gómez, curado de hepatitis C, participa en esta iniciativa cuyo objetivo es concienciar del carácter silente de la enfermedad y promover tanto la detección como el inicio del tratamiento.

Carmelo Gómez se curó de la hepatitis C

En la información que la AEHVE ha difundido sobre esta campaña explica el caso del actor Carmelo Gómez, que fue como el de tantos otros pacientes que contrajeron el virus a través de una transfusión de sangre antes de que a mediados de los 90 se descubriera y se pusiera fin a esa vía de contagio.

Como otros pacientes, que pueden tener ahora la infección y no lo saben, Carmelo Gómez no supo de su enfermedad hasta mucho después de infectarse.

En su caso, el diagnóstico se produjo de forma casual, cuando a finales de los 90 acudió a donar sangre y le dijeron que no podía al padecer una enfermedad hepática.

En el spot de la campaña, Carmelo cuenta que sentía cansancio y, sobre todo, una gran angustia por no conocer como iba a evolucionar su enfermedad.

El tratamiento que seguía tenía importantes efectos secundarios y no curaba la enfermedad. Hasta que la aparición de los antivirales de acción directa cambió el curso de su vida, devolviéndole la normalidad. En pocas semanas estaba curado.

El tratamiento eficaz contra la hepatitis C

Los pacientes que se diagnostican en la actualidad de hepatitis C conocen que su enfermedad tiene tratamiento y que es eficaz prácticamente en el 100 % de los casos. De ahí la importancia de detectar la infección de forma temprana, antes de que cause al hígado un daño que puede llegar a ser irreversible, destaca la AEHVE.

“Con Carmelo, afortunadamente, llegamos a tiempo y, con las posibilidades de diagnóstico y tratamiento que tenemos ahora, deberíamos llegar a tiempo para ese largo centenar de pacientes que todavía hoy pierden la vida en España cada año por causas asociadas a la hepatitis C”, afirma el hepatólogo Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas, que integra a las sociedades científicas y asociaciones de pacientes comprometidas con la eliminación de la hepatitis C y promueve el programa #hepCityFree.

Una búsqueda que los hepatólogos consideran que hay que hacer tanto en población general, a través de una prueba de hepatitis C en todos los adultos entre 50 y 85 años sin un test previo negativo, como, de forma muy específica, en colectivos vulnerables, donde la prevalencia es más alta y los que es más difícil acceder.

“Estamos hablando de personas alejadas de los circuitos asistenciales habituales y a los que solo es posible llegar con recursos descentralizados y estrategias alternativas”, explica el doctor García-Samaniego.

Es en ese ámbito en el que las ciudades pueden ayudar, de forma autónoma o en colaboración con las ONG, por su capacidad de llegar a estas poblaciones, especialmente a los colectivos de personas sin hogar, usuarios de drogas por vía parenteral, y hombres que tienen sexo con hombres y que asocian conductas de riesgo, que son los principales focos de infección activa en España, señala la AEHVE.

Las ciudades que forman parte del #hepCityFree son Sevilla, Madrid, Valencia, Gijón, Santander, La Coruña, Córdoba, Vigo, Málaga, Salamanca, Santiago de Compostela, Ferrol, León, Écija, Cáceres, Jerez de la Frontera, Pontevedra, Almería, Granada y Alcoy.

El objetivo es sumar a esta iniciativa a todas las ciudades españolas.

Imagen del doctor Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas/Foto facilitada por la AEHVE

España, a la cabeza de la eliminación de la hepatitis C

Con cerca de 170.000 pacientes tratados y curados desde 2015, España lidera el ranking mundial de personas tratadas y curadas por millón de población. Quedarían por diagnosticar y tratar unas 20.000 personas que viven con hepatitis C que se sigue cobrando cuatro muertes semanales, remarca la AEHVE.

“España tiene la oportunidad de hacer historia y convertirse en el primer país entre los desarrollados en acabar con un problema de salud publica como la hepatitis C. Pero para ganar esta batalla, necesitamos tomarnos realmente en serio las llamadas políticas de salud pública, es decir, debemos acompañar el tratamiento de todos los casos con otras actuaciones en materia de medición, prevención, diagnóstico temprano y atención a colectivos de riesgo”, subraya el doctor García-Samaniego, también jefe de la Sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz, que insiste en el papel clave de las ciudades.

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Disfagia en el cáncer de cabeza y cuello: frecuente pero infradiagnosticada

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Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Cabeza y Cuello, el 27 de julio, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y el Consejo General de Colegios de Logopedas (CGCL) advierten de la necesidad de abordar la disfagia de forma multidisciplinar para poder mejorar la calidad de vida del paciente.

La disfagia es la alteración en el transporte del alimento desde los labios hasta el esófago y “puede ser por alteración de la eficacia (el bolo no se transporta de una manera eficaz y por lo tanto no nos nutrimos correctamente) o por alteración de la seguridad (el bolo puede ir a vía respiratoria y producir complicaciones graves como las neumonías aspirativas)”, explica la doctora Magdalena Pérez Ortín, vocal de la comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución de SEORL-CCC.

“Puede aparecer -añade- por enfermedades, cirugías de cabeza y cuello, cirugías que produzcan una alteración estructural, orgánica que vaya a hacer que se produzca un problema puramente mecánico en el paso del alimento. También las enfermedades neurológicas como ictus, párkinson, esclerosis múltiple o demencias”.

Este trastorno de la deglución afecta a casi 2,5 millones de españoles. Y de ellos, el 90 % no están diagnosticados, según SEORL-CCC.

Además de estar presente en la gran mayoría de casos de cáncer de cabeza y cuello, la disfagia afecta entre el 16 y 30 % de los mayores de 65 años en España y aumenta hasta el 40 % en el caso de pacientes ingresados en centros hospitalarios o en residencias.

Un grupo de personas mayores haciendo manualidades. EFE/Jorge Fuentelsaz

La importancia de la detección temprana

Un estudio del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y la Universidad de Granada, detectó que en el 85 % de los pacientes evaluados mediante un cuestionario validado presentó disfagia.

Según esta investigación, la variabilidad en el disfagia se explica por factores como la tos, la limitación de movilidad bucal y la mala calidad del sueño.

Subraya la importancia de una identificación temprana de la disfagia y adecuada de estos síntomas, así como de una estrategia de tratamiento integral para abordar las secuelas en los supervivientes de cáncer de cabeza y cuello tras los tratamientos oncológicos.

Además la disfagia requiere un equipo interdisciplinar que debe coordinarse en los diversos niveles de atención.

“El tratamiento debe incluir la nutrición y bienestar del paciente, así como la rehabilitación y si hace falta la cirugía. El abordaje y la mejoría en estos pacientes dependen del origen de la lesión. Dentro de lo más habitual hay modificaciones en la dieta, en las texturas, rehabilitaciones logopédicas, abordajes nutricionales y en casos concretos, tratamientos quirúrgicos”, indica la doctora Pérez Ortín.

La logopedia como tratamiento

Desde el Consejo General de Colegios de Logopedas subrayan la importancia del trabajo logopédico en la recuperación de las secuelas que sufren las personas con cáncer de cabeza y cuello.

“Este trabajo logopédico ha demostrado obtener buenos resultados incluso cuando se realiza antes de la intervención quirúrgica, la prehabilitación ayuda a preparar físicamente las estructuras orofaríngeas y permite entrenar y automatizar las diferentes maniobras deglutorias, mejorando así el pronóstico de recuperación funcional tras la cirugía o la radioterapia”, explica la logopeda Cristina Fillola.

El cáncer de cabeza y cuello en cifras

Por otra parte, este año se diagnosticarán 7.603 cánceres de la cavidad oral y de faringe y 3.181 de laringe, según el informe “Las cifras del cáncer en España en 2024” difundido por la Sociedad Española de Oncología Médica.

Suponen alrededor de un 5 % del total de los tumores, pero este tipo de cáncer tiene un gran impacto al incidir en la parte más visible del cuerpo y afectar a la calidad de vida del paciente.

“Los pacientes con cáncer de cabeza y cuello tienen síntomas poco específicos. Por este motivo, se debe consultar con un especialista ante cualquier signo de sospecha para favorecer un diagnóstico precoz. Una herida en la boca (llaga, afta) que no se cura en 15 días, debe ser valorada por un médico”, explica el doctor Álex Sistiaga, presidente de la comisión de Oncología y Cirugía de Cabeza y Cuello de SEORL-CCC.

El consumo de tabaco y alcohol y el contagio de virus del papiloma humano (VPH) son los principales factores de riesgo del cáncer de cabeza y cuello por lo que se puede prevenir controlando estos riesgos.

“Más del 80% de los pacientes con tumores de cabeza y cuello son fumadores, y la mayoría ha mantenido este hábito desde la adolescencia. Es imprescindible educar a la población sobre las consecuencias del tabaquismo”, apunta el especialista de esta sociedad médica.

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Consejos para viajar con una enfermedad respiratoria crónica

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La enfermedad respiratoria crónica es bastante frecuente en nuestra sociedad como es el caso de la EPOC, el asma, la hipertensión pulmonar o las enfermedades pulmonares ocupacionales.

Se trata de patologías de difícil manejo y muy complejas, por lo que son muchos pacientes los que dudan a la hora de irse o no de vacaciones, por si se complicara la situación.

En este sentido, el doctor José María Ignacio, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Marbella, asegura que, en términos generales, las personas con este tipo de patologías respiratorias pueden viajar sin problemas; ahora bien, siempre y cuando su enfermedad se encuentre controlada y adecuadamente tratada por un especialista en la materia.

En cuanto a si es necesario que estos enfermos hagan una evaluación pre-viaje, el doctor sostiene que los pacientes con enfermedad respiratoria crónica de grado severo deben planificar su viaje, y afirma que en estos casos sería conveniente que acudan a su especialista para ser evaluados y, en caso de ser necesario, que el médico les confirme que efectivamente pueden viajar.

El doctor José María Ignacio, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Marbella. Foto Quirónsalud

¿Se puede viajar en avión con enfermedad respiratoria crónica?

Sobre si estos pacientes pueden viajar en avión, este especialista indica que la presión en cabina de un avión en vuelo regular es parecida a la de subir a una montaña a 2.000 metros de altura, de forma que si el paciente tiene una patología respiratoria con una concentración de 02 superior a 93 %, no existe una contraindicación para viajar en avión.

“En caso de que la saturación de 02 sea inferior a 93 %, el paciente debería disponer de un dispositivo de oxígeno suplementario durante el vuelo”, advierte este neumólogo de Quirónsalud Marbella.

El doctor José María Ignacio también advierte sobre el hecho de que la mayor parte de los destinos son permitidos, siempre que el paciente mantenga unos niveles de oxígeno adecuados.

“Si surgieran unos niveles de oxígeno muy bajos, a no ser que lleve equipos portátiles de oxígeno, estaría contraindicado ir a lugares con un grado de altitud que le disminuya más la concentración de oxígeno en sangre”, avisa este experto.

Mantener la enfermedad a raya

En cualquiera de los casos, se esté de vacaciones o no, defiende este especialista que siempre el enfermo debe ‘trabajar’ para lograr mantener la enfermedad a raya, por las posibles complicaciones que puedan surgir. Entre otros riesgos o complicaciones que se pueden producir, cita este experto las exacerbaciones por infección respiratoria.

Por eso, sostiene el doctor Ignacio que la medicación del paciente siempre debe ir con él, para que, en caso de sufrir una agudización de la patología, o una exacerbación, el enfermo pueda utilizar la medicación de rescate; y en el caso de vuelos largos que pueda tomar su medicación crónica durante el vuelo.

EFE/Paco Torrente

A su vez, recuerda este neumólogo que la medicación prescrita por el médico debe encontrarse siempre en la maleta de viaje, dado que, en caso de agudización o de catarro, sería conveniente para controlar las exacerbaciones.

“Salvo que viaje a un país en el que las autoridades sanitarias recomienden que se le administre alguna vacuna antes de viajar, vacunas extras no son necesarias”, agrega el especialista de Quirónsalud Marbella.

Cómo actuar ante una descompensación

Ahora bien, advierte de que, si se produce la exacerbación, se deben iniciar las medidas dadas por su médico antes del viaje. “En caso de que con las indicaciones dadas por su médico no se controle la exacerbación acudir a un servicio de Urgencias”, sostiene.

Con todo ello, el jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Marbella mantiene que estos pacientes con una enfermedad respiratoria crónica y severa nunca se deben olvidar de tomar la medicación crónica prescrita por su especialista, y siempre deben evitar los cambios bruscos de temperatura.

En cuanto a si después del viaje es necesario alguna revisión o control al regreso, el doctor indica que, si hubo alguna incidencia importante durante el viaje, deberá comunicarla a su médico. “En caso contrario, continuar con su medicación y visitas programadas”, concluye el especialista.

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