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Ciencia y Salud

Tacto rectal de la próstata, con dulzura

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Tacto rectal mano enguantada dedo indice lubricado y postura apropiada en la camilla de la consulta de urologia efe wtvnkM

“Y no precisamente porque sea una exploración rutinaria o anodina, como sucede en la auscultación cardíaca, pulmonar o abdominal… Más bien todo lo contrario: el tracto rectal genera preocupación, rechazo, intimidación, temor, repulsa y, en muchos casos, más o menos pudor”, expone.

La exploración médica de la próstata, que se realiza a través de un tacto rectal, se lleva a cabo con la mano enguantada y el dedo índice bien lubricado. Se entra en el recto desde el ano y se palpa la glándula sin causar dolor alguno.

“Posiblemente, cada una de estas características psicológicas y físicas constituyan verdaderas razones de peso que impiden a los hombres tomar la libre y sana decisión de acudir a la consulta de urología como si de cualquier otra consulta médica se tratase”, indica.

“Aún así, necesitamos conocer la forma y el tamaño de la próstata, su sensibilidad, sus límites o su estructura para diagnosticar problemas como la hiperplasia benigna de próstata (HBP), enfermedades inflamatorias, como la prostatitis , o un posible cáncer”, destaca la cirujana.

¿Y la médica uróloga aprovecha el tacto rectal para visualizar o palpar otras posibles anomalías o patologías en la zona pélvica y perianal?

“Por supuesto. Nuestro primer objetivo es la próstata, pero también descubrimos lesiones cutáneas que pueda mostrar el paciente, como las verrugas del papilomavirus, tan frecuentes hoy en día debido a las infecciones de transmisión sexual (ITS)”, destaca.

“Además, nos fijamos en el color de las heces, en algún fecaloma (acumulación de heces endurecidas), en las hemorroides o sangrados; incluso, diagnosticamos alguna fisura anal o un tumor en el recto no esperado”, plantea.

“A la vez, identificamos puntos dolorosos en las zonas pélvica y perianal, reacciones neurológicas que podrían explicar algunas disfunciones vesicales o coloproctológicas”, añade la Dra. González Enguita.

Aunque pueda parecer incómoda o intimidante, incluyendo mitos y leyendas ad hoc, el tacto rectal es un estudio diagnóstico “de gran valía”, ya que detecta en la misma consulta, sin depender de otras exploraciones, posibles problemas en la glándula prostática.

“Hablamos de cambios anatómicos de la próstata, como el agrandamiento, la inflamación, los nódulos o ciertas irregularidades”, relaciona.

“El tacto rectal es fundamental para la evaluación de la salud prostática: el diagnóstico temprano del cáncer de próstata al palpar signos tempranos consecuencia de la tumoración”, subraya.

Hecho que no significa que l@s urólog@s se topen al tacto con una glándula aparentemente normal y, desgraciadamente, exista un cáncer oculto en su interior.

“A pesar de estos casos, podemos identificar enfermedades como la hiperplasia benigna de próstata o la prostatitis. El diagnóstico precoz mejora la salud prostática y general de todos los varones, en especial a partir de los 50 años de edad o con factores de riesgo”, recalca.

Y cabe añadir que el tacto rectal no es ajeno a las mujeres, hecho que muchísimas personas desconocen.

El tacto rectal junto a la exploración vaginal completan un estudio indispensable para detectar patologías pélvicas, ya sean en el área urológica, ginecológica o coloproctológica.

“La palpación bimanual, que consistirá en la exploración por encima del pubis, con un dedo en el recto y otro dedo en la vagina, ofrecerá la información necesaria para patologías de estos tres campos de increíbles estructuras femeninas”, explica.

¿Cómo se dice al paciente que se coloque para realizar el tacto rectal?

Dependerá de la situación clínica. Si es un paciente que se encuentra en la consulta, una vez que desnuda la zona a explorar, lo más cómodo para él será agachar el tronco apoyando los brazos en la camilla y abriendo ligeramente las piernas.

Otra posición habitual será aquella en la que el paciente se tumba en la camilla en posición fetal, doblando las rodillas sobre el abdomen o sobre su lado izquierdo con la pierna izquierda extendida sobre la camilla y la derecha flexionada hacia su pecho (posición de Sims).

Si tenemos que explorar a un paciente hospitalizado porque está recuperándose de una enfermedad que le obliga a estar encamado, podemos hacer esta exploración colocando al paciente boca arriba, decúbito supino.

El paciente elevará, entonces, las piernas, llevándose las rodillas hacia el pecho y permitiendo al especialista observar la zona anal, por donde introducirá el dedo índice con el que se lleva a cabo el tacto rectal.

En la posición genupectoral, el paciente se arrodilla sobre la camilla y flexiona el tronco apoyándose sobre sus manos o antebrazos.

En todos los casos, el urólogo, provisto de guantes higiénico sanitarios, lubricará el dedo índice para evitar roces innecesarios sobre las estructuras del ano y el recto. Las molestias deben ser mínimas por no decir nulas.

“La próstata está ahí mismo, detrás del pubis y por debajo de la vejiga urinaria”, describe la uróloga y cirujana de la FJD.

“Si el tacto rectal se realiza de manera adecuada será mínima la sensación de molestia, sin efectos adversos. Es decir, nadie, mujeres y hombres, sufre daño alguno”, insiste.

Es cierto que siempre es necesario una mínima conversación previa entre el paciente y la uróloga para disipar cualquier duda o temor ante la exploración, ya que se encuentra en manos de un profesional perfectamente preparado y experimentado.

“Debemos explicar al paciente que la introducción del dedo enguantado y convenientemente lubricado provoca cierta presión en la zona que le puede generar ciertas ganas de orinar como consecuencia del ligero y suave masaje prostático… Pero nunca dolor”, determina.

“Siempre hay que tener un especial cuidado ante pacientes que tengan una patología anal aguda, como puede ser una fisura anal, que hayan sido recientemente operados, que sufran una estenosis del canal anal o padezcan hemorroides trombosadas”, puntualiza.

“También, seremos cuidadosos en casos de cuadros de prostatitis aguda, cuando encontramos un paciente en una situación de inflamación intensa o de infección de la próstata que podamos palpar al realizar el procedimiento”, aclara.

“Con el tacto rectal, por muy suave que lo hagamos, podemos generar un desplazamiento de bacterias que allí existan, que puedan, además, pasar a la sangre y provocar una situación no deseada por esta exploración”, advierte.

“No podemos empeorar, en definitiva, la clínica general o la función miccional del paciente con un tacto rectal”, asienta.

Después de un procedimiento estándar no se efectúan cuidados relacionados, puesto que no se causan sangrados o dificultades miccionales. Sólo se genera cierto escozor o malestar.

¿Qué información aporta la exploración de la próstata a través del recto?

“En primer lugar, lo que llama la atención de la próstata es su tamaño, dato médicamente muy relevante para el especialista y el paciente, que suele preguntar expectante… ¿Tengo la próstata grande o pequeña?”, cuenta.

La próstata, glándula sexual con misión reproductiva, tiene el tamaño y forma de una castaña, y está atravesada por el conducto uretral.

“Su cometido es generar nutrientes necesarios para dar soporte a los espermatozoides, favoreciendo su madurez y movilidad para que sean capaces de fertilizar el óvulo. El líquido prostático forma parte del semen que eyacula el varón”, define.

Una especie de surco diferencia los dos lóbulos de la próstata.

“Cuando comienza a crecer la próstata, que crece con la edad del paciente, ese surco se irá borrando paulatinamente con el paso del tiempo, caracterizando así a una próstata que será más grande de lo habitual”, desarrolla.

“Esto va a determinar que podamos hablar de próstatas pequeñas, medianas, grandes o muy grandes (grados 1-2-3-4) en función de su volumen, del surco más o menos visible y de que podamos abarcarlo durante el tacto rectal”, detalla.

Consistencia y estructura de la próstata son datos muy importantes.

“La consistencia normal de la glándula que estamos tocando vendría a ser como palpar la eminencia tenar de la base muscular del dedo pulgar o la punta de nuestra nariz”, muestra.

Y en cuanto a la estructura, tiene que ser lisa.

“No podemos tocar irregularidades o nódulos a través de la pared del recto, y si existen habría motivos para describirlas y determinar ante qué situación nos encontramos: un cáncer, un proceso granular u otras estructuras que van a ser posteriormente estudiadas”, informa.

“Asimismo, tenemos que determinar los límites frontales, posteriores y laterales, y bordear la glándula para delimitarla con precisión, buscando anormalidades”, continúa.

La sensibilidad de la próstata es otro factor analizado.

“Inicialmente, la próstata no duele, y si duele demasiado al tocarla posiblemente nos enfrentemos a un proceso patológico de envergadura, como un cáncer avanzado, que sí se puede tocar”, manifiesta.

“Cuando un cáncer no está avanzado, sólo está confinado a la glándula, en su interior, cuando es milimétrico, el tacto rectal será completamente normal y la información resultante no alertará la existencia de un tumor maligno”, especifica.

Mi recomendación pone el foco en desmitificar el tacto rectal con el fin de eliminar los miedos a la hora de someternos al estudio físico de la próstata, prueba esencial de la urología: debemos evitar connotaciones sexuales o intimidaciones propias y ajenas.

El tacto rectal aporta muchísimos datos de interés al urólogo y tiene una gran valía diagnóstica.

Los especialistas en urología demuestran siempre un infinito cuidado durante toda la prueba del tacto rectal. Es más, lo ejercen con la mayor dulzura posible para que no produzcan incomodidades en un ambiente higiénico sanitario de absoluta confianza médica.

Dra. Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

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Aminata Soucko, superviviente de mutilación genital: “Lo que no se conoce, no se combate”

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Aminata. Imagen documental Farmamundi B8NpS5

EFEsalud ha entrevistado a Aminata Soucko, quien nos ha contado su experiencia y cómo ese sufrimiento se ha transformado en una vocación que busca ayudar a todas las mujeres que, como ella, han sufrido la mutilación genital femenina.

“Quiero que todas las mujeres cojan nuestra lucha como sus luchas, porque lo que nos pasa a una mujer, nos pasa a todas”, declara Aminata.

La maliense ha cumplido su sueño de ser técnica de acción social y actualmente es presidenta de la Red Aminata (Djô Aminata), que con el apoyo de la ONG Farmamundi, ha sacado el documental “Yo soy Aminata”. También acompaña a las mujeres de la Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia.

La historia de Aminata

Aminata nació en Mali y fue mutilada en su primera semana de vida. Con 17 años la obligaron a casarse. Con treinta hermanos por parte de padre, su madre compartía a su marido con otras cuatro mujeres.

En países como Mali no se valora la escolarización de las niñas, y como relata Aminata, una mujer que no tiene estudios está a la merced de un marido maltratador del que no se puede divorciar. Muchas de estas mujeres terminan suicidándose.

“La última vez una mujer se tiró con sus tres hijos al mar porque el marido no paraba de maltratarla, su familia no la aceptaba y ella no tenía donde ir. Otra se tomó veneno porque su familia no consentía que se divorciara…”, narra la maliense.

La vida en comunidad

En la cultura de Mali, al igual que en otros países de África, el matrimonio es algo sagrado y por lo tanto el divorcio es impensable, nos cuenta Aminata. Si una mujer no está mutilada, es difícil que se case, y si no está casada, será rechazada dentro de la comunidad. Para evitar esta marginación, todas las madres mutilan a sus niñas para que se casen cuanto antes.

“La mutilación no la practican por maldad, la practican por desconocimiento. En mi comunidad también hay cosas bonitas que echo de menos. Por ejemplo, si una mujer casada no puede tener hijos, nunca se va a quedar sin hijo, porque allí se vive en comunidad y todos cuidamos de todos. Sin embargo, hay cosas que odio, como el matrimonio infantil forzoso y la mutilación”, aclara.

Manifestación contra la mutilación genital. EFE/Stephen Morrison

Abrir los ojos

Por ser la primera mujer de su comunidad en divorciarse y denunciar a su marido, fue tachada de oveja negra. Sin embargo, eso no la detuvo, porque ella tenía claro que estaba sufriendo y que no quería continuar con esa situación.

“Desde pequeñita yo veía estas injusticias pero no tenía ni voz ni voto para reclamar. Según iba creciendo mi cuerpo ya no soportaba más esos sufrimientos. Cuando llegué a España fue cuando tomé conciencia de que había cosas a las que estaba acostumbrada y no estaban bien. Lo que no se conoce no se puede combatir”, explica Aminata.

Violencia de género

Cuando Aminata llegó a España con su entonces marido, veía en las noticias de la televisión que la gente lloraba porque una mujer había sido asesinada por su pareja y preguntaba a su esposo: “¿Por qué lloran?”. La respuesta fue que en España los maridos matan a las mujeres que no hacen caso.

“Imagínate tu primer día al llegar a un país donde no entiendes el idioma, estás sola, sin familia, sin conocer las costumbres ni nada… Cuando mi marido me dijo que aquí las mujeres son tratadas de esa forma me asusté muchísimo. Yo tenía que hacer todo lo que él quisiera conmigo, él no quería que yo aprendiera el castellano, no quería que saliera, ni me enterara”, lamenta.

“Una mujer perfecta en mi cultura -añade- es la que hace caso de todo lo que le dice el marido. Mi madre decía que un matrimonio sin sufrimiento nunca tendrá hijos dichosos”.

Cuando su marido se iba a trabajar, ella aprovechaba para aprender francés y salir a la calle. Aminata pensaba que toda la población negra que había en España era de Mali también. Un día decidió acercarse a una mujer preguntando si entendía francés y le pidió que le señalase algún sitio donde podría aprender castellano.

“Él siempre me denigraba cuando estaba en casa, me decía que estudiar francés no servía para nada. Cuando aprendí castellano pude luchar, saber mis derechos y entender que todo lo que me decía mi marido sobre España es mentira”, describe Aminata.

Víctimas que son madres

Aminata no era la única que estaba sufriendo los malos tratos de su marido, pues su hija presenciaba todas estas conductas.

“Si una mujer no está bien no puede dar la atención a los hijos como toca. Yo salí de casa con lo puesto, pero él me agarraba por el cuello y me pegaba a pesar de que tenía a la niña agarrada de la mano. Mi hija pequeña siempre me dibujaba llorando, pero yo nunca he llorado delante de ella. Ella lo sentía”, relata Aminata.

Una las primeras reacciones de la comunidad de la maliense fue la preocupación de su madre. Ésta pensaba que si no mutilaba a su nieta, ésta nunca se iba a casar e iba a terminar marginada.

“Cuando mi madre me decía que mutilase a mi hija yo le decía: mamá, deja que el primer marido de mi hija sean sus diplomas y ya luego que elija con quién quiere casarse”, recuerda Aminata.

Las consecuencias de la manipulación

La mutilación es una práctica tan normalizada en África que cuando Aminata pregunta a las mujeres que llegan a su asociación si han sufrido algún tipo de violencia, nunca le confiesan que han sufrido mutilación genital femenina.

De hecho, el primer paso que dan cuando llegan a la asociación, además de acogerlas, es darles a entender que se trata de una violación de los derechos humanos.

“En mi dialecto esta práctica es llamada bololoki, que significa limpiar la mano sucia, es una forma de purificar a las niñas y a las mujeres en mi cultura. El hecho de que una mujer no tenga placer a la hora de tener relaciones sexuales nunca se relaciona con la mutilación en nuestra cultura. Es culpa de la mujer. Si una niña muere cuando la mutilan, no se relaciona con la mutilación, sino que dicen que Dios ha decidido que tenía que morir ese día”, explica Aminata.

La mutilación genital femenina: una violación flagrante de los derechos

Según la Red Aminata, de aquí a 2030 habrá 68 millones de víctimas más si no cambia nada.

En España viven cerca de 70.000 mujeres procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina (MGF), de las que más de 18.000 son menores de 14 años, según la Red Estatal Libres de MGF. Esta violación flagrante de sus derechos les afecta no solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico.

El documental que da voz a la igualdad y los derechos de la mujer

Desde la Red Aminata en colaboración con Farmamundi han estrenado un documental llamado “Yo soy Aminata” donde ella narra su historia de vida y cómo desde hace diez años acompaña a mujeres supervivientes de mutilación genital femenina (MGF) en Valencia.

La cinta también recoge las reivindicaciones de Fatou, Sitan, Grace, Simi, Salimatou, Meman, Gift o
Rougy mujeres supervivientes de la MGF procedentes de Guinea Conakri, Malí, Ghana o Gambia y
que han participado en el proyecto para dar un paso hacia la igualdad y el goce de sus derechos.

El documental ha sido realizado por Valentina Jiménez y Victor Cebellan (La Cosecha), con música de los artistas senegaleses Kirama Kergui, Dauda y Check.

Los riesgos de la MGF

Según la OMS, la mutilación implica la escisión y lesión de tejido genital femenino sano y normal, e infieren la funciones naturales del cuerpo de las niñas y las mujeres. Aminata nos cuenta que más allá del desgarro y los dolores intensos, la mutilación afectó gravemente a su autoestima y sexualidad, heridas que son difíciles de curar cuya cicatriz queda marcada de por vida.

Estas son las consecuencias de la mutilación genital en las mujeres:

Dolor intenso

Hemorragia y problemas de cicatrización

Inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones como el tétanos

Problemas urinarios

Lesiones de tejidos genitales vecinos

Estado de choque

Trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, escasa autoestima, etc.)

Mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal

Muerte

“La mutilación te afecta al autoestima porque sabes que te falta algo pero no sabes el qué. Nos deja una secuela física y psicológica para el resto de nuestra vida”, subraya Aminata.

Una mirada al futuro

Aminata empezó concienciando a su propia familia para que no mutilasen a sus sobrinas. El tema de la mutilación es tabú en África y desmitificarlo requiere mucho trabajo, pero cuando las comunidades logran comprender la relación entre la mutilación y sus consecuencias, cuando se le llama por su nombre, terminan abandonando esta práctica.

“El conocimiento es el punto de partida en la lucha por los derechos de la mujer. No creo que sea tanto una cuestión legislativa porque ya la prohibieron en Gambia en 2015 pero la MGF sigue de manera clandestina y de hecho quieren despenalizarla. Por lo tanto, es más una cuestión de educación y de brindar recursos a las mujeres marginadas”, subraya Aminata.

Ya han pasado más de 40 mujeres provenientes de países donde se practica la MGF por la Unidad de Referencia desde hace más de un año. /Imagen cedida por Farmamundi

Muchas veces son los hombres los que primero llegan a la Red Aminata, quienes luego acompañan a sus mujeres o novias a comenzar el proceso de regeneración, tanto en aspecto físico como psicológico. De hecho, la propia Aminata logró concienciar a su hermano explicándole las consecuencias de la mutilación. Gracias a su insistencia, sus sobrinas no han sido mutiladas.

“Cuando una mujer decidía no mutilar a su hija, yo le mandaba 80 euros del dinero de mi bolsillo. Yo soy pobre, no podía mandar más, pero les mandaba ese dinero para que se dedicaran a abrir pequeños comercios. Cuando tienen su pequeño comercio la gente no les critica porque se van a centrar en lo que venden y ellas van a poner su cabeza en el trabajo y no en las críticas”, explica Aminata. 

La Red Aminata contra la mutilación genital

El objetivo de la Red Aminata es sensibilizar no solo a las mujeres que llegan, sino también a los hombres y mujeres de las comunidades de origen. Con ello, Aminata busca ofrecer a las víctimas toda la ayuda que a ella le habría gustado recibir en su día.

En la Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia hay un equipo compuesto por psicólogo, sexólogo y médico. Además de reconstruirles los genitales, les educan en su sexualidad, pues muchas de ellas ven las relaciones sexuales como algo doloroso y carente de sentido. Además, la terapia incluye a sus parejas, puesto que juegan un papel vital en el proceso.

Desde Farmamundi, además de colaborar con la Red Aminata, acompañan a supervivientes de la mutilación genital femenina en Valencia con el proyecto ‘Cuerpo, género y tabú’, subvencionado por la Generalitat Valenciana.

Aminata en la jornada “Creando lazos de confianza con Save a Girl Save a Generation” junto a Farmamundi. /Imagen cedida por Red Aminata

“En cuanto trabajan un poco y conocen su derecho afectivo sexual, las mujeres quieren crear sus propias asociaciones en sus países de origen para luchar contra no solo la mutilación, sino también contra el matrimonio forzoso, las violaciones y que la regla sea considerada como algo normal y natural”, explica Aminata.

A su vez, destaca que lo más importante es educar en que una mujer no tiene que dañar su parte sexual por complacer a otra persona. Ahora, el próximo objetivo de esta superviviente es fundar una casa de acogida de mujeres maltratadas en Mali (y para que sus hijas no sufran la MGF) porque los hombres tienen derecho a casarse con cuatro mujeres, pero ellas no pueden divorciarse.

“Yo no hablo todos los dialectos de África, pero hay otra mujer que he ayudado que sí. Es como una cadena en la que cada una ponemos nuestro granito de arena. Quiero que todas las mujeres cojan nuestra lucha como sus luchas, porque lo que nos pasa a una mujer, nos pasa a todas. Yo cuento mi historia con una sonrisa porque yo lo que quería era mi libertad y soy libre, ahora quedan las demás”, concluye Aminata.

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Ciencia y Salud

Cinco claves para descansar de verdad estas vacaciones

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Llega el verano y con él las vacaciones, un periodo destinado a descansar. Sin embargo, a veces resulta difícil desconectar de nuestras responsabilidades y relajarnos por completo, lo que puede hacer que disfrutar al máximo de las vacaciones sea todo un desafío.

Por este motivo, María González, psicóloga del Instituto Centta, ofrece algunas pautas para que este año puedas vivirlas por completo.

1. Priorizar y negociar el destino elegido

En ocasiones, otras variables como la comodidad de lo conocido o las preferencias de otros familiares nos hace ceder y desconectar de cuáles son nuestras necesidades ese año.

La psicóloga explica que en consulta ve como se va posponiendo el deseo de hacer lo que realmente se quiere por variables ajenas a uno mismo y eso siempre termina pasando factura.

Por esta razón, aconseja realizar una lista con las necesidades e ilusiones que tenemos este año unos meses antes, para ayudar a aclararnos y, sobre todo, defender nuestra postura o elección del destino.

2. Minivacaciones durante el año

La experta recomienta desconectar durante la semana e incluso, en nuestro día a día.

Hay que desconectar y dejar espacio para uno mismo, regalarse un masaje, cuidados de belleza, pasear en solitario en la naturaleza e incluso alargar el fin de semana un día o doz alguna vez al mes si es posible.

Cuidarse durante el resto del año provocará que lleguemos menos cansados y ansiosos a las vacaciones y así descansar verdaderamente.

3. Reducir la lista de planes o actividades de turismo.

La teurapeuta señala que últimamente ve un aumento en la exigencia a la hora de viajar o visitar un destino, sin querer perdernos nada.

“Queremos las fotos que en algún momento vimos a alguien y proyectamos la felicidad que creemos que sintió al estar en ese lugar, como si nuestra satisfacción no fuera completa si no visitamos todos los lugares populares de un destino”, señala González.

Esta actitud provoca que no escuchemos a nuestro cuerpo y lleguemos agotados al final de las vacaciones y sin sensación de descanso, que es el principal objetivo de las mismas.

La especialista recomienda tener flexibilidad y priorizar como máximo la visita a dos lugares, dejándo el resto como opcionales.

“Es importante pasar días de nuestras vacaciones sin ningún plan, simplemente estando, observando y escuchando al cuerpo, sin presiones y sin horarios”, aconseja la psicóloga.

4. Desconexión digital

El movil y el portátil son aparatos que están presentes en el día a día y que han provocado que las personas se acostumbren a una estimulación continua, a tener siempre que ver las notificaciones, revisar el correo, estar pendiente de los grupos de trabajo, etc.

La experta de Centta explica que esto hace que tanto nuestra mente como nuestro cuerpo vayan más rápido y que perdamos tiempo de calidad en otras tareas o actividades porque se ven interrumpidas por el “revisar” de los portátiles o móviles.

“Las vacaciones son un momento ideal para limitar el consumo de redes sociales, poner el modo avión, dejar el móvil en casa mientras vamos a la playa o a la piscina y, por supuesto, no entrar en el email del trabajo para que nuestra mente desconecte del todo”, recomienda.

González aclara que es normal que al principio podamos sentirnos raros e incluso más nerviosos, pero que con el paso de los días nos sentiremos con una mayor capacidades de concentración y más tranquilos.

La desconexión digital es una de las claves para descansar en vacaciones. EFE/Marta Pérez

5. Descansar entre 24 y 48 horas antes de volver al trabajo

“Las ganas de disfrutar y huir de nuestra rutina nos lleva en ocasiones a extender al máximo las vacaciones, pero es importante tener en cuenta el cansancio del viaje de vuelta y dar un espacio a nuestra mente para volver a habituarse al entorno de nuestro hogar”, indica la especialista.

Por lo tanto, la psicóloga sugiere que volvamos al trabajo con la tranquilidad que hemos logrado en las vacaciones, dándonos un espacio de adaptación, porque si nos incorporamos con muy pocas horas la mente se pondrá en alerta.

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Ciencia y Salud

Cambiar el color de ojos, una técnica que puede hipotecar la salud visual de por vida

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Se trata de la queratopigmentación, que consiste, básicamente, en tatuar la córnea para cambiar así el color de los ojos. Lo resume a EFEsalud el secretario general de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO), José Antonio Gegúndez.

Pigmentar la córnea

“Consiste en hacer un túnel anular con un láser especial en el espesor de la córnea y ahí introducir un pigmento de un color determinado, respetando la zona central de la pupila”, explica Gegúndez.

La córnea es una lente cuya transparencia es “fundamental” para que el ojo pueda cumplir sus funciones. No solo nos permite ver, sino que a través de ella los oftalmólogos pueden llegar hasta el fondo de este órgano para poder ver la retina o realizar algunas cirugías.

Si se cambia el color de los ojos, con la pigmentación de la córnea, ésta se hace más opaca y las posibilidades de que el oftalmólogo pueda realizar la intervención se reducen.

“Si una persona se pigmenta la córnea y en un futuro tiene que ser examinada de su retina periférica, porque es miope, por ejemplo, va a ser prácticamente imposible verla. Y si se tiene que someter a una intervención de catarata, por ejemplo, o de glaucoma, las posibilidades de complicaciones son elevadas porque el cirujano que la tiene que operar no podrá verlo bien”, alerta el secretario general de la SEO.

Sin evidencia científica de su seguridad

El pigmento que se introduce en la córnea a modo de iris para cambiar el color de los ojos permanece “de forma perenne” aunque pueda experimentar a largo plazo algunas modificaciones en su tonalidad. Sería como un tatuaje cutáneo. El procedimiento, insiste el oftalmólogo, es irreversible.

Además, “no hay suficiente evidencia científica” que permita garantizar que el procedimiento es seguro, ya que se han visto casos de infecciones de córnea graves, así como de descompensación corneal, por la cual se puede perder su transparencia definitivamente y la solución a partir de ahí es un trasplante.

“Nos parece una práctica carente de sentido común”, asegura Gegúndez.

EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

La SEO desconoce el número de intervenciones que se realizan para cambiar el color de los ojos, pero apunta que algunas clínicas hablan de que han realizado más de mil.

No se trata de una intervención frecuente pero sí que la SEO quiere alertar de estas operaciones, que pueden llegar a costar en torno a los seis o siete mil euros.

Son cirugías que realizan oftalmólogos en ciertas clínicas, algo que desde la SEO critican.

“Algunos oftalmólogos que se arriesgan a tener un conflicto legal. Otra cosa son los conflictos deontológicos que tengan ellos, que deberían cumplir el código deontológico de la profesión médica, cuyo principal principio es no hacer daño”, opina el secretario general de la SEO.

Y añade: “Deben estar muy seguros de que no provocan ningún daño a los pacientes. Para eso hay que tener estudios científicos que lo avalen y no existen tales estudios”.

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