Ciencia y Salud
Neurocientífico de Harvard recomendó cuál es la mejor música para concentrarse
Srini Pillay es psiquiatra e investigador del cerebro y, contra todo pronóstico, aseguró que las melodías clásicas de Beethoven, Mozart o Bach no son las que ayudan a las personas a enfocarse en una tarea. Qué aconsejó?
La música además de ser vehículo de la expresión cultural, distracción y diversión; influye y actúa a nivel del cerebro de las personas. Cada vez más evidencia demuestra que los ritmos musicales no solo despiertan emociones, sino que impulsan un aumento en la actividad cerebral y hasta permiten la recuperación de pacientes con patologías neurológicas.
En esa línea, el psiquiatra e investigador del cerebro de la Universidad de Harvard Srini Pillay recomendó cuál es la mejor música para mejorar la concentración. Y paradójicamente, no se trata de melodías clásicas como comúnmente podría pensarse.
Según él, “la música es tan diversa como la gente”, por lo que bien valdría aplicar en este caso aquello de que hay tanta música para concentrarse como personas.
“La música no es sólo para el entretenimiento -aseguró el experto-. Tenerla en segundo plano puede ayudar a las personas a concentrarse mejor, incluso si alguien tiene problemas de atención o trastorno de hiperactividad”, dijo el especialista a CNBC.
Melodías familiares
Estudios vieron que el tipo de música que más influye positivamente en el aprendizaje es la música “suave-rápida”, del estilo de canciones como “Love on Top” de Beyoncé (Getty)
El estudio El efecto de la música de fondo preferida en el enfoque de tareas en atención sostenida demostró en 2021 que “la música de fondo aumenta los estados de concentración en la tarea en comparación con el silencio”. Y en opinión de los investigadores, “cuando se trata de potenciar la capacidad intelectual, no existe un género que sirva para todos”.
En ese sentido, Pillay aportó que la música elegida “depende completamente del individuo y de a qué responde”. “Como músico y neurocientífico de Harvard, descubrí que la ‘música familiar’, o las canciones que cada uno disfruta y conoce mejor, son las más efectivas para maximizar la concentración”, señaló el psiquiatra.
“Específicamente, se encontró que, mientras que los informes de divagación mental disminuyeron, los informes de enfoque en tareas aumentaron cuando se reproducía música de fondo -destacaron en la publicación de sus conclusiones los autores del trabajo publicado en 2020, Luca Kiss y Karina J. Linnell, de la Universidad Goldsmiths de Londres-. Curiosamente, todo el aumento en el enfoque de la tarea podría explicarse por la disminución en la divagación mental, y la música no afectó la distracción externa”.
La playlist ideal para una concentración óptima
«Si la música ayuda a conectarse con las emociones, también puede ayudar a pensar con más claridad”, asgeuró Pillay (Getty)
Otro estudio de 2018 citado por Pillay encontró que la música familiar activa muchas de las regiones del cerebro responsables del movimiento, por lo que el enfoque es “de cuerpo completo”.
“Esto significa que puedo cantar y sentir un ritmo aprendido en mi cuerpo -destacó el experto-. Como he escuchado la canción antes, tengo el placer de anticipar lo que sigue”.
Así, según él, “cuando alguien necesita concentrarse, la música familiar lo ayuda a aliviar el estrés y a conectarse con las emociones que necesita para estar completamente presente”.
Según los expertos, «cuando se trata de potenciar la capacidad intelectual, no existe un género que sirva para todos» (Getty)
En su caso, ejemplificó:
– Si estoy enojado por algo y necesito soltarme, podría escuchar “Lose Yourself” de Eminem.
– Si he estado reprimiendo la tristeza por una pérdida y no me queda energía para concentrarme, escucho “Adagio in G Minor” de Albinoni.
– Si me siento enojado o agitado, podría rockear con “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana.
– Si estoy estresado, podría optar por algo que me calme, como “Flowers” de Miley Cyrus o “Big Green Tractor” de Jason Aldean.
Ya sea para abstraerse de las preocupaciones o para enfocarse en una tarea, la música es una gran aliada de la concentración (Getty)
Y tras destacar que “varios estudios han demostrado que el placer auditivo sigue una curva en forma de U”, Pillay precisó: “Primero aumenta, pero después de un tiempo, una vez que el cerebro se acostumbra, los rendimientos van disminuyendo”.
Otro grupo de investigadores a los que hizo referencia el experto descubrió que el tipo de música que más influye positivamente en el aprendizaje es la música “suave-rápida”, del estilo de canciones como “I’m Yours” de Jason Mraz o “Love on Top” de Beyoncé.
En tanto, la música “fuerte-rápida”, “suave-lenta” y “fuerte-lenta” tiende a dificultar el aprendizaje, según los mismos estudios. La música instrumental también puede ser menos disruptiva que la música con letras.
Cuál es el vínculo entre la música “familiar” y el cerebro
La música puede convertirse en una herramienta terapéutica y estimulante para algunas regiones cerebrales lesionadas (Getty)
“Hay muchas maneras en que la música puede afectar la capacidad del cerebro para concentrarse”, apuntó Pillay en este punto, y ahondó: “Un mecanismo consiste en disminuir el estrés y el cortisol, lo que permite que el centro de atención del cerebro funcione sin interrupción”.
“En el cerebro, los centros de concentración están directamente conectados con las regiones que procesan las emociones, por lo que cualquier música que vuelva a una persona emocionalmente más volátil podría interrumpir su concentración”, explicó el experto, para quien, por otro lado, “cuando se reprimen sentimientos, las emociones negativas permanecen en el cerebro”. “Y por mucho que lo intente, la persona perderá la capacidad de concentrarse. Entonces, si la música ayuda a conectarse con las emociones, también puede ayudar a pensar con más claridad”.
La doctora Wendy Magee, profesora asociada de la carrera de musicoterapia de Temple University en Philadelphia, Estados Unidos y una de las profesionales más reconocidas a nivel mundial en esta disciplina terapéutica, había destacado durante una entrevista con Infobae que “la musicoterapia es una disciplina que permite trabajar con personas que tengan algún problema motor, cognitivo o sensorial; y se puede practicar a lo largo de toda la vida”.
Un estudio de la Universidad de Ginebra halló que aprender a tocar un instrumento podría prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la edad (Getty)
“Durante la sesión de musicoterapia usamos la música de diferentes maneras. Se utiliza una variedad de música pero especialmente aquella que es muy particular para el paciente. A veces buscamos ver que la persona está intentando mover la boca para decir ‘hola’, o que llora porque escucha su canción favorita, o que gira la cabeza hacia donde viene la melodía a modo de respuesta. Siempre buscamos, aunque sea, una pequeña respuesta”, había resaltado la experta.
Finalmente, otros estudios demostraron que existe una asociación directa entre gusto y reconocimiento. “Considerado junto con los hallazgos anteriores, ahora está claro que a los oyentes les suele gustar la música que recuerdan y recordar la música que les gusta”.
Ciencia y Salud
Fármacos para adelgazar: retrato de la situación en el año de su despegue
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó a primeros de diciembre una guía sobre el uso de los fármacos adelgazantes, que en este año han alcanzado una popularidad descomunal. El organismo ha concluido que a tenor de los estudios disponibles existe un bagaje científico y médico lo suficientemente sólido como para establecer que estos fármacos pueden prescribirse sin riesgos.
Pero no sólo ha marcado esta recomendación. También ha abogado por que se dispensen a la mayor población posible. Defendió, en definitiva, que sean accesibles y asequibles.
¿Cómo operan estos fármacos?, ¿pueden usarse en España?, ¿cuáles son sus contraindicaciones? Son algunas preguntas habituales debido a la demanda creada. Cada vez más personas aparecen más delgadas en relativamente poco tiempo gracias a sus efectos.
¿Cómo funcionan los fármacos para adelgazar?
Este tipo de fármacos comenzaron a utilizarse en 2005 para tratar la diabetes tipo 2 porque mejoran el control de la glucosa, pero los distintos estudios que se iban realizando desvelaban beneficios para controlar el apetito y, por tanto, el peso. Sus impulsores fueron reconocidos con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024 y la revista Science los destacó como el avance científico del año en 2023.
Se trata de moléculas que imitan a la hormona GLP-1 segregada por el intestino delgado como respuesta a la ingesta de alimentos y que aumenta la sensación de plenitud y saciedad. La que produce el cuerpo humano desaparece rápido de la sangre, sin embargo, las modificadas (el fármaco) provocan una sensación de saciedad durante más tiempo.
Entre los más conocidos se encuentran:
- Ozempic, cuyo principio activo es la semaglutida. En España está diagnosticado para la diabetes tipo 2 y la obesidad.
- Wegovy, con semaglutida también como principio activo.Específico para la obesidad.
- Saxenda, que contiene el principio activo liraglutida y está aprobado exclusivamente para tratar la obesidad.
- Mounjaro, con la tirzepatida como principio activo. Para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad.

Además de ayudar a adelgazar, los estudios muestran que reducen el riesgo de infarto, ictus e insuficiencia cardíaca, y se investiga su posible utilidad en otras patologías como alzhéimer o párkinson.
No obstante, estos pueden presentar efectos secundarios, como problemas intestinales o pancreatitis.
Efecto rebote
Uno de los principales retos de estos fármacos para adelgazar es el efecto rebote.
Un metaanálisis publicado en la revista BMC Medicine, que analizó datos de 11 ensayos clínicos con más de 1.500 pacientes tratados, concluye que la pérdida de peso alcanzada durante el tratamiento suele ir seguida de una recuperación de peso tras abandonar la medicación.
Según el estudio, el aumento de peso comienza a partir de las ocho semanas tras dejar el fármaco y puede prolongarse unas veinte semanas antes de estabilizarse.
El efecto varía en función del medicamento, la presencia de diabetes y de si el paciente mantiene cambios en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio.
“No está indicado tomar el fármaco sin dieta y sin ejercicio físico”, sostiene el catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona Jordi Salas
En casos como con el uso de la tirzepatida, los pacientes recuperaron casi la mitad del peso perdido tras cambiar a un placebo.
Los autores subrayan que el efecto rebote no ocurre solo con los fármacos, sino también en otros métodos de adelgazamiento como el baipás gástrico o la gastroplastia vertical. Por ello, reclaman más investigaciones con seguimientos más prolongados.
Esencial: dieta y ejercicio
Intentar bajar de peso con los fármacos contra la obesidad y la diabetes, pero sin hacer dieta ni ejercicio físico, “es una equivocación total” que puede tener consecuencias, como el propio efecto rebote o, incluso, pérdida severa de masa y fuerza muscular. Lo advierte Jordi Salas-Salvadó, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona.
El catedrático e investigador celebra la llegada de estos fármacos contra la diabetes y la obesidad (los popularmente conocidos Ozempic o Mounjaro) convencido de que van a ayudar a muchas personas, pero considera que “se está haciendo un uso irracional” de estos medicamentos.
“No está indicado tomar el fármaco sin dieta y sin ejercicio físico”, insiste el también director del programa de Nutrición del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Obesidad (CIBERobn).
“Primero hay que probar si se puede alcanzar un peso normal a través de dieta y de ejercicio y después tener la autorización de los fármacos, pero siempre con la base de la dieta y el ejercicio físico”, explica.
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Ciencia y Salud
Nochebuena con ese familiar que tanto sabe de todo: una aproximación al efecto Dunning-Kruger
Hemos evitado coincidir con una persona porque nos parece arrogante. Hemos inventado una excusa para no ir a esa ‘quedada’ porque estará el sabiondo de ‘noséquién’. Nos hemos enfadado con un amigo/a porque “no escucha” lo que opinamos o explicamos. Nos hemos mofado de aquella cena de Nochebuena en la que tuvimos que soportar, una vez más, al «listillo» o «listilla» de la familia . Y nos hemos molestado cuando nos hemos enterado de que para alguien somos “soberbios”. El efecto Dunning-Kruger nos acompaña más de lo que creemos. ¿Pero qué es el efecto Dunning-Kruger?
El periodista de El País Kiko Llaneras mencionó este sesgo cognitivo en su newsletter del pasado 13 de diciembre. Aludía a un estudio hecho a personas con ideas firmes y recias sobre asuntos que la ciencia refuta, desde supuestos efectos nocivos de las vacunas a beneficios inapelables de la homeopatía. El trabajo aportaba una conclusión, recordaba Llaneras: a pesar de que estas personas no es que fueran precisamente expertas de aquello de lo que hablaban, se expresaban con una seguridad propia de quienes lo son.
¿Nos suena, verdad? En la era de las redes sociales, seguro que nos suena. En la era de la opinión por encima de todo, seguro que nos suena. En estas fechas navideñas de reuniones familiares, pues segurísimo. Puede que estén pensando en el “cuñao”, en su arquetipo y su parodia, pero el efecto que nos ocupa es más alambicado.
El efecto Dunning-Kruger: también una forma de comunicar
Albert Dunning y Justin Kruger son los dos psicólogos sociales estadounidenses que “hallaron” este sesgo cognitivo, según el cual personas sin conocimiento o sin habilidades en materias concretas, pongamos como ejemplo la política o el fútbol, tienden a sobreestimar su conocimiento y sus habilidades. Asimismo, personas con alto nivel de conocimiento, tienden a subestimarlo.
Es muy probable, lector, lectora, que irrumpan en su cabeza numerosos casos reales, pero aquí vamos a analizar qué caracteriza a las personas que “padecen” dicho efecto.
Lo haremos con la psicóloga general sanitaria Raquel Huéscar, quien aboga por situar el marco de la discusión aquí: “Es la diferencia entre lo que sé y lo que creo que sé”.

La primera anotación que la profesional efectúa es “la manera de comunicar”. “Una persona que cree que sabe –explica– comunicará con más seguridad, con menos contradicción, con menos complejidad”. Esta seguridad, añade, genera una repercusión en quien escucha, en quien lee.
Aplicar esta premisa en los algoritmos de las redes sociales muestra una realidad sobre la que se ha conservado y discutido mucho. “Sabemos que los algoritmos van a dar prioridad al contenido que esté en la línea de lo que nos gusta”, subraya Huéscar, por lo que desembarcamos en uno de los rasgos de la identidad de esta era digital: “Se elimina la complejidad del discurso”.
“Y podemos pensar –apostilla– que quien más interactúa es quien menos sabe, y quién menos interactúa es quien más sabe”.
Personas a las que cuesta cambiar de opinión
No ayuda la polarización predominante. No ayuda nada. Dice Huéscar: “Todos tenemos derecho a opinar, sobre política por ejemplo, pero adentrarse en el conocimiento de la política aporta una serie de componentes que añaden complejidad al discurso, al relato”. Quedarse en el titular provoca una pérdida más o menos ingente de la riqueza y variedad de ese relato, justo una consecuencia de vivir polarizado.
Segunda anotación de la psicóloga: la dificultad de este perfil de personas para cambiar de opinión. Una dificultad que ni siquiera la evidencia científica puede sortear ágilmente. ¿Intolerancia a la discrepancia?
“No sé si es intolerancia. Son personas que no se dejan influir. En todo caso podrían cambiar cuando se ahonda en la base sobre la que articulan este pensamiento”, reflexiona Huéscar.
La psicóloga trae a colación “experimentos interesantísimos” de la psicología social como “la ley de la comparación”, que viene a decir lo siguiente: “Grandes expertos cometen grandes errores cuando les cuesta diferenciarse en un contexto en el que las personas piensan u opinan igual”, precisamente por la comparación con el entorno.
Entramos, así, en el tercer aspecto a destacar: el contexto, su influencia.
El reto de admitir un error
Más allá del efecto Dunning-Kruger, la psicóloga hace hincapié en “la dureza” de una persona para cambiar de opinión, de criterio o de punto de vista. ¿Qué puede hacer una profesional como ella?
“No nacemos así. Nos hacemos así. Uno se va haciendo así por obcecación: puede ser que porque se haya visto muy atacado en el concepto que tiene de sí mismo o porque ha sido así cómo ha salido adelante ante ataques que ha podido recibir. La obcecación en una idea, esa expresión de ponerse cabezón, está determinada por la historia de relación de la persona desde la infancia”, profundiza.
“Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden», explica la psicóloga Raquel Huéscar
Y quien habla de cambio de opinión habla, por relación, de reconocimiento del error, o de la equivocación, lo que tampoco es sencillo.
El efecto Dunning-Kruger “se mueve también con el narcisismo”, matiza Huéscar. “Soy lo que parezco que soy”, en resumen.
Añade al respecto: “Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden. Es una imagen de sí mismo de ‘todo o nada’. Y no pasa nada por no saberlo todo, por no entenderlo todo, pero no todas las personas están preparadas para admitirlo”.
Nochebuena y la familia (re)unida
Es 24 de diciembre. Día de Nochebuena. Muchísimas personas se reúnen con sus familias y celebran una tradición religiosa o simplemente el hecho de estar de nuevo juntos. Bienvenido sea.
La familia, como indica Huéscar, “es el elemento social de más intimidad”, por lo que estar con la familia, estar en familia, desencadena emociones. Emociones que hablan de amor, pero también de rencillas y rivalidades. Que hablan de secretos y confidencias. De recuerdos y deseos. Por tanto, apunta la profesional, “que haya discrepancias o comunicaciones más violentas es más fácil”.
Pero que nadie se asuste. La cena de la familia (re)unida no tiene por qué salir mal. Quizá saber en qué consiste el efecto Dunning-Kruger favorezca la concordia y la armonía. Al fin y al cabo, todos y todas hemos experimento este efecto, ¿verdad?
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Ciencia y Salud
Las navidades pueden quitarte el sueño, consejos de los neumólogos para dormir mejor
Las fiestas navideñas van acompañadas de comidas copiosas, horarios irregulares, un mayor consumo de alcohol y un aumento de estrés social y familiar. Esto puede afectar a nuestro descanso nocturno, un aspecto fundamental para la salud física y mental. Los neumólogos ofrecen recomendaciones para dormir mejor en navidades.
En el año SEPAR 2025-2026 de los Trastornos Respiratorios del Sueño (TRS), una iniciativa que busca concienciar a la población y a los profesionales sanitarios sobre unas patologías que muchas veces son infravaloradas e infradiagnosticadas.
El doctor Carlos Egea, neumólogo y coordinador del Año SEPAR 2025/26 de los Trastornos Respiratorios del Sueño, explica que “un sueño alterado provoca cansancio generalizado e irritabilidad, además de empeorar las enfermedades respiratorias vinculadas con el dormir, como la apnea obstructiva del sueño (AOS).
“Un sueño escaso puede desencadenar problemas metabólicos, como la diabetes o la obesidad, sin olvidar que un alto porcentaje de accidentes domésticos y de tráfico están vinculados a la falta de sueño”, añade.
Seis recomendaciones para dormir mejor durante las navidades
SEPAR ofrece seis recomendaciones clave para dormir y descansar mejor durante las fiestas de navidades:
- Gestionar el estrés. En esta época del año los compromisos sociales, laborales y familiares pueden generar estrés. Los especialistas recomiendan reservar unos minutos diarios a actividades relajantes como la lectura o la meditación.
- Comidas con moderación. Las cenas tardías y abundantes dificultan la digestión y afectan a la calidad del sueño. La doctora Alejandra Roncero, neumóloga y directora del Programa de Investigación en Sueño de SEPAR, aconseja dejar pasar entre dos y tres horas entre la cena y la hora de acostarse, además de evitar alimentos muy grasos, azucarados o picantes por la noche.
- Reducir el consumo de alcohol. Aunque el alcohol puede provocar somnolencia inicial, altera las fases del sueño y favorece los despertares nocturnos, el ronquido y la apnea del sueño. Limitar su consumo y alternar con agua ayuda a proteger el descanso.
- Siestas cortas y sin “compensaciones”. Una siesta breve, de 20 a 30 minutos, puede resultar reparadora tras una mala noche. Sin embargo, dormir muchas horas al día siguiente para “compensar” suele desajustar aún más el ritmo circadiano.
- Apoyarse en remedios tradicionales. Aplicar calor local, tomar infusiones relajantes o realizar estiramientos suaves tras una noche festiva puede ayudar a relajar la musculatura y favorecer el descanso.
- Un día de “reset”. Antes de incorporarse a la rutina, los expertos recomiendan recuperar los horarios habituales, cenar ligero y evitar el uso de pantallas durante la última hora antes de dormir.

Niños y adolescentes: proteger el descanso también en fiestas
Los especialistas subrayan la importancia de que niños y adolescentes puedan dormir bien durante las navidades.
En el caso de los más pequeños, recomiendan mantener rutinas, crear un ambiente tranquilo y limitar la sobreestimulación y el uso de pantallas antes de dormir.
Para los adolescentes, etapa en la que tienden a trasnochar más, es preferible negociar límites razonables, establecer horarios de desconexión digital, mantener cierta actividad física y evitar siestas largas que interfieran en el sueño.
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