Ciencia y Salud
Besos: medicina para el cuerpo y la mente

Después de leer ‘Besos’ uno de los poemas más populares de la poetisa, pedagoga y diplomática chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura, parecería que queda poco que descubrir sobre ese sencillo acto, en que el que siempre intervienen o se unen nuestros labios y en el que a veces también se entrelazan nuestro cuerpo y alma.
Sin embargo, los besos admiten múltiples lecturas cuando se analizan desde los ámbitos físico, mental, emocional y relacional, explica Silvia Cintrano, sexóloga y psicóloga especializada en Terapia de Pareja del Instituto Centta.
Esta especialista analiza en una entrevista con EFE los numerosos beneficios para el bienestar emocional y psicológico de las personas y las distintas formas de besar, con motivo del Día Internacional del Beso, que se celebra el 13 de abril, en homenaje al beso más largo registrado en la historia, que duró más de 58 horas y compartió una pareja en Tailandia.
Significado del beso
“En nuestra cultura, un acto o gesto físico tan sencillo como un beso puede tener múltiples significados”, señala Cintrano.
“Por un lado, puede ser un saludo tanto a personas conocidas como a desconocidas, en especial en el caso de las mujeres, que habitualmente se saludan besándose casi en cualquier situación; y por otro lado, puede representar una expresión de afecto, que es su connotación más importante”, según explica.
“Los besos son muy importantes para los seres humanos, que moldeamos nuestra forma de besar, dependiendo del significado que le queramos dar a ese acto o gesto. El tipo de beso y la manera de realizarlo reflejan la naturaleza del afecto y el vínculo existente entre las personas implicadas”, puntualiza.
Silvia Cintrano explica que el modo en que se modula y realiza un beso forma parte de la denominada ‘comunicación no verbal’ (comunicación a través de manifestaciones corporales). Es decir, que la forma en que besamos a la otra persona le proporciona información sobre el significado que le damos a esa acción concreta”.

Añade que en dicha acción “influyen tanto la técnica o la intensidad, como la parte del cuerpo en la que se da o recibe el beso”.
“Estos factores son diferentes dependiendo de si es un beso de afecto fraternal, o de un beso de saludo, de amante o de ‘buenos días’ a la pareja”, puntualiza Cintrano que describe los distintos tipos de besos y sus significados, sus beneficios psicológicos y ofrece algunas recomendaciones para dar ‘el beso ideal’.
Cinco formas de expresar afecto
- Beso de esquimal: “No solo se puede besar con los labios, sino también ‘rozando las narices’, como un gesto cálido y cercano, generalmente dentro de la pareja”, señala Cintrano.
- Beso de ‘pico’: “Es el más corto que se puede dar, simplemente juntando fugazmente los labios, con el propósito de saludar o despedir a la pareja”, explica.
- Beso ‘de abuela’: “Suelen ser besos de gran intensidad, cuya finalidad es expresar afecto y cariño generalmente en entornos familiares, con niños o amistades muy cercanas”, describe.
- Beso francés o ‘de tornillo’: Señala que “es el contacto más pasional de todos, en el que además de los labios se juntan las lenguas, y suele expresar intimidad, complicidad y erotismo”.
- Beso en el cuerpo: La psicóloga de Centta incluye en esta categoría tres tipos de besos: en el cuello (“sumamente íntimo y seductor”); en la frente (“más cariñoso y tierno, como una forma de cuidar a la otra persona”); y en la mejilla (para saludar sin intimidad o para expresar un afecto no asociado a sexualidad”).

Cinco caminos hacia el bienestar emocional
- Reafirman el nexo emocional. “Los gestos de cariño fortalecen los vínculos afectivos entre dos personas, ya sean pareja, familia o amigos. Comunican amor, cariño, intimidad o compromiso, haciendo sentir pertenencia, valoración y seguridad tanto a quien los dan como a quien los recibe”, explica Silvia Cintrano.
- Aumentan el bienestar emocional. “Al besar, el cuerpo libera endorfinas, unas hormonas que además de generar sensación de placer y bienestar, tienen un efecto analgésico capaz de aliviar ciertas molestias”, según esta especialista.
- Reducen el estrés. “Otras hormonas que nuestro organismo segrega durante los besos, como la oxitocina y la dopamina, nos ayudan a nivel fisiológico, reduciendo el malestar, y generando cierta calma y relajación”, apunta.
- Elevan la autoestima. “Besarse hace que las personas se sientan valoradas, amadas y deseables, lo que puede contribuir a que desarrollen una mayor autoestima y una imagen corporal positiva”, destaca.
- Ayudan a la mutua exploración y descubrimiento. “Los besos también pueden ser el primer paso para explorar y descubrir con la otra persona una parcela íntima, a nivel físico y emocional, fomentando una conexión más profunda con la pareja, así como la posibilidad de descubrir nuevas formas de placer”, señala.
Cinco ingredientes del “beso ideal”
“Aunque no hay una técnica general para conseguir ‘el beso ideal’ que satisfaga a todos de la misma manera, porque besar es un acto muy particular y subjetivo, es importante tener en cuenta ciertos componentes emocionales y psicológicos que dan significado al beso, fomentando la conexión y el bienestar”, sostiene Silvia Cintrano.

- Presencia. Para Cintrano, es importante “dar sentido al beso, transmitir la conexión que significa para nosotros y comprometernos emocionalmente con ese momento, para lo cual hay que dejar de lado las distracciones y otras preocupaciones, centrándose en el ‘aquí y el ahora’”.
- Consentimiento y respeto. “Conectar con la otra persona desde el respeto absoluto, sabiendo que la intención de ambos es la misma y que se encuentran a gusto con ello, es fundamental para que la experiencia sea positiva. Hablar sobre los límites y los deseos de cada uno será clave”, reflexiona.
- Conexión emocional. “Aunque el beso es un acto físico que se puede realizar con distintas personas, su resultado y la profundidad del impacto en el vínculo con su destinatario, lo marcará la conexión que exista previamente con esa persona, determinado que sea una expresión de afecto, cariño, gratitud o intimidad emocional”, subraya.
- Equilibrio entre pasión y ternura. ”El primer factor demuestra deseo e intensidad, mientras que el segundo expresa cariño y cuidado. Ambos necesarios para fortalecer el vínculo de pareja”, enfatiza.
- Significado. “Un beso puede tener un componente espiritual, representando una conexión más profunda o un sentido de equipo. Esto puede ser parte de un ritual o simplemente una forma de expresar una conexión más allá de lo físico”, añade la psicóloga y sexóloga.
“Los besos son, en definitiva, mucho más que simples actos físicos: son expresiones de afecto, comunicación emocional y conexión que reflejan un vínculo profundo, con gran impacto en el bienestar emocional y psicológico de las personas”, concluye la psicóloga y sexóloga del Instituto Centta.
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Ciencia y Salud
Hay una razón por la que los infartos son menos graves por la noche: unos científicos la han descubierto
Los infartos que se producen de noche son menos graves que los que suceden durante el día, y la razón, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), es que los neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos) son menos agresivos por la noche.
La investigación, liderada por Andrés Hidalgo y publicada en el Journal of Experimental Medicine, muestra que los neutrófilos tienen un reloj interno que regula su agresividad a lo largo del día y determina el alcance de los daños que causan al corazón después de un infarto.
En el mismo estudio, los investigadores también desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos y mantenerlos en un estado «nocturno» para reducir su potencial dañino durante un ataque al corazón.
El sistema inmunológico protege el cuerpo contra los microorganismos que causan infecciones. Dado que los humanos son diurnos, la probabilidad de exposición a patógenos es mayor durante el día y, por lo tanto, el sistema inmunológico ajusta sus picos de actividad a este ritmo circadiano pero esa respuesta defensiva puede volverse dañina.
Los neutrófilos y sus ritmos circadianos
Tras décadas de investigación, se sabe que casi la mitad del daño cardíaco después de un ataque al corazón está causado por los neutrófilos, pero este daño fluctúa a lo largo del día, lo que sugiere que hay mecanismos circadianos que limitan la actividad de los neutrófilos y protegen el cuerpo.
Para averiguarlo, el equipo examinó datos de miles de pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y confirmó que una menor actividad de los neutrófilos por la noche resulta en infartos menos graves durante este período.
Desarrollaron entonces una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos, reduciendo su potencial dañino durante el infarto.

«El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente durante la noche. De alguna manera, este factor ‘engaña’ a los neutrófilos para que piensen que es de noche, reduciendo su actividad tóxica», explica Hidalgo.
La razón de que ocurra esto, apunta la primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, es que «por la noche, los neutrófilos migran a la zona dañada sin afectar el tejido sano. Durante el día, pierden esta direccionalidad y causan más daño al tejido circundante».
Puerta abierta a nuevas terapias
Este estudio es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin comprometer la defensa contra infecciones.
«Nos sorprendió encontrar que bloquear el reloj circadiano de los neutrófilos no solo protege el corazón, sino que también mejora las respuestas a ciertos microbios e incluso reduce los émbolos asociados con la anemia falciforme», añade Aroca-Crevillén.
Los autores creen que los resultados abren la puerta a nuevas terapias basadas en la cronobiología (la rama de la biología que estudia cómo los organismos vivos estructuran sus procesos fisiológicos en el tiempo), con el potencial de proteger el corazón y otros órganos de los daños inflamatorios sin debilitar las defensas naturales del cuerpo.
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Ciencia y Salud
La odisea de trabajar con sensibilidad química múltiple
Cuando una persona padece sensibilidad química múltiple (SQM) se enfrenta a muchos desafíos en su día a día. El puesto de trabajo es uno de ellos. Estas personas son intolerantes a sustancias químicas que están en el entorno cotidiano, como productos de limpieza, ambientadores o los meros perfumes de los compañeros. Una guía recoge pautas para adaptar los entornos laborales para que los afectados de esta patología y de electrohipersensibilidad (EHS) puedan desempeñar su labor sin dañar su salud.
Tanto la SQM como la EHS son enfermedades ambientales que se encuentran con «barreras invisibles», asegura a EFE Salud la presidenta de la Coalición Nacional de Fibriomialgia, Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), Sensibilidad Química Múltiple y Electrohipersensibilidad (CONFESQ), María López.
Barreras invisibles
Y son barreras invisibles, explica. Pone este ejemplo: para una persona que va en silla de ruedas, toparse con escaleras en vez de con una rampa para acceder a su lugar de trabajo le resultará un obstáculo claramente visible. Sin embargo, una persona con SQM que acude a trabajar en un entorno en el que se han utilizado productos de limpieza comunes, ambientadores, tintas, o disolventes puede manifestar síntomas multisistémicos, como cefalea, mareos, dificultades cognitivas o problemas respiratorios.
«A veces entran en estos espacios que están muy contaminados, porque a lo mejor acaban de limpiar con productos fuertes y la persona empieza a convulsionar o le falta la respiración», asegura López.

En el caso de la EHS, se caracteriza por la aparición de síntomas cuando la persona se expone a campos electromagnéticos de baja intensidad, como los emitidos por antenas, routers wifi, dispositivos inalámbricos o líneas eléctricas.
Los síntomas, al igual que los de la SQM, pueden ser variados y van desde las cefaleas y fatiga hasta dificultades de concentración o alteraciones del sueño.
Ninguna de las dos está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades (sistema de codificación CIE-11) con códigos propios, con lo que CONFESQ considera que repercute «directamente» en el diagnóstico de la enfermedad.
En España, indica López, la SQM está reconocida como patología y la EHS como uno de los síntomas, a pesar de que «por la experiencia» de los afectados ésta «realmente es una patología completa».
Incomprensión y estigma
La presidenta de la Coalición señala que hasta hace no mucho se hablaba de los afectados como «personas burbuja» porque tendían a no salir de casa.
Por eso, López considera fundamental que haya «orientaciones claras» para la adaptación del puesto de trabajo, porque tampoco se trata de que solo teletrabajen, ya que hay profesiones en las que está modalidad es imposible, y aunque lo sea, también quieren participar del entorno laboral como el resto de los compañeros.
Según datos recogidos en un estudio cuantitativo de CONFESQ, sólo el 30 % de las personas encuestadas para el mismo había solicitado medidas de adaptación en diferentes ámbitos de su vida y en el 70 % de estos casos, las medidas no habían sido implementadas.
La consecuencia es que el 59 % de las personas encuestadas se siente incomprendido y el 33 %, estigmatizado.
En resumen: el 72 % de las personas con SQM y EHS se sienten excluidas de la sociedad, señalaba el estudio.
El «Libro Verde»
De ahí que hace unos días la coalición presentara un «Libro Verde», que pone sobre la mesa distintos aspectos nuevos para poder abrir el debate y estudiar la situación, a la vez que plantea una serie de medidas para la adaptación del puesto de trabajo para las personas afectadas de SQM o EHS.
La guía, elaborada por nueve autores, está financiada por la Fundación ONCE, y realizada en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe).

Presentan la problemática de los pacientes en el ámbito laboral y cómo puede resolverse, es decir, qué habría que cambiar a nivel legislativo y de prevención de riesgos, entre otros campos, así como medidas para una adaptación total o parcial del puesto de trabajo.
«Queremos llegar a las asociaciones empresariales, a los sindicatos, lógicamente, a las entidades y a la Administración Pública», abunda López, quien padece SEQM leve y EHS más pronunciada.
La adaptación
No obstante, matiza, la guía indica que ya a partir del covid la normativa española recoge una serie de obligaciones para las empresas, como mantener un aire limpio, que si se cumpliera, ya estaría cubierta el 85 % de la adaptación que hay que hacer para que las personas con estas afecciones puedan trabajar sin que su salud se resienta.
«El resto va a depender de utilizar, por ejemplo, unos productos de limpieza que sean aptos, que no tengan perfume, mejor que sean ecológicos. El no tener ambientadores, el que las personas que trabajan en tu mismo espacio no se perfumen, entre otras medidas», explica López respecto a la sensibilidad química múltiple.
Sobre la electrohipersensibilidad, la solución «a veces es más difícil» y consiste en reducir la intensidad y la proximidad a las fuentes.
«La idea es no funcionar con wifi sino con cableado», expone López, quien en su casa, por ejemplo está «totalmente cableada, sin wifi».

Vidas duras
Las personas con estas afecciones llevan «vidas duras» y «hacen lo que pueden».
«Se te complica la existencia muchísimo. Si tienes niños, por ejemplo, llegan del cole y tienen que meter su ropa en unas bolsas de plástico, ducharse y cambiarse para no contaminar el espacio», afirma.
Y la vida social cae en picado, porque se necesita empatía por parte de los demás.
«Hay gente que no lo entiende y que dice ‘¿tú por qué me tienes que decir a mí si yo me tengo que echar perfume, o no?’, pero es que es como si a un diabético te empeñas en darles dulces, pues es un poco lo mismo. Si quieres estar conmigo y quieres que pasamos un rato a gusto, tienes que cumplir una serie de requisitos», incide López.
La intención de CONFESQ es enviar el Libro Verde a los diferentes centros de valoración de discapacidad y presentarlo en ministerios y administraciones autonómicas, entre otros.
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Ciencia y Salud
Andreu Buenafuente y el estrés: la importancia de parar y de recuperarse bien
Andreu Buenafuente no dará las campanadas en TVE debido a un “episodio de estrés” del que aún necesita recuperarse sin “acelerar”, según ha anunciado él mismo a través de un comunicado emitido este viernes. El tándem del humorista y la actriz Silvia Abril no podrá, por tanto, protagonizar el programa con el que la cadena pública pretendía despedir 2025 y recibir 2026.
Dice Buenafuente en el comunicado: “Tuve un episodio de estrés, común, pero no agradable, por trabajos en los que yo mismo creo. Hubo un momento en el que no pude y mi cuerpo me pidió parar. Quiero agradecer a los profesionales que me están ayudando y a la gente que me rodea. Cada gotita es una vitamina”.
Sobre los plazos de recuperación que le impiden estar en primera línea de TVE la última noche del año, afirma: “No creo que tenga que acelerar mi recuperación para hacer lo que tengo que hacer; tengo que estar feliz, y por eso, voy a seguir recuperándome y cuando sea posible volver, que sea. No sé qué va a pasar, pero la falta de un horizonte exigente es lo que necesita una persona que ha parado por estrés”.
¿Qué es el estrés?, ¿qué le hace a nuestro organismo?, ¿por qué conviene parar?, ¿si se para la actividad laboral, cómo hay que llevar a cabo esa recuperación? Son preguntas para cuyas respuestas EFE Salud ha contado con las explicaciones del psicólogo y psicoterapeuta Sergio García.
El estrés y los «pensamientos intrusivos»
Para empezar, una noción sobre el estrés: se trata de una respuesta natural del organismo a situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes.
Explicaba la neurocientífica Carmen Sandi, presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, según una información de EFE, que si esa respuesta “se prolonga o se intensifica más allá de lo necesario, puede transformarse en un problema que afecta tanto a la mente como al cuerpo”.
Entra en escena el “trastorno de ansiedad”, según nos cuenta Sergio García. Estamos ante “una característica mental en la que la persona tiene miedo, nerviosismo o preocupación de manera muy persistente y muy intensa”, lo que puede generar síntomas físicos como “taquicardia o sudoración”, pero también “síntomas mentales y cognitivos”.

García cita entonces “los pensamientos intrusivos”. “Esto quiere decir que estoy pensando en una cosa y me viene a la cabeza otra cosa que se hace protagónica a pesar de que no corresponde”.
Por regla general, añade, los pensamientos intrusivos derivan de no poner límites “entre lo personal y lo laboral”. Esta ansiedad, cabe puntualizar, “se puede generalizar si no se pone remedio a tiempo y si no se acude a un especialista”.
La importancia de parar
Fisiológicamente la situación se describe así: el cerebro interpreta ciertas situaciones como amenazas y activa, por tanto, respuestas de defensa. Envía señales a las glándulas suprarrenales para liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, que son las que contribuyen a la preparación del cuerpo para esa defensa.
En cascada van cayendo las reacciones: aumenta la frecuencia cardíaca, los músculos se tensan, la digestión se resiente… De continuar mucho tiempo este estado de defensa, de huida ante la amenaza, podría debilitar el sistema inmunológico y hasta infligir daños neurológicos.
Parar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”, dice Sergio García
Es clave actuar a tiempo ante el estrés crónico. García esgrime la importancia de las pausas, de parones como el que está haciendo Buenafuente. No hacerlos es peligroso porque puede conducir al agotamiento o a la depresión.
Descansar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”.
Y la importancia de la recuperación
Entre esas estrategias terapéuticas, dos perspectivas: la médica y la psicológica.
La primera, subraya García, plantea la recuperación con el objetivo de que no surjan “nuevas formas de estrés y que se resuelvan de manera adecuada”. Es decir, para “evitar recaídas y problemas a largo plazo”. Una recuperación “paulatina, no acelerada” persigue que “cuerpo y mente se adapten y generen nuevas sinergias” que, a su vez, eviten “un desgaste mayor”, concluye.
La segunda “puede ver necesarias las pausas”, pero, en opinión de García, no coloca al trabajo, la carga laboral, como causa única de la “desazón”. De hecho, desde este prisma, ayuda que el paciente trabaje.
“Desde la perspectiva psicológica, algún trabajo no sería del todo negativo, pero sin tener la intensidad del trabajo de antes. Trabajo cero durante varios meses tampoco es aconsejable porque es una cuestión que no es real”, reflexiona el psicólogo.
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