Ciencia y Salud
Diagnosticar el cáncer de mama a tiempo, salva la vida de millones de mujeres
El cáncer de mama es el más frecuente entre las latinoamericanas, con más de 200.000 casos detectados cada año, y casi 60 mil fallecimientos anuales a causa de la enfermedad (Ferlay et al, 2020).
Diagnosticar el cáncer de mama a tiempo.
Si bien se ha comprobado que los tamizajes son altamente efectivos, el porcentaje de mujeres que no se realizan el control sigue siendo elevado. Una nueva investigación ideada por Pro Mujer -empresa social que brinda servicios de financiación, capacitación y salud a emprendedoras de la región- y llevada a cabo por especialistas del CONICET nos brinda un panorama de las causas de esta problemática, y de las acciones necesarias para disminuir la incidencia de la enfermedad gracias a su detección oportuna.
Miles de mujeres siguen muriendo cada año a causa del cáncer de mama, por no contar con los conocimientos o el acceso pleno al sistema de salud. Un exhaustivo estudio ideado por Pro Mujer y realizado por las prestigiosas expertas Silvina Arrossi, investigadora principal de CONICET, Lucila Szwarc, becaria postdoctoral en la misma institución, y Ana Mazzadi y Agustina Thorne, sociólogas especialistas en la temática, dan cuenta de las barreras educativas, sociales y económicas que impiden a muchas mujeres detectar esta enfermedad a tiempo. Actualmente, la mayoría de los países de América Latina reportan coberturas menores al 70% en la realización de mamografías (PAHO 2021), el mecanismo más efectivo para lograr un diagnóstico oportuno.
Como ya ha sido demostrado, el tamizaje mamario es un factor clave para detectar el cáncer de mama a tiempo. Sin embargo, a partir de la investigación realizada, podemos afirmar que un elevado porcentaje de las mujeres latinoamericanas enfrentan obstáculos para acceder a este estudio, así como a las etapas posteriores de diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama. Esas dificultades se vinculan con una variedad de motivos:
- Factores políticos y sociales, como la desigualdad en el acceso a la educación, el empleo y a políticas de protección social y de cobertura de salud.
- Condiciones estructurales relacionadas a la situación socioeconómica de las mujeres, ya que la evidencia muestra que aquellas con bajo nivel económico, sin cobertura de salud, con altos niveles de desempleo y residencia rural tienen menor acceso al tamizaje mamográfico.
- Factores intermediarios que incluyen características personales de las pacientes, tales como la falta de información sobre los beneficios de la mamografía, la percepción de la ausencia de síntomas como ausencia de la enfermedad, la vergüenza y el posible estigma que ésta acarrea, así como la falta de tiempo para chequeos debido la carga de las tareas de cuidado y provisión de ingresos al hogar.
- Limitantes relacionadas con el sistema de salud, especialmente en áreas rurales, ya que no todos los hospitales cuentan con alta disponibilidad de equipamiento mamográfico, o con la inclusión de la mamografía en el marco de un programa organizado.
Al mismo tiempo, a partir de la investigación, las sociólogas concluyen en que para concientizar sobre la importancia de los tamizajes y la detección oportuna del cáncer de mama, será fundamental:
- Incrementar la participación conjunta de entidades gubernamentales y de la sociedad civil para establecer una buena relación y comunicación entre las mujeres y los profesionales del sistema de salud. Una manera de contrarrestar el inadecuado acceso a los servicios sanitarios es a través de la integración de los servicios con instituciones comunitarias u ONGs, como ya lo realiza Pro Mujer. Al tener una alta incidencia en comunidades rurales, este tipo de instituciones puede aumentar el acceso de las mujeres a la mamografía, mediante la integración de la promoción de la detección oportuna del cáncer de mama en sus actividades cotidianas.
- La creación de políticas públicas que permitan acceder a estudios y tratamientos gratuitos a aquellas mujeres en situación de vulnerabilidad. Una investigación cualitativa realizada en Argentina encontró que las pacientes con diagnóstico de cáncer de mamá mencionaban como un facilitador para la búsqueda de atención el hecho de recibir ayuda económica para el costo del transporte y traslado al hospital. La misma estrategia podría aplicarse para aumentar la accesibilidad de mujeres al tamizaje mamográfico, como por ejemplo las mujeres rurales, que enfrentan barreras geográficas o de costo de transporte.
- Garantizar una atención adecuada por parte del sistema de salud. En Argentina, mujeres con diagnóstico de cáncer de mama reconocieron a la comunicación médico-paciente personalizada y afectuosa, junto con el buen trato del personal técnico, administrativo y de enfermería, como un mecanismo facilitador para los cuidados y la continuidad del tratamiento.
- Aumentar la comprensión sobre este padecimiento a través del sistema educativo. Un estudio llevado a cabo en escuelas rurales de México mostró quela implementación de programas educativos sobre la enfermedad, dirigidos a jóvenes de zonas rurales, incrementó el conocimiento de las adolescentes acerca del cáncer de mama y promovió la transmisión intergeneracional de conocimiento a sus familiares mujeres.
Reconociendo la necesidad de llevar estas premisas a la realidad, Pro Mujer enfatiza su compromiso con la salud de las latinoamericanas, brindando chequeos gratuitos y liderando campañas de concientización en torno a enfermedades que afectan a la mujer, focalizando en el cáncer de mama en varias de sus iniciativas de diagnóstico, contención, asesoramiento y acompañamiento a mujeres. Desde sus orígenes en 1990, la organización ya ha brindado 10 millones de servicios de salud a emprendedoras y sus familias, contribuyendo a su calidad de vida. Solo en 2022, brindó 8,547 exámenes mamarios, 6,464 mastografías, 15,300 chatbots sobre la enfermedad y 8,132 consejerías.
Diagnosticar el cáncer de mama a tiempo.
Ciencia y Salud
Un horizonte optimista para los pacientes de cáncer de páncreas
El cáncer de páncreas no es uno de los tumores más frecuentes pero sí de los más letales. Hasta ahora el arsenal terapéutico se basa sobre todo en la quimioterapia y la cirugía, pero los ensayos de nuevos fármacos inhibidores del gen KRAS proyectan un horizonte optimista.
La incidencia del cáncer de páncreas en Europa alcanza los 78.000 casos, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que prevé para este año en España 10.338 nuevos diagnósticos.
Es uno de los cánceres más mortales, de hecho, en España, la supervivencia neta a cinco años en hombres se sitúa en el 7,2 % y en mujeres, en el 10 %. Los últimos datos disponibles de la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan) cifran en 8.140 las muertes por este tumor.
En Estados Unidos, la Sociedad Americana Contra el Cáncer prevé para este año alrededor de 67.400 nuevos casos.
Aumento de la incidencia en jóvenes
Según explica a EFE Salud la coordinadora del grupo de trabajo biliopancreático del Grupo de Tratamiento de los Tumores Digestivos (TTD), Teresa Macarulla, el cáncer de páncreas, tanto a nivel clínico como estadístico, es un tumor que aparece en gente mayor. La mediana de edad del diagnóstico es de 72 años.
«Esto es la realidad y sigue siendo la realidad en nuestra práctica clínica. Sin embargo, es cierto que en los últimos años lo que hemos visto es claramente un aumento de la incidencia en pacientes más jóvenes. Y cuando digo más jóvenes significa menores de 50 años, que es una población donde no esperaríamos tener este tumor», advierte Macarulla, en el Día Mundial contra el Cáncer de Páncreas.
Lo que se desconoce hasta el momento es el motivo del aumento en esta población. Y es que son demasiado jóvenes para que el tóxico, cualquiera que sea, dañe la célula que va a desarrollar el tumor.
«Hay incluso proyectos de investigación que son específicos para ver qué pasa con esta población más joven», apunta la experta, quien también es responsable del Servicio de Oncología Médica en el Hospital Clínic Barcelona Comprehensive Cancer Center.
Factores de riesgo
El otro gran problema es que es desde el inicio, incluso tumores que son muy pequeños, tienen mucha tendencia a que las células se escapen del tumor y vayan al torrente sanguíneo, con lo que el riesgo de metástasis en «muy alto».
Entonces…¿Qué se puede hacer para tratar de detectarlo a tiempo? A juicio de la experta, probablemente haciendo un seguimiento de los pacientes con mayor riesgo, también a aquellos que tienen una predisposición genética y seguir investigando nuevos marcadores en sangre, un proceso que es «muy complejo».
Pero también hablar a la población del cáncer de páncreas, de cómo se puede identificar y concienciar a los médicos de familia, sobre todo cuando hay síntomas de sospecha.

En general, no hay unos factores de riesgo específicos para el cáncer de páncreas tan claros como, por ejemplo, para el tumor de pulmón, que es el tabaco.
Pero sí, el consumo de tabaco y de alcohol aumentan las probabilidades de sufrirlo, también el padecer una pancreatitis o diabetes de larga evolución.
«Y hay muchos de los pacientes que vemos en consulta que no tienen ninguno de esos factores de riesgo y, por tanto, en la mayoría de los pacientes a día de hoy desconocemos el porqué de este tumor», lamenta Macarulla.
Síntomas tardíos
La alta mortalidad del tumor se debe, sobre todo, a que da la cara tarde, es asintomático en la fase inicial de desarrollo, por lo que el paciente cuando acude a consulta con síntomas, la enfermedad ya ha avanzado.
Los síntomas más notables de alerta son la coloración amarilla de la piel, debido a que la bilirrubina (producto de deshecho proveniente del metabolismo de la hemoglobina) no se ha podido eliminar, probablemente porque el tumor tapa la eliminación de la bilis.
O muchas veces, el paciente tiene un dolor en la boca del estómago que se proyecta hacia la espalda y que se mantiene en el tiempo. Otro síntoma puede ser una diabetes que debute pronto en una persona joven debido a la existencia de un tumor.
El gen KRAS
Y el arsenal terapéutico para frenar el tumor es limitado.
«A día de hoy seguimos dependiendo de la quimioterapia para tratar este tumor, o bien antes de la cirugía, o bien como complemento de la cirugía. También para tratar un paciente que tenga ya metástasis y que no se pueda operar. Es el única arma que tenemos», subraya Macarulla.
No obstante, precisa, con la vista puesta en el futuro, la experta señala que éste es «positivo» gracias a nuevas terapias que están en fase de ensayo clínico, como los inhibidores del gen KRAS.

Este gen está alterado en el 90 % de los pacientes que tiene cáncer de páncreas, es lo que permite crecer al tumor.
«Evidentemente lo que hacemos es bloquear el crecimiento del tumor de una forma completamente distinta a la quimioterapia, pues nuestros fármacos, que hasta ahora no habíamos conseguido diseñarlos para bloquear este gen, a día de hoy son ya una realidad y están en ensayos clínicos», abunda la experta.
La gran oportunidad
Según apunta, probablemente gran parte de los ensayos llegarán a Europa y España el próximo año, lo que supondrá «una gran oportunidad para los pacientes».
«Se está trabajando mucho para que estos ensayos lleguen a nuestro país y nuestros pacientes se puedan tratar con estas opciones lo más rápido posible», subraya Macarulla.
Muchos de estos ensayos se encuentran en fase 3, de hecho, uno de ellos ya ha concluido. Pero no todos los fármacos se encuentran en la misma fase de desarrollo, hay algunos que están en las más iniciales.
Si los resultados finales de los ensayos son positivos, administrativamente, aclara Macarulla, hay que esperar un tiempo pertinente para que llegue a los pacientes.
«Estamos trabajando para mejorar lo que tenemos hoy y, por tanto, sí tenemos la esperanza de que estos fármacos que no serán inmediatos, nos ayuden a tener más armas para luchar contra esta enfermedad», insiste la experta del TTD.
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Ciencia y Salud
La tendencia de ver videos a mayor velocidad no es positiva: aclaraciones sobre el ‘speed-watching’
Se está haciendo frecuente la reproducción de videos o audios en redes a una velocidad mayor de la normal. Es una tendencia llamada speed-watching y cala sobre todo en la población más joven. Responde a la necesidad creciente de hacer eficiente el tiempo disponible, pero también, en muchas ocasiones, al miedo a perder el tiempo. Además, genera efectos negativos en la atención y en el aprendizaje.
El Hospital Quirónsalud San José, por medio de una nota de prensa, explica cómo el speed-watching surge como adaptación a un contexto de sobrecarga y celeridad informativa que «manifiesta los límites del cerebro», pues se expone a un consumo de información cada vez más rápido y exigente.
No obstante, también se asocia al FOMO (Fear of Missing Out o el miedo a perderse algo) o a la exigencia de estar constantemente actualizados.
La doctora Lucía Vidorreta Ballesteros, especialista en neurología y coordinadora de la Unidad de Migrañas del hospital, asegura que, “aunque pueda parecer eficiente”, este hábito tiene «implicaciones profundas para el procesamiento cognitivo, la atención y el aprendizaje”.
¿Cómo nos afecta el speed-watching?
Según consta en la nota de prensa, mantener la atención requiere un ritmo de presentación sosegado y pausado, de forma que cuando la información se recibe a un ritmo acelerado, aumenta la exigencia de novedad y, paralelamente, disminuye la habilidad para sostener la concentración.
Esta dinámica conduce a un procesamiento de la información «más superficial, donde se antepone la velocidad a la comprensión profunda».
El Hospital Quirónsalud San José cita diferentes estudios en los que se concluye que el aumento de la velocidad de reproducción afecta a la atención sostenida y a la capacidad de procesamiento de la información consumida.
Así, dentro del ámbito educativo, en donde se ha apreciado cierto auge del speed-watching, se ha comprobado que los jóvenes mantienen un nivel aceptable de comprensión al percibir el mensaje a una velocidad x1.5, pero se reduce considerablemente en velocidades superiores al x2.

La aceleración excesiva incrementa la carga cognitiva y disminuye los resultados en pruebas de memoria inmediata y de transferencia. Es decir, no mejora el aprendizaje ni la retención a largo plazo, sino que favorece la ilusión de eficiencia cognitiva.
Más notables son los efectos en los adultos mayores, donde se observa un déficit claro de memoria y de comprensión cuando se practica el speed-watching.
“Aunque reproducir vídeos a una velocidad ligeramente superior (por ejemplo, 1.25× o1.5×) puede ser útil en determinadas circunstancias, su uso constante y excesivo puede alterar negativamente funciones cognitivas esenciales como la atención sostenida, la concentración y la consolidación de la memoria”, incide Vidorreta.
Nuestras emociones y el speed-watching
Por otro lado, el speed-watching también puede afectar al comportamiento y la salud emocional. Puede generar frustración o ansiedad debido a la exposición prolongada a ritmos acelerados, reduciendo la tolerancia a la espera y la capacidad de disfrutar de los procedimientos largos y tranquilos.
Este tipo de consumo aumenta la búsqueda compulsiva de información y disminuye la satisfacción a pesar de consumir un contenido mayor, señala la nota de prensa.
Los expertos mencionados en el comunicado concluyen que para que el cerebro humano asimile la información de manera eficaz, necesita incorporar pausas, repeticiones y tiempo para la consolidación.
Al acelerar los contenidos, se eliminan estos tiempos naturales, lo que dificulta significativamente los procesos de aprendizaje y la consolidación de la memoria.
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Ciencia y Salud
Alimentos ultraprocesados en la diana: qué son y por qué resultan tan nocivos para nuestra salud
La salud pública ha colocado los alimentos ultraprocesados en el centro de la diana a raíz de un especial publicado en la revista científica The Lancet, que los ha tildado de “nuevo tabaquismo”. España, de hecho, es uno de los países en donde más ha aumentado su consumo: se ha triplicado en 30 años.
Cuenta a EFE una de las investigadoras del especial de The Lancet, Renata Bertazzi, actualmente en la Universidad de Salamanca, que los datos atribuidos a España proceden de encuestas hechas en 1990, 2000 y 2010, por lo que infiere que “con la tendencia de crecimiento observada, es posible que el consumo actual sea aún mayor».
¿Pero qué son los alimentos ultraprocesados, convertidos en dominantes en las dietas actuales tanto en los países desarrollados como en los emergentes a pesar de los conocidos efectos adversos que provocan en la salud de las personas?
Ultraprocesados: alto contenido de azúcares añadidos
Según la clasificación NOVA, que divide los alimentos según la naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se les somete, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes.
No contienen ingredientes integrales reconocibles y suelen tener un alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y aditivos químicos.
Entre los ejemplos más comunes se encuentran la bollería industrial, los refrescos azucarados, los embutidos, las comidas rápidas, los cereales de desayuno azucarados, las patatas fritas de bolsa y los productos precocinados congelados.
Estos alimentos, listos para consumir y de larga duración, ofrecen ventajas comerciales frente a los frescos, pero a costa de su valor nutricional.
¿En qué se diferencian de los alimentos procesados?
En la web de la Asociación Española de Nutrición y Dietética, antes de abordar qué son los alimentos procesados y por qué se caracterizan, recalca que la transformación, o procesamiento, de los alimentos es “cualquier acción que altere sustancialmente el producto inicial’.
Se incluirían entonces aquellos alimentos “sometidos a algún tipo de tratamiento térmico (como la pasteurización), ahumado, curado, maduración, secado, marinado, extracción, extrusión, o a una combinación de dichos procedimientos”.
El objetivo de estos procesos, remarca, consiste en “mejorar la apariencia y/o el sabor del alimento, hacerlo comestible o prolongar su duración” sin comprometer la seguridad alimentaria.

Algunos ejemplos de alimentos procesados son las legumbres cocidas, las verduras congeladas, los yogures, las bebidas vegetales, la piña en conserva, las lechugas troceadas, lavadas y listas para consumir, el pan, los frutos secos tostados…
Añade la entidad, respecto a los alimentos ultraprocesados, que la diferencia con los procesados es una “línea bastante volátil”, aunque se relacionan los primeros con los que se han sometido a “un proceso de transformación industrial muy intensivo”, y si por lo general reciben conservantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes u otros compuestos dirigidos a hacer más atractivos su aspecto y su sabor, en ocasiones se les agrega azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sal.
Estos últimos elementos los define la Academia como “los tres jinetes del Apocalipsis” por su relación directa con la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, por no hablar de cánceres.
Efectos en la salud
Enlazamos por tanto con las consecuencias que el consumo habitual de estos compuestos genera en la salud, basadas en estudios e investigaciones.
En España, por ejemplo, investigaciones del Proyecto SUN concluyeron que consumir más de cuatro raciones diarias de estos productos incrementa un 62 % el riesgo de mortalidad por todas las causas.
Otros trabajos han identificado efectos más específicos. En 2025, un estudio publicado en Cell Metabolism reveló que los ultraprocesados afectan la salud metabólica y reproductiva incluso sin un exceso de calorías, alterando hormonas y reduciendo la calidad del esperma.
E investigaciones de la Universidad Rovira i Virgili demostraron que su consumo modifica la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias asociadas a enfermedades inflamatorias.
También se han observado vínculos con la salud mental. En Brain Medicine alertaron de la presencia de microplásticos en alimentos ultraprocesados, capaces de acumularse en el cerebro y posiblemente contribuir a trastornos como la depresión o la demencia.
En la infancia, su consumo se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, asma y alteraciones cardiometabólicas.
Medidas para limitar su venta y consumo
Ante la magnitud del problema, distintos países y organismos internacionales han adoptado políticas para reducir la exposición a estos productos.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan limitar su publicidad, especialmente dirigida a menores, e implementar impuestos a las bebidas azucaradas y etiquetados frontales claros.
México se ha convertido en un referente regional. Desde 2020 aplica un sistema de sellos de advertencia en los envases de alimentos y bebidas ultraprocesados, y en 2025 entró en vigor la prohibición de su venta en todas las escuelas del país.
Países como Chile, Perú y Uruguay han implementado políticas similares, incluyendo etiquetados frontales y limitaciones a la promoción de ultraprocesados.

En Europa, la United European Gastroenterology ha pedido restringir la publicidad de la “comida basura”, imponer recargos fiscales a los refrescos azucarados y promover dietas saludables basadas en frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
En España, un real decreto aprobado en abril de este año, sobre la alimentación en comedores escolares, prohíbe servir bebidas azucaradas, venderlas en las máquinas vending o en las cafeterías de estos centros. Y se eliminan las bebidas energéticas y los alimentos azucarados (la llamada bollería industrial).
En concreto, no se podrán vender productos que superen un contenido máximo de 5 gramos de azúcares por porción envasada y que incumplan los criterios recomendados por organismos como la OMS sobre los límites para la ingesta de grasas, azúcares y sal, apuntaba la normativa del Gobierno.
Recomendaciones
Los investigadores del especial de The Lancet apelan a los gobiernos a regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de ultraprocesados para salvarguardar la salud pública frente «a la poderosa industria de fabricación de ultraprocesados».
Entre sus recomendaciones: un etiquetado «más parecido al de una cajetilla de tabaco», que informe claramente de sus aditivos y del riesgo que suponen para la salud de forma bien visible en la parte frontal del producto.
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