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Ciencia y Salud

Menos redes y más ciencia: Cómo evitar intoxicaciones alimentarias en olas de calor

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Cambio climático y patógenos alimentarios

Que las intoxicaciones alimentarias se incrementen con el calor del verano en España no es nuevo, ocurre desde que comenzaron los registros de brotes a finales de los años 80 del siglo pasado, y se debe a que los patógenos que las causan encuentran en el calor el aliado perfecto para reproducirse.

Lo que sí es novedad es que hayan aumentado desde 2021, pasando, aproximadamente, de los 400 brotes anuales a los 600, señala a EFE el catedrático de Seguridad Alimentaria de la Universidad de Barcelona (UB) José Juan Rodríguez.

El incremento es atribuible, en parte, a las temperaturas extremas consecuencia del cambio climático.

Un estudio reciente de investigadores españoles recogido en la revista Science of the Total Environment constató que las hospitalizaciones vinculadas a las tres intoxicaciones alimentarias más comunes en nuestro país (salmonelosis, diarrea o infección por Escherichia coli) crecen un 12 % por cada grado que sube la temperatura más allá de los 34.

Y otra pata está en que las personas desconocen cómo tratar los alimentos con temperaturas altas o se han dejado influenciar por la información sin fundamento científico que abunda en redes e internet, ya que buena parte de los contagios se produce en el ámbito doméstico, explica a EFE Isidro Mirón, jefe de distrito de Salud Pública de Castilla-La Mancha y profesor de la Universidad Juan Carlos I.

Jugar a la ruleta

Los autores de las publicaciones científicas más recientes sobre seguridad alimentaria coinciden en que seguir los consejos sobre tratamiento de alimentos en redes viene a ser como “jugar a la ruleta rusa con las intoxicaciones alimentarias”.

A la cabeza de las prácticas de riesgo al alza más susceptibles de intoxicaciones está el creciente consumo de leche cruda.

La leche cruda, es decir, la leche sin pasteurizar puede albergar microorganismos peligrosos que pueden representar serios riesgos para la salud. EFE/ Robin Townsend

Hace un mes, tras el auge de brotes de salmonelosis en Estados Unidos por consumo de leche cruda, la Universidad de Pensilvania hizo una encuesta y constató que el 24 % de los entrevistados la consideraba segura.

“Las redes están llenas de recomendaciones de que los alimentos cuanto más crudos, incluida la leche, más seguros, cuando es justo lo contrario”, subraya Rodríguez.

Además de la leche cruda, otro de los errores diarios más comunes para expandir las bacterias ‘Campylobacter’ -principal causa de las enfermedades diarreicas- es lavar la carne de pollo antes de cocinarla.

“Las bacterias del pollo se eliminan al cocinarlo bien cuando la carne queda blanca. Al lavarlo no solo no se eliminan sino que contaminan nuestras manos y todo lo que tocan, así como cualquier otra cosa que haya en la cocina”, agrega el catedrático de la UB.

En el caso de la salmonella, uno de los mayores factores de riesgo es la falta de higiene en las manos: que deben estar siempre muy bien lavadas al tocar la comida para evitar intoxicaciones.

Lavar bien las manos y también la fruta y verdura, por muy ecológicas que sean, para que quedan libres de gérmenes es clave, y si queremos asegurar que así sea hay que sumergirlas en agua durante cinco minutos con la correspondiente cantidad de lejía alimentaria que recomiende cada fabricante.

Rotura de la cadena del frío

Otro de los errores más graves en la cocina de cara a infecciones como la listeria, una de las intoxicaciones más violentas con tasas de mortalidad de hasta un 30 %, es la rotura de la cadena del frío en los alimentos.

Evitarla es relativamente sencillo: ningún alimento cocinado debe quedar a temperatura ambiente más de 15 minutos cuando hace más de 30 grados.

Otros dos microorganismos muy comunes por falta de frío son ‘Bacillus cereus’, que crece en cualquier cereal no conservado en frío y ‘Clostridium perfringens’, que se expande en alimentos cocinados cuando se dejan reposar fuera de la nevera.

“Este último crece por ejemplo en unas albóndigas o unas lentejas que se dejan a temperatura ambiente. El fondo del alimento se queda sin oxígeno y las bacterias crecen”, explica Rodríguez.

Isidro Mirón recuerda también que la salmonella encuentra su temperatura óptima de reproducción entre los 30 y 37 grados, y que un alimento a esa temperatura duplica la cantidad de este tipo de bacterias en solo 20 minutos.

El experto alerta también del peligro que suponen las comidas que se cocinan para llevar a la playa o al campo y se mantienen a temperatura ambiente hasta que se comen horas después: sin refrigeración constituyen el mejor caldo de cultivo de las bacterias de transmisión alimentaria.

EPA/CRAIG LASSIG

La temperatura del frigorífico

¿Estamos a salvo de enfermar guardando los alimentos en la nevera? No del todo, advierten los expertos. Los frigoríficos deben de estar limpios y a la temperatura adecuada: a menos de 5 o 6 grados centígrados la nevera y a menos de 18 grados el congelador.

Para evitar las enfermedades de transmisión alimentaria también es importante hacer bien el proceso de descongelado: con calor debe hacerse en la nevera y no a temperatura ambiente.

Y atención a las conservas caseras, tan habituales en verano: solo 2,5 horas de cocción asegurarán que queden libres de bacterias.

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Metapneumovirus humano, un virus respiratorio global y conocido sin potencial pandémico

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Lo explica a EFEsalud la microbióloga Concepción Gimeno, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), quien aleja cualquier tipo de alerta ante el metapneumovirus humano (HMPV, por sus siglas en inglés), un virus respiratorio común y global frente al que la mayoría ya hemos desarrollado anticuerpos.

“Un 90 % de las de las personas mayores de diez años tenemos anticuerpos, lo hemos pasado a lo largo de la infancia, en muchos casos asintomáticos o pensando que era un resfriado típico de un niño que está en la guardería”, precisa.

El brote infeccioso de China

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha explicado que, de acuerdo a la información recibida de las autoridades China, los patógenos que se han detectado en el brote infeccioso en el norte del país son los virus sincitial respiratorio (VRS), el metapneumovirus humano (MPVH), el SARS-CoV-2 (causante de la covid) y, sobre todo, el de la gripe estacional.

“Los niveles de infecciones respiratorias notificados en China están dentro de lo habitual para la estación invernal”, ha recalcado la portavoz de la OMS, Margaret Harris.

Sin embargo, el hecho de ser un virus menos conocido que otros entre la población y que, además, exista un metapneumovirus aviar ha encendido algunas alertas.

La microbióloga explica que el metapneumovirus aviar es el posible ancestro del metapneumovirus humano y que ahora no existen brotes importantes de casos de este virus”.

Asegura que el metapneumovirus es un virus lento, que tarda mucho en mutar, y que es muy diferente al de la gripe aviar H5N1 que se adapta con más rapidez, por lo que no tiene porqué existir relación entre estos dos patógenos, “son dos problemas completamente distintos”.

La gripe aviar, por su parte, ha pasado de las aves a los mamíferos y de estos a los humanos, aunque todavía no existe transmisión directa de persona a persona, una amenaza que existe y que sí podría causar una pandemia.

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Un hombre con mascarilla camina por las calles de Pekín (China) en enero de 2025. EFE/EPA/JESSICA LEE

Síntomas y grupos de riesgo del metapneumovirus humano

El metapneumovirus humano cursa con tos, fiebre, dolor de cabeza, congestión nasal…como un resfriado común y tan solo entre el 1 y el 5 % de los casos son graves al derivar en neumonía, bronquitis o bronquiolitis, según la también jefa del Servicio de Microbiología del Hospital General de Valencia.

Los grupos de riesgo son los menores entre 6 meses y 5 años que todavía no han desarrollado los anticuerpos frente a esta infección, pero también los mayores que van perdiendo defensas o las personas inmunodeprimidas a causa de enfermedades.

“Es un virus de la infancia, es un virus de las guarderías, de cuando los niños comienzan a socializar, como ocurre con el virus respiratorio sincitial”, explica la especialista.

Cómo detectarlo y tratarlo

Las pruebas de diagnóstico PCR pueden detectar la presencia del HMPV.

Lo habitual en los hospitales es que a personas con infecciones graves les hagan las pruebas de los virus más comunes, como gripe A y B, coronavirus y respiratorio sincitial, aunque se puede ampliar hasta un total de 23 patógenos entre los que figura el metapneumovirus humano.

“Los microbiólogos queremos identificar los distintos virus (en los pacientes) porque hay algunos que tienen potencial pandémico”, indica Concepción Gimeno, portavoz de la SEIMC.

Y afirma que actualmente se están detectando casos esporádicos, “no hay ningún brote actualmente en España”, al contrario que la gripe estacional, que en esta época empieza a ser un problema respecto a los ingresos y urgencias hospitalarias.

El metapneumovirus humano leve se combate con hidratación, analgésicos, cuidados en casa y, sobre todo, se previene con el uso de la mascarilla y el lavado de manos.

No existe ni un fármaco antiviral específico, ni una vacuna contra el HMPV, aunque la microbióloga considera que, dada su similitud con el virus respiratorio sincitial y si aumenta su incidencia, podría darse la posibilidad de desarrollar una vacuna.

El metapneumovirus humano, de la familia paramyxoviridae, se describió por primera vez en el año 2001 en un laboratorio de los Países Bajos y cuando se analizaron sueros de hasta cincuenta años atrás se observó que las personas habían desarrollado anticuerpos contra un virus que no era nuevo, sino que convivía desde hacía muchos años entre la población global.

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El 95 % de los españoles reconoce que los abrazos mejoran su bienestar emocional

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Abrazos y bienestar emocional: un vínculo científico

El contacto físico, especialmente los abrazos, es fundamental para el bienestar emocional.

“El gesto de dar un abrazo libera oxitocina, la hormona de la felicidad, lo que genera un mejor estado de ánimo, controla los latidos del corazón e, incluso, nos traslada a un estado de calma y seguridad, que incide directamente sobre la salud emocional de las personas”, explica Soraya Bajat, jefa del servicio de Salud Mental de los Hospitales Universitarios Sanitas la Zarzuela y La Moraleja.

Este proceso químico genera múltiples beneficios:

  • Mejora el estado de ánimo
  • Reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés)
  • Regula el ritmo cardíaco
  • Fomenta una sensación de calma y seguridad

Un estudio de Sanitas destaca los beneficios físicos y emocionales del contacto físico en las relaciones personales.

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Los jugadores del FC Barcelona Víctor Valdés (i) y Javier Mascherano se abrazan al final de un partido. EFE/Toni Galán

La encuesta, realizada como parte de la campaña navideña “No dejes abrazos pendientes”, revela que el 73 % de los encuestados asocia los abrazos con cariño, el 64 % con amor, el 56,3 % con consuelo y el 53 % con tranquilidad.

Estos resultados subrayan el papel del contacto físico en la gestión emocional diaria, especialmente en momentos de estrés o incertidumbre.

Beneficios físicos de los abrazos

Además del impacto emocional, los abrazos también tienen efectos significativos en la salud física. Nueve de cada diez españoles creen que este gesto contribuye a su bienestar físico.

“Este beneficio físico es real, puesto que esa gestión de la calma ayuda a reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, por lo tanto, repercute directamente sobre la función cardiovascular. Además, ayudan a controlar la liberación de cortisol, la hormona del estrés, que puede influir, incluso en la calidad del sueño y, por tanto, del descanso”, continúa la doctora Bajat.

El estudio también destaca la frecuencia de los abrazos entre los españoles: en promedio, se dan 15 abrazos a la semana.

Las mujeres lideran esta práctica con 17,7 abrazos semanales, mientras que los adultos entre 35 y 44 años alcanzan los 21.

En contraste, los mayores de 65 años abrazan menos, con un promedio de 10,6 a la semana, siendo además el grupo que menos abrazos recibe.

La campaña “No dejes abrazos pendientes”

Esta investigación forma parte de la campaña de Sanitas, que busca promover el contacto físico como una forma de cuidado mutuo.

La iniciativa incluye un sitio web con información y consejos sobre los beneficios de los abrazos, además de testimonios de expertos en salud mental como Elizabeth Clapés y Patricia Ramírez.

“Como compañía especialista en salud sabemos que parte de nuestra misión pasa por fomentar el cuidado entre nosotros. Un cuidado responsable, honesto en el que la afectividad y la cercanía juegan un papel clave”, subraya Yolanda Erburu, Chief Sustainability y Corporate Affairs en Sanitas y Bupa Europe & Latinamerica.

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Sobrevivir a la muerte súbita sin secuelas: RCP y desfibrilación aumentan las posibilidades

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La aparición repentina e inesperada de una parada cardiaca, en una persona aparentemente sana y con buena salud, se conoce como muerte súbita que precisa de atención médica inmediata para poder sobrevivir sin secuelas.

La causa más frecuente de muerte súbita es una fibrilación ventricular, una arritmia cardiaca maligna que impide que el músculo del corazón se contraiga de forma coordinada, resultando en la ausencia de latidos eficientes y en la detención inmediata del bombeo de sangre al cuerpo.

La víctima, pierde el pulso y pocos segundos después, el conocimiento y la capacidad de respirar, si no recibe atención médica inmediatamente, fallecerá a consecuencia de un paro cardiaco.

Cuando el corazón deja de bombear sangre, la presión arterial cae a cero y se anula el riego sanguíneo, resultando en la detención total de aporte de oxígeno y demás nutrientes al resto del cuerpo.

El órgano más crítico a la hora de no recibir riego sanguíneo es el cerebro, ya que tan solo unos pocos minutos tras la parada cardiaca comienza a sufrir daños irreversibles. El daño cerebral es la principal secuela en pacientes que son reanimados.

La muerte súbita no se puede predecir o controlar, pues ocurre de manera inesperada, sin embargo, algunas personas pueden tener síntomas previos que alerten como sufrir alguna pérdida de conocimiento que se recupera espontáneamente, o episodios de palpitaciones rápidas de inicio y final brusco.

Cuando se produce una parada cardiaca, la persona repentinamente pierde la consciencia y no tiene respuesta a estímulos (como ruidos o dar un pellizco), deja de respirar, y pierde el tono rosado de la piel que se suele volver de color pálido inicialmente y luego azul violáceo.

Las causas más frecuentes de parada cardiaca

Como la enfermedad coronaria (infarto de miocardio) es la causa más frecuente de parada cardiaca, ésta se podría prevenir “evitando factores de riesgo que provocan la aterosclerosis en las coronarias, el endurecimiento de las arterias como consecuencia de la acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias, que posteriormente van a provocar el infarto con arritmia maligna asociada que resulta en la parada cardiaca”, apunta el doctor Borja Ibáñez, cardiólogo intervencionista de la Fundación Jiménez Díaz y director científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y jefe de grupo del Centro de Investigación en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV).

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Doctor Borja Ibáñez, cardiólogo intervencionista de la Fundación Jiménez Díaz y director científico del CNIC y jefe de grupo del CIBERCV.

Otra causa de parada cardiaca es padecer una cardiopatía de origen genético (familiar), que puede ser silente y debutar como una parada cardiaca sin ningún síntoma previo. Los chequeos a familiares con antecedentes en cardiopatías hereditarias o a personas que han sufrido un infarto de miocardio y lo han superado, pueden evitar el riesgo de muerte súbita.

La edad es un factor a tener en cuenta a la hora de tener más posibilidades de sufrir muerte súbita. En personas mayores de 35 años con enfermedad arterial coronaria, o con miocardiopatía hipertrófica, una enfermedad genética que se caracteriza por un engrosamiento del músculo del corazón (que puede dificultar el bombeo de la sangre del corazón), puede aumentar el riesgo de muerte súbita.

También en personas que, tras un infarto de miocardio, a pesar de haber sido tratado correctamente, el corazón ha quedado con una cicatriz que puede aumentar el riesgo de tener una arritmia.

Los factores de riesgo

Aunque es muy difícil de prevenir, pues se produce en personas aparentemente sanas y de forma repentina, existen factores de riesgo como la obesidad, la diabetes o el tabaquismo, que pueden asociarse con este problema cardiaco mortal.

“Hay otros motivos de muerte súbita no relacionados directamente con el corazón como puede ser una hemorragia cerebral o una rotura en un aneurisma de la aorta o, incluso, una embolia de pulmón”, añade el doctor Ibáñez.

Aunque es muy poco frecuente, un suceso que provoque un esfuerzo o dañe el tejido cardiaco puede aumentar el riesgo de muerte súbita, como puede ser un fuerte golpe en una zona pequeña justo frente al corazón como se ha documentado en bolazos de béisbol, por ejemplo.

También, sufrir enfermedades con corazones aparentemente normales pero con alto riesgo arrítmico como el síndrome de Brugada, el de QT largo, o la taquicardia ventricular por catecolaminas pueden provocar muerte súbita.

Acciones para sobrevivir a la muerte súbita

El único tratamiento eficaz para ralentizar el daño secundario a la falta de circulación durante un episodio de muerte súbita es la reanimación cardiopulmonar (RCP) hasta que lleguen los servicios médicos de urgencia.

En muchos casos, la parada cardiaca se puede revertir aplicando una desfibrilación, bien cuando se presentan los servicios de emergencias, o bien usando los DESA (desfibrilador externo semiautomático) que cada vez están presentes en más entornos públicos.

La desfibrilación consiste en administrar al corazón una descarga eléctrica controlada para reiniciar la actividad del corazón y recuperar el ritmo normal.

La RCP se realiza hasta que se pueda utilizar un desfibrilador. La RCP se debe llevar a cabo poniendo ambas manos en el centro del esternón de la víctima y hacer compresiones profundas hacia abajo, con los brazos extendidos en ángulo recto respecto al paciente.

Hay que comprimir el esternón unos 4 ó 5 centímetros con una frecuencia rápida aproximadamente entre 100 y 120 compresiones por minuto, a un ritmo regular y continuo (la canción de la Macarena, es una buena forma de llevar el ritmo de las comprensiones), sin interrupción, hasta que la víctima recupere el conocimiento o lleguen los servicios de emergencia.

La recuperación de las personas que sufren una parada cardiaca depende en gran medida del tiempo que transcurre desde que el corazón se detiene hasta que se aplica la desfibrilación y en función de si se ha aplicado RCP o no hasta la misma.

Por cada minuto que pasa, hay un 10 % menos de probabilidades de que el paciente se recupere. La rapidez con la que se lleva a cabo la ayuda a una persona que sufre un episodio de muerte súbita, marca la diferencia entre el fallecimiento y la recuperación.

“La ejecución de un masaje cardiaco puede hacer que la persona sobreviva y tenga las menos secuelas posibles hasta que lleguen los servicios de emergencias, cuantos más minutos pasen con el corazón parado sin recibir masaje cardiaco, aumenta las posibilidades de que el paciente no sobreviva y si lo hace lo haga con daños neurológicos muy importantes”, explica el cardiólogo.

En España se producen más de 80 casos de muerte súbita cada día, unos 30.000 al año, de los cuales, tan solo entre el 5 y el 11 % de ellos, tienen posibilidades de sobrevivir sin secuelas tras sufrir una parada cardiaca fuera de un hospital.

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