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La batalla munduruku contra la minería: los peligros del mercurio entran en el aula

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Una mujer indígena de la etnia Mundurukú trabaja procesando yuca para producir harina, en la aldea Kaba Biorebu de la Tierra Indígena Mundurukú en el municipio de Jacareacanga, en el estado de Pará (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

«Azokidi» era una palabra poco familiar para el pueblo munduruku, hasta que comenzó a recorrer los ríos de la Amazonía y las venas de los indígenas. Ahora, han decidido enseñar a sus hijos en la escuela a defenderse de esta plaga que envenena sus vidas. «Azokidi» significa mercurio.

La profesora Auriciana Dace Munduruku, indígena de la etnia Mundurukú, enseña a sus alumnos sobre problemas ambientales, en la aldea Kaba Biorebu de la Tierra Indígena Mundurukú en el municipio de Jacareacanga, en el estado de Pará (Brasil). EFE/ Isaac Fontana
La profesora Auriciana Dace Munduruku, indígena de la etnia Mundurukú, enseña a sus alumnos sobre problemas ambientales, en la aldea Kaba Biorebu de la Tierra Indígena Mundurukú en el municipio de Jacareacanga, en el estado de Pará (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

En la aldea ‘Kaba Biorebu’, en la Tierra Indígena Munduruku (Brasil), una veintena de familias viven en sencillas casas de madera sobre una ladera escarpada. Se dedican a la producción de harina de mandioca, pero principalmente viven de lo que cultivan, cazan y pescan en la selva.

El manantial que corona la aldea y con el que sacian su sed fue víctima en el pasado de la fiebre minera. Desemboca en el río Tapajós, donde multitud de niños juegan, se bañan y lavan sus ropas a diario en sus aguas, vistas hoy con recelo por los líderes de la comunidad.

Saben que la crónica fiebre del oro ha contaminado sus ríos y amenaza su futuro en la Tierra Indígena Munduruku, que ocupa un área de 2,4 millones de hectáreas y da cobijo a más de 9.000 indígenas.

Se estima que esta etnia es la segunda más afectada del país por la minería -prohibida en las reservas indígenas brasileñas-, por detrás de los yanomamis.

Rosane Kaba Munduruku es profesora desde hace ocho años en la reserva. Da clase de Cultura e Identidad, aunque la realidad le ha obligado a enseñar recientemente a los más pequeños sobre los graves impactos del mercurio para su salud.

Hace apenas un mes distribuyeron un libro de texto que habla solo de los peligros de la minería ilegal y, en concreto, de este metal líquido que utilizan los garimpeiros para separar el oro del resto de materiales que extraen del suelo.

Un mecanismo altamente efectivo, pero igual de tóxico y que acaba incorporándose a la cadena trófica a través del suelo, el agua y el pescado, principal sustento de los mundurukus y de muchos otros pueblos ancestrales de la Amazonía.

Clases para alertar sobre el mercurio

La portada del libro da dimensión del drama. En tonos rojizos, lleva por título en letras grandes amarillas: ‘Mercúrio Amazônia’.

«No sabíamos que hacía tan mal para los niños, para los ancianos… Los niños pueden tener dificultades para andar, para aprender, para mover las manos…», dice a EFE Rosane.

Sospecha de un caso dentro de la aldea. Asegura que una niña de un año tiene dificultades para empezar a caminar.

«Tiene las piernas inestables, como sin fuerza», relata con un nudo en la garganta.

Auriciana Dace Munduruku es otra de las profesoras de la aldea. Imparte ‘Educación ambiental y Sostenibilidad‘ y en sus clases también aborda el tema de la minería y la deforestación, otro de los grandes males de la Amazonía.

Afirma que, gracias a ese trabajo de pedagogía, los niños mundurukus tienen hoy una «noción» de lo que representa el mercurio.

«Les transmitimos que los animales más intoxicados son los peces carnívoros, como pirarara, tucunaré, piraña, traíra…», explica.

Niños indígenas de la etnia Mundurukú, juegan fútbol a orillas del río Tapajó cerca a la aldea Kaba Biorebu de la Tierra Indígena Mundurukú, en el municipio de Jacareacanga, en el estado de Pará (Brasil). EFE/ Isaac Fontana
Niños indígenas de la etnia Mundurukú, juegan fútbol a orillas del río Tapajó cerca a la aldea Kaba Biorebu de la Tierra Indígena Mundurukú, en el municipio de Jacareacanga, en el estado de Pará (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

Los niños, entre los más afectados

Los temores de estas dos profesoras están sustentados por la ciencia y han crecido en el último lustro, coincidiendo con la administración del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), quien redujo el presupuesto ambiental y promovió la minería en la Amazonía.

Un estudio de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), institución vinculada al Ministerio de Salud, recogió muestras en varias aldeas mundurukus.

El 100 % evidenció algún grado de intoxicación y seis de cada diez registraron niveles de mercurio por encima de los límites máximos de seguridad establecidos por los organismos internacionales.

También analizaron 88 ejemplares de pescados. ¿El resultado? El mismo: todos contaminados.

El epidemiólogo Paulo Basta, quien ha sido coordinador de varias investigaciones sobre mercurio en indígenas, entre ellos los mundurukus y los yanomamis, explica a EFE que el grupo más vulnerable son las mujeres en edad fértil y los bebés de hasta cinco años.

«La mayoría de las veces nacen aparentemente normales, sin malformaciones, pero a medida que pasa el tiempo, pueden presentar retrasos en su desarrollo: tardan en sostener la cabeza, en quedarse de pie, además de tener dificultades en el aprendizaje», describe.

Los científicos calculan que los mundurukus han sufrido una exposición continua al mercurio por alrededor de 70 años. A día de hoy no hay datos sólidos sobre las consecuencias de una exposición en pequeñas dosis, pero durante tanto tiempo, tan solo estimaciones. EFE

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Las tierras agrícolas se convierten en «víctimas» y «barreras» de los incendios forestales en Europa

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Bruselas (Euractiv.com/.es) – Los devastadores incendios forestales que han afectado al sur de Europa este verano revelan la paradoja de esas zonas como víctimas de las llamas y también barreras potenciales para evitar su propagación, al tiempo que meten presión a las autoridades nacionales de los países del flanco mediterráneo de la Unión Europea (UE) para buscar soluciones a largo plazo.

Olas de calor sin precedentes han devastado los campos de Portugal a Grecia, al tiempo que han provocado numerosas víctimas, y la muerte de cabezas de ganado.

España perdió 18.000 hectáreas de tierras de cultivo, Portugal más de 2.000 y Francia una cantidad similar, incluidas 1.000 hectáreas de viñedos. En total, la devastación cubrió un área del tamaño de 31.000 campos de fútbol.

Sin embargo, en muchas regiones, las tierras de cultivo fueron también las que impidieron el avance de los incendios.

«Los viñedos que rodeaban los pueblos los protegían», explicó la semana pasada a la prensa  la ministra francesa de Agricultura, Annie Genevard. En cambio, en las zonas de bosque descuidado o matorral, el fuego se propagó a un ritmo vertiginoso.

Este contraste ha puesto a la agricultura en el punto de mira como herramienta para la prevención de incendios. Por ello, Genevard ha instado a restaurar la «agricultura protectora alrededor de los pueblos» como medida clave para mitigar futuros incendios forestales.

En España, los investigadores José Manuel Cabrero, César Martín-Gómez y Rayder Willian Leonardo Laura se pronunciaron en el mismo sentido, argumentando que décadas de declive rural -con tierras de cultivo y pastos abandonados- empeoraron las llamas al crear grandes reservas de combustible.

En León, una de las comunidades más afectadas, un alcalde de una población local recordó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la zona ha sufrido un éxodo rural constante durante 25 años, según informó El País.

¿Qué están haciendo los países afectados?

Las autoridades nacionales de los países del sur de Europa admiten ahora que el problema es estructural: a medida que el cambio climático golpee con más fuerza, también lo harán los incendios.

La cuestión no es ya si se pueden detener, sino cómo se adaptan los países y cómo se pueden utilizar las tierras agrícolas para prevenir incendios.

En ese sentido, Sánchez ha prometido un pacto nacional para reforzar la respuesta del país a la emergencia climática, cuyas negociaciones comenzarán en septiembre.

Portugal, por su parte, ha ido un paso más allá y ha renunciado a las ayudas puntuales para catástrofes en favor de un «programa estructural permanente» que se pondrá en marcha automáticamente cada temporada de incendios.

Grecia dio un paso más. Desde el pasado mes de junio, las empresas con un volumen de negocio superior a 500.000 euros -junto con camiones, equipos y bienes almacenados- están obligadas a suscribir un seguro contra catástrofes naturales.

En ese sentido, Genevard se comprometió a volver a la región de Aude, una de las más afectadas, antes de que acabe el año para elaborar una estrategia local con agricultores y alcaldes.

La alta funcionaria ha presentado un fondo de emergencia de 8 millones de euros e incluso ha sugerido flexibilizar las estrictas normas de la Denominación de Origen para que las uvas contaminadas por el humo puedan seguir llegando al mercado.

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(Editado por Martina Monti/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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Fracasan en Ginebra las negociaciones sobre un futuro tratado mundial para limitar la contaminación por plásticos

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Ginebra/Bruselas (Euractiv.com) – Los delegados de los países miembros de la ONU reunidos durante los últimos diez días en Ginebra no lograron, hasta este viernes, alcanzar un consenso que permita allanar el camino con vistas a pactar un Tratado mundial para limitar la contaminación por plástico.

Al tiempo que las previsiones apuntan a que la producción mundial de plástico se triplicará hasta 2060, la posibilidad de un acuerdo quedó truncada por los países que rechazan aplicar  restricciones a la producción: los países productores de petróleo, Rusia, India, Estados Unidos y China.

«A pesar de nuestros esfuerzos, tenemos que irnos con las manos vacías», lamentó este viernes por la mañana un representante del pequeño país insular de Tuvalu, tras un frenético maratón de 24 horas de negociaciones que acabó en fracaso.

Un representante de Sudáfrica admitió que «las posiciones siguen muy alejadas».

La primera ronda de negociaciones de cara a intentar lograr un tratado mundial para la limitación de la contaminación por plástico también fracasó a finales de 2024 en Busan (Corea del Sur).

Además de la limitación de la producción, otra de las grandes manzanas de la discordia en la mesa de negociación en Ginebra fue la financiación para que los países en desarrollo pudieran tomar medidas en ese sentido.

El Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL), observador oficial en las conversaciones, calificó la ronda de Ginebra de «abyecto fracaso». El proceso negociador, basado en el consenso, ha quedado «roto», según la plataforma.

En ese sentido, la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnes Pannier-Runacher, se mostró este viernes «decepcionada y enfadada».

«Un puñado de países, guiados por intereses financieros a corto plazo más que por la salud de sus poblaciones (…) han bloqueado la adopción de un ambicioso tratado contra la contaminación por plásticos», aseguró la funcionaria francesa ante los delegados en la sesión final de la reunión.

La próxima ronda de negociaciones, aún sin fecha,  tomará como punto de partida el texto rechazado en Corea del Sur el año pasado, mientras que las revisiones de ese documento realizadas en la cita de Ginebra quedarán descartadas.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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El rol de los recicladores, clave para un tratado global contra la polución por plásticos

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Fotografía sin fecha cedida del por la Fundación Avina desde la izquierda Nohra Padilla, Asociación de Recicladores de Bogotá; Jadira Vivanco (camisa blanca), Fundación Avina; Soledad Mella, Asociación de Recicladores de Chile (sostiene bandera); Silvio Ruiz, Red Latinoamericana de Recicladores; atrás izq a derecha Romina Malagamba y Paula Pariz en Ginebra (Suiza). EFE/ Fundación Avina /SOLO USO EDITORIAL NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Natalia Kidd

El reconocimiento del rol estratégico de los recicladores de base constituye el foco de los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales que participan en Ginebra de las arduas negociaciones para lograr un tratado internacional vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos.

Fotografía sin fecha cedida del por la Fundación Avina desde la izquierda Nohra Padilla, Asociación de Recicladores de Bogotá; Jadira Vivanco (camisa blanca), Fundación Avina; Soledad Mella, Asociación de Recicladores de Chile (sostiene bandera); Silvio Ruiz, Red Latinoamericana de Recicladores; atrás izq a derecha Romina Malagamba y Paula Pariz, Fundación Avina en Ginebra (Suiza). EFE/ Fundación Avina /SOLO USO EDITORIAL NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Fotografía sin fecha cedida del por la Fundación Avina desde la izquierda Nohra Padilla, Asociación de Recicladores de Bogotá; Jadira Vivanco (camisa blanca), Fundación Avina; Soledad Mella, Asociación de Recicladores de Chile (sostiene bandera); Silvio Ruiz, Red Latinoamericana de Recicladores; atrás izq a derecha Romina Malagamba y Paula Pariz, Fundación Avina en Ginebra (Suiza). EFE/ Fundación Avina /SOLO USO EDITORIAL NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Convocada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5.2) del Tratado Global sobre Plásticos busca llegar este jueves a un acuerdo en torno al texto definitivo del pacto, respecto del cual aún existen numerosos puntos en discusión y fuertes resistencias, sobre todo por parte de países productores de plásticos y de petróleo.

En este foro, cientos de organizaciones de la sociedad civil, líderes de recicladores de base y coaliciones empresariales comprometidas con una economía circular inclusiva aúnan esfuerzos para lograr que los 184 países que participan de la negociación sellen un tratado que sea vinculante, justo y ambicioso en los compromisos a adoptar.

Un trabajo fundamental

Uno de sus principales objetivos es que el tratado, que se negocia desde 2022, reconozca el papel estratégico de los recicladores en la gestión y mitigación de la contaminación por plásticos, así como el rol de los pueblos indígenas y de las comunidades más afectadas por la polución.

«Es fundamental que el artículo de transición justa sea priorizado y que tenga en cuenta principalmente a los recicladores de base«, señaló a EFE la coordinadora para el Programa de Economía Circular Inclusiva de la Fundación Avina en Brasil, Paula Pariz.

En torno al 60 % de los plásticos que se recuperan es gracias al trabajo de los cerca de 40 millones de recicladores de bases que hay en el mundo.

Pariz, quien participa de las deliberaciones que se desarrollan en Ginebra desde el 5 de agosto, resaltó que «desde hace más de cuatro generaciones, los recicladores de base trabajan, sobre todo en el Sur global, en la última frontera para poner fin a la contaminación, recuperando plásticos y poniéndolos de nuevo en el ciclo de producción».

«Nunca fueron reconocidos y ahora es el momento de hacerlo«, aseveró.

Las organizaciones abogan por la inclusión de los recicladores en el preámbulo del tratado y en el artículo sobre transición justa. También para que sean mencionados en los artículos de gestión de residuos y de financiación.

«Hablamos de la necesidad de dignificar, reconocer y visibilizar, pero, sobre todo, de mejorar las condiciones de los recicladores de base en el mundo. Hacemos escuchar nuestra voz con la esperanza de que este tratado sea ambicioso, vinculante y que detenga la contaminación», dijo a EFE la portavoz de la Alianza Internacional de Recicladores, Soledad Mella.

Economía circular y responsabilidades

El grado de ambición del tratado aún no está garantizado, y todavía persisten las discusiones sobre si las metas a trazar deben ser vinculantes o meros compromisos voluntarios.

Fotografía sin fecha cedida del por la Fundación Avina de asistentes a la negociación del Grupo de Contacto 3 sobre Mecanismos de Financiamiento, durante la Jornada 5.2 de las negociaciones del Tratado Global contra la Contaminación por Plásticos en Ginebra (Suiza). EFE/ Fundación Avina /SOLO USO EDITORIAL NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Fotografía sin fecha cedida del por la Fundación Avina de asistentes a la negociación del Grupo de Contacto 3 sobre Mecanismos de Financiamiento, durante la Jornada 5.2 de las negociaciones del Tratado Global contra la Contaminación por Plásticos en Ginebra (Suiza). EFE/ Fundación Avina /SOLO USO EDITORIAL NO VENTAS /SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Mientras tanto, prosigue el debate entre los países sobre los límites a la producción de plásticos, las mejoras en la gestión de residuos y la financiación necesaria para atender a la crisis ambiental.

«El tratado, para que tenga efecto, debe ser ambicioso y tener en cuenta no sólo los aspectos económicos, sino también el impacto social y ambiental de la crisis por los plásticos«, indicó a EFE la investigadora a cargo de la Unidad de Ciencias de Datos sobre Reciclaje de Fundación Avina, Romina Malagamba.

El PNUMA ha advertido que, a menos que se firme un tratado global, los residuos plásticos se triplicarán para 2026, causando un severo impacto en la salud humana y animal.

De acuerdo a datos de la ONU, anualmente se producen en el mundo unas 400 millones de toneladas de plásticos -la mitad, de un solo uso-, de las cuales solo un 10 % se recicla. Unas 11 millones de toneladas acaban cada año en lagos, ríos y mares.

Uno de los objetivos es pasar del actual modelo lineal de producción y descarte a otro de economía circular, donde se tenga en cuenta todo el ciclo de los plásticos, desde el diseño hasta la producción, la reutilización y la eliminación.

«El problema son los aditivos y químicos, y que hay una enorme cantidad de plásticos de un solo uso que no se recicla», advirtió Malagamba.

Según un estudio de la consultora Eunomia y el grupo de investigación Zero Carbon Analytics, difundido durante las deliberaciones en Ginebra, siete países (China, Estados Unidos, Arabia Saudí, Corea del Sur, India, Japón y Alemania) concentraron dos tercios de la producción mundial de plásticos en 2024.

«Todos somos responsables por el planeta, pero no todos tenemos el mismo nivel de responsabilidad; las asimetrías son enormes. Por eso es importante lograr un tratado ambicioso, justo y vinculante», apuntó Malagamba. EFE

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