Ciencia y Salud
Una epidemia silenciosa: los nuevos trastornos alimenticios

Los trastornos alimenticios han crecido y diversificado su alcance desde la pandemia. El síndrome del atracón, la ortorexia, la fatorexia o el trastorno por rumiación son algunas de las variantes que se han multiplicado en los últimos años.
Según la ANAD (Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados), los TCA causan unas 10.200 muertes anuales en España, 1 cada 52 minutos. Aunque es imposible medir su verdadero alcance, se calcula que los TCA han pasado de afectar a un 5 % de la población mundial en 2020 a un 9 % en 2024.
Aunque la mayor incidencia se encuentra en la preadolescencia y adolescencia (entre los 12 y los 18 años), cada vez se registran casos en edades más tempranas (desde los 6 años) y más tardías, (en la veintena, la treintena e incluso pasados los 50).

Factores de riesgo
Los especialistas del CEAP, la doctora Remedios Gutiérrez y el doctor Enrique Bajo explican que los TCA tienen un origen multifactorial, donde confluyen factores individuales, familiares y sociales.
Factores individuales
- En trastornos por restricción: predisposición genética, rasgos de personalidad como la autoexigencia y perfeccionismo extremos, necesidad de control, rigidez cognitiva y una baja autoestima.
- En la bulimia o el síndrome del atracón: ansiedad e impulsividad. Autoestima y auto-imagen negativa. También influye cómo ha sido percibida la persona en su entorno durante su adolescencia.
La doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra, endocrino/internista y psicoanalista del CEAP, observa que durante la adolescencia se gestan la gran mayoría de TCA, pues al estar en pleno desarrollo la personalidad, la autoestima y el rol social hacen que sea uno de los momentos en que se vive una mayor presión ambiental en torno a la imagen corporal.

Factores familiares
La doctora explica que en las familias desestructuradas tiende a darse una falta de estructura estable, que junto a los apegos inseguros, los hijos pueden tender a un TCA para aferrarse a un elemento de “orden” y estructura.
Los ambientes sobreprotectores derivan en dinámicas excesivamente controladoras y exigentes, por lo que el trastorno en estos casos se vive como una forma de encajar.
También puede detonarse debido a cambios traumáticos en la familia con un divorcio difícil o una muerte.
Factores sociales
La presión por alcanzar un ideal de belleza inalcanzable se inició en los años ochenta del siglo pasado, pero se ha amplificado a través de las redes sociales y la normalización de los filtros y cirugías estéticas.
“El sistema de tallas no juega a favor, al no estar unificadas ofrece un patrón heterogéneo. Hay un informe interesante al respecto titulado precisamente ‘No encontrar tu talla promueve la anorexia’, en el que se recoge como un 44% de la población se habría puesto a dieta al ver que no les valía la talla que ellos creían que era la suya”, explica la psiquiatra.
Además, continúan proliferando sin control los contenidos pro-anorexia y pro-bulimia.
Los TCA emergentes
La mayoría de los trastornos alimenticios tienen en común un factor de dismorfia corporal (no verse como uno es, distorsionado) y rasgos comunes con las adicciones, pues hay cierto “enganche” al propio trastorno, sus límites y “reglas” que se sienten como una forma de “ordenar” la propia vida, más allá del objetivo que se perseguía inicialmente.
“Siempre se quiere más porque el trastorno, que se inicia como una herramienta para alcanzar un fin, acaba siendo un fin en sí mismo”, aclara la doctora del CEAP.
La bulimia y la anorexia nerviosa son los trastornos alimenticios más frecuentes y conocidos. Sin embargo, en los últimos años, especialmente después de la pandemia, se ha disparado una gran variedad de trastornos alimenticios.
Los expertos del CEAP subrayan la importancia de la psicoterapia en todos los TCA. En algunos casos, el tratamiento farmacológico puede ser un complemento necesario según el trastorno.
Además, la concienciación social y la regulación de contenidos dañinos en redes sociales son clave para frenar esta epidemia silenciosa.
Síndrome del atracón y comedor nocturno
Es el trastorno alimentario más extendido, afectando a dos tercios de las mujeres y un tercio de los hombres.
Se caracteriza por ingestas excesivas con un elevado consumo de alimentos hipercalóricos en un intervalo corto de tiempo, acompañado por una sensación de pérdida de control y sentimiento de culpa tras la ingesta.
A diferencia de la bulimia, en el síndrome del atracón no hay conductas compensatorias, lo que puede derivar en obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares. En su variante nocturna, los episodios ocurren exclusivamente en la noche, a menudo vinculados con trastornos del sueño.
“Para su tratamiento, además de la psicoterapia, recomendada en todos los TCA, a nivel psiquiátrico los fármacos empleados para TDA y TDAH han demostrado funcionar en ciertos casos de trastorno por atracón”, especifica la doctora.
Fatorexia: el TCA inverso
Afecta principalmente a hombres mayores de 40 años y consiste en una distorsión de la imagen corporal en la que la persona, a pesar de tener sobrepeso u obesidad, se percibe delgada.
Su impacto en la salud puede ser tan grave como el de la anorexia, por los graves problemas de salud asociados a la obesidad, como el tratamiento de diabetes tipo II, hipertensión y enfermedades cardiovasculares severas.
Su tratamiento pasa por la psicoterapia y un acompañamiento nutricional para lograr una bajada de peso saludable, posibilitando disminuir los riesgos asociados con la obesidad.
Ortorexia: la obsesión por lo “puro”
Cada vez más impulsada por las redes sociales, la ortorexia se basa en una obsesión patológica por consumir solo alimentos considerados “saludables” o “biológicamente puros”.
Este trastorno alimenticio puede llevar a graves deficiencias nutricionales (anemia, avitaminosis…) además de alterar la salud mental.

Trastorno por purga y vigorexia
En estos casos, las purgas (vómitos, laxantes o ejercicio excesivo) no van precedidas de un atracón. En la vigorexia, el trastorno se centra en una obsesión por ganar músculo, con patrones alimentarios poco saludables.
Un indicador es el intenso sentimiento de culpa ante la ingesta de algo no orgánico, castigándose con ayunos rígidos si se consume. Suele haber bajada de peso notable y pérdida de las sensaciones naturales de hambre y saciedad.
Los expertos señalan que a los ortoréxicos les cuesta mucho reconocer su problemática, pues creen estar haciendo lo correcto y suelen, incluso, difundir su modelo de alimentación. Consideran que su fórmula es idónea y tienden a menospreciar a quienes no la siguen.
Síndrome de rumiación
Según estudios recientes, se encuentra entre los trastornos alimenticios con mayor incidencia creciente, alcanzando al 3,1 % de la población.
“Popularizado” a principios de los 2000 por personajes famosos como Karl Lagerfeld (se llegó a conocer
popularmente como “la dieta del Kaiser”), se trata de masticar y escupir o regurgitar la comida inmediatamente tras ingerirla.
Se suele asociar a otros trastornos mentales como la depresión ansiosa y puede causar daños severos en el esófago, además de problemas de autoestima, aislamiento social e infrapeso. En este caso los especialistas recomiendan terapia del comportamiento y medicamentos para aliviar los potenciales daños fisiológicos.
Trastorno de evitación/restricción de la ingesta
Este trastorno es cada vez más común y afecta al 3,2 % de la población infantil. Se caracteriza porque los afectados comen muy poco y/o tratan de evitar ciertos alimentos. En su origen puede encontrarse una mala experiencia como un atragantamiento.
Puede causar problemas nutricionales severos y riesgo de muerte. Es habitual que conduzca a la pérdida de peso y quienes lo padecen muestran un desinterés general por comer, rechazo intenso a ciertos sabores, texturas, colores u olores.
La terapia cognitivo-conductual es una de sus mejores vías de tratamiento, pues ayuda a identificar conductas destructivas y modificarlas
Pica: comer lo no comestible
Es uno de los trastornos alimenticios menos conocidos por la población general, aunque cada vez afecta a más gente. Consiste en la ingesta regular de sustancias no alimenticias como tierra, tiza o pintura.
Es más frecuente en personas no neurotípicas, es decir, con trastornos del espectro autista o síndrome de Down. Su tratamiento más eficaz son las terapias de modificación conductual.
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Ciencia y Salud
Madrid, la ciudad con mayor esperanza de vida en la UE

Bruselas (Euractiv.com/.es) – La esperanza de vida en la Unión Europea (UE) alcanzó 81,4 años en 2023, la cifra más elevada registrada hasta la fecha por la agencia estadística comunitaria, Eurostat. Madrid se lleva la palma en cuanto a longevidad.
Durante la pandemia de COVID-19, la esperanza de vida en la UE disminuyó ligeramente tanto en 2020 como en 2021, los peores años. No obstante, las cifras de esperanza de vida han vuelto a escalar velozmente hasta 3,8 años desde 2002, cuando Eurostat empezó a registrar esos datos en todo el bloque.
Los resultados de la oficina de estadística comunitaria contrastan sin embargo con un estudio reciente de la revista científica The Lancet, según el cual los europeos son menos longevos debido sobre todo al efecto nocivo en la salud derivado del consumo de tabaco y alcohol.
Los datos publicados en The Lancet, sin embargo, sólo cubren hasta el año 2021, lo cual podría explicar las diferencias en los guarismos.
Según los datos de Eurostat, la mayor esperanza de vida en la UE está en Madrid, seguida de Trento (Italia), las Islas Åland, Navarra (España) y Bolzano, en la región septentrional italiana de Tirol del Sur.
En el extremo opuesto, Bulgaria y Hungría registraron los peores resultados.
El estudio de Eurostat revela la «brecha sanitaria» entre Europa del Este y Occidental, tal como ya han destacado otras publicaciones, entre ellas The Lancet y el informeHealth at a Glance 2024 de la OCDE , en el cual se constataba una diferencia de ocho años entre la esperanza de vida más elevada y la menor, según en qué región del bloque.
De acuerdo con Eurostat, en 2023 la esperanza de vida de las mujeres fue 5,3 años mayor que la de los hombres, probablemente debido a que las mujeres suelen ser más prudentes a la hora de adoptar determinados hábitos de consumo considerados potencialmente peligrosos.
Las menores diferencias entre hombres y mujeres se registraron en Luxemburgo, Países Bajos y Suecia.
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[Editado por BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es]
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Ciencia y Salud
Fernando Simón, en el quinto aniversario de la pandemia: “Lo que se hizo era correcto”

En el acto de aniversario “5 años después: memoria, aprendizaje y futuro de la covid-19”, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) ha reflexionado con la ministra de Sanidad, Mónica García, sobre todo lo que ocurrió y se hizo aquel 2020 para contener al coronavirus.
A “toro pasado” es más fácil plantear qué se podría haber hecho distinto, pero con las condiciones de entonces y la información que había disponible, Simón cree que lo que se hizo en aquel momento “era correcto”.
Con la información de hoy, reconoce que las medidas que se tomaron “se podrían afinar mejor” o “aplicar de otra manera”. Por ejemplo, el confinamiento podría haber sido “más quirúrgico” y “más suave en algunas situaciones o algunas circunstancias. No tiene sentido que una persona que vive sola en el monte esté confinado en su casa”, ha admitido.
Él no tomó decisiones individuales, porque ahí eran muchos los que trabajaron en mitigar la pandemia. “Hice lo que estaba previsto hacer”, aunque “obviamente todo se puede mejorar”, ha recalcado.
Lo que “nunca” hizo fue apoyar medidas políticas contrarias al criterio científico.
“Nunca defendí, nunca he defendido y nunca defenderé posiciones políticas que no concuerden con el criterio técnico científico”, ha garantizado.
Sí ocurrió “lo contrario: durante la pandemia hubo propuestas políticas que se pusieron sobre la mesa y que conseguimos entre los técnicos del Ministerio, de las comunidades autónomas, del Instituto de Salud Carlos IIII, que se pararan o se cambiaran o se pospusieran a momentos en los que no iban a tener un impacto grave sobre la salud”.
“Todo se puede hacer mejor. Ahora hemos aprendido de la pandemia y se han desarrollado muchas herramientas, pero es cierto que en aquel momento era difícil plantear acciones diferentes a las que se plantearon”, entre otras cosas, porque fueron muy parecidas a las que se hicieron en el resto del mundo.
Simón ha asegurado que en estos años han sido muchas más las muestras de agradecimiento que las críticas de “haters”, personas que “odian” y que lo que quieren es sesgar el mensaje científico.
“Nunca me planteé dimitir, al menos por ellas”, porque su trabajo incluye “comunicar”. “Y yo no voy a dejar de hacer mi trabajo”, ha subrayado.
“Fernando Simón no era importante en aquel momento. Lo importante era que la comunicación llegara donde tenía que llegar y que lo que se comunicaba se implementara correctamente”, y el efecto de esa estrategia “fue el bueno”, porque al final “España es el país donde mejor se implementaron las medidas de control duras” como el confinamiento y “donde mejor se desarrolló la investigación”.

Mónica García, en el acto del quinto aniversario de la pandemia, ha agradecido a Fernando Simón su labor al frente del CCAES: “Gracias por estar ahí, yo lo viví con una enorme tranquilidad y confianza. Es verdad que hay una herramienta de salud pública de la que no se habla que se llama confianza, así que muchísimas gracias por hacerte cargo y por dar la cara, que ninguna de las dos cosas son fáciles”, ha enfatizado.
García, que entonces lideraba la oposición en Madrid, ha asegurado que lo que echa “de más” de la pandemia fue el “exceso de propaganda, las mentiras, los bulos, el negacionismo, las fake news”, que impidieron hacer una evaluación de las políticas implantadas.
La ministra de Sanidad considera que con la pandemia “no hay que ser triunfalista ni tampoco hay que ser catastrofista”. “Hemos aprendido muchas cosas, y una es cuando la política se puso detrás de la ciencia. La ciencia salva vida, el conocimiento salva vidas, la investigación salva vidas”, ha concluido.
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Ciencia y Salud
Paranoia: un trastorno mental que cursa con delirios

La paranoia es un estado mental caracterizado por delirios de persecución o grandeza, desconfianza extrema y sospecha injustificada.
Según la Clínica Universidad de Navarra, puede presentarse sola o asociada a trastornos como la esquizofrenia o alteraciones del estado de ánimo, e incluso surgir por el uso de drogas o medicamentos.
Quienes la padecen suelen tener creencias infundadas y persistentes, como sentirse vigilados o considerarse excepcionalmente importantes, sin alucinaciones auditivas significativas. Aunque, según dicha clínica, carecen de base real, estos delirios son incuestionables para el afectado.
La evolución de la paranoia
Según la Clínica Universidad de Navarra, a lo largo de la historia, el concepto de paranoia ha experimentado una notable evolución en su significado y aplicación dentro del campo de la Psiquiatría.
En sus primeras definiciones, el término se utilizaba de manera amplia para referirse a cualquier tipo de psicosis en la que el individuo mantuviera una relativa claridad y coherencia en su pensamiento, a pesar de la presencia de ideas delirantes.
No obstante, con el avance de la investigación en salud mental y el desarrollo de criterios diagnósticos más precisos, la definición de paranoia se ha ido restringiendo progresivamente.

¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la paranoia es un proceso complejo que exige una evaluación minuciosa por parte de profesionales de la salud mental. Para ello, se recurre a la observación clínica y al análisis exhaustivo del historial médico y psiquiátrico del paciente.
Dado que la paranoia comparte ciertos síntomas con otras psicosis, según la Clínica Universidad de Navarra, es fundamental establecer una diferenciación precisa para garantizar un tratamiento adecuado y personalizado.
Tratamiento de la paranoia
El tratamiento de la paranoia suele combinar medicación psicotrópica con terapia psicológica. Los antipsicóticos ayudan a reducir los delirios y la agitación, mejorando la estabilidad emocional del paciente.
Por su parte, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz para que los afectados identifiquen y modifiquen pensamientos y conductas distorsionadas, promoviendo una mejor adaptación a la realidad, según la clínica anteriormente mencionada.
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