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Ciencia y Salud

Siete de cada 10 adultos en España sufren alguna parasomnia

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Según los datos concretos del estudio 7 de cada 10 adultos sufren alguna parasomnia, siendo la prevalencia un punto superior en las mujeres que en los hombres (71,3 % frente al 70,3 %)

Tal vez una de las más conocidas es el sonambulismo, pero existen mucha otras como las pesadillas, la parálisis del sueño, el trastorno de conducta durante el sueño REM, los terrores nocturnos, los despertares confusionales, la sexsomnia o el trastorno alimentario relacionado con el sueño.

Algunas de estas parasomnias pueden conllevar riegos para la salud general de los pacientes que las padecen, como lesiones físicas, problemas emocionales, sociales y familiares, así como la interrupción del sueño normal, lo que lleva a consecuencias diurnas como fatiga o irritabilidad.

“Este hallazgo es llamativo, porque en las unidades de sueño tenemos la percepción de que solo hay un
muy pequeño grupo de estos pacientes que consultan. Esto tal vez se deba a que no se les da a las
parasomnias la importancia debida”, ha afirmado el doctor Karol Enrique Uscamaita Amaut, neurólogo
de la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital Universitari Sagrat Cor de Barcelona y uno de los
autores del estudio.

La frecuencia

Las parasomnias más prevalentes en el estudio fueron las pesadillas (prevalencia del 56,4 %), los terrores nocturnos (30,7 %), los despertares confusionales (18,9 %), la sexsomnia (18,7 %) y la parálisis del sueño (11,8 %).

El investigador también ha destacado que en el estudio han extraído otros datos relevantes, como que algunas parasomnias son más frecuentes en hombres y otras en mujeres.

Así, por ejemplo, los terrores nocturnos son más frecuentes en mujeres que en hombres (33,5 % vs 24,8 %), mientras que la sexsomnia fue más frecuente en hombres que en mujeres (25,7 % vs 15,3 %).

Además, las parasomnias han mostrado una importante reducción en su incidencia conforme se incrementaba la edad de los participantes en el estudio.

Se pasa de una prevalencia de casi el 94 % en el grupo de edad de 18 a 21 años, a una de poco más del 29 % entre la población mayor de 70 años.

Este descenso se ha dado en todas las parasomnias estudiadas con excepción del trastorno alimentario relacionado con el sueño, que por motivos desconocidos para los investigadores mostraba un pico de
incidencia en la edad adulta, en la franja de edad de entre los 40 y los 60 años.

Otro dato relevante es que las personas que toman medicamentos con un posible impacto en el sueño han presentado un riesgo superior de tener parasomnias.

La relación es especialmente significativa con el uso de los conocidos como fármacos Z (grupo de fármacos análogos de benzodiazepinas).

El uso de estos fármacos, precisamente, también constituyó en el estudio un factor de riesgo importante para sufrir terrores nocturnos.

Un problema infradiagnosticado

El investigador explica que teniendo en cuenta los resultados del estudio presentado en la sesión anual de la SES se puede decir claramente que las parasomnias son unos trastornos del sueño absolutamente infradiagnosticados.

“Lo más probable es que solamente aquellas personas con repercusiones graves por parasomnias sean las que consultan, mientras que una gran cantidad de pacientes no lo hacen, tal vez porque no las consideran enfermedades importantes”, indica el doctor.

El experto considera que estas altas cifras de infradiagnóstico se pueden deber a la falta de conocimiento de la población acerca de la importancia de estas enfermedades.

Además, también se debe al hecho de que muchas personas duerman solas y no tengan un compañero de habitación que les alerte de sus síntomas.

Imagen del cuadro “Mujer durmiendo (El Sueño)” (Antonio López García). EFE/J.L. Pino

La importancia del diagnóstico

No obstante, como ha alertado el experto, el diagnóstico de las parasomnias es muy importante por
muchas razones.

Es importante para evitar lesiones físicas derivadas de conductas peligrosas e inconscientes que se producen por la noche debido a estas enfermedades.

“También es importante decir que algunas parasomnias llevan a comportamientos que pueden tener consecuencias legales para el que las padece”, explica el especialista.

Otra cosa fundamental a destacar es que hay parasomnias como la del trastorno de conducta del sueño REM que debe ser estudiada porque es un síntoma precoz de enfermedades neurodegenerativas.

Para el neurólogo, los resultados de esta investigación son “un llamamiento” a los médicos del sueño.

“Por un lado, nos alertan del riesgo de generar parasomnias al usar algunos tipos de fármacos. Y, por
otro, nos hablan de la necesidad de hacer difusión científica entre la población, para que así podamos
crear consciencia de la alta probabilidad de tener estas enfermedades del sueño y de la necesidad de
buscar ayuda médica adecuada”, concluye el doctor.

Imagen de la escultura San Juanito dormido. EFE/ Fermín Cabanillas.

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Ciencia y Salud

Claves del ébola, el virus letal que se extiende rápido por el organismo

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Virus ébola

El virus del ébola causa hemorragias graves y sus primeros síntomas son fiebre repentina y alta, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta, además de vómitos.

Cuando ya está en el cuerpo empieza por destruir las células del hígado y agujerear los vasos sanguíneos impidiendo la coagulación. En ese momento comienzan las hemorragias incontroladas. A las dos semanas, aproximadamente, el enfermo muere en medio del llamado “vómito negro”, una hemorragia interna generalizada.

Nuevo brote en Uganda

El Ministerio de Salud de Uganda confirmó el pasado 30 de enero la muerte por ébola de un enfermero de 32 años empleado en el hospital de Kampala, en un nuevo brote de esta enfermedad que golpeó por última vez a Uganda en 2022, cuando una epidemia causó 142 casos confirmados y 55 muertes.

Los otros ocho casos confirmados están recibiendo atención médica y se encuentran estables, según el director general en funciones de Servicios de Salud del Ministerio, Charles Olaro.

Las autoridades sanitarias han puesto bajo cuarentena a 265 contactos, que están siendo sometidos a “estrictas medidas de control”.

Uganda lanzó la semana pasada una campaña de vacunación para la que el país cuenta con 5.000 dosis de vacunas en fase de ensayo clínico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó días antes de que 2.160 dosis de un candidato vacunal se encontraban ya en Kampala, después de haber sido almacenadas anteriormente como parte de la preparación para posibles brotes.

Según la OMS, es el primer ensayo de “eficacia” de esta vacuna durante un brote de la cepa de Sudán del ébola, después de que el donante de las dosis, la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida (IAVI), llevara a cabo las fases clínicas previas.

La cepa de Uganda

A diferencia de la cepa de Zaire, registrada en epidemias de la enfermedad en la vecina República Democrática del Congo (RDC), todavía no existe una vacuna aprobada para la cepa de Sudán, que es la de Uganda,

Esta cepa no solo es menos transmisible sino que presenta una menor mortalidad (40 % – 100 %) que la de Zaire (70 % – 100 %).

¿Cuál es el origen de la ébola?

Ya en “La historia de las guerras del Peloponeso”, Tucidides hacía mención a una gran plaga que mató a 300.000 personas en Atenas desde el 430 al 425 antes de Cristo. Algunos científicos creen que el historiador griego pudo asistir a una de las primeras epidemias del virus del Ébola. Aunque este caso sigue siendo indemostrable, desde 1967 ha habido a nivel mundial aproximadamente 1850 casos de infectados de los cuales solo han sobrevivido 650.

Virus Ébola
Imagen facilitada por el CDC estadounidense que muestra el virus del Ébola. EFE

Uno de los casos más virulentos fue el que afectó a el Zaire en 1995 cuando 315 personas contrajeron el virus tras haberse extendido por los hospitales. La mortalidad en aquella ocasión fue del 81 por ciento. En el año 2000 después de más de 21 años sin dar señales, la variante Sudán atacó a Uganda causando 224 muertes de los 427 infectados.

Desde entonces tanto Uganda como otros países de la región como Gabón, Sudán o el Congo han tenido sucesivos casos de fiebre hemorrágica del Ébola.

¿Cómo se previene?

La OMS indica que para prevenir el contagio hay que lavarse las manos, evitar el contacto con líquidos corporales de personas que tengan o puedan tener el virus; no tocar cadáveres de personas que hayan muerto por esta causa y vacunarse si hay riesgo de contraer el Ébolavirus Zaire.

virus ébola
Una muestra de la vacuna Ervebo contra la enfermedad por el virus del Ébola Zaire. EFE/EPA/FOCKE STRANGMANN

La vacuna Ervebo ha demostrado ser eficaz frente al Ebolavirus Zaire y está recomendada por el Grupo de Expertos de la OMS en Asesoramiento Estratégico en materia de inmunización junto con otras herramientas para responder a los brotes.

¿Cómo se transmite el virus del ébola?

Según la OMS se transmite por contacto directo con sangre, líquidos orgánicos -vómito, saliva, sudor u orina-, excrementos, prendas de vestir o incluso por tejidos de las personas infectadas, como el simple contacto de la piel, a través de las córneas de los ojos o de las mucosas de la boca. También se han dado casos de transmisión asociada a la manipulación de animales salvajes enfermos o muertos infectados (chimpancés, gorilas, monos, antílopes selváticos, murciélagos fruteros).

¿Qué enfermedad causa el virus de la ébola?

El virus del Ébola causa la enfermedad infecciosa conocida como el “Síndrome del Virus de Ébola” (SEV), que es una enfermedad aguda y potencialmente fatal con síntomas que incluyen fiebre alta, dolor de cabeza intenso, debilidad, diarrea y vómitos. Puede causar daño intestinal grave, hemorragia interna y externa e incluso la muerte si no se trata adecuadamente.

Variantes

Pertenece a la familia de los filovirus (denominados así por su aspecto filamentoso) en la que se encuadran el virus Marburg y cuatro variedades del Ébola: Sudán, Zaire, Reston, y una mutación descubierta en 1995 procedente de Costa de Marfil.

Marburg, fue el primero en detectarse, en la ciudad alemana que le dio nombre, en agosto de 1967. Una partida de monos importados desde Uganda por los laboratorios Nehring Works iniciaron el contagio. En aquella ocasión murieros seis personas de las 31 infectadas.

En Sudán en 1976 a orillas del río Ébola apareció la segunda variedad y de aquí cogió su nombre. Después de matar a centenares de personas se extendió a Zaire y llegó hasta una región de bosque húmedo donde se transformó para adaptarse al clima tropical dando origen a la variedad Ébola-Zaire, la más mortífera de todas.

El virus en su variante Reston se descubrió en diciembre de 1989 en monos procedentes de Filipinas y destinados a Estados Unidos, concretamente al laboratorio de Reston, Virginia pero los cuatro contagiados tuvieron más suerte y no enfermaron.

La denominada Ébola Tai o Costa de Marfil se aisló en 1995 en la sangre de una zoóloga suiza que enfermó después de haber practicado una autopsia a un chimpancé del Parque Nacional Tai, en Costa de Marfil. La zoóloga sobrevivió a la enfermedad.

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Ciencia y Salud

Mujeres, ciencia y un reto: hallar soluciones para evitar el abandono de la investigación

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La Agencia Efe ha invitado a reflexionar sobre los desafíos de la mujeres en la ciencia a dos científicas de diferentes generaciones del Centro español de Astrobiología (CSIC-INTA): Ester Lázaro, de 61 años, responsable de la investigación en evolución molecular de esta institución, a la que está ligada desde su creación hace 25 años; y Laura Colzi, astrofísica de 33 años, que estudia la complejidad química en el medio estelar.

Mujeres y ciencia: referentes

Sus testimonios denotan que en los casi 30 años que las separan se ha avanzado en que las niñas de hoy sí tengan referencias de mujeres “normales” que se dedican a la ciencia.

Lázaro no las tuvo. Las únicas mujeres formadas que trabajaban fuera de casa en el pueblo de Segovia donde creció en los años 60 del siglo pasado eran las maestras. Y las primeras científicas de las que tuvo conocimiento, Marie Curie o Margarita Salas, le parecían “heroínas inalcanzables” más que mujeres normales con una profesión que cualquier otra pudiese aspirar a ejercer.

“Ahora ya hay muchas chicas que comienzan la carrera universitaria o la acaban con la idea de dedicarse a la ciencia. En mi generación, ser investigadora, es un proceso que tuvimos que ir elaborando a lo largo del tiempo”, afirma.

Colzi sí tuvo esas referencias en el pueblo cercano a Florencia donde creció a finales de los años 90. Cuando comenzó su especialización “ya había mujeres que hacían los descubrimientos importantes, o lograban ser directoras de institutos internacionales de referencia” con los que ella aspiraba a colaborar, como la astroquímica italiana Paola Caselli, en el Instituto Max Planck de Física Extraterreste de Alemania.

La presencia de chicas jóvenes en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (las llamadas STEM por sus siglas en inglés) es cada vez mayor, pero la raíz de la desigualdad en la investigación no se da tanto en el acceso a la universidad sino en el desarrollo profesional, coinciden las entrevistadas.

Cuando Lázaro cursó Biología (una de las carreras donde tradicionalmente ha habido más mujeres) en la Universidad Autónoma de Madrid en los 80, había mayoría de chicas. La cosa cambió cuando se especializó en bioquímica y biología molecular. Hoy, casi cuatro décadas después, cuando se reúne con sus compañeros de promoción “el porcentaje de mujeres que ha acabado dedicándose a la ciencia es muchísimo más bajo que el de hombres”.

En el caso de Colzi, que estudió Física y luego se especializó en Astrofísica, el porcentaje inicial de mujeres con las que comenzó los estudios, un 40 % respecto a un 60 % de hombres aproximadamente, se mantuvo similar hasta la conclusión del doctorado. Y es ahí, en una edad, por lo general, cercana a los 30 cuando ella aprecia que algunas mujeres abandonan la carrera científica por la dificultad de conciliar.

“Eso se traduce en una élite científica dominada por hombres, que influye a la hora de decidir qué temas se investigan o cómo se reparte el dinero en investigación. Al final predomina la opinión de los hombres”, apunta Lázaro.

Expectativas y educación

En la escala más alta de los organismos públicos de investigación en España: aproximadamente el 75 % son hombres y el 25 % mujeres. La desigualdad que representan estas cifras no es exclusiva de la carrera científica, sino “fruto de un problema estructural de la sociedad que debe atajarse más desde la educación temprana”, señala la investigadora italiana.

“Las expectativas que pone la sociedad son muy diferentes para chicos y chicas. A ellos se les va a valorar más por su carrera profesional, y de ellas se sigue esperando que en algún momento, si es necesario, tengan que parar o compaginar su trabajo con los cuidados. Esa expectativa crea un sentimiento enorme de culpabilidad en la mujer, que no se da en el hombre”, incide Lázaro.

“Yo soy joven a nivel científico y necesito avanzar en mi carrera, pero también soy madre de una niña de dos años. Mientras a los hombres quizá les resulte fácil quedarse más tiempo en el trabajo sin sentirse culpables, a mi no. Cuando me quedo media hora más, aunque mi marido se ocupe, me siento mal por hacerlo”, señala Colzi.

“Es algo que no ha cambiado a lo largo de las generaciones. Tengo dos hijas y ese sentimiento también lo tenía”, añade Lázaro.

Un sistema científico que perjudica a las mujeres

Además de ahondar en conciliación y en facilitar los cuidados, las investigadoras sostienen que el actual sistema científico “tan competitivo y basado en los números” perjudica a las mujeres, y que se debería avanzar hacia otro más “cualitativo”.

“El trabajo científico que yo envío lo van a juzgar otras personas. Y la realidad es que todavía seguimos pensando que lo que dice un hombre tiene más autoridad que lo que dice una mujer”, agrega Lázaro. Hay estudios que confirman su percepción: los trabajos firmados por hombres se citan más que los de las mujeres.

“Yo por ejemplo siento, dentro de mi misma, que mi opinión nunca será valorada igual que la de un compañero hombre”, reconoce Colzi.

Preguntadas por cómo animarían a las niñas de hoy a dedicarse a la ciencia, Lázaro les dice que “crean en ellas mismas y no abandonen antes de intentarlo”. Colzi que “si es lo que les gusta, pueden transformar su curiosidad en un trabajo”.

Una niña observa unas muestras a través de un microscopio infantil. EFE/Juana Benet

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Ciencia y Salud

La detección y gestión de la sepsis en los hospitales necesita mejorar, según un estudio internacional

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Hospitales riesgo alto

El trabajo publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine se basa en las encuestas realizadas en 1.023 hospitales, 835 (81,6%) eran de Europa, con el objetivo de investigar en qué medida se implementan las recomendaciones de las guías de sepsis y la disponibilidad de infraestructura para la atención de pacientes agudos.

La sepsis surge cuando el cuerpo responde de manera extrema a una infección, lesionando sus propios tejidos y órganos, como pulmones, riñones, cerebro e, incluso, el corazón.

Se estima que hasta 50 millones de personas sufren sepsis cada año en el mundo, con más de 4 millones de casos neonatales e infantiles y 270.000 casos de sepsis materna y provoca 11 millones de muertes anuales, según datos de la Global Sepsis Alliance.

En España, según datos citados por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), hay una variabilidad importante en cuanto a la incidencia y la mortalidad, aunque ronda los 50.000 afectados, de los que unos 17.000 no logran superarla y mueren.

En este estudio ha participado el Instituto de Investigación e Innovación Parc Taulí (I3PT-CERCA) con el investigador Antoni Artigas al frente de esta iniciativa en Cataluña.

“Hemos analizado -explica- los programas que tienen los hospitales para la detección precoz de la sepsis, la aplicación del tratamiento estandarizado, la disponibilidad de una infraestructura adecuada y de estrategias de mejora de la calidad; todos ellos, componentes esenciales en el plan de sepsis de cualquier hospital”.

sepsis hospitales
El investigador Antoni Artigas del Instituto de Investigación e Innovación Parc Taulí (I3PT-CERCA). Foto cedida

Las carencias ante la sepsis en los hospitales

El estudio concluye que existe “un margen considerable de mejora” en un gran número de hospitales, en particular en lo que respecta a la identificación temprana y el tratamiento estandarizado de la sepsis, la disponibilidad de directrices, la infraestructura diagnóstica y terapéutica y la implementación de medidas de calidad de la atención.

Considera que hacen falta más esfuerzos para implementar una calidad de atención más integral y adecuada.

La investigación indica que:

  • Solo el 54 % de los servicios de urgencias, el 48 % de las plantas hospitalarias y el 62 % de las UCI realizan un cribado regular para identificar la sepsis.
  • La gestión estandarizada solo está implementada en un 57 % de los servicios de urgencias, un 45 % de las plantas hospitalarias y un 70 % de las UCI.
  • Además, menos del 10 % de los hospitales disponen de diagnósticos microbiológicos accesibles 24 horas 7 días de la semana, lo que puede retrasar el tratamiento adecuado.
  • Y solo un 4,6 % de los hospitales tienen programas específicos para la sepsis y apenas un 9,8 % han implementado iniciativas de mejora de la calidad.

Los resultados ponen de manifiesto que “existe un amplio margen de mejora en un gran número de hospitales, principalmente europeos”, subraya el investigador del I3PT-CERCA.

“Se necesitan más esfuerzos -añade- por parte de todos los agentes para ofrecer una atención más integral y de calidad adecuada. La gravedad de la sepsis lo exige”.

Código Sepsis

Para intentar que el paciente sea tratado de la sepsis cuanto antes y prevenir consecuencias irreversibles existe el Código Sepsis que se aplica en las diferentes comunidades autónomas.

El Código Sepsis es un protocolo de actuación urgente que facilita la detección de los pacientes con sepsis, el inicio del tratamiento precoz y la coordinación de la atención entre los niveles asistenciales.

Aunque solo representa un pequeño porcentaje de las infecciones cotidianas, la detección precoz y el inicio inmediato del tratamiento son fundamentales para el buen pronóstico.

Los síntomas son los escalofríos, irregularidades en la temperatura corporal (fiebre o hipotermia), confusión o desorientación; aumento del ritmo cardíaco, aumento de la frecuencia respiratoria, disminución de la producción de orina; dolor o malestar, erupción cutánea en manchas, dolor de cabeza con dificultad para flexionar el cuello o rechazo del alimento, piel fría o mal aspecto, especialmente en niños.

La detección de la sepsis es compleja porque no depende sólo de la infección, sino también de su repercusión sobre el cuerpo.

Una de las pruebas diagnósticas más utilizadas es el análisis de sangre para comprobar, entre otros, la evidencia de infección, el número de glóbulos blancos, la existencia de problemas de coagulación, la afectación de otros órganos o la alteración de la disponibilidad de oxígeno.

La principal medida terapéutica es la administración de antibióticos, oxígeno y líquidos por vía intravenosa.

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