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Ciencia y Salud

¿Miedo a conducir? Descubre las causas y cómo superarlo

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Miedo conducir

¿Sabías que en España 1 de cada 4 conductores tiene miedo a conducir?

Este miedo se llama amaxofobia y viene del griego amaxo, que significa carruaje, y phobos, que significa miedo.

Es un trastorno que suele afectar con más frecuencia a mujeres (64 %) que a hombres (36 %) y la edad media en la que aparece va desde los 31 a los 60 años.

En EFEsalud hablamos con la psicóloga Sonia Rojas, directora del equipo de psicólogos especializados de “Frena tu miedo”, centro especializado en el tratamiento de la amaxofobia, sobre esta fobia, sus causas, cómo afecta a la vida de los que la sufren y cómo es el tratamiento.

¿En qué se diferencian el miedo ocasional a conducir y la fobia?

La psicóloga explica que se diferencia en la frecuencia e intensidad de los episodios.

“En la fobia, estos episodios son mucho más frecuentes y la intensidad es también mucho mayor. La reacción que produce la conducción en una persona con fobia es desproporcionada, ya que el coche no debería generar esas reacciones”, indica la experta.

La duración también es más prolongada en la fobia, ya que la persona piensa en la situación de conducción antes y después de que ocurra.

“Por ejemplo, si le dices a uno de mis pacientes que mañana tiene que llevarte a Galicia, empezaría a preocuparse desde ese momento y estaría constantemente pensando en cómo va a hacer el recorrido”, señala la especialista.

El grado de sufrimiento es otro aspecto importante. Mientras que el miedo es limitado y transitorio, en la fobia el sufrimiento es mucho mayor y más persistente.

Finalmente, el grado de interferencia en la vida diaria es más profundo y limitante en la fobia.

La psicóloga explica que las personas con amaxofobia a menudo se ven obligadas a rechazar oportunidades laborales si no hay opciones de transporte que les permitan llegar a tiempo.

También suelen sentirse más aisladas socialmente, ya que evitarán desplazamientos largos que impliquen más de dos horas de viaje, lo que restringe sus interacciones sociales.

Esto también puede llevar a problemas como llegar tarde al trabajo y, en algunos casos, incluso perder el empleo.

“Además, el aislamiento y la presión social generan un riesgo más alto de desarrollar otras enfermedades mentales, como trastornos depresivos o de ansiedad. El agotamiento y la sensación de no ser capaces de realizar actividades cotidianas, como recoger a sus hijos, impactan en la calidad de vida y pueden causar conflictos en las relaciones de pareja”, advierte la experta.

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EFE/EPA/NOUFAL IBRAHIM

Factores que desencadenan el miedo a conducir

La psicóloga explica que las experiencias de la infancia pueden jugar un papel importante en el desarrollo de la amaxofobia.

“Por ejemplo, los niños que se mareaban o vomitaban durante los viajes en coche, ya sea en vacaciones o al ir a la casa de los abuelos, pueden asociar esas experiencias desagradables con la conducción, generando un rechazo posterior”, indica la experta.

Otro aspecto relevante son los patrones familiares. Es importante observar cómo se percibe la conducción en casa.

“Si los padres tenían miedo a conducir o si se hablaba de la conducción de manera negativa, como si fuera peligrosa o amenazante, esto puede influir en cómo la persona ve el conducir en su vida adulta. Por el contrario, si la conducción se veía como una herramienta que proporciona libertad y autonomía, es probable que la relación con el coche sea diferente”, señala la especialista.

También influyen los comentarios y críticas recibidos durante el proceso de aprendizaje.

“Por ejemplo, una paciente mencionó que, cuando estaba sacándose el carnet de conducir, la gente a su alrededor le decía cosas como: Avísame cuando tengas clase para no salir de casa y no me atropelles. Este tipo de comentarios, aunque puedan parecer bromas, pueden afectar la confianza y fomentar un miedo creciente”, advierte Rojas.

Las experiencias de miedo en el coche, ya sean vividas o escuchadas de otras personas, también tienen un impacto.

“Por ejemplo, muchas personas que nunca han tenido un accidente pueden sentir miedo al ver noticias de accidentes o al escuchar relatos de accidentes, especialmente si tienen una personalidad empática y se impactan con facilidad”, explica la psicóloga.

Otros factores que pueden desencadenar la fobia son ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo, la autoexigencia y la inseguridad.

Las personas con tendencia a la autoexigencia pueden sentir miedo al tomar decisiones y a no cumplir con las expectativas, lo que aumenta la ansiedad al conducir.

Estos factores psicológicos y experiencias pasadas se entrelazan y pueden contribuir al desarrollo y agravamiento de la amaxofobia.

Situaciones que pueden intensificar la amaxofobia

La psicóloga explica que existen situaciones específicas en las que la amaxofobia se intensifica, como conducir por autopistas, por la noche o en condiciones meteorológicas adversas.

“Justamente, el tema de las vías rápidas es una de las situaciones que más ansiedad genera, principalmente por la velocidad y la presencia de otros vehículos, que obliga a mantener una velocidad alta. En España, por ejemplo, es común que las personas que van a 95 o 100 km/h sean señaladas, con luces y pitidos, por los que circulan a 120 km/h o más”, subraya la experta.

Otra de las preocupaciones en las vías rápidas es la sensación de no tener una salida cerca, lo que puede combinarse con síntomas similares a la claustrofobia, especialmente en casos en los que el conductor siente la necesidad de parar.

Las condiciones meteorológicas también incrementan la ansiedad, debido a la sensación de falta de control.

“Por ejemplo, si está lloviendo intensamente o si es de noche, la visibilidad se reduce, lo que afecta a las personas con amaxofobia de forma considerable. La visión es uno de los aspectos más importantes para ellas, ya que la hipervigilancia y el estado de alerta son síntomas comunes de esta fobia. Si la visibilidad se ve reducida, todo se complica”, advierte la especialista.

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Varios coches circulan por una carretera de Toledo durante la lluvia. EFE/Ismael Herrero

Además, otras situaciones que generan ansiedad incluyen los puentes y pasos elevados, ya que el miedo a las alturas (acrofobia) puede aumentar la ansiedad en estos casos.

También los túneles, debido a la claustrofobia, son una fuente de preocupación.

Los atascos, por la sensación de estar atrapado y sin salida, y los aparcamientos, por el miedo a molestar o a llamar la atención, son situaciones que también generan gran incomodidad en quienes sufren amaxofobia.

Las herramientas y el tiempo

Sonia Rojas de Frena Tu Miedo explica que las investigaciones más recientes demuestran que las terapias cognitivo-conductuales son las más efectivas para superar la amaxofobia.

Este enfoque se centra en la modificación de pensamientos negativos asociados a la percepción de amenaza de las situaciones de conducción y al autoconcepto como conductor, complementado con la exposición progresiva a situaciones de tráfico y la prevención de respuesta.

“El tratamiento que ofrecemos es multicomponente. Primero, realizamos una consulta de valoración, que puede hacerse de manera online o presencial. Tras esta evaluación inicial, se elabora un plan de tratamiento personalizado, comenzando con una fase de psicoeducación. Esta fase aborda las emociones, los síntomas de ansiedad y cómo identificar y manejar estos síntomas, ya que muchas personas no reconocen la ansiedad en su vida cotidiana. En algunos casos, esto puede implicar cambios en hábitos de vida, como mejorar el sueño o la alimentación”, indica la psicóloga.

Además, la experta señala que trabajan en la seguridad personal y vial, enseñando aspectos prácticos como conocer la documentación del vehículo, familiarizarse con los sistemas de seguridad, los neumáticos y cómo responder a alertas en caso de avería.

“Una parte fundamental de nuestro enfoque es la colaboración con una autoescuela. Los profesores de la autoescuela están formados anualmente en estrategias para abordar la amaxofobia. Mantenemos una coordinación constante con ellos, asignando tareas específicas para trabajar durante las clases prácticas y asegurando un seguimiento adecuado”, señala la especialista.

Otro aspecto crucial es el acompañamiento terapéutico en el propio vehículo, donde el psicólogo se sube primero como copiloto y luego en la parte trasera, e incluso en vehículos separados si la persona lo necesita.

La psicóloga explica que la autoescuela con la que trabajan también dispone de un simulador de realidad virtual, que es útil para la exposición a situaciones de mayor dificultad, como puertos de montaña o condiciones complejas.

Además, organizan talleres grupales, que permiten a los participantes compartir sus experiencias y miedos en un entorno seguro y de apoyo mutuo.

Por otro lado, la psicóloga explica que el proceso para superar el miedo a conducir suele durar entre cuatro y ocho meses, aunque puede variar según cada caso.

“Es importante entender que muchas personas buscan superar la fobia en un mes, pero eso casi resulta imposible. La fobia al conducir es solo la punta del iceberg, y es necesario abordar otras cuestiones subyacentes antes de poder superar completamente el miedo. Por eso, es fundamental un enfoque integral que trabaje tanto en los síntomas como en los factores relacionados que contribuyen a la fobia”, indica la experta.

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La psicóloga Sonia Rojas, directora del equipo de psicólogos especializados de Frena tu miedo. Foto cedida.

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Un horizonte optimista para los pacientes de cáncer de páncreas

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El cáncer de páncreas no es uno de los tumores más frecuentes pero sí de los más letales. Hasta ahora el arsenal terapéutico se basa sobre todo en la quimioterapia y la cirugía, pero los ensayos de nuevos fármacos inhibidores del gen KRAS proyectan un horizonte optimista.

La incidencia del cáncer de páncreas en Europa alcanza los 78.000 casos, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que prevé para este año en España 10.338 nuevos diagnósticos.

Es uno de los cánceres más mortales, de hecho, en España, la supervivencia neta a cinco años en hombres se sitúa en el 7,2 % y en mujeres, en el 10 %. Los últimos datos disponibles de la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan) cifran en 8.140 las muertes por este tumor.

En Estados Unidos,  la Sociedad Americana Contra el Cáncer prevé para este año alrededor de 67.400 nuevos casos.

Aumento de la incidencia en jóvenes

Según explica a EFE Salud la coordinadora del grupo de trabajo biliopancreático del Grupo de Tratamiento de los Tumores Digestivos (TTD), Teresa Macarulla, el cáncer de páncreas, tanto a nivel clínico como estadístico, es un tumor que aparece en gente mayor. La mediana de edad del diagnóstico es de 72 años.

«Esto es la realidad y sigue siendo la realidad en nuestra práctica clínica. Sin embargo, es cierto que en los últimos años lo que hemos visto es claramente un aumento de la incidencia en pacientes más jóvenes. Y cuando digo más jóvenes significa menores de 50 años, que es una población donde no esperaríamos tener este tumor», advierte Macarulla, en el Día Mundial contra el Cáncer de Páncreas.

Lo que se desconoce hasta el momento es el motivo del aumento en esta población. Y es que son demasiado jóvenes para que el tóxico, cualquiera que sea, dañe la célula que va a desarrollar el tumor.

«Hay incluso proyectos de investigación que son específicos para ver qué pasa con esta población más joven», apunta la experta, quien también es responsable del Servicio de Oncología Médica en el Hospital Clínic Barcelona Comprehensive Cancer Center.

Factores de riesgo

El otro gran problema es que es desde el inicio, incluso tumores que son muy pequeños, tienen mucha tendencia a que las células se escapen del tumor y vayan al torrente sanguíneo, con lo que el riesgo de metástasis en «muy alto».

Entonces…¿Qué se puede hacer para tratar de detectarlo a tiempo? A juicio de la experta, probablemente haciendo un seguimiento de los pacientes con mayor riesgo, también a aquellos que tienen una predisposición genética y seguir investigando nuevos marcadores en sangre, un proceso que es «muy complejo».

Pero también hablar a la población del cáncer de páncreas, de cómo se puede identificar y concienciar a los médicos de familia, sobre todo cuando hay síntomas de sospecha.

cáncer páncreas
EFE/ Jesús Diges

En general, no hay unos factores de riesgo específicos para el cáncer de páncreas tan claros como, por ejemplo, para el tumor de pulmón, que es el tabaco.

Pero sí, el consumo de tabaco y de alcohol aumentan las probabilidades de sufrirlo, también el padecer una pancreatitis o diabetes de larga evolución.

«Y hay muchos de los pacientes que vemos en consulta que no tienen ninguno de esos factores de riesgo y, por tanto, en la mayoría de los pacientes a día de hoy desconocemos el porqué de este tumor», lamenta Macarulla.

Síntomas tardíos

La alta mortalidad del tumor se debe, sobre todo, a que da la cara tarde, es asintomático en la fase inicial de desarrollo, por lo que el paciente cuando acude a consulta con síntomas, la enfermedad ya ha avanzado.

Los síntomas más notables de alerta son la coloración amarilla de la piel, debido a que la bilirrubina (producto de deshecho proveniente del metabolismo de la hemoglobina) no se ha podido eliminar, probablemente porque el tumor tapa la eliminación de la bilis.

O muchas veces, el paciente tiene un dolor en la boca del estómago que se proyecta hacia la espalda y que se mantiene en el tiempo. Otro síntoma puede ser una diabetes que debute pronto en una persona joven debido a la existencia de un tumor.

El gen KRAS

Y el arsenal terapéutico para frenar el tumor es limitado.

«A día de hoy seguimos dependiendo de la quimioterapia para tratar este tumor, o bien antes de la cirugía, o bien como complemento de la cirugía. También para tratar un paciente que tenga ya metástasis y que no se pueda operar. Es el única arma que tenemos», subraya Macarulla.

No obstante, precisa, con la vista puesta en el futuro, la experta señala que éste es «positivo» gracias a nuevas terapias que están en fase de ensayo clínico, como los inhibidores del gen KRAS.

cáncer páncreas
EFE/ André Coelho

Este gen está alterado en el 90 % de los pacientes que tiene cáncer de páncreas, es lo que permite crecer al tumor.

«Evidentemente lo que hacemos es bloquear el crecimiento del tumor de una forma completamente distinta a la quimioterapia, pues nuestros fármacos, que hasta ahora no habíamos conseguido diseñarlos para bloquear este gen, a día de hoy son ya una realidad y están en ensayos clínicos», abunda la experta.

La gran oportunidad

Según apunta, probablemente gran parte de los ensayos llegarán a Europa y España el próximo año, lo que supondrá «una gran oportunidad para los pacientes».

«Se está trabajando mucho para que estos ensayos lleguen a nuestro país y nuestros pacientes se puedan tratar con estas opciones lo más rápido posible», subraya Macarulla.

Muchos de estos ensayos se encuentran en fase 3, de hecho, uno de ellos ya ha concluido. Pero no todos los fármacos se encuentran en la misma fase de desarrollo, hay algunos que están en las más iniciales.

Si los resultados finales de los ensayos son positivos, administrativamente, aclara Macarulla, hay que esperar un tiempo pertinente para que llegue a los pacientes.

«Estamos trabajando para mejorar lo que tenemos hoy y, por tanto, sí tenemos la esperanza de que estos fármacos que no serán inmediatos, nos ayuden a tener más armas para luchar contra esta enfermedad», insiste la experta del TTD.

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La tendencia de ver videos a mayor velocidad no es positiva: aclaraciones sobre el ‘speed-watching’

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Se está haciendo frecuente la reproducción de videos o audios en redes a una velocidad mayor de la normal. Es una tendencia llamada speed-watching y cala sobre todo en la población más joven. Responde a la necesidad creciente de hacer eficiente el tiempo disponible, pero también, en muchas ocasiones, al miedo a perder el tiempo. Además, genera efectos negativos en la atención y en el aprendizaje.

El Hospital Quirónsalud San José, por medio de una nota de prensa, explica cómo el speed-watching surge como adaptación a un contexto de sobrecarga y celeridad informativa que «manifiesta los límites del cerebro», pues se expone a un consumo de información cada vez más rápido y exigente. 

No obstante, también se asocia al FOMO (Fear of Missing Out o el miedo a perderse algo) o a la exigencia de estar constantemente actualizados.

La doctora Lucía Vidorreta Ballesteros, especialista en neurología y coordinadora de la Unidad de Migrañas del hospital, asegura que, “aunque pueda parecer eficiente”, este hábito tiene «implicaciones profundas para el procesamiento cognitivo, la atención y el aprendizaje”. 

¿Cómo nos afecta el speed-watching?

Según consta en la nota de prensa, mantener la atención requiere un ritmo de presentación sosegado y pausado, de forma que cuando la información se recibe a un ritmo acelerado, aumenta la exigencia de novedad y, paralelamente, disminuye la habilidad para sostener la concentración.

Esta dinámica conduce a un procesamiento de la información «más superficial, donde se antepone la velocidad a la comprensión profunda».

El Hospital Quirónsalud San José cita diferentes estudios en los que se concluye que el aumento de la velocidad de reproducción afecta a la atención sostenida y a la capacidad de procesamiento de la información consumida.

Así, dentro del ámbito educativo, en donde se ha apreciado cierto auge del speed-watching, se ha comprobado que los jóvenes mantienen un nivel aceptable de comprensión al percibir el mensaje a una velocidad x1.5, pero se reduce considerablemente en velocidades superiores al x2.

Hipertensión arterial ocasionada por el teléfono móvil
EFE

La aceleración excesiva incrementa la carga cognitiva y disminuye los resultados en pruebas de memoria inmediata y de transferencia. Es decir, no mejora el aprendizaje ni la retención a largo plazo, sino que favorece la ilusión de eficiencia cognitiva.

Más notables son los efectos en los adultos mayores, donde se observa un déficit claro de memoria y de comprensión cuando se practica el speed-watching.

“Aunque reproducir vídeos a una velocidad ligeramente superior (por ejemplo, 1.25× o1.5×) puede ser útil en determinadas circunstancias, su uso constante y excesivo puede alterar negativamente funciones cognitivas esenciales como la atención sostenida, la concentración y la consolidación de la memoria”, incide Vidorreta.

Nuestras emociones y el speed-watching

Por otro lado, el speed-watching también puede afectar al comportamiento y la salud emocional. Puede generar frustración o ansiedad debido a la exposición prolongada a ritmos acelerados, reduciendo la tolerancia a la espera y la capacidad de disfrutar de los procedimientos largos y tranquilos.

Este tipo de consumo aumenta la búsqueda compulsiva de información y disminuye la satisfacción a pesar de consumir un contenido mayor, señala la nota de prensa.

Los expertos mencionados en el comunicado concluyen que para que el cerebro humano asimile la información de manera eficaz, necesita incorporar pausas, repeticiones y tiempo para la consolidación.

Al acelerar los contenidos, se eliminan estos tiempos naturales, lo que dificulta significativamente los procesos de aprendizaje y la consolidación de la memoria.

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Alimentos ultraprocesados en la diana: qué son y por qué resultan tan nocivos para nuestra salud

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La salud pública ha colocado los alimentos ultraprocesados en el centro de la diana a raíz de un especial publicado en la revista científica The Lancet, que los ha tildado de “nuevo tabaquismo”. España, de hecho, es uno de los países en donde más ha aumentado su consumo: se ha triplicado en 30 años.

Cuenta a EFE una de las investigadoras del especial de The Lancet, Renata Bertazzi, actualmente en la Universidad de Salamanca, que los datos atribuidos a España proceden de encuestas hechas en 1990, 2000 y 2010, por lo que infiere que “con la tendencia de crecimiento observada, es posible que el consumo actual sea aún mayor».

¿Pero qué son los alimentos ultraprocesados, convertidos en dominantes en las dietas actuales tanto en los países desarrollados como en los emergentes a pesar de los conocidos efectos adversos que provocan en la salud de las personas?

Ultraprocesados: alto contenido de azúcares añadidos

Según la clasificación NOVA, que divide los alimentos según la naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se les somete, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes. 

No contienen ingredientes integrales reconocibles y suelen tener un alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y aditivos químicos.

Entre los ejemplos más comunes se encuentran la bollería industrial, los refrescos azucarados, los embutidos, las comidas rápidas, los cereales de desayuno azucarados, las patatas fritas de bolsa y los productos precocinados congelados. 

Estos alimentos, listos para consumir y de larga duración, ofrecen ventajas comerciales frente a los frescos, pero a costa de su valor nutricional.

¿En qué se diferencian de los alimentos procesados?

En la web de la Asociación Española de Nutrición y Dietética, antes de abordar qué son los alimentos procesados y por qué se caracterizan, recalca que la transformación, o procesamiento, de los alimentos es “cualquier acción que altere sustancialmente el producto inicial’. 

Se incluirían entonces aquellos alimentos “sometidos a algún tipo de tratamiento térmico (como la pasteurización), ahumado, curado, maduración, secado, marinado, extracción, extrusión, o a una combinación de dichos procedimientos”. 

El objetivo de estos procesos, remarca, consiste en “mejorar la apariencia y/o el sabor del alimento, hacerlo comestible o prolongar su duración” sin comprometer la seguridad alimentaria.

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Alimentos ultraprocesado. EFE/ Alberto Valdés.

Algunos ejemplos de alimentos procesados son  las legumbres cocidas, las verduras congeladas, los yogures, las bebidas vegetales, la piña en conserva, las lechugas troceadas, lavadas y listas para consumir, el pan, los frutos secos tostados…

Añade la entidad, respecto a los alimentos ultraprocesados, que la diferencia con los procesados es una “línea bastante volátil”, aunque se relacionan los primeros con los que se han sometido a “un proceso de transformación industrial muy intensivo”, y si por lo general reciben conservantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes u otros compuestos dirigidos a hacer más atractivos su aspecto y su sabor, en ocasiones se les agrega azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sal. 

Estos últimos elementos los define la Academia como “los tres jinetes del Apocalipsis” por su relación directa con la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, por no hablar de cánceres.

Efectos en la salud

Enlazamos por tanto con las consecuencias que el consumo habitual de estos compuestos genera en la salud, basadas en estudios e investigaciones.

En España, por ejemplo, investigaciones del Proyecto SUN concluyeron que consumir más de cuatro raciones diarias de estos productos incrementa un 62 % el riesgo de mortalidad por todas las causas.

Otros trabajos han identificado efectos más específicos. En 2025, un estudio publicado en Cell Metabolism reveló que los ultraprocesados afectan la salud metabólica y reproductiva incluso sin un exceso de calorías, alterando hormonas y reduciendo la calidad del esperma. 

E investigaciones de la Universidad Rovira i Virgili demostraron que su consumo modifica la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias asociadas a enfermedades inflamatorias.

También se han observado vínculos con la salud mental. En Brain Medicine alertaron de la presencia de microplásticos en alimentos ultraprocesados, capaces de acumularse en el cerebro y posiblemente contribuir a trastornos como la depresión o la demencia. 

En la infancia, su consumo se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, asma y alteraciones cardiometabólicas.

Medidas para limitar su venta y consumo

Ante la magnitud del problema, distintos países y organismos internacionales han adoptado políticas para reducir la exposición a estos productos. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan limitar su publicidad, especialmente dirigida a menores, e implementar impuestos a las bebidas azucaradas y etiquetados frontales claros.

México se ha convertido en un referente regional. Desde 2020 aplica un sistema de sellos de advertencia en los envases de alimentos y bebidas ultraprocesados, y en 2025 entró en vigor la prohibición de su venta en todas las escuelas del país. 

Países como Chile, Perú y Uruguay han implementado políticas similares, incluyendo etiquetados frontales y limitaciones a la promoción de ultraprocesados.

obesidad españa
EFE/Angel Díaz

En Europa, la United European Gastroenterology ha pedido restringir la publicidad de la “comida basura”, imponer recargos fiscales a los refrescos azucarados y promover dietas saludables basadas en frutas, verduras, legumbres y frutos secos. 

En España, un real decreto aprobado en abril de este año, sobre la alimentación en comedores escolares, prohíbe servir bebidas azucaradas, venderlas en las máquinas vending o en las cafeterías de estos centros. Y se eliminan las bebidas energéticas y los alimentos azucarados (la llamada bollería industrial). 

En concreto, no se podrán vender productos que superen un contenido máximo de 5 gramos de azúcares por porción envasada y que incumplan los criterios recomendados por organismos como la OMS sobre los límites para la ingesta de grasas, azúcares y sal, apuntaba la normativa del Gobierno.

Recomendaciones

Los investigadores del especial de The Lancet  apelan a los gobiernos a regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de ultraprocesados para salvarguardar la salud pública frente «a la poderosa industria de fabricación de ultraprocesados».

Entre sus recomendaciones: un etiquetado «más parecido al de una cajetilla de tabaco», que informe claramente de sus aditivos y del riesgo que suponen para la salud de forma bien visible en la parte frontal del producto.

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