Ciencia y Salud
Lesiones lumbares y cervicales, la penitencia de los costaleros en Semana Santa

Los costaleros pueden acarrear entre 30 y 40 kilos, aunque en el paso más pesado (3.500 kg) pueden cargar hasta 64 cada uno, por lo que las lesiones no se pueden descartar.
“Realmente, entraña un mayor riesgo cuando realizan los ejercicios de carga sobre la columna cervical, aunque también vemos muchas lesiones de costaleros a nivel de la columna lumbar”, afirma el doctor José María López-Puerta, especialista de la sociedad en Sevilla y coordinador de la Unidad de Columna pediátrica y adulta del Hospital sevillano Virgen del Rocío.
Ensayar durante todo el año y hacer ejercicio
La cirujana y traumatóloga Inmaculada Vilalta además es costalera de la Hermandad de Jesús Nazareno de Mataró (Barcelona) y por su propia experiencia personal y profesional considera que el porteador debe preparse durante todo el año.
“Los ensayos son fundamentales, no es recomendable salir sin haber realizado ningún ensayo”, asegura la doctora.
“Cargamos una media de entre 30 y 40 kilos, por lo que es necesario un trabajo físico progresivo a lo largo del año. Es una zona que se somete a mucho esfuerzo durante un período corto de tiempo, por tanto, debe estar muy bien preparada y tonificada”, puntualiza la traumatóloga del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona.
Para adquirir una correcta musculatura de la columna hay que hacer ejercicios que potencien los músculos de la espalda y lumbar, especialmente los músculos conocidos como los multífidos, que van desde la zona posterior de la columna cervical hasta prácticamente la pelvis.
“Habitualmente podemos hacer abdominales, sentadillas, ejercicios de glúteos, de zancadas, de remo sentados, de hombros, planchas frontales y laterales, y ejercicios de puente. Y para preparar la musculatura cervical podemos hacer ejercicios isométricos de la cervical con una toalla, haciendo fuerza para adelante y para atrás”, indica la doctora.
Durante los días de la procesión, deben realizar estiramientos previos para conseguir que la musculatura no esté contracturada y, al finalizar la procesión, es conveniente aplicar hielo local envuelto en un paño, no directo sobre la piel, para evitar el desarrollo de hematomas o que los pequeños microtraumatismos desarrollen una lesión en el tejido celular subcutáneo.
También es conveniente tomar relajantes y analgésicos musculares durante las 48-72 horas posteriores para evitar el espasmo muscular fruto del esfuerzo.
“En aquellos que noten mucho dolor o mucha tensión”, añade el traumatólogo sevillano, “es muy importante que recurran, no solo al fisioterapeuta para masajes o al hielo, sino también a las tracciones cervicales para conseguir relajar toda la musculatura cervical”.
Cuándo se producen las lesiones en los costaleros
En aquellos costaleros que llevan los tronos apoyados en la región cervical, las lesiones en la parte lumbar se suelen producir durante el momento del levantamiento brusco del paso con un salto (conocido como la levantá).
Es cuando el costalero pasa de estar en cuclillas flexionado a la posición erecta, provocando una fuerza de compresión máxima sobre el disco intervertebral.
Esto puede originar una hernia de disco en aquellos discos que ya estén lesionados por problemas degenerativos, o bien que no estén afectados pero que se ven afectados por una mala postura al levantarse.
Y a nivel cervical, influye mucho la carga del peso, ya que este impacto supone para el costalero un microtraumatismo continuado durante varias horas a lo largo del día.

“El apoyo máximo de la trabajadera (estructura o palos de madera) se realiza sobre la séptima vértebra cervical, que es la más sobresaliente. El paso va ejerciendo por tanto una fuerza de tensión sobre la parte posterior de la columna cervical, lo que puede generar problemas como lesiones de las apófisis espinosas, de las articulaciones o la degeneración de los discos con el paso del tiempo”, explica el traumatólogo López-Puerta.
Cuando se portan los pasos sobre los hombros, las llamadas andas, debe estar bien almohadillado el reposo de la estructura en los hombros y la carga bien repartida, si bien los especialistas constatan que el riesgo de lesión en estos casos es menor.
“La carga en este caso se reparte a nivel de los dos hombros sin pasar directamente por la cervical y se distribuye más lineal a partir de las vértebras T4-T5”, señala la doctora Vilalta, “eso no quiere decir q no se puedan producir lesiones a nivel cervical”.
Cuando se lleva solo con un hombro la tendencia es a levantar el hombro que carga y bajar el contrario, lo que debe evitarse por provocar inclinación de columna y una carga contralateral de la extremidad.
Las lesiones que suelen producirse con la carga a hombros se localizan más en las clavículas y en los rodadores del hombro.
La mejor postura
Para evitar lesiones es importante adoptar la postura correcta.
“La postura idónea es con los brazos hacia adelante sobre la trabajadera, con un ángulo de 130-135º con el pecho hacia adelante, y toda la zona del core debe estar activada, así protegemos la zona lumbar”, señala la doctora Vilalta.
Igualmente es imprescindible ajustar bien el costal sobre la columna cervical y colocarse bien en la levantá para que éste no se mueva y no se separe de la trabajadera. El esfuerzo siempre ha de llevarse a cabo a través de la cintura lumbar, para evitar ese golpe directo y brusco en la columna cervical que puede causar problemas.

“Hay que ser consciente de que una mala levantada puede acarrear lesiones graves, incluso una fractura cervical. Debe mantenerse una buena postura de la espalda en las levantadas, igual que las rodillas, que hacen un movimiento de flexo-extensión y una caída incorrecta puede conllevar lesiones de rodilla e incluso en esguinces de tobillo”, remarca la especialista.
Además de las lesiones, también aparecen hematomas en la región cervical posterior, “hematomas que, con el paso de los años tienen tendencia a encapsularse y a desarrollar ese aspecto de morrillo tan característico que, a veces, vemos en los costaleros”, asegura el doctor López-Puerta.
También sufren los nazarenos
El nazareno o nazarena que sale en procesión puede pasar varias horas caminando y en pie haciendo el recorrido procesional.
“Permanecer a pie parado obliga a que toda la musculatura lumbar baja debe estar bien desarrollada porque es la que entra en funcionamiento para mantener la columna lumbar erguida. Aquellos pacientes que tienen una musculatura con mucha infiltración grasa notarán durante los parones largos mucho dolor lumbar.
“Si esta musculatura es insuficiente, suelen aparecer las características lumbalgias y el nazareno tiende a inclinarse hacia adelante o se agacha para intentar cortar el espasmo muscular que soporta la musculatura en los clásicos ‘parones’”, apunta la especialista.

Para desarrollar esa musculatura, los expertos del GEER recomiendan a la persona que vaya a procesionar como nazareno practicar ejercicios para fortalecer el core (sobre todo en abdominales y lumbares), así como la bicicleta estática, la natación, el remo o el pilates, tanto el clásico como con máquinas.
“Todos estos ejercicios llevados a cabo de forma regular y cíclica durante el año van a permitir tener una buena tonificación de la musculatura y sobrellevar mejor los esfuerzos puntuales que se hacen durante la Semana Santa”.
Para mitigar el dolor
Para mitigar el dolor que puedan sufrir durante esas horas tanto costaleros como nazarenos y penitentes, se pueden usar fajas de sujeción o lumbostatos que les ayuden a realizar la estación de penitencia lo mejor posible, “pero insistimos, es importante que aquellas personas que no están acostumbradas y que no hayan hecho durante todo el año una adecuada tonificación muscular eviten estos esfuerzos que a veces se pagan con lesiones”.
“En nuestro caso, los costaleros llevamos dos fajas: una de varilla más fina en la parte lumbar, y encima una faja de tela que nos da un mayor soporte”, comenta la doctora de la Sociedad Española de la Columna Vertebral-GEER.

Podología, también en las lesiones de los costaleros
Desde el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana, se pone el acento en el cuidado de los pies de los costaleros y nazarenos al finalizar las procesiones.
Advierten que para el cuidado de los pies, “conviene realizar baños de contraste de agua tibia y agua fría para desinflamar la zona y mejorar la circulación de la sangre”.

Tras el baño, aconsejan “secar muy bien los pies, prestando atención al espacio interdigital; e hidratar para que la piel de los pies quede elástica”.
Si aparecen ampollas, añaden, “no deben explotarse ni retirar la piel porque protege de posibles infecciones; deben ser limpiadas con un antiséptico y dejarse secar al aire libre, si es posible”.
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Ciencia y Salud
La sequedad vaginal y el sexo, vinculados

La mujer en este trance orgánico podrá sentir más o menos tirantez, incomodidad y dolor en la zona vaginal, pero esta situación “no tiene que constituir su nueva normalidad, puesto que todas podemos volver a disfrutar del sexo sin sufrir molestias”, subraya Lisbeth Meré en EFEsalud.
Es un periodo que suele durar entre dos y cinco años y se caracteriza por una serie de manifestaciones endocrinas, biológicas y clínicas, como puedan ser los sofocos, el insomnio, la irritabilidad y el mal carácter.
Por regla general, la perimenopausia comienza a dar la cara hacia los cuarenta años, aunque no es raro que los síntomas se aprecien a los treinta o se retrasen a los cincuenta.
Y serán los niveles de estrógenos y progesterona -hormonas producidas por los ovarios- los verdaderos causantes de estos desequilibrios.
Aunque la sequedad vaginal y la falta de lubricación sea un tema que evitan muchas mujeres, no podemos ocultar que afecta a nuestra zona íntima y a nuestro estado de ánimo. De hecho, cerca del 50 % de las mujeres lo sufren en esta etapa
La perimenopausia puede hacer que el sexo se vuelva incómodo. Y claro, cuando nuestra zona íntima está irritada o dolorida, es natural que el deseo sexual se vea afectado. Es un tema de diálogo recurrente en la consulta y podemos trabajarlo.

Lisbeth, ¿cómo puedo superar las molestias en las relaciones sexuales durante la perimenopausia?, pregunta Carmen.
En primer lugar, hablando del tema sin vergüenza alguna, sin tabúes y con absoluta confianza, porque es algo cotidiano.
Luego, cabe implementar estrategias como usar lubricantes durante las relaciones sexuales para evitar molestias por el roce y utilizar un hidratante vaginal a diario para mantener la zona tonificada.
A la vez, es bueno realizar ejercicios de suelo pélvico para fortalecer la musculatura, mejorar la circulación y aumentar la sensibilidad.
Y, sin duda, hablar con tu pareja demuestra inteligencia emocional: no tengas miedo a decir cómo te sientes y qué necesitas para disfrutar de la sexualidad compartida. Esto evitará frustraciones y reforzará vuestra conexión íntima.
La sequedad vaginal no tiene por qué ser el fin de tu vida sexual.
Con la información adecuada y un poco de creatividad puedes volver a disfrutar del sexo, puesto que es imprescindible reconectar con nuestro cuerpo y sentirnos libres para vivir esta etapa de una forma más amable y placentera.
Pero recuerda, el sexo siempre debe ser libre, sano y seguro tanto para las mujeres como para los hombres.
La sexóloga, sex coach y periodista, Lisbeth Calzadilla Meré, forma parte del equipo Sexperimentando que dirige la psicosexóloga Nayara Malnero, terapeuta experta en relaciones de pareja.
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Ciencia y Salud
Cáncer de mama en hombres: cuando la ciencia reconoce lo que llevamos años diciendo

El presidente de INVI, organización con la que ha estado vinculado desde sus inicios para la visibilización del cáncer de mama en hombres, también ha liderado entidades como el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) y la Asociación Española de Afectados por Linfomas, Mielomas y Leucemias (AEAL), y es cofundador de la Fundación MÁS QUE IDEAS.
Víctor Rodríguez dio un giro radical a su carrera en 2010 tras enfrentarse al cáncer. Desde entonces, ha dedicado su vida al fortalecimiento del tejido asociativo de pacientes en España, generando un impacto real en la vida de miles de personas.
Ejerce como responsable de la experiencia del paciente en Mind The Gap Healthcare, donde aplica una visión centrada en las personas como eje fundamental de cualquier organización.

Cáncer de mama en hombres: cuando la ciencia reconoce lo que llevamos años diciendo
Por Víctor Rodríguez, Asociación INVI
Durante mucho tiempo, hablar de cáncer de mama en hombres fue casi un tabú estadístico. “Apenas un 1 %”, se decía. Como si eso bastara para descartarlos de los estudios, de los protocolos, de las campañas. Como si su realidad clínica no mereciera atención por no alcanzar volumen. Pero el cáncer no mide en porcentajes. Mide en vidas. Y cada una cuenta.
Desde INVI llevamos años defendiendo que el cáncer de mama en hombres no puede abordarse igual que el femenino. No solo por razones anatómicas u hormonales, sino porque sus síntomas se detectan más tarde, el acceso al diagnóstico es más complejo, y el estigma aún pesa.
Por eso celebramos que, por fin, la comunidad científica especializada comience a reconocerlo de forma clara. Es un paso necesario para avanzar hacia una medicina más precisa, justa y personalizada.
Proyectos como ARDERNE, que ya ha recopilado datos de casi 800 pacientes varones, son un ejemplo del cambio. Este estudio traslacional, pionero en Europa, pone de manifiesto una voluntad real de entender mejor el cáncer de mama en hombres, y de trabajar en terapias que respondan a su biología.
A ello se suma la incorporación de inteligencia artificial en cribado, con una capacidad de detección del 99,3 % en mamografías. Una herramienta prometedora, pero que solo será útil si se adapta a las características específicas de los varones.
Este avance debe ir acompañado de una voluntad firme por parte de la comunidad científica e institucional de no volver a dejar fuera a los hombres. Su incidencia ya se cifra en “menos del 2 %”, superando por fin el infravalorado “1 %” con el que se les ha etiquetado durante años. Pero insistimos: esto no va de porcentajes. Va de personas.
La exclusión histórica ha tenido consecuencias. Un estudio publicado en Annals of Oncology reveló que el 65 % de los ensayos clínicos sobre cáncer de mama excluían explícitamente a los hombres, que apenas representaban el 0,4 % de los participantes (1). Incluso la FDA lo ha reconocido: durante décadas, los hombres fueron ignorados en la investigación clínica (2).
Hoy empieza a abrirse una nueva etapa. Y en INVI la recibimos con esperanza, pero también con responsabilidad. Porque queda mucho por hacer. Porque los hombres con cáncer de mama no son anecdóticos. Son pacientes. Son personas. Y también merecen ser visibles, contados, escuchados y cuidados.
Referencias
(1) Cardoso F, Harbeck N, Barrios CH, et al. Global analysis of male breast cancer clinical trials: an urgent need for more inclusive research. Ann Oncol. 2020;31(4):527‑535.
(2) Oncology Center of Excellence, FDA. Male Breast Cancer: Developing Drugs for Treatment – Guidance, 2019.
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Ciencia y Salud
Una vida lastrada por una “enfermedad invisible”: el síndrome de la nariz vacía

El síndrome de la nariz vacía se origina cuando se quita en una cirugía demasiado tejido del tabique o, sobre todo, de los cornetes nasales, una parte de la nariz que entre sus funciones se encuentra la de humedecer y atemperar el aire que respiramos.
Era una operación sencilla
A Isabel la recomendaron operarse porque padecía una hipertrofia de cornetes, según cuenta en una entrevista con EFEsalud. La redujeron los cornetes a través de radiofrecuencia, una cirugía muy común, que apenas dura 30 minutos, es sencilla y no requiere ingreso hospitalario.
“Intentamos hacer un tratamiento tópico, con una serie de espráis nasales, pero como no funcionó, el médico me recomendó la intervención porque es una solución sencilla y poco invasiva, yo estaba desesperada porque no dormía bien y esa iba a ser la solución”, recuerda Isabel.
En medio de la pandemia del coronavirus y con una niña de apenas un año, Isabel se operó y durante los días siguientes se hizo las curas, lavados nasales y las revisiones médicas correspondientes.
“No sabía lo que estaba pasando”
A las tres o cuatro semanas de la intervención, Isabel empezó a notar que se ahogaba, se despertaba en la mitad de la noche con esa sensación de falta de aire, taquicardia y “saltaba como un resorte de la cama”.
“En ese momento yo no sabía muy bien que estaba pasando. Acababa de ser madre, todavía estaba dando el pecho, estaba la pandemia y esos síntomas no los atribuía a mi cirugía nasal”, afirma la mujer.

Y los síntomas empeoraron ya no solo tenía problemas por la noche, durante el día estaba muy agitada, nerviosa, le faltaba más el aire. Empezó a tener una “una sequedad brutal y dolor en las fosas nasales”.
Su otorrino le dijo que todo estaba dentro de lo normal pero el cuadro clínico que tenía la impedía dormir. “A veces, ya por puro agotamiento, me quedaba dormida, pero a la hora o dos horas, me levantaba empapada en sudor, con taquicardias y no podía volver a conciliar el sueño”, relata.
Una “gincana” de pruebas
Aprovechó ese insomnio para investigar y leer sobre sus síntomas y encontró algo que cuadraba a la perfección con los que padecía: el síndrome de la nariz vacía.
A la siguiente revisión con el otorrino se lo comentó pero éste le negó que fuera así. Le dijo que lo que describía era algo muy raro, así que la derivó a los servicios de alergología y neumología: “Ahí empezó la gincana”.
Batería de pruebas de alergia, pruebas de sueño, pulmonares… Pero no salió nada concluyente. Así pasó por varios médicos.
“Estaba muy agotada. Decidí tomarme una pausa, pero los síntomas seguían ahí. Entonces, en todas esas noches de insomnio, yo tenía el convencimiento que tenía el síndrome de la nariz vacía, con lo cual ya me enfoqué directamente en investigar más sobre ello”, abunda.
La dificultad del diagnóstico
La mayoría de la bibliografía científica disponible relacionada con este síndrome estaba en inglés, cuenta, pero ella afortunadamente conoce el idioma.
Aprendió que el síndrome es fruto de una resección excesiva de los cornetes, con lo que el aire pasa por la nariz muy rápido, frío y seco. La mucosa se seca y se atrofia. Al estar hiperventilando, el cuerpo está en alerta constante, asegura Isabel.

“Cuando explicaba los síntomas, como no saben qué te está ocurriendo en la nariz, normalmente lo que te dicen es que tienes un problema de salud mental”, lamenta.
Como su marido es de Estados Unidos, se desplazaron hasta ese país por un viaje familiar y aprovechó para consultar con un otorrino especializado en este síndrome, se lo diagnosticó y le habló de una intervención para volver a recuperar el volumen de los cornetes con el injerto de cartílago de una costilla de donante.
Batazaco a la salud mental
Ella regresó a España abatida por el diagnóstico confirmado, pero también aliviada porque al fin tenía nombre a lo que la ocurría.
Tras el viaje y sin decidir nada sobre la intervención, los síntomas se agudizaron y acudió a un centro de salud mental, porque también necesitaba esa ayuda.
La dijeron que en relación a su salud mental tenía “todos los semáforos en rojo” y que iban a intentar ponérselos en “ámbar o verde a ser posibles”, de hecho, llegó a tener ideas suicidas.
“Fue una estancia de tres semanas que a día de hoy agradezco. No me arrepiento y creo que fue un salvavidas porque al final salí de allí con la medicación correcta para salir a flote, medicación que tengo hasta día de hoy para mantener la ansiedad a raya. Eso me ha permitido volver a estar fuerte mentalmente para centrarme en buscar tratamiento para el síndrome”, resalta.
Cirugías experimentales
Al salir, decidió operarse pero en España, con una cirugía experimental que en lugar de un injerto de la costilla de donante fue de la suya propia. Al principio funcionó la operación pero a los meses volvieron los síntomas.

Así, la propusieron una nueva cirugía, que se ha realizado hace unos meses, con el injerto de un cartílago de su costilla y células madre de su propia grasa corporal.
“La recuperación ha sido fantástica (…) pero sigo en el camino, porque el síndrome de nariz vacía no tiene cura. A día de hoy lo que hay son tratamientos paliativos”, apunta.
Un síndrome “complejo” y “subjetivo”
Desde la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), el vocal de la Comisión de Rinología, Alergología y Base del cráneo, Alfonso Santamaría, afirma que el síndrome de la nariz vacía es “complejo” de diagnosticar porque es “subjetivo”, en el sentido de que no hay pruebas que confirmen su positivo o negativo, sino que se basa en la clínica del paciente.
No hay ningún estudio sobre la prevalencia de este síndrome, que asegura el doctor, es “poco frecuente”.
“Son aquellos pacientes tras someterse a una cirugía nasal que se quejan de estos síntomas subjetivos, de tener la sensación de vacío en la nariz, tener sequedad nasal, tener ardor y no respirar bien a pesar de que sí que hay un flujo aéreo bueno”, sostiene Santamaría, quien confirma que no hay un tratamiento curativo, solo paliativo, ni la gravedad de lo síntomas es la misma en todos los pacientes.
La patología nasal, prosigue el experto de la SEORL-CCC, tiene una peculiaridad y que es que “afecta muchísimo a la calidad de vida” y a pesar de que no conlleva peligro físico vital, al estar todo el día respirando nos puede afectar al estado de ánimo y al sueño, entre otros, lo que puede generar ansiedad y favorecer la depresión.
¿Infradiagnóstico?
Para Isabel, el síndrome de nariz vacía está infradiagnosticado, porque los otorrinos no lo reconocen y se deriva a los pacientes a salud mental.
“Estoy convencida de que a día de hoy hay muchísimas personas diagnosticadas de ansiedad y depresión que han pasado por una cirugía nasal pero no están diagnosticadas del síndrome de la nariz vacía”, subraya.
Ayudar a los demás
Para Isabel padecer el síndrome de la nariz vacía ha supuesto un golpe, “un antes y un después” en su vida personal, familiar y profesional. Y eso que a ella su familia la ha apoyado en todo momento.
“El problema es que al ser una enfermedad invisible y poco reconocida la gente a veces no te cree, muchas veces el médico que tienes delante, el amigo al que se lo cuentas, lo infravalora porque no te ve tan mal. Y las familias a veces se rompen porque cualquier problema de salud mental desequilibra al paciente y desequilibra a las personas que tienen alrededor”, subraya.

Ella, afortunadamente, ha conseguido un redirigir su vida profesional, adaptándola a su situación, pero asegura que hay gente con el síndrome que ni siquiera puede trabajar y pasan de la noche a la mañana a estar en riesgo de pobreza extrema”.
“Conozco casos de personas que están cobrando el ingreso mínimo vital y no se pueden costear ningún tratamiento”, recalca Isabel, quien ha tenido que recurrir a sus ahorros para afrontar las dos intervenciones.
Hasta la fecha no hay una asociación de pacientes con el síndrome de la nariz vacía pero sí una comunidad en redes.
“Ahora me siento con la posibilidad de ayudar a personas a que, sobre todo, no tarden tanto como yo en conseguir el diagnóstico. Me estoy dedicando a apoyar a la gente en la comunidad, a la que entra casi casa semana una persona nueva”, señala.
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