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Ciencia y Salud

Industria y pacientes ven insuficiente el plan de Bruselas para paliar la escasez de fármacos esenciales

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Bruselas (Euractiv.com/.es) – La Ley de Medicamentos Esenciales presentada el martes por la Comisión Europea tiene demasiadas lagunas a la hora de abordar soluciones a la escasez de fármacos, según han advertido tanto desde la industria europea del sector como desde varias asociaciones de pacientes, que alertan de que varios fármacos que salvan vidas podrían quedar excluidos del acuerdo.

La nueva propuesta de Ley de Medicamentos Esenciales presentada el martes por el Comisario europeo de Salud, Olivér Várhelyi, y por la Vicepresidenta Ejecutiva de la Comisión, Teresa Ribera, apunta a resolver el viejo problema de la escasez de medicamentos esenciales, entre ellos antibióticos y analgésicos.

También persigue reducir la dependencia europea de Asia y mejorar la resistencia de la cadena de suministro de fármacos en toda Europa.

«La realidad geopolítica actual es incierta, por lo que la UE debe tomar medidas audaces para garantizar el suministro y la fabricación de medicamentos», asegura Adrian van den Hoven, Director General de Medicinas  para Europa.

De hecho, la segunda Administración Trump, que ha amenazado con imponer a los productos farmacéuticos aranceles estadounidenses de hasta el 25%, podría poner en peligro a toda la industria farmacéutica de la UE.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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¿Qué es la hipomanía? Claves para identificarla

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trastorno bipolar, hipomanía

La hipomanía se caracteriza por el carácter excesivamente expansivo y eufórico. Cuando se padece, la necesidad de dormir se reduce y se puede llegar a tener fuga de ideas por la aceleración del pensamiento.

En ocasiones, puede ser provocada por antidepresivos, que en personas con trastorno bipolar pueden causar un viraje anímico. El tratamiento consiste en tomar fármacos estabilizadores del ánimo, como por ejemplo, el litio

¿Cuál es la diferencia entre la manía y la hipomanía?

Según la Clínica Mayo, la hipomanía y la manía son distintas, pero muestran síntomas parecidos.

La manía tiene un impacto más severo que la hipomanía. Presenta dificultades más evidentes en el ámbito laboral, escolar y actividades sociales, además de en las relaciones con los demás.

La manía puede provocar una desconexión con la realidad, denominada psicosis y sería necesario recibir tratamiento en el hospital.

Las crisis de manía e hipomanía comprenden tres o más de los síntomas siguientes:

  • Tener una mayor actividad, energía o agitación de lo habitual.
  • Consentimiento de una percepción alterada de bienestar o una confianza desmedida en sí mismo
  • Requerir significativamente menos sueño de lo habitual.
  • Discutir de forma inusual rápida y desmedida.
  • Poseer pensamientos rápidos o desplazarse velozmente de un asunto a otro.
  • Distraerse con facilidad.
  • Realizar elecciones equivocadas. Por ejemplo, puedes aventurarte en compras impulsivas, correr peligros sexuales o realizar inversiones arriesgadas.
hipomanía
Cartel en apoyo a una persona con trastorno bipolar en un acto frente a la Embajada de China en Londres, Reino Unido en 2009. EFE/str

¿Cómo se previene?

No hay un método para evitar este trastorno, según la Clínica Mayo. Sin embargo, recibir terapia cuando se identifica un trastorno mental puede contribuir a prevenir que el trastorno bipolar u otros trastornos mentales se agraven.

Estas son algunas estrategias para prevenir que los síntomas leves se transformen en crisis totales de manía o depresión, según la citada clínica:

  • Observa los signos de alerta. Comunicarse con el equipo médico acerca de los síntomas desde el inicio puede prevenir que las crisis se agraven. Podrías haber descubierto un patrones para tus crisis bipolares y el factor que las provoca. Es importante que tus familiares o amigos estén alertas a las señales de alerta.
  • Dormir lo necesario. En ocasiones, las interrupciones del sueño provocan inestabilidad bipolar.
    Evita el consumo de alcohol y sustancias narcóticas. El uso de alcohol o sustancias ilícitas puede agravar los síntomas y elevar las posibilidades de que vuelvan a presentarse.
  • Toma los fármacos tal como te fueron prescritos. Podrías sentir la tentación de interrumpir el tratamiento, pero no lo hagas. Dejar de consumir el fármaco o disminuir la dosis de manera autónoma puede provocar una reacción de abstinencia. Además, los síntomas pueden agravarse o volver a surgir.

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Una epidemia silenciosa: los nuevos trastornos alimenticios

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trastornos alimenticios

Los trastornos alimenticios han crecido y diversificado su alcance desde la pandemia. El síndrome del atracón, la ortorexia, la fatorexia o el trastorno por rumiación son algunas de las variantes que se han multiplicado en los últimos años.

Según la ANAD (Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados), los TCA causan unas 10.200 muertes anuales en España, 1 cada 52 minutos. Aunque es imposible medir su verdadero alcance, se calcula que los TCA han pasado de afectar a un 5 % de la población mundial en 2020 a un 9 % en 2024.

Aunque la mayor incidencia se encuentra en la preadolescencia y adolescencia (entre los 12 y los 18 años), cada vez se registran casos en edades más tempranas (desde los 6 años) y más tardías, (en la veintena, la treintena e incluso pasados los 50).

trastornos alimenticios
La vigorexia es la obsesión por el ejercicio para aumentar la musculatura con la ayuda de dietas restrictivas y suplementos proteicos y anabolizantes. Quienes padecen este desorden perciben sus características físicas de forma distorsionada. EFE/ ALI ALI

Factores de riesgo

Los especialistas del CEAP, la doctora Remedios Gutiérrez y el doctor Enrique Bajo explican que los TCA tienen un origen multifactorial, donde confluyen factores individuales, familiares y sociales.

Factores individuales

  • En trastornos por restricción: predisposición genética, rasgos de personalidad como la autoexigencia y perfeccionismo extremos, necesidad de control, rigidez cognitiva y una baja autoestima.
  • En la bulimia o el síndrome del atracón: ansiedad e impulsividad. Autoestima y auto-imagen negativa. También influye cómo ha sido percibida la persona en su entorno durante su adolescencia.

La doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra, endocrino/internista y psicoanalista del CEAP, observa que durante la adolescencia se gestan la gran mayoría de TCA, pues al estar en pleno desarrollo la personalidad, la autoestima y el rol social hacen que sea uno de los momentos en que se vive una mayor presión ambiental en torno a la imagen corporal.

familia china comiendo
El 7,3 % de las personas son proclives a experimente fuertes ansias o antojos de alimentos que pueden llevarles a comer en exceso en una variedad de entornos relacionados con la comida. EFE/EPA/WU HONG

Factores familiares

La doctora explica que en las familias desestructuradas tiende a darse una falta de estructura estable, que junto a los apegos inseguros, los hijos pueden tender a un TCA para aferrarse a un elemento de “orden” y estructura.

Los ambientes sobreprotectores derivan en dinámicas excesivamente controladoras y exigentes, por lo que el trastorno en estos casos se vive como una forma de encajar.

También puede detonarse debido a cambios traumáticos en la familia con un divorcio difícil o una muerte.

Factores sociales

La presión por alcanzar un ideal de belleza inalcanzable se inició en los años ochenta del siglo pasado, pero se ha amplificado a través de las redes sociales y la normalización de los filtros y cirugías estéticas.

“El sistema de tallas no juega a favor, al no estar unificadas ofrece un patrón heterogéneo. Hay un informe interesante al respecto titulado precisamente ‘No encontrar tu talla promueve la anorexia’, en el que se recoge como un 44% de la población se habría puesto a dieta al ver que no les valía la talla que ellos creían que era la suya”, explica la psiquiatra.

Además, continúan proliferando sin control los contenidos pro-anorexia y pro-bulimia.

Los TCA emergentes

La mayoría de los trastornos alimenticios tienen en común un factor de dismorfia corporal (no verse como uno es, distorsionado) y rasgos comunes con las adicciones, pues hay cierto “enganche” al propio trastorno, sus límites y “reglas” que se sienten como una forma de “ordenar” la propia vida, más allá del objetivo que se perseguía inicialmente.

“Siempre se quiere más porque el trastorno, que se inicia como una herramienta para alcanzar un fin, acaba siendo un fin en sí mismo”, aclara la doctora del CEAP.

La bulimia y la anorexia nerviosa son los trastornos alimenticios más frecuentes y conocidos. Sin embargo, en los últimos años, especialmente después de la pandemia, se ha disparado una gran variedad de trastornos alimenticios.

Los expertos del CEAP subrayan la importancia de la psicoterapia en todos los TCA. En algunos casos, el tratamiento farmacológico puede ser un complemento necesario según el trastorno.

Además, la concienciación social y la regulación de contenidos dañinos en redes sociales son clave para frenar esta epidemia silenciosa.

Síndrome del atracón y comedor nocturno

Es el trastorno alimentario más extendido, afectando a dos tercios de las mujeres y un tercio de los hombres.

Se caracteriza por ingestas excesivas con un elevado consumo de alimentos hipercalóricos en un intervalo corto de tiempo, acompañado por una sensación de pérdida de control y sentimiento de culpa tras la ingesta.

A diferencia de la bulimia, en el síndrome del atracón no hay conductas compensatorias, lo que puede derivar en obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares. En su variante nocturna, los episodios ocurren exclusivamente en la noche, a menudo vinculados con trastornos del sueño.

“Para su tratamiento, además de la psicoterapia, recomendada en todos los TCA, a nivel psiquiátrico los fármacos empleados para TDA y TDAH han demostrado funcionar en ciertos casos de trastorno por atracón”, especifica la doctora.

Fatorexia: el TCA inverso

Afecta principalmente a hombres mayores de 40 años y consiste en una distorsión de la imagen corporal en la que la persona, a pesar de tener sobrepeso u obesidad, se percibe delgada.

Su impacto en la salud puede ser tan grave como el de la anorexia, por los graves problemas de salud asociados a la obesidad, como el tratamiento de diabetes tipo II, hipertensión y enfermedades cardiovasculares severas.

Su tratamiento pasa por la psicoterapia y un acompañamiento nutricional para lograr una bajada de peso saludable, posibilitando disminuir los riesgos asociados con la obesidad.

Ortorexia: la obsesión por lo “puro”

Cada vez más impulsada por las redes sociales, la ortorexia se basa en una obsesión patológica por consumir solo alimentos considerados “saludables” o “biológicamente puros”.

Este trastorno alimenticio puede llevar a graves deficiencias nutricionales (anemia, avitaminosis…) además de alterar la salud mental.

trastornos alimenticios
Las personas con más riesgo de padecer ortorexia son las que presentan “perfiles perfeccionistas y exigentes. EFE/EPA/NEIL HALL

Trastorno por purga y vigorexia

En estos casos, las purgas (vómitos, laxantes o ejercicio excesivo) no van precedidas de un atracón. En la vigorexia, el trastorno se centra en una obsesión por ganar músculo, con patrones alimentarios poco saludables.

Un indicador es el intenso sentimiento de culpa ante la ingesta de algo no orgánico, castigándose con ayunos rígidos si se consume. Suele haber bajada de peso notable y pérdida de las sensaciones naturales de hambre y saciedad.

Los expertos señalan que a los ortoréxicos les cuesta mucho reconocer su problemática, pues creen estar haciendo lo correcto y suelen, incluso, difundir su modelo de alimentación. Consideran que su fórmula es idónea y tienden a menospreciar a quienes no la siguen.

Síndrome de rumiación

Según estudios recientes, se encuentra entre los trastornos alimenticios con mayor incidencia creciente, alcanzando al 3,1 % de la población.

“Popularizado” a principios de los 2000 por personajes famosos como Karl Lagerfeld (se llegó a conocer
popularmente como “la dieta del Kaiser”), se trata de masticar y escupir o regurgitar la comida inmediatamente tras ingerirla.

Se suele asociar a otros trastornos mentales como la depresión ansiosa y puede causar daños severos en el esófago, además de problemas de autoestima, aislamiento social e infrapeso. En este caso los especialistas recomiendan terapia del comportamiento y medicamentos para aliviar los potenciales daños fisiológicos.

Trastorno de evitación/restricción de la ingesta

Este trastorno es cada vez más común y afecta al 3,2 % de la población infantil. Se caracteriza porque los afectados comen muy poco y/o tratan de evitar ciertos alimentos. En su origen puede encontrarse una mala experiencia como un atragantamiento.

Puede causar problemas nutricionales severos y riesgo de muerte. Es habitual que conduzca a la pérdida de peso y quienes lo padecen muestran un desinterés general por comer, rechazo intenso a ciertos sabores, texturas, colores u olores.

La terapia cognitivo-conductual es una de sus mejores vías de tratamiento, pues ayuda a identificar conductas destructivas y modificarlas

Pica: comer lo no comestible

Es uno de los trastornos alimenticios menos conocidos por la población general, aunque cada vez afecta a más gente. Consiste en la ingesta regular de sustancias no alimenticias como tierra, tiza o pintura.

Es más frecuente en personas no neurotípicas, es decir, con trastornos del espectro autista o síndrome de Down. Su tratamiento más eficaz son las terapias de modificación conductual.

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Ciencia y Salud

Salud mental y pandemia: los menores se llevaron la peor parte

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La pandemia puso la salud mental encima de la mesa, también la de los menores. Cinco años después analizamos las huellas de una crisis sanitaria que paralizó el mundo.

Antes de 2020, la salud mental en la población adulta en España era similar a la de los países del entorno, según señala a EFEsalud el jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid e investigador principal del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM), José Luis Ayuso.

El aumento de las consultas por ansiedad, estrés o depresión protagonizaban ya una tendencia al alza, agrega, en declaraciones a EFEsalud, la portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica (ANPIR), Irene de la Vega.

Pero la infancia y la adolescencia se llevaban la peor parte.

“Había una tendencia creciente en las cifras de mortalidad por suicidio, particularmente relevante y preocupante en la población joven, donde ya antes de la pandemia era la primera causa de muerte no accidental”, asegura el psiquiatra.

Pandemia y confinamiento

Con ese escenario, irrumpió la pandemia y con ella, el confinamiento, las mascarillas, la ansiedad, la incertidumbre y el dolor por la pérdida de familiares a los que no se les pudo decir adiós.

“Las situaciones de duelo…pero también tener a un familiar en la uci durante mucho tiempo creaba problemas emocionales a los que tuvimos que hacer frente”, recuerda Ayuso.

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EFE/LUIS TEJIDO

Además de las personas que habían perdido a familiares y no pudieron vivir un duelo normal, había otros grupos especialmente vulnerables al confinamiento como las mujeres, que tenían una carga de cuidados y aquellas que eran víctimas de violencia machista, además del personal sanitario, los menores y las personas mayores.

“Es verdad que en aquel momento se habló muchísimo de salud mental y hubo voces que decían que iba a haber un tsunami de trastornos mentales y demás, y eso en realidad no ha sucedido. Hubo población que sufrió y sigue sufriendo pero la gente se adaptó lo mejor que pudo, la capacidad de adaptación fue buena”, considera De la Vega.

Aumento de los trastornos comunes

Sí han seguido aumentado en adultos los casos de trastornos mentales comunes como la ansiedad o la depresión pero “no tanto como se esperaba, no ha habido un desbordamiento”, destaca la psicóloga clínica, quien trabaja en la unidad de Trastornos de Personalidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.

Además ha habido un repunte, ya desde la pandemia, en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, lo que implica que “la gente en general está como más ansiosa, más deprimida”.

De hecho, España es el país de mayor consumo de benzodiacepinas del mundo; en la última Encuesta Europea de Salud, un 10,8 % de la población respondió haber tomado algún tranquilizante en las últimas dos semanas, sobre todo las mujeres, que doblan en el consumo a los hombres.

El golpe a la infancia y a la adolescencia

En el caso de los menores si ya la prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes era “en general alta antes de la pandemia”, con un aumento de casos de trastornos autolesivos, de alimentación y conductas suicidas, también por ansiedad y depresión, durante y después de la crisis sanitaria, empeoró.

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EFE/ Eliseo Trigo

“Hubo un repunte de casos en la salud mental de los menores en la pandemia relacionado con el confinamiento. Aunque éste no fue la única causa sí pudo ser como un factor de estrés. No se puede decir que la pandemia causó esto en los niños y adolescentes, pero a lo mejor a una generación que ya tenía cierta predisposición y demás, pues esto fue como un factor estresante”, incide De la Vega.

Como ejemplo, la psicóloga clínica apunta que los casos de trastornos de las conducta alimentaria han aumentado entre un 20 y un 30 % en comparación con antes de la pandemia.

Un trauma

Por su parte, la coordinadora del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Paula Armero, explica a EFEsalud que la pandemia fue “un trauma para todos” pero para los menores, para quien las rutinas son tan importantes, más.

Los adolescentes no podían verse con sus amigos, el sistema de estudio cambió con el cierre de los centros educativos y “se respiraba incertidumbre cuando en esas etapas lo que necesitan es seguridad”.

“Digamos que fue como la gota que colmó el vaso, un vaso que ya estaba lleno y se desbordó (…) Al principio de la pandemia veíamos casos de adultos pero después del primer pico gordo, empezamos a ver como las urgencias se llenaban de patologías de salud mental de menores, algo a lo que no estábamos acostumbrados”, afirma Armero.

En el caso de los niños pequeños la pandemia, al cambiar las rutinas, les afectó de muchas maneras tales como regresión con el pañal, más rabietas y en la conducta del sueño, entre otros.

La salud mental, en primer plano

Cinco años después, los zarpazos de la pandemia aún se sienten pero si algo bueno ha traído, coinciden los expertos consultados, es que ahora la salud mental está en un primer plano en el sistema sanitario, y, entre otras iniciativas, el Ministerio de Sanidad y las comunidades han aprobado el primer plan nacional para la prevención del suicidio.

“La salud mental no había tenido mucha relevancia en el sistema sanitario, siempre ha estado como en un segundo plano. Y con la pandemia se puso en primer plano. Cuando eso ocurre, se invierten recursos y entonces se hacen planes de salud mental, y se piensa en esto a nivel institucional y eso siempre es bueno, porque, además, veníamos de un déficit crónico de profesionales y de inversión”, zanja la portavoz de ANPIR.

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