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Ciencia y Salud

Cáncer de mama: factores de riesgo modificables

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Así por ejemplo, no hay evidencia suficiente que respalde que el té verde reduzca el riesgo de cáncer de mama y existe limitada evidencia de que el consumo de alimentos que contienen carotenoides así como alimentos ricos en calcio disminuyan el riesgo de cáncer de mama.

En cuanto a la soja, como fuente de isoflavonas, tiene componentes con una débil actividad estrogénica, “lo que lleva a una controversia sobre sus efectos, dada la relación de los estrógenos con el cáncer de mama”.

Todas estas observaciones están incluidas en el Manual de Patología Mamaria para Atención Primaria, impulsado por la Asociación Española de Cirujanos (AEC), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

En la obra, que persigue, entre otros, mejorar la formación en patología mamaria de ambos niveles asistenciales y coordinar de manera más efectiva la atención a los pacientes, han participado 23 especialistas en Cirugía, 23 especialistas en Atención Primaria, 4 especialistas en Ginecología, dos profesionales de Enfermería y un especialista en Radiología

EFEsalud recoge aquí parte del capítulo dedicado a los factores modificables del cáncer de mama, elaborado por las especialistas Ana Patricia Arlandis, Isabel Sierra Fernández , e Isabel Sánchez Claros, las tres de la Unidad de Patología Mamaria de Hospital Universitario Arnau de Vilanova (Lleida).

Cáncer de mama: factores de riesgo modificables

De acuerdo con las autoras, factores como el sobrepeso y la obesidad, el alcohol, la inactividad física y la dieta inadecuada aumentarán o disminuirán el riesgo de cáncer en función del momento hormonal de la mujer.

Estas son algunas de las ideas clave en relación a la obesidad y la alimentación:

Obesidad/índice de masa muscular
Los alimentos industriales han inducido un cambio en la alimentación en los países desarrollados, que ha provocado la elevación del índice de sobrepeso.

El índice de masa muscular (IMC) es un factor de riesgo independiente para cáncer de mama, sobre todo en pacientes caucásicas. Por cada 5 kg/m2 que se incrementa el IMC aumenta el riesgo de cáncer de mama un 12 %.

En la posmenopausia, la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG) se encuentra disminuida, por lo que los estrógenos libres se encuentran aumentados en un 50-100 % por el incremento de la actividad de la aromatasa, encargada de transformar el tejido graso en estrógenos.

Esto conlleva un incremento del riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas que no recibieron terapia hormonal, que es 1,5 veces mayor que en mujeres con peso normal.

Aquellas que han experimentado una ganancia de peso de 25 kg o más desde los 18 años tienen un riesgo mayor de cáncer de mama comparado con aquellas que han mantenido el peso.

Asimismo, las que no han utilizado tratamiento hormonal, que pierden 10 kg o más de peso desde la menopausia, y que mantienen dicha pérdida, tienen una disminución significativa del riesgo del cáncer de mama .

Dieta

La dieta de la sociedad industrializada se caracteriza por el excesivo consumo de alimentos hipertransformados, que, unido al sedentarismo, origina el sobrepeso inductor de muchas enfermedades crónicas y neoplásicas.

No hay muchos estudios en los que se comparen la incidencia de cáncer de mama con diferentes tipos de alimentación y la mayoría son observacionales, por lo que están sujetos a sesgos que dificultan la interpretación de la observación.

En cualquier caso, es conocida que la ganancia de peso y la obesidad, que suelen estar directamente relacionadas con la dieta, aumentan el riesgo de cáncer de mama.

Por otro lado, la composición de la dieta podría influir de una forma mayor durante la adolescencia y primera edad adulta.

Así destacan que :

– Existe una relación entre el consumo de las grasas de origen animal y el cáncer de mama: más de cinco ingestas de carne roja a la semana en la juventud se asocia con un aumento relativo de cáncer de mama de 1,22 en la premenopausia y posmenopausia, en comparación con la ingesta de aves de corral, pescados, legumbres y frutos secos.

– No se ha demostrado que una dieta estricta mediterránea influya sobre el riesgo de cáncer de mama, aunque algunos estudios afirman que dicha dieta caracterizada por el uso de aceites de origen vegetal (como el aceite de oliva virgen extra AOVE), ingesta de frutas, verduras, grasas monoinsaturadas, grasas omega 3, azúcares procedentes de la fibra y los cereales, en la que las proteínas proceden del pescado y las legumbres, origina un descenso del 15 % de la incidencia del cáncer de mama.

Dicho beneficio podría incluirse en las mujeres con menor actividad física.

– Hay datos muy limitados que sugieran que el consumo de vegetales no almidonados (tomate, lechuga, cebolla, espinaca, pepino, brócoli, coliflor, repollo, hongos, etc.) disminuya el cáncer de mama RH-.

Algunos estudios sugieren que las mujeres con niveles bajos de vitamina D presentan un riesgo mayor de desarrollar cáncer de mama.

También señalan:

– No hay evidencia suficiente que respalde que el té verde reduzca el riesgo de cáncer de mama.

– Hay limitada evidencia de que el consumo de alimentos que contienen carotenoides así como alimentos ricos en calcio disminuyen el riesgo de cáncer de mama.

La soja, como fuente de isoflavonas, tiene componentes con una débil actividad estrogénica, lo que lleva a una controversia sobre sus efectos, dada la relación de los estrógenos con el cáncer de mama.

Sin embargo, se ha comprobado que puede tener un efecto anticancerígeno y antioxidante, que induce la apoptosis y disminuye la angiogénesis.

Hay estudios en marcha para dilucidar este aspecto.

Infografía del Manual de Patología Mamaria para Atención Primaria

Estilo de vida saludable

Las tres especialistas recomiendan un estilo de vida saludable que pasa por:

– Mantener un índice de masa corporal (IMC) saludable y evitar la ganancia de peso tras la menopausia.

– En mujeres con sobrepeso u obesidad, se recomienda perder peso.

– Limitar las conductas sedentarias.

– Realizar ejercicio físico moderado-intenso repartido en 3-5 días a la semana (150 minutos semanales de ejercicio moderado, 75 minutos semanales intenso o ambos).

– Limitar el consumo de alcohol y evitarlo sobre todo en mujeres jóvenes antes del primer embarazo.

– En fumadoras, se aconseja reducir o eliminar el hábito tabáquico, de particular importancia en jóvenes antes del primer embarazo, como en el caso del alcohol.

– Se recomienda la lactancia materna en la medida de lo posible.

– Limitar el uso de tratamiento hormonal sustitutivo.

Evitar las carnes procesadas, limitar el consumo de carne roja y los alimentos con alto contenido en sal. Promover la ingesta de proteínas procedentes de aves de corral, pescado azul, legumbres y frutos secos.

– Limitar los alimentos de alto contenido calórico y evitar las bebidas azucaradas.

– Se aconseja una dieta mediterránea, rica en frutas, verduras sin almidón, cereales, legumbres y aceite de oliva virgen extra.

Manual de Patología Mamaria para Atención Primaria

En el mundo occidental, el cáncer de mama es el más habitual entre las mujeres. Su incidencia crece cada año y se adelanta su edad de aparición. Además, la patología mamaria benigna es muy frecuente en nuestra población. 

Actualmente, y según se señala en la introducción del manual, este tipo de cáncer tiene una gran relevancia social gracias a las campañas de concienciación de la población sobre la importancia del diagnóstico precoz y los programas de cribado, lo que conlleva un mayor compromiso por parte de las pacientes en la búsqueda activa de signos y síntomas de la enfermedad y en consecuencia de la demanda de asistencia sanitaria temprana ante su aparición. 

El manual, por tanto, propone un cambio de roles en estos dos niveles asistenciales, en el que tanto las nuevas tecnologías de la información como la información en asistencia sanitaria  ejercen un papel importante, con el fin de mejorar la accesibilidad de las pacientes al sistema sanitario, reducir los tiempos de espera en todas las fases del proceso, proporcionar un manejo integral de la patología mamaria teniendo en cuenta el aspecto psicológico y sociofamiliar, y facilitar la rehabilitación completa y la vuelta a la vida normal de las pacientes tras el tratamiento. 

Con ocasión de su publicación, la coordinadora de la Sección de Mama de la AECSonia Rivas Fidalgo ha considerado que el médico de Atención Primaria “juega un papel fundamental no solo en el diagnostico precoz de la patología mamaria, sino también en el seguimiento una vez han finalizado los tratamientos oncológicos, en la identificación de necesidades sociales o psicológicas, en la identificación de mujeres de alto riesgo y en la promoción de estilos de vida saludables”.

También la doctora Fatima Santolaya Sardinero, del Grupo de Trabajo de Oncología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, SEMG ha referido que una de las actuaciones fundamentales de la Atención Primaria es realizar un conjunto de actividades preventivas, diagnósticas, terapéuticas, de seguimiento y cuidados, destinadas al manejo integral de personas que presentan signos/síntomas clínicos o hallazgos en pruebas diagnosticas con técnica de imagen sospechosos de malignidad, o en las que se detecta incremento del riesgo para cáncer de mama.

Finalmente, la coordinadora del grupo de trabajo de Atención a la Mujer de Semergen, la doctora Ana Rosa Jurado ha señalado que una vez más, y en un momento de sobrecarga asistencial sin precedentes, las profesionales de Atención Primaria que han participado en la elaboración de este Manual “han mostrado que la prioridad es la calidad asistencial de las usuarias del Sistema Nacional de Salud, en esta ocasión desde la formación, el asesoramiento y el trabajo de consenso que han hecho posible la elaboración de esta obra”.

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Claves del ébola, el virus letal que se extiende rápido por el organismo

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Virus ébola

El virus del ébola causa hemorragias graves y sus primeros síntomas son fiebre repentina y alta, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta, además de vómitos.

Cuando ya está en el cuerpo empieza por destruir las células del hígado y agujerear los vasos sanguíneos impidiendo la coagulación. En ese momento comienzan las hemorragias incontroladas. A las dos semanas, aproximadamente, el enfermo muere en medio del llamado “vómito negro”, una hemorragia interna generalizada.

Nuevo brote en Uganda

El Ministerio de Salud de Uganda confirmó el pasado 30 de enero la muerte por ébola de un enfermero de 32 años empleado en el hospital de Kampala, en un nuevo brote de esta enfermedad que golpeó por última vez a Uganda en 2022, cuando una epidemia causó 142 casos confirmados y 55 muertes.

Los otros ocho casos confirmados están recibiendo atención médica y se encuentran estables, según el director general en funciones de Servicios de Salud del Ministerio, Charles Olaro.

Las autoridades sanitarias han puesto bajo cuarentena a 265 contactos, que están siendo sometidos a “estrictas medidas de control”.

Uganda lanzó la semana pasada una campaña de vacunación para la que el país cuenta con 5.000 dosis de vacunas en fase de ensayo clínico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó días antes de que 2.160 dosis de un candidato vacunal se encontraban ya en Kampala, después de haber sido almacenadas anteriormente como parte de la preparación para posibles brotes.

Según la OMS, es el primer ensayo de “eficacia” de esta vacuna durante un brote de la cepa de Sudán del ébola, después de que el donante de las dosis, la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida (IAVI), llevara a cabo las fases clínicas previas.

La cepa de Uganda

A diferencia de la cepa de Zaire, registrada en epidemias de la enfermedad en la vecina República Democrática del Congo (RDC), todavía no existe una vacuna aprobada para la cepa de Sudán, que es la de Uganda,

Esta cepa no solo es menos transmisible sino que presenta una menor mortalidad (40 % – 100 %) que la de Zaire (70 % – 100 %).

¿Cuál es el origen de la ébola?

Ya en “La historia de las guerras del Peloponeso”, Tucidides hacía mención a una gran plaga que mató a 300.000 personas en Atenas desde el 430 al 425 antes de Cristo. Algunos científicos creen que el historiador griego pudo asistir a una de las primeras epidemias del virus del Ébola. Aunque este caso sigue siendo indemostrable, desde 1967 ha habido a nivel mundial aproximadamente 1850 casos de infectados de los cuales solo han sobrevivido 650.

Virus Ébola
Imagen facilitada por el CDC estadounidense que muestra el virus del Ébola. EFE

Uno de los casos más virulentos fue el que afectó a el Zaire en 1995 cuando 315 personas contrajeron el virus tras haberse extendido por los hospitales. La mortalidad en aquella ocasión fue del 81 por ciento. En el año 2000 después de más de 21 años sin dar señales, la variante Sudán atacó a Uganda causando 224 muertes de los 427 infectados.

Desde entonces tanto Uganda como otros países de la región como Gabón, Sudán o el Congo han tenido sucesivos casos de fiebre hemorrágica del Ébola.

¿Cómo se previene?

La OMS indica que para prevenir el contagio hay que lavarse las manos, evitar el contacto con líquidos corporales de personas que tengan o puedan tener el virus; no tocar cadáveres de personas que hayan muerto por esta causa y vacunarse si hay riesgo de contraer el Ébolavirus Zaire.

virus ébola
Una muestra de la vacuna Ervebo contra la enfermedad por el virus del Ébola Zaire. EFE/EPA/FOCKE STRANGMANN

La vacuna Ervebo ha demostrado ser eficaz frente al Ebolavirus Zaire y está recomendada por el Grupo de Expertos de la OMS en Asesoramiento Estratégico en materia de inmunización junto con otras herramientas para responder a los brotes.

¿Cómo se transmite el virus del ébola?

Según la OMS se transmite por contacto directo con sangre, líquidos orgánicos -vómito, saliva, sudor u orina-, excrementos, prendas de vestir o incluso por tejidos de las personas infectadas, como el simple contacto de la piel, a través de las córneas de los ojos o de las mucosas de la boca. También se han dado casos de transmisión asociada a la manipulación de animales salvajes enfermos o muertos infectados (chimpancés, gorilas, monos, antílopes selváticos, murciélagos fruteros).

¿Qué enfermedad causa el virus de la ébola?

El virus del Ébola causa la enfermedad infecciosa conocida como el “Síndrome del Virus de Ébola” (SEV), que es una enfermedad aguda y potencialmente fatal con síntomas que incluyen fiebre alta, dolor de cabeza intenso, debilidad, diarrea y vómitos. Puede causar daño intestinal grave, hemorragia interna y externa e incluso la muerte si no se trata adecuadamente.

Variantes

Pertenece a la familia de los filovirus (denominados así por su aspecto filamentoso) en la que se encuadran el virus Marburg y cuatro variedades del Ébola: Sudán, Zaire, Reston, y una mutación descubierta en 1995 procedente de Costa de Marfil.

Marburg, fue el primero en detectarse, en la ciudad alemana que le dio nombre, en agosto de 1967. Una partida de monos importados desde Uganda por los laboratorios Nehring Works iniciaron el contagio. En aquella ocasión murieros seis personas de las 31 infectadas.

En Sudán en 1976 a orillas del río Ébola apareció la segunda variedad y de aquí cogió su nombre. Después de matar a centenares de personas se extendió a Zaire y llegó hasta una región de bosque húmedo donde se transformó para adaptarse al clima tropical dando origen a la variedad Ébola-Zaire, la más mortífera de todas.

El virus en su variante Reston se descubrió en diciembre de 1989 en monos procedentes de Filipinas y destinados a Estados Unidos, concretamente al laboratorio de Reston, Virginia pero los cuatro contagiados tuvieron más suerte y no enfermaron.

La denominada Ébola Tai o Costa de Marfil se aisló en 1995 en la sangre de una zoóloga suiza que enfermó después de haber practicado una autopsia a un chimpancé del Parque Nacional Tai, en Costa de Marfil. La zoóloga sobrevivió a la enfermedad.

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Mujeres, ciencia y un reto: hallar soluciones para evitar el abandono de la investigación

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La Agencia Efe ha invitado a reflexionar sobre los desafíos de la mujeres en la ciencia a dos científicas de diferentes generaciones del Centro español de Astrobiología (CSIC-INTA): Ester Lázaro, de 61 años, responsable de la investigación en evolución molecular de esta institución, a la que está ligada desde su creación hace 25 años; y Laura Colzi, astrofísica de 33 años, que estudia la complejidad química en el medio estelar.

Mujeres y ciencia: referentes

Sus testimonios denotan que en los casi 30 años que las separan se ha avanzado en que las niñas de hoy sí tengan referencias de mujeres “normales” que se dedican a la ciencia.

Lázaro no las tuvo. Las únicas mujeres formadas que trabajaban fuera de casa en el pueblo de Segovia donde creció en los años 60 del siglo pasado eran las maestras. Y las primeras científicas de las que tuvo conocimiento, Marie Curie o Margarita Salas, le parecían “heroínas inalcanzables” más que mujeres normales con una profesión que cualquier otra pudiese aspirar a ejercer.

“Ahora ya hay muchas chicas que comienzan la carrera universitaria o la acaban con la idea de dedicarse a la ciencia. En mi generación, ser investigadora, es un proceso que tuvimos que ir elaborando a lo largo del tiempo”, afirma.

Colzi sí tuvo esas referencias en el pueblo cercano a Florencia donde creció a finales de los años 90. Cuando comenzó su especialización “ya había mujeres que hacían los descubrimientos importantes, o lograban ser directoras de institutos internacionales de referencia” con los que ella aspiraba a colaborar, como la astroquímica italiana Paola Caselli, en el Instituto Max Planck de Física Extraterreste de Alemania.

La presencia de chicas jóvenes en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (las llamadas STEM por sus siglas en inglés) es cada vez mayor, pero la raíz de la desigualdad en la investigación no se da tanto en el acceso a la universidad sino en el desarrollo profesional, coinciden las entrevistadas.

Cuando Lázaro cursó Biología (una de las carreras donde tradicionalmente ha habido más mujeres) en la Universidad Autónoma de Madrid en los 80, había mayoría de chicas. La cosa cambió cuando se especializó en bioquímica y biología molecular. Hoy, casi cuatro décadas después, cuando se reúne con sus compañeros de promoción “el porcentaje de mujeres que ha acabado dedicándose a la ciencia es muchísimo más bajo que el de hombres”.

En el caso de Colzi, que estudió Física y luego se especializó en Astrofísica, el porcentaje inicial de mujeres con las que comenzó los estudios, un 40 % respecto a un 60 % de hombres aproximadamente, se mantuvo similar hasta la conclusión del doctorado. Y es ahí, en una edad, por lo general, cercana a los 30 cuando ella aprecia que algunas mujeres abandonan la carrera científica por la dificultad de conciliar.

“Eso se traduce en una élite científica dominada por hombres, que influye a la hora de decidir qué temas se investigan o cómo se reparte el dinero en investigación. Al final predomina la opinión de los hombres”, apunta Lázaro.

Expectativas y educación

En la escala más alta de los organismos públicos de investigación en España: aproximadamente el 75 % son hombres y el 25 % mujeres. La desigualdad que representan estas cifras no es exclusiva de la carrera científica, sino “fruto de un problema estructural de la sociedad que debe atajarse más desde la educación temprana”, señala la investigadora italiana.

“Las expectativas que pone la sociedad son muy diferentes para chicos y chicas. A ellos se les va a valorar más por su carrera profesional, y de ellas se sigue esperando que en algún momento, si es necesario, tengan que parar o compaginar su trabajo con los cuidados. Esa expectativa crea un sentimiento enorme de culpabilidad en la mujer, que no se da en el hombre”, incide Lázaro.

“Yo soy joven a nivel científico y necesito avanzar en mi carrera, pero también soy madre de una niña de dos años. Mientras a los hombres quizá les resulte fácil quedarse más tiempo en el trabajo sin sentirse culpables, a mi no. Cuando me quedo media hora más, aunque mi marido se ocupe, me siento mal por hacerlo”, señala Colzi.

“Es algo que no ha cambiado a lo largo de las generaciones. Tengo dos hijas y ese sentimiento también lo tenía”, añade Lázaro.

Un sistema científico que perjudica a las mujeres

Además de ahondar en conciliación y en facilitar los cuidados, las investigadoras sostienen que el actual sistema científico “tan competitivo y basado en los números” perjudica a las mujeres, y que se debería avanzar hacia otro más “cualitativo”.

“El trabajo científico que yo envío lo van a juzgar otras personas. Y la realidad es que todavía seguimos pensando que lo que dice un hombre tiene más autoridad que lo que dice una mujer”, agrega Lázaro. Hay estudios que confirman su percepción: los trabajos firmados por hombres se citan más que los de las mujeres.

“Yo por ejemplo siento, dentro de mi misma, que mi opinión nunca será valorada igual que la de un compañero hombre”, reconoce Colzi.

Preguntadas por cómo animarían a las niñas de hoy a dedicarse a la ciencia, Lázaro les dice que “crean en ellas mismas y no abandonen antes de intentarlo”. Colzi que “si es lo que les gusta, pueden transformar su curiosidad en un trabajo”.

Una niña observa unas muestras a través de un microscopio infantil. EFE/Juana Benet

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La detección y gestión de la sepsis en los hospitales necesita mejorar, según un estudio internacional

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Hospitales riesgo alto

El trabajo publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine se basa en las encuestas realizadas en 1.023 hospitales, 835 (81,6%) eran de Europa, con el objetivo de investigar en qué medida se implementan las recomendaciones de las guías de sepsis y la disponibilidad de infraestructura para la atención de pacientes agudos.

La sepsis surge cuando el cuerpo responde de manera extrema a una infección, lesionando sus propios tejidos y órganos, como pulmones, riñones, cerebro e, incluso, el corazón.

Se estima que hasta 50 millones de personas sufren sepsis cada año en el mundo, con más de 4 millones de casos neonatales e infantiles y 270.000 casos de sepsis materna y provoca 11 millones de muertes anuales, según datos de la Global Sepsis Alliance.

En España, según datos citados por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), hay una variabilidad importante en cuanto a la incidencia y la mortalidad, aunque ronda los 50.000 afectados, de los que unos 17.000 no logran superarla y mueren.

En este estudio ha participado el Instituto de Investigación e Innovación Parc Taulí (I3PT-CERCA) con el investigador Antoni Artigas al frente de esta iniciativa en Cataluña.

“Hemos analizado -explica- los programas que tienen los hospitales para la detección precoz de la sepsis, la aplicación del tratamiento estandarizado, la disponibilidad de una infraestructura adecuada y de estrategias de mejora de la calidad; todos ellos, componentes esenciales en el plan de sepsis de cualquier hospital”.

sepsis hospitales
El investigador Antoni Artigas del Instituto de Investigación e Innovación Parc Taulí (I3PT-CERCA). Foto cedida

Las carencias ante la sepsis en los hospitales

El estudio concluye que existe “un margen considerable de mejora” en un gran número de hospitales, en particular en lo que respecta a la identificación temprana y el tratamiento estandarizado de la sepsis, la disponibilidad de directrices, la infraestructura diagnóstica y terapéutica y la implementación de medidas de calidad de la atención.

Considera que hacen falta más esfuerzos para implementar una calidad de atención más integral y adecuada.

La investigación indica que:

  • Solo el 54 % de los servicios de urgencias, el 48 % de las plantas hospitalarias y el 62 % de las UCI realizan un cribado regular para identificar la sepsis.
  • La gestión estandarizada solo está implementada en un 57 % de los servicios de urgencias, un 45 % de las plantas hospitalarias y un 70 % de las UCI.
  • Además, menos del 10 % de los hospitales disponen de diagnósticos microbiológicos accesibles 24 horas 7 días de la semana, lo que puede retrasar el tratamiento adecuado.
  • Y solo un 4,6 % de los hospitales tienen programas específicos para la sepsis y apenas un 9,8 % han implementado iniciativas de mejora de la calidad.

Los resultados ponen de manifiesto que “existe un amplio margen de mejora en un gran número de hospitales, principalmente europeos”, subraya el investigador del I3PT-CERCA.

“Se necesitan más esfuerzos -añade- por parte de todos los agentes para ofrecer una atención más integral y de calidad adecuada. La gravedad de la sepsis lo exige”.

Código Sepsis

Para intentar que el paciente sea tratado de la sepsis cuanto antes y prevenir consecuencias irreversibles existe el Código Sepsis que se aplica en las diferentes comunidades autónomas.

El Código Sepsis es un protocolo de actuación urgente que facilita la detección de los pacientes con sepsis, el inicio del tratamiento precoz y la coordinación de la atención entre los niveles asistenciales.

Aunque solo representa un pequeño porcentaje de las infecciones cotidianas, la detección precoz y el inicio inmediato del tratamiento son fundamentales para el buen pronóstico.

Los síntomas son los escalofríos, irregularidades en la temperatura corporal (fiebre o hipotermia), confusión o desorientación; aumento del ritmo cardíaco, aumento de la frecuencia respiratoria, disminución de la producción de orina; dolor o malestar, erupción cutánea en manchas, dolor de cabeza con dificultad para flexionar el cuello o rechazo del alimento, piel fría o mal aspecto, especialmente en niños.

La detección de la sepsis es compleja porque no depende sólo de la infección, sino también de su repercusión sobre el cuerpo.

Una de las pruebas diagnósticas más utilizadas es el análisis de sangre para comprobar, entre otros, la evidencia de infección, el número de glóbulos blancos, la existencia de problemas de coagulación, la afectación de otros órganos o la alteración de la disponibilidad de oxígeno.

La principal medida terapéutica es la administración de antibióticos, oxígeno y líquidos por vía intravenosa.

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