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Ciencia y Salud

Antioxidantes endógenos: los guardianes de nuestras células

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La presencia en el organismo de niveles altos de las moléculas denominadas radicales libres, que tienen la capacidad de alterar la estructura química de las células, conduce el estrés oxidativo, un fenómeno vinculado a condiciones como las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, la diabetes y el cáncer. Y contra ellos se alzan los antioxidantes endógenos.

La acción perniciosa de los radicales libres puede llevar a estados inflamatorios (una parte natural de la defensa contra lesiones e infecciones) y al envejecimiento.

En este contexto, emergen como escudos defensores de las células, los antioxidantes, unas moléculas que tienen la capacidad de neutralizar la actividad de los radicales libres y que pueden ser endógenas (las que nuestro cuerpo produce de modo natural) o exógenas (los que obtenemos de fuentes externas como los alimentos), según explica el doctor César Montiel, de las clínicas de medicina preventiva Neolife.

La actividad y presencia de los antioxidantes endógenos que se sintetizan en nuestro cuerpo, puede ser reforzada a través de la dieta y los suplementos, al igual que sucede con los exógenos.

Para preservar la integridad celular y prevenir las dolencias asociadas al estrés oxidativo es esencial mantener un adecuado equilibrio entre antioxidantes y radicales libres, para lo cual es crucial que mantengamos una dieta rica en antioxidantes y un estilo de vida saludable.

Dieta completa, equilibrada y rica en nutrientes. Foto: Louis Hansel/Unsplash.

Reforzar los escudos naturales de nuestro cuerpo

El nutricionista David Baeza, del mismo grupo clínico, destaca la acción benefactora de cuatro antioxidantes endógenos, unas enzimas a las que describe como “los cuatro guardianes de la salud y la longevidad”, y explica como aumentar su acción en nuestro organismo a través de una serie de alimentos y suplementos, siempre bajo supervisión médica.

Glutatión, una ‘joya de nuestra biología’

Esta sustancia, que se produce en el hígado y está presente en la mayoría de células del organismo, no sólo es un arma de primer orden contra los radicales libres, sino que también desempeña un papel crítico en el proceso de desintoxicación del cuerpo, ayudando a eliminar compuestos tóxicos y productos de desecho, según explica Baeza.

Señala que “las espinacas, los huevos, el brócoli, el aguacate y el ajo son alimentos comunes en la dieta mediterránea en los que podemos encontrar buenos niveles de glutatión, considerado uno de los antioxidantes endógenos más potentes del cuerpo”.

Para las personas que atraviesan estados carenciales de esta sustancia, Baeza propone la suplementación con N- acetilcisteína (NAC), un precursor del glutatión que ha demostrado ser efectivo para aumentar sus niveles, así como el consumo de proteína de suero de leche.

Coenzima Q10, imprescindible en medicina antienvejecimiento

Mantener unos niveles adecuados de CoQ10 “es esencial para garantizar una protección efectiva contra el estrés oxidativo, un factor que contribuye al envejecimiento prematuro y diversas condiciones de salud”, según Baeza.

Destaca que este antioxidante endógeno tiene un efecto positivo sobre unos componentes celulares llamados mitocondrias, “contribuyendo a la prevención de accidentes cardiovasculares y a que las células puedan mantener un nivel óptimo de energía, lo que es esencial para el funcionamiento de todos los sistemas del cuerpo”.

Podemos encontrar esta molécula en alimentos sencillos y sanos como las legumbres (guisantes y lentejas), el pescado azul (jurel, salmón, boquerones) y en verduras (brócoli y las espinacas), y también la contienen los huevos y las carnes rojas.

Para mantener unos niveles óptimos de CoQ10, desde Neolife proponen la suplementación con NeocoQ10 Ubiquinol, “una ayuda en casos de falta de energía, cuando se consumen fármacos y en caso de enfermedad”, según Baeza.

EFE/Paco Campos

Superóxido dismutasa (SOD), un escudo contra la oxidación

La molécula SOD, que se genera en varias partes de nuestro cuerpo, se encarga de convertir los radicales libres superóxido, que son altamente reactivos y pueden causar un daño celular significativo si se acumulan en exceso, en otras sustancias menos tóxicas, actuando como un escudo protector para nuestras células y tejidos, según Baeza.

Cuando estos radicales libres superan la capacidad de nuestro organismo para neutralizarlos, pueden provocar daños acumulativos relacionados con el envejecimiento prematuro, con enfermedades crónicas, cardíacas y neurodegenerativas y también con el cáncer, señala.

Para mantener unos buenos niveles de SOD, que funciona en colaboración con los demás antioxidantes endógenos, desde Neolife recomiendan incluir en la dieta habitual, verduras crucíferas (coles en general y brócoli en particular) y melón.

Aunque la SOD se produce naturalmente en el cuerpo, su actividad puede disminuir con el tiempo, lo que ha llevado a investigar el uso de suplementos de este antioxidante endógeno para contrarrestar el envejecimiento y promover la salud, indica, por su parte, el doctor Montiel.

Catalasa: la enzima protectora

La catalasa, una enzima que se encuentra en casi todas las células del cuerpo, acelera la descomposición del peróxido de hidrógeno (H2O2), una molécula que puede tornarse dañina, en dos componentes inofensivos, agua y oxígeno, ayudando así a prevenir daños celulares y a mantener la integridad de nuestras estructuras celulares, según Baeza.

El H2O2 es un subproducto natural de la vida de las células, pero cuando se acumula en exceso debido a factores como la exposición a la radiación, la contaminación, el estrés y la dieta desequilibrada, puede volverse perjudicial y contribuir al envejecimiento prematuro y diversas enfermedades, añade.

“Los plátanos, los puerros, el rábano y la sandía son buenas fuentes naturales de catalasa”, según el nutricionista.

Pautas para estimular los antioxidantes endógenos

El doctor César Montiel, experto en medicina antienvejecimiento de Neolife, indica algunas prácticas nutricionales que favorecen la actividad de las 4 enzimas antioxidantes descritas:.

“Incluye en tu dieta alimentos ricos en los nutrientes que son esenciales para la actividad de las enzimas antioxidantes, como los minerales cobre, zinc, manganeso, hierro y selenio”, señala.

“Adopta una dieta variada y equilibrada, que incluya una amplia gama de frutas, verduras, legumbres, nueces, semillas, pescado y carnes magras. Su diversidad aportará los elementos necesarios para la producción y actividad óptima de las enzimas antioxidantes”, recomienda.

“En algunos casos, sobre todo si la persona tiene deficiencias nutricionales o condiciones específicas, un profesional de la salud podría considerar la suplementación de minerales como selenio, zinc y antioxidantes como la coenzima Q10”, añade .

“Enfócate en mantener una dieta constante que proporcione los nutrientes necesarios a lo largo del tiempo, sin consumir grandes cantidades de estos nutrientes en una sola comida y garantizando una distribución adecuada a lo largo de la semana”, apunta.

“Recuerda que las necesidades nutricionales varían según la edad, el género, el estado de salud y otros factores individuales, por lo que siempre es recomendable consultar con profesionales, para obtener pautas personalizadas según tus circunstancias personales específicas”, puntualiza.

“Adopta un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio físico regular y métodos para la gestión del estrés, lo cual también contribuye a la salud antioxidante general del cuerpo”, concluye el doctor Montiel.
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EFE – Reportajes

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Azoospermia: una de las principales causas de infertilidad masculina

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azoospermia

La azoospermia puede ser resultado de diversos factores que afectan la producción, transporte o maduración de los espermatozoides.

Tipos de azoospermia

Según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), existen dos grandes tipos de azoospermia, definidos por su causa:

  • Azoospermia obstructiva: Se produce cuando hay una obstrucción en los conductos que transportan los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra. Esta obstrucción puede localizarse en el epidídimo, los conductos deferentes o la uretra.
  • Azoospermia no obstructiva: Se debe a una alteración en la producción de espermatozoides en los testículos. Las causas más frecuentes incluyen anomalías genéticas, disfunción testicular primaria o trastornos hormonales.

Causas frecuentes de la azoospermia

La CUN identifica que las causas de esta alteración se agrupan en tres categorías, según el momento del proceso reproductivo en que se produce la alteración:

  • Pretesticulares: Problemas hormonales que interfieren con la producción espermática.
  • Testiculares: Alteraciones propias del tejido testicular, como varicocele, orquitis, criptorquidia o daño testicular por quimioterapia o radiación.
  • Postesticulares: Obstrucciones o malformaciones anatómicas que impiden la salida de espermatozoides. Ejemplos: vasectomía previa, quistes del conducto eyaculador, fibrosis quística congénita.
azoospermia
Imagen de archivo de muestra de semen. EFE/MORELL

Tratamiento de la azoospermia

El tratamiento dependerá de la causa identificada:

  • Terapia hormonal: En casos de origen pretesticular, se utilizan gonadotropinas o testosterona para estimular la espermatogénesis.
  • Intervención quirúrgica: Reparación de obstrucciones, reversión de vasectomía o reconstrucción de conductos deferentes.
  • Técnicas de reproducción asistida: Como la extracción de espermatozoides mediante biopsia testicular y su uso en fecundación in vitro (FIV) o microinyección espermática (ICSI).
  • Corrección del varicocele: En determinados casos, su tratamiento puede mejorar la producción espermática.

Impacto psicológico y social

El diagnóstico de azoospermia puede afectar de forma significativa la salud emocional del paciente. Según la CUN, es frecuente que surja:

  • Ansiedad y síntomas depresivos
  • Baja autoestima
  • Estrés en la relación de pareja

El acompañamiento psicológico debe formar parte integral del abordaje clínico.

Prevención y autocuidado

Aunque no siempre se puede prevenir, la Clínica Universidad de Navarra (CUN) asegura que existen medidas que pueden reducir el riesgo de azoospermia:

  • Evitar exposición prolongada a radiación o productos tóxicos.
  • Tratar infecciones genitales de forma precoz.
  • Realizar controles urológicos regulares.
  • Consultar al especialista en caso de antecedentes familiares.

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Cuando sudar deja de ser normal: el 5 % de la población sufre hiperhidrosis crónica

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La hiperhidrosis, o sudoración excesiva, es una condición médica que puede llegar a empapar la ropa o incluso hacer que el sudor gotee de las manos, sin que medien calor extremo ni ejercicio físico.

“Esta patología, muchas veces infradiagnosticada, requiere un enfoque clínico personalizado desde el primer momento para descartar causas secundarias y definir el tratamiento más adecuado”, explica el doctor Daniel Andrades Sardiña, especialista en dermatología del Hospital Quirónsalud Huelva.

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Doctor Daniel Andrades Sardiña, especialista en dermatología del Hospital Quirónsalud Huelva. Foto cedida

Impacto emocional de la hiperhidrosis o sudar en exceso

Más allá de lo físico, el impacto emocional de la hiperhidrosis es profundo. Quienes la padecen pueden experimentar ansiedad social, vergüenza y hasta cuadros depresivos.

La sudoración excesiva interfiere en actividades cotidianas, dificulta las relaciones interpersonales y laborales, y lleva a muchas personas a evitar situaciones sociales por miedo al rechazo o la incomodidad.

A menudo, el simple hecho de estrechar una mano o levantar el brazo en público se convierte en un gesto que se intenta evitar a toda costa.

El diagnóstico se basa principalmente en la historia clínica y en la valoración directa del paciente, aunque en algunos casos se pueden realizar pruebas específicas que ayudan a determinar la localización, intensidad y tipo de sudoración.

Los especialistas distinguen entre hiperhidrosis primaria —sin causa aparente, generalmente localizada en palmas, plantas o axilas— y secundaria, asociada a otras patologías o fármacos.

Terapias diversas

El abanico terapéutico ha crecido en los últimos años. En los casos leves, pueden bastar antitranspirantes de uso tópico, que ayudan a reducir la actividad de las glándulas sudoríparas. También existen medicamentos orales con efecto anticolinérgico que, aunque eficaces, requieren control médico por sus posibles efectos secundarios.

Una opción muy utilizada en la actualidad es la toxina botulínica, que bloquea temporalmente los nervios responsables de activar las glándulas del sudor, con resultados notables durante varios meses.

En los casos más resistentes, se puede recurrir a técnicas como la iontoforesis —un tratamiento que aplica corriente eléctrica de baja intensidad para frenar la sudoración— o incluso la simpatectomía torácica endoscópica, una intervención quirúrgica que interrumpe los nervios simpáticos responsables de la sudoración. Esta última opción se reserva para situaciones graves en las que los tratamientos menos invasivos no han funcionado.

El abordaje de la hiperhidrosis debe ser integral y adaptado a cada paciente. No se trata solo de controlar un síntoma físico, sino de mejorar la calidad de vida de quienes conviven con una afección que limita su bienestar personal, social y profesional.

Acudir a un especialista en cuanto se detectan síntomas persistentes de sudoración excesiva es el primer paso hacia una solución efectiva.

La hiperhidrosis tiene tratamiento, y con el diagnóstico adecuado, dejar de sudar en exceso no es solo posible: es esperanzadoramente alcanzable.

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La cara B de las vacaciones: cuando no somos capaces de descansar ni desconectar

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Las vacaciones, si bien están consideradas como un periodo para descansar, puede ser una época un poco compleja por algunas situaciones. Entre ellas, el cambio radical de nuestros hábitos, rutinas y escenarios, tal y como explica a EFEsalud la psicóloga y vocal de la Junta del Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Olga Merino.

“Puede generar algún problema, no es realmente una patología, sino cuadros de desadaptación, estrés adaptativo, que es un estrés gestionable. Al principio puede descolocar y puede tener muchos orígenes”, apunta Merino.

La dificultad para desconectar

En este sentido, la psicóloga subraya que entre las causas se encuentra la dificultad de desconectar tanto del trabajo como de las tecnologías. También las redes sociales pueden tener algo que ver porque en ellas se plasman unas vacaciones que no están al alcance de cualquiera.

Merino afirma que las redes pueden generar la necesidad de hacer muchas cosas. Vemos que hay gente que exprime el verano al máximo, sin parar hasta el último minuto, y para quien lo está viendo al otro lado del móvil cabe la posibilidad de que le cree estrés o ansiedad al querer imitar esas conductas.

“Es muy importante resaltar que normalmente no es patológico, en la mayor parte de los casos pasa tras la adaptación a las nuevas circunstancias fruto del estrés, que suele ser a niveles bajos”, apunta.

Vida con prisas

Pero también puede ocurrir que no estemos pasando por un buen momento personal sin ser conscientes de ello, y cuando frenamos en vacaciones, ese malestar aflora.

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EFE/Javier Etxezarreta

Hay que tener en cuenta que durante el resto del año vamos a todos los lados con prisas, con un ritmo frenético y con un estado de estrés crónico. Cuando eso cambia, nos afecta, porque nuestro cuerpo está diseñado para estar en esa alerta, con un gasto físico, cognitivo y emocional continuo.

“Cuando de repente paran las demandas, el cuerpo tiene, digamos, como un choque, y es cuando emergen todas las sintomatologías, las tensiones emocionales, físicas y cuando realmente caemos. De hecho, algo muy frecuente es que normalmente cuando comienzan las vacaciones la gente dice, ‘qué casualidad que empiezan las vacaciones y me ha pasado esto o me ha pasado lo otro’”, argumenta la psicóloga.

De hecho, Merino asegura que cuando empiezan las vacaciones “hay muchos casos de ictus por ese cambio tan brusco de requerimientos de alto nivel, adherente a una época de descanso donde el cuerpo no sabe cómo reaccionar”.

Pautas para el merecido descanso

Por todo ello, lo más importante, en primer lugar, es tratar en la medida de lo posible que haya una transición progresiva, e ir desconectando poco a poco.

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EFE/Doménech Castelló

También ayuda mucho tener ciertas rutinas de sueño, de alimentación y ejercicio, unas pautas, en definitiva, de autocuidado.

“Y es importante dejar cierto margen y flexibilidad para la improvisación, para el descanso. A veces ocupamos tanto nuestro tiempo porque queremos hacer mil cosas, porque lo hemos visto, porque queremos hacer 200 planes que no nos da tiempo y no dejamos tiempo para el aburrimiento, que es fundamental para la creatividad, para poder desarrollarnos a nivel cognitivo y emocional”, afirma.

La importancia de descansar en vacaciones

Descansar en vacaciones también significa tratar de hacer una desconexión digital, porque el móvil o la tablet nos roban el descanso.

“Si de verdad queremos tener los efectos positivos del descanso, es clave la desconexión digital”, afirma la psicóloga, quien apunta que lo recomendable es un modelo híbrido, es decir, chequear el correo, internet o las redes como dos o tres veces al día, pero no estar todo el rato pendiente de las notificaciones.

No es fácil conseguir descansar porque, insiste la experta, estamos programados para no parar, “vivimos en el hacer, no el ser” a pesar de que es fundamental hacerlo.

Este periodo de descanso es la dosis de oxigenación para sobrellevar “la alta exigencia” del día a día.

“Si no rompemos esa rutina, lo que pasa es que no nos oxigenamos y de alguna manera, cada vez más esa sensación o ese estrés, esos requerimientos diarios, pueden acabar generando una patología porque no tenemos estrategias para hacerle frente”, zanja la psicóloga.

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