Ciencia y Salud
Los pacientes trasplantados en la UE necesitan mucho más apoyo oficial, reclaman expertos

Bruselas (Euractiv.com/.es) – Al tiempo que la Unión Europea (UE) avanza en su Plan de Lucha contra el Cáncer, los expertos advierten de que los supervivientes de trasplantes no reciben el suficiente apoyo por parte de las instituciones.
En ese sentido, reclaman un marco europeo para normalizar la asistencia, integrar los datos, formar a los profesionales y garantizar la financiación, para que los pacientes trasplantados estén incluidos también en las estrategias europeas contra el cáncer y las enfermedades raras.
Para miles de europeos que se han sometido a un trasplante de médula ósea o de órganos, la supervivencia es sólo el principio del camino.
Tras soportar una enfermedad potencialmente mortal y una intervención quirúrgica, muchos se enfrentan a complicaciones físicas, psicológicas y sociales de por vida. Sin embargo, la atención postrasplante en Europa está fragmentada y es desigual, con diferencias significativas entre países, hospitales y entornos asistenciales.
A medida que la UE avanza en la aplicación del Plan Europeo «Vencer al Cáncer», los expertos advierten de la necesidad de prestar más atención a la fase de supervivencia, sobre todo en el caso de los receptores de trasplantes que viven con enfermedades crónicas como la enfermedad de injerto contra huésped (EICH), una reacción inmunitaria debilitante que afecta hasta al 70% de los receptores de trasplantes alogénicos de médula ósea.
Atención desigual y falta de datos
«En Europa, la atención postrasplante y de supervivencia sigue siendo fragmentaria e incoherente, lo que deja a muchos pacientes en una situación de vulnerabilidad cuando abandonan los centros especializados», afirman fuentes de la Organización Europea contra el Cáncer.
«El seguimiento en la comunidad suele ser limitado, y los profesionales sanitarios pueden carecer de los conocimientos necesarios para tratar efectos tardíos complejos, como la enfermedad crónica de injerto contra huésped», agregan.
El acceso a rehabilitación, apoyo psicosocial y seguimiento a largo plazo también es muy desigual.
En ese sentido, la organización advierte de que «la ausencia de registros armonizados y de recopilación de datos a largo plazo dificulta la evaluación comparativa de los resultados y la planificación eficaz, lo que en última instancia expone a los supervivientes a un mayor riesgo de comorbilidad y reduce su calidad de vida».
Francesco Paolo Russo, Consejero de Asuntos Exteriores de la Asociación Europea para el Estudio de las patologías del Hígado (EASL por sus siglas en inglés), señala que «en toda Europa, la atención a los supervivientes de trasplantes de órganos sólidos sigue estando fragmentada, con variabilidad entre países y centros. Se siguen las directrices internacionales de las sociedades científicas, pero persisten las diferencias de práctica entre centros, incluso dentro de un mismo país.»
El experto añade que «el cribado de enfermedades cardiovasculares, disfunciones endocrinas, cánceres secundarios y toxicidades orgánicas es incoherente», mientras que «los datos entre países sobre resultados son escasos».
Esa falta de coordinación socava la intervención precoz, un factor crítico para prevenir los daños irreversibles causados por la EICH y otros efectos tardíos, sostiene.
El precio de la fragmentación
Los pacientes que sobreviven a un trasplante afirman haber pasado por un largo camino, marcado por la incertidumbre y el aislamiento.
Tras la fase aguda del tratamiento, muchos reciben el alta con un apoyo limitado para controlar síntomas crónicos como la fatiga, el dolor o la inflamación de los órganos. Sólo un tercio de los afectados por EICH crónica pueden volver al trabajo, y el malestar psicológico, incluida la ansiedad y la depresión, son frecuentes.
En ese sentido, Russo subraya que esos problemas no son aislados.
«La angustia psicológica, la reintegración social, el apoyo profesional y la rehabilitación no se abordan suficientemente en los programas de supervivencia», afirma.
«Muchos registros tienen por objeto anotar la supervivencia del paciente y del injerto, pero no recogen sistemáticamente otros resultados del trasplante, ni incluyen resultados «más blandos» como la calidad de vida o las medidas de resultados comunicadas por el paciente.», afirma el experto.
Los sistemas sanitarios suelen pasar por alto estas dimensiones humanas, centrándose en las tasas de supervivencia y descuidando la rehabilitación y la atención psicológica, explica.
«Supervivientes duales» y limitaciones del sistema
Los retos se extienden a los pacientes trasplantados de órganos que viven con inmunosupresión a largo plazo.
«Cada vez más receptores de trasplantes de hígado se someten a un trasplante por indicaciones oncológicas», explicó el Prof. Russo. «Estos pacientes están expuestos a una inmunosupresión de por vida, que protege contra el rechazo del aloinjerto pero al mismo tiempo aumenta su riesgo tanto de recurrencia del cáncer como de cánceres de novo. De ahí que los pacientes trasplantados sean ‘supervivientes duales’», afirma.
Advirtió de que la demanda de atención postrasplante «ha superado la capacidad y los recursos de los centros de trasplante». Por ello, «la transición de los centros de trasplante a la atención comunitaria está mal coordinada y a menudo fragmentada. Muchos médicos de cabecera carecen de formación sobre las complicaciones relacionadas con los trasplantes». subraya.
«El seguimiento a largo plazo consume muchos recursos y a menudo no es reembolsado adecuadamente por los seguros médicos, lo que crea lagunas una vez finalizado el periodo agudo del trasplante.», advierte Russo.
Ampliar el plan europeo «Vencer el cáncer»
El Plan Europeo «Vencer al Cáncer» ofrece un marco para mejorar la supervivencia. Sus sistemas de seguimiento y herramientas de datos podrían incluir a los receptores de trasplantes.
Las complicaciones postrasplante a menudo se sitúan entre ámbitos políticos, no claramente dentro de los marcos del cáncer o las enfermedades raras, lo que deja a los pacientes sin un apoyo adaptado. Alinear la supervivencia de los trasplantes con el pilar «vivir bien después del cáncer» del Plan ayudaría a colmar esta laguna.
Por ello, Russo recuerda que la UE ya dispone de mecanismos que podrían aprovecharse.
«EU4Health y Horizon Europe pueden apoyar la investigación centrada en los trasplantes, los registros, la telemedicina y las clínicas de supervivencia. El Centro de Conocimiento del Cáncer de la UE puede coordinar directrices y criterios de referencia, y las Redes Europeas de Referencia podrían ampliarse para abarcar las neoplasias relacionadas con la inmunosupresión.», explica.
En la misma línea, el experto instó a poner en marcha proyectos piloto prácticos: «Deberíamos poner en marcha clínicas de supervivencia al trasplante codirigidas por equipos de trasplante y oncología, y crear programas de hermanamiento e intercambio para reducir las disparidades entre regiones».
Colaboración e intercambio de conocimientos
La Organización Europea contra el Cáncer señala que «la mejora de los resultados de los supervivientes de trasplantes requiere una mayor colaboración multidisciplinar y transfronteriza. Los hematólogos, los especialistas en órganos específicos, los proveedores de atención primaria, los expertos en rehabilitación y los profesionales psicosociales deben integrarse plenamente en las vías de supervivencia».
Por otra parte, la organización afirma que «la cooperación europea a través de registros, sistemas de acreditación e iniciativas de formación, incluido el proyecto INTERACT-EUROPE 100, cofinanciado por la UE, puede ayudar a garantizar que se compartan los conocimientos entre los Estados miembros».
Aprovechar el plan europeo «Vencer al Cáncer» para ampliar estos esfuerzos ayudaría a colmar las lagunas actuales, reforzar la atención a la supervivencia y mejorar la calidad de vida a largo plazo de los pacientes trasplantados.», afirman.
Un llamamiento a la recuperación integral
La supervivencia tras un trasplante representa un triunfo de la ciencia médica, pero debe ir acompañada de un compromiso con el bienestar a largo plazo. Para Europa, eso significa ir más allá de las intervenciones que salvan vidas y pasar a sistemas que las mantienen, datos armonizados, profesionales formados y un acceso equitativo a la rehabilitación y el apoyo a la salud mental.
La integración de la supervivencia a los trasplantes en las políticas sanitarias de la UE, desde el Plan Vencer al Cáncer hasta la posible renovación del Plan de Acción de la UE sobre Donación y Trasplante de Órganos y un posible Plan de Acción de la UE sobre Enfermedades Raras, podría superar la brecha entre la supervivencia y la recuperación, garantizando que los pacientes no sólo vivan, sino que tengan calidad de vida.
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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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Ciencia y Salud
La microbiota intestinal materna protege el embarazo, según un estudio

La investigación, liderada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y publicada en la revista Journal of Translational Medicine, revela que esa bacteria regula la función endocrina de la placenta, es decir, la capacidad placentaria de producir hormonas que sostienen la gestación.
Se trata de “un hallazgo con importantes implicaciones para la salud materna y el desarrollo fetal”, indica la UAM en una nota.
Síntesis de hormonas clave
Mediante experimentos realizados con ratones libres de gérmenes, los investigadores comprobaron que la colonización con esa bacteria probiótica en el intestino de la madre aumenta la producción de metabolitos como el lactato y la taurina.
También favorece la expresión de transportadores de nutrientes y estimula la síntesis de hormonas clave, como prolactinas y glicoproteínas específicas del embarazo.

A nivel molecular, los investigadores identificaron cambios en más de 400 proteínas placentarias vinculadas en procesos metabólicos, crecimiento celular y regulación hormonal.
Estos cambios se tradujeron en “beneficios tangibles” a nivel fetal: mejor crecimiento, aumento de la glucosa en sangre y una menor pérdida embrionaria temprana, de ahí que este trabajo sea “la primera evidencia de que la microbiota intestinal materna influye en la función hormonal de la placenta”.
El investigador que lidera este proyecto
En Europa, un 14 % de las mujeres gestantes consume probióticos, según el estudio, que también revela que las hembras expuestas a esta bacteria durante la gestación presentaban una menor tasa de mortalidad embrionaria.
“Si somos capaces de entender cómo las bacterias del intestino trabajan en favor de la gestación, enfermedades que están en aumento como la diabetes gestacional, la preeclampsia o alteraciones del crecimiento fetal podrían ser tratadas de una manera eficaz y segura, tanto para la madre como para el feto”, según Jorge López-Tello, primer firmante del trabajo e investigador de la Facultad de Medicina de la UAM.
El artículo, realizado en colaboración con científicos de las universidades de Cambridge, Birmingham y Cork, da continuidad a trabajos previos también liderados por López-Tello, en los que se analizaron los efectos de esta bacteria intestinal materna sobre el metabolismo cerebral y hepático del feto.
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Ciencia y Salud
L@s médic@s no pueden mentir ni engañar

A partir de esta interpelación, que nos deja sin pestañear y boquiabiertos, dada la delicada naturaleza de su profesión, desarrolla un argumentario con la sana intención de que conozcamos “un poco más” a los médicos y las médicas que nos atienden en las consultas o en los quirófanos.
Su íntimo pensamiento, que sin duda convulsiona las fibras sensoriales de todas y todos nosotros, empezó a reconfigurarse cuando leyó con atención una entrevista al doctor Ciril Rozman Borstnar, publicada en julio de 2006 en “La Contra” de La Vanguardia y firmada por Lluís Amiguet.
“Este catedrático emérito de Medicina en la Universidad de Barcelona y especialista en trasplante de médula ósea, dijo entonces una frase que purificó mi alma: “El médico no puede ser bueno si no es buena persona, generoso y entregado”.

“Efectivamente, mentir y engañar no es sinónimo de buena persona”
“Aunque esta frase sea suficiente por sí misma, yo añadiría otra que tampoco es mía y robustece la armonía inquebrantable del juramento hipocrático: “La medicina es una profesión que fracasa si sólo se ejerce para ganar dinero“.
Afortunadamente, han pasado miles de años desde que la medicina asumiera la trascendencia de su papel social; pero hoy en día podemos poner el foco crítico en la hiperespecialización de los cometidos sanitarios.
“Te citas en oftalmología y te derivan al experto en retina o glaucoma. Vas a traumatología y puedes terminar en la consulta especialista de miembro inferior o, quizá, en manos de un médico virtuoso del pie derecho”, relaciona.
“La especialización acelera la pérdida del saber omnisciente que rezuma en la consulta de cualquier médic@ tradicional”, opina.
“Y lo he comprobado en mis propias carnes durante la carrera profesional de mis dos hijos, ambos ginecólogos inmersos en la globalización y la digitalización”, ejemplariza la Dra. Sala.
“Desde que iniciaron sus estudios en Medicina, ambos estuvieron absolutamente obsesionados con las notas académicas, objetivo fundamental para aprobar las oposiciones a Médico Interno Residente (MIR) y obtener así una plaza pública en la especialidad y centro hospitalario deseados”, destaca.
¿Y qué consecuencias se derivan de estos nuevos perfiles médicos del siglo XXI?
“Una pérdida de ciertas habilidades y capacidades para mejorar el juicio clínico; incluso, a veces, nos abandona la mismísima vocación, armazón ético de nuestra labor diaria”, responde.
“Pero, sobre todo, hemos dejado a un lado el contacto físico con l@s pacientes“, asegura.
“Ya no les miramos a la cara, no les escuchamos con atención, no les exploramos con detenimiento, no les tocamos o no les olemos, y tampoco les comprendemos”, retrata con trazo grueso la ginecóloga.
¡Cuántas pacientes me han contado con verdadera tristeza que su doctor o su doctora sólo estaban pendientes de rellenar datos y más datos en el ordenador, con la mirada fija en la pantalla!

“Además, existe una cualidad que los médicos y las médicas deberíamos poseer y que yo, sin saberlo, he cincelazo en mi cerebro consulta tras consulta: la intuición, una materia psicológica que no se estudia en las Facultades de Medicina”, señala.
¿Y por qué es útil esta intución médica?
“Esta capacidad instantánea de comprender las cosas sin necesidad de un razonamiento previo, que también podemos denominar presentimiento, corazonada, perspicacia, olfato o sagacidad, nos sirve para tomar decisiones basadas en las emociones”, define.
Con la suma de todas estas habilidades, innatas y adquiridas, no sólo se entiende perfectamente al paciente, sino que se consigue la sensación de dar o saber algo sin justificación aparente.
“Por tanto, mentir, manifestación o expresión contraria a lo que se sabe, no es una opción médica; y menos aún engañar, que es darle a esa mentira la apariencia de verdad. No seríamos buenas personas ni buenos médicos”, recalca.
“Y yo, ginecóloga, no miento ni engaño a las mujeres porque se notaría demasiado. Si cualquiera de ellas sientiera que estoy en esa tesitura, la confianza que depositan en mí se perdería de manera fulminante“, concluye la Dra. Sala, experta en calidad de vida.
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Ciencia y Salud
El bienestar ocular de la población española aprueba por la mínima

Son datos del V Barómetro de Salud y Bienestar Ocular de Miranza, presentado con motivo del Día Mundial de la Visión, elaborado a partir de una encuesta a mil personas y que refleja que más allá de la patología diagnosticada, la visión borrosa y la sensibilidad a la luz son los síntomas visuales que más afectan a la población.
De hecho, la sensación de vista borrosa afecta al 32,9 %; la excesiva sensibilidad a la luz, al mismo porcentaje; la irritación, el picor y el escozor, a un 29,7 %; la sensación de pérdida de visión al 29,4 %; la sequedad en el ojo, al 27 %; la sensación de arenilla, al 14,8 %; el dolor de ojos, al 13, 8 %; y el lagrimeo excesivo, al 11,9 %.
El lagrimeo, a menudo ligado al ojo seco, es el síntoma que provoca más incomodidad entre la población, lo que resta bienestar ocular.
La edad, un antes y un después
Los datos indican que el 76 % de los entrevistados afirma que su visión ocular es normal, buena o excelente.
Los jóvenes valoran su salud ocular mejor que otros grupos de edad. De esta forma, más del 50 % de quienes tienen entre 26 y 40 años cree que es buena o excelente. El porcentaje no llega al 30 % en el caso de las personas que tienen más de 41 años.
Precisamente es a partir de los 40 años cuando aparecen problemas que hasta el momento no existían como la presbicia y el inicio de otras complicaciones como el glaucoma o las cataratas.

Haciendo la media, según Miranza, solo el 37 % cree que su salud ocular es buena o excelente, frente al 61 % si hablamos de estado de salud general.
De hecho, solo uno de cada cuatro asegura que su salud ocular es realmente buena.
El índice de bienestar ocular es de 5,23 sobre 10. Por grupos de edad, de 41 a 64 años la puntuación es de 4,86; y en los mayores de 65, de 4,84.
Y es que el oftalmólogo en IMO Grupo Miranza Madrid Marco Sales, que ha participado en la presentación del barómetro, la edad “marca un antes y un después”, sobre todo a partir de los 40 con la aparición de la presbicia, que si bien no es una enfermedad, supone “una alteración para quien hasta entonces no ha tenido que llevar gafas”.
Los problemas más frecuentes
El 36,9 % de los entrevistados para el barómetro tiene miopía; el 35,9 %, astigmatismo; el 31,2 %, presbicia; el 12,6 %, hipermetropía; el 6,8 %, ojo seco; el 4,6 %, cataratas; el 3,3 %, estrabismo; el 2,6 %, glaucoma; el 1,7 %, degeneración macular; y el 1,2 %, desprendimiento de retina.
El 73 % lleva gafas y a un tercio de estas personas le incomoda llevarlas. El 17 % usa lentillas, pero incomodan a un 38 % de lo usuarios.

Según la oftalmóloga y directora médica de Miranza COI (Bilbao), Ioana Romero, el ojo seco ha irrumpido en la población joven, a pesar de que es un síndrome de sequedad ocular asociado a las personas mayores. Las pantallas están detrás del aumento.
La oftalmóloga aboga por fomentar la actividad al aire libre: “si todos fuéramos pastores de ovejas, por ejemplo, el ojo seco se vería reducido en un 80%”, asegurado.
Las consecuencias de un bienestar ocular mermado
Leer en el móvil y subir y bajar escaleras son dos de las actividades que más dificultades generan relacionadas con la visión.
Y casi la mitad de los encuestados afirma que la vista afecta a su capacidad para conducir (46 %), para trabajar (43 %) y, en menor medida, para socializar (33 %) y hacer deporte (21 %).
Para el 17 % su estado visual le afecta a las ganas de salir de casa.
Según el barómetro, los problemas oculares afectan al bienestar global de la persona, haciendo que su deterioro provoque sentimientos de pérdida de control sobre lo que hacemos (24 %), inseguridad (22 %), dependencia de otros (20 %), así como frustración, tristeza o vergüenza.
Y todo ello pese a que ninguna franja de edad se revisa la vista anualmente.
Un retrato robot
El retrato robot del español con aprobado raspado en visión ocular es el siguiente:
- Su visión empieza a deteriorarse a partir de los 40 años.
- “Normaliza” síntomas como visión borrosa, sensibilidad a la luz, sequedad ocular o picor.
- Usa gafas o lentillas de forma habitual, aunque le resultan incómodas.
- Vive con altos niveles de estrés y duerme menos de lo recomendable
- Lleva una vida sedentaria.
- Considera que los problemas visuales son inevitables o están determinados por la genética. Duda de que mejore con cambios en el estilo de vida.
- Le preocupa su visión pero no acude al oftalmólogo con la frecuencia recomendada.
- No se ha sometido a tratamiento a pesar de las molestias.
- Percibe sus síntomas como molestias con las que hay que convivir, más que como señales de alerta.
Recomendaciones
Para mejorar la salud y bienestar ocular de la población, el barómetro destaca la necesidad de tener hábitos de vida saludables y acudir al oftalmólogo ante la aparición de síntomas.Asimismo, hace hincapié en no normalizar los síntomas.
Y recordar la regla 20-20-20 cuando se esté mucho tiempo delante de una pantalla, para evitar la sequedad ocular: parar cada 20 minutos, durante 20 segundos y mirar a 20 pies de distancia (algo más de seis metros).
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