Ciencia y Salud
Una epidemia silenciosa: los nuevos trastornos alimenticios

Los trastornos alimenticios han crecido y diversificado su alcance desde la pandemia. El síndrome del atracón, la ortorexia, la fatorexia o el trastorno por rumiación son algunas de las variantes que se han multiplicado en los últimos años.
Según la ANAD (Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados), los TCA causan unas 10.200 muertes anuales en España, 1 cada 52 minutos. Aunque es imposible medir su verdadero alcance, se calcula que los TCA han pasado de afectar a un 5 % de la población mundial en 2020 a un 9 % en 2024.
Aunque la mayor incidencia se encuentra en la preadolescencia y adolescencia (entre los 12 y los 18 años), cada vez se registran casos en edades más tempranas (desde los 6 años) y más tardías, (en la veintena, la treintena e incluso pasados los 50).

Factores de riesgo
Los especialistas del CEAP, la doctora Remedios Gutiérrez y el doctor Enrique Bajo explican que los TCA tienen un origen multifactorial, donde confluyen factores individuales, familiares y sociales.
Factores individuales
- En trastornos por restricción: predisposición genética, rasgos de personalidad como la autoexigencia y perfeccionismo extremos, necesidad de control, rigidez cognitiva y una baja autoestima.
- En la bulimia o el síndrome del atracón: ansiedad e impulsividad. Autoestima y auto-imagen negativa. También influye cómo ha sido percibida la persona en su entorno durante su adolescencia.
La doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra, endocrino/internista y psicoanalista del CEAP, observa que durante la adolescencia se gestan la gran mayoría de TCA, pues al estar en pleno desarrollo la personalidad, la autoestima y el rol social hacen que sea uno de los momentos en que se vive una mayor presión ambiental en torno a la imagen corporal.

Factores familiares
La doctora explica que en las familias desestructuradas tiende a darse una falta de estructura estable, que junto a los apegos inseguros, los hijos pueden tender a un TCA para aferrarse a un elemento de “orden” y estructura.
Los ambientes sobreprotectores derivan en dinámicas excesivamente controladoras y exigentes, por lo que el trastorno en estos casos se vive como una forma de encajar.
También puede detonarse debido a cambios traumáticos en la familia con un divorcio difícil o una muerte.
Factores sociales
La presión por alcanzar un ideal de belleza inalcanzable se inició en los años ochenta del siglo pasado, pero se ha amplificado a través de las redes sociales y la normalización de los filtros y cirugías estéticas.
“El sistema de tallas no juega a favor, al no estar unificadas ofrece un patrón heterogéneo. Hay un informe interesante al respecto titulado precisamente ‘No encontrar tu talla promueve la anorexia’, en el que se recoge como un 44% de la población se habría puesto a dieta al ver que no les valía la talla que ellos creían que era la suya”, explica la psiquiatra.
Además, continúan proliferando sin control los contenidos pro-anorexia y pro-bulimia.
Los TCA emergentes
La mayoría de los trastornos alimenticios tienen en común un factor de dismorfia corporal (no verse como uno es, distorsionado) y rasgos comunes con las adicciones, pues hay cierto “enganche” al propio trastorno, sus límites y “reglas” que se sienten como una forma de “ordenar” la propia vida, más allá del objetivo que se perseguía inicialmente.
“Siempre se quiere más porque el trastorno, que se inicia como una herramienta para alcanzar un fin, acaba siendo un fin en sí mismo”, aclara la doctora del CEAP.
La bulimia y la anorexia nerviosa son los trastornos alimenticios más frecuentes y conocidos. Sin embargo, en los últimos años, especialmente después de la pandemia, se ha disparado una gran variedad de trastornos alimenticios.
Los expertos del CEAP subrayan la importancia de la psicoterapia en todos los TCA. En algunos casos, el tratamiento farmacológico puede ser un complemento necesario según el trastorno.
Además, la concienciación social y la regulación de contenidos dañinos en redes sociales son clave para frenar esta epidemia silenciosa.
Síndrome del atracón y comedor nocturno
Es el trastorno alimentario más extendido, afectando a dos tercios de las mujeres y un tercio de los hombres.
Se caracteriza por ingestas excesivas con un elevado consumo de alimentos hipercalóricos en un intervalo corto de tiempo, acompañado por una sensación de pérdida de control y sentimiento de culpa tras la ingesta.
A diferencia de la bulimia, en el síndrome del atracón no hay conductas compensatorias, lo que puede derivar en obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares. En su variante nocturna, los episodios ocurren exclusivamente en la noche, a menudo vinculados con trastornos del sueño.
“Para su tratamiento, además de la psicoterapia, recomendada en todos los TCA, a nivel psiquiátrico los fármacos empleados para TDA y TDAH han demostrado funcionar en ciertos casos de trastorno por atracón”, especifica la doctora.
Fatorexia: el TCA inverso
Afecta principalmente a hombres mayores de 40 años y consiste en una distorsión de la imagen corporal en la que la persona, a pesar de tener sobrepeso u obesidad, se percibe delgada.
Su impacto en la salud puede ser tan grave como el de la anorexia, por los graves problemas de salud asociados a la obesidad, como el tratamiento de diabetes tipo II, hipertensión y enfermedades cardiovasculares severas.
Su tratamiento pasa por la psicoterapia y un acompañamiento nutricional para lograr una bajada de peso saludable, posibilitando disminuir los riesgos asociados con la obesidad.
Ortorexia: la obsesión por lo “puro”
Cada vez más impulsada por las redes sociales, la ortorexia se basa en una obsesión patológica por consumir solo alimentos considerados “saludables” o “biológicamente puros”.
Este trastorno alimenticio puede llevar a graves deficiencias nutricionales (anemia, avitaminosis…) además de alterar la salud mental.

Trastorno por purga y vigorexia
En estos casos, las purgas (vómitos, laxantes o ejercicio excesivo) no van precedidas de un atracón. En la vigorexia, el trastorno se centra en una obsesión por ganar músculo, con patrones alimentarios poco saludables.
Un indicador es el intenso sentimiento de culpa ante la ingesta de algo no orgánico, castigándose con ayunos rígidos si se consume. Suele haber bajada de peso notable y pérdida de las sensaciones naturales de hambre y saciedad.
Los expertos señalan que a los ortoréxicos les cuesta mucho reconocer su problemática, pues creen estar haciendo lo correcto y suelen, incluso, difundir su modelo de alimentación. Consideran que su fórmula es idónea y tienden a menospreciar a quienes no la siguen.
Síndrome de rumiación
Según estudios recientes, se encuentra entre los trastornos alimenticios con mayor incidencia creciente, alcanzando al 3,1 % de la población.
“Popularizado” a principios de los 2000 por personajes famosos como Karl Lagerfeld (se llegó a conocer
popularmente como “la dieta del Kaiser”), se trata de masticar y escupir o regurgitar la comida inmediatamente tras ingerirla.
Se suele asociar a otros trastornos mentales como la depresión ansiosa y puede causar daños severos en el esófago, además de problemas de autoestima, aislamiento social e infrapeso. En este caso los especialistas recomiendan terapia del comportamiento y medicamentos para aliviar los potenciales daños fisiológicos.
Trastorno de evitación/restricción de la ingesta
Este trastorno es cada vez más común y afecta al 3,2 % de la población infantil. Se caracteriza porque los afectados comen muy poco y/o tratan de evitar ciertos alimentos. En su origen puede encontrarse una mala experiencia como un atragantamiento.
Puede causar problemas nutricionales severos y riesgo de muerte. Es habitual que conduzca a la pérdida de peso y quienes lo padecen muestran un desinterés general por comer, rechazo intenso a ciertos sabores, texturas, colores u olores.
La terapia cognitivo-conductual es una de sus mejores vías de tratamiento, pues ayuda a identificar conductas destructivas y modificarlas
Pica: comer lo no comestible
Es uno de los trastornos alimenticios menos conocidos por la población general, aunque cada vez afecta a más gente. Consiste en la ingesta regular de sustancias no alimenticias como tierra, tiza o pintura.
Es más frecuente en personas no neurotípicas, es decir, con trastornos del espectro autista o síndrome de Down. Su tratamiento más eficaz son las terapias de modificación conductual.
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Ciencia y Salud
El amigo ‘Dupi’ en prurigo nodular
La piel de María Luisa está casi blanqueada de bultos hiperqueratosos y lleva más de dos años libre del picor desesperante que le causaba el prurigo nodular; además, ya duerme por las noches y, en verano, disfruta de la playa luciendo todo su cuerpo con naturalidad; y esta nueva y prodigiosa libertad se la debe a dupilumab, un fármaco biológico.
«Mi amigo ‘Dupi’, me ha cambiado completamente la vida. Llevaba unos veinte años con la piel llena de nódulos, especialmente en brazos, piernas y tronco que me picaban constantemente, sobre todo por las noches, en la cama, donde apenas conseguía dormir tres o cuatro horas sin despertarme por el picor», explica.
«Vivía prácticamente esclavizada y sometida a las cuantiosas heridas y cicatrices, convertidas en tatuajes, que me provocaba el rascado del prurigo nodular. Ni siquiera podía desvestirme delante de mi marido, mis hijos e hijas por la congoja que sentía y que ocultaba en mi soledad interior», recuerda.
«El prurigo nodular no sólo me resultaba insoportable a nivel personal y familiar, sino que me arrancó la ilusión en el ámbito social y laboral. Mi aspecto físico me producía muchísima vergüenza y tendía a esconderme, incluso llegué a sentirme un poco culpable», confiesa esta mujer ahora sonriente y feliz de 58 años de edad.
Para la Dra. Esther Serra-Baldrich, especialista en Dermatóloga médico-quirúrgica y Venereología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, el fármaco biológico dupilumab en relación al tratamiento del prurigo nodular (PN) ha convertido esta patología crónica «en un antes y un después para l@s pacientes».
«Este anticuerpo monoclonal aprobado para prurigo nodular moderado y grave en adultos funciona bloqueando las proteínas de las interleucinas 4 y 13, involucradas junto a la IL-31 en este tipo de inflamación cutánea; algo similar a lo que sucede en la dermatitis atópica o el asma», señala.
Dupilumab, al bloquear estas interleucinas, su diana terapéutica, «nos permite abordar esta enfermedad de una mamera mucho más precisa y sin efectos secundarios, lo que contribuye enormemente a casi eliminar los síntomas de la patología, aumentando significativamente la calidad de vida de l@s pacientes», subraya.
Los estudios indican que las personas que conviven con estas lesiones cutáneas mejoran tras 4-8 semanas de tratamiento, aunque la desaparición sintomática de los nódulos y el fuerte picor aparejado se produce en torno a las 24 semanas.

El prurigo nodular, en la diana de María Luisa
«Aunque a veces se genere confusión por su definición académica, el prurigo nodular es una enfermedad independiente de otras y se caracteriza por la aparición de lesiones que se distribuyen de manera simétrica, localizada o generalizada por la piel con picor o prurito crónico», establece y aclara la Dra. Serra Baldrich.
El origen de esta patología podrá ser dermatológico, a veces sistémico y otras neurológico, incluso en algunos casos no se podrá determinar la causa.
«Cuando queremos conocer los mecanismos fisiopatológicos, entonces se habla de una desregulación neuroinmune que desencadena un ciclo de picor constante. El paciente se rasca sin parar y, consecuentemente, brotan los nódulos; pudiendo, entre nódulo y nódulo, observarse piel sin afectación», destaca.
De hecho, es una enfermedad benigna, pero estigmatizante, puesto que el paciente siente que estos nódulos o bultos hiperqueratosos, que suelen distribuirse por toda la piel corporal, dependiendo de cada caso, ofrecen una imagen a los demás de persona contagiosa.
Cuando María Luisa tenía 35 años comenzó a sentir picazón en las piernas, sensación que empezó a extenderse por los brazos, el torso y la espalda.
Primero lo achacó a picaduras de algún insecto; luego, a un sarpullido, que en Atención Primaria confundieron con la posible causa del estrés que le producía la educación y el cuidado diario de sus tres retoños infantiles.
También, dudó y dudaron de un origen motivado por su celiaquía, comorbilidad no asociada, pero que le producía dermatitis herpetiforme cuando el gluten hacía de las suyas a pesar de llevar una «superestricta» dieta alimenticia.
Pero tuvo que ser una especialista en dermatología del Hospital Universitario de La Paz de Madrid, la Dra. Natalia Hernández, quien confirmara mediante una biopsia analizada en anatomopatología que se trataba de «un prurigo nodular de libro».
El cuerpo de María Luisa, salvo su cuello, la cara y el resto de la cabeza, se llenó de nódulos por el rascado, haciéndose heridas, sangre y cicatrices… Y más heridas y cicatrices, al estilo de círculo vicioso: más nódulos, más picor, más rascado, más heridas, más sangre y más cicatrices.
Pero no es infrecuente que el prurigo nodular se manifieste en el rostro, incluso en la palma de las manos.
«Decenas y decenas de bultos pueden surgir por todo el cuerpo, tambien con forma de pápulas, pequeñas protuberancias con hendiduras y ulceraciones, salvo en un curioso lugar de la espalda, que denominamos ‘alas de mariposa’, donde no se desarrollan los nódulos causantes de este picor enfermizo», describe la Dra. Serra-Baldrich.
El prurito nodular suele afectar más a las mujeres que a los hombres, pero sin mucha diferencia, sobre todo en la edad media de la vida, entre los 40 y los 60, algo más a las personas de fototipo alto, lo que alimenta aún más el dolor emocional al dejar nódulos y cicatrices rastros más evidentes.
«La prevalencia actual, aunque falten datos y registros exactos, se aproxima a los 72 casos por cada 100.000 habitantes», apunta la dermatóloga.
Cuando a María Luisa le dieron el diagnóstico: «Prurigo nodular, enfermedad crónica de origen autoinmune», hace ya 23 años, le advirtieron de que no tenía solución, «que al menos no era una enfermedad mortal» y que los fármacos, incluso los corticoides, sólo podrían aliviarle los síntomas.
«El picor era infernal y tenía nódulos ásperos y secos por todo el cuerpo. Apenas podía mirarme a mí misma cuando me desnudaba, puesto que mi aspecto era realmente impactante. Tuve que aprender a vivir con mi enfermedad, el prurigo nodular», nos cuenta.

Análisis diagnóstico del prurigo nodular de la Dra. Serra-Baldrich
«Normalmente, el diagnóstico es clínico, pero es muy importante que el médico de familia nos remita al paciente o la paciente en cuanto pase por su consulta con síntomas similares a los del prurigo nodular, puesto que la anticipación, una vez más, es fundamental en el desarrollo de cualquier enfermedad», dice la Dra. Serra-Baldrich.
«El proceso del diagnóstico, la lavoración y la puesta en marcha de la terapéutica nos llevará cierto tiempo y, como ya sabemos, la condición temporal es parte de la solución al problema del prurigo nodular, que necesita una estrategia médica eficaz», asegura.
La biopsia cutánea ofrecerá, ante cualquier duda clínica, el diagnóstico diferencial con otras patologías que se muestran en la piel con síntomas similares.
Estas alteraciones podrían obedecer a problemas renales o diabéticos, pero también a una escabiosis o sarna noruega, a dermatitis atópica, psoriasis, liquien plano, papulosis linfomatoide y penfigoide nodular u otras dermatosis papulares, que incluyen dermatitis de contacto y urticaria.
«En muchas ocasiones el prurigo nodular es un única entidad, pero en otras podrá estar asociado, además, a enfermedades sistémicas como la insuficiencia renal crónica o hepática, la diabetes tipo 2 o la EPOC o por una infección del VIH. Debemos tener muy en cuenta estas comorbilidades para ayudar cuanto antes al paciente», expone.
También, el prurigo nodular se relaciona con neuropatías periféricas y desencadenantes psiquiátricos como la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo. En algunos casos, se ha vinculado al linfoma y el cáncer gastrointestinal.
En este sentido, la Dra. Serra-Baldrich recomienda que los diferentes especialistas que intervienen en el tratamiento de estas comorbilidades asociadas «pongan en valor las lesiones pruriginosas para que la dermatología ayude a buscar la mejor solución posible ante la enfermedad de base».
María Luisa, con prurigo nodular grave, pasó por todos los tratamientos habidos y por haber y «casi se arruinó» gastándose un dineral en todo tipo de cremas, emolientes, ungüentos y un buen número de aceites esenciales.
«Hasta que llegó el ‘Dupi’ he probado de todo lo que había en el mercado. Sabía que los antihistamínicos y los corticoides sólo me regalaban un par de semanas de una vida con menos picor y rascado, pero al precio de los efectos secundarios», atestigua.
A nivel local, los corticoides en prurigo nodular pueden traer consigo adelgazamiento de la piel, estrías, telangiectasias y atrofia cutánea; a nivel sistémico, aumento de peso, hipertensión, hiperglucemia, hematomas, osteoporosis y reacciones alérgicas.
Aún así, las especialistas como la Dra. Serra-Baldrich no descartan los medicamentos tradicionales y sistémicos de su botiquín terapéutico.
«Tenemos pacientes que pueden tratarse de manera tópica, es decir, con corticoides de alta potencia que los utilizamos, sobre todo cuando hay episodios de brote, o con inhibidores de la calcineurina, que funcionan a nivel de mantenimiento en alguna lesión putual», pone de ejemplos.
En este sentido, se continúan usando los corticoides vía inyección intralesional, la fototerapia (la Dra. Serra emplea ultravioleta B de banda estrecha para activar medicamentos) y diferentes fármacos: gabapentinoides, inmunosupresores como la ciclosporina o el metrotexato, inmunomodulares como la talidominda y antidepresivos.

¿Qué medicamentos se utilizan ahora en prurigo nodular?
A dupilumab habrá que sumar muy pronto nemolizumab, un fármaco biológico innovador centrado en la interleucina IL-31, clave terapéutica en patologías como la dermatitis atópica y el prurigo nodular.
«Nemolizumab, anticuerpo monoclonal humanizado, bloquea la subunidad alfa del receptor de la IL-31 y modula la respuesta neuroinmunitaria, deteniendo de forma directa la señalización del prurito y aliviando rápidamente el picor», detalla la Dra. Serra-Baldrich.
Interponener ante esta citoquina que estimula las neuronas sensoriales implicadas en el picor «es muy importante» para promover la integridad cutánea.
«A mi entender, este medicamento que actúa contra la IL-31 será básico para juga un papel determinante en las lesiones pruriginosas», aplaude.
Además, en un futuro realmente cercano se esperan medicamentos antagonistas de diferentes receptores: inhibidores del transporte hepático, antagonistas NK o inhidores JAK de pequeña molécula.
«La ciencia y la investigación clínica han abierto una puerta a la esperanza destinada a l@s pacientes que sufren prurigo nodular», comenta con orgullo médico.
Y tan recto es el camino hacia el éxito que la dermatóloga cree firmemente que dejará de ver escenas veraniegas tan sobrecogedoras donde algun@s de sus pacientes van totalmente tapados hasta el cuello para que nadie se fije en sus nódulos pruriginosos.
«Con dupilumab visten ‘shorts‘ (pantalones cortos) y camisetas de tirantes«, casi grita de alegría.
Estos fármacos biológicos, al ir dirigidos a una diana específica, «minimizan muchísimo los efectos secundarios que habían demostrado, por ejemplo, los fármacos inmunosupresores, aunque manejásemos las dosis con suma delicadeza», señala.
Mensaje a l@s pacientes de prurigo nodular
A las mujeres y varones que sufren esta enfermedad crónica les digo que vamos a mantener a raya los síntomas del prurigo nodular con los nuevos medicamentos biológicos ya aprobados o los que están a punto de formar parte de nuestro ‘pipeline‘, como dupilumab y nemolizumab.
Debemos poner en valor estos hallazgos frente a la fisiopatología del prurigo nodular, así como todos los estudios, ensayos clínicos y aprendizajes sobre las moléculas clave en su desarrollo neuroinmunológico. Es una realidad, y os lo dice una dermatóloga que acaba de regresar de un congreso en Alemania.
Estas terapias avanzadas mejorarán enormemente vuestra calidad de vida evitando el rascado perpetuo, las exacerbaciones nocturs y eliminando la estigmatización en las relaciones familiares, sociales y laborales, a pesar de que les puedan quedar señales o marcas que les recuerden su pasado.
L@s pacientes ya no tienen que esconderse, sino salir a la luz… Pide cita y consejo a tu médico de cabecera para que te derive a Dermatología sin demoras innecesarias.

¿Dupilumab ha blanqueado tu piel, pero se han eliminado tus cicatrices físicas y psicológicas?
Estéticamente, las cicatrices no se han curado del todo, y sé que muchas se quedarán ahí, siempre, para rotularme en la mente que el prurigo nodular es crónico; pero emocional y psíquicamente este fármaco me ha cambiado la vida por completo.
Ya puedo hacer deporte sin agachar la mirada; ya puedo vestirme con la ropa que me gusta, sin buscar jerséis con manga extralarga; ya puedo disfrutar del otoño, el invierno, la primavera y el verano; ya puedo darme un chapuzón en la piscina sin sentir las miradas ajenas; y ya puedo pasear por la playa sin ir cubierta por un pareo de los pies a la cabeza.
Y ya puedo, por fin, desvestirme sin cerrar los ojos.
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Ciencia y Salud
ALFA 10: así se llama el proyecto que busca anticipar la enfermedad de Alzheimer mediante un algoritmo
El centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC), ha desarrollado un proyecto pionero destinado a anticipar la enfermedad de Alzheimer. Se trata de un algoritmo predictivo, capaz de detectar a personas con alto riesgo de sufrirla antes de que aparezcan los primeros síntomas. Su nombre: ALFA10.
Como recalca la Fundación mediante un comunicado, identificar el riesgo de alzheimer antes de que se manifiesten los primeros síntomas «podría mejorar la vida de millones de personas». En la mayoría de las ocasiones, el diagnóstico se produce una vez identificados los primeros signos, cuando el daño cerebral se vislumbra irreversible.
ALFA10 se propone adelantarse a esas señales iniciales e incidir en la fase preclínica de la enfermedad, además de trabajar en la creación de herramientas que permitan intervenir previa y eficazmente.
El doctor Gonzalo Sánchez, investigador y neuropsicólogo del BBRC, quien lidera el proyecto, subraya que “el objetivo es entender mejor cómo progresa la enfermedad antes de que se manifiesten los síntomas”, y así, «preparar un protocolo de actuación para casos con riesgo elevado que, a la larga, pueda ser adoptado por el sistema de salud”.
Una base de más de 2.000 voluntarios
ALFA10, según remarca la Fundación, da un paso adelante respecto al Estudio ALFA, impulsado por la Fundación «la Caixa» en 2013 y que BBRC desarrolló. Este reclutó a más de 2.700 voluntarios sanos, con edades comprendidas entre los 45 y 75 años, para investigar los cambios biológicos y cognitivos iniciales asociados al alzheimer.
Para ALFA10, el equipo investigador contactó de nuevo con los participantes del estudio para seguir la evolución de su salud cerebral. La mayoría se hizo un análisis de sangre y un test cognitivo con el fin de detectar con mayor exactitud los cambios en sus biomarcadores y en procesos biológicos derivados de la enfermedad.

Del mismo modo, para evitar las visitas presenciales frecuentes y facilitar el la evolución cognitiva continua, se incorporó un seguimiento a distancia a partir de cuestionarios y herramientas digitales. La previsión es que las primeras visitas se hagan en enero de 2026, seguidas de un seguimiento digital continuo.
Este planteamiento aportará información clave sobre cómo progresa la enfermedad y permitirá identificar a las personas con mayor riesgo antes de que aparezcan los síntomas.
ALFA10 en tres pasos
Desde la Fundación Pasqual Maragall enumeran tres fases principales en las que se estructura el desarrollo del algoritmo predictivo:
- La primera fase se basa en la recopilación y análisis de datos, lo que incluye nuevos biomarcadores detectables en sangre junto con las variables clínicas y cognitivas de los/las participantes.
- La segunda fase consiste en la creación de un modelo predictivo, capaz de estimar con precisión el riesgo individual de Alzheimer, a partir de la integración de los datos históricos recopilados durante quince años.
- La última fase del proyecto se orienta a la prevención y el tratamiento para identificar perfiles de riesgo y facilitar el desarrollo de terapias personalizadas.
La repercusión sanitaria del proyecto
ALFA10 supone un avance en la investigación del Alzheimer por cuanto el proyecto se propone un seguimiento cerebral más exacto, sensible y constante.
Y no solo busca la generación de conocimiento científico, recalca la Fundación, sino que también se plantea la transferencia de sus resultados al sistema sanitario. El objetivo es transformar «los hallazgos en protocolos y herramientas prácticas» que puedan implementarse inicialmente en centros especializados y, más adelante, en la atención primaria.
“Una vez desarrollado, el algoritmo se validará con muestras de datos independientes y en nuevas cohortes de participantes, lo que permitirá evaluar su eficacia y facilitar su aplicación clínica”, concluye Sánchez.
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Ciencia y Salud
Halloween puede ayudar a gestionar el miedo en la infancia
Halloween ya está aquí y además del ambiente festivo que se vive por las calles con el truco o trato, es una fecha que puede ayudar a gestionar el miedo en la infancia, para que los niños y niñas comprendan que es una emoción como otra cualquiera, que hay que entender, acompañar y validar.
Ante una noche tan terrorífica como la que se avecina, en la que las calabazas, las brujas, los calderos y la sangre pueden quitar el sueño a más de un menor, es importante hablar del miedo, de lo que supone y de cómo poder manejarlo, y sobre todo, de adaptar la exposición a la edad del niño o de la niña.
Pinceladas sobre el miedo
«El miedo no es malo. No hay que etiquetar las emociones en buenas y malas, sino comprender que forma parte de la vida. El miedo nos protege y nos ayuda a estar seguros», afirma a EFE Salud la psicóloga clínica Amaia Izquierdo, vocal de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP).
El problema, señala Izquierdo, es cuando alguien vive como amenazantes muchas situaciones que no lo son, y entonces sí estaríamos hablando de una patología.
Para la experta es importante entender que el miedo es una emoción más que hay que validar y no minimizar, ya que, a veces, se tiende a esto último y a decirle a un niño casi de manera espontánea, «esto no es nada».
«Está teniendo miedo, no hay que acabar con esa respuesta de miedo entonces, pero sí que aprender a identificarlo, reconocerlo y ayudar a gestionarlo. Hacerle un sitio, un huequito», añade.
En este sentido, asegura que en la actualidad hay muchos menores «con evitación experiencial», es decir, que no se han expuesto a diferentes circunstancias o emociones negativas, con lo que tienen «unos mecanismos de afrontamiento poco desarrollados, primitivos».
Hablar sobre ello
Por eso Halloween puede ayudar a la infancia a manejar el miedo y poder hablar de sus ambivalencias, de por qué estos contextos generan una especie de gusto tras cruzar un túnel del terror, por ejemplo, pero otro lado, de susto.
«Es una buena oportunidad para poder hablar del miedo de lo que supone, de manejarlo, de hacerlo como algo que forma parte de la vida. Pero también es muy importante saber cómo impacta y adaptar el nivel de exposición a la edad del niño o de la niña a su nivel evolutivo de neurodesarrollo», explica Izquierdo.

En los niños más pequeños que están expuestos a situaciones que les vana generar miedo, deben ir con un adulto de confianza que le de tranquilidad y seguridad, y le ayude a validar la emoción.
«A veces hay maquillajes muy vívidos con situaciones o disfraces que a niños pequeños, de 3 hasta los 6 años, que todavía no tienen una diferenciación entre la fantasía y la realidad, pues les pueden impactar, pero, básicamente, porque no estamos adaptando la exposición a lo que puede absorber», abunda la psicóloga.
Hay que ayudarles con juegos de fantasía y realidad, de utilizar el humor y anticipar lo que puede pasar o si va a ver imágenes que tal vez les puedan asustar.
No hay que ridiculizar
Y nunca hay que ridiculizar a la infancia, pero tampoco a los adolescentes porque sientan miedo en Halloween o en cualquier otro momento porque entonces pensarán que no pueden sentir esa emoción, que no pueden ser cobardes.
«Se le puede decir que es un día en el que jugamos a dar miedo, por eso nos divertimos, pero es una fiesta, es todo mentira y no es real», señala Izquierdo, quien aconseja que entre los más pequeños los disfraces sean simpáticos y divertidos, como una calabaza, bruja o algún animal.
Cuando son un poco más mayores, a partir de los ocho años, es muy importante validar las emociones, que sepan que no se trata de ser valiente, sino de saber los límites de cada uno y conocer a lo que uno se quiere exponer.
«Que sepan que es absolutamente legítimo y válido sentir miedo, no que eso te hace más débil o más vulnerable. Que si están sintiendo mucho miedo en una actividad que se está haciendo en Halloween, por ejemplo un túnel del terror o en una casa, que sean conscientes de que se pueden salir perfectamente y que no pasa nada», continúa Izquierdo.
La muerte
La psicóloga clínica hace hincapié en que es una oportunidad también para abordar el tema de la muerte cuando en España, el 1 de noviembre, es el Día de Todos los Santos y que se puede hablar de ella de forma más reposada, como parte del ciclo de la vida.

«El discurso con los niños se aborda solo cuando alguien fallece, que es un momento de angustia y en los que cuesta hablar de ello con naturalidad, por eso, es bueno hacerlo también en estos momentos de tranquilidad», expone la vocal de la AEPCP.
Asimismo, es oportuno hablar del legado de las personas cercanas que ya no están entre nosotros, del cariño y del agradecimiento hacia ellas.
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