También preocupan vectores tropicales que pueden llegar a España desde otros continentes, como el mosquito de la malaria, sin olvidar la epidemia de dengue o la fiebre del Oropouche en América Latina, como otras de las enfermedades infecciosas que nos deben preocupar en 2025.
Y para afrontar estos retos, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas(SEIMC), a través de su portavoz, la microbióloga María del Mar Tomás, aboga por reforzar los sistemas de vigilancia, por potenciar los técnicas de diagnóstico rápido, practicar la cultura de la prevención personal, como el uso de mascarillas, y la creación de la especialidad de enfermedades infecciosas, una histórica reivindicación pendiente de aprobar.
La gripe aviar: la amenaza de una pandemia
La gripe aviar que afecta a las aves y que ya ha pasado a mamíferos y humanos tiene en jaque a las autoridades sanitarias ante el temor de que el virus de la gripe A se pueda transmitir de humano a humano, algo que de momento no ha ocurrido y que si lo hiciera podría provocar una pandemia.
“En 2024 la gripe aviar ha evolucionado. En un principio estaba localizada en aves de corral, luego pasó a las aves silvestres y a mamíferos, como los lobos marinos, y ahora las vacas, animales que están más próximos al hombre”, explica a EFEsalud la doctora.
Desde inicios de 2003 hasta el 1 de noviembre del 2024, se notificaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) un total de 939 casos humanos de influenza aviar A(H5N1) (contagiados por animales), incluidas 464 defunciones, sin embargo se considera que el riesgo para la población general de infectarse sigue siendo de momento bajo, aunque la enfermedad curse con síntomas más intensos.
“El peligro es que el virus termine adaptándose y que se transmita de humano a humano” y para hacer frente a este riesgo ya se están desarrollando vacunas, incluso las de tecnología ARN mensajero.
“Desde el inicio de año, las autoridades sanitarias tienen que centrar los esfuerzos porque si la afectación es global, necesitaríamos varios tipos de vacunas”, advierte.
Pero en España estamos más preparados que cuando llegó la pandemia de coronavirus:
Contamos con técnicas diagnósticas rápidas como las PCR que ayuda a monitorizar la expansión del virus.
Centralización de material y equipos.
El uso de la mascarilla y lavado de manos en la población.
Circuitos de prevención en los hospitales para evitar el contagio.
Necesidad de formación y equipos multidisciplinares de microbiológos, infectólogos, epidemólogos etc.
El virus del Nilo: anticipación
Para la experta, “lo importante es adelantarnos a los posibles casos porque siempre va a ser más fácil controlar los brotes” del virus del Nilo, enfermedad que transmite un mosquito en zonas de mucho calor y húmedas como el área del Guadalquivir en Andalucía y en Extremadura, sobre todo, donde han fallecido una decena de personas.
Aunque el 80 % de los casos cursan con síntomas leves, hay otro 20 % que lo hace de forma grave.
“Es necesaria la monitorización del virus, la vigilancia de las aguas estancadas, técnicas de fumigación o el uso de repelentes”, medidas a medio y corto plazo para prepararnos de cara al próximo verano.
Hay una vacuna frente a la encefalitis japonesa en relación con el virus del Nilo para quienes viajen al Sudeste Asiático y válida hasta que lleguen las específicas que están en pleno desarrollo.
ITS y VIH: Nos hemos relajado
“Se ha perdido el miedo a la transmisión de enfermedades infecciosas” de índole sexual ya que han aumentado los casos, sobre todo en jóvenes y adolescentes, de sífilis, gonorrea o clamídea, señala la microbióloga del Hospital Universitario A Coruña.
“Hacen falta campañas de prevención y concienciación en los grupos de peligro y ya no solo por las enfermedades crónicas que puedan producir o por la pérdida de fertilidad, sino por la transmisión de bacterias resistentes a los antibióticos” que generen infecciones recurrentes en la población menor a 50 años y que tengan consecuencias graves en un futuro.
También con el VIH, ahora convertido en una enfermedad crónica gracias a los tratamientos antirretrovirales y otras terapias, “las nuevas generaciones e, incluso, más mayores, han perdido el miedo a la transmisión.
Y advierte de las medidas preexposición, que evitan el VIH, pero no el resto de enfermedades sexuales por lo que los anticonceptivos de barrera es la opción indicada.
Variedades de preservativos de un supermercado. EFE/ RRS
MPOX, el virus muta
Otra infección que en 2024 ha resurgido es la mpox (antes denominada viruela del mono) debido a una nueva mutación del virus y con epicentro en la República Democrática del Congo.
“La única transmisión que ha tenido la mpox en los países occidentales es la sexual, por lo que tenemos que prevenir, ya que los virus van mutando y adaptándose cada vez mejor a los humanos”, como ha ocurrido en África donde otras vías de transmisión han provocado contagio en madres y niños. puntualiza la portavoz de SEIMC.
El virus está mutando, por lo que es necesario campañas de vacunación y medidas de prevención.
Resistencias antimicrobianas: otro reto de enfermedades infecciosas para 2025
“Es necesario seguir concienciando a la población de no tomar antibióticos sin prescripción médica antes de saber si es una infección bacteriana o vírica y, por supuesto, lavado de manos frecuente y lavar también los productos alimenticios, y cuidado con las aguas estancadas”, advierte la doctora.
“La resistencia antimicrobiana va a estar con nosotros muchos años y gracias a las medidas de prevención, diagnóstico e innovación con otros tratamientos podremos evitar una crisis sanitaria”, afirma.
Vectores tropicales
El dengue, el chikungunya o la malaria son enfermedades infecciosas tropicales en plena actividad en África y América Latina y que en 2025 seguirán causando epidemias en distintos países.
El cambio climático y la globalización hacen que los mosquitos (vectores) que transportan este virus puedan salir de sus zonas endémicas y llegar, como ya ha pasado, a Europa.
Las medidas de prevención son clave, insiste la experta, desde utilizar repelentes, mosquiteras, herbicidas y evitar la exposición en zonas y horas de mayor afluencia de mosquitos, hasta evitar hábitats que favorezcan la cría de larva.
“Las diferentes vacunas tienen un papel importante, es la mejor medida preventiva a nivel poblacional”, asegura la especialista.
La dana: las lecciones aprendidas
Las inundaciones que ha dejado la dana en más de setenta municipios de Valencia podrían haber sido caldo cultivo de bacterias y virus pero no provocado ningún brote gracias a las medidas de prevención que aprendimos en la pandemia de coronavirus.
Afectados y voluntarios en las tareas de limpieza y reconstrucción han ido armados con mascarillas, guantes y botas para evitar conjuntivitis, gastroenteritis o pequeñas heridas que pudieran infectarse.
“Habrá habido casos gastroenteritis y algunos de leptospirosis pero no infecciones que podrían haber sido más raras o patogénicas, como los tétanos, y no se han producido porque se han tomado las medidas de prevención, además del avance en las técnicas diagnósticas”, señala María del Mar Tomás.
Voluntarios en labores de limpieza de las calles de Masanasa (Valencia) afectadas por la dana. EFE/Ana Escobar
Qué hacer frente al reto de las enfermedades infecciosas en 2025
Ante este escenario, los infectólogos y microbiólogos de la SEIMC piden:
Creación de la especialidad de enfermedades infecciosas vía MIR (España es el único país de la Unión Europea que aún no la reconoce) que acabaría con la dispersión de los infectólogos, se aseguraría la equidad y se mejoraría la atención.
El refuerzo de los sistemas de vigilancia sindrómica, microbiológica y epidemiológica.
Potenciación de las técnicas de diagnóstico rápido.
Incorporación de la perspectiva One Health de interrelación de la salud humana y animales para las enfermedades emergentes de origen zoonótico.
Sensibilización de la población sobre medidas preventivas y de responsabilidad individual ante futuras pandemias.
Servicios de microbiología que estén operativos 24 horas 7 días a la semana para responder a las emergencias infecciosas.
Era la segunda emergencia internacional por mpox que había declarado la OMS, tras la que decretó entre 2022 y 2023, en aquel caso con numerosos casos también en países europeos y americanos, mientras que esta vez los brotes se circunscribieron sobre todo a naciones africanas.
En 2024 se confirmaron al menos 18.000 casos de las distintas variantes de la enfermedad, este año la cifra se eleva a 31.000, y los casos mortales superan los 200.
Unos 29.000 casos y 28 muertes desde 2024 se han producido en la República Democrática del Congo, y otros países afectados han sido Uganda (casi 8.000 contagios y 50 fallecidos) o Sierra Leona (5.200 positivos, 56 muertes).
“Un comité se ha reunido cada tres meses para evaluar la epidemia, este jueves lo hizo de nuevo, me aconsejó dejar de considerarla una emergencia internacional y he aceptado la recomendación”, indicó el director general de la OMS en rueda de prensa.
Tedros afirmó que el levantamiento de la emergencia “no significa que la amenaza haya terminado ni que nuestra respuesta vaya a detenerse”, y recordó que la Unión Africana, a través de sus Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), mantiene la alerta continental.
“La posibilidad de nuevos repuntes y brotes persiste, lo que requiere mantener la capacidad de respuesta activa y esfuerzos continuos para proteger a los grupos más vulnerables, en particular niños y personas que viven con VIH”, aseguró el experto etíope.
Pese a ello, afirmó el jefe de la agencia sanitaria de la OMS, en los últimos años se ha avanzado en el conocimiento de los factores causantes de los brotes de mpox y la capacidad de respuesta, que ha incluido la distribución de hasta seis millones de vacunas contra el virus.
Tedros también subrayó que la OMS mantiene determinadas recomendaciones para la prevención de esta enfermedad al menos hasta agosto de 2026.
Teniendo en cuenta las dos emergencias sanitarias, desde 2022 hasta la actualidad se han confirmado en el mundo más de 150.000 casos de mpox, con al menos 377 muertes.
El personal médico atiende a una mujer y a su bebé con mpox en el Centro de Salud de Munigi, en la República Democrática del Congo. EFE/EPA/MOISE KASEREKA
Guía rápida de la mpox: síntomas, transmisión y tratamiento
El mpox, cuyo estado de emergencia sanitaria ha finalizado, es una enfermedad infecciosa causada por un virus del género de los Orthopoxvirus que puede provocar una erupción dolorosa, inflamación de los ganglios y fiebre, según recuerda la OMS, que en noviembre de 2022 pidió eliminar el término ‘monkey’ y viruela del mono para evitar el lenguaje estigmatizante.
El mpox o viruela del mono se describió por primera vez en humanos en 1970 en la República Democrática de Congo. Desde entonces, la mayoría de los casos notificados proceden de la cuenca del Congo y el África occidental.
¿Cómo se transmite?
La transmisión de persona a persona ocurre principalmente por el contacto estrecho de piel con piel o piel con mucosas (como la saliva), sobre todo en las relaciones sexuales, señala la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Una vez que el virus entra en el organismo la viruela del mono puede contagiarse a otros miembros de la familia y a las parejas sexuales, por lo que las personas con múltiples parejas sexuales corren mayor riesgo.
¿Se puede transmitir por otras vías?
El virus se puede contraer también a partir de objetos contaminados como ropa de vestir o de cama y a través de heridas punzantes en la asistencia sanitaria. También es posible su transmisión en entornos comunitarios como los salones de tatuajes, avisa la OMS.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más frecuentes son:
Erupción cutánea.
Fiebre.
Dolor de garganta y/cabeza.
Dolor muscular, dolor de espalda.
Falta de energía.
Ganglios linfáticos inflamados.
La erupción cutánea, que es en algunos casos el primer síntoma, comienza como una mancha que pasa a vesícula llena de líquido y puede picar y doler. Cuando esta erupción se cura, las lesiones sobre la piel se cubren de costras que acaban por caer.
Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, como palma de las manos, plantas de los pies; cara, boca y garganta; ingles y genitales y ano.
Se trata del décimo sexto brote de ébola declarado en este país desde la última epidemia, que duró entre agosto y septiembre de 2022 y causó una única muerte.
Pero también Uganda declaró el pasado mes de enero otro brote y se une a otros países de la región como Gabón, Congo o Sudán que han tenido que hacer frente a distintos brotes que se han cobrado la vida de cientos de personas.
Un balance provisional del actual brote de la República Democrática del Congo, que acaban de declarar las autoridades sanitarias, deja al menos 16 muertos y casi una treintena de casos sospechosos.
Entierro de un afectado por el brote de ébola en República Democrática del Congo en 2019. EFE/EPA/HUGH KINSELLA CUNNINGHAM
El virus del ébola en siete claves
1. ¿Cómo se transmite el virus de la ébola?
Se cree que determinadas especies de murciélagos son los hospedadores de este virus y de ellos el virus se transmite a otros animales y a personas.
El contagio se produce por el contacto directo con los fluidos de un afectado, a través de lesiones en la piel o de las mucosas, tanto con sangre o líquidos corporales de personas enfermas o fallecidas por ébola; y objetos o superficies contaminados por líquidos o secreciones corporales, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras no hay síntomas, no hay riesgo de contagio, pero siguen siendo infecciosas mientras haya presencia de virus en sangre.
El periodo de incubación (es decir, el intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) oscila entre dos y 21 días. El aislamiento del enfermo es clave.
2. Los síntomas
Los síntomas iniciales, que pueden aparecer de forma repentina, son fiebre, cansancio, malestar general, dolores musculares y dolor de cabeza y de garganta.
Después aparecen vómitos, diarrea, dolor abdominal, erupciones cutáneas y signos de deterioro de las funciones renal y hepática. Las hemorragias internas y externas aparecen en las fases más avanzadas.
3. Diagnóstico y tratamiento
Las pruebas PCR, de anticuerpos o cultivos han facilitado un diagnóstico más rápido.
Dos vacunas, tanto de respuesta a los brotes como para prevenir nuevos casos, son las principales armas contra el ébola, a las que se unen diferentes fármacos antivirales.
Imagen facilitada por el CDC estadounidense que muestra el virus del Ébola. EFE
4. Prevención
Otra de las claves del virus del Ébola radica en la prevención. La OMS considera fundamental la implicación de la población para controlar con éxito cualquier brote.
Son necesarias medidas como la atención clínica, la vigilancia y el rastreo de contactos, los servicios de laboratorio, la prevención y el control de las infecciones en los establecimientos de salud, las inhumaciones seguras y dignas, la vacunación y la movilización social.
Los trabajadores sanitarios, ante el alto riesgo de contagio, deben vacunarse de forma preventiva, utilizar equipos de protección personal y una exigente higiene de manos.
5. Un virus que puede persistir
Existe evidencia científica de la persistencia del virus de fiebres hemorrágicas en testículos, interior de los ojos y el cerebro de algunas personas recuperadas, informa la OMS.
También pueden permanecer en la placenta, el líquido amniótico y el feto de las mujeres infectadas durante el embarazo, así como en la leche materna durante la lactancia.
Se ha documentado también transmisión del virus del Ébola a través de esperma infectado hasta quince semanas después de la recuperación clínica.
6. El origen del virus del Ébola
El ébola se detectó por primera vez en 1976 en la actual República Democrática del Congo. El brote se produjo en un pueblo cercano al río Ébola, del que toma su nombre el virus y la enfermedad.
Otra de las claves sobre el virus del Ébola es que, actualmente, existen cinco subtipos: Zaire, Sudán, Tai Forest, Bundibugyo y Reston. Todas se han descrito en África excepto la Reston que proviene de Asia.
7. La epidemia que sacudió al mundo
La mayor epidemia de ébola vivida hasta el momento fue desde 2014 a 2016 en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia causando más de 11.000 muertes.
Varios misioneros y sanitarios españoles, británicos o estadounidenses afectados fueron repatriados para ser tratados en Europa y América. Fue entonces cuando la comunidad internacional se movilizó para combatir un virus que entonces tenía una letalidad del 90 %, ahora reducida gracias, fundamentalmente, a las vacunas.
Para la Dra. Lucía Campos Muñoz, dermatóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid, “el picor que provoca la dermatitis atópica (DA) es tan intenso que se llega a generar sangre en las heridas causadas por el rascado, prácticamente involuntario”.
La DA aparece en cualquier zona corporal y, dependiendo de la edad y la persona, los eccemas también podrán significarse con piel agrietada, costras, engrosamiento cutáneo, piel en carne viva y oscurecimiento de la epidermis que rodea a los ojos.
Los brotes de dermatitis atópica suelen comenzar antes de los cinco años de edad, siendo la infancia la etapa más castigada, con una prevalencia del 5-20 % de casos. Esta cronicidad se prolongará durante la adolescencia y la juventud, llegando a persistir en la vida adulta.
“En la infancia, la descamación y la sequedad serán más visibles y molestas en el cuello, la cara y a nivel de las flexuras de las articulaciones, mucho peor en los codos y en las rodillas”, señala la Dra. Campos Muñoz.
Esta dermatitis evolucionará con la edad adoptando formas clínicas en las zonas de extensión de las articulaciones, en la espalda (zona lumbosacra) y otras áreas específicas de cuerpo, como las manos y los pies (especialmente con eccema dishidrótico y dermatosis plantar, respectivamente).
Imágenes cedidas por la Dra. Campos Muñoz, dermatóloga del equipo que dirige el Dr. Eduardo López Bran.
De dónde viene y a dónde va la dermatitis atópica
La DA está asociada, con frecuencia, a una respuesta exagerada del sistema inmunitario ante los agentes externos (microorganismos). Aún así, se desconoce con exactitud por qué aparece esta enfermedad y por qué se cronifica.
“La dermatitis atópica normalmente evoluciona en brotes, es decir, que l@s pacientes están en algunos momentos bien y en otros momentos están mal, manteniéndose en el tiempo sin interrupción”, destaca la dermatóloga.
Tanto es así que los pacientes corren un mayor riesgo de padecer alergias alimentarias, rinitis alérgica (pólenes) y asma, enfermedad respiratoria pulmonar, más prevalente durante la infancia.
“En la mayoría de los casos diagnosticados, la dermatitis atópica es la primera manifestación de la diátesis atópica (predisposición genética o hereditaria a desarrollar enfermedades alérgicas)”, apunta la Dra. Campos.
Si nuestra piel es vulnerable, no es capaz de mantenerse hidratada y no lucha adecuadamente contra los agentes externos, como las bacterias (Staphylococcus aureus), los alérgenos, la contaminación ambiental o el humo del tabaco, entrará en el círculo vicioso de la enfermedad crónica.
La inmunidad se verá comprometida por el trastorno funcional en la respuesta inflamatoria frente a los antígenos que presentan las células de Langerhans, las células T y las células efectoras inmunes (linfocitos productores de anticuerpos).
Será entonces cuando el sistema inmunológico provocará lesiones en la piel que pueden coexistir o sucederse en el tiempo: eccemas, prurigo (pápulas con vesícula que se sustituyen por costra) y liquenificación (placas engrosadas, recorridas por surcos).
“Pero existen diferentes factores que influyen en la aparición de la dermatitis atópica, como la herencia genética: se sabe que si los padres tienen o han padecido alergias, asma o dermatitis atópica aumentan las posibilidades de que sus hij@s desarrollen esta enfermedad”, subraya. la Dra. Campos.
También afectan los tejidos sintéticos o confeccionados con lana, a diferencia del algodón, que siempre se deben lavar a mano o a máquina sin añadir productos suavizantes.
Tampoco son adecuadas las sustancias que puedan irritar la piel, como el contenido químico del agua en las piscinas.
“Las personas que sufren dermatitis atópica tienen que utilizar una crema barrera antes de entrar en el agua (piscina o mar) y, posteriormente, darse una ducha limpiadora para retirar el cloro o la sal. A continuación, se debe aplicar una capa de crema hidratante”, indica.
El agua del mar, beneficiosa en líneas generales, puede causar ardor e irritaciones en los casos de piel agrietada.
“A tal efecto, el paciente que tenga la posibilidad de ir a una zona costera con buena humedad ambiental debería esperar unos días antes de zambullirse en las olas. La humedad mejorará previamente el estado de su piel y el baño retardado será más gratificante”, asegura.
“En cualquier caso -reitera- nunca dejaremos de utilizar los hidratantes y aquellos tratamientos farmacológicos pautados durante el invierno”.
Prevención familiar y tratamiento de la dermatitis atópica
Es fundamental, por tanto, aplicar emolientes corporales, puesto que los pacientes DA siempre mostrarán una piel seca, como si las cremas se absorbieran rápidamente. Aquí funciona la muletilla… Poner, poner y volver a poner… productos hidratantes.
Los hábitos de vida y los cuidados familiares, como la higiene corporal, tienen una enorme importancia en las primeras etapas de la vida: es mejor sustituir la bañera por la ducha, utilizando siempre agua templada en lavados de poco tiempo y restringiendo el uso de jabones en las zonas olorosas.
En este sentido, una investigación demostraría la sinergia positiva de algunos prebióticos (nutrientes para la microbiota digestiva), probióticos (microorganismos vivos para mejorar la calidad de la microbiota digestiva) y simbióticos (combinación de ambos) para reducir la incidencia de la dermatitis atópica.
El metaanálisis, con más de 127.000 casos, síntesis de múltiples estudios, observó un beneficio protector de los prebióticos, probióticos y simbióticos en las madres embarazadas, madres en periodo de lactancia y bebés en los primeros meses de vida.
A la vez, se comprobó que disminuyó la severidad de la DA en pacientes con enfermedad moderada o severa al emplear probióticos, lactobacillus y simbióticos. En cambio, no hubo mejoría en pacientes leves o cuando se utilizó bifidobacterium o prebióticos aislados.
Pero una inmensa mayoría de casos en dermatitis atópica (DA) necesitan terapias que van desde los corticoides aplicados sobre la piel hasta los fármacos más innovadores a base de moléculas biológicas.
“La verdad es que hemos vivido una explosión de tratamientos muy efectivos, como los fármacos biológicos o los inhibidores de JAK (bloquean la acción de las proteínas que promueven la inflamación)”, dice la especialista.
Destacan dupilumab y tralokinumab, por un lado, y upadacitinib, baricitinib y abrocinitib, por el otro.
“Este tipo de medicamentos innovadores consiguen retrasar la aparición de los brotes y limpiar las lesiones en un buen número de casos, demostrando un buen perfil de seguridad y tolerancia”, añade.
“Durante estos últimos años sólo disponíamos de corticoides tópicos y orales, curas húmedas, inhibidores de la calcineurina y de algunos inmunosupresores clásicos, como la ciclosporina o el metotrexate“, completa.
La investigación médica frente a la dermatitis atópica es persistente, tanto como el picor de esta enfermedad crónica.
“Tenemos que ser capaces de limpiar esas lesiones, esas placas rojodescamativas, aliviando el picor acompañante y mejorando la calidad de vida de tod@s y cada un@ de nuestr@s pacientes”, concluye la Dra. Lucía Campos Muñoz.