Ciencia y Salud
La covid, 5 años después: una enfermedad más, pero nos mantiene alerta

En 2024 la agencia sanitaria de la ONU ha recibido notificación de 3 millones de casos globales de coronavirus, una cifra muy alejada de los 445 millones de 2022, el año con más contagios contabilizados en los 5 años de existencia de la covid.
Esos casos incluyeron este año unas 70.000 muertes, 50 veces menos que los 3,52 millones de fallecimientos de 2021, el año más letal en cifras oficiales.
El virus SARS-CoV-2 se ha transformado, gracias a las vacunaciones y a su evolución hacia variantes más contagiosas pero a la vez menos letales, en un patógeno comparable a la gripe: una enfermedad que en la mayoría de los casos causa síntomas leves o moderados, aunque aún puede ser peligrosa en personas mayores y otros grupos vulnerables.
“No oímos ya hablar de la covid, pero el virus sigue circulando de forma extendida en todo el mundo. No hay mucha visibilidad sobre ello porque ya no hay tantos tests, la vigilancia se ha reducido”, valora la experta de la OMS Maria Van Kerkhove, quien desde 2020 lidera la respuesta de la agencia a la enfermedad.
La OMS estima, al analizar aguas residenciales de diferentes países, que la circulación real del virus podría ser hasta 20 veces mayor de la calculada oficialmente; también le inquieta la persistencia del llamado “covid largo”, que según sus cálculos afecta a un 6 % de los casos graves tras su recuperación.
“Afecta a múltiples órganos que pueden ir desde el corazón a los pulmones, el cerebro, o puede tener incluso consecuencias en materia de salud mental”, analizó la experta estadounidense en una reciente conversación en el canal de YouTube de la OMS para analizar los cinco años de la enfermedad.
Diciembre de 2019, el punto de partida
Los primeros casos de lo que luego se conocería como covid-19 se identificaron en diciembre de 2019 en la ciudad central china de Wuhan, y fueron notificados a la OMS el 31 de ese mes.
El 5 de enero de 2020 la agencia publicó su primera alerta por lo que entonces denominó “neumonía de origen desconocido detectada en China”; el 30 de enero declaró la alerta internacional por ella, el 11 de febrero la bautizó como “covid-19”, y el 11 de marzo la declaró oficialmente una pandemia que confinó al mundo.

“Recuerdo la primera rueda de prensa que di sobre ello el 14 de enero, pensé que nunca iba a participar en otra”, rememoraba estos días Van Kerkhove, quien acabó protagonizando durante tres años cientos de conferencias sobre el tema junto al jefe de emergencias de la OMS, Mike Ryan.
Cinco años después de los primeros casos de covid, la OMS sigue recomendando a mayores de 65 años y otros grupos vulnerables que se vacunen periódicamente para evitar formas graves de la enfermedad que conlleven hospitalizaciones: actualmente la vacuna se basa principalmente en la subvariante JN.1, la más extendida actualmente y descendiente de la variante ómicron.
La agencia pide siempre que tiene oportunidad que no se olvide un virus que afectó a casi toda la población del planeta, bien por haberlo sufrido o por tener familiares que lo padeció o incluso falleció por él.
Que la historia no se repita
Busca, sobre todo, que el recuerdo impulse un tratado contra las pandemias, que negocia desde hace casi tres años, con el fin de preparar mejor a todos los países ante futuros patógenos con potencial pandémico, ya sean nuevos coronavirus, la temida gripe aviar (muy letal aunque aún no transmisible entre humanos) u otro desencadenante todavía desconocido, esa hipotética “enfermedad X”.
Este año, la OMS fracasó en su objetivo de lograr que el tratado se firmara en su asamblea de junio, por lo que las negociaciones continúan, obstaculizadas sobre todo por la falta de consenso entre países en aspectos como la comercialización y distribución de vacunas, tratamientos y pruebas de diagnóstico en caso de pandemia.
“La gente quiere que la covid quede en el pasado, pretender que nunca ocurrió porque fue algo traumático, pero eso nos impide prepararnos para el futuro”, advierte Van Kerkhove.
Las cifras oficiales de la OMS indican que desde finales de 2019, en cinco años, ha habido 777 millones de casos de covid y 7 millones de muertes, aunque la propia agencia reconoce que la cifra de fallecidos puede ser hasta tres veces mayor y superar los 20 millones.
Ello la equipara en cifras absolutas a grandes pandemias de la historia como la de gripe de 1918 o incluso con la peste bubónica medieval, aunque eso sí, aquéllas afectaron a poblaciones globales mucho más pequeñas que la actual, por lo que su impacto demográfico relativo fue mucho mayor.
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Ciencia y Salud
Madrid, la ciudad con mayor esperanza de vida en la UE

Bruselas (Euractiv.com/.es) – La esperanza de vida en la Unión Europea (UE) alcanzó 81,4 años en 2023, la cifra más elevada registrada hasta la fecha por la agencia estadística comunitaria, Eurostat. Madrid se lleva la palma en cuanto a longevidad.
Durante la pandemia de COVID-19, la esperanza de vida en la UE disminuyó ligeramente tanto en 2020 como en 2021, los peores años. No obstante, las cifras de esperanza de vida han vuelto a escalar velozmente hasta 3,8 años desde 2002, cuando Eurostat empezó a registrar esos datos en todo el bloque.
Los resultados de la oficina de estadística comunitaria contrastan sin embargo con un estudio reciente de la revista científica The Lancet, según el cual los europeos son menos longevos debido sobre todo al efecto nocivo en la salud derivado del consumo de tabaco y alcohol.
Los datos publicados en The Lancet, sin embargo, sólo cubren hasta el año 2021, lo cual podría explicar las diferencias en los guarismos.
Según los datos de Eurostat, la mayor esperanza de vida en la UE está en Madrid, seguida de Trento (Italia), las Islas Åland, Navarra (España) y Bolzano, en la región septentrional italiana de Tirol del Sur.
En el extremo opuesto, Bulgaria y Hungría registraron los peores resultados.
El estudio de Eurostat revela la «brecha sanitaria» entre Europa del Este y Occidental, tal como ya han destacado otras publicaciones, entre ellas The Lancet y el informeHealth at a Glance 2024 de la OCDE , en el cual se constataba una diferencia de ocho años entre la esperanza de vida más elevada y la menor, según en qué región del bloque.
De acuerdo con Eurostat, en 2023 la esperanza de vida de las mujeres fue 5,3 años mayor que la de los hombres, probablemente debido a que las mujeres suelen ser más prudentes a la hora de adoptar determinados hábitos de consumo considerados potencialmente peligrosos.
Las menores diferencias entre hombres y mujeres se registraron en Luxemburgo, Países Bajos y Suecia.
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[Editado por BTS/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es]
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Ciencia y Salud
Fernando Simón, en el quinto aniversario de la pandemia: “Lo que se hizo era correcto”

En el acto de aniversario “5 años después: memoria, aprendizaje y futuro de la covid-19”, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) ha reflexionado con la ministra de Sanidad, Mónica García, sobre todo lo que ocurrió y se hizo aquel 2020 para contener al coronavirus.
A “toro pasado” es más fácil plantear qué se podría haber hecho distinto, pero con las condiciones de entonces y la información que había disponible, Simón cree que lo que se hizo en aquel momento “era correcto”.
Con la información de hoy, reconoce que las medidas que se tomaron “se podrían afinar mejor” o “aplicar de otra manera”. Por ejemplo, el confinamiento podría haber sido “más quirúrgico” y “más suave en algunas situaciones o algunas circunstancias. No tiene sentido que una persona que vive sola en el monte esté confinado en su casa”, ha admitido.
Él no tomó decisiones individuales, porque ahí eran muchos los que trabajaron en mitigar la pandemia. “Hice lo que estaba previsto hacer”, aunque “obviamente todo se puede mejorar”, ha recalcado.
Lo que “nunca” hizo fue apoyar medidas políticas contrarias al criterio científico.
“Nunca defendí, nunca he defendido y nunca defenderé posiciones políticas que no concuerden con el criterio técnico científico”, ha garantizado.
Sí ocurrió “lo contrario: durante la pandemia hubo propuestas políticas que se pusieron sobre la mesa y que conseguimos entre los técnicos del Ministerio, de las comunidades autónomas, del Instituto de Salud Carlos IIII, que se pararan o se cambiaran o se pospusieran a momentos en los que no iban a tener un impacto grave sobre la salud”.
“Todo se puede hacer mejor. Ahora hemos aprendido de la pandemia y se han desarrollado muchas herramientas, pero es cierto que en aquel momento era difícil plantear acciones diferentes a las que se plantearon”, entre otras cosas, porque fueron muy parecidas a las que se hicieron en el resto del mundo.
Simón ha asegurado que en estos años han sido muchas más las muestras de agradecimiento que las críticas de “haters”, personas que “odian” y que lo que quieren es sesgar el mensaje científico.
“Nunca me planteé dimitir, al menos por ellas”, porque su trabajo incluye “comunicar”. “Y yo no voy a dejar de hacer mi trabajo”, ha subrayado.
“Fernando Simón no era importante en aquel momento. Lo importante era que la comunicación llegara donde tenía que llegar y que lo que se comunicaba se implementara correctamente”, y el efecto de esa estrategia “fue el bueno”, porque al final “España es el país donde mejor se implementaron las medidas de control duras” como el confinamiento y “donde mejor se desarrolló la investigación”.

Mónica García, en el acto del quinto aniversario de la pandemia, ha agradecido a Fernando Simón su labor al frente del CCAES: “Gracias por estar ahí, yo lo viví con una enorme tranquilidad y confianza. Es verdad que hay una herramienta de salud pública de la que no se habla que se llama confianza, así que muchísimas gracias por hacerte cargo y por dar la cara, que ninguna de las dos cosas son fáciles”, ha enfatizado.
García, que entonces lideraba la oposición en Madrid, ha asegurado que lo que echa “de más” de la pandemia fue el “exceso de propaganda, las mentiras, los bulos, el negacionismo, las fake news”, que impidieron hacer una evaluación de las políticas implantadas.
La ministra de Sanidad considera que con la pandemia “no hay que ser triunfalista ni tampoco hay que ser catastrofista”. “Hemos aprendido muchas cosas, y una es cuando la política se puso detrás de la ciencia. La ciencia salva vida, el conocimiento salva vidas, la investigación salva vidas”, ha concluido.
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Ciencia y Salud
Paranoia: un trastorno mental que cursa con delirios

La paranoia es un estado mental caracterizado por delirios de persecución o grandeza, desconfianza extrema y sospecha injustificada.
Según la Clínica Universidad de Navarra, puede presentarse sola o asociada a trastornos como la esquizofrenia o alteraciones del estado de ánimo, e incluso surgir por el uso de drogas o medicamentos.
Quienes la padecen suelen tener creencias infundadas y persistentes, como sentirse vigilados o considerarse excepcionalmente importantes, sin alucinaciones auditivas significativas. Aunque, según dicha clínica, carecen de base real, estos delirios son incuestionables para el afectado.
La evolución de la paranoia
Según la Clínica Universidad de Navarra, a lo largo de la historia, el concepto de paranoia ha experimentado una notable evolución en su significado y aplicación dentro del campo de la Psiquiatría.
En sus primeras definiciones, el término se utilizaba de manera amplia para referirse a cualquier tipo de psicosis en la que el individuo mantuviera una relativa claridad y coherencia en su pensamiento, a pesar de la presencia de ideas delirantes.
No obstante, con el avance de la investigación en salud mental y el desarrollo de criterios diagnósticos más precisos, la definición de paranoia se ha ido restringiendo progresivamente.

¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la paranoia es un proceso complejo que exige una evaluación minuciosa por parte de profesionales de la salud mental. Para ello, se recurre a la observación clínica y al análisis exhaustivo del historial médico y psiquiátrico del paciente.
Dado que la paranoia comparte ciertos síntomas con otras psicosis, según la Clínica Universidad de Navarra, es fundamental establecer una diferenciación precisa para garantizar un tratamiento adecuado y personalizado.
Tratamiento de la paranoia
El tratamiento de la paranoia suele combinar medicación psicotrópica con terapia psicológica. Los antipsicóticos ayudan a reducir los delirios y la agitación, mejorando la estabilidad emocional del paciente.
Por su parte, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz para que los afectados identifiquen y modifiquen pensamientos y conductas distorsionadas, promoviendo una mejor adaptación a la realidad, según la clínica anteriormente mencionada.
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