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Trampa dorada en Madre de Dios: mercurio y desolación en la minería de la Amazonía peruana

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La minería ilegal de oro no se esconde en el sur de la Amazonía peruana: el sonido de motores, dragas y pozos de aguas turbias lucen sin disimulo a los ojos del visitante. Entre el desolador paisaje minero, se oculta el veneno invisible que daña la salud de comunidades indígenas, el mercurio.

Fotografía de actividades de minería ilegal de oro, en la comunidad indígena de San Jacinto, en la región de Madre de Dios (Perú). EFE/Paolo Aguilar

En la comunidad de San Jacinto, en la región de Madre de Dios, Ángel, uno de los vecinos mas ancianos cuenta a EFE que, cuando era niño, esperaban la crecida de las aguas para ver el oro que dejaba la corriente y lo recogían manualmente.

Décadas más tarde, mineros empezaron a usar el mercurio para juntar el oro y separarlo de la tierra, pero, en ese momento, nadie sabía sus perversos efectos.

«Los señores hasta ponían mercurio en el agua porque creían que era bueno para el corazón», recuerda Elizabeth en la comunidad de Tres Islas sobre este metal, considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de las 10 sustancias más tóxicas para la salud y el ecosistema.

Aunque ahora sus efectos nocivos sean conocidos, el aumento del precio del oro ha incrementado la presencia de la minería ilegal en la Amazonía y, en los yacimientos informales, siempre se usa mercurio.

Este metal pesado, al depositarse en los fondos alcanza su forma más tóxica, el metilmercurio, que es consumido por peces que más tarde comen las personas de estas comunidades, cuya dieta es principalmente a base de pescado.

Fotografía de dragas usadas en la minería ilegal de oro, en la comunidad indígena de San Jacinto, en la región de Madre de Dios (Perú). EFE/Paolo Aguilar

Evidencia científica

En las afueras de la capital de la región amazónica, Puerto Maldonado, emerge entre la vegetación un laboratorio compartido por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) y el Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), dedicado en parte a medir los niveles de este metal en suelos, fauna y en las propias personas.

«Se ha evaluado mercurio en comunidades indígenas como en Maizal, en el Parque Nacional del Manu, donde hemos encontrado altos niveles de mercurio al hacer evaluaciones en cabello, y también hemos evaluado mercurio en pescado que es consumido por estas comunidades y hemos reportado niveles elevados, especialmente en los carnívoros», afirma la especialista del Programa de Mercurio de Cincia, Jessica Pisconte.

En dicho estudio, hubo comunidades en las que el 100 % de las personas estudiadas presentaron niveles por encima de los valores de referencia de la OMS.

Fotografía de una mujer con su hijo de la comunidad indígena de San Jacinto, en la región de Madre de Dios (Perú). EFE/Paolo Aguilar

Pisconte explica que la presencia de mercurio en el cuerpo afecta al sistema nervioso y es especialmente peligroso entre mujeres embarazadas y niños de hasta 5 años, que además son más propensos a sufrir problemas neurológicos.

Por los alarmantes niveles del metal detectados, proyectos como el de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), junto a la Iniciativa de Conservación Inclusiva (ICI), pretenden concienciar a la población de sus riesgos a través de la formación de jóvenes en esta materia.

Pablo Inuma, dirigente de la nación Yine y perteneciente a Fenamad, expone que están poniendo en marcha un programa de monitoreo del mercurio para que sean los propios miembros de las comunidades quienes lideren el cambio, aconsejen consumir determinados peces e informen sobre los peligros y sus consecuencias a los mineros.

Minería extendida en la Amazonía 

Pese a las evidencias científicas de lo perjudicial que es el mercurio, este se puede encontrar en puestos de suministros mineros sin problema.

Frente al majestuoso río Madre de Dios, la líder indígena Clara Cagna, de la comunidad Tres Islas, mira las cinco dragas mineras que se ven en el horizonte.

Una mujer lava ropa en la comunidad indígena de San Jacinto, en la región de Madre de Dios (Perú). EFE/Paolo Aguilar

«Ya tenemos tres análisis (hechos) y no hacen nada las autoridades (…) y nunca nos han dicho más que no coman pescado, eso creo que no es la solución», dice indignada.

Denuncia que desde hace años entran mineros ilegales en el territorio de la comunidad con total impunidad y contaminan sus aguas, y eso es lo que habría que controlar.

Añade que hay vecinos que ya no se quieren hacer análisis porque lo único que les dicen es que dejen de comer pescado mientras ven mineros ilegales cada día.

«Entonces, ¿qué vamos a comer?», sostiene.

Ante la pregunta de qué pueden usar los mineros para obtener el oro que no sea el mercurio, los expertos afirman que es complejo, ya que se lleva usando décadas y no hay otra alternativa viable que separe el metal precioso con la calidad que lo hace este.

«Ahora ya entendemos que es como un veneno para nosotros, pero qué hacer nosotros si se trabaja la minería y el Estado sigue concesionando al minero este territorio», se pregunta, a modo de despedida, Ángel, el anciano de San Jacinto. EFE

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Amazonía boliviana: Entre el hambre y el veneno del mercurio

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Fotografía de pescadores de la comunidad indígena Esse Eja pescando en el río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba

En las profundidades de la Amazonía boliviana, donde la selva resguarda un sinfín de historias y tradiciones, las comunidades indígenas Esse Eja y Tacana enfrentan una crisis que trasciende generaciones. La naturaleza, a la que veneran como ‘Madre’, está siendo envenenada lentamente por un enemigo invisible pero letal: el mercurio.

Fotografía de pescadores de la comunidad indígena Esse Eja pescando en el río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba
Fotografía de pescadores de la comunidad indígena Esse Eja pescando en el río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba

Este metal, utilizado en la minería de oro, ha contaminado las aguas del río Beni y los peces que son la base de su alimentación, transformando su forma de vida en una lucha por la supervivencia.

Estamos preocupados, la contaminación nos está matando

Frente a una plataforma minera en construcción, Saúl Vargas, líder de la comunidad Tacana de Loreto, señala el epicentro del problema: “La verdad estamos preocupados, la contaminación nos afecta a nosotros como personas, a los animales y a los peces que viven en el agua”.

La voz de Vargas, de 37 años, resuena con desesperación y rabia. Describe los efectos devastadores que el mercurio tiene en su comunidad: dolores de cabeza, vómitos, diarreas y temblores. “Esto viene desde los años ochenta, pero ahora es peor. Como pueden ver, ahí trabajan los mineros”, denuncia.

Las comunidades indígenas no tienen otra opción que seguir pescando en el río contaminado. “Todos los días se van al río. Es nuestra costumbre, vivir de la pesca”, explica Vargas. Sin embargo, esa costumbre, antes símbolo de identidad y sustento, ahora representa un riesgo diario para su salud.

El veneno invisible

Oscar Campanini, director del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), confirma la gravedad de la situación. “Hay al menos dieciocho comunidades afectadas alrededor del río Beni. En dos de ellas, donde el consumo de pescado es altísimo, el impacto es mayor”, señala.

Fotografía de pescadores de la comunidad indígena Esse Eja pescando en el río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba
Fotografía de pescadores de la comunidad indígena Esse Eja pescando en el río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba

El problema no solo se limita a los seres humanos. Las aves que beben de estas aguas y los peces que nadan en ellas están también contaminados. “El medio ambiente queda completamente afectado”, advierte.

Para Borja Peralta, presidente de la comunidad indígena Esse Eja en Enechiquia, la situación es desoladora. “Todos los peces están contaminados, pero no tenemos otra opción”, dice, refiriéndose al mercurio que impregna las aguas del río. La falta de alternativas agrava la crisis alimentaria, forzando a estas comunidades a depender de lo poco que tienen, incluso si está contaminado.

Hambre y desesperación

A esta catástrofe ambiental se suma una crisis logística y social. La conflictividad política en Bolivia impide el abastecimiento de combustible necesario para las embarcaciones de pesca. Esto, unido a la contaminación, ha obligado a las comunidades a cambiar sus hábitos alimenticios.

En algunos casos, se han visto obligados a criar pollos, lo que implica gastos que pocos pueden asumir. Otros, simplemente, han reducido su dieta a arroz y yuca, alejándose de los alimentos que históricamente los han nutrido.

“Esto está rompiendo el orden tradicional de nuestras vidas”, explica Alfredo Zaconeta, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla). Cambiar una dieta basada en pescado por una dieta basada en productos agrícolas o pollo representa no solo un cambio cultural, sino también un desafío económico. “Comprar carne de pollo en la comunidad más cercana ya es un gasto que muchos no pueden cubrir”, añade.

Leyes que no protegen

Fotografía de una lancha a orillas del río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba
Fotografía de una lancha a orillas del río Beni, en la región de Pando (Bolivia). EFE/ Esteban Biba

Mientras tanto, las políticas públicas parecen ser cómplices de esta tragedia. Según Zaconeta, las normativas que regulan la minería en Bolivia son ambiguas y favorecen a los intereses de las cooperativas mineras, muchas de ellas con vínculos políticos.

“No hay un control adecuado del uso de mercurio”, afirma, subrayando que las importaciones de este metal se han disparado en la última década, pasando de 12.000 kilos en 2014 a 151.000 en 2023. Parte de este mercurio se utiliza para la minería de oro en Bolivia, pero otra parte es contrabandeada a países vecinos como Perú y Brasil.

Bolivia es firmante del Convenio de Minamata, un tratado internacional diseñado para proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones de mercurio. Sin embargo, en la práctica, poco se ha hecho para cumplirlo. “Pese a los múltiples reportes, no se han conocido acciones de remediación ni compensación para las personas afectadas”, señala Zaconeta.

Resistencia en la adversidad

A pesar de todo, las comunidades indígenas siguen luchando. Saúl Vargas, Borja Peralta y muchos otros continúan alzando la voz, denunciando la falta de justicia y exigiendo soluciones. Sin embargo, sus esfuerzos parecen perderse en el ruido del río Beni, cuya majestuosidad ahora contrasta con la tragedia que oculta en sus aguas.

“Estamos solos”, dice Vargas con una mezcla de resignación y determinación. Pero en su soledad también hay una resistencia silenciosa, una lucha por preservar no solo sus vidas, sino también su cultura y su relación con la naturaleza.

El mercurio no solo contamina el agua; está contaminando la esencia misma de estas comunidades. Cada pescado que consumen es una ruleta rusa, y cada día que pasa, la amenaza crece. Mientras el mundo avanza, estas comunidades quedan atrapadas entre el hambre y el veneno, esperando un cambio que parece cada vez más lejano.

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Ferrán Adrià: «Innovar no es una opción»

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El cocinero Ferrán Adriá durante su intervención en el Blue Zone Forum - Innovazul 2024, encuentro sobre economía azul promovido por la Zona Franca y la Universidad de Cádiz, que se desarrolla en el Palacio de Congresos de Cádiz. EFE/ Román Ríos

El chef Ferrán Adrià, que ha participado este jueves en una de las actividades del Blue Zone Forum organizado por la Universidad de Cádiz, ha asegurado que «innovar no es una opción», sino una forma de ver el mundo.

En su intervención, Adrià ha destacado la creatividad de la cocina en Andalucía y ha situado a Cádiz entre lo más «hot mundial».

El cocinero y empresario, que ha abierto la segunda jornada del Blue Zone Forum-Innovazul 2024, ha explicado su experiencia y su relación con la Economía Azul y ha animado a los asistentes a apostar por el talento, el emprendimiento y la creatividad.

El cocinero Ferrán Adriá, durante su intervención en el Blue Zone Forum - Innovazul 2024, encuentro sobre economía azul promovido por la Zona Franca y la Universidad de Cádiz, que se desarrolla en el Palacio de Congresos de Cádiz. EFE/Román Ríos
El cocinero Ferrán Adriá, durante su intervención en el Blue Zone Forum – Innovazul 2024, encuentro sobre economía azul promovido por la Zona Franca y la Universidad de Cádiz, que se desarrolla en el Palacio de Congresos de Cádiz. EFE/Román Ríos

En paralelo, distintas empresas han desarrollado actividades en los expositores presentes en el foro, como el de la empresa Marisma Biomed, que estudia diferentes usos de la salicornia y que ha realizado ensayos en personas que han sufrido algún ictus y han podido constatar que se recuperan antes y con menos secuelas.

También ha llamado la atención el expositor de Pigmenta Algae, empresa que tiene una línea de negocios de cuadros pintados con algas.

Uno de los espacios que se entrelazan en el Blue Zone de Cádiz es el ThinkInAzul, una estrategia conjunta de investigación e innovación para proteger los ecosistemas marinos frente al cambio climático y la contaminación.

ThinkInAzul Andalucía, cuyo proyecto científico está coordinado por la Fundación CEI·Mar, ha presentado su espacio ‘La senda del I+D+i en Ciencias Marinas’, donde difunde la actividad de los más de 400 investigadores que integran el Plan Complementario de I+D+i en Ciencias Marinas a nivel andaluz a través de sus 49 proyectos de investigación científica.

El rector de la Universidad del Magdalena en Santa Marta (Colombia), Pablo Vera, ha acudido a Cádiz para participar en otro encuentro internacional que une a empresas, instituciones, centros de investigación, universidades y comunidad en torno al desarrollo sostenible, regenerativo y pluricultural del mar y la costa.

En declaraciones a EFE, Vera ha destacado que la del Magdalena es la primera Universidad de América Latina que tiene un pregrado de ingeniería marino costera, un programa «novedoso e innovador que aborda el territorio marino costero en su integridad».

Vera ha defendido «el cambio de paradigma de pensar en una economía basada en la naturaleza y no contra la naturaleza» y ha sostenido que la sociedad se tiene que «desplastificar» porque se tiene que pensar en una transición energética que permita adaptarse al cambio climático.

Los océanos han acaparado buena parte de la segunda jornada con mesas redondas como ‘Retos en la investigación y conservación del PCS en la década de los océanos de la ONU’, así como talleres que han impartido información práctica para los emprendedores y estudiantes sobre temática diversa, todos ellos con el denominador común de la innovación y el emprendimiento en el marco del ecosistema azul.

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Global Mobility Call cierra tercera edición con el reto de trasladar proyectos a realidad

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MADRID, 21/11/2024.- Fotografía de familia durante el acto de clausura del "Global Mobility Call", que se ha celebrado este jueves en el recinto de Ifema en Madrid. EFE/David Fernández

El congreso internacional Global Mobility Call puso fin este jueves en Madrid a su tercera edición con la idea de concretar las iniciativas generadas durante los tres días del evento en soluciones reales que ayuden a avanzar hacia modelos más sostenibles de movilidad.

La directora general de Negocio Ferial y Congresos de IFEMA Madrid, Arancha Priede, mostró su confianza en que el “ésfuerzo logrado” por el foro, que ha reunido a más de 450 ponentes en 150 mesas de debate, consiga “consolidar vínculos” para poner en marcha “grandes alianzas” entre el sector público y el privado.

“La misión de IFEMA Madrid es crear foros que dinamicen sectores y generen un impacto económico”, manifestó Priede en su intervención, en la que subrayó el rol del congreso como un “punto de encuentro” de empresas, instituciones, administraciones y voces expertas en este ámbito.

Todo el conocimiento generado se verá reflejado en un segundo informe ‘Global Mobility Call 2024’, que se editará en los próximos meses, según se dio a conocer al cierre del congreso, organizado por IFEMA Madrid y Smobhub, en el que la descarbonización del transporte, la electrificación o la investigación en energías limpias centraron el debate.

Liderar movilidad del futuro

Por su parte, la socia fundadora de Smobhub, Juncal Garrido, animó a Europa a liderar tanto el desarrollo de las “mejores prácticas sostenibles” como la formación de agendas globales que ayuden a cumplir con los objetivos marcados.

“Tenemos que buscar una colaboración internacional porque este evento es una llamada a la acción al Gobierno, a las empresas y a las comunidades para que trabajen por un futuro más sostenible que beneficie a la sociedad”, agregó Garrido.

Como novedad, el congreso de movilidad reconoció a varias de las compañías participantes: el premio stand más sostenible fue para Ciclosfera; el mejor diseño de stand recayó en Grupo Ruiz, mientras que la plataforma de movilidad Celering logró el galardón a la empresa más innovadora.EFE

MADRID, 21/11/2024.-Arancha Priede, de la Direccion General de Negocio Ferial y Congresos de Ifema, interviene durante el acto de clausura del "Global Mobility Call", que se ha celebrado este jueves en el recinto de Ifema en Madrid. EFE/David Fernández
MADRID, 21/11/2024.-Premiados posan con su galardón durante el acto de clausura del "Global Mobility Call", que se ha celebrado este jueves en el recinto de Ifema en Madrid. EFE/David Fernández
MADRID, 21/11/2024.-Juncal Garrido, Socia Fundadora de Smobhub, interviene durante el acto de clausura del "Global Mobility Call", que se ha celebrado este jueves en el recinto de Ifema en Madrid. EFE/David Fernández

 

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