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Ciencia y Salud

Así nació la anestesia epidural

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El origen

Cuando todavía no existía la anestesia epidural, en julio de 1909 las tropas españolas sufrieron una emboscada por parte de las tribus rifeñas en el paraje denominado Barranco del Lobo, relativamente próximo a la ciudad de Melilla, en el norte de África. El ataque dejó 153 muertos y 528 heridos.

Todos estos heridos se sumaron a los que ya estaban convalecientes de las semanas previas, de manera que en Melilla se produjo una situación de verdadera emergencia.

Los hospitales de la ciudad ya no daban abasto y tuvieron que habilitarse otros espacios para atender a los heridos como las escuelas, el teatro, el casino militar y hasta casas particulares.

Precisamente en estos días llegaba a Melilla Fidel Pagés, un joven oficial médico del Ejército español. Además de prestar sus servicios durante la Guerra del Rif, Pagés trabajó en varios hospitales de distintas ciudades españolas durante los siguientes años y ejerció como cirujano en la Plaza de toros de Vista Alegre de Madrid.

En 1917, en plena Primera Guerra Mundial, fue destinado a Viena con la misión de inspeccionar los campos de prisioneros en territorio austro-húngaro. Allí, además de realizar dicha tarea, atendió enfermos y realizó intervenciones quirúrgicas.

Una nueva técnica anestésica

Toda esta dura experiencia le llevó a idear y a poner en práctica una nueva técnica anestésica. En 1921 publicó un artículo en la Revista Española de Cirugía en el que describía su técnica, que él llamó anestesia metamérica.

Foto de columna vertebral: Imagen de kjpargeter en Freepik

“En el mes de noviembre del pasado año, al practicar una raquianestesia, tuve la idea de detener la cánula en pleno conducto raquídeo, antes de atravesar la duramadre, y me propuse bloquear las raíces fuera del espacio meníngeo, y antes de atravesar los agujeros de conjunción, puesto que la punta de la aguja había atravesado el ligamento amarillo correspondiente.

[…] Explorando la sensibilidad, pudimos convencernos de que a los cinco minutos comenzaba una hipoestesia en la porción infraumbilical del abdomen, […] la hipoestesia se fue acentuando progresivamente, y a los veinte minutos de practicada la inyección, juzgamos prudente empezar a operar […] sin la menor molestia para el paciente”, explicaba el doctor Pagés.

El resultado de este intento nos animó a seguir estudiando este método, al que en la clínica denominamos anestesia metamérica, por la posibilidad que nos proporciona de privar de sensibilidad a un segmento del cuerpo, así describía el doctor Pagés su novedosa técnica en dicho artículo.

La anestesia raquídea

La anestesia raquídea o raquianestesia se basa en la administración de un anestésico en el espacio intradural, dentro de la columna vertebral, atravesando la duramadre, que es una capa de tejido que recubre la médula espinal. El anestésico se inyecta en el líquido cefaloraquídeo y se extrae la aguja.

En cambio, “en la anestesia epidural la administración del anestésico es realizada en el espacio epidural, que corresponde al que se encuentra entre la duramadre y el hueso de nuestra columna vertebral”, detalla el médico militar Francisco de Asís Gallardo Chamizo, capitán del Ejército español.

Embarazada. Imagen de lookstudio en Freepik.

Para administrar la anestesia epidural, “en primer lugar, es necesario realizar asepsia en la zona de introducción de la aguja con una solución especial e insensibilizarla con anestésico local. Posteriormente el anestésico se inyecta a través de un catéter implantado cuidadosamente en el espacio epidural normalmente de forma continua. De esta manera, la anestesia puede ser administrada en el preoperatorio, durante la operación e incluso en el postoperatorio”, indica el doctor Gallardo.

La primera epidural

En 1947 el anestesista cubano Manuel Martínez Curbelo utilizó por primera vez un catéter lumbar epidural.

En la actualidad, cuando se administra la anestesia epidural, se utiliza una aguja para introducir un catéter en el espacio epidural. La aguja se extrae y el catéter se queda dentro y se fija a la piel con esparadrapo para que no se mueva.

Como explica el doctor Gallardo, a través de este catéter se va introduciendo de forma progresiva la cantidad de anestesia que se requiera y durante todo el tiempo que sea necesario.

Embarazada. Imagen de Freepik.

La anestesia epidural es conocida, sobre todo, por su uso en el parto. “Lo más habitual es su administración una vez que ha comenzado el parto, cuando la dilatación es de al menos tres o cuatro centímetros y las contracciones son ya regulares y producen dolor. Así, como ya ha dado comienzo el parto, la epidural no suele frenarlo o ralentizarlo”, manifiesta el facultativo.

“La anestesia epidural tiene la ventaja sobre la general de que requiere menor cantidad de anestésico y produce menos efectos secundarios Por ello, a parte del uso de la epidural en el periodo de dilatación del parto, también puede usarse para numerosos procedimientos que se realicen en el abdomen (hernias inguinales, vejiga, etc.), testículos, piernas o pies, ya que la epidural se suele administrar a nivel de las vértebras donde llegan los nervios que provienen del abdomen y de las extremidades inferiores”, aclara.

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¿Qué es el fallo ovárico prematuro?

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“Este fallo ovárico conlleva que el organismo deje de producir estrógenos (hormonas sexuales esteroideas) y, por tanto, que desaparezca la menstruación (amenorrea) antes de lo habitual”, añade la experta catalana en calidad de vida de las mujeres.

“Además, se quedan estériles, es decir, no podrán tener hijos o hijas; y, a medida que cumplen años, sufrirán consecuencias físicas y emocionales importantes”, advierte.

La pérdida de los estrógenos, factor clave de la etapa menopáusica, suprime el escudo protector del corazón de la mujer, favoreciendo la llegada de la hipertensión, la diabetes, la dislipemia, la obesidad y el desarrollo de la ateroesclerosis.

La menopausia está asociada a un aumento de entre el 10 y el 15 % del LDL (lipoproteínas de baja densidad); de hecho, el 77,6 % de las mujeres mayores de 65 años tiene hipercolesterolemia.

“Y al igual que sucede en la etapa menopáusica, las mujeres que padecen fallo ovárico prematuro pueden presentar un mayor riesgo de infarto de miocardio y de muerte debido a esta pérdida de función en sus ovarios”, recalca.

Esta situación orgánica, más aún cuando se suman hábitos de vida como el tabaquismo, sobrepeso y sedentarismo, junto al estrés, puede iniciar la cuenta atrás de una bomba de relojería en el cuerpo femenino.

Portada del monográfico “Insuficiencia Ovárica Prematura” auspiciado por la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM); documento de “consenso” basado en diferentes artículos de investigación publicados a nivel internacional con el que fija su criterio profesional la ginecóloga Carmen Sala en la terapéutica del fallo ovárico prematuro.

¿Y el diagnóstico del fallo ovárico es fácil?

“Pues sí, sí, sí -certifica-; sólo con que venga la señora a la consulta de Gine-3 y me diga, por ejemplo: “Hace ocho meses que no me baja la regla y sospecho que tengo lo mismo que mi madre, que perdió la regla a los 36 años”.

Tan importante es la historia familiar de una mujer joven como que el diagnóstico sea correcto y se realice oportunamente, puesto que la insuficiencia ovárica prematura se estima que afecta al 1 % de la población femenina.

Detrás de la IOP pueden estar la herencia genética, trastornos autoinmunes, cirugías (ooforectomía y quistectomía), infecciones (inflamación de uno o los dos ovarios debida a las paperas, tuberculosis, malaria, citomegalorirus, varicela), la quimioterapia, la radioterapia y la embolización de los vasos sanguíneos ovarícos.

Otras muchas veces la causa no es identificable y en algún caso se puede asociar a tóxicos ambientales.

El fallo ovárico prematuro se confirmará mediante diferentes pruebas y dos marcadores analíticos: el valor de la hormona estimulante del folículo (FSH) y la determinación del 17 beta estradiol.

“La FSH se produce en la hipófisis -glándula pituitaria- y sirve para hacer funcionar al ovario; cuanto más alto es su valor menos funciona el ovario. Con el 17 beta estradiol se comprueba la capacidad ovárica de producir ovocitos“, describe a grandes rasgos.

Una vez confirmada la patología convine valorar la posibilidad de reproducción en aquellas mujeres que deseen quedarse embarazadas, entre un 1,5 y un 10 %, puesto que la función ovárica se puede recuperar de forma intermitente en hasta un 25 % de los casos.

“Pedimos una prueba de la hormona antimulleriana (AMH) para valorar su reserva ovárica con el fin de de aconsejar a la mujer IOP alguna técnica de reproducción asistida antes de comunicarles, irremediablemente, el colofón de su vida gestacional“, expone la Dr. Sala.

Consecuencias del fallo ovárico en una mujer joven

En general, su calidad de vida empeora, por lo que necesitan un plan personalizado para manejar la nueva situación vital.

“Se inician los trastornos del estado de ánimo y llegan las disfunciones sexuales, como la atrofia vulvovaginal y el síndrome genitourinario (sequedad vaginal, incontinencia urinaria, etc.), como sucede durante la menopausia”, relaciona.

“Y a la vez, acontecen otros dos riesgos ocultos, pero devastadores: mayor incidencia de enfermedad cardiovascular y pérdida de resistencia ósea”, concreta.

El abordaje de la IOP tiene que ser integral, promoviendo la vida saludable: dieta sana, ejercicio moderado diario, abandonar el hábito tabáquico, cuando sea el caso… y añadir calcio o vitamina D si fuera preciso.

La aceptación de la insuficiencia ovárica prematura se hace más complicada cuando la paciente no tiene antecedentes maternos de menopausia precoz:

– ¡Cómo que no me funciona el ovario!… ¿Pero esto qué es, una menopausia?, espetan sorprendidas.

– No, es un fallo ovárico prematuro; no una menopausia… Para ellas es algo similar a una conmoción.

Pero no queda ahí la sorpresa.

– Te recomiendo un tratamiento hormonal.

– ¡Ah, no; yo hormonas, no!

– Debes empezar con la terapia hormonal sustitutoria lo antes posible, ya que cada mes, cada año que pase sin hormonarte el deterioro físico será mayor.

– ¿Y cuánto tiempo debo estar tomando hormonas?

– Hasta los 50 ó 51, la edad media de una mujer en fase de menopausia normal.

– ¡Diez años!

– Sí, diez años. Y la terapia siempre será con THS.

Hormonas para tratar la insuficiencia ovárica

“Antes de nada, quiero aclarar que la acupuntura, ser vegetariano o la intervención de las medicinas alternativas no curan ni alivian la IOP. No sirven para nada en esta patología. Sólo se soluciona con terapia hormonal sustitutoria (THS)”.

La THS en pacientes con fallo ovárico prematuro pretende sustituir mediante terapia estrogénica y gestagénica la función normal del ovario hasta la edad normal de la menopausia.

¿Y qué riesgos tiene la terapia hormonal sustitutoria?

“En cuanto al temido cáncer de mama, no existe riesgo aumentado en mujeres IOP que toman este tipo de hormonas, siempre después de los correspondientes estudios, pruebas y análisis previos. No aumenta la posibilidad de cáncer de mama”, afirma desde su experiencia clínica.

“Aún así, debo subrayar que la THS está contraindicada en mujeres que hayan sido tratadas y operadas de cáncer de mama o en aquellas otras que sean portadoras de la mutación del gen BRCA 1 y 2”, especifica la ginecóloga.

Pero la Dra. Carmen Sala Salmerón quiere centrarse hoy en las consecuencias de la IOP en el sistema cardivascular; motivo por el cual lee y destaca algunos párrafos del artículo “Salud cardiovascular en pacientes con insuficiencia ovárica prematura, manejo de las consecuencias a largo plazo” que se incluye en el monográfico.

“Se ha postulado que las mujeres con insuficiencia ovárica prematura (IOP) pueden presentar mayor riesgo de ECV y muerte debido a la pérdida de función ovárica y la consecuente deficiencia de estrógenos endógenos.

Se ha objetivado en mujeres post-menopáusicas con enfermedad coronaria prematura niveles de estradiol significativamente inferiores en comparación con mujeres sanas.

En la actualidad, la evidencia es insuficiente para recomendar la terapia hormonal sustitutiva (THR) con el sólo propósito de prevenir enfermedad cardiovascular, aunque los datos sugieren que la IOP se asocia a aumento de mortalidad por cardiopatía isquémica y reducción de la esperanza de vida si no se administra tratamiento.

A pesar de la falta de estudios longitudinales, la recomendación de inicio precoz de THS se recomienda en mujeres con diagnóstico de IOP para disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular. La THS deberá continuar hasta la edad media de menopausia natural.

Hay una relación inversa entre la edad de la menopausia natural y la mortalidad cardiovascular. Se ha descrito que el riesgo de cardiopatía isquémica aumenta en un 80% en pacientes con IOP respecto a las mujeres cuya menopausia se establece a partir de los 49-55 años, con una disminución del riesgo de mortalidad cardiovascular del 2% por cada año de retraso en el inicio de la menopausia“.

“Así que, por favor, cuando vayáis a vuestra ginecóloga o ginecólogo no neguéis con rotundidad la posibilidad de recibir terapia hormonal sustitutoria, especialmente porque previene o alivia diferentes trastornos físicos y psíquicos que os amargarían un buen número de años dulces”, concluye.

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La detección temprana del cáncer de mama, cita imperdible con la vida

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Según datos recientes de Globocan Cancer Observatory, en 2022 se registraron más de 220.124 nuevos casos de cáncer de mama en América Latina y el Caribe, resultando en casi 59.876 muertes, unas cifras alarmantes que subrayan la urgente necesidad de mejorar las tasas de detección temprana y acceso al tratamiento en la región.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), en sus hojas informativas para los profesionales del ramo, detalla que gran parte de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en etapas iniciales con una detección temprana, si reciben el tratamiento adecuado, tienen un buen pronóstico, con tasas de supervivencia a 5 años del 80 % al 90 %. Pero, en muchos países latinoamericanos, las mujeres son diagnosticadas en etapas tardías, lo que complica el tratamiento y reduce las posibilidades de supervivencia.

Aunque pueden ser múltiples los factores, el bajo porcentaje se atribuye, en parte, a la falta de conocimiento y la desconfianza hacia la mamografía, donde sorprendentemente, el 51 % de las mujeres encuestadas considera que el autoexamen mamario es el método más efectivo de detección, cuando en realidad la mamografía puede detectar anomalías mucho antes de que sean palpables.

Debido a esto, la OPS recomienda que las mujeres con riesgo promedio de cáncer de mama comiencen a realizarse mamografías a los 40 años, repitiéndolas cada dos años hasta llegar a la edad de los 74 años.

Aún en la actualidad, el panorama tiene muchos retos e incógnitas que enfrentar puesto que, de acuerdo a lo revelado por un estudio reciente de la Fundación Avon, solo el 46 % de las mujeres mayores de 40 años en América Latina se realizan mamografías anualmente.

Campaña busca concientizar sobre el uso de la mamografía

Fotografía cedida por Roche de una mujer realizando un autoexamen de mama. EFE/ Roche

El desafío para reducir la mortalidad por cáncer de mama en América Latina tiene muchas variables, por eso se requiere implementar y mantener programas de educación y detección precoz, garantizar el acceso oportuno a tratamientos adecuados y eliminar las barreras para la atención médica.

Para frenar los paradigmas y mitos que circundan alrededor del uso del mamógrafo, Roche Latinoamérica ha lanzado la campaña #CitasImperdibles, con la que intenta elevar la concientización sobre la importancia de los chequeos regulares y el acceso oportuno al diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama.

Dicha iniciativa de Roche se inscribe en un esfuerzo mucho más amplio de autocuidado,  llamado ‘X Project’, que aborda las brechas de género en la salud, donde se asevera que para 2040, 137 millones de mujeres estarán demasiado enfermas para trabajar a tiempo completo.

‘X Project’ busca hacer hincapié en que el cuidado de la salud femenina no es solo un asunto personal e individual, sino que tiene un impacto significativo en las familias y comunidades, donde las mujeres, que representan más del 75 % de la fuerza laboral en el sector salud y son las principales tomadoras de decisiones sobre el cuidado familiar, a menudo descuidan su propio bienestar y se enferman un 25 % más que los hombres.

En su sitio web, el proyecto reúne evidencia que permite conocer más sobre esta problemática del autocuidado de la mujer y «plantea conversaciones difíciles, que generen un compromiso y una iniciativa a largo plazo para impulsar cambios significativos a través de asociaciones, financiación y acciones para ayudar a cerrar las brechas en la salud femenina y lograr mejores resultados sanitarios para todas”.

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Las secuelas de las supervivientes del cáncer de mama

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Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, 19 de octubre, la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ha publicado un estudio sobre las necesidades y la calidad de vida en supervivientes en cáncer de mama, en el que han participado un total de 1.293 mujeres.

Entre otros datos, la AECC indica que el 64 % de las mujeres necesitaba atención psicológica; el 42 %, atención social; y el 19 %, atención sanitaria, como consecuencia de los efectos secundarios de los tratamientos.

El de mama, el tumor más frecuente en mujeres

El cáncer, señala la AECC, es el problema sociosanitario “más importante del mundo”. En España hay un diagnóstico de cáncer cada 2 minutos y se calcula que para 2030 habrá más de 330.000 casos nuevos.

En el caso concreto del cáncer de mama es el tumor más frecuente en la mujer en todo el mundo. Según datos del Observatorio del Cáncer de la asociación, un total de 35.312 mujeres fueron diagnosticadas en España el pasado año.

Las estimaciones de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) indican que en 2024 habrá 36.395 nuevos casos de cáncer de mama.

EFE/Enric Fontcuberta

El estudio de la AECC muestra que más de un tercio de las supervivientes de cáncer de mama (el 36 %), considera que su calidad de vida es mala por la presencia de problemáticas físicas, emocionales y sociales.

El tiempo que pasa desde la finalización de los tratamientos es un “aspecto determinante”: el 40 % de las las mujeres que han terminado la terapia hace menos de cinco años afirma tener una mala calidad de vida, mientras que baja al 24 %, cuando han pasado más de cinco años.

Malestar físico

Hasta el 46 % de las supervivientes de cáncer de mama encuestadas asegura que siente dolor con frecuencia, muy a menudo o siempre. La fatiga también es otro de los síntomas que afecta a la mitad de las mujeres con frecuencia.

Y los problemas cognitivos -como el deterioro de la memoria, la capacidad de aprendizaje o la concentración, entre otros- son, según el estudio, “una realidad bastante presente en las supervivientes de cáncer de mama”.

Gráfico del informe sobre el malestar físico de las supervivientes. Fuente: AECC

Entre otras cuestiones, sostienen que, mínimo de manera frecuente, tienen dificultades para concentrarse, mantener la atención durante un tiempo prolongado o recordar cosas.

Molestias en las articulaciones y en los músculos (72 %), calambres o debilidad muscular (55,7 %), y hormigueos o entumecimiento en los pies, manos o dedos (55,3 %) son otros de los síntomas físicos de las supervivientes de cáncer de mama.

Malestar emocional

Casi la mitad de las que han concluido el tratamiento activo (47,3 %) ha vivido situaciones que les han generado de forma frecuente emociones negativas.

No obstante, también experimentan emociones y estados de ánimo positivos, asegura el 90 % . Es “muy reducido” el porcentaje de supervivientes que declaran que nunca o pocas veces las han vivido.

EFE/Sáshenka Gutiérrez

El miedo a la recaída es una de las problemáticas que más citan las encuestadas. De hecho, dos de cada tres aseguran que lo sienten con frecuencia, muy a menudo o siempre.

En cuanto a la preocupación por la imagen corporal y la apariencia se da con relativa frecuencia en las mujeres encuestadas (50,8 %).

Relaciones sociales e interpersonales

El estudio alerta del “efecto devastador” que la enfermedad y el tratamiento para superarla pueden tener en las relaciones. En este sentido, el el 52,9 % de las participantes reconoce tener problemas sexuales.

Casi un tercio de las supervivientes encuestadas indica que ha evitado encuentros sociales y ha tenido dificultad para establecer nuevas relaciones.

El trabajo refleja, asimismo, que la preocupación de que un miembro de la familia sea diagnosticado de cáncer es el problema más nombrado por las supervivientes: el 72,7 % afirma que siente esta preocupación con mucha frecuencia.

Situación económica y laboral

El estudio de la AECC muestra que volver al mercado laboral es “todo un desafío”, así como conseguir vivir sin problemas económicos.

Tanto es así, que un 23,6 % de las supervivientes de cáncer de mama ha tenido problemas económicos.

La AECC ha analizado el impacto de la enfermedad con la comparación entre la situación laboral antes del diagnóstico y tras finalizar el tratamiento.

De esta forma, el 44 % de las supervivientes que trabajaban a jornada completa antes del diagnóstico ha vuelto a su situación anterior; el 17 % se ha jubilado; y para un 37,4 % ha empeorado su situación laboral tras el cáncer, o bien porque ha reducido su jornada, no tiene trabajo o tiene una incapacidad temporal o permanente.

Gráfico sobre la situación laboral de las supervivientes extraído del informe de la AECC.

Respecto a las mujeres que trabajaban por cuenta propia antes del diagnóstico, el 53 % vuelve a su situación anterior como autónoma.

Cerca del 50 % de mujeres desempleadas antes de conocer que tenía cáncer sigue en la misma situación una vez superado el tratamiento.

Un 66 % de las encuestadas afirma que ha tenido “impedimentos” para realizar su trabajo; un 53 % ha percibido falta de apoyo o comprensión por parte de compañeros o jefes; y el 68 % considera que la enfermedad ha limitado sus oportunidades laborales o su carrera profesional.

El 24 % de las supervivientes asegura que tras el alta médica se han visto obligadas a dejar de trabajar por la enfermedad. Un 12 % afirma haber sido despedida como consecuencia directa del cáncer.

Las necesidades

Con todos estos resultados, la AECC hace hincapié en “la necesidad de ofrecer asistencia y apoyo especializado a las supervivientes de cáncer de mama, adaptados a sus diversas necesidades”.

Asismismo, abunda, entre otros, en la importancia de “crear enfoques integrales que aborden tanto las secuelas físicas como el malestar emocional, permitiendo a las supervivientes una mejor adaptación y recuperación a corto, medio y largo plazo en todos los aspectos de su vida cotidiana”.

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