Las generaciones son grupos de personas nacidas en un periodo específico de tiempo que comparten una serie de experiencias semejantes que determinan sus valores, comportamientos y actitudes. Entre estos factores en común, también se encuentran los hábitos que marcan su salud. ¿Tienen todos la misma confianza en los médicos? ¿Cómo vive cada generación la salud mental?
EFEsalud ha consultado, para identificar los rasgos distintivos de cada generación, a Eva Fernández, especialista del Colegio Profesional de Ciencia Política, Sociología, Relaciones Internacionales y Administración Pública; Juan Castilla, psicólogo del Colegio de la Psicología de Madrid; y la doctora Isabel María Paúles Cuesta, responsable del Grupo de Trabajo de Estilos de Vida y Determinantes de Salud de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
“Si bien ha habido cambios notables en la forma en que las diferentes generaciones perciben la salud y el cuidado médico, debido al acceso a la tecnología y al cambio cultural, algunos patrones fundamentales como la importancia de la familia, la confianza en los médicos y el enfoque en la prevención de enfermedades siguen siendo consistentes a lo largo del tiempo”, observa la doctora.
Las generaciones más jóvenes han adoptado un enfoque más proactivo y abierto hacia la salud y la tecnología médica, mientras que las generaciones anteriores se han enfocado más en tratar enfermedades y confiar en los métodos convencionales de atención, añade.
Familia de 1935, generación silenciosa. EFE/Archivo/Alfredo Calvo
¿Qué separa a una generación de otra?
“Podemos decir que los límites o los cortes entre estas generaciones se basan en una combinación de factores históricos, sociales y, por supuesto, tecnológicos”, explica la socióloga Eva Fernández.
Los sociólogos siguen dos criterios para marcar los años que abarca cada generación:
Influencia del periodo de socialización de las personas: el momento en el que los ciudadanos se ven marcados por su contexto.
Acontecimientos históricos (lo suficientemente relevantes) que pueden condicionar el futuro de esos ciudadanos.
Eva Fernández recalca que los cortes no son los mismos para todos los países, pues factores como el haber nacido o no en un periodo democrático, pueden condicionar a cada generación. Aun así, cada vez las generaciones tienen un carácter más común a nivel internacional debido a la digitalización y la globalización.
Por otro lado, el psicólogo matiza que estas segmentaciones permiten también a las empresas desarrollar diversas estrategias para hacer estudios de mercado y marketing. También se pueden usar las identidades generacionales para desarrollar diversas políticas en educación, empleo, vivienda o salud, por ejemplo.
EFE / Luis G Morera
Las cinco generaciones
Actualmente se han diferenciado cinco generaciones en base a parámetros sociológicos, que a su vez son los que van definiendo el estilo de vida saludable que llevan.
La doctora Isabel María Paúles Cuesta observa que los hábitos saludables que desarrolla cada generación dependen de:
Acceso a la información: las generaciones más jóvenes tienen acceso a una mayor cantidad de información sobre salud, bienestar y sostenibilidad.
Tecnología: la disponibilidad de aplicaciones, dispositivos y redes sociales ayuda a las generaciones más jóvenes a monitorear y ajustar sus hábitos, lo que facilita el cambio hacia comportamientos más saludables.
Contexto económico y social: las generaciones más jóvenes, que enfrentan incertidumbres económicas o problemas globales como el cambio climático, tienden a estar más motivadas para adoptar hábitos sostenibles y conscientes del medio ambiente.
Cultura y educación: la forma en que se educa a las personas en cuanto a la salud, el bienestar y la productividad influye en la adopción de hábitos. Las generaciones más recientes han tenido más acceso a la educación sobre salud mental, física y social.
Condiciones de salud globales: factores como pandemias (ej., COVID-19) y el aumento de enfermedades relacionadas con el estilo de vida pueden motivar a las personas a replantearse sus hábitos y adoptar comportamientos más saludables.
Además, la doctora añade que las generaciones recientes han experimentado un aumento en trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes debido a la mayor accesibilidad a la comida rápida y procesada, el estilo de vida sedentario y el estrés.
Desde la SEMG observan estos factores en las consultas médicas, donde los profesionales de la salud están viendo un mayor número de diagnósticos de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión arterial y dislipemia, entre otras. Por eso, “la prevención y educación en salud están siendo cada vez más esenciales para combatir esta tendencia”, recalca la especialista.
La generación silenciosa (1928 – 1945)
Es la generación de mayor edad actualmente (97-80 años). Vivieron eventos de crisis económica, social y humanitaria como la Segunda Guerra Mundial y en el caso de España vivieron la Guerra Civil. Por ello, tienen muy arraigados los valores comunitarios de la familia, el matrimonio y el esfuerzo para sobrevivir a la escasez. Estos se los han transmitido a sus hijos (generación del “baby boom”), según la socióloga Eva Fernández.
“La generación silenciosa tiene más resistencia a acudir al médico hasta el punto en que el problema de salud se vuelve muy grave o incapacitante (…) Esta situación puede dificultar la detección temprana y el tratamiento efectivo de enfermedades y problemas de salud”, explica la doctora Paúles Cuesta.
Baby Boomers (1946 – 1964)
Los “baby boomers” (78-61 años) reciben este nombre debido al repunte de la natalidad (baby boom) a lo largo del régimen franquista. Fue una generación que experimentó un crecimiento económico sin precedentes y cambios sociales significativos como el movimiento por los derechos civiles y la revolución sexual, indica la socióloga.
“Los baby boomers se enfrentan a grandes cambios sociales y vitales como la jubilación, además de las inseguridades económicas asociadas a sus cambios de rol social y personal. La soledad no deseada está creciendo cada vez más en esta generación, debido también a las preocupaciones sobre el sentido vital, la espiritualidad y la propia identidad. Al estar por encima de los 65 años, es cuando empiezan a desarrollarse problemas de memoria o demencias, del tipo alzhéimer (en alrededor de un 10 %)”, observa el psicólogo.
Además, la responsable del Grupo de Trabajo de Estilos de Vida y Determinantes de Salud de la SEMG subraya que los hábitos de vida de esta generación (alimentación inadecuada, tabaquismo, alcoholismo y sedentarismo) podrían haber influido en el desarrollo de enfermedades crónicas a medida que han ido envejeciendo.
“También hay que tener en cuenta que las condiciones sociales de salud eran muy diferentes en esa época y el conocimiento sobre prevención y cuidado era más limitado“, recalca la doctora.
Padre paseando con su hijo. EFE/Blanchard
Generación X (1965 – 1980)
Esta generación es también conocida como “la generación perdida” o “la generación Peter Pan” (60-45 años). Son los que vivieron el nacimiento de internet a la vez que pasaron su infancia en la calle como los niños de antaño. Es la juventud de los años 80, que vivió en España “la movida y la ruta del bacalao“, describe la socióloga.
Su sentido de la responsabilidad provoca que el peso profesional les genere estrés y no sepan conciliar bien la vida personal con el trabajo, observa la doctora de la SEMG, que a su vez, explica que esto ha aumentado los trastornos relacionados con la ansiedad y enfermedades cardiovasculares.
“Se trata de una generación “sándwich”, pues tiene que cuidar a sus seres queridos mayores a la vez que ayudan a sus hijos con la salud mental, especialmente en temas relacionados con la autoestima. Las mujeres de esta generación también pueden estar pasando por cambios hormonales que afectan a su estado de ánimo relacionado con la menopausia, lo que les puede llevar a experimentar ansiedad y depresión”, señala el psicólogo Juan Castilla.
Nativos digitales. EFE/Javier Cebollada
Generación Y (1981 – 1996)
A este grupo generacional conocido también como “millenials” (44-29 años) pertenecen los primeros nativos digitales. “La vida virtual para ellos es una extensión de la vida real“, observa el psicólogo.
Además, la doctora explica que los millenials junto a otras generaciones (como la X o los “baby boomers”) tienden a llegar a las consultas médicas con autodiagnósticos basados en información que obtienen de internet. Esto puede tener tanto aspectos positivos (mayor empoderamiento y colaboración con los médicos) como desventajas (desconfianza, ansiedad innecesaria y diagnósticos incorrectos).
“Los profesionales sanitarios deben ser conscientes de esta tendencia y trabajar para educar a los pacientes, validar sus preocupaciones y orientarles de manera efectiva para evitar malentendidos y asegurar diagnósticos adecuados”, añade la doctora Isabel Paúles.
Generación Z (1997 – 2012)
También conocidos como “centennials” (28-15 años), han crecido en la era de las redes sociales, lo que ha determinado su forma de socialización. Su forma de comunicación se ve marcada por el uso de aplicaciones como Instagram, “X” o WhatsApp, explica la socióloga.
“Según un estudio reciente de 26 países, son 1,9 más propensos a tener problemas de salud mental y arroja el dato que el 50 % de esta generación recibe ayuda para enfrentar problemas de salud mental, y los requeridos eran ansiedad (un 42% de los encuestados), depresión (un 39 %), estrés post traumático o trastornos obsesivos compulsivos entre otros”, indica el psicólogo.
La doctora añade que este aumento en las consultas de terapia se debe a que se trata de una generación más concienciada con la salud mental.
El psicólogo observa que el auge de la depresión y la ansiedad se debe en parte a la crisis económica, la globalización y la baja tolerancia a la frustración. Además, es una de las generaciones con mayor dependencia de ansiolíticos y antidepresivos, dados los componentes psicosociales.
Samantha Hudson, uno de los iconos de la generación Z en España. EFE/Eric Fontcuberta
Generación Alfa (2013 – presente)
A partir de este año, las generaciones que tienen entre cero y quince años pasan a utilizar el alfabeto latino.
El principal rasgo de los niños de hoy en día es que han vivido el covid durante su infancia, lo que ha tenido un impacto en su forma de socializar. Aun así, Eva Fernández recalca que las consecuencias se estudiarán con mayor profundidad a futuro.
“Los efectos varían según el entorno familiar, educativo y social en el que crecen, pero en general, es probable que esta generación haya desarrollado una relación más digital con el mundo, con nuevas formas de interacción y una mayor conciencia sobre la salud y la seguridad”, explica la doctora de la SEMG.
Sin embargo, también podrían enfrentar desafíos en el desarrollo de habilidades sociales presenciales, la gestión de la ansiedad y la adaptación al cambio constante. Por ello, la doctora señala que la clave está en un entorno equilibrado que fomente tanto el uso saludable de la tecnología como la socialización cara a cara y el bienestar emocional.
Era la segunda emergencia internacional por mpox que había declarado la OMS, tras la que decretó entre 2022 y 2023, en aquel caso con numerosos casos también en países europeos y americanos, mientras que esta vez los brotes se circunscribieron sobre todo a naciones africanas.
En 2024 se confirmaron al menos 18.000 casos de las distintas variantes de la enfermedad, este año la cifra se eleva a 31.000, y los casos mortales superan los 200.
Unos 29.000 casos y 28 muertes desde 2024 se han producido en la República Democrática del Congo, y otros países afectados han sido Uganda (casi 8.000 contagios y 50 fallecidos) o Sierra Leona (5.200 positivos, 56 muertes).
“Un comité se ha reunido cada tres meses para evaluar la epidemia, este jueves lo hizo de nuevo, me aconsejó dejar de considerarla una emergencia internacional y he aceptado la recomendación”, indicó el director general de la OMS en rueda de prensa.
Tedros afirmó que el levantamiento de la emergencia “no significa que la amenaza haya terminado ni que nuestra respuesta vaya a detenerse”, y recordó que la Unión Africana, a través de sus Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), mantiene la alerta continental.
“La posibilidad de nuevos repuntes y brotes persiste, lo que requiere mantener la capacidad de respuesta activa y esfuerzos continuos para proteger a los grupos más vulnerables, en particular niños y personas que viven con VIH”, aseguró el experto etíope.
Pese a ello, afirmó el jefe de la agencia sanitaria de la OMS, en los últimos años se ha avanzado en el conocimiento de los factores causantes de los brotes de mpox y la capacidad de respuesta, que ha incluido la distribución de hasta seis millones de vacunas contra el virus.
Tedros también subrayó que la OMS mantiene determinadas recomendaciones para la prevención de esta enfermedad al menos hasta agosto de 2026.
Teniendo en cuenta las dos emergencias sanitarias, desde 2022 hasta la actualidad se han confirmado en el mundo más de 150.000 casos de mpox, con al menos 377 muertes.
El personal médico atiende a una mujer y a su bebé con mpox en el Centro de Salud de Munigi, en la República Democrática del Congo. EFE/EPA/MOISE KASEREKA
Guía rápida de la mpox: síntomas, transmisión y tratamiento
El mpox, cuyo estado de emergencia sanitaria ha finalizado, es una enfermedad infecciosa causada por un virus del género de los Orthopoxvirus que puede provocar una erupción dolorosa, inflamación de los ganglios y fiebre, según recuerda la OMS, que en noviembre de 2022 pidió eliminar el término ‘monkey’ y viruela del mono para evitar el lenguaje estigmatizante.
El mpox o viruela del mono se describió por primera vez en humanos en 1970 en la República Democrática de Congo. Desde entonces, la mayoría de los casos notificados proceden de la cuenca del Congo y el África occidental.
¿Cómo se transmite?
La transmisión de persona a persona ocurre principalmente por el contacto estrecho de piel con piel o piel con mucosas (como la saliva), sobre todo en las relaciones sexuales, señala la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Una vez que el virus entra en el organismo la viruela del mono puede contagiarse a otros miembros de la familia y a las parejas sexuales, por lo que las personas con múltiples parejas sexuales corren mayor riesgo.
¿Se puede transmitir por otras vías?
El virus se puede contraer también a partir de objetos contaminados como ropa de vestir o de cama y a través de heridas punzantes en la asistencia sanitaria. También es posible su transmisión en entornos comunitarios como los salones de tatuajes, avisa la OMS.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más frecuentes son:
Erupción cutánea.
Fiebre.
Dolor de garganta y/cabeza.
Dolor muscular, dolor de espalda.
Falta de energía.
Ganglios linfáticos inflamados.
La erupción cutánea, que es en algunos casos el primer síntoma, comienza como una mancha que pasa a vesícula llena de líquido y puede picar y doler. Cuando esta erupción se cura, las lesiones sobre la piel se cubren de costras que acaban por caer.
Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, como palma de las manos, plantas de los pies; cara, boca y garganta; ingles y genitales y ano.
Se trata del décimo sexto brote de ébola declarado en este país desde la última epidemia, que duró entre agosto y septiembre de 2022 y causó una única muerte.
Pero también Uganda declaró el pasado mes de enero otro brote y se une a otros países de la región como Gabón, Congo o Sudán que han tenido que hacer frente a distintos brotes que se han cobrado la vida de cientos de personas.
Un balance provisional del actual brote de la República Democrática del Congo, que acaban de declarar las autoridades sanitarias, deja al menos 16 muertos y casi una treintena de casos sospechosos.
Entierro de un afectado por el brote de ébola en República Democrática del Congo en 2019. EFE/EPA/HUGH KINSELLA CUNNINGHAM
El virus del ébola en siete claves
1. ¿Cómo se transmite el virus de la ébola?
Se cree que determinadas especies de murciélagos son los hospedadores de este virus y de ellos el virus se transmite a otros animales y a personas.
El contagio se produce por el contacto directo con los fluidos de un afectado, a través de lesiones en la piel o de las mucosas, tanto con sangre o líquidos corporales de personas enfermas o fallecidas por ébola; y objetos o superficies contaminados por líquidos o secreciones corporales, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras no hay síntomas, no hay riesgo de contagio, pero siguen siendo infecciosas mientras haya presencia de virus en sangre.
El periodo de incubación (es decir, el intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) oscila entre dos y 21 días. El aislamiento del enfermo es clave.
2. Los síntomas
Los síntomas iniciales, que pueden aparecer de forma repentina, son fiebre, cansancio, malestar general, dolores musculares y dolor de cabeza y de garganta.
Después aparecen vómitos, diarrea, dolor abdominal, erupciones cutáneas y signos de deterioro de las funciones renal y hepática. Las hemorragias internas y externas aparecen en las fases más avanzadas.
3. Diagnóstico y tratamiento
Las pruebas PCR, de anticuerpos o cultivos han facilitado un diagnóstico más rápido.
Dos vacunas, tanto de respuesta a los brotes como para prevenir nuevos casos, son las principales armas contra el ébola, a las que se unen diferentes fármacos antivirales.
Imagen facilitada por el CDC estadounidense que muestra el virus del Ébola. EFE
4. Prevención
Otra de las claves del virus del Ébola radica en la prevención. La OMS considera fundamental la implicación de la población para controlar con éxito cualquier brote.
Son necesarias medidas como la atención clínica, la vigilancia y el rastreo de contactos, los servicios de laboratorio, la prevención y el control de las infecciones en los establecimientos de salud, las inhumaciones seguras y dignas, la vacunación y la movilización social.
Los trabajadores sanitarios, ante el alto riesgo de contagio, deben vacunarse de forma preventiva, utilizar equipos de protección personal y una exigente higiene de manos.
5. Un virus que puede persistir
Existe evidencia científica de la persistencia del virus de fiebres hemorrágicas en testículos, interior de los ojos y el cerebro de algunas personas recuperadas, informa la OMS.
También pueden permanecer en la placenta, el líquido amniótico y el feto de las mujeres infectadas durante el embarazo, así como en la leche materna durante la lactancia.
Se ha documentado también transmisión del virus del Ébola a través de esperma infectado hasta quince semanas después de la recuperación clínica.
6. El origen del virus del Ébola
El ébola se detectó por primera vez en 1976 en la actual República Democrática del Congo. El brote se produjo en un pueblo cercano al río Ébola, del que toma su nombre el virus y la enfermedad.
Otra de las claves sobre el virus del Ébola es que, actualmente, existen cinco subtipos: Zaire, Sudán, Tai Forest, Bundibugyo y Reston. Todas se han descrito en África excepto la Reston que proviene de Asia.
7. La epidemia que sacudió al mundo
La mayor epidemia de ébola vivida hasta el momento fue desde 2014 a 2016 en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia causando más de 11.000 muertes.
Varios misioneros y sanitarios españoles, británicos o estadounidenses afectados fueron repatriados para ser tratados en Europa y América. Fue entonces cuando la comunidad internacional se movilizó para combatir un virus que entonces tenía una letalidad del 90 %, ahora reducida gracias, fundamentalmente, a las vacunas.
Para la Dra. Lucía Campos Muñoz, dermatóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid, “el picor que provoca la dermatitis atópica (DA) es tan intenso que se llega a generar sangre en las heridas causadas por el rascado, prácticamente involuntario”.
La DA aparece en cualquier zona corporal y, dependiendo de la edad y la persona, los eccemas también podrán significarse con piel agrietada, costras, engrosamiento cutáneo, piel en carne viva y oscurecimiento de la epidermis que rodea a los ojos.
Los brotes de dermatitis atópica suelen comenzar antes de los cinco años de edad, siendo la infancia la etapa más castigada, con una prevalencia del 5-20 % de casos. Esta cronicidad se prolongará durante la adolescencia y la juventud, llegando a persistir en la vida adulta.
“En la infancia, la descamación y la sequedad serán más visibles y molestas en el cuello, la cara y a nivel de las flexuras de las articulaciones, mucho peor en los codos y en las rodillas”, señala la Dra. Campos Muñoz.
Esta dermatitis evolucionará con la edad adoptando formas clínicas en las zonas de extensión de las articulaciones, en la espalda (zona lumbosacra) y otras áreas específicas de cuerpo, como las manos y los pies (especialmente con eccema dishidrótico y dermatosis plantar, respectivamente).
Imágenes cedidas por la Dra. Campos Muñoz, dermatóloga del equipo que dirige el Dr. Eduardo López Bran.
De dónde viene y a dónde va la dermatitis atópica
La DA está asociada, con frecuencia, a una respuesta exagerada del sistema inmunitario ante los agentes externos (microorganismos). Aún así, se desconoce con exactitud por qué aparece esta enfermedad y por qué se cronifica.
“La dermatitis atópica normalmente evoluciona en brotes, es decir, que l@s pacientes están en algunos momentos bien y en otros momentos están mal, manteniéndose en el tiempo sin interrupción”, destaca la dermatóloga.
Tanto es así que los pacientes corren un mayor riesgo de padecer alergias alimentarias, rinitis alérgica (pólenes) y asma, enfermedad respiratoria pulmonar, más prevalente durante la infancia.
“En la mayoría de los casos diagnosticados, la dermatitis atópica es la primera manifestación de la diátesis atópica (predisposición genética o hereditaria a desarrollar enfermedades alérgicas)”, apunta la Dra. Campos.
Si nuestra piel es vulnerable, no es capaz de mantenerse hidratada y no lucha adecuadamente contra los agentes externos, como las bacterias (Staphylococcus aureus), los alérgenos, la contaminación ambiental o el humo del tabaco, entrará en el círculo vicioso de la enfermedad crónica.
La inmunidad se verá comprometida por el trastorno funcional en la respuesta inflamatoria frente a los antígenos que presentan las células de Langerhans, las células T y las células efectoras inmunes (linfocitos productores de anticuerpos).
Será entonces cuando el sistema inmunológico provocará lesiones en la piel que pueden coexistir o sucederse en el tiempo: eccemas, prurigo (pápulas con vesícula que se sustituyen por costra) y liquenificación (placas engrosadas, recorridas por surcos).
“Pero existen diferentes factores que influyen en la aparición de la dermatitis atópica, como la herencia genética: se sabe que si los padres tienen o han padecido alergias, asma o dermatitis atópica aumentan las posibilidades de que sus hij@s desarrollen esta enfermedad”, subraya. la Dra. Campos.
También afectan los tejidos sintéticos o confeccionados con lana, a diferencia del algodón, que siempre se deben lavar a mano o a máquina sin añadir productos suavizantes.
Tampoco son adecuadas las sustancias que puedan irritar la piel, como el contenido químico del agua en las piscinas.
“Las personas que sufren dermatitis atópica tienen que utilizar una crema barrera antes de entrar en el agua (piscina o mar) y, posteriormente, darse una ducha limpiadora para retirar el cloro o la sal. A continuación, se debe aplicar una capa de crema hidratante”, indica.
El agua del mar, beneficiosa en líneas generales, puede causar ardor e irritaciones en los casos de piel agrietada.
“A tal efecto, el paciente que tenga la posibilidad de ir a una zona costera con buena humedad ambiental debería esperar unos días antes de zambullirse en las olas. La humedad mejorará previamente el estado de su piel y el baño retardado será más gratificante”, asegura.
“En cualquier caso -reitera- nunca dejaremos de utilizar los hidratantes y aquellos tratamientos farmacológicos pautados durante el invierno”.
Prevención familiar y tratamiento de la dermatitis atópica
Es fundamental, por tanto, aplicar emolientes corporales, puesto que los pacientes DA siempre mostrarán una piel seca, como si las cremas se absorbieran rápidamente. Aquí funciona la muletilla… Poner, poner y volver a poner… productos hidratantes.
Los hábitos de vida y los cuidados familiares, como la higiene corporal, tienen una enorme importancia en las primeras etapas de la vida: es mejor sustituir la bañera por la ducha, utilizando siempre agua templada en lavados de poco tiempo y restringiendo el uso de jabones en las zonas olorosas.
En este sentido, una investigación demostraría la sinergia positiva de algunos prebióticos (nutrientes para la microbiota digestiva), probióticos (microorganismos vivos para mejorar la calidad de la microbiota digestiva) y simbióticos (combinación de ambos) para reducir la incidencia de la dermatitis atópica.
El metaanálisis, con más de 127.000 casos, síntesis de múltiples estudios, observó un beneficio protector de los prebióticos, probióticos y simbióticos en las madres embarazadas, madres en periodo de lactancia y bebés en los primeros meses de vida.
A la vez, se comprobó que disminuyó la severidad de la DA en pacientes con enfermedad moderada o severa al emplear probióticos, lactobacillus y simbióticos. En cambio, no hubo mejoría en pacientes leves o cuando se utilizó bifidobacterium o prebióticos aislados.
Pero una inmensa mayoría de casos en dermatitis atópica (DA) necesitan terapias que van desde los corticoides aplicados sobre la piel hasta los fármacos más innovadores a base de moléculas biológicas.
“La verdad es que hemos vivido una explosión de tratamientos muy efectivos, como los fármacos biológicos o los inhibidores de JAK (bloquean la acción de las proteínas que promueven la inflamación)”, dice la especialista.
Destacan dupilumab y tralokinumab, por un lado, y upadacitinib, baricitinib y abrocinitib, por el otro.
“Este tipo de medicamentos innovadores consiguen retrasar la aparición de los brotes y limpiar las lesiones en un buen número de casos, demostrando un buen perfil de seguridad y tolerancia”, añade.
“Durante estos últimos años sólo disponíamos de corticoides tópicos y orales, curas húmedas, inhibidores de la calcineurina y de algunos inmunosupresores clásicos, como la ciclosporina o el metotrexate“, completa.
La investigación médica frente a la dermatitis atópica es persistente, tanto como el picor de esta enfermedad crónica.
“Tenemos que ser capaces de limpiar esas lesiones, esas placas rojodescamativas, aliviando el picor acompañante y mejorando la calidad de vida de tod@s y cada un@ de nuestr@s pacientes”, concluye la Dra. Lucía Campos Muñoz.