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Mundo Política

La UE se replantea su política con Israel, en plena escalada en Oriente Próximo

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Bruselas (Euractiv.com/.es) – Los ataques aéreos de Israel contra Irán han acentuado las divisiones entre los países de la Unión Europea (UE), e intensificado la batalla en Bruselas sobre la conveniencia de imponer medidas punitivas a Tel Aviv.

Bruselas, que en su día fue un actor clave en las conversaciones con Irán sobre su programa nuclear, ha buscado tras el gran ataque israelí contra Irán formas de rebajar la tensión en la región.

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE tienen previsto reunirse este martes por la mañana, después de que la jefa de la diplomacia del bloque, Kaja Kallas, convocara una videoconferencia sobre la guerra entre Israel e Irán para debatir los «posibles próximos pasos»

Pero un obstáculo clave para cualquier estrategia común de la UE es que el bloque ha perdido credibilidad en la región, ya que los europeos siguen profundamente divididos sobre la respuesta a la guerra de Israel en Gaza.

Antes de los ataques aéreos del viernes contra las instalaciones nucleares iraníes y las represalias de Teherán -una escalada que ha acentuado el temor europeo a una guerra regional de mayor envergadura- ya circulaban varias propuestas para que la UE adoptara medidas más contundentes contra Israel.

Aunque no están directamente relacionados, los diplomáticos de la UE dicen ahora que es probable que los últimos acontecimientos agudicen las deliberaciones del bloque sobre cómo tratar la política de Israel en la región.

Aumenta la presión

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se enfrentarán el 23 de junio (y los líderes de la UE unos días después) a una disyuntiva: concentrarse en la diplomacia de cara al cese de las hostilidades entre Israel e Irán o tratarlas como algo independiente de sus críticas  por la guerra en Gaza.

Aunque las posturas varían en relación con las posibles medidas contra Israel, en las últimas semanas se ha producido un cambio notable entre algunos de los partidarios más acérrimos de Israel en Europa.

En mayo, 17 de los 27 Estados miembros del bloque respaldaron una propuesta para revisar el Acuerdo de Asociación UE-Israel -un pacto de cooperación política y económica- para  aumentar la presión sobre Israel para que ponga fin al bloqueo humanitario de Gaza.

Sigue siendo una de las propuestas más delicadas desde el punto de vista político.

La iniciativa, presentada por Países Bajos, un aliado tradicionalmente cercano a Israel, subraya el cambio de tono en las capitales europeas.

Un ejemplo de ello es Alemania, el más firme defensor de Israel entre los veintisiete, donde el debate sobre un posible freno a la venta de armas a Tel Aviv ha sido acalorado.

En la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la próxima semana, se prevé que Kallas presente una revisión jurídica del cumplimiento por parte de Israel de las obligaciones del acuerdo en materia de derechos humanos, a iniciativa del servicio diplomático del bloque (SEAE), según confirmó un funcionario de la UE.

Está previsto que la revisión siga la misma metodología que una anterior evaluación interna de 2024 que determinó que Israel incumplía dichas obligaciones en virtud del artículo 2 del acuerdo, según la fuente.

La suspensión total del acuerdo -o la suspensión parcial de sus disposiciones de política exterior- requeriría la aprobación unánime de los países de la UE, lo que es poco probable dada la oposición de aliados clave como Alemania, la República Checa y Hungría.

Sin embargo, otras partes del acuerdo son más flexibles. Suspender las disposiciones sobre comercio o energía, por ejemplo, sólo requeriría una mayoría cualificada. Pero es poco probable que la Comisión Europea -encargada de la política comercial de la UE- respalde esa medida, según fuentes diplomáticas de la UE.

Sanciones selectivas

La mayoría de países de la UE, sin embargo, no tiene ganas de tensar la cuerda en el asunto comercial ni de arriesgarse a un distanciamiento total de Israel, ya que la UE es el mayor socio comercial del país. Los diplomáticos comunitarios anticipan que podría haber nuevas medidas.

Varios socios del bloque, liderados por Suecia y los Países Bajos, han pedido que se tomen medidas contra miembros del gobierno israelí por la guerra en Gaza, un movimiento que algunos diplomáticos de la UE creen que podría ganar fuerza.

Aunque no se ha producido ningún movimiento a nivel de la UE, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Noruega han sancionado a dos ministros del gobierno israelí: La ministra de Seguridad, Tamar Ben Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich.

Además de sancionar a miembros del gobierno, Suecia, Países Bajos, España, Finlandia, Luxemburgo e Irlanda quieren que se castigue a algunos colonos israelíes de Cisjordania, aunque una iniciativa anterior en ese sentido fracasó por el veto de Hungría.

Relaciones de vecindad

Por otra parte, se prevé que afloren las tensiones en una reunión ministerial largamente aplazada entre la UE y sus socios de la región -incluidos Argelia, Egipto, Jordania, Líbano y Túnez- que se celebrará en Bruselas el próximo lunes.

Estaba prevista la participación de Israel, pero la asistencia de su Ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Saar, es ahora incierta, según explicaron a Euractiv dos diplomáticos de la UE y un alto funcionario israelí.

La Misión de Israel ante la UE declinó hacer comentarios.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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Draghi vio venir el «meteorito»: un año después, Europa sigue sin levantar cabeza

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Andrea Dugo es Economista en el Centro Europeo de Economía Política Internacional (ECIPE) de Bruselas. Sus investigaciones se centran en la política económica y de competitividad europea y en el impacto del cambio tecnológico en las economías avanzadas.

En la sátira de Adam McKay Don’t Look Up(2021), dos científicos descubren un cometa que se dirige directamente hacia la Tierra. Instan a políticos, medios de comunicación y empresarios a tomar medidas. Todos asienten, se pronuncian discursos, pero no ocurre nada hasta que es demasiado tarde.

La película era ficción, pero sus temas centrales -la obviedad del problema y la ilusión del tiempo- resuenan demasiado bien con la actual situación económica de Europa.

Hace un año, Mario Draghi publicó su histórico informe sobre la competitividad de Europa. Era una clase magistral de diagnóstico: muy poca innovación, muy pocas empresas globales, mercados de capitales que no consiguen financiar el crecimiento y una jungla regulatoria que acaba con la escala y la agilidad.

Nada de esto era nuevo. Economistas y grupos de reflexión llevaban años predicando lo mismo. La contribución de Draghi fue condensar esas verdades en una única y autorizada advertencia. El cometa fue avistado. Su trayectoria estaba clara.

Los líderes europeos prometieron actuar, pero doce meses después, la acción escasea. De 176 propuestas, la mayoría siguen en los cajones de Bruselas o en consultas preliminares.

El gasto en I+D sigue estancado en el 2,2% del PIB, muy por debajo de Estados Unidos, Japón o Corea del Sur. Los mercados de capitales siguen subdesarrollados y prefieren el ladrillo y los bonos a las empresas innovadoras.

Se promete una simplificación de la normativa, pero la tramitación legislativa se parece más a una nueva oleada de normas que a un verdadero alivio. En política industrial, Draghi advirtió contra las carreras de subvenciones entre los miembros de la UE. Irónicamente, la respuesta de Bruselas ha sido flexibilizar aún más las normas sobre ayudas estatales.

Pero aunque todo el mundo está de acuerdo en que el estancamiento de Europa es un problema -y la Comisión Europea incluso ha elaborado una «Brújula de la competitividad» para poner en práctica las propuestas de Draghi-, seguimos sentados y evaluando.

El diagnóstico de Draghi es indiscutible, lo que hace que la inercia sea más difícil de excusar. En 2011, las economías de la UE y de Estados Unidos se situaban ligeramente por debajo de los 16 billones de dólares cada una.

Pese a tener menos población, la economía estadounidense es 1,5 veces mayor. La productividad ha ido a la zaga durante décadas: en 1990, la productividad laboral por hora de la UE y de EE.UU. era igual; ahora la de EE.UU. es aproximadamente un tercio superior.

Estados Unidos gasta cada año cerca de 400.000 millones de dólares más en I+D que todos los países de la UE juntos. Y esto en un momento en que la deuda pública y los déficits de gran parte de Europa están aumentando.

El reto es, como dijo Draghi, «existencial» Pretender lo contrario es como asegurarnos de que el cometa podría fallar su blanco, de algún modo.

La gran ilusión es que Europa tiene tiempo. Cuando Draghi informó al Parlamento Europeo a principios de este año, advirtió de que «nuestras respuestas políticas pueden quedar obsoletas tan pronto como se produzcan» Tenía razón.

Estados Unidos y China van a la cabeza en inteligencia artificial (IA), cuántica y tecnologías verdes. En estos sectores, la escala y la velocidad deciden los ganadores. Las startups tecnológicas europeas atraen sólo una décima parte del capital riesgo que fluye hacia sus homólogas estadounidenses.

Mientras Europa debate durante años, otros actúan en meses. Cada retraso, cada medida a medias, amplía la brecha.

Las consecuencias no son abstractas: un continente que no crece pierde espacio fiscal, peso geopolítico y capacidad para financiar su Estado del bienestar.

Sin crecimiento de la productividad, las sociedades que envejecen no pueden mantener su nivel de vida. Sin empresas competitivas a escala mundial, Europa no puede establecer normas ni asegurar sus tecnologías. Sin una economía vibrante, su fuerza democrática se erosiona. Este es el cometa de Europa, y ya está entrando en la atmósfera.

¿Qué hacer? El informe de Draghi ofrece el plan maestro: un aumento espectacular del gasto en I+D, canalizar el ahorro privado hacia capital riesgo productivo, cortar los nudos reglamentarios que impiden a las empresas escalar en el mercado único. Pero la agenda debe ir más allá. Una agencia europea similar a ARPA podría encabezar los avances en IA, cuántica, biotecnología y otros sectores de alta tecnología.

La reforma energética es vital: reestructurar los mercados de la electricidad y aliviar los costes de las industrias que consumen mucha energía. Una Autoridad Industrial Europea de Defensa consolidaría la contratación y aumentaría la escala, mientras que un verdadero mercado único exige eliminar las persistentes barreras internas a los negocios transfronterizos. No faltan recomendaciones políticas, pero sí voluntad política.

En Don’t Look Up, los políticos se demoran, distraídos por las encuestas y los intereses particulares, hasta que es demasiado tarde para actuar.

Europa aún tiene una oportunidad. Pero las ventanas se cierran. Los líderes europeos no pueden limitarse a reconocer el problema publicando un informe o celebrando una cumbre.

«Debemos temer de verdad por nuestra autopreservación», advirtió Draghi. A menos que Europa actúe ahora, pronto descubrirá que el cometa ya ha golpeado.

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(Editado por Euractiv.com/.es)

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El PP sentencia la reducción de la jornada laboral y exige a Sánchez una cuestión de confianza o elecciones

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Madrid (Servimedia) – La vicesecretaria de Regeneración Institucional del PP, Cuca Gamarra, reclamó este martes al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que convoque elecciones generales o se someta a una cuestión de confianza, una vez que Junts ha confirmado su ‘no’ al proyecto de ley para la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, que decaerá en el arranque del curso parlamentario por las enmiendas a la totalidad de PP, Vox y los independentistas catalanes.

Así lo afirmó en una entrevista en Telecinco recogida por Servimedia, donde reconfirmó que el PP votará contra la propuesta del Ministerio de Trabajo liderado por Yolanda Díaz.

El principal partido de la oposición no había ocultado sus intenciones. De hecho, se ausentó de la ronda de contactos del Gobierno en la negociación previa.

Junts sí emprendió contactos con la cartera de Díaz, pero en la noche del lunes comunicó que votaría a favor de las enmiendas a la totalidad para tumbar el proyecto de ley.

El PP, por su parte, arguye «la necesidad de mejorar la productividad», que ha «caído un 1,6% desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno», para oponerse a la propuesta del Gobierno.

Además, defiende que las medidas de conciliación deben acordarse en el diálogo social –la patronal está en contra– y sin penalizar a unos autónomas que esta ley «realmente machaca», poniendo «incluso en riesgo la pervivencia de las pequeñas y medianas empresas».

Con la oposición de PP y Junts confirmada, Gamarra quiso “hacer una reflexión de lo que va a ocurrir mañana”.

“Un Gobierno abre el curso político con una ley que no puede ser aprobada porque no tiene respaldo parlamentario. En democracia, un Gobierno serio, cuando no tiene el respaldo para poder gobernar, lo que hace es convocar elecciones o someterse a una cuestión de confianza”, dijo.

La vicesecretaria del PP apuntó a Francia, donde François Bayrou se sometió a las Cortes para certificar la pérdida de confianza del Parlamento nacional y dar un paso al lado.

Por el contrario, la dirigente del PP recriminó que Sánchez está “normalizando” que “el Gobierno pierda las votaciones como si esto fuera un partido de fútbol”.

“Lo que demuestra esto es que no tiene capacidad de gobernar, que está resistiendo en el poder, y España lo que necesita es un Gobierno con un respaldo parlamentario suficiente para poder avanzar”, añadió Gamarra, quien aseguró que Sánchez quiere continuar porque “necesita el poder para defenderse de todos los asuntos de corrupción que le asedian”.

Las enmiendas a la totalidad de PP, Vox y Junts se votarán en la tarde del miércoles y, previsiblemente, saldrán adelante con unos 178 votos, los suyos más el de UPN.

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(Editado por PTR/gja/Servimedia)

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¿Por qué la crisis política francesa no es (todavía) una crisis económica?

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París (Euractiv.fr) – Muchos afirman que Francia está al borde del colapso económico. Que se lo pregunten a su gobierno.

El primer ministro , François Bayrou, que está a punto de dimitir tras perder el lunes la votación de confianza sobre su presupuesto para reducir el déficit, advirtió el mes pasado de que el «sobreendeudamiento» supone un «peligro inmediato» para la prosperidad del país.

El ministro de Finanzas , Eric Lombard, ha llegado a sugerir que la creciente deuda nacional podría obligar a París a solicitar un rescate al Fondo Monetario Internacional.

Para agravar la sensación de crisis, los costes de endeudamiento público de Francia son ahora más elevados que los de Grecia, lo que hace temer que Europa sufra un colapso económico mucho peor que el desencadenado por el colapso financiero de Grecia en 2009.

Los analistas, sin embargo, señalan que los riesgos inminentes que plantea el aumento de los rendimientos de los bonos y los niveles de deuda de Francia son en su mayoría exagerados.

«Sin duda, Francia se enfrenta a una crisis política, pero no a una crisis financiera», explicó en declaraciones a Euractiv Nicolas Véron, investigador principal del think tank Bruegel y del Peterson Institute for International Economics.

Los expertos señalan que la «inversión» de los rendimientos de los bonos griegos y franceses se debe sobre todo a una fuerte mejora de la confianza del mercado en Grecia, más que a un deterioro de la actitud de los inversores hacia Francia.

El rendimiento del 3,41% de la deuda pública francesa a 10 años también está muy por debajo del tipo de interés del 3,50% que paga Italia, que no se encuentra en riesgo financiero inmediato.

La afirmación de Lombard de que París podría necesitar pronto una intervención del FMI tampoco «tiene ningún sentido», dijo Véron. Añadió que, en el improbable caso de que la segunda economía de la UE necesitara un rescate, sería el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), y no el FMI, el que acudiría al rescate financiero de Francia.

Economía débil, política frágil

Más que un peligro económico inminente, los expertos advierten de que la intratable crisis política de Francia corre el riesgo de frenar la inversión y el crecimiento a largo plazo.

La Asamblea Nacional está dividida en tres bloques, de extrema izquierda, centro y extrema derecha, que probablemente seguirán siendo profundamente hostiles entre sí, independientemente de quién suceda a Bayrou. Las encuestas también sugieren que ninguna facción conseguirá una mayoría parlamentaria si, en lugar de nombrar a su quinto primer ministro en dos años, Macron convoca nuevas elecciones parlamentarias.

«Cualquiera de los dos caminos inyectaría nueva incertidumbre en un panorama político ya frágil», señaló recientemente Charlotte de Montpellier, economista senior de ING Research, al tiempo que añadió que el colapso del gobierno de Bayrou «pesará mucho» sobre la «ya débil» economía francesa.

Según el FMI, el PIB francés crecerá sólo un 0,6% este año, menos de la mitad del 1,4% previsto para las economías avanzadas del mundo.

Por otro lado, se prevé que el ritmo de crecimiento de Francia se mantenga por debajo de la anémica tasa de expansión de la eurozona hasta 2027, con las tensiones comerciales mundiales y la incertidumbre geopolítica infligiendo graves daños a los sectores manufacturero y de servicios del país.

Además de obstaculizar el crecimiento, la inestabilidad política de Francia está dificultando el control de los niveles de déficit y deuda del país, asegura Maria Demertzis, que dirige el Centro de Estrategia Económica y Finanzas de The Conference Board Europe.

Según las últimas previsiones de la Comisión Europea, Francia registrará este año un déficit presupuestario del 5,6% del PIB anual, casi el doble del límite oficial del 3% establecido por el bloque. El ratio deuda/PIB de Francia, del 114,1%, es también casi el doble del umbral del 60% fijado por el bloque.

«Hay que preguntarse si la trayectoria de la deuda puede seguir siendo sostenible», comentó Demertzis, al tiempo que recordó que el predecesor de Bayrou, Michel Barnier, fue destituido tras no lograr aprobar un presupuesto similar para reducir el déficit el año pasado.

«Hay que tener un camino creíble tanto en términos económicos como políticos. La economía es lo que lo llevará hasta allí, pero la política sostendrá el camino», subrayó Demertzis. «Pero si vas a tener esta crisis política cada año y medio, no es un problema fácil de resolver», agregó.

¿Un resquicio de esperanza?

Algunos analistas, sin embargo, sugieren que la crisis política francesa puede tener un lado positivo, en la medida en que los elevados niveles de deuda y déficit del país son ahora un tema de debate político serio.

«Esencialmente, llevamos más de 20 años -podría decirse que una generación, como mínimo- de laxitud fiscal francesa. Nunca ha habido un verdadero momento de consolidación fiscal o de corrección del rumbo», aseguró Véron. «Así que el hecho de que la situación fiscal esté en el centro del actual debate nacional francés es, creo, algo bueno, no algo malo», agregó.

Demertzis señaló que el momento actual subraya lo esencial que es para Francia poner orden en su «casa fiscal», dado que las propias instituciones financieras de la UE, en particular el MEDE y el Banco Central Europeo, carecen posiblemente de la influencia necesaria para rescatar la economía francesa. Con 3 billones de euros, es aproximadamente doce veces mayor que la de Grecia.

«El problema francés, si se me permite llamarlo así, tampoco es un problema menor: pone de manifiesto la incapacidad de la UE para hacerse cargo de la situación en caso de crisis real», afirmó Demertzis.

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(Editado por Vince Chadwick/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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