Ciencia y Salud
El tenis de mesa, un aliado contra el párkinson

En este contexto, se ha creado la Fundación Red Parkinson, una entidad sin animo de lucro pensada para ayudar a mejorar la calidad de vida de los afectados a través del deporte, especialmente del tenis de mesa, facilitándoles su práctica y priorizando su bienestar físico y emocional.
Dada la progresión del párkinson, la comunidad científica y médica se ha volcado en los últimos años en tratar de entender su origen y sus diferentes fases de desarrollo con el objetivo de encontrar un tratamiento o medicación que la pueda erradicar o, al menos, paliar sus efectos.
En estos estudios se ha descubierto que el tenis de mesa actúa sobre las habilidades motoras y cognitivas.
Este deporte les obliga a realizar movimientos sistemáticos y repetitivos con los que fortalecen los músculos, disminuyendo su rigidez y aumentando la coordinación.
De manera simultánea, seguir el juego de forma rápida y continua mejora la memoria, la concentración y el equilibrio.
“Es un proyecto que nace para ayudar, escuchar, comprender y servir, porque somos conscientes de que el párkinson es una prueba diaria para quienes la padecen”, señala su presidente, José Alonso.
Tenis de mesa para la inclusión
La Fundación Red Párkinson propone un modelo de actuación disciplinar que persigue simultáneamente la práctica de este deporte y la inclusión y socialización de los afectados.
En sus primeros pasos, la fundación organiza entrenamientos específicos de tenis de mesa adaptados a personas con párkinson y programas complementarios de ejercicio físico.
Esta iniciativa cuenta con la colaboración del Club Distrito 20, Tenis de Mesa, cuyo presidente, Federico Drago, es a su vez entrenador y patrono de la fundación.
Drago subraya que participar en un grupo deportivo es positivo por muchos aspectos.
“Las mejoras que experimentan los enfermos se ven con el tiempo y, además, que se sientan parte de un grupo o equipo hace que tengan más ilusión por implicarse y participar. A nivel de ejercicio, es importante que el jugador pueda desarrollar un juego continuo y es fundamental mantener la bola en juego para obtener beneficios”, indica Drago.
El presidente José Alonso explica que no solo han observado beneficios emocionales, sino también físicos, sobre todo, en la movilidad, el equilibrio y la concentración.
“Con esta enfermedad se pierde mucho el equilibrio y la concentración y se nota que, cuando los afectados llevan mucho tiempo jugando, se centran mucho más, están más atentos, tienen mayor capacidad de retención, algo que es complicado teniendo párkinson”, señala.
¿Cómo participar?
La fundación pone a disposición de los participantes el material necesario, las instalaciones y, un equipo de monitores especialmente sensibilizados con el párkinson que les ayudará en todo momento.
También abre sus puertas a voluntarios dispuestos a aportar su grano de arena a una labor que agradecerán tanto los pacientes como sus familias.
Fundación Red Párkinson, además de los entrenamientos, también realiza:
- Talleres de bienestar: programas complementarios de ejercicio físico, nutrición y apoyo psicológico.
- Eventos sociales: torneos, encuentros y jornadas de puertas abiertas para fomentar la socialización de los enfermos de párkinson y sus familias.
- Investigación y desarrollo: colaboración con instituciones académicas y médicas para investigar los beneficios del ping-pong en el tratamiento del párkinson.
Ademas, pretenden realizar actividades culturales, mesas redondas y otros actos para visibilizar la realidad de una enfermedad de la cual la Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que el número de afectados se triplicará en España en 2050.
“Muevete contra el párkinson es nuestro lema, y con él queremos animar a los afectados a formar parte de la Fundación y probar el tenis de mesa. No hay que dejarse de mover y además, queremos que compartan sus problemas, que se apoyen, tanto en otros afectados como en su entorno”, alenta José Alonso.

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Ciencia y Salud
Lo que las redes sociales hacen al cerebro de un adolescente, según este psiquiatra

Estas “miles de conexiones en redes sociales –añadió Blasco Fontecilla- no son relaciones reales, sino un simulacro de pertenencia” porque la “hiperconectividad” en la que habitan los y las adolescentes genera “ilusión de acompañamiento”. La soledad se esconde tras ello, en opinión del experto, quien hizo estas reflexiones en una jornada dedicada a la salud mental organizada por la Fundación Juan José López-Ibor y el Centro de Estudios Gregorio Marañón, y celebrada en la Fundación Ortega-Marañón.
Además, según explicó Blasco, inmersos en un entramado así, “los adolescentes viven expuestos a comparaciones constantes, a la búsqueda de validación y al miedo a la exclusión, lo que alimenta la ansiedad y la baja autoestima”.
La dificultad de alcanzar la madurez
La adolescencia, subrayó el experto, cuyas declaraciones recoge una nota de prensa de la Fundación Ortega-Marañón, es “un periodo biológicamente necesario para el aprendizaje del riesgo y la autonomía, pero el entorno actual multiplica los estímulos y reduce los límites”.
Además de la influencia del entorno digital, el psiquiatra destacó la brecha entre la maduración biológica y la psicológica puesto que en las sociedades actuales “los jóvenes maduran biológicamente antes, pero psicológicamente mucho más tarde”. Causas de ello, a su juicio: la sobreprotección parental y la falta de ritos de paso hacia la adultez.
“La sobreprotección es el gran error de nuestra especie”, advirtió antes de enfatizar que “el adolescente necesita equivocarse para aprender”. “Los padres que impiden todo riesgo crean hijos frágiles. La autonomía se construye cayéndose y levantándose”, ahondó.
Asimismo, Blasco recordó que el cerebro humano no completa su maduración hasta los 24 años, especialmente el lóbulo prefrontal, responsable del juicio y el control de impulsos. Sin embargo, dijo, en numerosas ocasiones a los y las jóvenes se les pide que se comporten como adultos cuando su cerebro “aún no puede hacerlo”.
La inmadurez, profundizó, explica en parte la impulsividad, la búsqueda de sensaciones y la dificultad para prever consecuencias, características típicas de la adolescencia.
Salud mental juvenil, a peor en Occidente
La jornada celebrada en la Fundación Ortega-Marañón reunió a psiquiatras, investigadores y profesionales de la salud mental para analizar la dimensión de la salud mental en la sociedad actual.
Según un estudio, el ‘Monitor global Mental Health Day’, de Ipsos, publicado este jueves, la salud mental se mantiene por cuarto año consecutivo como la principal preocupación en salud de los ciudadanos, sobre todo de las mujeres.
En concreto, el 62 % de la ciudadanía identifica la salud mental como su primer problema de salud, casi 20 puntos más que la media global de los 30 países analizados en el estudio anual, que es del 45 %.

España se sitúa como el segundo país, tras Suecia (63 %), donde más preocupa la salud mental, que supera a otras afecciones como el cáncer (51 %); el estrés (36 %); la obesidad (29 %) y el tabaquismo (19 %).
María Inés López-Ibor, psiquiatra y presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, uno de los maestros de la psiquiatría, afirmó durante la jornada que “la mitad de los trastornos mentales aparecen antes de los 25 años, y la mayoría se inician en torno a los 14”
Blasco, en este sentido, incidió en que en todos los países occidentales, la salud mental juvenil ha empeorado en la última década.
Sobre tres ejes giran las causas: el exceso de exposición digital, que altera los ciclos del sueño, la atención y la socialización; la falta de referentes estables, en familias, escuela y comunidad; y la presión de un futuro incierto, que alimenta el miedo, la frustración y la desmotivación.
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Ciencia y Salud
Acerca de la ansiedad: desmontando un “miedo” que nos saca de la realidad

Elena Gallardo Morillo es profesora del Máster en Neuropsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Dice: “La ansiedad, para que le pongamos nombre y apellido, es un tipo de miedo, y el miedo es el principal caballo de batalla de nuestro cerebro, una de las emociones más temidas. Es, más concretamente, un miedo anticipatorio a posibles situaciones que imaginamos que se van a dar pero que puede que nunca se den”.
Psicólogo y psicoterapeuta, Sergio García Soriano explica que “la ansiedad es un estado de tensión” que “afecta en el día a día”. ¿Y cómo afecta? Responde: “De alguna manera no estamos en la realidad, sino que estamos sobreesforzados. Si tenemos ansiedad, tenemos un sentimiento desagradable sobre nuestro día a día porque vamos a percibir situaciones amenazantes cuando realmente no las hay”.
Causas distintas, consecuencias iguales
Miedo, sobreesfuerzo, aceleración, amenaza… Son palabras relacionadas con la ansiedad. Como la inquietud, la alerta o la sobrevigilancia. Una persona que vive con miedo a algo que pueda pasar, como en estado de alerta constante, es una persona que se pasa el día “analizando constantemente, proyectando cosas que quizá nunca sucedan”, afirma Gallardo.
Es agotador. Recalca la neurocientífica que la persona afectada mostrará dos tipologías de efectos: por un lado, pensamientos no deseados e intrusivos y exceso de ruido mental, y junto a ello, un sentimiento “exacerbado” de miedo y de estrés; por otro, la “niebla mental”, la falta de atención, la sensación pertinaz de cansancio y pérdidas de memoria.
Pero de dónde viene la ansiedad. Depende de la persona. ¿Y a dónde nos lleva? Aquí sí que existe un territorio de experiencias comunes. Gallardo subraya que “cuando alguien sufre ansiedad, y la sufre de una manera continuada constante, mantenida en el tiempo, lo que comienza a ser nocivo, va a experimentar un mayor número de cambios que alguien que sufre ansiedad de modo puntual”. La profesora se refiere a “cambios físicos” acompañados de taquicardia, tensión muscular (de ahí las contracturas) o sudoración excesiva.

Está la ansiedad como trastorno entonces, pero también una ansiedad “adaptativa”, relacionada con la supervivencia, porque, como asegura García, “hay elementos que son amenazantes y que se tienen en cuenta para la planificación” de la propia vida. Y están los grados de la ansiedad, incluido el trastorno de ansiedad generalizada.
La ansiedad es tan mental, apunta el psicólogo, que nos relaciona con la realidad desde la tensión, esa amenaza citada antes, lo que se traduce en manifestaciones somáticas. Palpitaciones, temblores, cefaleas, la boca seca, la sudoración…
La ansiedad irrumpe en la persona según sea la persona, pero los efectos hablan un lenguaje común. El miedo es clave, el miedo “a perder el control”, por ejemplo, o “la sensación de agobio”. La ayuda profesional se hace importantísima porque, mediante entrevistas, es posible llegar a ese origen concreto.
Contra la ansiedad: ayuda profesional y cuidado con la IA
Fundamental abordar la ansiedad, no es algo que va y viene, se presenta y se va. “Identificado el ‘esto me está pasando’”, indica Gallardo, conviene tomar medidas, y entre todas las posibles remarca el cuidado de la atención.
“Una de las cosas que siempre planteo es cultivar la atención, el ‘vamos a dedicarnos un tiempo diario’”, afirma. Habla de emplear 5, 10, 15 minutos en trabajar la atención con meditación, contemplación, dedicación a uno/a. “Si no, el cerebro, lo que va a hacer, es seguir, constantemente, rumiando pensamientos y generando una alta excitabilidad. Así que necesitamos poner el cerebro a cero, restablecer sus valores normales”, añade.
Y fundamental la ayuda profesional, incide García, porque el análisis compartido permite poner en común los elementos que producen malestar, y a partir de ahí, trazar vías para cambiarlos.

¿Sirven las aplicaciones de IA? García responde: “No es una conversación entre dos humanos… Es un sistema de lenguaje cerrado que ofrece una apariencia de conversación, pero no es una conversación, así que quienes lo usan como psicólogo o están descentrados o no están haciendo lo que corresponde. Te puede responder qué es la ansiedad, pero si le cuentas tus problemas te va a llevar a error”.
Gallardo sostiene: “No estoy a favor porque la IA, aunque depures mucho, lo que hace al final el algoritmo es cruzar datos, y si bien esos datos pueden estar soportados en estudios, en la evidencia científica, esos datos nunca van a sustituir a la experiencia profesional y a la aportación que un profesional pueda dar”. Corolario: “Como motor de búsqueda, estoy en contra, y es contraproducente porque va añadiéndose más ruido a las cabezas”.
Los actuales estilos de vida
Normalizar la ansiedad es enemigo del abordaje profesional de la ansiedad. La profesora de la UNIR reconoce que “entrar en un estado de ansiedad constante porque has normalizado vivir así en el trabajo, o en la familia… Perder de perspectiva eso y estar en la rueda de ‘soy así y me siento así’ no es favorable”.
La confusión tampoco ayuda, y García detecta mucha confusión. “Decir ‘tengo un poco de ansiedad’ pero luego no me lo miro o no pienso que sea un problema” suele traducirse en no buscar soluciones. Resulta clave ir al origen de lo que sea que produce malestar. La mayor sensibilidad social sobre salud mental contribuye, pero también provoca que mucha gente ni quiera viajar a ese origen.
“Queda todavía mucho por hacer, y en ocasiones, en los medios de comunicación el enfoque ha sido más desde el show que desde la realidad que acontece dentro de una persona que tiene ansiedad”, concluye.
Para Gallardo, que cada vez se hable más de salud mental es positivo, pero respecto a la ansiedad enfatiza que, al depender tanto de la experiencia de la persona, de su modo de vida, su ritmo, el riesgo más importante es que se pueda normalizar. Llama a trabajar y hacer más desde el autoconocimiento, siempre con guía de profesionales. Disponer de herramientas propias (ejercicio, meditación, etc.) resulta crucial.
Lanza esta reflexión: “Vivimos en unos tiempos en los que los actuales estilos de vida nos llevan a vivir acelerados y a perder lo más importante para nuestro cerebro, que es la atención”.
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Ciencia y Salud
La microbiota intestinal materna protege el embarazo, según un estudio

La investigación, liderada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y publicada en la revista Journal of Translational Medicine, revela que esa bacteria regula la función endocrina de la placenta, es decir, la capacidad placentaria de producir hormonas que sostienen la gestación.
Se trata de “un hallazgo con importantes implicaciones para la salud materna y el desarrollo fetal”, indica la UAM en una nota.
Síntesis de hormonas clave
Mediante experimentos realizados con ratones libres de gérmenes, los investigadores comprobaron que la colonización con esa bacteria probiótica en el intestino de la madre aumenta la producción de metabolitos como el lactato y la taurina.
También favorece la expresión de transportadores de nutrientes y estimula la síntesis de hormonas clave, como prolactinas y glicoproteínas específicas del embarazo.

A nivel molecular, los investigadores identificaron cambios en más de 400 proteínas placentarias vinculadas en procesos metabólicos, crecimiento celular y regulación hormonal.
Estos cambios se tradujeron en “beneficios tangibles” a nivel fetal: mejor crecimiento, aumento de la glucosa en sangre y una menor pérdida embrionaria temprana, de ahí que este trabajo sea “la primera evidencia de que la microbiota intestinal materna influye en la función hormonal de la placenta”.
El investigador que lidera este proyecto
En Europa, un 14 % de las mujeres gestantes consume probióticos, según el estudio, que también revela que las hembras expuestas a esta bacteria durante la gestación presentaban una menor tasa de mortalidad embrionaria.
“Si somos capaces de entender cómo las bacterias del intestino trabajan en favor de la gestación, enfermedades que están en aumento como la diabetes gestacional, la preeclampsia o alteraciones del crecimiento fetal podrían ser tratadas de una manera eficaz y segura, tanto para la madre como para el feto”, según Jorge López-Tello, primer firmante del trabajo e investigador de la Facultad de Medicina de la UAM.
El artículo, realizado en colaboración con científicos de las universidades de Cambridge, Birmingham y Cork, da continuidad a trabajos previos también liderados por López-Tello, en los que se analizaron los efectos de esta bacteria intestinal materna sobre el metabolismo cerebral y hepático del feto.
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