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Bukele impidió la publicación de un informe crítico del FMI y se vuelve a retrasar un crédito para El Salvador
Nayib Bukele ha llevado al plano internacional una práctica que ya es lugar común en su gobierno: ocultar información sobre asuntos públicos. El lunes 17 de abril, el gobierno de Bukele prohibió al Fondo Monetario Internacional publicar el informe final aprobado por la junta directiva de la multilateral sobre la situación económica y financiera de El Salvador. La decisión de ocultar el informe ya ha generado más suspicacias sobre la salud real de las finanzas salvadoreñas, que el presidente se empeña en presentar como sanas, y amenaza son complicar de nuevo la posibilidad de que el Fondo apruebe fondos frescos al país centroamericano.
Un día después, el martes 18 de abril, el FMI informó en su sitio web sobre la decisión del gobierno salvadoreño de no publicar el informe final de la revisión hecha por la multilateral con base en el Artículo IV del convenio con los países miembros, en el cual, según dos funcionarios familiarizados con las negociaciones entre el Fondo y El Salvador, se mantenían las observaciones sobre la inviabilidad del modelo Bitcoin, la preocupación por la falta de claridad en el plan económico del gobierno salvadoreño y las alarmas por el riesgo de quiebra.
“El 20 de marzo de 2023, la junta directiva del FMI concluyó la consideración del Artículo IV para 2023 en El Salvador… (que incluyó) un análisis completo de la situación económica y de la estrategia política… Economistas del FMI visitaron el país para recoger y analizar los datos y sostener discusiones con el gobierno y el banco central… Las autoridades (salvadoreñas) no han consentido la publicación del reporte y del comunicado de prensa relacionado”, publicó el Fondo.
El informe final aprobado por la junta directiva mantiene, de acuerdo con los funcionarios consultados, buena parte de las observaciones hechas por el personal del FMI, las cuales fueron publicadas el 10 de febrero de 2023, entre las que destaca la preocupación por la insostenibilidad de las finanzas públicas y por el riesgo de que El Salvador caiga en impago. El personal del Fondo mantuvo los señalamientos a pesar de que, a finales de enero, El Salvador había pagado USD 800 millones de deuda vencida, lo cual no despejó dudas de la capacidad del país para afrontar, sin financiamiento fresco de las multilaterales, compromisos futuros, como el próximo vencimiento en 2025.
En el informe preliminar que el staff del Fondo hizo se había señalado a El Salvador, como “alta prioridad”, la necesidad de “desarrollar un plan financiero amplio y ambicioso orientado a devolver la deuda a una ruta sostenible y facilitar el acceso al mercado internacional”. El documento también destaca la necesidad de que El Salvador revise las leyes que dieron vida al Bitcoin como moneda circulante, y advierte de la necesidad de que el gobierno Bukele revise su política de subsidios como parte del ajuste presupuestario.
“Lo más certero es pensar que el informe final que aprobó la junta directiva mantiene todas las preocupaciones que ya había señalado el staff en su informe previo, que está lleno de alarmas, sobre todo en lo que tiene que ver con la parte financiera y de deuda”, dijo un diplomático estadounidense consultado.
El Salvador llevaba al menos tres semanas negociando con el FMI la publicación del documento final. Las pláticas se extendieron hasta las reuniones de primavera del Fondo y el Banco Mundial en Washington, que se llevaron a cabo la segunda semana de abril. Al final, y a pesar de una distensión reciente en la comunicación entre funcionarios de la administración Biden, la multilateral y el gobierno de Bukele, El Salvador dijo no a la publicación del informe.
Este nuevo impasse entre el gobierno de Bukele y el FMI ocurre en un momento en que, según un diplomático estadounidense y otro latinoamericano familiarizados con las negociaciones, la administración Biden había flexibilizado su posición respecto a El Salvador y ambas partes habían mostrado interés en retomar el diálogo para aprobar un crédito de USD 1.4 mil millones que el gobierno de Bukele necesita para mantener a flote las finanzas públicas y eludir el riesgo de impago de su deuda pública en el futuro cercano.
El funcionario estadounidense confirmó que, durante las reuniones de primavera, la delegación salvadoreña que vino a Washington, liderada por el ministro de hacienda, Alejandro Zelaya, y el secretario de comercio de la presidencia, Miguel Kattán, se reunió con Michael Kapplan, subsecretario del Tesoro para el Hemisferio Occidental. La reunión, de acuerdo con el diplomático, fue cordial, y en ella Estados Unidos mostró disposición a retomar las negociaciones con el gobierno Bukele.
La disponibilidad mostrada por el Tesoro coincide con la flexibilización reciente que también ha mostrado el Departamento de Estado y las buenas relaciones que, de acuerdo con el funcionario consultado, empieza a cosechar en San Salvador William Duncan, el nuevo embajador de Biden. Y aunque los miembros de la administración Biden siguen mostrando en privado alguna preocupación por violaciones a los derechos humanos cometidas por el gabinete de seguridad pública de Bukele en el marco del régimen de excepción que ya dura más de un año, no parece que esto siga influyendo en la posibilidad de acelerar las negociaciones.
La piedra en el camino sigue siendo la negativa de San Salvador a abordar los asuntos financieros y las propuestas de ajuste del FMI. A eso se suma, ahora, una nueva llamada de atención sobre la falta de transparencia del gobierno salvadoreño. “Eso es lo que esto -la negativa a publicar el informe final- hará: despertar más suspicacias en las multilaterales”, dijo el diplomático latinoamericano consultado.
Desde el gobierno de Biden, otra funcionaria relacionada con Centroamérica, quien como el resto de los oficiales entrevistados para esta nota habló desde el anonimato para poder abordar con libertad negociaciones en curso entre Washington y El Salvador, nadie da por descartado que las negociaciones con el FMI se retomen, pero advierten que la negativa a publicar el informe del FMI es un retroceso.
“A El Salvador y a Bukele les van quedando pocas alternativas; el pago reciente -de enero- lo lograron rascando de todos lados, pero eso no es sostenible. Sin las líneas de crédito que abre un acuerdo con el FMI El Salvador no puede afrontar lo que viene… Estados Unidos sabe eso y está dispuesto a seguir hablando”, dice la diplomática. La negativa reciente, advierte, “no ayuda”.
El diplomático latinoamericano prevé que la ola que generará la negativa de Bukele a transparentar la situación financiera de su país trascenderá al FMI y llegará al Banco Mundial (BM), cuya junta directiva se reúne el próximo 27 de abril para aprobar los llamados Country Partnership Framebook o CPF, que son una especie de “estrategia de país” o “acuerdo marco”.
En diálogos preparatorias a la reunión de directivos en el BM, ya algunos países volvieron a mostrar dudas y hacer preguntas sobre la relación de El Salvador con el FMI, según uno de los funcionarios consultados. “Al querer tapar lo que quieren tapar al no publicar el informe final del Fondo, lo que ha hecho El Salvador es ponerse un reflector”, dice. “Lo que ocurre es que aunque el informe no sea público los directivos del FMI lo conocen, todos los países representados en la directiva lo conocen y pronto lo conocerá el Banco Mundial y al ocultar lo que hacen (las autoridades salvadoreñas) es generar más preguntas”.
Dos de los funcionarios consultados coinciden en que más que ocultar lo escrito en el informe, El Salvador quiere evitar la discusión pública sobre el alto costo de su deuda, la capacidad real de pagar el vencimiento de bonos en 2025 o incluso “la posibilidad real de quiebra”. “En Washington se sabe que a Bukele no le gusta perder el control de la narrativa y publicar este informe implica eso”, dice uno de ellos.
El 18 de abril pasado, Nayib Bukele corrió a Twitter para intentar el fuego provocado por el FMI. El presidente no hizo referencia a su negativa a que el mundo conozca la visión del Fondo sobre la situación económica y financiera de El Salvador, sino que tuiteó una nota de Bloomberg que hablaba del repunte de bonos salvadoreños en Wall Street.
Esta vez, Bukele no tuvo demasiado éxito en su intento por cambiar la conversación. De acuerdo con el informe diario generado por Digital Insights, una empresa que monitorea las redes sociales en El Salvador, las publicaciones sobre la prohibición de publicar el informe del Fondo fueron más que las referidas a los bonos salvadoreños. La noticia sobre el informe del FMI, además, hizo titulares en periódicos internacionales y en los medios salvadoreños que Bukele aún no controla.
“El gobierno de El Salvador confía siempre en su capacidad para controlar el discurso. Cuando hay algo que se escapa de su control suelen atacar al mensajero, pero es mucho más difícil atacar al Fondo cuando sabes que necesitas a las multilaterales y el dinero que te dan sus líneas de crédito”, afirma uno de los diplomáticos latinoamericanos consultados.
En el Washington de Biden, El Salvador pasó de ser protagonista de una narrativa poco favorable, la que pone a Bukele como un autoritario que viola derechos humanos, a una más bien neutral, en la que las preocupaciones por la migración masiva y la influencia china en Centroamérica han dejado espacio para poco más.
En una de las entrevistas que William Duncan, el embajador enviado por Biden a San Salvador, tuvo en la capital estadounidense antes de partir a su nuevo destino, alguien le sugirió mantener un tono firme con Bukele. “Supongo que mucha gente quiere que sea como Jean Manes -la embajadora en El Salvador cuando Bukele fue elegido y quien salió del país centroamericano diciendo que las relaciones estaban prácticamente en suspenso tras varios enfrentamientos públicos con el presidente-, pero eso ahora no es práctico, Bukele es muy popular…”, dijo el funcionario diplomático estadounidense consultado.
Pero si en lo político parece haber una tregua de narrativas, no parece que ese sea el caso en lo que toca al asunto financiero y al FMI: el Fondo, al decir de los funcionarios consultados, mantuvo sus reclamos a Bukele y a la precariedad financiera de El Salvador, algo que, según uno de los diplomáticos latinoamericanos, no va bien con la narrativa “de éxito” del salvadoreño y lo vuelve a complicar en sus negociaciones.
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