Ciencia y Salud
Videojuegos y menores: cómo manejar la adicción

El 77 % de los jóvenes entre 15 y 29 años juegan a videojuegos y más de la mitad lo hacen a diario, según un estudio de 2023 de Fad Juventud, lo que podría indicar una tendencia de los menores a generar una adicción en el futuro.
Giulia Testa, profesora e investigadora del Grupo de Investigación de Adicciones Comportamentales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), explica que estimar el número de casos que existen de adicción de videojuegos en menores es complicado, porque muchos no acuden a terapia a pesar de que tengan un problema.
Además, esta adicción puede provocar disputas en las familias y cambios de comportamiento en los niños.
Por este motivo, aporta algunos consejos para ayudar a los padres a manejar la adicción a los videojuegos que puedan tener los menores.
Un contacto temprano de los menores con los videojuegos
La experta señala que los niños entran en contacto con las pantallas muy temprano, pues muchos desde muy pequeños tienen acceso a una tablet.
Aun así, indica que esto es diferente pues, verdaderamente, cuando empiezan a jugar es desde que comienzan a tener un ordenador o un móvil propio.
“Si tuviera que decir una edad a la que suelen empezar a jugar los menores a videojuegos establecería los ocho años, pues es cuando suelen tener acceso a su propio teléfono u ordenador”, apunta la experta.
Los efectos en la salud mental
La especialista explica que no hay que demonizar los videojuegos pues son un elemento de diversión para las personas y pueden fomentar incluso el desarrollo de ciertas habilidades.
Aun así, indica que depende mucho del contenido del videojuego y recomienda los que son educativos, pues pueden ayudar en el desarrollo del niño.
Sin embargo, los videojuegos también tienen consecuencias potencialmente negativas para la salud mental de los menores:
- La posibilidad de generar problemas de adicción.
- Ansiedad.
- Dificultad para dormir
- Problemas en la concentración.
“No solo existen los problemas de adicción, también puede haber problemas de ansiedad, dificultad para dormir, pues si un niño está sobreestimulado con las pantallas y los videojuegos, sobre todo en la noche, esto influye en el sueño y también puede afectar a la capacidad de concentración”, señala Giulia Testa.

El aislamiento
La experta explica que de por sí jugar no crea problemas a nivel de desarrollo cognitivo, pero si se invierten muchas horas, pues evidentemente, se crea una descompensación de otros tipos de actividades de las que empiezan a carecer como, por ejemplo, salir a la calle o jugar con otros niños.
Además, hay videojuegos que son online y permiten jugar con otras personas, lo que puede provocar que algunos jugadores se metan en su mundo manteniendo solo relaciones virtuales y acaben sin tener conexiones reales en el mundo real.
“Esto puede llevar a la persona a aislarse en este mundo de los videojuegos y a no buscar relaciones interpersonales en el mundo tangible”, advierte.
Los cambios en el cerebro
Giulia Testa señala que se ha observado en estudios que la adicción a videojuegos tiene efecto a nivel cerebral.
“Sobre todo una de las regiones del cerebro más afectada es la parte frontal, pues se ve alterada en personas que tienen un uso adictivo problemático de los videojuegos. Se activan menos estas áreas que sirven normalmente para controlar nuestra conducta e impulsos”, explica la experta.
Sin embargo, son muy activas ciertas áreas cerebrales implicadas en la gratificación, sobre todo en el contexto de juegos, pues el cerebro de la persona está particularmente gratificado por esta actividad, añade..
“Esto puede ser problemático porque realmente la persona luego puede abandonar otras actividades relevantes para dedicarse exclusivamente a los juegos que producen esa gratificación”, señala la especialista.
Principalmente, señala Giulia Testa, se podría decir que se producen alteraciones en las áreas cerebrales de:
- La gratificación.
- La capacidad de control y de planificación.
- La toma de decisiones.
Las señales de alerta
La investigadora indica los síntomas que apuntan a que los menores pueden estar desarrollando adicción a los videojuegos:
- La frecuencia con la que hace esta actividad. Si es algo diario que hace varias horas al día, etc.
- Si se observa una dificultad para dejar de jugar, sobre todo, cuando tiene otras cosas importantes que hacer, como realizar sus tareas u otras actividades, salir con amigos, o si renuncia a otros cometidos para jugar.
- Si deja de hacer cosas que antes le gustaban, como por ejemplo jugar al futbol y ahora solo juega a videojuegos.
- Síndrome de abstinencia. Si lleva tiempo sin jugar y es más irritable, nervioso, tiene mucha ansiedad por jugar, trata de esconderse cuando juega, miente sobre cuánto tiempo ha jugado realmente, etc.
¿Qué pueden hacer los padres?
Para la experta la clave es negociar con los menores la cantidad de tiempo dedicada a los videojuegos, siendo recomendable un máximo de un par de horas al día.
Aun así, es preferible que no sea una actividad diaria, que lo hagan en ciertos días de la semana, pero no necesariamente tienen que jugar todos los días.
La especialista ofrece la opción de hacerse un contrato escrito en el que se definan cuantas horas puede jugar y que la decisión sea en conjunto con el menor, porque así es más fácil que también lo respete, sobre todo cuando el niño es más mayor.
Si es pequeño, el padre adulto decide cuánto tiempo darle la pantalla y hay que limitarlo un poco y también controlar el contenido de los videojuegos.
Testa recalca que los padres deben fomentar otro tipo de actividades fuera y crear alternativas al uso de pantallas para que el menor pueda desarrollar otras habilidades adecuadas a su edad.
¿Cómo tratarlo?
Para la adicción a videojuegos hay diferentes tratamiento, sobre todo psicoterapia.
“No hablo de tratamientos farmacológicos, sino de tratamientos psicoterápicos que pueden ser individuales o grupales, incluso con más personas que tienen ese mismo problema”, indica la experta.
Según la especialista de la UNIR el tratamiento que se suele usar más para todas las adiciones, incluyendo la de videojuegos, son terapias de tipo cognitivo conductual que van a ayudar a las personas a tomar conciencia de su adicción y de las consecuencias que esto conlleva para su vida.
“Este tipo de tratamiento trata de ayudar a comprender cuales son los factores que desencadenan la adicción y eso permite trabajar esos factores, porque no son iguales para todas las personas. A lo mejor un niño juega porque se siente solo, no tiene amigos o quiere pasar el tiempo así porque está aburrido”, explica la investigadora.
Las motivaciones pueden cambiar mucho según la persona y hay que trabajarlas individualmente.
Hay que trata de modificar la rutina con otras actividades que sean placenteras y que a largo plazo permitan ayudar a salir a la persona del consumo adictivo, ayudarla a regular sus emociones, a enfrentarse al estrés, etc.
“A veces en las adiciones se observa que las personas usan la sustancia o en este caso el juego para enfrentarse al estrés, para evitar sentirse mal o como respuesta a situaciones negativas de la vida. Y en terapia se les enseña a enfrentar esta tipo de situaciones de otra forma”, señala la experta.

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Ciencia y Salud
Andreu Buenafuente y el estrés: la importancia de parar y de recuperarse bien
Andreu Buenafuente no dará las campanadas en TVE debido a un “episodio de estrés” del que aún necesita recuperarse sin “acelerar”, según ha anunciado él mismo a través de un comunicado emitido este viernes. El tándem del humorista y la actriz Silvia Abril no podrá, por tanto, protagonizar el programa con el que la cadena pública pretendía despedir 2025 y recibir 2026.
Dice Buenafuente en el comunicado: “Tuve un episodio de estrés, común, pero no agradable, por trabajos en los que yo mismo creo. Hubo un momento en el que no pude y mi cuerpo me pidió parar. Quiero agradecer a los profesionales que me están ayudando y a la gente que me rodea. Cada gotita es una vitamina”.
Sobre los plazos de recuperación que le impiden estar en primera línea de TVE la última noche del año, afirma: “No creo que tenga que acelerar mi recuperación para hacer lo que tengo que hacer; tengo que estar feliz, y por eso, voy a seguir recuperándome y cuando sea posible volver, que sea. No sé qué va a pasar, pero la falta de un horizonte exigente es lo que necesita una persona que ha parado por estrés”.
¿Qué es el estrés?, ¿qué le hace a nuestro organismo?, ¿por qué conviene parar?, ¿si se para la actividad laboral, cómo hay que llevar a cabo esa recuperación? Son preguntas para cuyas respuestas EFE Salud ha contado con las explicaciones del psicólogo y psicoterapeuta Sergio García.
El estrés y los «pensamientos intrusivos»
Para empezar, una noción sobre el estrés: se trata de una respuesta natural del organismo a situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes.
Explicaba la neurocientífica Carmen Sandi, presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, según una información de EFE, que si esa respuesta “se prolonga o se intensifica más allá de lo necesario, puede transformarse en un problema que afecta tanto a la mente como al cuerpo”.
Entra en escena el “trastorno de ansiedad”, según nos cuenta Sergio García. Estamos ante “una característica mental en la que la persona tiene miedo, nerviosismo o preocupación de manera muy persistente y muy intensa”, lo que puede generar síntomas físicos como “taquicardia o sudoración”, pero también “síntomas mentales y cognitivos”.

García cita entonces “los pensamientos intrusivos”. “Esto quiere decir que estoy pensando en una cosa y me viene a la cabeza otra cosa que se hace protagónica a pesar de que no corresponde”.
Por regla general, añade, los pensamientos intrusivos derivan de no poner límites “entre lo personal y lo laboral”. Esta ansiedad, cabe puntualizar, “se puede generalizar si no se pone remedio a tiempo y si no se acude a un especialista”.
La importancia de parar
Fisiológicamente la situación se describe así: el cerebro interpreta ciertas situaciones como amenazas y activa, por tanto, respuestas de defensa. Envía señales a las glándulas suprarrenales para liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, que son las que contribuyen a la preparación del cuerpo para esa defensa.
En cascada van cayendo las reacciones: aumenta la frecuencia cardíaca, los músculos se tensan, la digestión se resiente… De continuar mucho tiempo este estado de defensa, de huida ante la amenaza, podría debilitar el sistema inmunológico y hasta infligir daños neurológicos.
Parar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”, dice Sergio García
Es clave actuar a tiempo ante el estrés crónico. García esgrime la importancia de las pausas, de parones como el que está haciendo Buenafuente. No hacerlos es peligroso porque puede conducir al agotamiento o a la depresión.
Descansar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”.
Y la importancia de la recuperación
Entre esas estrategias terapéuticas, dos perspectivas: la médica y la psicológica.
La primera, subraya García, plantea la recuperación con el objetivo de que no surjan “nuevas formas de estrés y que se resuelvan de manera adecuada”. Es decir, para “evitar recaídas y problemas a largo plazo”. Una recuperación “paulatina, no acelerada” persigue que “cuerpo y mente se adapten y generen nuevas sinergias” que, a su vez, eviten “un desgaste mayor”, concluye.
La segunda “puede ver necesarias las pausas”, pero, en opinión de García, no coloca al trabajo, la carga laboral, como causa única de la “desazón”. De hecho, desde este prisma, ayuda que el paciente trabaje.
“Desde la perspectiva psicológica, algún trabajo no sería del todo negativo, pero sin tener la intensidad del trabajo de antes. Trabajo cero durante varios meses tampoco es aconsejable porque es una cuestión que no es real”, reflexiona el psicólogo.
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Ciencia y Salud
La prevención y el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, entre los grandes desafíos sanitarios de la UE
Bruselas (Euractiv.com/.es) – Los expertos en temas de salud advierten de que a medida que la iniciativa de la Unión Europea (UE) «Juntos más sanos – Enfermedades no transmisibles (ENT)» entra en sus dos últimos años, el programa podría quedar desfasado en relación con los constantes avances de la investigación científica sobre salud metabólica.
Al tiempo que el marco financiero 2022-2027 ofrece a los Estados miembros del bloque comunitario apoyo para el combate contra las enfermedades cardiovasculares, diabetes, afecciones respiratorias crónicas, salud mental y factores determinantes del estilo de vida, no aborda explícitamente las enfermedades hepáticas, a pesar de sus fuertes vínculos metabólicos con la obesidad y la diabetes de tipo 2.
Durante un debate reciente sobre el tema, titulado «ENT, obesidad y salud hepática: ¿puede la UE cambiar el rumbo?«, varios especialistas calificaron esa omisión de debilidad estructural de la política de la UE en materia de ENT.
En ese sentido, Cyrielle Caussy, catedrática de Medicina Nutricional de la Universidad Lyon 1, advirtió de que pasar por alto la salud hepática supone ignorar uno de los órganos centrales de la epidemia metabólica europea. El hígado está en el centro de las principales enfermedades no transmisibles de Europa, recordó.
«El hígado es actualmente el punto ciego (…) no vemos realmente la salud hepática en la agenda. Sabemos que es un órgano clave en el metabolismo de la glucosa, los lípidos y la energía. Y está directamente relacionado con todas estas enfermedades no transmisibles», explica.
Se calcula que la esteatosis hepática (o hígado graso) afecta a cuatro de cada diez adultos en todo el mundo, pero los expertos subrayan que el problema es, en gran medida, «invisible» en las estrategias de la UE, entre ellas Healthier Together.
La obesidad, ¿es de verdad una enfermedad?
Uno de los motivos por los cuales no se presta atención a las enfermedades hepáticas es la persistente incomprensión de lo que significa la obesidad.
«Todavía hay muchos malentendidos sobre lo que es la obesidad», afirma la Dra. Andreea Ciudin Mihai, endocrinóloga, especialista en obesidad, profesora asociada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Hospital Vall d’Hebron y miembro del Consejo Ejecutivo de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).
«La obesidad no es una enfermedad basada en el peso por kilogramo; es una enfermedad del tejido adiposo, lo cual significa exceso y disfunción de la grasa corporal», sostiene la experta.
«Algo que cambiará el mercado es el reconocimiento de la obesidad como enfermedad no transmisible (…) mientras no se reconozca la obesidad como enfermedad, seguirá habiendo estigmatización», agrega la investigadora.
Medicamentos GLP-1: avances, pero desigualdad
«Ahora disponemos de dos fármacos que cambian las reglas del juego«, explica Mihai, quien destacó los beneficios para la diabetes, el hígado graso y las enfermedades cardiovasculares. Pero el acceso a los fármacos es limitado, ya que «estos medicamentos no tienen reembolso, así que la gente tiene que pagarlos de su bolsillo», explica. Caussy asegura que quienes más los necesitan «son los que no pueden permitírselos».
Por su parte, el Dr. Kremlin Wickramasinghe, asesor de la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, advirtió del riesgo de que estos medicamentos sustituyan a la acción política en materia de prevención. «Me preocupa que todo el mundo piense que ahora tenemos un medicamento (…) y abandonemos la agenda de la prevención», señaló.
«Un tercio (de la población) no sabe que tiene hipertensión (…) y de los que están en tratamiento, un tercio no está bajo control», explica Wickramasinghe.
Detección precoz del «hígado graso»
Los expertos coinciden en que la detección precoz de la enfermedad hepática avanzada es factible y rentable, pero no está muy extendida. «La primera prueba que se recomienda ahora de forma generalizada es la puntuación FIB-4. Es barata porque es gratuita», señala Caussy.
El experto explica que los pacientes que cruzan el umbral clínico requieren una evaluación más precisa. «Si la cifra es superior a 1,3, existe un riesgo, y hay un seguimiento, y el seguimiento consiste en realizar una prueba de segunda línea, que es más precisa. Suele ser una trans-elastografía, que es un método basado en ultrasonidos (…) también se han desarrollado análisis de sangre», agrega.
Por su parte, Gamal Shiha, director de la Asociación Europea de Pacientes Hepáticos (ELPA), subrayó la necesidad de concienciar a la población. «No todos los [obesos ] son pacientes hepáticos (…) el asunto es cómo educar a los pacientes y cómo seleccionar a los que van al especialista», señala.
Lagunas en la prevención
Mientras tanto, Wickramasinghe subraya que el déficit de prevención en Europa empieza mucho antes del cribado. «Estas son las cosas que causan el 80% de las muertes, pero no hablamos con el 80% de los pacientes sobre estos factores de riesgo», asegura.
«Queremos un sistema sanitario que hable con los pacientes sobre estos factores de riesgo (…) un sistema sanitario que tenga la capacidad de hacerlo (…) hay tanto estigma y discriminación que hace que sea un tema controvertido a tratar entre un paciente y su profesional sanitario», explica.
«Antes de llegar al cribado con un montón de máquinas caras (…) tenemos que integrar la atención primaria, crear espacio y reducir la carga», puntualiza.
Retos pendientes en la UE
Por su parte, el eurodiputado Tomislav Sokol (PPE) criticó en el marco del debate la lentitud de la UE en el etiquetado nutricional.
«Llevamos años esperando (…) en realidad no estamos haciendo nada, subrayó Sokol, al tiempo que advirtió de que en el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP) para el período 2028-2034, la prevención corre el riesgo de desaparecer.
En ese sentido, aseguró que las competencias de la UE en materia de etiquetado, comercialización, prevención, reforma farmacéutica y Espacio Europeo de Datos Sanitarios siguen infrautilizadas. «Los beneficios (…) no son claramente visibles de forma directa, por lo cual la mayoría de los políticos no se preocupan de las medidas que realmente proporcionan algún efecto a largo plazo».
«Cualquier política que pueda considerarse negativa para la industria no llega a aplicarse», advierte Wickramasinghe.
Los expertos coinciden en que la UE no podrá cumplir sus objetivos en prevención y tratamiento de ENT mientras no enfrente esas presiones políticas y comerciales. A medida que Healthier Together entra en su fase final, el mensaje es claro: Europa tiene las pruebas y las soluciones, pero sólo el coraje político decidirá si es posible invertir la tendencia, según sostienen los expertos.
///
(Editado por BM/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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Ciencia y Salud
Los síntomas que encienden la alarma ante la disfagia, ese bloqueo que no deja tragar
La disfagia es la dificultad para tragar, un trastorno grave que se anuncia con síntomas que nos deben encender las alarmas. Detectar cuanto antes evita consecuencias graves como desnutrición, deshidratación o neumonía aspirativa.
En el Día Mundial de la Disfagia, el 12 de diciembre, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) destaca la necesidad urgente de mejorar el diagnóstico temprano de un trastorno cuyo origen puede ser neurológico, estructural o muscular.
Es habitual en pacientes con ictus, enfermedades neurodegenerativas como párkinson o ELA, así como en personas intervenidas por tumores de cabeza y cuello. Pero también las personas de edad avanzada pueden tener alteraciones.
Según la SEEN, se estima que la disfagia afecta a aproximadamente al 8 % de la población mundial y al 5,6 % de adultos en España, con cifras más elevadas en pacientes hospitalizados, alcanzando hasta el 10,3% en unidades geriátricas y el 7,5% en servicios de neurología, reflejando el impacto de la edad y las enfermedades de base en su aparición.
Tipos de disfagia
La disfagia puede ser de dos tipos según su localización:
- Orofaríngea: La más frecuente, representa casi el 80 % de los casos. El problema se produce al iniciar la deglución en la boca o faringe. Hay riesgo de atragantamiento o aspiración.
- Esofágica: Se produce al pasar la comida por el esófago hacia el estómago, hay sensación de atasco.
Y también se distingue la presbifagia, la dificultad para tragar que se produce con la edad. Entre el 10 y el 30 % de los mayores de 65 años presenta algún grado de disfagia, superando el 80 % en mayores de 80 años.

Los síntomas de la disfagia
La doctora Emilia Cancer Minchot, vocal de Asistencia de la SEEN y miembro del Área de Nutrición de la sociedad, explica algunos de los síntomas que nos deben hacer sospechar de disfagia en un paciente al comer o beber:
- Toser con frecuencia.
- Cambiar la calidad de la voz.
- Disminución significativa del nivel de oxígeno.
- Ser incapaz de mantener el bolo alimenticio en la boca.
- No poder realizar el sello labial y babee.
- Cuando se quede comida en la boca o a nivel faríngeo tras la deglución.
- No poder tragar el bolo alimenticio en una única deglución.
- Sufrir frecuentes infecciones respiratorias.
- Deshidratarse con frecuencia o desnutrirse.
Las consecuencias de tragar con dificultad
Deglutir significa nutrir e hidratar, si el mecanismos de tragar se altera puede producir desnutrición y deshidratación.
Pero también puede producir aspiraciones orofaríngeas que conllevan infecciones respiratorias.
“Hasta un 50 % de los pacientes que presentan aspiración desarrollan neumonía, siendo la complicación más temida de la disfagia, ya que constituye 5-15 % del total de las neumonías adquiridas y puede tener una mortalidad asociada del 50 %. No es un problema menor”, explica la endocrinóloga.
Pero estas alteraciones también tienen consecuencias en la calidad de vida, la supervivencia del paciente y aumentan las estancias hospitalarias y los costes sanitarios.
La enfermedad puede conducir a aislamiento social, ya que el miedo a atragantarse y la necesidad de texturas modificadas dificultan la participación en comidas familiares y sociales.
“Muchos pacientes dejan de disfrutar de algo tan cotidiano como comer. Esto afecta a su bienestar emocional y a su integración social. El tratamiento no solo es clínico, también humano”, considera la especialista.
El abordaje y tratamiento
El tratamiento puede ser compensatorio, rehabilitador o una combinación, de ambos, e incluye:
- Adaptación de texturas y viscosidades (evitando alimentos con grumos, pegajosos, duros o con líquido en su interior).
- Posturas seguras durante la ingesta.
- Higiene oral estricta.
- Espesantes y aguas gelificadas para garantizar la hidratación, menaje adaptado y supervisión del cuidador.
- Ejercicios de deglución y rehabilitación muscular.
Además, cuando la alimentación por vía oral no es segura o existe desnutrición y/o sarcopenia es necesaria una intervención nutricional especializada.
“La disfagia sarcopénica se debe a la sarcopenia, es decir, a la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular de los músculos de todo el cuerpo y de la deglución. Es un factor de riesgo importante para desarrollar desnutrición, ya que condiciona una ingesta oral reducida”, explica la doctora de la SEEN.
Es importante en su abordaje una estrategia multidisciplinar que incluya la colaboración de endocrinólogos, otorrinolaringólogos, rehabilitadores, logopedas, geriatras, digestivos, neurólogos y oncólogos.
Uno de los avances para el abordaje de la disfagia ha sido la creación de la “International Dysphagia Diet Standardisation Initiative”, que ha permitido definir globalmente las texturas de alimentos y viscosidades de líquidos para mejorar la seguridad.
También han surgido nuevas propuestas como la gastronomía molecular aplicada a la disfagia dentro de la restauración adaptada e innovaciones en rehabilitación neuromoduladora con resultados prometedores
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