Ciencia y Salud
TRIBUNA | El triple escudo sanitario en la endoscopia digestiva

Especialista en aparato digestivo y responsable de Seguridad del Paciente de la Unidad de Endoscopias del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, el Dr. José Carlos Marín Gabriel es experto en endoscopia digestiva avanzada y consulta de alto riesgo de tumores digestivos.
Además, es profesor asociado en la Facultad de Medicina de la madrileña Universidad Complutense (UCM), forma parte del Comité de Endoscopia de la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) y dirige el Departamento Científico del Instituto Clínico del Aparato Digestivo (ICAdig).
Coautor de 63 artículos en revistas científicas reputadas y autor de seis capítulos de libro y de otros ocho en coautoría, el Dr. Marín Gabriel ha participado como ponente científico en numerosos congresos de ámbito nacional e internacional.

La endoscopia digestiva segura, protector entre bambalinas
Por el Dr. José Carlos Marín Gabriel
Llega al hospital en ayunas, nervioso y algo preocupado por lo que pueda aparecer en la endoscopia que le van a realizar.
Le han explicado que va a hacerse un procedimiento breve. En la recepción le reciben con amabilidad, confirman su identidad y le acompañan a los vestuarios. Allí le preguntan si ha traído el consentimiento firmado, si está en ayunas, si toma medicación o tiene alguna alergia. Y van rellenando el documento que llevan en mano. Cuando está preparado, le acompañan a la sala de endoscopia.
Al entrar en el gabinete de exploraciones, la circulación de profesionales en su interior se vuelve aún más precisa. El médico se presenta y le saluda por su nombre, concluyendo con un tono amable y ligeramente interrogativo para confirmar, una vez más, que efectivamente es usted. El resto del personal le saluda igualmente, presentándose. Le recuerdan en qué consiste la prueba, asegurándose de que está usted informado de los pormenores del procedimiento que le van a realizar.
Mientras tanto, una enfermera le coloca con delicadeza el pulsioxímetro y un sistema de aporte extra de oxígeno. Otro miembro del equipo revisa que todo el material esté listo. Simultáneamente, el personal de enfermería y su anestesista —o el endoscopista que procederá a sedarle— le hacen preguntas adicionales y más detalladas sobre sus problemas de salud. Le canalizan una vía y pronto empieza a sentir el efecto de la sedación. “¿Con qué le gustaría soñar?” puede ser lo último que oiga en un breve espacio de tiempo.
Al despertar, está en una zona de recuperación. Allí hay otros profesionales vigilando su evolución y la de otros pacientes como usted. Le explican que todo ha salido bien, le entregan el informe, le dan algunas recomendaciones para las horas siguientes y le ayudan a prepararse para volver a casa, con su acompañante.
Quizás no lo sepa, pero además del periplo que supone el procedimiento en sí, ha realizado usted un recorrido adicional. Casi imperceptiblemente, ha pasado a través de un delicado engranaje de seguridad: personas altamente cualificadas, tecnología y protocolos asistenciales trabajando al unísono para que su experiencia con la endoscopia digestiva sea segura, de máxima calidad y lo más confortable posible.
¿Es segura la endoscopia? Datos sobre la mesa
A pesar de ser exploraciones leve o moderadamente invasivas, el perfil de seguridad de la endoscopia digestiva es muy elevado. Los datos muestran que, las complicaciones graves —como hemorragias o perforaciones— ocurren en menos de 1 de cada 1.000 procedimientos diagnósticos, y la mayoría se resuelven sin mayores consecuencias. Pero, adicionalmente, se aplican protocolos estandarizados que han reducido aún más estos incidentes.
En estudios recientes, más del 95 % de los pacientes completan la prueba sin ningún problema relevante. Esta baja incidencia no es fruto del azar, sino del continuo trabajo de un amplio equipo de profesionales con un objetivo común: mejorar su seguridad como paciente.
Y así, en la última década se han incorporado medidas basadas en la evidencia como las listas de verificación, también conocidas como “checklist”, inspiradas en la cirugía. Estas herramientas permiten confirmar en voz alta y registrar sus características individuales que pueden suponer puntos críticos para la seguridad del procedimiento.
Pero los “checklists” no son la única arma frente a los problemas de seguridad. En la práctica de la endoscopia digestiva existen múltiples controles: la formación continua del personal, la comprobación activa de su identidad, la confirmación del procedimiento a realizar, la revisión de las alergias y medicaciones, el chequeo de los equipos médicos, una monitorización precisa durante la sedación y una rigurosa desinfección del material, que sigue meticulosos protocolos para evitar cualquier riesgo de contagio entre pacientes, también forman parte del entramado que salvaguarda su bienestar.
Errores médicos en la endoscopia digestiva: prevención y diseño de sistemas
Tiempo atrás, los errores médicos se atribuían casi exclusivamente a fallos individuales: “el médico se equivocó…” o “la enfermera se despistó…” eran las explicaciones más habituales. Este enfoque culpabilizador, además de injusto, resulta ineficaz para mejorar la seguridad del paciente y prevenir sucesos similares.
En la actualidad, sin embargo, sabemos que incluso los profesionales más capacitados pueden cometer errores si trabajan a contrarreloj, con excesiva presión asistencial, en entornos donde hay problemas en la comunicación o si faltan protocolos de trabajo bien establecidos.
En medicina, los errores nunca son el fruto de una única causa. Por eso, el enfoque moderno apuesta por analizar el contexto en el que ocurren los fallos, entendiendo que los errores son síntomas de debilidades del sistema y no problemas relacionados con una mala práctica.
El hecho es que estos errores se producen por una serie de factores que se alinean y llevan al evento adverso. Como si una flecha atravesara una hilera de agujeros, puestos en continuidad, de las lonchas de un queso cheddar. A esto, se le denomina metafóricamente “modelo del queso suizo” y fue propuesto por el psicólogo James Reason. Cada loncha representa una barrera de seguridad (como un protocolo, una alarma o una lista de verificación), y los agujeros son las debilidades o pequeños fallos en cada uno de esos sistemas de protección. Y cuando varios agujeros se alinean, la probabilidad de que se produzca un evento adverso se incrementa notablemente.
Imagine, por ejemplo, la siguiente situación. Un paciente presenta un sangrado digestivo grave después de una colonoscopia en la que se le extirpa un pólipo. El paciente tomaba anticoagulantes que no se le retiraron antes del procedimiento. Esto aumenta drásticamente el riesgo de sangrado. Sin embargo, el endoscopista extrajo el pólipo porque desconocía que el paciente estaba anticoagulado. En este ejemplo, fallaron diferentes barreras de seguridad.
Este evento adverso podría haberse evitado antes de la prueba con el registro específico del uso de anticoagulantes en el documento de petición, identificando la falta de suspensión del anticoagulante con una lista de verificación antes de pasar a la sala o mediante una revisión cuidadosa de la medicación que tomaba el paciente y una comunicación fluida entre el personal de la sala. Y, por supuesto, por parte del propio paciente, tomando un papel activo señalando esta particularidad de su tratamiento. El objetivo de todo esta red sutil y bien coordinada permite que, aunque alguna debilidad del sistema sea superada, el resto de sus capas impidan que se convierta en un problema real.
Y, cuando ya ha sucedido un evento adverso, se deben estudiar sus posibles causas. Estos análisis, lejos de castigar, buscan estimular el aprendizaje del equipo y permiten tomar medidas con rapidez para que el problema no vuelva a aparecer.
Este tipo de incidencias imprevistas y no deseadas en las que se produce un daño, o existe el riesgo de que se produzca, se denominan sucesos centinela. Estas situaciones actúan como una señal de alerta e indican que es necesario examinar a fondo el evento. Esta investigación permite identificar errores latentes del sistema que llevaron a que el incidente ocurriera y actuar en consecuencia para corregir las debilidades.
En definitiva, más que señalar culpables, resulta imprescindible formar al personal para que detecte los fallos a tiempo y se refuercen los mecanismos que evitan que estos errores alcancen al paciente.
Participe en su seguridad: usted también es protagonista
Aunque la endoscopia digestiva es un procedimiento seguro y, por lo general, bien estandarizado, su papel como paciente es clave para reforzar su seguridad.
Participar activamente empieza mucho antes de entrar a la sala de endoscopia: informe con precisión al médico que le solicitará la prueba sobre sus enfermedades previas, tratamientos habituales y posibles alergias. También es importante que comunique si lleva dispositivos implantados, como desfibriladores, o si toma medicamentos anticoagulantes. Esto puede evitarle complicaciones.
Y, por supuesto, durante la cita con su médico, no dude en preguntar todo lo que no entienda: conocer el propósito del procedimiento, cómo debe prepararse y qué esperar después, le dará tranquilidad y permitirá que, el día de la endoscopia, el equipo se adapte mejor a su situación personal.
El día del procedimiento, asegúrese de llevar el consentimiento informado firmado, acuda acompañado por un adulto responsable y confirme que ha cumplido con el ayuno o la preparación intestinal para limpiar su colon, si es su caso.
Tras la endoscopia, escuche con atención las recomendaciones de sus profesionales sanitarios y pregunte cualquier duda sobre los pasos a seguir, una vez esté de regreso a su domicilio.
Si en los días posteriores notas molestias intensas, fiebre o sangrado, es fundamental que consulte de inmediato. Recuerde: la seguridad también depende de usted, y su colaboración activa es otra potente herramienta para que todo el proceso transcurra de forma segura y eficaz.
Su seguridad la construimos entre todos
Ahora ya conoce que, hacerse una endoscopia, implica pasar por diferentes elementos de un engranaje de seguridad que funciona con precisión. Como ha podido comprobar, la seguridad en endoscopia digestiva es el resultado de un sistema robusto, integrado por profesionales comprometidos y pacientes bien informados. Por tanto, confíe en su equipo médico y pase por esta experiencia con tranquilidad.
Referencias
Reason J. Human error: models and management. BMJ. 2000 Mar 18;320(7237):768-70. doi: 10.1136/bmj.320.7237.768. PMID: 10720363; PMCID: PMC1117770.
Gralnek IM, Bisschops R, Matharoo M, Rutter M, Veitch A, Meier P, Beilenhoff U, Hassan C, Dinis-Ribeiro M, Messmann H. Guidance for the implementation of a safety checklist for gastrointestinal endoscopic procedures: European Society of Gastrointestinal Endoscopy (ESGE) and European Society of Gastroenterology and Endoscopy Nurses and Associates (ESGENA) Position Statement. Endoscopy. 2022 Feb;54(2):206-210. doi: 10.1055/a-1695-3244. Epub 2021 Dec 14. PMID: 34905797.
ASGE Ensuring Safety in the Gastrointestinal Endoscopy Unit Task Force; Calderwood AH, Chapman FJ, Cohen J, Cohen LB, Collins J, Day LW, Early DS. Guidelines for safety in the gastrointestinal endoscopy unit. Gastrointest Endosc. 2014 Mar;79(3):363-72. doi: 10.1016/j.gie.2013.12.015. Epub 2014 Jan 28. PMID: 24485393; PMCID: PMC3980655.
Ravindran S, Matharoo M, Rutter MD, Ashrafian H, Darzi A, Healey C, Thomas-Gibson S. Patient safety incidents in endoscopy: a human factors analysis of nonprocedural significant harm incidents from the National Reporting and Learning System (NRLS). Endoscopy. 2024 Feb;56(2):89-99. doi: 10.1055/a-2177-4130. Epub 2023 Sep 18. PMID: 37722604.
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Ciencia y Salud
¿Por qué aumentan los casos de sarna? Los jóvenes y los más mayores, grupos de riesgo
A pesar de que la sarna pueda parecer una enfermedad del pasado, nunca se ha llegado a erradicar. Es más, los casos de sarna están aumentado en España y en Europa. Los expertos piden concienciar a los grupos de riesgo, que ahora son los jóvenes y los más mayores, y dar visibilidad a la sarna, una patología de la piel causada por ácaros parasitarios y que se contagia por contacto.
Un estudio observacional realizado por un grupo de investigación del Centro Nacional de Epidemiología, del Instituto de Salud Carlos III, entre 2011 y 2023 refleja una fuerte aceleración de los contagios a partir de 2020.
En atención primaria, los casos atendidos aumentaron una media del 66 % anual entre 2020 y 2023, pero también se registraron infecciones en los hospitales y brotes, la mayoría de estos últimos en residencias de mayores y en domicilios.
Álvaro Roy, uno de los investigadores principales del estudio, en una entrevista con EFE Salud destaca que la sarna, aunque se ha asociado siempre a grupos de personas que viven en precariedad o pobreza, ahora afecta a otros grupos de riesgo poblaciones, como los jóvenes o los más mayores, a los que, advierte, “habría que concienciar”.
Asimismo, explica cómo se debería prevenir y tratar la enfermedad y las posibles causas, que combinadas, pueden ser el origen del aumento del incremento de los casos.

¿Cuáles son las causas de este incremento?
La sarma, explica el investigador, es «una enfermedad parasitaria producida por un ácaro microscópico que crea surcos debajo de la piel donde deposita los huevos, que luego se convierten en otros ácaros, produciendo esta reacción inflamatoria”.
La picazón con sarpullido cutáneo en distintas partes del cuerpo es su manifestación más frecuente.
En relación a las causas, aclara que en el estudio publicado en la revista Eurosurveillance se formulan diversas hipótesis, que sumadas unas a otras, pueden explicar por qué los casos de la enfermedad se han incrementado en los últimos años:
- Covid-19. Se observa un aumento considerable de la sarna durante la pandemia de coronavirus. “Quizá estos pacientes”, plantea, “no fueron al médico o no se trataron a tiempo por el aumento de hacinamiento en los hospitales que colapsó el sistema sanitario”.
- Resistencia de los ácaros. También destaca la posibilidad de que el tratamiento habitual haya podido perder eficacia debido a que los ácaros hayan desarrollado cierta resistencia al tratamiento tópico realizado con permetrina.
- Mala aplicación del tratamiento. Otra de las causas puede radicar en que los afectados no sigan bien el tratamiento, empezando tarde o no terminándolo. Además, si el paciente no tiene síntomas, puede infectar a otras personas por contacto directo. “El problema es que, a veces, no se desarrollan síntomas pasadas las cuatro o seis semanas, por eso es muy importante que se trate a los contactos de la gente que tiene síntomas”, puntualiza.
- Viviendas compartidas. La última hipótesis que enumera es el tema de la vivienda, sobre todo en los jóvenes, ya que en la actualidad se ven obligados a menudo a compartir vivienda, espacios reducidos donde están más expuestos al contagio.
¿Cómo prevenir y tratar la sarna?
En cuanto a prevención, Álvaro Roy recomienda acudir al médico al menor indicio de contacto con un paciente infectado con la enfermedad, aunque no se presenten síntomas.
Del mismo modo, aunque es menos frecuente esta forma de contagio transversal, aconseja “lavar la ropa, también la de cama, a temperaturas altas, de más de sesenta grados, para evitar un posible contacto de manera indirecta”.
En cuanto al tratamiento, el experto señala que el médico debe indicar cuál es el más apropiado. “Aparte del tratamiento tópico”, añade Roy, “también hay un tratamiento oral con ivermectina, un medicamento que sirve para tratar las rojeces y que ayuda a expulsar los parásitos”.
Los pacientes más graves pueden desarrollar sarna costrosa, debido a una posible infección secundaria, para este tipo habría que consultar al médico ya que el tratamiento sería ligeramente distinto.
Es importante visibilizar y concienciar
El mensaje que el investigador recalca durante la entrevista es la importancia de visibilizar la enfermedad y concienciar a la población de riesgo que puede contraer la enfermedad. Comenta que a pesar de que el aumento de casos no es preocupante, sí habría que poner el foco en la incidencia para que no siga en aumento.
Los grupos de riesgo donde se ve mayor afectación de sarna son los jóvenes ya que, aparte de compartir viviendas, también son los que tienen mayor movilidad, viajan más, y están más expuestos al contagio. Según el estudio, la transmisión sexual también puede ser un factor, ya que es una ruta de transmisión conocida, particularmente entre jóvenes.
“Los mayores también entran en el grupo de las poblaciones vulnerables. En las residencias de ancianos, como se ve en el estudio, se concentran muchos brotes (…) Lo que afecta a su vez a los profesionales sanitarios que trabajan en estos centros que suelen infectarse con mayor frecuencia”, concluye el especialista.
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Ciencia y Salud
Del GPS a las pantallas y auriculares: Así afecta la vida digital a nuestros sentidos
Para cualquier trayecto, por corto que sea, utilizamos el GPS para orientarnos; las pantallas forman parte del minuto a minuto de nuestro día y los auriculares son casi una prolongación de los oídos. La vida digital impacta en nuestros sentidos y afecta a la atención, la memoria espacial y la sensibilidad sensorial. Hay hábitos que nos ayudan a contrarrestarlo.
La neurocientífica Emilia Redolar, responsable del Cognitive NeuroLab y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica: “Recibimos ráfagas muy rápidas de información con poco contenido y a la red atencional le cuesta mantener la concentración”.
Y señala, en un comunicado, que es justo lo contrario que ocurre con la lectura, tanto en papel como en libro electrónico, “sin notificaciones ni interrupciones tiene efectos beneficiosos sobre la atención y otras funciones cognitivas».
Cómo afecta a la orientación
Según la investigadora, los hábitos pueden entrenar o atrofiar funcionalmente las redes cerebrales que utilizamos.
«Con la vida digital solemos infrautilizar el hipocampo, clave para la memoria espacial y la orientación» y al utilizar y delegar en el GPS, «se está comprobando que somos menos capaces de orientarnos en un entorno», señala.
Ver y oír
Los sentidos de la vista y el oído también están en la diana de la vida digital, las pantallas retroiluminadas y los auriculares ejercen una presión continuada.
La sobrecarga de estímulos sonoros como notificaciones, mensajes, vídeos, música y ruido constante hace que el cerebro tenga que filtrar continuamente sonidos relevantes de los irrelevantes.
«Hay más ruido urbano y más audio en los oídos. Esa contaminación acústica y el uso de auriculares impactan en el sistema auditivo», apunta la profesora.
En el sistema visual, el impacto de la vida digital es simultáneo a nivel óptico, neurológico y cognitivo.
La exposición a pantallas no solo afecta al ojo como órgano, sino que transforma la manera en la que el cerebro procesa la visión ya que exige más acomodación retinal, altera los ritmos biológicos o reorganiza la atención…
Los cambios más inmediatos se observan en el receptor (ojos y acomodación retiniana) por la exposición a pantallas, un ámbito que roza lo médico-ocular, pero que condiciona la entrada sensorial y, por lo tanto, el procesamiento cerebral, explica.

El olfato y el gusto
Los sentidos del olfato y el gusto se sitúan en segundo plano en relación con su interactuación con el medio digital.
Pero muchas veces también los saturamos con perfumes, ambientadores, alimentos ultraprocesados con potenciadores etc.
“No se trata de un deterioro súbito por el uso digital, sino de una priorización funcional, ya que la vida moderna exige más de visión y audición y menos de olfato y gusto”, señala la experta.
El estrés también impacta en los sentidos
El estrés crónico impacta también en nuestros sentidos. Inhibe la corteza prefontral que se encarga de la toma de decisiones o el control de la atención; inhibe el hipocampo y afecta a la memoria y a la regulación emocional; y potencia la amígdala que puede ocasionar una respuesta de ansiedad.
Y el resultado es una peor atención visual sostenida, una peor consolidación de la memoria y una mayor vulnerabilidad a la ansiedad.
«El estrés nos afecta muchísimo a la capacidad de mantener la atención; el deterioro en la atención visual puede ser marcado», indica Redolar.
¿Cómo contrarrestar los efectos negativos de la vida digital en los sentidos?
La profesora también destaca los beneficios que la vida digital puede ofrecernos ya que el acceso masivo a contenidos puede potenciar la selección crítica de información, siempre y cuando existan bases de conocimiento previas que pueden mejorar el rendimiento y el aprendizaje.
Precisa que, sin fundamentos, herramientas como la inteligencia artificial o las búsquedas no garantizan calidad.
Los efectos negativos se producen ante la exposición continua a estímulos breves y variables (como los de las redes sociales) que afecta a la atención, por lo que cuesta mantener la concentración y extraer información de interés.
Para evitar los efectos negativos, Redolar apuesta por la propiocepción -sistema que tiene el cuerpo para conocer cuál es su posición y orientación en el espacio- y la interocepción -la capacidad de sentir las señales internas del cuerpo (hambre, sed, dolor, latidos… ) infrautilizadas en la vida actual.
«Cuando nos paramos a escuchar el cuerpo, eso impacta positivamente en las emociones y en la función cognitiva», afirma, y señala prácticas de atención plena y conciencia respiratoria como herramientas accesibles.

Hábitos que ayudan a proteger los sentidos
Para proteger los sentidos hay hábitos de vida que nos ayudan, según la profesora de la UOC.
- Dormir mejor: El sueño consolida la memoria, recalibra las redes atencionales y ajusta el equilibrio emocional que modula la percepción. Objetivos: horario regular, luz natural por la mañana, limitar pantallas y audio intenso en la última hora.
- Gestionar el estrés: cuando el estrés baja, la zona del cerebro que mantiene el foco (corteza prefrontal) y la que fija recuerdos y mapas mentales (hipocampo) trabajan mejor. Una forma sencilla de comprobarlo en casa es leer de veinte a treinta minutos seguidos en papel o en pantalla sin notificaciones.
- Entrenar la propiocepción y la interocepción: rutinas diarias de ocho a doce minutos de conciencia respiratoria y corporal (tensión muscular, postura, equilibrio) ayudan a recalibrar la integración sensoriomotora y el foco atencional.
- Higiene visual y auditiva en entornos digitales: Pausas regulares lejos de pantallas cada veinte minutos, distancia correcta entre los ojos y la pantalla. En auriculares, establecer un volumen moderado, con descansos de cinco a diez minutos cada hora.
- Bases de conocimiento antes de exponerse a sobrecarga: la sobrecarga informativa penaliza la atención y el aprendizaje.
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Ciencia y Salud
Hay una razón por la que los infartos son menos graves por la noche: unos científicos la han descubierto
Los infartos que se producen de noche son menos graves que los que suceden durante el día, y la razón, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), es que los neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos) son menos agresivos por la noche.
La investigación, liderada por Andrés Hidalgo y publicada en el Journal of Experimental Medicine, muestra que los neutrófilos tienen un reloj interno que regula su agresividad a lo largo del día y determina el alcance de los daños que causan al corazón después de un infarto.
En el mismo estudio, los investigadores también desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos y mantenerlos en un estado «nocturno» para reducir su potencial dañino durante un ataque al corazón.
El sistema inmunológico protege el cuerpo contra los microorganismos que causan infecciones. Dado que los humanos son diurnos, la probabilidad de exposición a patógenos es mayor durante el día y, por lo tanto, el sistema inmunológico ajusta sus picos de actividad a este ritmo circadiano pero esa respuesta defensiva puede volverse dañina.
Los neutrófilos y sus ritmos circadianos
Tras décadas de investigación, se sabe que casi la mitad del daño cardíaco después de un ataque al corazón está causado por los neutrófilos, pero este daño fluctúa a lo largo del día, lo que sugiere que hay mecanismos circadianos que limitan la actividad de los neutrófilos y protegen el cuerpo.
Para averiguarlo, el equipo examinó datos de miles de pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y confirmó que una menor actividad de los neutrófilos por la noche resulta en infartos menos graves durante este período.
Desarrollaron entonces una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos, reduciendo su potencial dañino durante el infarto.

«El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente durante la noche. De alguna manera, este factor ‘engaña’ a los neutrófilos para que piensen que es de noche, reduciendo su actividad tóxica», explica Hidalgo.
La razón de que ocurra esto, apunta la primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, es que «por la noche, los neutrófilos migran a la zona dañada sin afectar el tejido sano. Durante el día, pierden esta direccionalidad y causan más daño al tejido circundante».
Puerta abierta a nuevas terapias
Este estudio es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin comprometer la defensa contra infecciones.
«Nos sorprendió encontrar que bloquear el reloj circadiano de los neutrófilos no solo protege el corazón, sino que también mejora las respuestas a ciertos microbios e incluso reduce los émbolos asociados con la anemia falciforme», añade Aroca-Crevillén.
Los autores creen que los resultados abren la puerta a nuevas terapias basadas en la cronobiología (la rama de la biología que estudia cómo los organismos vivos estructuran sus procesos fisiológicos en el tiempo), con el potencial de proteger el corazón y otros órganos de los daños inflamatorios sin debilitar las defensas naturales del cuerpo.
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