Ciencia y Salud
Resurge el ébola en República Democrática del Congo: siete claves de un virus de alto riesgo

Se trata del décimo sexto brote de ébola declarado en este país desde la última epidemia, que duró entre agosto y septiembre de 2022 y causó una única muerte.
Pero también Uganda declaró el pasado mes de enero otro brote y se une a otros países de la región como Gabón, Congo o Sudán que han tenido que hacer frente a distintos brotes que se han cobrado la vida de cientos de personas.
Un balance provisional del actual brote de la República Democrática del Congo, que acaban de declarar las autoridades sanitarias, deja al menos 16 muertos y casi una treintena de casos sospechosos.

El virus del ébola en siete claves
1. ¿Cómo se transmite el virus de la ébola?
Se cree que determinadas especies de murciélagos son los hospedadores de este virus y de ellos el virus se transmite a otros animales y a personas.
El contagio se produce por el contacto directo con los fluidos de un afectado, a través de lesiones en la piel o de las mucosas, tanto con sangre o líquidos corporales de personas enfermas o fallecidas por ébola; y objetos o superficies contaminados por líquidos o secreciones corporales, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras no hay síntomas, no hay riesgo de contagio, pero siguen siendo infecciosas mientras haya presencia de virus en sangre.
El periodo de incubación (es decir, el intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) oscila entre dos y 21 días. El aislamiento del enfermo es clave.
2. Los síntomas
Los síntomas iniciales, que pueden aparecer de forma repentina, son fiebre, cansancio, malestar general, dolores musculares y dolor de cabeza y de garganta.
Después aparecen vómitos, diarrea, dolor abdominal, erupciones cutáneas y signos de deterioro de las funciones renal y hepática. Las hemorragias internas y externas aparecen en las fases más avanzadas.
3. Diagnóstico y tratamiento
Las pruebas PCR, de anticuerpos o cultivos han facilitado un diagnóstico más rápido.
Dos vacunas, tanto de respuesta a los brotes como para prevenir nuevos casos, son las principales armas contra el ébola, a las que se unen diferentes fármacos antivirales.

4. Prevención
Otra de las claves del virus del Ébola radica en la prevención. La OMS considera fundamental la implicación de la población para controlar con éxito cualquier brote.
Son necesarias medidas como la atención clínica, la vigilancia y el rastreo de contactos, los servicios de laboratorio, la prevención y el control de las infecciones en los establecimientos de salud, las inhumaciones seguras y dignas, la vacunación y la movilización social.
Los trabajadores sanitarios, ante el alto riesgo de contagio, deben vacunarse de forma preventiva, utilizar equipos de protección personal y una exigente higiene de manos.
5. Un virus que puede persistir
Existe evidencia científica de la persistencia del virus de fiebres hemorrágicas en testículos, interior de los ojos y el cerebro de algunas personas recuperadas, informa la OMS.
También pueden permanecer en la placenta, el líquido amniótico y el feto de las mujeres infectadas durante el embarazo, así como en la leche materna durante la lactancia.
Se ha documentado también transmisión del virus del Ébola a través de esperma infectado hasta quince semanas después de la recuperación clínica.
6. El origen del virus del Ébola
El ébola se detectó por primera vez en 1976 en la actual República Democrática del Congo. El brote se produjo en un pueblo cercano al río Ébola, del que toma su nombre el virus y la enfermedad.
Otra de las claves sobre el virus del Ébola es que, actualmente, existen cinco subtipos: Zaire, Sudán, Tai Forest, Bundibugyo y Reston. Todas se han descrito en África excepto la Reston que proviene de Asia.
7. La epidemia que sacudió al mundo
La mayor epidemia de ébola vivida hasta el momento fue desde 2014 a 2016 en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia causando más de 11.000 muertes.
Varios misioneros y sanitarios españoles, británicos o estadounidenses afectados fueron repatriados para ser tratados en Europa y América. Fue entonces cuando la comunidad internacional se movilizó para combatir un virus que entonces tenía una letalidad del 90 %, ahora reducida gracias, fundamentalmente, a las vacunas.
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Ciencia y Salud
Hay una razón por la que los infartos son menos graves por la noche: unos científicos la han descubierto
Los infartos que se producen de noche son menos graves que los que suceden durante el día, y la razón, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), es que los neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos) son menos agresivos por la noche.
La investigación, liderada por Andrés Hidalgo y publicada en el Journal of Experimental Medicine, muestra que los neutrófilos tienen un reloj interno que regula su agresividad a lo largo del día y determina el alcance de los daños que causan al corazón después de un infarto.
En el mismo estudio, los investigadores también desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos y mantenerlos en un estado «nocturno» para reducir su potencial dañino durante un ataque al corazón.
El sistema inmunológico protege el cuerpo contra los microorganismos que causan infecciones. Dado que los humanos son diurnos, la probabilidad de exposición a patógenos es mayor durante el día y, por lo tanto, el sistema inmunológico ajusta sus picos de actividad a este ritmo circadiano pero esa respuesta defensiva puede volverse dañina.
Los neutrófilos y sus ritmos circadianos
Tras décadas de investigación, se sabe que casi la mitad del daño cardíaco después de un ataque al corazón está causado por los neutrófilos, pero este daño fluctúa a lo largo del día, lo que sugiere que hay mecanismos circadianos que limitan la actividad de los neutrófilos y protegen el cuerpo.
Para averiguarlo, el equipo examinó datos de miles de pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y confirmó que una menor actividad de los neutrófilos por la noche resulta en infartos menos graves durante este período.
Desarrollaron entonces una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos, reduciendo su potencial dañino durante el infarto.

«El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente durante la noche. De alguna manera, este factor ‘engaña’ a los neutrófilos para que piensen que es de noche, reduciendo su actividad tóxica», explica Hidalgo.
La razón de que ocurra esto, apunta la primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, es que «por la noche, los neutrófilos migran a la zona dañada sin afectar el tejido sano. Durante el día, pierden esta direccionalidad y causan más daño al tejido circundante».
Puerta abierta a nuevas terapias
Este estudio es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin comprometer la defensa contra infecciones.
«Nos sorprendió encontrar que bloquear el reloj circadiano de los neutrófilos no solo protege el corazón, sino que también mejora las respuestas a ciertos microbios e incluso reduce los émbolos asociados con la anemia falciforme», añade Aroca-Crevillén.
Los autores creen que los resultados abren la puerta a nuevas terapias basadas en la cronobiología (la rama de la biología que estudia cómo los organismos vivos estructuran sus procesos fisiológicos en el tiempo), con el potencial de proteger el corazón y otros órganos de los daños inflamatorios sin debilitar las defensas naturales del cuerpo.
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Ciencia y Salud
La odisea de trabajar con sensibilidad química múltiple
Cuando una persona padece sensibilidad química múltiple (SQM) se enfrenta a muchos desafíos en su día a día. El puesto de trabajo es uno de ellos. Estas personas son intolerantes a sustancias químicas que están en el entorno cotidiano, como productos de limpieza, ambientadores o los meros perfumes de los compañeros. Una guía recoge pautas para adaptar los entornos laborales para que los afectados de esta patología y de electrohipersensibilidad (EHS) puedan desempeñar su labor sin dañar su salud.
Tanto la SQM como la EHS son enfermedades ambientales que se encuentran con «barreras invisibles», asegura a EFE Salud la presidenta de la Coalición Nacional de Fibriomialgia, Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), Sensibilidad Química Múltiple y Electrohipersensibilidad (CONFESQ), María López.
Barreras invisibles
Y son barreras invisibles, explica. Pone este ejemplo: para una persona que va en silla de ruedas, toparse con escaleras en vez de con una rampa para acceder a su lugar de trabajo le resultará un obstáculo claramente visible. Sin embargo, una persona con SQM que acude a trabajar en un entorno en el que se han utilizado productos de limpieza comunes, ambientadores, tintas, o disolventes puede manifestar síntomas multisistémicos, como cefalea, mareos, dificultades cognitivas o problemas respiratorios.
«A veces entran en estos espacios que están muy contaminados, porque a lo mejor acaban de limpiar con productos fuertes y la persona empieza a convulsionar o le falta la respiración», asegura López.

En el caso de la EHS, se caracteriza por la aparición de síntomas cuando la persona se expone a campos electromagnéticos de baja intensidad, como los emitidos por antenas, routers wifi, dispositivos inalámbricos o líneas eléctricas.
Los síntomas, al igual que los de la SQM, pueden ser variados y van desde las cefaleas y fatiga hasta dificultades de concentración o alteraciones del sueño.
Ninguna de las dos está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades (sistema de codificación CIE-11) con códigos propios, con lo que CONFESQ considera que repercute «directamente» en el diagnóstico de la enfermedad.
En España, indica López, la SQM está reconocida como patología y la EHS como uno de los síntomas, a pesar de que «por la experiencia» de los afectados ésta «realmente es una patología completa».
Incomprensión y estigma
La presidenta de la Coalición señala que hasta hace no mucho se hablaba de los afectados como «personas burbuja» porque tendían a no salir de casa.
Por eso, López considera fundamental que haya «orientaciones claras» para la adaptación del puesto de trabajo, porque tampoco se trata de que solo teletrabajen, ya que hay profesiones en las que está modalidad es imposible, y aunque lo sea, también quieren participar del entorno laboral como el resto de los compañeros.
Según datos recogidos en un estudio cuantitativo de CONFESQ, sólo el 30 % de las personas encuestadas para el mismo había solicitado medidas de adaptación en diferentes ámbitos de su vida y en el 70 % de estos casos, las medidas no habían sido implementadas.
La consecuencia es que el 59 % de las personas encuestadas se siente incomprendido y el 33 %, estigmatizado.
En resumen: el 72 % de las personas con SQM y EHS se sienten excluidas de la sociedad, señalaba el estudio.
El «Libro Verde»
De ahí que hace unos días la coalición presentara un «Libro Verde», que pone sobre la mesa distintos aspectos nuevos para poder abrir el debate y estudiar la situación, a la vez que plantea una serie de medidas para la adaptación del puesto de trabajo para las personas afectadas de SQM o EHS.
La guía, elaborada por nueve autores, está financiada por la Fundación ONCE, y realizada en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe).

Presentan la problemática de los pacientes en el ámbito laboral y cómo puede resolverse, es decir, qué habría que cambiar a nivel legislativo y de prevención de riesgos, entre otros campos, así como medidas para una adaptación total o parcial del puesto de trabajo.
«Queremos llegar a las asociaciones empresariales, a los sindicatos, lógicamente, a las entidades y a la Administración Pública», abunda López, quien padece SEQM leve y EHS más pronunciada.
La adaptación
No obstante, matiza, la guía indica que ya a partir del covid la normativa española recoge una serie de obligaciones para las empresas, como mantener un aire limpio, que si se cumpliera, ya estaría cubierta el 85 % de la adaptación que hay que hacer para que las personas con estas afecciones puedan trabajar sin que su salud se resienta.
«El resto va a depender de utilizar, por ejemplo, unos productos de limpieza que sean aptos, que no tengan perfume, mejor que sean ecológicos. El no tener ambientadores, el que las personas que trabajan en tu mismo espacio no se perfumen, entre otras medidas», explica López respecto a la sensibilidad química múltiple.
Sobre la electrohipersensibilidad, la solución «a veces es más difícil» y consiste en reducir la intensidad y la proximidad a las fuentes.
«La idea es no funcionar con wifi sino con cableado», expone López, quien en su casa, por ejemplo está «totalmente cableada, sin wifi».

Vidas duras
Las personas con estas afecciones llevan «vidas duras» y «hacen lo que pueden».
«Se te complica la existencia muchísimo. Si tienes niños, por ejemplo, llegan del cole y tienen que meter su ropa en unas bolsas de plástico, ducharse y cambiarse para no contaminar el espacio», afirma.
Y la vida social cae en picado, porque se necesita empatía por parte de los demás.
«Hay gente que no lo entiende y que dice ‘¿tú por qué me tienes que decir a mí si yo me tengo que echar perfume, o no?’, pero es que es como si a un diabético te empeñas en darles dulces, pues es un poco lo mismo. Si quieres estar conmigo y quieres que pasamos un rato a gusto, tienes que cumplir una serie de requisitos», incide López.
La intención de CONFESQ es enviar el Libro Verde a los diferentes centros de valoración de discapacidad y presentarlo en ministerios y administraciones autonómicas, entre otros.
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Ciencia y Salud
Andreu Buenafuente y el estrés: la importancia de parar y de recuperarse bien
Andreu Buenafuente no dará las campanadas en TVE debido a un “episodio de estrés” del que aún necesita recuperarse sin “acelerar”, según ha anunciado él mismo a través de un comunicado emitido este viernes. El tándem del humorista y la actriz Silvia Abril no podrá, por tanto, protagonizar el programa con el que la cadena pública pretendía despedir 2025 y recibir 2026.
Dice Buenafuente en el comunicado: “Tuve un episodio de estrés, común, pero no agradable, por trabajos en los que yo mismo creo. Hubo un momento en el que no pude y mi cuerpo me pidió parar. Quiero agradecer a los profesionales que me están ayudando y a la gente que me rodea. Cada gotita es una vitamina”.
Sobre los plazos de recuperación que le impiden estar en primera línea de TVE la última noche del año, afirma: “No creo que tenga que acelerar mi recuperación para hacer lo que tengo que hacer; tengo que estar feliz, y por eso, voy a seguir recuperándome y cuando sea posible volver, que sea. No sé qué va a pasar, pero la falta de un horizonte exigente es lo que necesita una persona que ha parado por estrés”.
¿Qué es el estrés?, ¿qué le hace a nuestro organismo?, ¿por qué conviene parar?, ¿si se para la actividad laboral, cómo hay que llevar a cabo esa recuperación? Son preguntas para cuyas respuestas EFE Salud ha contado con las explicaciones del psicólogo y psicoterapeuta Sergio García.
El estrés y los «pensamientos intrusivos»
Para empezar, una noción sobre el estrés: se trata de una respuesta natural del organismo a situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes.
Explicaba la neurocientífica Carmen Sandi, presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, según una información de EFE, que si esa respuesta “se prolonga o se intensifica más allá de lo necesario, puede transformarse en un problema que afecta tanto a la mente como al cuerpo”.
Entra en escena el “trastorno de ansiedad”, según nos cuenta Sergio García. Estamos ante “una característica mental en la que la persona tiene miedo, nerviosismo o preocupación de manera muy persistente y muy intensa”, lo que puede generar síntomas físicos como “taquicardia o sudoración”, pero también “síntomas mentales y cognitivos”.

García cita entonces “los pensamientos intrusivos”. “Esto quiere decir que estoy pensando en una cosa y me viene a la cabeza otra cosa que se hace protagónica a pesar de que no corresponde”.
Por regla general, añade, los pensamientos intrusivos derivan de no poner límites “entre lo personal y lo laboral”. Esta ansiedad, cabe puntualizar, “se puede generalizar si no se pone remedio a tiempo y si no se acude a un especialista”.
La importancia de parar
Fisiológicamente la situación se describe así: el cerebro interpreta ciertas situaciones como amenazas y activa, por tanto, respuestas de defensa. Envía señales a las glándulas suprarrenales para liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, que son las que contribuyen a la preparación del cuerpo para esa defensa.
En cascada van cayendo las reacciones: aumenta la frecuencia cardíaca, los músculos se tensan, la digestión se resiente… De continuar mucho tiempo este estado de defensa, de huida ante la amenaza, podría debilitar el sistema inmunológico y hasta infligir daños neurológicos.
Parar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”, dice Sergio García
Es clave actuar a tiempo ante el estrés crónico. García esgrime la importancia de las pausas, de parones como el que está haciendo Buenafuente. No hacerlos es peligroso porque puede conducir al agotamiento o a la depresión.
Descansar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”.
Y la importancia de la recuperación
Entre esas estrategias terapéuticas, dos perspectivas: la médica y la psicológica.
La primera, subraya García, plantea la recuperación con el objetivo de que no surjan “nuevas formas de estrés y que se resuelvan de manera adecuada”. Es decir, para “evitar recaídas y problemas a largo plazo”. Una recuperación “paulatina, no acelerada” persigue que “cuerpo y mente se adapten y generen nuevas sinergias” que, a su vez, eviten “un desgaste mayor”, concluye.
La segunda “puede ver necesarias las pausas”, pero, en opinión de García, no coloca al trabajo, la carga laboral, como causa única de la “desazón”. De hecho, desde este prisma, ayuda que el paciente trabaje.
“Desde la perspectiva psicológica, algún trabajo no sería del todo negativo, pero sin tener la intensidad del trabajo de antes. Trabajo cero durante varios meses tampoco es aconsejable porque es una cuestión que no es real”, reflexiona el psicólogo.
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