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Ciencia y Salud

¿Qué posibilidades hay de que la malaria vuelva a Europa?

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En países de Europa como España, Italia o Grecia está presente el mosquito del tipo “Anopheles”, el culpable de transmitir el parásito del género plasmodium que causa la malaria, enfermedad que acabó en 2023 con la vida de 597.000 personas en todo el mundo, el 95 % de ellas en África.

En ese año se registraron un total de 263 millones de casos, el 94 % también en la región africana, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Son los menores de 5 años quienes tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones graves, de hecho, en 2023, casi el 76 % de todas las muertes en África por malaria se produjo en ese grupo etario.

La situación de la malaria en Europa

En Europa, con las campañas de erradicación de la malaria en el siglo pasado, hicieron que desapareciera en muchos países, entre ellos, España, país que fue declarado libre de la enfermedad en 1964.

Desde entonces se registran casos muy esporádicos de transmisión local debido a la llegada de viajeros infectados y a la presencia en el territorio de los mosquitos capaces de transmitir el parásito.

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Una niña juega con un mapa de Europa. EFE/EPA/JULIEN WARNAND

Según un informe de situación y evaluación de riesgo de paludismo en España, del Centro español de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), de 2015, desde 2006 y hasta ese año solo se ha descrito una transmisión local sostenida de la enfermedad en Grecia.

En concreto, en 2011 se detectaron 42 casos de malaria sin historia de viaje a países endémicos, “lo que puso en evidencia la presencia de transmisión local de la infección”, que continuó en años posteriores, según el documento.

El parásito que transmite el mosquito

Con motivo del Día Mundial del Paludismo, que se conmemora cada 25 de abril, el catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, José Manuel Bautista, explica a EFEsalud que el ciclo de los parásitos que transmiten la enfermedad ocurre entre el ser humano y el mosquito. De hecho, el reservorio más importante de la malaria es el ser humano.

“Lo tiene el ser humano que está infectado, cuando le pica el mosquito, éste se lo lleva y dentro del insecto se produce una fase de desarrollo sexual del parásito, de forma que cuando vuelve a picar el mosquito a otra persona lo vuelve a transmitir”, señala Bautista.

El catedrático, que en los últimos 15 años ha centrado su actividad investigadora en la malaria y es secretario científico de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), subraya que hay varios tipo de parásitos plasmodium, el más extendido y que causa más mortalidad es el falciparum, mayoritario en el continente africano.

El segundo más frecuente es el plasmodium vivax, que está presente en una parte de África pero sobre todo en Asia y Sudamérica.

El cambio climático

Con el cambio climático al acecho, las estaciones están cambiando, con un clima más tropical, provocando que haya estaciones húmedas, en las que llueve mucho, y el agua se acumula, con lo que hay mayor propensión a que los mosquitos se desarrollen, apunta a EFEsalud la portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), Gema Fernández Rivas.

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Una mujer con un paraguas en Monrovia (Liberia). EFE/EPA/AHMED JALLANZO

En este sentido, señala que los climas tropicales es donde mejor viven los mosquitos, frente a los fríos, en los que no están tan adaptados.

Por lo tanto, afirma la experta, a medida que aumenta el calentamiento global y las lluvias torrenciales, acercándose el clima al fenómeno de las estaciones tropicales, puede que haya un aumento del número de mosquitos, algo que se ha comprobado en los últimos años, en los que la población de estos insectos ha aumentado.

“Con lo cual, en este aspecto, el cambio climático nos va a favorecer que el vector esté más presente, pero esto no implica que estos vectores estén todos infectados por el parásito que causa la malaria, porque de momento en Europa está erradicado”, resalta Fernández.

En España

En España, por ejemplo se detectan cada año entre 700 y 850 casos de malaria importada, es decir, en pacientes que se han infectado en una zona endémica, fundamentalmente en África, según un estudio coordinado por investigadores del el Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII) y el Centro de Investigaciones Biomédicas en Red en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), entre otros, que analizó la distribución del vector en el país.

“Esto no implica que favorezca que estos vectores estén todos infectados por plasmodium, porque de momento nosotros lo tenemos erradicado. Aquí no circula, ha habido algún caso pero esporádico y controlado, pero siempre hay que estar vigilantes y puede afectar”, considera la portavoz de la SEIMC.

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Colonia de flamencos en el Delta del Ebro, un área donde está presente el mosquito del género Anopheles. EFE/JAVIER BELVER

En este sentido, el catedrático de la Complutense añade que el “Anopheles” que hay en España transmite “con mucha dificultad” el plasmodium que causa la malaria más grave.

Sí puede ocurrir, que alguien que venga de zona endémica esté infectado y sufra la picadura del vector, dándose un caso autóctono, pero en estos casos, precisa el experto, las condiciones sanitarias en el país permiten, al igual que en el resto de Europa, que se detecte a tiempo, se trate y se pueda curar.

“La malaria es una enfermedad sobre todo de la pobreza y en Europa no hay esa pobreza extrema donde, digamos, es fácil que se acumule un reservorio muy grande de personas con malaria y que se empiece a hacer un ciclo”, señala Bautista.

El recorte a la ayuda internacional

El recorte de Estados Unidos a la ayuda internacional puede ser otro factor de riesgo. El presidente Donald Trump ha ordenado la interrupción de la cooperación que gestiona a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), un organismo que en 2024 distribuyó más de 44.000 millones de dólares en ayuda global.

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El presidente estadounidense Donald Trump. EFE/EPA/SHAWN THEW / POOL

Ni Bautista ni Fernández tienen dudas de que ese movimiento provocará el aumento de casos en las zonas endémicas.

El secretario científico de la SEBBM recuerda que en África durante la pandemia de coronavirus se paralizó la asistencia médica y el control local de la malaria. La consecuencia fue que aumentaron los casos en esa región, algo que augura volverá a pasar.

“Hasta que no ves lo que hay allí en enfermedades infecciosas como la malaria, la tuberculosis o el vih no de das cuenta de lo necesario que es porque hay mucha pobreza, viven de sistemas autosuficientes, de agricultura y ganadería muy, muy pobres”, abunda Bautista.

En el mismo sentido se pronuncia la portavoz de la SEIMC, quien afirma que seguramente parte de esa ayuda recortada iba destinada también a proporcionar vacunas contra la malaria.

“Por lo tanto, sí que probablemente haya un repunte de casos en los países especialmente africanos, que es donde es el gran problema en malaria. En África no es como aquí, la gente no tiene acceso a un diagnóstico rápido y seguro, allí hay que caminar mucho para poder tener la posibilidad de acceder a ello y poder pagarlo”, resalta Fernández.

Con todo ello el hecho de que haya más malaria en los países endémicos puede suponer que aumenten los viajeros infectados.

El eco

La experta considera que con este panorama, la posibilidad de que la malaria vuelva a dar el salto a Europa “es remota” porque hay acceso al diagnóstico, tratamientos y hay una vigilancia epidemiológica, por lo que, de momento, hay que estar tranquilos.

No obstante, añade: “El no en biología ya sabes que es como en el amor, ni nunca ni siempre. Posibilidad hay. De hecho, ha habido algún caso de malaria autóctona, pero de momento, tranquilidad”.

Bautista tampoco cree que pueda volver la malaria a Europa como “una enfermedad preocupante” por las razones ya esgrimidas: “cuando llega un caso se trata”.

Tendrían que pasar muchos casos, que la transmisión fuera muy intensa, y tanto en España como en el resto de Europa los sistemas de control de enfermedades infecciosas “son muy buenos”.

“Digamos que vuelva la malaria a Europa en las condiciones sociales, de control sanitario, etcétera, que hay ahora es difícil, está muy asociada a las zonas rurales en África”, zanja.

“Reinvertir, reimaginar, reavivar”

Para el día mundial, la OMS se une a la Alianza RBM para acabar con la malaria y a otros asociados para promover la campaña “La malaria acaba con nosotros: reinvertir, reimaginar, reavivar”.

El objetivo de la iniciativa, según señala la OMS en su web, es revitalizar los esfuerzos a todos los niveles, desde la política mundial hasta la comunitaria para acelerar los avances hacia la eliminación de la enfermedad.

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Un niño sentado tras una mosquitera en Zambia. EFE/KIM LUDBROOK

“Debemos reinvertir en intervenciones de eficacia probada, reimaginar nuestras estrategias para superar los obstáculos actuales y reavivar nuestros esfuerzos colectivos junto con los países y las comunidades para acelerar el progreso hacia el fin de la malaria”, indica la OMS.

Asimismo, destaca que “sabemos cómo acabar con la malaria” y que la decisión “es nuestra”: “Actuar ahora o arriesgarnos a perder terreno. Acabar con la malaria no es sólo un imperativo sanitario; es una inversión en un futuro más equitativo, seguro y próspero para todas las naciones”, resalta la OMS.

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Ciencia y Salud

¿Por qué aumentan los casos de sarna? Los jóvenes y los más mayores, grupos de riesgo

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A pesar de que la sarna pueda parecer una enfermedad del pasado, nunca se ha llegado a erradicar. Es más, los casos de sarna están aumentado en España y en Europa. Los expertos piden concienciar a los grupos de riesgo, que ahora son los jóvenes y los más mayores, y dar visibilidad a la sarna, una patología de la piel causada por ácaros parasitarios y que se contagia por contacto.

Un estudio observacional realizado por un grupo de investigación del Centro Nacional de Epidemiología, del Instituto de Salud Carlos III, entre 2011 y 2023 refleja una fuerte aceleración de los contagios a partir de 2020.

En atención primaria, los casos atendidos aumentaron una media del 66 % anual entre 2020 y 2023, pero también se registraron infecciones en los hospitales y brotes, la mayoría de estos últimos en residencias de mayores y en domicilios.

Álvaro Roy, uno de los investigadores principales del estudio, en una entrevista con EFE Salud destaca que la sarna, aunque se ha asociado siempre a grupos de personas que viven en precariedad o pobreza, ahora afecta a otros grupos de riesgo poblaciones, como los jóvenes o los más mayores, a los que, advierte, “habría que concienciar”.

Asimismo, explica cómo se debería prevenir y tratar la enfermedad y las posibles causas, que combinadas, pueden ser el origen del aumento del incremento de los casos.

sarna grupos de riesgo
FOTO EFE/Mariscal

¿Cuáles son las causas de este incremento?

La sarma, explica el investigador, es «una enfermedad parasitaria producida por un ácaro microscópico que crea surcos debajo de la piel donde deposita los huevos, que luego se convierten en otros ácaros, produciendo esta reacción inflamatoria”.

La picazón con sarpullido cutáneo en distintas partes del cuerpo es su manifestación más frecuente.

En relación a las causas, aclara que en el estudio publicado en la revista Eurosurveillance se formulan diversas hipótesis, que sumadas unas a otras, pueden explicar por qué los casos de la enfermedad se han incrementado en los últimos años:

  • Covid-19. Se observa un aumento considerable de la sarna durante la pandemia de coronavirus. “Quizá estos pacientes”, plantea, “no fueron al médico o no se trataron a tiempo por el aumento de hacinamiento en los hospitales que colapsó el sistema sanitario”.
  • Resistencia de los ácaros. También destaca la posibilidad de que el tratamiento habitual haya podido perder eficacia debido a que los ácaros hayan desarrollado cierta resistencia al tratamiento tópico realizado con permetrina.
  • Mala aplicación del tratamiento. Otra de las causas puede radicar en que los afectados no sigan bien el tratamiento, empezando tarde o no terminándolo. Además, si el paciente no tiene síntomas, puede infectar a otras personas por contacto directo. “El problema es que, a veces, no se desarrollan síntomas pasadas las cuatro o seis semanas, por eso es muy importante que se trate a los contactos de la gente que tiene síntomas”, puntualiza. 
  • Viviendas compartidas. La última hipótesis que enumera es el tema de la vivienda, sobre todo en los jóvenes, ya que en la actualidad se ven obligados a menudo a compartir vivienda, espacios reducidos donde están más expuestos al contagio.

¿Cómo prevenir y tratar la sarna?

En cuanto a prevención, Álvaro Roy recomienda acudir al médico al menor indicio de contacto con un paciente infectado con la enfermedad, aunque no se presenten síntomas.

Del mismo modo, aunque es menos frecuente esta forma de contagio transversal, aconseja “lavar la ropa, también la de cama, a temperaturas altas, de más de sesenta grados, para evitar un posible contacto de manera indirecta”.

En cuanto al tratamiento, el experto señala que el médico debe indicar cuál es el más apropiado. “Aparte del tratamiento tópico”, añade Roy, “también hay un tratamiento oral con ivermectina, un medicamento que sirve para tratar las rojeces y que ayuda a expulsar los parásitos”.

Los pacientes más graves pueden desarrollar sarna costrosa, debido a una posible infección secundaria, para este tipo habría que consultar al médico ya que el tratamiento sería ligeramente distinto.

Es importante visibilizar y concienciar

El mensaje que el investigador recalca durante la entrevista es la importancia de visibilizar la enfermedad y concienciar a la población de riesgo que puede contraer la enfermedad. Comenta que a pesar de que el aumento de casos no es preocupante, sí habría que poner el foco en la incidencia para que no siga en aumento. 

Los grupos de riesgo donde se ve mayor afectación de sarna son los jóvenes ya que, aparte de compartir viviendas, también son los que tienen mayor movilidad, viajan más, y están más expuestos al contagio. Según el estudio, la transmisión sexual también puede ser un factor, ya que es una ruta de transmisión conocida, particularmente entre jóvenes.

“Los mayores también entran en el grupo de las poblaciones vulnerables. En las residencias de ancianos, como se ve en el estudio, se concentran muchos brotes (…) Lo que afecta a su vez a los profesionales sanitarios que trabajan en estos centros que suelen infectarse con mayor frecuencia”, concluye el especialista.

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Del GPS a las pantallas y auriculares: Así afecta la vida digital a nuestros sentidos

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Para cualquier trayecto, por corto que sea, utilizamos el GPS para orientarnos; las pantallas forman parte del minuto a minuto de nuestro día y los auriculares son casi una prolongación de los oídos. La vida digital impacta en nuestros sentidos y afecta a la atención, la memoria espacial y la sensibilidad sensorial. Hay hábitos que nos ayudan a contrarrestarlo.

La neurocientífica Emilia Redolar, responsable del Cognitive NeuroLab y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica: “Recibimos ráfagas muy rápidas de información con poco contenido y a la red atencional le cuesta mantener la concentración”.

Y señala, en un comunicado, que es justo lo contrario que ocurre con la lectura, tanto en papel como en libro electrónico, “sin notificaciones ni interrupciones tiene efectos beneficiosos sobre la atención y otras funciones cognitivas».

Cómo afecta a la orientación

Según la investigadora, los hábitos pueden entrenar o atrofiar funcionalmente las redes cerebrales que utilizamos.

«Con la vida digital solemos infrautilizar el hipocampo, clave para la memoria espacial y la orientación» y al utilizar y delegar en el GPS, «se está comprobando que somos menos capaces de orientarnos en un entorno», señala.

Ver y oír

Los sentidos de la vista y el oído también están en la diana de la vida digital, las pantallas retroiluminadas y los auriculares ejercen una presión continuada.

La sobrecarga de estímulos sonoros como notificaciones, mensajes, vídeos, música y ruido constante hace que el cerebro tenga que filtrar continuamente sonidos relevantes de los irrelevantes.

«Hay más ruido urbano y más audio en los oídos. Esa contaminación acústica y el uso de auriculares impactan en el sistema auditivo», apunta la profesora.

En el sistema visual, el impacto de la vida digital es simultáneo a nivel óptico, neurológico y cognitivo.

La exposición a pantallas no solo afecta al ojo como órgano, sino que transforma la manera en la que el cerebro procesa la visión ya que exige más acomodación retinal, altera los ritmos biológicos o reorganiza la atención…

Los cambios más inmediatos se observan en el receptor (ojos y acomodación retiniana) por la exposición a pantallas, un ámbito que roza lo médico-ocular, pero que condiciona la entrada sensorial y, por lo tanto, el procesamiento cerebral, explica.

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La excesiva exposición a las pantallas perjudican al desarrollo físico, psicológico y a la salud de los niños. EFE/Marcial Guillén

El olfato y el gusto

Los sentidos del olfato y el gusto se sitúan en segundo plano en relación con su interactuación con el medio digital.

Pero muchas veces también los saturamos con perfumes, ambientadores, alimentos ultraprocesados con potenciadores etc.

“No se trata de un deterioro súbito por el uso digital, sino de una priorización funcional, ya que la vida moderna exige más de visión y audición y menos de olfato y gusto”, señala la experta.

El estrés también impacta en los sentidos

El estrés crónico impacta también en nuestros sentidos. Inhibe la corteza prefontral que se encarga de la toma de decisiones o el control de la atención; inhibe el hipocampo y afecta a la memoria y a la regulación emocional; y potencia la amígdala que puede ocasionar una respuesta de ansiedad.

Y el resultado es una peor atención visual sostenida, una peor consolidación de la memoria y una mayor vulnerabilidad a la ansiedad.

«El estrés nos afecta muchísimo a la capacidad de mantener la atención; el deterioro en la atención visual puede ser marcado», indica Redolar.

¿Cómo contrarrestar los efectos negativos de la vida digital en los sentidos?

La profesora también destaca los beneficios que la vida digital puede ofrecernos ya que el acceso masivo a contenidos puede potenciar la selección crítica de información, siempre y cuando existan bases de conocimiento previas que pueden mejorar el rendimiento y el aprendizaje.

Precisa que, sin fundamentos, herramientas como la inteligencia artificial o las búsquedas no garantizan calidad.

Los efectos negativos se producen ante la exposición continua a estímulos breves y variables (como los de las redes sociales) que afecta a la atención, por lo que cuesta mantener la concentración y extraer información de interés.

Para evitar los efectos negativos, Redolar apuesta por la propiocepción -sistema que tiene el cuerpo para conocer cuál es su posición y orientación en el espacio- y la interocepción -la capacidad de sentir las señales internas del cuerpo (hambre, sed, dolor, latidos… ) infrautilizadas en la vida actual.

«Cuando nos paramos a escuchar el cuerpo, eso impacta positivamente en las emociones y en la función cognitiva», afirma, y señala prácticas de atención plena y conciencia respiratoria como herramientas accesibles.

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FOTO EFE/EVERETT KENNEDY BROWN

Hábitos que ayudan a proteger los sentidos

Para proteger los sentidos hay hábitos de vida que nos ayudan, según la profesora de la UOC.

  1. Dormir mejor: El sueño consolida la memoria, recalibra las redes atencionales y ajusta el equilibrio emocional que modula la percepción. Objetivos: horario regular, luz natural por la mañana, limitar pantallas y audio intenso en la última hora.
  2. Gestionar el estrés: cuando el estrés baja, la zona del cerebro que mantiene el foco (corteza prefrontal) y la que fija recuerdos y mapas mentales (hipocampo) trabajan mejor. Una forma sencilla de comprobarlo en casa es leer de veinte a treinta minutos seguidos en papel o en pantalla sin notificaciones.
  3. Entrenar la propiocepción y la interocepción: rutinas diarias de ocho a doce minutos de conciencia respiratoria y corporal (tensión muscular, postura, equilibrio) ayudan a recalibrar la integración sensoriomotora y el foco atencional.
  4. Higiene visual y auditiva en entornos digitales: Pausas regulares lejos de pantallas cada veinte minutos, distancia correcta entre los ojos y la pantalla. En auriculares, establecer un volumen moderado, con descansos de cinco a diez minutos cada hora.
  5. Bases de conocimiento antes de exponerse a sobrecarga: la sobrecarga informativa penaliza la atención y el aprendizaje.

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Hay una razón por la que los infartos son menos graves por la noche: unos científicos la han descubierto

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Los infartos que se producen de noche son menos graves que los que suceden durante el día, y la razón, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), es que los neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos) son menos agresivos por la noche.

La investigación, liderada por Andrés Hidalgo y publicada en el Journal of Experimental Medicine, muestra que los neutrófilos tienen un reloj interno que regula su agresividad a lo largo del día y determina el alcance de los daños que causan al corazón después de un infarto.

En el mismo estudio, los investigadores también desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos y mantenerlos en un estado «nocturno» para reducir su potencial dañino durante un ataque al corazón.

El sistema inmunológico protege el cuerpo contra los microorganismos que causan infecciones. Dado que los humanos son diurnos, la probabilidad de exposición a patógenos es mayor durante el día y, por lo tanto, el sistema inmunológico ajusta sus picos de actividad a este ritmo circadiano pero esa respuesta defensiva puede volverse dañina.

Los neutrófilos y sus ritmos circadianos

Tras décadas de investigación, se sabe que casi la mitad del daño cardíaco después de un ataque al corazón está causado por los neutrófilos, pero este daño fluctúa a lo largo del día, lo que sugiere que hay mecanismos circadianos que limitan la actividad de los neutrófilos y protegen el cuerpo.

Para averiguarlo, el equipo examinó datos de miles de pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y confirmó que una menor actividad de los neutrófilos por la noche resulta en infartos menos graves durante este período.

Desarrollaron entonces una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos, reduciendo su potencial dañino durante el infarto.

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EFE/Nacho Gallego

«El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente durante la noche. De alguna manera, este factor ‘engaña’ a los neutrófilos para que piensen que es de noche, reduciendo su actividad tóxica», explica Hidalgo.

La razón de que ocurra esto, apunta la primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, es que «por la noche, los neutrófilos migran a la zona dañada sin afectar el tejido sano. Durante el día, pierden esta direccionalidad y causan más daño al tejido circundante».

Puerta abierta a nuevas terapias

Este estudio es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin comprometer la defensa contra infecciones.

«Nos sorprendió encontrar que bloquear el reloj circadiano de los neutrófilos no solo protege el corazón, sino que también mejora las respuestas a ciertos microbios e incluso reduce los émbolos asociados con la anemia falciforme», añade Aroca-Crevillén.

Los autores creen que los resultados abren la puerta a nuevas terapias basadas en la cronobiología (la rama de la biología que estudia cómo los organismos vivos estructuran sus procesos fisiológicos en el tiempo), con el potencial de proteger el corazón y otros órganos de los daños inflamatorios sin debilitar las defensas naturales del cuerpo.

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