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Ciencia y Salud

Mensaje de los afectados por la dana a los voluntarios: “Estas manos son de sufrimiento, pero también de agradecimiento”

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Por Mónica Fúster

Ya se cumplen dos semanas desde que la dana arrasó dejando estragos en más de 70 localidades en Valencia, por las que no han cesado de acudir voluntarios. Entre estas destacan municipios como Utiel, Silla, Sedaví, Picanya, Paiporta, Massanassa, Letur, Chiva, Catarroja, Benetússer, Alfafar y Aldaia.

A pesar de que todavía no se han encontrado a todos los desaparecidos, el fuerte temporal se ha cobrado más de 215 vidas y más de 130.000 viviendas se han visto afectadas. Ante tal destrucción, decidí ir (como muchos otros voluntarios) a ayudar y conocer la situación en primera persona.

Se trata de una catástrofe de dimensiones que no habíamos visto en todo lo que va del s. XXI en España. Aun así, todavía quedan por ver todas las consecuencias que ha dejado tras de sí no solo a nivel económico, de infraestructuras o político, sino también humano.

Uno de los fenómenos que ha desencadenado la dana y más impactan al llegar a “la terreta”, a parte del olor, el lodo y los muebles y coches rotos, ha sido la oleada de ayuda por parte de “el poble”, como lo llaman los valencianos.

“El poble”

Una gran proporción de los voluntarios que hemos ido a Valencia en los primeros diez días hemos sido jóvenes que hemos pedido un día libre en el trabajo o hemos abandonado alguna clase para subirnos a un Blablacar, plantarnos en Valencia y ofrecernos en lo que se necesite.

Esta avalancha de solidaridad ha puesto en duda el término “la generación de cristal”, con el que se denomina a las generaciones actuales de jóvenes y hay quienes aseguran que se trata más bien de “una generación de hierro” por su capacidad de volcarse y ayudar en una catástrofe de estas dimensiones.

Ante tal situación surgen muchas inquietudes: ¿Cómo puedo ayudar? ¿Qué se encuentra al llegar allí? ¿Hay suficiente ayuda? ¿Cuál va a ser la magnitud de las consecuencias?

La llegada a Valencia

En mi caso, llegué a Valencia por la Rambleta, el último punto intacto antes de cruzar el Turia a pie para acceder a la zona afectada más cercana a la capital de provincia: La Torre.

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Grupo de jóvenes cruzando el puente hacia La Torre. EFE/Mónica Fúster

Viendo los mensajes en redes, grupos de Whatsapp y las mismas personas con las que compartía coche, veía que a unos les mueve el altruismo, a otros incluso el “turismo de catástrofe”, pero desde luego todos vamos con la expectación de ver si es real ese desastre que no cesa de bombardearnos a través de fotos y vídeos.

Es tal el caos y la necesidad que ocupan los pueblos de Valencia, que en seguida los coordinadores de voluntarios que se encontraban en el centro cultural de la Rambleta nos asignaron una familia en La Torre a la que llevar productos básicos. Loli tenía acogidos en su casa a su suegra Antonia y su marido, que tuvieron que ser rescatados por la ventana y en la maniobra, Antonia se rompió un brazo. Sobra decir que al vivir un bajo, han perdido su casa.

Al hablar con ellas, comenzaron a llorar. Sin embargo, sus lágrimas no eran de lamento, sino de emoción y agradecimiento.

Continuamos nuestro camino hacia Benetúser y Sedaví, ya que muchos de estos pueblos se encuentran tan seguidos que apenas percibía cuándo terminaba un pueblo y comenzaba otro.

Los voluntarios

Paseando por la calle, llegué a sentir mucha impotencia porque había hecho un viaje desde Madrid para ayudar en todo lo que pudiese y una vez terminaba una tarea, no sabía por dónde continuar.

Sin embargo, ayudar en una catástrofe tan tremenda es una forma de educarnos en aceptar que las ganas son importantes, pero no vamos a lograr grandes cosas en un día. Al menos en lo que es limpiar y ayudar a reconstruir hogares y negocios. Es vital comprender que el cambio se hace palazo a palazo, viaje a viaje con el cubo… todo ello sin perder de vista que lo más importante es hacerlo acompañado.

Acompañar

Después de caminar un buen rato por Benetúser, me encontré a Simón, un hombre de 90 años que se había escapado de su casa mientras su mujer dormía (porque sino le iba a regañar) para coger algo de comida.

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Simón, vecino de 90 años de Benetúser, subiendo a pie a su casa, localizada en un tercer piso cuyo ascensor no funciona debido a las inundaciones. EFE/Mónica Fúster

En seguida me di cuenta de que iba solo y pretendía cargar con muchas cosas, por lo que me acerqué, me presenté y le acompañamos a su casa, donde comimos con él y su mujer.

Me contaba que en medio de este caos estaba conociendo a vecinos y tanta otra gente con la que se había cruzado muchas veces pero nunca había intercambiado palabras. Como si la adversidad invitase a las personas a compartir y sacar una faceta que en otra circunstancia no habría surgido.

El trabajo

El siguiente día estuve cinco horas en Sedaví junto a muchos voluntarios sacando barro de una nave que pertenecía a una familia. En esa situación nos limitamos a trabajar sin parar y apenas aparecieron los propietarios, pero me di cuenta que no solo necesitan ayuda quienes viven allí, sino quienes vamos también.

Seguí las precauciones de protegerme con botas, guantes, mascarilla y coger el peso de tal forma que no me hiciese daño en la espalda. En medio de la labor física, observé lo vital que es cuidarnos también entre nosotros, los voluntarios.

La manera en la que envuelve y engancha el trabajo hacía que nos olvidásemos de beber y comer porque queríamos eliminar el barro de cada esquina de la nave, aunque no parecía tener fin. De hecho, a pesar de haber estado más de 50 personas trabajando para apartar el barro, al final de la jornada no habíamos eliminado ni la mitad. Una vez terminamos sobre las 16:30, por fin recordamos que teníamos hambre y sed y paramos para reabastecernos y compartir lo que estábamos viviendo.

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Jóvenes limpiándose las botas después de una jornada de trabajo en Alfafar. EFE/Mónica Fúster

La “segunda dana”

“Ahora se aproxima la nueva dana“, decía el científico Carlos López-Otín recientemente en una entrevista para EFEsalud, donde hacía un balance sobre las posibles secuelas psicológicas del temporal. Una “segunda dana” que va a consistir en asimilar todas las secuelas psicológicas, materiales y, sobre todo, humanas

Cuando hablas con las personas afectadas, te dicen `yo he sido superviviente de garaje´, `yo de ascensor´, `yo de coche´… como si se fueran poniendo ese título, sin ser capaces de expresarte mucho más allá de los hechos que vivieron.

Toni, un habitante de Benetússer que conocí el primer día, me contó que su mayor pérdida había sido su televisión y su equipo de música. No parecía querer hablar de nada más allá de sus gustos musicales. Se encontraba en una especie de estado de negación.

“La gente está muy en lo operativo, tiene el foco atencional absolutamente en resolver la contingencia, en la acción, en la actividad. Cuando intentas entablar un poquito más de conversación, la gente te empieza a contar `a mí me pasó…´ , pero creo que muchos no conectan aún como con toda la situación de trauma, de pérdida, de duelo“, explica Jaime Araque, psicólogo sanitario y voluntario en Valencia.

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Basura llena de cervezas que consumen algunos habitantes y voluntarios de los pueblos afectados por la dana. EFE/ Mónica Fúster

Las patrullas de psicólogas

Durante la primera noche, me crucé con Ana Catarina Gaspar y Marta Romance, dos psicólogas que fueron con la unidad de asistencia médica de los bomberos del ayuntamiento de Zaragoza e iban patrullando las calles de La Torre, Benetúser y Sedaví con un chaleco en cuyo reverso ponía “psicóloga”.

Ambas fueron a observar y evaluar la atención que se está dando a la salud mental.

“Ahora mismo hay algunos puntos de atención psicológica fijos, pero tampoco se están desbordando porque las personas no están pidiendo atención. Están en la fase todavía de shock y de intentar buscar un sentido o una finalidad a su día a día, que en muchos casos es la limpieza. Están como en modo automático”, me explicó Marta Romance.

Un vínculo humano

Las patrullas de psicólogas advierten que todas las personas que viven una situación catastrófica, tienen una mayor probabilidad de entrar en estado de disociación y desarrollar un trastorno de estrés postraumático. Aun así esto se ve determinado por más factores como el apoyo familiar, la vulnerabilidad personal o las circunstancias de cada uno.

Sin embargo, lo que más se puede apreciar por las calles llenas de barro y residuos, es el agradecimiento. La gente te da las gracias por la calle aun sin haber hecho nada concreto por ellos, pero lo que reconocen no es la medida de lo que has ido a hacer, ni tu capacidad de recoger más o menos barro, sino el gesto de estar.

Todas las personas que vienen de voluntarias, con su presencia, están protegiendo a todas las personas de unas consecuencias a nivel emocional mucho más drásticas“, afirma Marta Romance.

¿Qué hace salir adelante a los valencianos?

El barro solo es una ocupación, pesada, pero temporal. ¿Qué les queda a los valencianos cuando llega el cansancio y no pueden más? ¿Qué pasará cuando retornen a la “normalidad”? ¿Acaso puede existir normalidad después de una situación así?

Por lo que pude observar durante mi breve estancia, lo único que puede sacar adelante al pueblo valenciano es calor de todas las personas que se están acercando a ayudarles y decirles “estoy aquí, estoy contigo” aunque sea solo para remover barro por un día y esa ayuda sea una gota de agua en un océano. 

La compañía es el mayor bien que podemos ofrecer a las personas afectadas, ya sea moviendo el barro, sirviendo comida o charlando en la calle. Puede que la atención psicológica no llegue a todo el mundo, pero somos muchos los voluntarios que pasamos por allí y también podemos ayudar a nivel humano.

Este problema no es solo material, es humano. Y un problema humano requiere una respuesta humana

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Cartel colgado en la zona de la Rableta (Valencia), antes de llegar a la zona afectada por la dana. EFE/Mónica Fúster

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Ciencia y Salud

Año 2030: un “escenario optimista y realista” para el principio del fin de la alopecia

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El doctor Eduardo López Bran en los diálogos de EFEsalud sobre el fin de la alopecia

Así lo ha asegurado el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos y director de la clínica especializada IMEMA en la última edición de ‘Los diálogos de EFEsalud’, titulada ‘Terapia con células madre: más cerca del fin de la alopecia’, emitida este martes.

A primeros de junio, la revista ‘Stem cell research & therapy’ publicaba el estudio del equipo investigador del departamento de dermatología del hospital público madrileño, liderado por López Bran.

Había conseguido, tras cinco años de trabajo, la repoblación total o intensa del 100 % de los ratones machos que monitorizaron y del 90 % de los ratones hembra.

Vendrán ahora más fases de la investigación, en especial los ensayos en humanos, lo que puede abarcar de dos a tres años, pero una “nueva era” ha comenzado.

¿Motivos para el optimismo? “Indudablemente, los exitosos resultados” permiten “dibujar un escenario para que en un plazo no superior a 5 años” sea accesible “la primera terapia avanzada, la primera celular, en el tratamiento de un problema de tanta incidencia”, sostiene López Bran.

Receta que se aplicará con inyecciones

La aplicación exitosa de células madre y trifosfato de adenosina en roedores es el primer paso de la travesía: “La idea es acabar con los ensayos preclínicos de seguridad durante lo que queda de año y en 2026 iniciar la primera fase de ensayos clínicos en humanos; a lo largo de 2027 y 2028 seguiremos con esos ensayos”, precisa el dermatólogo.

El final del camino no queda tan lejos: “En un plazo de cinco años, si se cumplen los requisitos de las agencias reguladoras, que son muy exigentes, estaríamos en un escenario de llevar a la práctica clínica este producto”, zanja.

Receta que se aplicará con mesoterapia, es decir, con inyecciones en las zonas del cuero cabelludo. El impulsor de la investigación confía en que la administración del producto genere “resultados duraderos” contra la alopecia androgenética, el tipo de calvicie más común, tanto que se estima que afecta al 80 % de los hombres en algún momento de su vida y al 40 % de las mujeres.

La revolución de las células madre

En mujeres y en hombres, este tipo de alopecia de cariz genético “conlleva repercusión en su bienestar emocional”, independientemente de los “patrones evolutivos diferentes”.

Mientras en ellos la calvicie empieza a manifestarse en la región “frontotemporal”, a través de las entradas, en ellas comienza “a partir de la línea media del borde superior” del cuero cabelludo, y aunque no es tan visible, también provoca rechazo, y en consecuencia, interés en soluciones.

Como asegura López Bran, esta terapia con células madre configura “una posible solución a volver a tener pelo”. “Y a volver a sentirnos más jóvenes”, añade.

El doctor Eduardo López Bran, en un momento del programa de ‘Los diálogos de EFEsalud’. EFE

Pero perder el cabello “no es sólo un atributo importante de belleza”, sino además “una condición médica”. El pelo es una “barrera física” ante las radiaciones solares y las agresiones medioambientales, de modo que su carencia aumenta el riesgo de lesiones “incluso de tipo canceroso”, apunta el jefe del servicio de dermatología del Hospital Clínico San Carlos.

López Bran, por otra parte, presenta una larga trayectoria de tratamientos capilares, en especial implantes, y un extenso recorrido investigador. La experiencia le llevó a poner la mirada en las células madre. “Podía suponer una vía de abordaje nueva y diferente del tratamiento de la alopecia”, afirma.

La “vitamina” de las células madre

Buscaba, en definitiva, el aumento de la supervivencia de las “unidades foliculares” que trasplantaba, y pensó en la oportunidad que podían suponer moléculas energizantes, el trifosfato de adenosina por ejemplo.

Como “al deportista al que le dan una vitamina dentro de la legalidad y consigue llevar su cuerpo más allá de los límites que tendría sin esa vitamina”, ilustra.

Según relata, con esa idea fue a la sala de terapia celular del Hospital Clínico San Carlos, año 2019. “Hoy traemos la buena noticia de que podemos estar en una vía nueva del abordaje de la alopecia en hombres y en mujeres”.

López Bran, durante ‘Los diálogos de EFEsalud’. EFE

“Estamos -incide- en una era en la que las terapias avanzadas, en concreto las celulares, supondrán un cambio en la forma de abordar muchas enfermedades para las que ahora no tenemos una solución específica”.

La investigación, cinco años de duración, ha tenido momentos alegres y momentos menos alegres. Entre los primeros, “el soporte científico” que recibieron cuando en 2021 una revista científica de “impacto” demostró que estaban en el camino correcto. Entre los segundos, las dificultades para medir numéricamente la pérdida de pelo en roedores.

Momentos que López Bran gestionó y gestiona sin “subidón de endorfinas” cuando son buenos ni con “bajón tremendo” cuando son malos.

La satisfacción impera por ahora en el ánimo de López Bran y de su equipo. Él mismo piensa aplicarse la terapia cuando esté disponible. “Me dejaré crecer el pelo a modo pincho, lo que me dará dos centímetros más de altura y me rejuvenecerá más”. Dentro de cinco años podrá comprobarse.

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Las enfermedades crónicas evitables, las que más muertes causan en Europa, según Eurostat

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Bruselas (Euractiv.com/.es) – Cerca de 1,1 millones de muertes al año se podrían evitar en Europa con políticas de salud pública más inteligentes, centradas en la prevención del consumo de alcohol y tabaco, o con una atención sanitaria de mayor calidad, según revela un nuevo informe de la agencia estadística de la Unión Europea (UE), Eurostat.

Según datos de 2022, las enfermedades más graves que afectan a los menores de 75 años en Europa no están causadas por virus, sino por dolencias crónicas.

La agencia constató que 386.710 muertes estaban relacionadas con  enfermedades tratables -evitables mediante una atención médica de calidad- y 725.625 a enfermedades crónicas prevenibles, según el informe presentado el lunes.

Entre ellas figuran el cáncer de pulmón, las enfermedades cardiovasculares y las intoxicaciones relacionadas con el alcohol.

Letonia registró la tasa más alta de muertes evitables, seguida de Rumanía y Hungría.

Por el contrario, Suecia, Italia y Luxemburgo ocupan las últimas posiciones.

Las diferencias entre los países occidentales y orientales han aumentado desde 2010 en relación con el consumo de tabaco, la obesidad, la hipertensión y la diabetes, según un informe reciente de la OMS.

El informe de Eurostat se publica dos meses antes de que los países miembro de la ONU debatan sobre el tema en la Asamblea General del organismo en Nueva York el próximo mes de septiembre, donde está previsto que aborden los objetivos de reducción de enfermedades no transmisibles para 2030.

Hans Kluge, jefe de la Organización Mundial de la Salud para Europa, ha asegurado el lunes que el bloque europeo puede cambiar la situación y ha instado a aplicar políticas de prevención «audaces».

¿Un problema de falta de personal?

Numerosos sindicatos paneuropeos del sector sanitario, entre ellos la CES y la FSESP, aseguran que las cifras del informe de Eurostat reflejan un problema general de escasez de personal  en el bloque, vinculado a los recortes del gasto social a nivel nacional y de la UE.

Según la OCDE, en la UE faltan 1,2 millones de trabajadores sanitarios.

En ese sentido, Esther Lynch, secretaria general de la CES, ha asegurado que «a pesar de los heroicos esfuerzos diarios del personal sanitario, que realiza regularmente horas extraordinarias para suplir las enormes carencias, estas cifras demuestran una vez más que la austeridad mata».

Por su parte, Alessandro Gallina, responsable de políticas de la Alianza Europea de Salud Pública, una organización sin ánimo de lucro, aseguró el lunes que las cifras de Eurostat «subrayan una dolorosa verdad: la prevención sigue siendo clave para reducir las muertes evitables, pero la planificación del personal sanitario de la UE sigue sin incorporarla plenamente».

Ello se produce en un momento en el cual las ONG del sector sanitario -muchas de las cuales se centran en la prevención- han expresado su inquietud por su futuro, de cara a las próximas negociaciones sobre el presupuesto a largo plazo de la UE, el Marco Financiero Plurianual (MFP).

El pasado mes de junio, algunos miembros de la UE, entre ellos Bélgica, España y Eslovenia, pidieron que se mantuviera la financiación de la sociedad civil en el MFP.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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Verano, vacaciones, redes sociales… ¿y FOMO? Consejos ante un miedo cada vez más frecuente

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FOMO verano

El FOMO está presente sobre todo en los jóvenes porque, como indica la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), “el 69 % de los españoles de entre 18 y 34 años afirma haberlo experimentado”. 

Además, el FOMO se intensifica en verano por el aumento de la socialización y por el uso concurrente de las redes sociales.

Por otro lado, según un estudio de Cigna Healthcare, “un 30 % de los españoles identifica sus relaciones personales como una fuente de estrés”.

Consejos para reducir el FOMO este verano

Los expertos de Cigna Healthcare nos ofrecen algunos consejos para liberarnos del FOMO en las vacaciones:

  • Reduce el consumo digital
    • Establecer límites de tiempo del uso de las pantallas ayudará a reducir la ansiedad por la comparación social y a favorecer las conexiones con nuestro entorno real. 
  • Consulta los datos sobre la actividad digital diaria o semanal
    • En algunos dispositivos es posible acceder a estos informes, lo que te permitirá ser más consciente de los hábitos tecnológicos. 
desescalada fases
Un hombre toma el sol en un banco de un mirador de la montaña de Montjuic./EFE/Enric Fontcuberta
  • Configura las alertas y las notificaciones para recibir solo aquellas que sean importantes
    • Esto ayuda a reducir la sensación de alerta constante. 
  • Prioriza actividades al aire libre
    • De esta manera fomentarás la desconexión auténtica
    • “El contacto con el entorno natural disminuye los niveles de estrés, mejora el estado de ánimo y facilita la práctica del mindfulness, contribuyendo a vivir un verano más presente y disfrutando del JOMO”, puntualizan los expertos.

El JOMO como respuesta al FOMO

Ante el FOMO, surge el JOMO (Joy of Missing Out), un concepto que aboga por priorizar el bienestar personal, centrándose en tomar decisiones desde la propia voluntad y en poner límites en el entorno social y digital. 

“No se trata de desconectarse por completo, sino de aprender a utilizar las herramientas digitales y adoptar hábitos que permitan gestionar mejor el tiempo y la atención, identificando qué actividades aportan bienestar y cuáles generan estrés”, explica Elena Luengo, directora de Innovación de Cigna Healthcare.

“Así, es posible lograr un equilibrio que favorezca un descanso emocional efectivo y una conexión auténtica durante las vacaciones”, añade.

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