Ciencia y Salud
Los expertos son claros: No, no existe relación entre las vacunas y el autismo
En una entrevista con la revista TIME, Trump preguntado específicamente sobre las vacunas y si acabaría con los programas de vacunación infantil, aunque no respondió directamente, sí hizo alusiones a su relación con el autismo: “Vamos a tener un gran debate. La tasa de autismo está a un nivel que nadie creía posible. Si nos fijamos, hay algo que lo está causando”.
En un documento del Ministerio de Sanidad español sobre los mitos y falsas creencias de las vacunas, se hace hincapié en que éstas son “medicamentos muy seguros y eficaces”, que antes de ser aprobadas para su comercialización “son sometidas a muchos estudios estrictos para comprobar su seguridad”.
Asimismo, una vez que su uso está autorizado, se mantiene una “vigilancia constante de los posibles efectos secundarios”.
Vacunas infantiles y autismo: no hay relación
De forma específica, el documento cuenta con un apartado sobre las vacunas y el autismo y afirma que no existe relación tal y como está demostrado “en muchos estudios”, que han comparado en niños vacunados y no vacunados alrededor del mundo.
Cita dos de los trabajos más relevantes, uno de los cuales contó con la participación de medio millón de niños, y en el que los investigadores demostraron que el autismo era igual de frecuente entre los vacunados y los no vacunados.
El otro estudio, publicado en 2019, evaluó la relación entre la administración de la vacuna triple vírica y el desarrollo de autismo en más de 650.000 niños daneses nacidos entre 1999 y 2010 y demostró que no aumentaba el riesgo de desarrollar este trastorno.
“Otros muchos estudios, realizados en distintos países han llegado a la misma conclusión”, señala Sanidad, que los cita en la bibliografía.
Recuerda Sanidad que el falso mito que relaciona las vacunas y el autismo surge a raíz de que en 1998, un grupo de investigación en Reino Unido publicara en una revista británica de “reconocido prestigio” un estudio que vinculada la vacuna triple vírica (la del sarampión, rubeola y paperas) con el TEA, Trastornos del Espectro Autista.
Años más tarde se descubrió, explica Sanidad, que era un estudio “con escasa evidencia científica” que, entre otras cosas, incluía solamente a doce niños y era “fraudulento”, de hecho, la revista retiró el artículo en 2010.
Preocupación de la Confederación Autismo España
El psicólogo del área de Investigación de la Confederación Autismo España, Guillermo Benito, muestra su preocupación, en declaraciones a EFE, por que se vuelva a reactivar este tipo de bulos, que relacionan el autismo con las vacunas.
Insiste en que ya se ha demostrado que el estudio en el que se basa el falso mito había sido “una investigación fraudulenta”.
“Se demostró de forma clara que estaba basado en intereses económicos del investigador, al que, además, se le retiró la licencia para ejercer la medicina en el Reino Unido”, apunta el psicólogo de la Confederación.
A su juicio, la vinculación del autismo y las vacunas promueve la inseguridad entre la población y es una cuestión que no debería volver a la luz porque “ya debería estar superada”.
Además, abunda en que si ahora hay más casos de autismo es porque, entre otras cosas, hay “mejores recursos” para detectarlo, algo que no sucede en todo el planeta, sino en los países más avanzados.
AEV: cuestión de ciencia, no de creencia
En la web de la Asociación Española de Vacunología (AEV) se incide en que “no es una cuestión de creencia sino de ciencia” y que las vacunas no están detrás de los casos de autismo.
Tras citar varios estudios destaca que “la evidencia actual” sugiere que el autismo no tiene relación ni con la vacunación ni el tabaquismo materno y tampoco las tecnologías de reproducción asistida.
“Por el contrario, la edad avanzada de los padres está asociada con un mayor riesgo de TEA, así como otras complicaciones relacionadas con el embarazo”, señala la AEV.
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Ciencia y Salud
La anestesia, seguridad vital del paciente
“No sólo nos ocupamos de que la intervención se desarrolle sin accidentes, sin efectos adversos o de que el paciente no sienta dolor alguno y tampoco sea consciente de lo que está ocurriendo, sino que somos responsables de que esta persona se encuentre en las mejores condiciones físicas posibles al despertar”, añade.
“La seguridad se define así como el intento consciente de evitar cualquier daño innecesario al paciente. La anestesiología, por tanto, es un componente fundamental de la calidad asistencial en el Sistema Nacional de Salud, donde las anestesiólogas tenemos un papel muy relevante”, recalca la especialista de la Clínica IMEMA.
La Dra. María Lema Tomé también es médico adjunto en el Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, miembro de la Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos y profesora de Medicina en el Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense (UCM).
En su formación académica destacan su licenciatura en Medicina por la Universidad de Sevilla, su doctorado en la UCM, su especialización en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, su máster ASECMA/SCCMA de cirugía mayor ambulatoria o su máster en Medicina Estética en la Universidad de Alcalá.
¿Qué tipo de anestesia se utiliza en el cuerpo humano?
La anestesia se conforma a través de una serie de técnicas con las que se administran un conjunto de fármacos que suprimen o atenúan el dolor. Son técnicas adecuadas a cada tipo de cirugía, donde el paciente siempre mantendrá sus constantes vitales en los rangos de la normalidad.
Podemos resumir estas técnicas en tres grandes grupos.
Anestesia general: en esta categoría se puede englobar la sedación leve, moderada y profunda, así como la anestesia general, técnica que requiere un control completo de la vía aérea, lo que incluye la necesidad de intubación orotraqueal manteniendo al paciente relajado.
El paciente, además, permanecerá conectado a una máquina que realizará la función pulmonar.
Esta técnica se utiliza, por ejemplo, en cirugías cardíacas o en cirugías abdominales, en las que necesitamos que el paciente esté totalmente dormido, muy relajado y no se mueve absolutamente nada.
La anestesia general es muy habitual en cirugía plástica para mamoplastia de aumento.
Anestesia locorregional: se emplea en procedimientos en los que se requiere que sólo una parte del cuerpo humano se quede y permanezca anestesiado el tiempo necesario para la intervención.
Por ejemplo, una anestesia raquídea para tratar una hernia inguinal, una anestesia epidural para un parto o bloqueos del nervio plexo periférico para dormir un brazo o una pierna, que además se pueden bloquear a diferentes niveles, como pueda ser una mano.
La anestesia locorregional se lleva a cabo con ayuda de ecografía o neuroestimuladores para localizar exactamente los nervios que queremos anestesiar.
A este grupo de anestesias podemos añadir la sedación pertinente para que el paciente se encuentre confortable durante la intervención.
Anestesia local: se infiltra un anestésico local en la zona que queremos dormir, que no puede ser muy extensa. Esta técnica se realiza, por ejemplo, en el trasplante capilar, donde administraremos el anestésico en la zona donante y en la zona receptora de la cabeza, o en lesiones cutáneas.
¿Y cómo se administran estas anestesias en el paciente?
En anestesia general se utiliza una vía intravenosa para producir una inducción del sueño del paciente, que se podrá mantener bien con fármacos intravenosos en perfusión continua o bien mediante gases inhalatorios.
La mascarilla de inhalación de gases de inicio aporta oxígeno al paciente, pero luego se podrán introducir fármacos inhalatorios a través del tubo que les ayuda a respirar.
En la anestesia regional inyectamos el anestésico en aquellos nervios que queramos insensibilizar. Con la anestesia local, como su propio nombre indica, el anestésico inyectado irá exactamente a la zona que queremos dormir.
Prácticamente tod@s tendremos que ser hospitalizad@s en algún momento de nuestras vidas para recibir un tratamiento médico que precise la utilización de anestesia… Doctora Lema Tomé, ¿qué acciones preoperatorias se deben acometer antes de entrar a un quirófano?
Para garantizar la seguridad del paciente durante una intervención médica que requiera el uso de anestesia, todas ellas y ellos tienen que pasar una consulta de preanestesia. La anestesiología está presente a lo largo de todo el proceso perioperatorio.
La anestesióloga, como es mi caso, tratará de recabar toda la información de interés sobre el estado de salud del paciente, especialmente sobre diferentes patologías previas y medicaciones relacionadas (se realizarán los ajustes necesarios en los fármacos habituales).
Pero no sólo eso, sino que tendrá que averiguar el historial detallado de cirugías previas, con o sin incidentes, sus hábitos tóxicos (fumar, beber alcohol, drogas, sedentarismo, etc.).
También, el peso, la talla, si el paciente realiza ejercicio, si se fatiga o si padece algún tipo de alergia o intolerancia.
Valoramos todas esas variablesy datos médicos en fución de la cirugía a la que tenga que someterse y al estado basal del paciente (nivel de funcionamiento básico del organismo en ausencia de estímulos externos y enfermedades).
Además, se estudiarán analíticas de sangre, orina u otras, así como una radiografía de tórax o un electrocardiograma, entre otras pruebas diagnósticas.
El objetivo no es otro que optimizar al paciente para que llegue en el mejor estado de salud posible a la intervención para evitar que se produzcan efectos adversos o cualquier tipo de incidente imprevisto.
Cualquier condición previa es importante para determinar si el paciente es apto o no a la intervención en cada momento.
Doctora, ¿hasta qué punto es necesario abandonar los hábitos tóxicos como fumar, beber alcohol y las drogas, o comunicar las alergias que sufrimos, antes de someternos a una intervención quirúrgica?
Frente a una intervención quirúrgica, como debiera suceder en la vida diaria, es fundamental evitar los hábitos tóxicos… Y no sólo durante la cirugía, sino antes y después.
El tabaco, un tóxico muy consumido por un porcentaje muy alto de la población, produce una irritación crónica de las vías respiratorias.
Esta irritación crónica podría generar una serie de problemas respiratorios durante la acción de la anestesia, lo que podría provocar una crisis de asma entendido como un broncoespasmo; circunstancia que pone en riesgo la vida del paciente al sufrir una importante desaturación de oxígeno.
Algunas drogas conllevan arritmias durante el intraoperatorio, provocando, incluso, una parada cardíaca en el paciente.
Por tanto, es prioritario detectar cualquier consumo de tóxicos en la consulta de preanestesia; situación análoga si hablamos de las alergias que sufre el paciente.
Utilizamos diferentes fármacos que actúan en diferentes vías, no sólo a nivel anestésico. Habrá que evitar las reacciones alérgicas en relación al dolor y la inflamación.
¿Y l@s pacientes preguntan por ir en ayunas a la cirugía?
Por supuesto. Se recomienda el ayuno mínimo de seis horas para cualquier sólido o líquido salvo la ingesta de agua, que se podrá tomar hasta dos horas previas a la intervención, como norma general.
Esta precaución disminuye la incidencia de una complicación muy infrecuente pero potencialmente mortal: la broncoaspiración.
Los fármacos anestésicos provocan que se pierdan los reflejos de la vía aérea, de ayudarnos a no atragantarnos, a que no tengamos vómitos, ni que refluya la comida o cualquier fluido aparatoso.
Es decir, que parte el contenido del estómago pase a los pulmones y le pueda producir una neumonía aspirativa, que es una complicación muy grave.
Dra. María lema Tomé, anestesióloga, ¿cómo se vigila la seguridad del paciente durante la intervención?
Es muy característico que muchas personas piensen o manifiesten que el papel del anestesista es dormir al paciente y ahí finaliza su misión. Este pensamiento es un mito sin base ni argumento alguno.
Durante el intraoperatorio mantenemos todas las constantes vitales del paciente: a lo largo de la operación, y gracias a una monitorización exquisita, conseguimos su estabilidad tanto respiratoria como hemodinámicamente.
Monitorizamos el corazón, la frecuencia cardíaca, la tensión arterial o la saturación de oxígeno.
En el caso de anestesia general, monitorizamos, además, la profundidad anestésica, es decir, vemos cuánto y cómo de dormido se encuentra el paciente y cuáles son sus requerimientos anestésicos.
También vigilamos la mecánica ventilatoria, puesto que una máquina está sustituyendo la función pulmonar del paciente.
Podemos medir otra serie de parámetros en función del tipo de cirugía. Por ejemplo, en una cirugía cardíaca necesitamos medir la presión arterial de manera más invasiva, así como otras características del paciente.
En el postoperatorio nos encargamos de que el despertar del paciente se realice de manera adecuada, sin alteraciones a nivel cardiovascular o respiratorio.
Y tratamos cualquier complicación que pueda surgir y optimizamos el tratamiento ante el dolor, las náuseas y los posibles vómitos.
Doctora, ¿el paciente se puede despertar en medio de una intervención quirúrgica o sufrir dolor?
Es cierto que existe esta complicación que se llama despertar intraoperatorio, pero la incidencia es muy muy baja.
La anestesiología es una de las especialidades médicas que ha presentado un mayor desarrollo en los últimos 50 años, y no sólo en su vertiente farmacológica, cada vez más seguros, sino desde el punto de vista de la monitorización intraoperatoria.
Llevamos a cabo un manejo estrecho del paciente, las complicaciones que puedan aparecer, así como trabajar en sintonía con el cirujano para que la intervención se desarrolle en las mejores condiciones quirúrgicas.
Ante cualquier evento que por causa de la cirugía pueda aumentar el nivel de alerta, nosotr@s pondríamos todos los medios para que el paciente no llegara a despertarse y, desde luego, no sientiera dolor.
Es más, entre nuestros objetivos se incluye que el paciente no recuerde absolutamente nada de la intervención quirúrgica.
Doctora, ¿qué efectos tiene la anestesia en el paciente cuando se despierta?
Los pacientes, cuando despiertan, lo normal siempre es que reflejen un cierto mareo y desorientación. Este efecto se pasará a los pocos minutos o en una hora, puesto que siempre son trasladados a una unidad de reanimación postoperatoria.
Si bien es cierto que la anestesia es segura, no está exenta de riesgos, algunos de ellos inherentes a la condición quirúrgica y otros que dependen de la naturaleza y el estado de salud general del paciente.
Entre los más frecuentes y menos graves tenemos la aparición de náuseas y vómitos en el postoperatorio, irritación de la garganta tras anestesia general debido a la intubación o reacciones alérgicas a algunos fármacos administrados.
Por ejemplo, si un paciente es hipertenso tendrá más riesgo de que se descompense su tensión arterial, tanto que suba como que baje. Lo tendríamos previsto.
Siempre vamos por delante y podemos poner solución al problema, incluso evitar que ocurra, sobre todo en relación a las náuseas y vómitos postoperatorios.
¿Y existe algún tipo de riesgo mayor causado por la anestesia?
Los eventos adversos más graves son muy infrecuentes y suelen ir asociados a patologías preexistentes en el paciente. El riesgo cero no existe.
Por ejemplo, que haya algún tipo de parada intraoperatoria y el paciente puede llegar a fallecer; que haya algún tipo de embolismo o un “shock” o conmoción anafiláctica debido a un fármaco del cual se desconocía que el paciente fuera alérgico.
Todo puede pasar, pero son riesgos extremadamente raros y que el anestesiólogo siempre está preparado para poder tratarlos en el quirófano.
Dra. María lema, ¿qué sucedería si se interviene a un paciente sin anestesia?
Esa posibilidad es que ni se plantea a nivel profesional. Si un paciente necesita anestesia, siempre hay que brindársela. Es un acto médico insustituible para la salud y la integridad del paciente.
En ocasiones, habrá que escoger cuál es la mejor forma de administrar esta anestesia, porque podemos optar por varias técnicas, pero siempre garantizando la seguridad del paciente.
Por último, doctora, ¿qué diferencias existen entre anestesia y sedación?
La sedación se administra de la misma forma que la anestesia general, es decir, a través de la vía intravenosa. Son fármacos para que el paciente se relaje, se quede dormido y esté confortable.
En mi opinión, la sedación es parte de la anestesia, que yo siempre la encuadro dentro de la anestesia general, y se emplea en tres niveles:
Sedación leve, en la que el paciente está hablando, consciente pero muy tranquilo. Sedación moderada, en la cual el paciente ya está más dormido, pero responde a los estímulos cuando le hablamos o le tocamos.
Y sedación profunda, en la cual el paciente necesitaría más estímulos para percibir la realidad que le rodea
En estos tres niveles de sedación, la característica princial es que el paciente respira por sí mismo y se le puede ayudar con oxígeno a través de pequeñas cánulas nasales para mantener una mejor oxigenación.
Sin embargo, cuando ya pasamos a una anestesia general, el paciente va a estar totalmente inconsciente y muchas veces no podrá moverse, por lo cual recibirá ventilación mecánica.
Intubaremos al paciente mediante un tubo endotraqueal y a partir de ahí le conectaremos a una máquina que va a estar realizando la función respiratoria de sus pulmones.
Médicas anestesiólogas como la doctora María Lema Tomé son vitales para l@s pacientes antes, durante y después de cualquier intervención quirúrgica, y también, por supuesto, en los tratamientos de carácter local, como un trasplante capilar, que combina sedación y anestesia local.
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Ciencia y Salud
Farmacéuticos, aliados clave en salud mental
Promover la estima frente al estigma en salud mental, es uno de los ejes de la campaña sanitaria “Prevención y actuación farmacéutica en salud mental desde la farmacia”, impulsada por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
El proyecto, desarrollado en colaboración con la farmacéutica Boehringer Ingelheim, tiene como objetivos potenciar la intervención de la farmacia comunitaria en la detección de síntomas de patología mental, el fomento de la derivación al especialista y la educación sanitaria y el autocuidado, todos ellos asociados a la normalización frente al estigma muchas veces vinculados a estos pacientes.
Para ello, se elaborará una guía científica junto a la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) para que los farmacéuticos profundicen en sus conocimiento sobre las principales patologías, sus diferencias, los signos y síntomas de alerta y las buenas prácticas de derivación al especialista.
La guía tratará en especial patologías calificadas como graves como el espectro de esquizofrenia y el trastorno bipolar, además del Deterioro Cognitivo Leve asociado a la esquizofrenia y a otras patologías.
Los pacientes y cuidadores tendrán acceso a infografías descriptivas sobre autocuidado en la salud mental, que abordarán la importancia de la adherencia tanto a los tratamientos como a hábitos saludables.
Además, en una segunda fase, la campaña pondrá en machar también un servicio de educación sanitaria en 300 farmacias rurales con dos sesiones de educación sanitaria desde las farmacias centradas en la adherencia y el manejo de estas patologías para pacientes y cuidadores.
La cercanía de los farmacéuticos en salud mental
Rita de la Plaza, tesorera del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, explica que los farmacéuticos tienen una posición privilegiada, sanitaria y social para contribuir a mejorar la salud y calidad de vida de los pacientes con problemas de salud mental.
“Por su cercanía al paciente, los farmacéuticos representan un auténtico radar para detectar primeros síntomas, pacientes que han dejado de tomar su medicación, otros que expresan reacciones adversas, que muestran signos de empeoramiento, conductas de riesgo o suicidas”, señala la farmacéutica.
También insiste en que desde la farmacia quieren combatir el estigma en salud mental porque precisamente ese estigma provoca que muchos pacientes no quieran iniciar o abandonen sus tratamientos.
“En la medida en la que normalicemos la patología mental facilitaremos no solo la inclusión social de estas personas, sino también el éxito de sus tratamientos. En este contexto es donde los farmacéuticos queremos combatir esta discriminación y estigma, mediante la estima; siempre junto a los pacientes”, indica la experta.
La enfermedad mental grave
Marina Díaz, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), recuerda que los trastornos mentales más comunes son los de ansiedad, las depresiones y el insomnio.
Esto se denomina “enfermedad mental común” y puede afectar al 15-20 % de la población.
Sin embargo, existe también la “enfermedad mental grave”, que recoge la esquizofrenia, el trastorno bipolar, los trastornos de personalidad o las depresiones graves.
“Esta enfermedad mental grave tiene una prevalencia menor, pero conduce a situaciones de gran sufrimiento y pérdida de autonomía, así como comportamientos tan preocupantes como las conductas suicidas”, explica la experta.
La importancia de la prevención
En relación con la labor que puede desarrollar la profesión farmacéutica, la presidenta subraya que la prevención tiene que ser una de las líneas de actuación dónde más esfuerzo se haga.
“Teniendo en cuenta que el farmacéutico es, para muchas personas, el primer sanitario al que acude, esta figura es una pieza clave asistencial a la hora de detectar cuándo una persona debe ir al médico porque los síntomas están interfiriendo en el desarrollo adecuado de su día a día”, señala la psiquiatra.
Marina Díaz también señala que la confianza que tiene el paciente en su farmacéutico es muy valiosa en los casos en los que ya se está en tratamiento, ya que pueden orientarle, ofrecer información de calidad, comprensible y adecuada a sus necesidades.
“Por ejemplo, cuando se explican algunos aspectos básicos sobre la toma de medicación y los efectos adversos más frecuentes, la adherencia sube considerablemente. También, es importante explicar que el efecto de los antidepresivos es mantenido en el tiempo y que no debe esperarse un efecto inmediato, o que el uso de benzodiacepinas debe ser limitado en el tiempo”, indica la especialista.
Recomendaciones para mejorar el abordaje de la salud mental
Por último, Rita de la Plaza recuerda las propuestas que el presidente del Consejo General de Farmacéuticos, Jesús Aguilar, expuso recientemente ante la Comisión de Sanitad del Senado en el marco de la Ponencia sobre salud mental y prevención del suicido.
- Promover la formación en salud mental entre todos los profesionales sanitarios, de forma integral y compartida. En el caso de los farmacéuticos, esta formación debe incluir la identificación de señales de alerta, la intervención en crisis y el manejo de situaciones difíciles en el mostrador de la farmacia.
- Crear protocolos nacionales de derivación estandarizados a nivel nacional para que los farmacéuticos puedan derivar a los pacientes a los servicios de salud mental correspondientes de manera eficaz y segura.
- Integrar al farmacéutico en equipos multidisciplinares de salud mental, reconociendo a estos profesionales como miembros clave en los equipos multidisciplinares que gestionan la salud mental. Su inclusión activa permitiría mejorar la coordinación entre los distintos actores el sistema de salud y ofrecer un enfoque más integral y personalizado al paciente.
- Mejorar la adherencia el tratamiento: Uno de los mayores riesgos en los pacientes con problemas de salud mental es el abandono del tratamiento.
- Integrar la salud mental en la Atención Primaria y Comunitaria. Los farmacéuticos, como profesionales de contacto frecuente con los pacientes, pueden desempeñar un papel crucial en la supervisión y seguimiento del cumplimiento terapéutico, asegurando que los pacientes reciban la mejor atención posible.
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Ciencia y Salud
¿Se puede detectar el alzhéimer con un análisis de sangre?
El estudio más grande realizado hasta la fecha evidencia la posibilidad de detectar el alzhéimer a través de un simple análisis de sangre. El alzhéimer, responsable del 60-80 % de los casos de demencia, sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo sin tratamiento preventivo ni cura.
¿Qué técnicas de prevención existen?
La detección del alzhéimer se puede realizar a través de dos tipos de prueba:
- Extracción de líquido cefalorraquídeo: Se extrae mediante una punción lumbar similar a la epidural y se analiza el líquido que rodea el sistema nervioso.
- Técnicas de neuroimagen: Se inyecta al paciente una sustancia con cierta actividad radioactiva para obtener una imagen de las lesiones cerebrales.
Ambas intervenciones, además de ser invasivas para el paciente, resultan muy costosas para el sistema sanitario y solo están recomendadas cuando la sospecha de la enfermedad es muy alta. Sin embargo, un reciente estudio ha propuesto una nueva forma de detección que además de no ser invasiva, es capaz de detectar esta enfermedad neurológica con mayor anterioridad y es menos costoso.
¿Una nueva forma de prevención del alzhéimer?
Un equipo de investigación liderado por Ace Alzheimer Center Barcelona, en colaboración con el Hospital Sant Pau, ha realizado el estudio más amplio hasta la fecha en todo el mundo sobre la utilidad clínica de los biomarcadores plasmáticos en la detección temprana del alzhéimer.
Biomarcador pTau181
Los resultados, que se basan en una muestra de más de 2.000 pacientes revelan que el biomarcador pTau181 en sangre tiene una sensibilidad del 94 % y una precisión cercana al 80 % para identificar a pacientes con alto riesgo de desarrollar alzhéimer en fases iniciales.
“Los biomarcadores nos permitirán seleccionar a los pacientes correctos para los tratamientos correctos en el momento preciso”, apunta la doctora Amanda Cano, que ha liderado el estudio.
Este biomarcador se descubrió hace más de 20 años, momento en que los investigadores detectaron que esta proteína está involucrada en el proceso degenerativo de la enfermedad de Alzheimer. Al ser la encargada de mantener la estructura de las neuronas, cuando hay una alteración en la enfermedad, esta proteína sufre un cambio en la estructura.
Al cambiar, la proteína ya no es funcional y tiende a agregarse dentro de las neuronas, lo que provoca toda la corriente neurotóxica que es típica en esta enfermedad.
La detección a través de los niveles de este biomarcador, constituye un método eficaz, no invasivo y accesible para la detección temprana de la enfermedad.
El estudio
En el grupo de estudio de Ace Alzheimer Center Barcelona han aplicado diferentes cortes (grupos de pacientes) porque, como explica la doctora Amanda Cano, es muy importante evaluar diferentes grupos de pacientes con diferentes contextos con un mismo parámetro.
Este método permite verificar que los resultados obtenidos no son aleatorios y se repiten en varios grupos, lo que indica que son extrapolables a diferentes tipos de pacientes.
Los grupos de pacientes han sido clasificados de la siguiente forma:
- Personas en etapas preclínicas: aquellos pacientes que todavía no tienen ningún síntoma clínico, pero tienen alguna percepción de que algo ocurre.
- Personas con deterioro cognitivo leve: pacientes que ya tienen alguna alteración clínica en la que se puede percibir algún problema, pero no está en una fase de demencia en que el paciente pierde la autonomía.
- Personas con demencia: aquellos pacientes cuyos biomarcadores son más altos porque la enfermedad ya está en las fases finales.
“Detectar los niveles de este biomarcador en las fases más iniciales nos permitirá poder abordar a estos pacientes de una manera más directa, más rápida y más personalizada con el fin de poder frenar el proceso neurodegenerativo lo antes posible”, explica la doctora.
Resultados prometedores
Los resultados del estudio son significativos: el uso de este biomarcador podría reducir en un 39 % la necesidad de realizar punciones lumbares.
Además, abriría el abanico de posibilidades para diagnosticar la enfermedad en aquellos casos en los que, por razones médicas, no se puede realizar una punción lumbar a los pacientes.
“Los biomarcadores plasmáticos revolucionarán no solo el diagnóstico del alzhéimer, sino también la selección de pacientes para ensayos clínicos y la evaluación de nuevos tratamientos, facilitando la implantación de la medicina de precisión en esta área”, explica la doctora Amanda Cano.
El alzhéimer es muy difícil de detectar en las etapas tempranas porque cuando el paciente empieza a demostrar los primeros síntomas clínicos, las alteraciones que han ocurrido en el cerebro, han aparecido hasta 15 años antes.
Por lo tanto, en esa fase, el paciente no tiene ninguna percepción de que hay un problema y a día de hoy no existe ningún método de diagnóstico o detección que pueda abordar este problema en esas fases en las que no hay ningún tipo de alteración clínica.
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