Ciencia y Salud
Los expertos alertan de «lagunas de privacidad» en la iniciativa europea sobre datos sanitarios
Bruselas (Euractiv.com/.es) – Numerosos expertos han hecho sonar las alarmas sobre la protección de los datos personales en relación con el nuevo plan de la Comisión Europea para digitalizar los datos sanitarios transfronterizos en el bloque comunitario.
Para evitar polémicos casos de filtración de datos y ataques de hackers –como el de 23andMe- los países de la Unión Europea (UE) deberían reforzar las leyes nacionales y restringir el intercambio de información con las empresas, aseguran.
Desde marzo pasado está en marcha el plan de la UE para dar a los ciudadanos un mayor control sobre sus datos sanitarios y reutilizarlos para la investigación: el Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EHDS).
Pero se ha topado con problemas de privacidad, sobre todo en el caso de las personas que quieren excluirse del uso de datos secundarios y genéticos.
Al mismo tiempo, el reciente escándalo de 23andMe -empresa de pruebas genéticas con sede en San Francisco que quebró el mes pasado, comprometiendo los datos de sus usuarios- ha reavivado las exigencias para que la UE se dote de normas de privacidad más estrictas.
Los datos genéticos son «especialmente sensibles», ya que contienen información sobre quiénes son los miembros de tu familia y podrían incluir marcadores asociados a comunidades vulnerables afectadas por enfermedades raras, explica la Dra. Hannah van Kolfschooten, investigadora de la ONG Health Action International.
Capacidad de control de los usuarios
Por ese motivo, sería preferible contar con una opción de inclusión voluntaria de los datos genéticos, lo cual daría a los usuarios más control sobre su información personal que una opción de exclusión voluntaria, especialmente si los datos se utilizan para investigación comercial, formación en inteligencia artificial (IA) o análisis de salud pública.
Aunque la EHDS debería, en teoría, apoyar la normativa de protección de datos, los países de la UE también podrían encontrar lagunas para el uso secundario de los datos, añade Van Kolfschooten.
Por ejemplo, podrían aprobar normas que estipulen que «los individuos no pueden optar por no compartir sus datos de salud con las autoridades de salud pública para llevar a cabo investigaciones científicas sobre un tema de gran interés público.»
En ese sentido, el pasado lunes la Fundación Novo Nordisk de Dinamarca ofreció una subvención de 27 millones de euros para crear un nuevo «punto único de entrada» nacional de datos sanitarios, destinado a facilitar la investigación.
El modelo de Suiza
Suiza es líder mundial en derechos de privacidad y seguridad digital, con disposiciones estrictas en torno a los datos genéticos. En opinión de algunos expertos, los países de la UE deberían tomar a la Confederación Helvética como modelo para aplicar la EHDS.
«Suiza tiene muchas políticas que protegen específicamente los datos genéticos», explica Andrea Martani, investigador en bioética de la Universidad de Basilea, incluida una cláusula de inclusión voluntaria.
En comparación, la UE sólo distingue entre datos personales sensibles -como los genéticos o los de salud- y datos personales «normales», como los de compra, explica.
Para Martani, eso no significa que los datos genéticos deban tratarse de forma diferente a otros tipos de datos sanitarios -un concepto conocido en el mundo jurídico como «excepcionalismo genético»-, sino que ambos deben contar con una mayor protección.
Promesas y realidad
Aunque las leyes de protección de datos pueden prometer muchas restricciones en la recogida y uso de datos personales sensibles, esas salvaguardias se pueden ver socavadas cuando las personas ceden voluntariamente sus datos, como ocurre con las pruebas genéticas de 23andMe.
En última instancia, sin embargo, es probable que los ciberataques a ese tipo de plataformas se sigan produciendo en toda Europa, explica Van Kolfschooten, ya que los datos sanitarios son «caros y difíciles de obtener», y por lo tanto valen dinero.
En marzo pasado, la Presidencia semestral polaca del Consejo de la UE señaló los problemas de la EHDS, en especial la brecha este-oeste en infraestructuras sanitarias digitales y los elevados costes de implantar sistemas sanitarios transfronterizos seguros.
Algunos países, como Francia y los Países Bajos, ya cuentan con sistemas sanitarios digitales avanzados. Pero otros, como Bulgaria y Rumanía, siguen trabajando para modernizar los suyos.
Pero incluso los sistemas avanzados son vulnerables. En 2024, un hospital francés sufrió un ataque informático que dejó al descubierto los historiales médicos de 750.000 personas.
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(Editado por AW/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.com)
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Ciencia y Salud
Alimentos ultraprocesados en la diana: qué son y por qué resultan tan nocivos para nuestra salud
La salud pública ha colocado los alimentos ultraprocesados en el centro de la diana a raíz de un especial publicado en la revista científica The Lancet, que los ha tildado de “nuevo tabaquismo”. España, de hecho, es uno de los países en donde más ha aumentado su consumo: se ha triplicado en 30 años.
Cuenta a EFE una de las investigadoras del especial de The Lancet, Renata Bertazzi, actualmente en la Universidad de Salamanca, que los datos atribuidos a España proceden de encuestas hechas en 1990, 2000 y 2010, por lo que infiere que “con la tendencia de crecimiento observada, es posible que el consumo actual sea aún mayor».
¿Pero qué son los alimentos ultraprocesados, convertidos en dominantes en las dietas actuales tanto en los países desarrollados como en los emergentes a pesar de los conocidos efectos adversos que provocan en la salud de las personas?
Ultraprocesados: alto contenido de azúcares añadidos
Según la clasificación NOVA, que divide los alimentos según la naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se les somete, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes.
No contienen ingredientes integrales reconocibles y suelen tener un alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y aditivos químicos.
Entre los ejemplos más comunes se encuentran la bollería industrial, los refrescos azucarados, los embutidos, las comidas rápidas, los cereales de desayuno azucarados, las patatas fritas de bolsa y los productos precocinados congelados.
Estos alimentos, listos para consumir y de larga duración, ofrecen ventajas comerciales frente a los frescos, pero a costa de su valor nutricional.
¿En qué se diferencian de los alimentos procesados?
En la web de la Asociación Española de Nutrición y Dietética, antes de abordar qué son los alimentos procesados y por qué se caracterizan, recalca que la transformación, o procesamiento, de los alimentos es “cualquier acción que altere sustancialmente el producto inicial’.
Se incluirían entonces aquellos alimentos “sometidos a algún tipo de tratamiento térmico (como la pasteurización), ahumado, curado, maduración, secado, marinado, extracción, extrusión, o a una combinación de dichos procedimientos”.
El objetivo de estos procesos, remarca, consiste en “mejorar la apariencia y/o el sabor del alimento, hacerlo comestible o prolongar su duración” sin comprometer la seguridad alimentaria.

Algunos ejemplos de alimentos procesados son las legumbres cocidas, las verduras congeladas, los yogures, las bebidas vegetales, la piña en conserva, las lechugas troceadas, lavadas y listas para consumir, el pan, los frutos secos tostados…
Añade la entidad, respecto a los alimentos ultraprocesados, que la diferencia con los procesados es una “línea bastante volátil”, aunque se relacionan los primeros con los que se han sometido a “un proceso de transformación industrial muy intensivo”, y si por lo general reciben conservantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes u otros compuestos dirigidos a hacer más atractivos su aspecto y su sabor, en ocasiones se les agrega azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sal.
Estos últimos elementos los define la Academia como “los tres jinetes del Apocalipsis” por su relación directa con la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, por no hablar de cánceres.
Efectos en la salud
Enlazamos por tanto con las consecuencias que el consumo habitual de estos compuestos genera en la salud, basadas en estudios e investigaciones.
En España, por ejemplo, investigaciones del Proyecto SUN concluyeron que consumir más de cuatro raciones diarias de estos productos incrementa un 62 % el riesgo de mortalidad por todas las causas.
Otros trabajos han identificado efectos más específicos. En 2025, un estudio publicado en Cell Metabolism reveló que los ultraprocesados afectan la salud metabólica y reproductiva incluso sin un exceso de calorías, alterando hormonas y reduciendo la calidad del esperma.
E investigaciones de la Universidad Rovira i Virgili demostraron que su consumo modifica la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias asociadas a enfermedades inflamatorias.
También se han observado vínculos con la salud mental. En Brain Medicine alertaron de la presencia de microplásticos en alimentos ultraprocesados, capaces de acumularse en el cerebro y posiblemente contribuir a trastornos como la depresión o la demencia.
En la infancia, su consumo se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, asma y alteraciones cardiometabólicas.
Medidas para limitar su venta y consumo
Ante la magnitud del problema, distintos países y organismos internacionales han adoptado políticas para reducir la exposición a estos productos.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan limitar su publicidad, especialmente dirigida a menores, e implementar impuestos a las bebidas azucaradas y etiquetados frontales claros.
México se ha convertido en un referente regional. Desde 2020 aplica un sistema de sellos de advertencia en los envases de alimentos y bebidas ultraprocesados, y en 2025 entró en vigor la prohibición de su venta en todas las escuelas del país.
Países como Chile, Perú y Uruguay han implementado políticas similares, incluyendo etiquetados frontales y limitaciones a la promoción de ultraprocesados.

En Europa, la United European Gastroenterology ha pedido restringir la publicidad de la “comida basura”, imponer recargos fiscales a los refrescos azucarados y promover dietas saludables basadas en frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
En España, un real decreto aprobado en abril de este año, sobre la alimentación en comedores escolares, prohíbe servir bebidas azucaradas, venderlas en las máquinas vending o en las cafeterías de estos centros. Y se eliminan las bebidas energéticas y los alimentos azucarados (la llamada bollería industrial).
En concreto, no se podrán vender productos que superen un contenido máximo de 5 gramos de azúcares por porción envasada y que incumplan los criterios recomendados por organismos como la OMS sobre los límites para la ingesta de grasas, azúcares y sal, apuntaba la normativa del Gobierno.
Recomendaciones
Los investigadores del especial de The Lancet apelan a los gobiernos a regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de ultraprocesados para salvarguardar la salud pública frente «a la poderosa industria de fabricación de ultraprocesados».
Entre sus recomendaciones: un etiquetado «más parecido al de una cajetilla de tabaco», que informe claramente de sus aditivos y del riesgo que suponen para la salud de forma bien visible en la parte frontal del producto.
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Ciencia y Salud
Proyecto CaMBIOAT, una iniciativa para mejorar la adherencia al tratamiento en cáncer de mama
La creación de protocolos proactivos, el impulso de herramientas digitales en el sistema sanitario, una formación más específica y un mayor apoyo psicooncológico son las soluciones que propone el Proyecto CaMBIOAT, una iniciativa para mejorar la adherencia al tratamiento en cáncer de mama.
Oncólogos, farmacéuticos, pacientes, psicooncólogos y enfermeros han participado en esta iniciativa que identifica hasta 28 barreras que impiden la correcta adherencia al tratamiento de las pacientes, dado que un tercio de ellas no sigue el tratamiento endocrino al cabo de cinco años y la adherencia disminuye en más de un 25 % en el primer año tras el tratamiento agudo.
La sobrecarga asistencial, el acceso desigual a los recursos, la baja percepción del riesgo de no continuar el tratamiento o el impacto emocional son algunos de los impedimentos que recoge el proyecto CaMBIOAT -Cáncer de Mama: Barreras e Intervenciones Omnicanal para un cambio en la Adherencia Terapéutica-, el cual pretende ser una “guía de información» en este ámbito.
“Hay que incrementar la formación para informar de manera adaptada a cada paciente”, ha señalado la oncóloga médica del Hospital Universitario de Navarra y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Susana de la Cruz, quién ha contado que en ocasiones estas mujeres “no son conscientes del riesgo que conlleva no tomar la medicación”.

Por ello, De la Cruz ha instado a fomentar la innovación digital en el sistema sanitario para que el profesional pueda conocer el seguimiento personalizado de cada una de ellas (…) “Sería interesante que pueda saltar una alarma si la paciente no ha ido a la farmacia, así como llevar algún tipo de conteo de su medicación”.
El oncólogo médico del Hospital 12 de Octubre y miembro fundador de SOLTI Young, Rodrigo Sánchez Bayona, ha hecho mención al “impacto en la calidad de vida” de las pacientes que reciben tratamientos hormonales y ha destacado la importancia del “acompañamiento con más detalle” desde la consulta.
“Hay falta de información real sobre si las pacientes toman la medicación y es importante contar con estos datos porque no es una inversión cara”, ha explicado Sánchez, quién considera que el acceso a la innovación sanitaria debe acompañarse del cumplimiento del tratamiento por parte del paciente.
Otros especialistas han señalado la educación sanitaria personalizada, el acompañamiento emocional continuo, la coordinación interdisciplinar, el empoderamiento de las pacientes y el acceso a recursos de los familiares y profesionales como parte de las soluciones en un contexto en el que “las pacientes con más riesgo son las que mejor cumplen el tratamiento”.
El proyecto, promovido por Lilly, -que colabora con EFE en la difusión de este contenido-, cuenta con la colaboración de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y del grupo académico de investigación clínica, SOLTI.
El cáncer de mama es el tipo de tumor más común en la población femenina española con 37.000 nuevos casos cada año -cien mujeres son diagnosticadas al día- y una tasa de supervivencia del 82,8 % a cinco años del diagnóstico.
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Ciencia y Salud
Claves de la decisión de EE.UU de retirar las advertencias sobre la terapia hormonal en la menopausia
Estados Unidos anunció hace unos días que eliminará las advertencias para la salud de la terapia hormonal para la menopausia, una decisión que supone «un cambio radical» en el tratamiento de las mujeres durante esta etapa «y una especie de rehabilitación científica» tras más de dos décadas de estigmatización de este tipo de fármacos.
Fue el pasado 10 de noviembre cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) anunció en rueda de prensa lo que consideró algo «histórico».
«El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. anunció hoy una medida histórica para restablecer el rigor científico en la salud de la mujer. Tras más de dos décadas de temor y desinformación en torno a la terapia hormonal sustitutiva, la FDA está comenzando a eliminar las amplias advertencias de recuadro negro de los productos de THS para la menopausia», señaló entonces la agencia sanitaria estadounidense.
En concreto, se refiere a actualizar el etiquetado de los fármacos de la terapia hormonal y eliminar las referencias a los riesgos de enfermedad cardiovascular, cáncer de mama y demencia probable.
«La FDA no tiene previsto eliminar la advertencia destacada sobre cáncer de endometrio para los productos sistémicos que contienen estrógenos solos», añadía la entidad estadounidense.
El estudio que lo cambió todo
Recordaba la agencia que las mujeres han usado la terapia hormonal durante décadas para aliviar los síntomas asociados a la menopausia.
Sin embargo, «su uso se desplomó a principios de la década de 2000» cuando la FDA incluyó advertencias destacadas en los prospectos tras un estudio de la Iniciativa de Salud de la Mujer (WHI, por sus siglas en ingles) que halló riesgo de cáncer de mama.
Pero el estudio «no era estadísticamente significativo» y la edad promedio de las mujeres participantes era de 63 años, más de una década superior a la edad promedio de una mujer que experimenta la menopausia. Además, a las participantes se les administró una formulación hormonal cuyo uso ya no es común.
En este sentido, la presidenta electa de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), Silvia P. González, abunda, en declaraciones a EFE Salud, en que, además, y entre otras cosas, las criticas a ese estudio señalaban que los resultados no estaban ajustados por factores de riesgo, como las enfermedades preexistentes.
«Estas mujeres, muchas de ellas, eran fumadoras obesas de bastante edad, con lo cual su riesgo ya de cáncer de mama podía ser alto. Y, además, pudo haber sesgo, porque hubo una tasa inusualmente baja de cáncer de mama en el grupo de placebo», indica González.
Y lo más revelador, sostiene la presidenta electa de la AEEM, es que un análisis posterior de los mismos datos del estudio WHI a 20 años, indicaba que en el grupo de mujeres que tomaban solamente estrógenos tras la menopausia conseguía una reducción de un 23 % del riesgo de padecer cáncer de mama y un 40 % menos de riesgo de morir por este tumor.
Una rehabilitación científica
Para la AEEM, la decisión de la agencia sanitaria estadounidense es una especie «de rehabilitación científica después de más de dos décadas de estigmatización» de la terapia hormonal sustitutiva para la menopausia.
Y es que las hormonas actuales como el estradiol o la progesterona micronizada, entre otras, si bien son sintéticas, son estructuralmente idénticas a las que produce el cuerpo de la mujer de forma natural. Y, desde luego, son muy distintas a las que se usaron en el estudio de la WHI hace 20 años, y con un perfil de seguridad muy mejorado.

En Europa
¿Y cómo afectará en Europa esta decisión? Según explica González, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) hace sus propias revisiones científicas y recomendaciones.
«Pero probablemente la EMA deba responder de alguna forma a este cambio, especialmente si se comienza a generar presión desde las sociedades médicas europeas y posiblemente pues así se haga, porque realmente estábamos esperando ya anuncios mucho más positivos de la terapia hormonal y mucho más equilibrados», puntualiza González.
En este sentido, lamenta que Estados Unidos y Europa estén «desalineados» en esta materia porque, en su opinión, lo que provoca es «confusión en las mujeres». De ahí que la AEEM trate de hacer lo que esté en su mano para armonizar las posturas regulatorias y que la evidencia científica, que es común, s etenga en consideración en Europa.
El daño «ya está hecho»
Las advertencias de los riesgos para la salud de la terapia hormonal sustitutiva en la menopausia en los últimos 20 años han generado una «desconfianza rotunda» en estos fármacos por parte de las mujeres, de hecho, en algunos países su uso llegó a descender hasta un 80 %.
La consecuencia de ese estudio de la WHI y de cómo se difundió (antes en los medios de comunicación que en publicación científica) provocó que «toda una generación de mujeres fuera privada de poder elegir si quería un tratamiento hormonal».
«Y esto generó consecuencias muy negativas para la salud y calidad de vida de las mujeres», asevera la presidenta de la AEEM y directora médica de Menoclínica.
Por eso, esta decisión de la FDA llega «tarde y el daño ya está hecho» a esa generación de mujeres que se ha visto perjudicada «pagando un alto precio» en su calidad de vida, como fracturas osteoporósicas o eventos cardiovasculares, entre otros.
Fármacos seguros
González hace hincapié en que probablemente no hay medicamentos tan estudiados a nivel mundial como los de la terapia hormonal sustitutiva.

De hecho, hay estudios que han reclutado a más de un millón de mujeres, con lo cual se sabe «muchísimo sobre sus riesgos y beneficios».
«El mensaje es que las hormonas no son el demonio. Desde luego tampoco son la panacea. Y esto también es muy importante, es una herramienta muy eficaz cuando se usa correctamente, con las pruebas adecuadas y en el momento oportuno», considera la presidenta electa de la AEEM.
¿Cuándo iniciar la terapia hormonal?
La indicación de la terapia hormonal es cuando existe sintomatología climatérica por la menopausia, que deteriora la calidad de vida de la mujer.
La recomendación, en este sentido, es iniciar la terapia cuando hay síntomas en los diez años posteriores a la menopausia. Lo ideal es hacerlo cuanto antes, mejor.
De esta forma si la mujer está sana y tiene síntomas que deterioran su calidad de vida, los beneficios superan a los riesgos potenciales. En concreto, se reduce un 50 % el riesgo de infarto, un 64 %, el de deterioro cognitivo y un 35 % de alzhéimer. Pero también, una disminución de determinados tumores, como el de colon.
«En mujeres que tienen patologías, pues depende. Ahí hay que elegir muy bien el tipo de tratamiento hormonal, la vía de administración, la composición exacta y valorar e individualizar mucho los casos», apunta González.
De hecho, la AEEM cuenta con un posicionamiento de casi 100 páginas sobre los criterios de viabilidad de la terapia hormonal, con las condiciones de salud clínicas y evalúa todos los estudios que han sido publicados para indicar, mediante un código semafórico, cuándo se puede utilizar o no el tratamiento hormonal.
«Siempre tiene que ser una decisión compartida entre médico y paciente, evaluando todos los factores de riesgo personales, la intensidad de los síntomas y, por supuesto, las preferencias de la mujer», sentencia la presidenta de la AEEM.
Informarse de fuentes fiables
Ante la repercusión mediática que ha tenido la decisión de la FDA, la presidenta electa de la AEEM hace hincapié en que las mujeres tengan en cuenta las fuentes de las cuales proviene la información, que tienen que ser de profesionales con formación específica de menopausia.
«Y no en influencers o celebrities, que no están cualificadas para emitir una opinión sólida al respecto, y que no se dan cuenta de que están haciendo muchísimo daño», destaca.
Por último, González insiste en que las sociedades científicas no dicen para todo el mundo tratamiento hormonal, «en absoluto».
«Ni lo hemos dicho nunca ni lo vamos a decir. Lo que sí decimos es que se les dé una visión equilibrada a las mujeres para que puedan elegir sin miedo, y se puede hacer una toma de decisiones compartida», insiste.
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