Ciencia y Salud
La detección y gestión de la sepsis en los hospitales necesita mejorar, según un estudio internacional

El trabajo publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine se basa en las encuestas realizadas en 1.023 hospitales, 835 (81,6%) eran de Europa, con el objetivo de investigar en qué medida se implementan las recomendaciones de las guías de sepsis y la disponibilidad de infraestructura para la atención de pacientes agudos.
La sepsis surge cuando el cuerpo responde de manera extrema a una infección, lesionando sus propios tejidos y órganos, como pulmones, riñones, cerebro e, incluso, el corazón.
Se estima que hasta 50 millones de personas sufren sepsis cada año en el mundo, con más de 4 millones de casos neonatales e infantiles y 270.000 casos de sepsis materna y provoca 11 millones de muertes anuales, según datos de la Global Sepsis Alliance.
En España, según datos citados por la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), hay una variabilidad importante en cuanto a la incidencia y la mortalidad, aunque ronda los 50.000 afectados, de los que unos 17.000 no logran superarla y mueren.
En este estudio ha participado el Instituto de Investigación e Innovación Parc Taulí (I3PT-CERCA) con el investigador Antoni Artigas al frente de esta iniciativa en Cataluña.
“Hemos analizado -explica- los programas que tienen los hospitales para la detección precoz de la sepsis, la aplicación del tratamiento estandarizado, la disponibilidad de una infraestructura adecuada y de estrategias de mejora de la calidad; todos ellos, componentes esenciales en el plan de sepsis de cualquier hospital”.

Las carencias ante la sepsis en los hospitales
El estudio concluye que existe “un margen considerable de mejora” en un gran número de hospitales, en particular en lo que respecta a la identificación temprana y el tratamiento estandarizado de la sepsis, la disponibilidad de directrices, la infraestructura diagnóstica y terapéutica y la implementación de medidas de calidad de la atención.
Considera que hacen falta más esfuerzos para implementar una calidad de atención más integral y adecuada.
La investigación indica que:
- Solo el 54 % de los servicios de urgencias, el 48 % de las plantas hospitalarias y el 62 % de las UCI realizan un cribado regular para identificar la sepsis.
- La gestión estandarizada solo está implementada en un 57 % de los servicios de urgencias, un 45 % de las plantas hospitalarias y un 70 % de las UCI.
- Además, menos del 10 % de los hospitales disponen de diagnósticos microbiológicos accesibles 24 horas 7 días de la semana, lo que puede retrasar el tratamiento adecuado.
- Y solo un 4,6 % de los hospitales tienen programas específicos para la sepsis y apenas un 9,8 % han implementado iniciativas de mejora de la calidad.
Los resultados ponen de manifiesto que “existe un amplio margen de mejora en un gran número de hospitales, principalmente europeos”, subraya el investigador del I3PT-CERCA.
“Se necesitan más esfuerzos -añade- por parte de todos los agentes para ofrecer una atención más integral y de calidad adecuada. La gravedad de la sepsis lo exige”.
Código Sepsis
Para intentar que el paciente sea tratado de la sepsis cuanto antes y prevenir consecuencias irreversibles existe el Código Sepsis que se aplica en las diferentes comunidades autónomas.
El Código Sepsis es un protocolo de actuación urgente que facilita la detección de los pacientes con sepsis, el inicio del tratamiento precoz y la coordinación de la atención entre los niveles asistenciales.
Aunque solo representa un pequeño porcentaje de las infecciones cotidianas, la detección precoz y el inicio inmediato del tratamiento son fundamentales para el buen pronóstico.
Los síntomas son los escalofríos, irregularidades en la temperatura corporal (fiebre o hipotermia), confusión o desorientación; aumento del ritmo cardíaco, aumento de la frecuencia respiratoria, disminución de la producción de orina; dolor o malestar, erupción cutánea en manchas, dolor de cabeza con dificultad para flexionar el cuello o rechazo del alimento, piel fría o mal aspecto, especialmente en niños.
La detección de la sepsis es compleja porque no depende sólo de la infección, sino también de su repercusión sobre el cuerpo.
Una de las pruebas diagnósticas más utilizadas es el análisis de sangre para comprobar, entre otros, la evidencia de infección, el número de glóbulos blancos, la existencia de problemas de coagulación, la afectación de otros órganos o la alteración de la disponibilidad de oxígeno.
La principal medida terapéutica es la administración de antibióticos, oxígeno y líquidos por vía intravenosa.
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Ciencia y Salud
Sexo después de los 40, sin presión y con deseo
«La idea de que la sexualidad tiene fecha de caducidad es uno de los grandes mitos con los que hemos crecido muchísimas mujeres, por eso quiero subrayar que el deseo y el placer sexual ni se apagan ni desaparecen a partir de los 40 años», dice alto y claro Lisbeth Calzadilla Meré.
«De hecho, el sexo a partir de esta edad puede ser más satisfactorio, consciente y disfrutado», destaca la sexóloga, sex coach y periodista.
«Y quiero recalcar que nuestra sexualidad no desaparece con la edad, simplemente se transforma: descubrimos una nueva versión de nosotras mismas para vivir el sexo y disfrutarlo con mayor libertad».
Cuando las mujeres llegan a los 40 empiezan a notar cambios relevantes en su cuerpo.
«Ya no es igual, las prioridades no son las mismas y las ganas de intimar también varían. Todos estos cambios, propios de la edad, se ven condicionados, además, por una clave física y biológica: la perimenopausia«, indica Lisbeth Meré.
«Durante esta fase podemos sentir menos deseo, experimentar resequedad vaginal, molestias en las relaciones sexuales, sentir que el cuerpo ya no responde como antes. Pero no es el fin de la vida sexual. Es el inicio de una nueva forma de vivir más conectada con el cuerpo y con el deseo», apunta.
Así que quiero compartir con vosotras, y con ellos, algunas claves para disfrutar de la sexualidad después de cumplir los 40, una edad absolutamente maravillosa:
- Escucha a tu cuerpo sin juicios previos, ya sean leves o sumarísimos: no será el de antes, pero sigue siendo un cuerpo erótico y deseante.
- Prioriza lo que sí te da placer: redescubre tu cuerpo y lo que te erotiza hoy.
- Explora otras formas de erotismo: caricias, besos, estimulación compartida o múltiples juegos.
- Habla con tu pareja (si la tienes) y exprésale cómo te sientes.
- Apóyate en recursos como lubricantes, hidratantes vaginales, juguetes y cosmética erótica… todo lo que te haga sentir mejor, vale.

Lisbeth, ¿qué tengo que hacer si después de los 40 he perdido mi deseo sexual?, pregunta Guadalupe.
Sí, perder cierto nivel en el deseo sexual es frecuente y generalizado en las mujeres, sobre todo cumplidos los 40 años de edad.
Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor del 40% de las mujeres de mediana edad reportan cambios en su vida sexual durante esta etapa de su vida.
Es normal que el deseo sexual se modifique por el paso del tiempo, las emociones, el contexto o por la mismísima relación de pareja.
Lo importante es no desconectarte de ti y entender que el deseo no desaparece, sólo necesita otro tipo de estimulación, acompañamiento y exploración para un renovado despertar.
La sexualidad después de los 40 no es menos valiosa, es simplemente distinta. Más libre, más auténtica, más conectada con el deseo real y con lo que de verdad importa: sentirnos vivas.
Los cambios que atravesamos no son el final, sino una evolución. El cuerpo cambia, sí, pero el placer sigue presente porque no tiene fecha de caducidad.
Pero recuerda, el sexo siempre debe ser libre, sano y seguro tanto para las mujeres como para los hombres.
La sexóloga, sex coach y periodista, Lisbeth Calzadilla Meré, forma parte del equipo Sexperimentando que dirige la psicosexóloga Nayara Malnero, terapeuta experta en relaciones de pareja.
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Ciencia y Salud
Adolescentes frente a las ITS: Las reinfecciones asintomáticas están propagando el contagio
La gonorrea y la clamidia son dos de las infecciones de transmisión sexual (ITS) al alza entre los adolescentes que, ni usan el preservativo, ni saben dónde acudir para hacerse pruebas porque el sistema de salud tampoco se lo pone fácil. Un riesgo latente, también en otros colectivos, son las reinfecciones que se vuelven asintomáticas, lo que provoca mayor propagación.
Teresa Martínez Burgoa trata todos los días distintos casos de ITS en su consulta del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico San Carlos de Madrid donde recibe a los pacientes con una caja llena de preservativos sobre la mesa.
En un entrevista con EFE SALUD, esta enfermera, con 25 años de experiencia, sobre todo en VIH, analiza la situación de la adolescencia en un momento en el que el inicio de las relaciones sexuales es cada vez más temprano, entre los 13 y 15 años, y el panorama sexual está cambiando: “Están totalmente perdidos”.
El último informe «Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)” del Instituto de Salud Carlos III destaca el crecimiento de ITS en los menores de 25 años, que representaron en 2024 el 35,7 % de los casos de clamidia y el 22,8 % de los de gonorrea y, en general, con mayor afectación en hombres que en mujeres.
“Hay más hombres porque es el colectivo homosexual masculino el que se hace pruebas, pero los heterosexuales nunca se chequean, sobre todo las mujeres”, puntualiza la sanitaria, que también destaca la sífilis como otra de las infecciones que afecta a los más jóvenes.
Y es en las mujeres, especialmente, donde la gonorrea o la clamidia cursa de forma asintomática, al no tener síntomas esas bacterias no se combaten con antibióticos y al no tratarse, además de facilitar el contagio, “puede derivar en infertilidad”.
Martínez Burgoa subraya que uno de los riesgos actuales son las reinfecciones sucesivas que favorecen una transmisión silenciosa: “Hay adolescentes y adultos que tienen tantas ITS que al final ya no hay síntomas, el cuerpo ya no lo detecta como algo extraño, por eso también se propagan tan fácil. O te chequeas cada cierto tiempo si eres sexualmente activo o la bacteria ahí la tienes”.
Y entre las posibles consecuencias, la que mayor problemas causa es la sífilis “porque si no se trata esa bacteria puede llegar al cerebro y hacer la neurosífilis y eso ya es mucho más grave”.
El preservativo, ni lo usan
Para la enfermera, los adolescentes conocen el sexo porque tiene información a través de internet pero “hay un descontrol absoluto con respecto a las relaciones sexuales qué tienen, cómo las tienen y las infecciones que conllevan. Están completamente perdidos”.
Pero a la vez cree, sobre todo en colectivos más mayores, que “se ha perdido el miedo a las infecciones sexuales, saben que hay algunos tratamientos y que de eso no se va a morir nadie”.
Considera que los preservativos deberían ser gratuitos y accesibles para los menores, deberían poder ir a un centro sanitario y cogerlos sin dar explicaciones.
Y si el uso del preservativo es infrecuente, mucho más en el sexo oral. Desconocen que todas las ITS, menos el VIH, además de por vía vaginal y anal, también se contagian por vía oral.
“En estos meses solo veo gonorreas en la faringe. Con un morreo un poco intenso ya lo vas a transmitir. Y el síntoma que da la gonorrea es un dolor de garganta”, pone de ejemplo.
Insiste: “Cuando la gente piensa en sexo, piensa en penetración. Hay mucha desinformación, compartir juguetes sexuales, por ejemplo, también ha provocado un pico de incidencia en hepatitis C”.
¿Dónde acudir?
Teresa Martínez Burgoa pone el foco en un grupo vulnerable, los preadolescentes de 12 a 15 años. “No saben dónde acudir en caso de tener una infección, es que no tienen dónde ir” porque necesitan el consentimiento paterno y lo descartan por miedo o vergüenza.
“El pediatra no es la solución, siempre van acompañados de sus padres”, señala la doctora que menciona las clínicas privadas para hacerse pruebas (pero los adolescentes necesitan el permiso de un adulto y tienen que pagar); los centros especializados en ITS Sandoval, de la Comunidad de Madrid, en la capital; además de los servicios de urgencias de los hospitales.
“El sistema sanitario tiene que dar una respuesta a todo esto. No podemos permitir que siga esta incidencia de infecciones de transmisión sexual exponencialmente creciente y no hagamos nada”, lamenta.
Y propone, como idea, que en los centros de salud haya una consulta de enfermedades infecciosas donde orientar, prevenir y poder tratar las ITS, entre otros, a los adolescentes, o pone el ejemplo de los “checkpoint” londinenses donde no tienes que facilitar los datos, tan solo recoger un kit de pruebas para hacer en casa y llevar las pruebas para resultados con un número asignado.

El papel de la familia
Además de este limbo sanitario para los preadolescentes, otro de los problemas es la falta de educación sexual.
En los colegios, asegura, no hay una educación sexual estructurada. Cuando se imparte, suele centrarse en lo biológico, no en la prevención de ITS o en los circuitos asistenciales.
En familia, hablar de sexualidad continúa siendo un tabú: “A los adolescentes no les gusta contárselo todo a sus padres, y los padres olvidan cómo eran ellos a los 14 años”, pero propone que, al menos, tengan a mano preservativos en casa, que sepan que son la barrera contra las ITS.
“Hay muchos tipos de familia y hay algunas que el preservativo tampoco lo ven, como tampoco ven que sus hijos o hijas menores puedan tener relaciones sexuales”, argumenta.
Y comenta que en los servicios de urgencias reciben niñas de 12 y 13 años, algunas víctimas de sumisión química y con ITS y embarazos no deseados.
Su consejo para los padres: “Decidles que queremos protegerlos o darles toda la información para que se protejan ellos. Déjales preservativos, déjales notas, diles dónde acudir si algo pasa. Aunque no hablen, escuchan. Y necesitan saber que tienen opciones y que nadie les va a juzgar”.
La pornografía y nuevas prácticas sexuales
Las principales referencias sexuales de los adolescentes son algunos programas de televisión, los realities, donde no se muestra el uso del preservativo ni las consecuencias que trae, y también la pornografía, a la que acceden fácilmente por internet y que también normaliza prácticas sexuales, muchas veces colectivas, sin protección.
Los hábitos sexuales también han cambiado. Relaciones y prácticas antes consideradas poco habituales –sexo anal, tríos, relaciones grupales, chemsex– son hoy más comunes entre los jóvenes.
Por eso, considera que todos los ámbitos sanitarios, como ginecólogos o pediatras, tienen que ampliar su visión médica de los pacientes para contemplar otras prácticas sexuales menos convencionales.
Y también anima al Ministerio de Sanidad y a las comunidades autónomas a “ser valientes” y promover campañas de prevención, como se hizo en el año 1990 con la del uso del preservativo “Póntelo, pónselo”, e insistir una y otra vez como se hacía durante la pandemia con las campañas de protección frente al coronavirus.
Teresa Martínez Burgoa, desde el Hospital Clínico San Carlos, lanza un mensaje claro para todas las personas sexualmente activas, de cualquier edad y colectivo: “Chequéate, chequéate y chequéate, tanto si no tienes pareja como si la tienes. Al menos una vez al año, chequéate”.
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Ciencia y Salud
Donar órganos tras la eutanasia, Ana lo hizo y fue un bálsamo en medio de tanto dolor
Cuando pidió la eutanasia con 27 años, Ana tenía muy claro que quería que sus órganos dieran una segunda oportunidad a otra persona; ver su sueño cumplido y saber que su corazón iba a volver a latir en otro cuerpo «fue un bálsamo en medio de tanto dolor» para sus padres, Puri y Salva.
La ley que materializó el derecho a morir dignamente en España en 2021 ha sido el «gran consuelo» que han tenido durante los últimos años estos padres, cuya historia ha cerrado el XX Encuentro de Profesionales de la Comunicación y Coordinadores de Trasplantes, promovido por la Organización Nacional de Transplantes (ONT).
Querrían haberla contado en esta cita, pero han tenido que hacerlo mediante un vídeo desde Luxor, donde Puri se recupera de un problema de salud que la ha retenido en un hospital más de un mes. Fueron a Egipto porque era otro de los deseos de su hija, aunque éste no pudo cumplirlo.
Ana nació con espina bífida, que con los años se fue complicando hasta tener una «hidrocefalia bestial». Cuando no pudo más de los dolores, y sabiendo que aquello la iba a matar por asfixia sin remedio, decidió pedir la eutanasia.
«Una de las cosas que nos dijo es que, cuando ella falleciera, quería donar sus órganos. Lo dijo así de claro: ‘Ya que a mí no me van a servir, por lo menos que puedan darle la oportunidad a alguien para que pueda tener una vida que yo no voy a tener’», rememora su madre.

Los pasos hacia la eutanasia
Su cirujano objetó, así que reclamó su derecho a los servicios médicos del hospital. Hasta que llegó el visto bueno y luego hasta que llegó el día, Ana, que «tenía un carácter muy alegre, muy expansivo, muy abierto, era muy graciosa», no abandonó su vida social.
Puri reconoce que «a cualquier padre le cuesta mucho dejar ir a sus hijos», pero ellos tenían «muy claro que tus hijos no son de tu propiedad. Ella era mayor de edad, tenía derecho a decidir por ella misma, era su cuerpo, era su sufrimiento».
Los dos se rompían cuando ella decía que si no le concedían su derecho, se suicidaría, algo que intentó alguna vez. «Yo le decía: ‘Por el amor de Dios, no nos hagas eso, no quiero levantarme una mañana, entrar a tu habitación y encontrar que te has muerto sola, con dolor’».
Pero se lo concedieron.
En un primer momento, solicitó una prórroga, porque coincidía con las navidades, y quería pasar las últimas con sus padres.
Mes y medio después, llegó el día de verdad. En el camino de la habitación al quirófano, Ana no hacía más que dar las gracias a los profesionales del hospital. Incluso ya dentro, sedada, antes de recibir la medicación que tanto ansiaba, se espabiló y dio un último mensaje al equipo: «Hoy vais a conseguir que yo cumpla mi sueño desde pequeña, pero siento el trabajo que os voy a dar».
El agradecimiento por la donación
A Salva hay algo que nunca se le olvidará: el sonido de la muerte de su hija, el paso del pitido intermitente del compás de los latidos de Ana al «piiiiiiiiii» continuo que jamás se le irá de la cabeza. «Es horrible».
Dos meses después, volvió un «pi-pi-pi»: una persona anónima les agradecía el corazón de Ana, al que se comprometía a cuidar para siempre. «Estoy vivo por eso», garantiza Salva.
«Fue balsámico», añade Puri. Y así quisieron transmitírselo al coordinador de trasplantes del hospital Gregorio Marañón, Braulio de la Calle, y a todo su equipo, en una carta de agradecimiento que el doctor ha leído en el encuentro de la ONT.
En ella, relataban: «Cuando nos llamaron ese día para decirnos que habían finalizado y nos informaron de que había podido donar, todo fue como un bálsamo en medio de tanto dolor».
Y concluían: «Gracias al comportamiento de todos, Ana pudo marcharse en paz y cumpliendo un deseo vital para ella. Estamos orgullosos de esta sanidad que permite y realiza tamaña proeza técnica y humana».
El 13 % donan órganos tras la eutanasia
Con la llegada de la ley del derecho a morir dignamente en 2021, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) puso en marcha la donación de órganos tras la eutanasia, algo que por ahora solo han conseguido hacer el 13 por ciento de los fallecidos.
«Enorme el porcentaje no es», y es que muchos no pueden donar «por contraindicaciones médicas» derivadas sobre todo de patologías oncológicas, ha explicado la directora general del organismo, Beatriz Domínguez-Gil, durante el XX Encuentro de Profesionales de la Comunicación y Coordinadores de Trasplantes.
Según el Ministerio de Sanidad, desde que entró en vigor la ley en junio de 2021 y hasta el cierre de 2023, 1.515 personas han solicitado la eutanasia, que ha sido concedida a un total de 697.
La ONT tiene más actualizados sus cálculos, hasta el 31 de diciembre de 2024; en este tiempo, 154 personas han dado sus órganos tras fallecer por eutanasia, con lo que facilitaron que otras 442 recibieran un trasplante.
Domínguez-Gil ha dejado bien claro que, desde que instauró la donación tras la eutanasia, no es la ONT la que la busca, de hecho rechazó que se hiciera referencia alguna en la ley. «Son los propios pacientes los que vienen a solicitarla», ha subrayado.
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