Ciencia y Salud
El impacto de la enfermedad inflamatoria intestinal en la decisión de viajar

La doctora destaca en este texto sobre cómo abordar en verano la decisión de viajar en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, la importancia de planificar para evitar incertidumbre en estas personas que necesitan un acceso constante a cuartos de baño.
Beatriz Gros es especialista en gastroenterología y hepatología, con formación académica y clínica en España y Reino Unido, y actualmente trabaja como consultora de gastroenterología en el Hospital Reina Sofía de Córdoba enfocada en la investigación clínica.
Ha completado diferentes másteres y títulos de experto en enfermedades inflamatorias intestinales, urgencias digestivas y endoscopia avanzada y ha sido premiada como “Rising Star” en Gastroenterología en 2025, ademas de participar en artículos científicos sobre colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, inteligencia artificial y medicina personalizada.
El impacto de la enfermedad inflamatoria intestinal en la decisión de viajar
Gastroenteróloga Beatriz Gros
El verano, con su promesa de descanso y aventura, puede ser una estación complicada para quienes viven con enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Para personas con Enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o colitis indeterminada, la decisión de viajar o incluso de alterar la rutina diaria requiere una consideración cuidadosa y una planificación estratégica en muchos casos.
La enfermedad inflamatoria intestinal no solo es una condición médica; es un compañero constante que influye en cada aspecto de la vida, y el verano, paradójicamente, puede aumentar algunos de sus desafíos inherentes.
A día de hoy, no existe evidencia clara que demuestre un empeoramiento estacional de la EII durante el verano.1
No obstante, sí se ha observado que ciertos factores asociados al verano pueden actuar como desencadenantes de síntomas.
Las infecciones gastrointestinales, más frecuentes en verano debido al consumo de alimentos mal conservados o agua no potable, el estrés asociado a los viajes, los cambios en los horarios de medicación o el descuido en los hábitos dietéticos también pueden contribuir a la aparición de síntomas.
La enfermedad inflamatoria intestinal ejerce un impacto significativo en la libertad y la espontaneidad que a menudo asociamos con los viajes.
La incertidumbre de un posible brote, la necesidad de acceso constante a baños, la preocupación por la dieta en lugares desconocidos y el manejo de la medicación son factores que pesan en la mente de un paciente.
Esta preocupación puede llevar a limitar los destinos, preferir viajes cortos o incluso evitar por completo la idea de salir de la zona de confort.2,3
No es solo la incomodidad física, sino también la inquietud que genera la posibilidad de una urgencia o de no encontrar la asistencia médica adecuada lo que a menudo condiciona las elecciones.
La planificación meticulosa se convierte en muchos casos en lo más importante para mitigar estos riesgos. Es fundamental que la persona que padece EII se sienta segura, y esto se logra a través de la preparación.
Consultar con el equipo médico especializado, investigar los servicios sanitarios en el destino, y asegurar el acceso a la medicación son pasos esenciales que, si bien requieren tiempo, transforman el viaje de una fuente de estrés a una oportunidad de disfrute.

La EII en verano: desafíos y consideraciones específicas
El calor del verano, los cambios en la dieta y la ruptura de las rutinas habituales pueden interactuar con la EII de diversas maneras.
La deshidratación en España es una preocupación; las altas temperaturas, sumadas a la posible diarrea que caracteriza a la EII cuando está activa, pueden llevar rápidamente a una deficiencia de líquidos y electrolitos.
Esto es de especial importancia en población en edades extremas (pediatría y ancianos) y en portadores de ostomías. Por ello, una hidratación constante y adecuada con agua embotellada es primordial.
Los cambios en la alimentación son otro factor crítico. Las vacaciones a menudo nos invitan a probar gastronomías locales, a comer fuera con mayor frecuencia o a alterar los horarios de las comidas. Para una persona con enfermedad inflamatoria intestinal, esto puede ser complicado y puede generar un estrés añadido.
Es aconsejable mantener, en la medida de lo posible, una dieta similar a la habitual y tener precaución con alimentos crudos, mal cocinados o de procedencia dudosa, especialmente en destinos exóticos.
Las bebidas con hielo o el agua del grifo en ciertos lugares también deben ser evitadas para minimizar el riesgo de infecciones gastrointestinales.
El estrés y la fatiga también pueden influir en la actividad de la enfermedad. Aunque el verano se asocia con el relax, los viajes, la logística y los cambios de huso horario pueden generar cansancio y tensión, factores conocidos por su frecuencia en los pacientes que padecen de EII. Es crucial priorizar el descanso y encontrar momentos de tranquilidad.
A nivel emocional, muchas personas con EII sienten inseguridad respecto a la exposición corporal durante el verano.4,5
La ganancia o pérdida de peso, las cirugías recientes, el uso de ostomía entre otros son factores que pueden generar preocupación. Es importante recordar que existen prendas específicas diseñadas para mayor comodidad y cinturones de sujeción o bañadores con refuerzo abdominal que pueden mejorar este aspecto.
Finalmente, la exposición solar y la medicación requieren atención. Algunos tratamientos para la EII, como los inmunosupresores, pueden aumentar la sensibilidad de la piel al sol, incrementando el riesgo de quemaduras solares o de cáncer de piel a largo plazo. Una protección solar rigurosa con cremas de alto factor, ropa adecuada y la evitación de las horas de máxima insolación son medidas indispensables.
Consejos esenciales para un verano seguro y placentero
Para asegurar un verano disfrutable con EII, la preparación y la prevención son fundamentales, recomiendo revisar el contenido de la web www.educainflamatoria.com para facilitar la organización del viaje.
Una consulta previa con el médico especialista es el primer paso. Se debe informar sobre el destino, la duración del viaje y cualquier plan específico. El médico puede ajustar medicaciones, proporcionar un informe médico detallado (y llevarlo en varios idiomas, si es posible) para aduanas y emergencias.
En cuanto a los medicamentos, si es posible se debe llevar una cantidad superior a la necesaria, previendo imprevistos.
Es vital transportarlos en el equipaje de mano para evitar pérdidas o exposición a temperaturas extremas en la bodega si se viaja en avión. Si se utilizan biológicos que requieren refrigeración, una bolsa térmica adecuada con geles refrigerantes en la maleta de mano se puede utilizar sin problema.
Es prudente llevar también copias de las recetas si se viaja en territorio nacional y son fármacos de dispensación no hospitalaria. Llevar un botiquín de emergencia es una recomendación que muchos profesionales hacemos y que incluyan suero oral.
Además, muchos de nuestros pacientes son portadores de ostomías y es recomendable llevar siempre más dispositivos de recambio de los que correspondería y llevarlos siempre en la maleta de mano.
Dependiendo del lugar al que se viaje hay que revisar si se precisa vacunación específica y tener en cuenta que ciertas vacunas como por ejemplo la de la fiebre amarilla no se puede recibir si se está en tratamiento inmunosupresor. Además, hay que tener cuidado con los mosquitos en ciertas regiones y se recomienda llevar protección anti insectos.
Considerar la contratación de un seguro de viaje que cubra específicamente enfermedades preexistentes es una inversión crucial más aún cuando se viaja al extranjero. Para viajes dentro de la Unión Europea la tarjeta sanitaria Europea es recomendable.
Además, muchos pacientes investigan de antemano la ubicación de hospitales o clínicas en el destino y llevan los datos de contacto del médico y de un familiar para emergencias, en este sentido la página web www.ibdpassport.com proporciona ayuda a pacientes con EII que se encuentran de viaje o trasladan su residencia a lugares que no conocen de antemano.
Algunas organizaciones ofrecen tarjetas de “No Puedo Esperar” que facilitan el acceso a baños en lugares públicos, un recurso valioso para muchos pacientes.
En resumen, vivir con enfermedad inflamatoria intestinal no debe significar renunciar a las opciones que nos da el verano o a la posibilidad de viajar.
Aunque la enfermedad introduce una capa de complejidad, una preparación adecuada, una comunicación fluida con el equipo médico y una conciencia constante del propio cuerpo permiten a las personas con EII disfrutar de esta estación.
Escuchar las señales del cuerpo y adoptar un enfoque proactivo en el autocuidado son las claves para un verano saludable, seguro y feliz, transformando los desafíos en oportunidades para una gestión exitosa de la enfermedad.
Referencias
1. Moon SJ, Lee YC, Kim TJ, Kim K, Son HJ. Effects of temperature, weather, seasons, atmosphere, and climate on the exacerbation of inflammatory bowel diseases: A systematic review and meta-analysis. PLoS One. 2022;17(12):e0279277. doi:10.1371/journal.pone.0279277.
2. Philip V, Soubieres A, Poullis A. Health concerns associated with travelling with inflammatory bowel disease (IBD): a questionnaire survey. Clinical Medicine. 2018;18(4):288-292. doi:10.7861/clinmedicine.18-4-288
3. Aluzaite K, Greveson K, Ben-Horin S, Leong R, Haj O, Schultz M. Barriers to international travel in inflammatory bowel disease patients. J Travel Med. 2021;28(1). doi:10.1093/jtm/taaa197
4. McDermott E, Mullen G, Moloney J, et al. Body Image Dissatisfaction. Inflamm Bowel Dis. 2015;21(2):353-360. doi:10.1097/MIB.0000000000000287.
5. Inns S, Su H, Chen A, et al. Body Image Dissatisfaction Is Increased in Inflammatory Bowel Disease Compared to Healthy Matched Controls but Not Diseased Controls: A Case-Control Study from New Zealand. Nutrients. 2024;17(1):15. doi:10.3390/nu17010015
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Ciencia y Salud
Hay una razón por la que los infartos son menos graves por la noche: unos científicos la han descubierto
Los infartos que se producen de noche son menos graves que los que suceden durante el día, y la razón, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), es que los neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos) son menos agresivos por la noche.
La investigación, liderada por Andrés Hidalgo y publicada en el Journal of Experimental Medicine, muestra que los neutrófilos tienen un reloj interno que regula su agresividad a lo largo del día y determina el alcance de los daños que causan al corazón después de un infarto.
En el mismo estudio, los investigadores también desarrollaron una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos y mantenerlos en un estado «nocturno» para reducir su potencial dañino durante un ataque al corazón.
El sistema inmunológico protege el cuerpo contra los microorganismos que causan infecciones. Dado que los humanos son diurnos, la probabilidad de exposición a patógenos es mayor durante el día y, por lo tanto, el sistema inmunológico ajusta sus picos de actividad a este ritmo circadiano pero esa respuesta defensiva puede volverse dañina.
Los neutrófilos y sus ritmos circadianos
Tras décadas de investigación, se sabe que casi la mitad del daño cardíaco después de un ataque al corazón está causado por los neutrófilos, pero este daño fluctúa a lo largo del día, lo que sugiere que hay mecanismos circadianos que limitan la actividad de los neutrófilos y protegen el cuerpo.
Para averiguarlo, el equipo examinó datos de miles de pacientes en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y confirmó que una menor actividad de los neutrófilos por la noche resulta en infartos menos graves durante este período.
Desarrollaron entonces una estrategia farmacológica en modelos experimentales para bloquear el reloj molecular en los neutrófilos, reduciendo su potencial dañino durante el infarto.

«El compuesto imita un factor que el cuerpo produce principalmente durante la noche. De alguna manera, este factor ‘engaña’ a los neutrófilos para que piensen que es de noche, reduciendo su actividad tóxica», explica Hidalgo.
La razón de que ocurra esto, apunta la primera autora del estudio, Alejandra Aroca-Crevillén, es que «por la noche, los neutrófilos migran a la zona dañada sin afectar el tejido sano. Durante el día, pierden esta direccionalidad y causan más daño al tejido circundante».
Puerta abierta a nuevas terapias
Este estudio es uno de los primeros en aprovechar los ritmos circadianos del sistema inmunológico para modular la inflamación sin comprometer la defensa contra infecciones.
«Nos sorprendió encontrar que bloquear el reloj circadiano de los neutrófilos no solo protege el corazón, sino que también mejora las respuestas a ciertos microbios e incluso reduce los émbolos asociados con la anemia falciforme», añade Aroca-Crevillén.
Los autores creen que los resultados abren la puerta a nuevas terapias basadas en la cronobiología (la rama de la biología que estudia cómo los organismos vivos estructuran sus procesos fisiológicos en el tiempo), con el potencial de proteger el corazón y otros órganos de los daños inflamatorios sin debilitar las defensas naturales del cuerpo.
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Ciencia y Salud
La odisea de trabajar con sensibilidad química múltiple
Cuando una persona padece sensibilidad química múltiple (SQM) se enfrenta a muchos desafíos en su día a día. El puesto de trabajo es uno de ellos. Estas personas son intolerantes a sustancias químicas que están en el entorno cotidiano, como productos de limpieza, ambientadores o los meros perfumes de los compañeros. Una guía recoge pautas para adaptar los entornos laborales para que los afectados de esta patología y de electrohipersensibilidad (EHS) puedan desempeñar su labor sin dañar su salud.
Tanto la SQM como la EHS son enfermedades ambientales que se encuentran con «barreras invisibles», asegura a EFE Salud la presidenta de la Coalición Nacional de Fibriomialgia, Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), Sensibilidad Química Múltiple y Electrohipersensibilidad (CONFESQ), María López.
Barreras invisibles
Y son barreras invisibles, explica. Pone este ejemplo: para una persona que va en silla de ruedas, toparse con escaleras en vez de con una rampa para acceder a su lugar de trabajo le resultará un obstáculo claramente visible. Sin embargo, una persona con SQM que acude a trabajar en un entorno en el que se han utilizado productos de limpieza comunes, ambientadores, tintas, o disolventes puede manifestar síntomas multisistémicos, como cefalea, mareos, dificultades cognitivas o problemas respiratorios.
«A veces entran en estos espacios que están muy contaminados, porque a lo mejor acaban de limpiar con productos fuertes y la persona empieza a convulsionar o le falta la respiración», asegura López.

En el caso de la EHS, se caracteriza por la aparición de síntomas cuando la persona se expone a campos electromagnéticos de baja intensidad, como los emitidos por antenas, routers wifi, dispositivos inalámbricos o líneas eléctricas.
Los síntomas, al igual que los de la SQM, pueden ser variados y van desde las cefaleas y fatiga hasta dificultades de concentración o alteraciones del sueño.
Ninguna de las dos está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades (sistema de codificación CIE-11) con códigos propios, con lo que CONFESQ considera que repercute «directamente» en el diagnóstico de la enfermedad.
En España, indica López, la SQM está reconocida como patología y la EHS como uno de los síntomas, a pesar de que «por la experiencia» de los afectados ésta «realmente es una patología completa».
Incomprensión y estigma
La presidenta de la Coalición señala que hasta hace no mucho se hablaba de los afectados como «personas burbuja» porque tendían a no salir de casa.
Por eso, López considera fundamental que haya «orientaciones claras» para la adaptación del puesto de trabajo, porque tampoco se trata de que solo teletrabajen, ya que hay profesiones en las que está modalidad es imposible, y aunque lo sea, también quieren participar del entorno laboral como el resto de los compañeros.
Según datos recogidos en un estudio cuantitativo de CONFESQ, sólo el 30 % de las personas encuestadas para el mismo había solicitado medidas de adaptación en diferentes ámbitos de su vida y en el 70 % de estos casos, las medidas no habían sido implementadas.
La consecuencia es que el 59 % de las personas encuestadas se siente incomprendido y el 33 %, estigmatizado.
En resumen: el 72 % de las personas con SQM y EHS se sienten excluidas de la sociedad, señalaba el estudio.
El «Libro Verde»
De ahí que hace unos días la coalición presentara un «Libro Verde», que pone sobre la mesa distintos aspectos nuevos para poder abrir el debate y estudiar la situación, a la vez que plantea una serie de medidas para la adaptación del puesto de trabajo para las personas afectadas de SQM o EHS.
La guía, elaborada por nueve autores, está financiada por la Fundación ONCE, y realizada en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe).

Presentan la problemática de los pacientes en el ámbito laboral y cómo puede resolverse, es decir, qué habría que cambiar a nivel legislativo y de prevención de riesgos, entre otros campos, así como medidas para una adaptación total o parcial del puesto de trabajo.
«Queremos llegar a las asociaciones empresariales, a los sindicatos, lógicamente, a las entidades y a la Administración Pública», abunda López, quien padece SEQM leve y EHS más pronunciada.
La adaptación
No obstante, matiza, la guía indica que ya a partir del covid la normativa española recoge una serie de obligaciones para las empresas, como mantener un aire limpio, que si se cumpliera, ya estaría cubierta el 85 % de la adaptación que hay que hacer para que las personas con estas afecciones puedan trabajar sin que su salud se resienta.
«El resto va a depender de utilizar, por ejemplo, unos productos de limpieza que sean aptos, que no tengan perfume, mejor que sean ecológicos. El no tener ambientadores, el que las personas que trabajan en tu mismo espacio no se perfumen, entre otras medidas», explica López respecto a la sensibilidad química múltiple.
Sobre la electrohipersensibilidad, la solución «a veces es más difícil» y consiste en reducir la intensidad y la proximidad a las fuentes.
«La idea es no funcionar con wifi sino con cableado», expone López, quien en su casa, por ejemplo está «totalmente cableada, sin wifi».

Vidas duras
Las personas con estas afecciones llevan «vidas duras» y «hacen lo que pueden».
«Se te complica la existencia muchísimo. Si tienes niños, por ejemplo, llegan del cole y tienen que meter su ropa en unas bolsas de plástico, ducharse y cambiarse para no contaminar el espacio», afirma.
Y la vida social cae en picado, porque se necesita empatía por parte de los demás.
«Hay gente que no lo entiende y que dice ‘¿tú por qué me tienes que decir a mí si yo me tengo que echar perfume, o no?’, pero es que es como si a un diabético te empeñas en darles dulces, pues es un poco lo mismo. Si quieres estar conmigo y quieres que pasamos un rato a gusto, tienes que cumplir una serie de requisitos», incide López.
La intención de CONFESQ es enviar el Libro Verde a los diferentes centros de valoración de discapacidad y presentarlo en ministerios y administraciones autonómicas, entre otros.
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Ciencia y Salud
Andreu Buenafuente y el estrés: la importancia de parar y de recuperarse bien
Andreu Buenafuente no dará las campanadas en TVE debido a un “episodio de estrés” del que aún necesita recuperarse sin “acelerar”, según ha anunciado él mismo a través de un comunicado emitido este viernes. El tándem del humorista y la actriz Silvia Abril no podrá, por tanto, protagonizar el programa con el que la cadena pública pretendía despedir 2025 y recibir 2026.
Dice Buenafuente en el comunicado: “Tuve un episodio de estrés, común, pero no agradable, por trabajos en los que yo mismo creo. Hubo un momento en el que no pude y mi cuerpo me pidió parar. Quiero agradecer a los profesionales que me están ayudando y a la gente que me rodea. Cada gotita es una vitamina”.
Sobre los plazos de recuperación que le impiden estar en primera línea de TVE la última noche del año, afirma: “No creo que tenga que acelerar mi recuperación para hacer lo que tengo que hacer; tengo que estar feliz, y por eso, voy a seguir recuperándome y cuando sea posible volver, que sea. No sé qué va a pasar, pero la falta de un horizonte exigente es lo que necesita una persona que ha parado por estrés”.
¿Qué es el estrés?, ¿qué le hace a nuestro organismo?, ¿por qué conviene parar?, ¿si se para la actividad laboral, cómo hay que llevar a cabo esa recuperación? Son preguntas para cuyas respuestas EFE Salud ha contado con las explicaciones del psicólogo y psicoterapeuta Sergio García.
El estrés y los «pensamientos intrusivos»
Para empezar, una noción sobre el estrés: se trata de una respuesta natural del organismo a situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes.
Explicaba la neurocientífica Carmen Sandi, presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, según una información de EFE, que si esa respuesta “se prolonga o se intensifica más allá de lo necesario, puede transformarse en un problema que afecta tanto a la mente como al cuerpo”.
Entra en escena el “trastorno de ansiedad”, según nos cuenta Sergio García. Estamos ante “una característica mental en la que la persona tiene miedo, nerviosismo o preocupación de manera muy persistente y muy intensa”, lo que puede generar síntomas físicos como “taquicardia o sudoración”, pero también “síntomas mentales y cognitivos”.

García cita entonces “los pensamientos intrusivos”. “Esto quiere decir que estoy pensando en una cosa y me viene a la cabeza otra cosa que se hace protagónica a pesar de que no corresponde”.
Por regla general, añade, los pensamientos intrusivos derivan de no poner límites “entre lo personal y lo laboral”. Esta ansiedad, cabe puntualizar, “se puede generalizar si no se pone remedio a tiempo y si no se acude a un especialista”.
La importancia de parar
Fisiológicamente la situación se describe así: el cerebro interpreta ciertas situaciones como amenazas y activa, por tanto, respuestas de defensa. Envía señales a las glándulas suprarrenales para liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, que son las que contribuyen a la preparación del cuerpo para esa defensa.
En cascada van cayendo las reacciones: aumenta la frecuencia cardíaca, los músculos se tensan, la digestión se resiente… De continuar mucho tiempo este estado de defensa, de huida ante la amenaza, podría debilitar el sistema inmunológico y hasta infligir daños neurológicos.
Parar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”, dice Sergio García
Es clave actuar a tiempo ante el estrés crónico. García esgrime la importancia de las pausas, de parones como el que está haciendo Buenafuente. No hacerlos es peligroso porque puede conducir al agotamiento o a la depresión.
Descansar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”.
Y la importancia de la recuperación
Entre esas estrategias terapéuticas, dos perspectivas: la médica y la psicológica.
La primera, subraya García, plantea la recuperación con el objetivo de que no surjan “nuevas formas de estrés y que se resuelvan de manera adecuada”. Es decir, para “evitar recaídas y problemas a largo plazo”. Una recuperación “paulatina, no acelerada” persigue que “cuerpo y mente se adapten y generen nuevas sinergias” que, a su vez, eviten “un desgaste mayor”, concluye.
La segunda “puede ver necesarias las pausas”, pero, en opinión de García, no coloca al trabajo, la carga laboral, como causa única de la “desazón”. De hecho, desde este prisma, ayuda que el paciente trabaje.
“Desde la perspectiva psicológica, algún trabajo no sería del todo negativo, pero sin tener la intensidad del trabajo de antes. Trabajo cero durante varios meses tampoco es aconsejable porque es una cuestión que no es real”, reflexiona el psicólogo.
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