Ciencia y Salud
El ejercicio físico, el antidepresivo más eficaz

¿Estás deprimido, ansioso o angustiado? La manera más eficaz de aliviar esos malestares es gratuita, accesible, muy sencilla, completamente natural y actúa como antidepresivo: el ejercicio físico, practicado con moderación y regularidad.
Además, no requiere acudir a la farmacia. Solo se necesita constancia, determinación y un poco de movimiento, así como agua para hidratar el cuerpo en vez de tomar una pastilla o comprimido en los casos que no sea del todo necesario.
Esto se desprende de una investigación de la Universidad del Sur de Australia (uniSA), según la cual “la actividad física es 1,5 veces más efectiva que el asesoramiento (counselling) o los principales medicamentos para mejorar los síntomas de la depresión, la ansiedad y el distrés psicológico”.
El distrés, también conocido como angustia o estrés negativo, es un estado de malestar o sufrimiento psicológico, que provoca síntomas como agobio, nerviosismo, incapacidad para actuar o decidir, miedo, irritabilidad, falta de memoria o concentración, pesimismo, frustración y desesperanza, que a su vez puede desembocar en un cuadro de ansiedad o depresión.
Distintos abordajes terapéuticos
La depresión, la ansiedad y el distrés son tratadas con distintos enfoques, como la gestión del estilo de vida (ejercicio, higiene del sueño y dieta saludable); la psicoterapia, el asesoramiento o la farmacoterapia, los cuales se consideran como tratamiento inicial “principal, complementario o alternativo” de estos problemas de salud mental, según las guías clínicas de cada país.
El ‘counselling‘, asesoramiento o consejería se enfoca en explorar y resolver problemas o aspectos específicos del ámbito personal, emocional o relacional, con un enfoque más dirigido y de corto plazo, por medio de una serie de sesiones de diálogo en las que un consejero brinda apoyo y asistencia a la persona para que afronte y solucione sus dificultades.
En la psicoterapia, también basada en sesiones de diálogo, el psicólogo aborda el comportamiento paciente en profundidad, aplicando métodos estructurados y con respaldo científico, como las terapias cognitivo-conductual, psicoanalítica o neuropsicológica, para ayudar a la persona a que desarrolle hábitos más santos y efectivos y resuelva sus problemas.
El estudio de la uniSA, publicado en el British Journal o Sports Medicine, es ya que abarca 97 revisiones, 1.039 ensayos y 128.119 participantes.

Más efectivo que la medicación
Esta revisión muestra que “la actividad física es extremadamente beneficiosa para mejorar los síntomas de depresión, ansiedad y angustia” y concluye que en algunos casos el ejercicio es más eficaz como antidepresivo que los medicamentos para controlar la salud mental.
En concreto, la revisión mostró que practicar ejercicio durante 12 semanas o menos es la intervención más eficaz para reducir los síntomas de salud mental, lo que destaca la velocidad con la que la actividad física puede generar un cambio, según esta universidad australiana.
Los mayores beneficios se observaron entre personas con depresión, mujeres embarazadas y en posparto, individuos sanos y personas diagnosticadas con VIH o enfermedad renal, explican.
El doctor Ben Singh, investigador principal de la revisión efectuada por UniSA, afirma que se debe priorizar la actividad física para gestionar mejor los crecientes casos de problemas de salud mental.
“Se sabe que la actividad física ayuda a mejorar la salud mental, pero a pesar de las evidencias, no se ha adoptado ampliamente como tratamiento de primera elección”, afirma Singh.
El doctor señala que su revisión muestra que las intervenciones consistentes en ejercicio físico pueden reducir significativamente los síntomas de depresión y ansiedad, actuando como antidepresivo, en todas las poblaciones clínicas, y algunos grupos muestran signos aún mayores de mejoría.
“El ejercicio de mayor intensidad produjo mayores beneficios en los casos de depresión y ansiedad, mientras que el ejercicio de duración más prolongada, tuvo unos efectos beneficiosos menores en comparación con el ejercicio practicado en ‘ráfagas’ de duración corta y media”, indica el experto.
También descubrieron que todos los tipos de actividad física y ejercicio eran beneficiosas, incluido el ejercicio aeróbico como caminar, el entrenamiento de resistencia, el Pilates y el yoga, según Singh.
“La investigación muestra que no se necesita mucho ejercicio para lograr un cambio positivo en la salud mental”, destaca.
Efecto protector y preventivo
“Si bien todas las formas de ejercicio mostraron beneficios, descubrimos que el ejercicio de resistencia fue el más eficaz para la depresión, mientras que el yoga pareció ser el más eficaz para la ansiedad”, puntualiza Singh, en una entrevista con EFE.
El especialista añade que los mayores beneficios en la depresión y la ansiedad se observaron al hacer ejercicio durante un período de 12 semanas. Además, hacer ejercicio durante 30 ó 60 minutos, 3 a 5 veces por semana, pareció producir los mejores beneficios para la salud mental.
“En general, la actividad física de mayor intensidad se asoció con mayores mejoras en los síntomas. Esto se mantuvo en distintas poblaciones y tipos de ejercicio”, puntualiza el doctor.
El ejercicio físico también tiene un efecto protector de la salud mental al prevenir sus alteraciones, ya que, según explica el experto, el estudio reveló que algunos de los beneficios más significativos se observaron en las personas adultas sanas, sin diagnóstico de depresión o ansiedad.
Este efecto protector probablemente se deba a que la actividad física aumenta la producción de sustancias cerebrales asociadas con la regulación del estado de ánimo; eleva la autoestima, proporciona una sensación de logro y ofrece oportunidades de interacción social; reduce los niveles de hormonas del estrés, como el cortisol; y mejora la calidad del sueño y la función cognitiva, según Singh.
“Nuestros hallazgos subrayan la importancia de promover la actividad física no solo como tratamiento para las afecciones mentales existentes, sino como una estrategia preventiva crucial para mantener una buena salud mental en la población”, destaca el experto.
Además, Carol Maher, investigadora principal de la revisión y profesora de la UniSA señala que examinar estos estudios en su conjunto es una forma eficaz para que los médicos comprendan fácilmente el conjunto de evidencia que respalda la actividad física en el manejo de los trastornos de salud mental.

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Ciencia y Salud
Alimentos ultraprocesados en la diana: qué son y por qué resultan tan nocivos para nuestra salud
La salud pública ha colocado los alimentos ultraprocesados en el centro de la diana a raíz de un especial publicado en la revista científica The Lancet, que los ha tildado de “nuevo tabaquismo”. España, de hecho, es uno de los países en donde más ha aumentado su consumo: se ha triplicado en 30 años.
Cuenta a EFE una de las investigadoras del especial de The Lancet, Renata Bertazzi, actualmente en la Universidad de Salamanca, que los datos atribuidos a España proceden de encuestas hechas en 1990, 2000 y 2010, por lo que infiere que “con la tendencia de crecimiento observada, es posible que el consumo actual sea aún mayor».
¿Pero qué son los alimentos ultraprocesados, convertidos en dominantes en las dietas actuales tanto en los países desarrollados como en los emergentes a pesar de los conocidos efectos adversos que provocan en la salud de las personas?
Ultraprocesados: alto contenido de azúcares añadidos
Según la clasificación NOVA, que divide los alimentos según la naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se les somete, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes.
No contienen ingredientes integrales reconocibles y suelen tener un alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y aditivos químicos.
Entre los ejemplos más comunes se encuentran la bollería industrial, los refrescos azucarados, los embutidos, las comidas rápidas, los cereales de desayuno azucarados, las patatas fritas de bolsa y los productos precocinados congelados.
Estos alimentos, listos para consumir y de larga duración, ofrecen ventajas comerciales frente a los frescos, pero a costa de su valor nutricional.
¿En qué se diferencian de los alimentos procesados?
En la web de la Asociación Española de Nutrición y Dietética, antes de abordar qué son los alimentos procesados y por qué se caracterizan, recalca que la transformación, o procesamiento, de los alimentos es “cualquier acción que altere sustancialmente el producto inicial’.
Se incluirían entonces aquellos alimentos “sometidos a algún tipo de tratamiento térmico (como la pasteurización), ahumado, curado, maduración, secado, marinado, extracción, extrusión, o a una combinación de dichos procedimientos”.
El objetivo de estos procesos, remarca, consiste en “mejorar la apariencia y/o el sabor del alimento, hacerlo comestible o prolongar su duración” sin comprometer la seguridad alimentaria.

Algunos ejemplos de alimentos procesados son las legumbres cocidas, las verduras congeladas, los yogures, las bebidas vegetales, la piña en conserva, las lechugas troceadas, lavadas y listas para consumir, el pan, los frutos secos tostados…
Añade la entidad, respecto a los alimentos ultraprocesados, que la diferencia con los procesados es una “línea bastante volátil”, aunque se relacionan los primeros con los que se han sometido a “un proceso de transformación industrial muy intensivo”, y si por lo general reciben conservantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes u otros compuestos dirigidos a hacer más atractivos su aspecto y su sabor, en ocasiones se les agrega azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sal.
Estos últimos elementos los define la Academia como “los tres jinetes del Apocalipsis” por su relación directa con la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, por no hablar de cánceres.
Efectos en la salud
Enlazamos por tanto con las consecuencias que el consumo habitual de estos compuestos genera en la salud, basadas en estudios e investigaciones.
En España, por ejemplo, investigaciones del Proyecto SUN concluyeron que consumir más de cuatro raciones diarias de estos productos incrementa un 62 % el riesgo de mortalidad por todas las causas.
Otros trabajos han identificado efectos más específicos. En 2025, un estudio publicado en Cell Metabolism reveló que los ultraprocesados afectan la salud metabólica y reproductiva incluso sin un exceso de calorías, alterando hormonas y reduciendo la calidad del esperma.
E investigaciones de la Universidad Rovira i Virgili demostraron que su consumo modifica la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias asociadas a enfermedades inflamatorias.
También se han observado vínculos con la salud mental. En Brain Medicine alertaron de la presencia de microplásticos en alimentos ultraprocesados, capaces de acumularse en el cerebro y posiblemente contribuir a trastornos como la depresión o la demencia.
En la infancia, su consumo se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, asma y alteraciones cardiometabólicas.
Medidas para limitar su venta y consumo
Ante la magnitud del problema, distintos países y organismos internacionales han adoptado políticas para reducir la exposición a estos productos.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan limitar su publicidad, especialmente dirigida a menores, e implementar impuestos a las bebidas azucaradas y etiquetados frontales claros.
México se ha convertido en un referente regional. Desde 2020 aplica un sistema de sellos de advertencia en los envases de alimentos y bebidas ultraprocesados, y en 2025 entró en vigor la prohibición de su venta en todas las escuelas del país.
Países como Chile, Perú y Uruguay han implementado políticas similares, incluyendo etiquetados frontales y limitaciones a la promoción de ultraprocesados.

En Europa, la United European Gastroenterology ha pedido restringir la publicidad de la “comida basura”, imponer recargos fiscales a los refrescos azucarados y promover dietas saludables basadas en frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
En España, un real decreto aprobado en abril de este año, sobre la alimentación en comedores escolares, prohíbe servir bebidas azucaradas, venderlas en las máquinas vending o en las cafeterías de estos centros. Y se eliminan las bebidas energéticas y los alimentos azucarados (la llamada bollería industrial).
En concreto, no se podrán vender productos que superen un contenido máximo de 5 gramos de azúcares por porción envasada y que incumplan los criterios recomendados por organismos como la OMS sobre los límites para la ingesta de grasas, azúcares y sal, apuntaba la normativa del Gobierno.
Recomendaciones
Los investigadores del especial de The Lancet apelan a los gobiernos a regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de ultraprocesados para salvarguardar la salud pública frente «a la poderosa industria de fabricación de ultraprocesados».
Entre sus recomendaciones: un etiquetado «más parecido al de una cajetilla de tabaco», que informe claramente de sus aditivos y del riesgo que suponen para la salud de forma bien visible en la parte frontal del producto.
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Ciencia y Salud
Proyecto CaMBIOAT, una iniciativa para mejorar la adherencia al tratamiento en cáncer de mama
La creación de protocolos proactivos, el impulso de herramientas digitales en el sistema sanitario, una formación más específica y un mayor apoyo psicooncológico son las soluciones que propone el Proyecto CaMBIOAT, una iniciativa para mejorar la adherencia al tratamiento en cáncer de mama.
Oncólogos, farmacéuticos, pacientes, psicooncólogos y enfermeros han participado en esta iniciativa que identifica hasta 28 barreras que impiden la correcta adherencia al tratamiento de las pacientes, dado que un tercio de ellas no sigue el tratamiento endocrino al cabo de cinco años y la adherencia disminuye en más de un 25 % en el primer año tras el tratamiento agudo.
La sobrecarga asistencial, el acceso desigual a los recursos, la baja percepción del riesgo de no continuar el tratamiento o el impacto emocional son algunos de los impedimentos que recoge el proyecto CaMBIOAT -Cáncer de Mama: Barreras e Intervenciones Omnicanal para un cambio en la Adherencia Terapéutica-, el cual pretende ser una “guía de información» en este ámbito.
“Hay que incrementar la formación para informar de manera adaptada a cada paciente”, ha señalado la oncóloga médica del Hospital Universitario de Navarra y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Susana de la Cruz, quién ha contado que en ocasiones estas mujeres “no son conscientes del riesgo que conlleva no tomar la medicación”.

Por ello, De la Cruz ha instado a fomentar la innovación digital en el sistema sanitario para que el profesional pueda conocer el seguimiento personalizado de cada una de ellas (…) “Sería interesante que pueda saltar una alarma si la paciente no ha ido a la farmacia, así como llevar algún tipo de conteo de su medicación”.
El oncólogo médico del Hospital 12 de Octubre y miembro fundador de SOLTI Young, Rodrigo Sánchez Bayona, ha hecho mención al “impacto en la calidad de vida” de las pacientes que reciben tratamientos hormonales y ha destacado la importancia del “acompañamiento con más detalle” desde la consulta.
“Hay falta de información real sobre si las pacientes toman la medicación y es importante contar con estos datos porque no es una inversión cara”, ha explicado Sánchez, quién considera que el acceso a la innovación sanitaria debe acompañarse del cumplimiento del tratamiento por parte del paciente.
Otros especialistas han señalado la educación sanitaria personalizada, el acompañamiento emocional continuo, la coordinación interdisciplinar, el empoderamiento de las pacientes y el acceso a recursos de los familiares y profesionales como parte de las soluciones en un contexto en el que “las pacientes con más riesgo son las que mejor cumplen el tratamiento”.
El proyecto, promovido por Lilly, -que colabora con EFE en la difusión de este contenido-, cuenta con la colaboración de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y del grupo académico de investigación clínica, SOLTI.
El cáncer de mama es el tipo de tumor más común en la población femenina española con 37.000 nuevos casos cada año -cien mujeres son diagnosticadas al día- y una tasa de supervivencia del 82,8 % a cinco años del diagnóstico.
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Ciencia y Salud
Claves de la decisión de EE.UU de retirar las advertencias sobre la terapia hormonal en la menopausia
Estados Unidos anunció hace unos días que eliminará las advertencias para la salud de la terapia hormonal para la menopausia, una decisión que supone «un cambio radical» en el tratamiento de las mujeres durante esta etapa «y una especie de rehabilitación científica» tras más de dos décadas de estigmatización de este tipo de fármacos.
Fue el pasado 10 de noviembre cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) anunció en rueda de prensa lo que consideró algo «histórico».
«El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. anunció hoy una medida histórica para restablecer el rigor científico en la salud de la mujer. Tras más de dos décadas de temor y desinformación en torno a la terapia hormonal sustitutiva, la FDA está comenzando a eliminar las amplias advertencias de recuadro negro de los productos de THS para la menopausia», señaló entonces la agencia sanitaria estadounidense.
En concreto, se refiere a actualizar el etiquetado de los fármacos de la terapia hormonal y eliminar las referencias a los riesgos de enfermedad cardiovascular, cáncer de mama y demencia probable.
«La FDA no tiene previsto eliminar la advertencia destacada sobre cáncer de endometrio para los productos sistémicos que contienen estrógenos solos», añadía la entidad estadounidense.
El estudio que lo cambió todo
Recordaba la agencia que las mujeres han usado la terapia hormonal durante décadas para aliviar los síntomas asociados a la menopausia.
Sin embargo, «su uso se desplomó a principios de la década de 2000» cuando la FDA incluyó advertencias destacadas en los prospectos tras un estudio de la Iniciativa de Salud de la Mujer (WHI, por sus siglas en ingles) que halló riesgo de cáncer de mama.
Pero el estudio «no era estadísticamente significativo» y la edad promedio de las mujeres participantes era de 63 años, más de una década superior a la edad promedio de una mujer que experimenta la menopausia. Además, a las participantes se les administró una formulación hormonal cuyo uso ya no es común.
En este sentido, la presidenta electa de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), Silvia P. González, abunda, en declaraciones a EFE Salud, en que, además, y entre otras cosas, las criticas a ese estudio señalaban que los resultados no estaban ajustados por factores de riesgo, como las enfermedades preexistentes.
«Estas mujeres, muchas de ellas, eran fumadoras obesas de bastante edad, con lo cual su riesgo ya de cáncer de mama podía ser alto. Y, además, pudo haber sesgo, porque hubo una tasa inusualmente baja de cáncer de mama en el grupo de placebo», indica González.
Y lo más revelador, sostiene la presidenta electa de la AEEM, es que un análisis posterior de los mismos datos del estudio WHI a 20 años, indicaba que en el grupo de mujeres que tomaban solamente estrógenos tras la menopausia conseguía una reducción de un 23 % del riesgo de padecer cáncer de mama y un 40 % menos de riesgo de morir por este tumor.
Una rehabilitación científica
Para la AEEM, la decisión de la agencia sanitaria estadounidense es una especie «de rehabilitación científica después de más de dos décadas de estigmatización» de la terapia hormonal sustitutiva para la menopausia.
Y es que las hormonas actuales como el estradiol o la progesterona micronizada, entre otras, si bien son sintéticas, son estructuralmente idénticas a las que produce el cuerpo de la mujer de forma natural. Y, desde luego, son muy distintas a las que se usaron en el estudio de la WHI hace 20 años, y con un perfil de seguridad muy mejorado.

En Europa
¿Y cómo afectará en Europa esta decisión? Según explica González, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) hace sus propias revisiones científicas y recomendaciones.
«Pero probablemente la EMA deba responder de alguna forma a este cambio, especialmente si se comienza a generar presión desde las sociedades médicas europeas y posiblemente pues así se haga, porque realmente estábamos esperando ya anuncios mucho más positivos de la terapia hormonal y mucho más equilibrados», puntualiza González.
En este sentido, lamenta que Estados Unidos y Europa estén «desalineados» en esta materia porque, en su opinión, lo que provoca es «confusión en las mujeres». De ahí que la AEEM trate de hacer lo que esté en su mano para armonizar las posturas regulatorias y que la evidencia científica, que es común, s etenga en consideración en Europa.
El daño «ya está hecho»
Las advertencias de los riesgos para la salud de la terapia hormonal sustitutiva en la menopausia en los últimos 20 años han generado una «desconfianza rotunda» en estos fármacos por parte de las mujeres, de hecho, en algunos países su uso llegó a descender hasta un 80 %.
La consecuencia de ese estudio de la WHI y de cómo se difundió (antes en los medios de comunicación que en publicación científica) provocó que «toda una generación de mujeres fuera privada de poder elegir si quería un tratamiento hormonal».
«Y esto generó consecuencias muy negativas para la salud y calidad de vida de las mujeres», asevera la presidenta de la AEEM y directora médica de Menoclínica.
Por eso, esta decisión de la FDA llega «tarde y el daño ya está hecho» a esa generación de mujeres que se ha visto perjudicada «pagando un alto precio» en su calidad de vida, como fracturas osteoporósicas o eventos cardiovasculares, entre otros.
Fármacos seguros
González hace hincapié en que probablemente no hay medicamentos tan estudiados a nivel mundial como los de la terapia hormonal sustitutiva.

De hecho, hay estudios que han reclutado a más de un millón de mujeres, con lo cual se sabe «muchísimo sobre sus riesgos y beneficios».
«El mensaje es que las hormonas no son el demonio. Desde luego tampoco son la panacea. Y esto también es muy importante, es una herramienta muy eficaz cuando se usa correctamente, con las pruebas adecuadas y en el momento oportuno», considera la presidenta electa de la AEEM.
¿Cuándo iniciar la terapia hormonal?
La indicación de la terapia hormonal es cuando existe sintomatología climatérica por la menopausia, que deteriora la calidad de vida de la mujer.
La recomendación, en este sentido, es iniciar la terapia cuando hay síntomas en los diez años posteriores a la menopausia. Lo ideal es hacerlo cuanto antes, mejor.
De esta forma si la mujer está sana y tiene síntomas que deterioran su calidad de vida, los beneficios superan a los riesgos potenciales. En concreto, se reduce un 50 % el riesgo de infarto, un 64 %, el de deterioro cognitivo y un 35 % de alzhéimer. Pero también, una disminución de determinados tumores, como el de colon.
«En mujeres que tienen patologías, pues depende. Ahí hay que elegir muy bien el tipo de tratamiento hormonal, la vía de administración, la composición exacta y valorar e individualizar mucho los casos», apunta González.
De hecho, la AEEM cuenta con un posicionamiento de casi 100 páginas sobre los criterios de viabilidad de la terapia hormonal, con las condiciones de salud clínicas y evalúa todos los estudios que han sido publicados para indicar, mediante un código semafórico, cuándo se puede utilizar o no el tratamiento hormonal.
«Siempre tiene que ser una decisión compartida entre médico y paciente, evaluando todos los factores de riesgo personales, la intensidad de los síntomas y, por supuesto, las preferencias de la mujer», sentencia la presidenta de la AEEM.
Informarse de fuentes fiables
Ante la repercusión mediática que ha tenido la decisión de la FDA, la presidenta electa de la AEEM hace hincapié en que las mujeres tengan en cuenta las fuentes de las cuales proviene la información, que tienen que ser de profesionales con formación específica de menopausia.
«Y no en influencers o celebrities, que no están cualificadas para emitir una opinión sólida al respecto, y que no se dan cuenta de que están haciendo muchísimo daño», destaca.
Por último, González insiste en que las sociedades científicas no dicen para todo el mundo tratamiento hormonal, «en absoluto».
«Ni lo hemos dicho nunca ni lo vamos a decir. Lo que sí decimos es que se les dé una visión equilibrada a las mujeres para que puedan elegir sin miedo, y se puede hacer una toma de decisiones compartida», insiste.
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