Ciencia y Salud
El 70 % de los españoles más vulnerables no confía en el sistema sanitario, según un informe

Este informe sobre la confianza ciudadana en el sistema de salud, en especial la de la población más vulnerable, está impulsado por Sanofi España dentro de su iniciativa ‘A Million Conversations’.
Detalla que, por grupos poblacionales, esta falta de confianza se da en un 69 % de las mujeres entrevistadas, en el 71 % de la comunidad LGTBIQ+, en el 73 % de las minorías étnicas y en el 77 % de las personas con discapacidad.
Además, el 52 % de los encuestados (con un muestreo de más de 2.600 adultos) asegura haber tenido vivencias que dañaron su confianza en los profesionales sanitarios, un porcentaje que aumenta entre mujeres (57 %), minorías étnicas (59 %), LGTBIQ+ (61 %) y personas con discapacidad (63 %).
La edad, “factor relevante”
Algunos de los factores que argumentan los participantes son la brecha digital y las barreras culturales, lingüísticas, socioeconómicas (la mitad de las mujeres en situación de pobreza nunca se ha realizado una mamografía, según el informe) y territoriales.
De hecho, una de las conclusiones del estudio es que más de un cuarto de los encuestados identificó la edad como “un factor relevante” en sus experiencias negativas.
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, inauguró la jornada de presentación del informe. En declaraciones a EFE, asegura que “hay una crisis de las instituciones democráticas y de todo lo que representa, y eso incluye al Sistema Nacional de Salud”.
Bajo su punto de vista, recuperar la confianza de la población en la sanidad pública “debe ser una prioridad, porque supone una recuperación del conjunto del sistema”. Incidido en la importancia de dar mayor participación a los pacientes.
Falta de tiempo en atención primaria
El informe de Sanofi también subraya la escasez de tiempo de consulta en atención primaria “como un factor que merma la cercanía en el trato y en la personalización de la atención a los pacientes”.
El texto propone un decálogo de recomendaciones en las que se incluyen promover la formación y sensibilización de sanitarios sobre las necesidades de estos colectivos, igualar los servicios entre comunidades autónomas, reforzar la atención primaria e incluir a los pacientes en el diseño de políticas públicas.
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Ciencia y Salud
La enfermedad rara de Castleman: La inflamación desorbitada de los ganglios linfáticos

El 23 de julio es el Día Mundial de la Enfermedad de Castleman, una patología sin cura que afecta a los ganglios linfáticos de cualquier parte del cuerpo, con mayor frecuencia a los del mediastino, el abdomen, el cuello o el bazo provocando diferentes síntomas y complicaciones.
Esta enfermedad es de origen desconocido. “Se ha buscado una mutación genética pero hasta el momento no se ha encontrado”, señala a EFEsalud el doctor Andrés González, especialista en medicina interna en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y especialista en la enfermedad de Castleman.
Afecta tanto a adultos como a niños. Si solo impacta en un ganglio o región ganglionar (unicéntrica) es menos agresiva y la sintomatología es más leve e incluso asintomática.
Si afecta a varios ganglios o regiones ganglionares (multicéntrica), los síntomas se agravan considerablemente y pueden llegar a provocar complicaciones graves, como disfunción orgánica, trombosis o neoplasias malignas.
Los síntomas más frecuentes son fiebre recurrente, pérdida de peso, anemia, fatiga extrema y agrandamiento de órganos como el bazo o el hígado.
“Estos pacientes se inflaman mucho y, como no se les diagnostica a tiempo, siguen inflamándose y puede ser amenazante para la vida al dañar órganos vitales, como el pulmón o el riñón, e incluso, tener sangrados. Es parecido a una sepsis pero sin que haya bacteria que la desencadene”, apunta el especialista.

El caso de Julia
El principal síntoma que tuvo Julia Asama, paciente y presidenta de la Asociación Española de Enfermedad de Castleman, fue la pérdida de peso, unos cuarenta kilos en dos meses, pasó de 82 a 40 kilos.
Eso fue en el año 2000, cuando Julia tenía 18 años, y lo primero que pensaron los médicos fue en una anorexia ya que la paciente había perdido por completo el apetito, presentaba anemia y luego fiebre.
“Yo no tenía hambre y comía al día un yogur o un plátano y lo asociaron a la anemia”, relata a EFEsalud.
Pero posteriormente detectaron que a Julia se le había inflamado de forma exagerada el bazo hasta el punto de que ocupaba casi todo el espacio del estómago y por eso no sentía ganas de comer.
“Tuvieron que operarme de urgencia para quitarme el bazo y llevarlo a analizar”, recuerda. El diagnóstico llegó casi un año después, un tiempo récord para la media de cinco años que tarda en llegar un diagnóstico de enfermedad rara o poco frecuente, y fue gracias a un médico más especializado.
“A pesar de lo rápido del diagnóstico yo no tuve tratamiento estable hasta quince años después, en el 2015. Hasta entonces sólo me trataban los síntomas de la enfermedad, por lo que mi enfermedad se ha ido agravando”, lamenta.
Julia tiene el subtipo más complejo de enfermedad de Castleman, la multicéntrica idiopática, y está siendo tratada con inmunoterapia y quimioterapia, como un cáncer, desde hace diez años.
“Es una enfermedad crónica. Una vez intentamos parar los ciclos de tratamiento a ver si se quedaba inactiva, pero en mi caso no fue así. He empeorado y ha habido que reiniciar el tratamiento”, señala la paciente.
Semejanza a las enfermedades tumorales
El doctor González explica que la enfermedad de Castleman se asemeja a las enfermedades tumorales pero no es un cáncer porque “no hay clonalidad”.
“En un cáncer, las células se multiplican sin control, pero en esta enfermedad hay una hiperplasia, un crecimiento anómalo pero controlado de distintas células, no un clon de la misma célula. Esa es la diferencia fundamental con un linfoma”, matiza.
Es normal que tratamientos que se utilizan en cáncer se extrapolen y se utilicen en enfermedades autoinmunes, como el lupus, y en este caso en Castleman.
“A veces es tan agresiva esta enfermedad que las terapias dirigidas con anticuerpos monoclonales no son suficientes y hay que utilizar quimioterapia contra las células implicadas en esa tormenta inflamatoria”, indica.
Los retos de la enfermedad de Castleman
Además de la necesidad urgente de un diagnóstico temprano y preciso, tanto pacientes como especialistas piden centros de referencia en la enfermedad de Castleman para ayudar a otros especialistas y dirigir a los pacientes.
También es preciso ahondar en la investigación para conocer más a fondo la enfermedad y buscar tratamientos específicos ya que ahora tan solo hay una terapia dirigida con un anticuerpo monoclonal para la variante multicéntrica idiopática autorizada en España.
La cirugía se utiliza en el caso de la enfermedad unicéntrica, con la extirpación del único ganglio afectado, afección que suele detectarse de forma casual.
Por eso, es clave el papel del patólogo, especialista que puede definir la enfermedad y descartar el linfoma al analizar la masa.
Otro de los caballos de batalla es la necesidad de un equipo multidisciplinar ya que ahora la llevan desde los oncólogos, a hematólogos, reumatólogos o internistas: “La enfermedad de Castleman necesita un equipo multidisciplinar porque según donde se localicen los ganglios linfáticos te tratan unos u otros”, señala la presidenta de la Asociación Española de Enfermedad de Castleman.
No hay datos globales de la enfermedad, tan solo, explica el doctor del Hospital Ramón y Cajal, algunos recogidos en estudios de Estados Unidos que estiman la incidencia en 5-15 casos por millón de habitantes en la modalidad unicéntrica y en 1 caso por millón de habitantes en la variante multicéntrica idiopática.
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Ciencia y Salud
Más hospitalizaciones de adolescentes por depresión: el informe que retrata “un problema de salud pública”

El informe, publicado en Journal of Affective Disorders, aporta otras dos conclusiones destacadas:
- La edad media de ingreso en un hospital por depresión, dentro de la población adolescente analizada, fue de 16 años, si bien se produjo un leve descenso en el último de los ejercicios de la muestra.
- El 74,3 % de los casos fueron chicas, es decir, tres de cada cuatro.
Los resultados provienen del análisis de más de 9.800 ingresos hospitalarios de jóvenes de entre 11 y 18 años recogidos de 2000 a 2021 en el Registro Nacional de Altas Hospitalarias de España, según informa la UNIR en nota de prensa.
Ideación suicida, el trastorno que provocó más ingresos
Más datos que aporta el estudio, cuyo principal responsable ha sido el investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de UNIR, Eduardo González Fraile, al frente de un equipo que concluye que el ámbito del estudio es actualmente “un problema de salud pública”.
- El tiempo de ingreso por depresión fue de una media de 7 días.
- Las autolesiones, la ideación o intento de suicidio fue el trastorno asociado a la depresión que más llevó a los jóvenes a ingresar en el hospital.
- La mortalidad hospitalaria fue del 0,2 %.

La influencia de las redes sociales y de la pandemia
Los investigadores creen que el incremento progresivo de casos en el periodo analizado puede relacionarse con una mejora en la disponibilidad y acceso de los servicios sanitarios.
También han observado una mayor concentración de ingresos por depresión a partir de 2011, ya que el 75 % de los ingresos recogidos se produjeron en este periodo.
“Este aumento puede estar relacionado con algunos fenómenos sociales y culturales, como una mayor incertidumbre en sus futuros personales, académicos y sociales tras la crisis económica del 2008″, subraya González Fraile.
Añade que también han influido “el uso masivo y generalizado de las redes sociales o la aparición de nuevos esquemas sociales contemporáneos basados en la inmediatez, la hiperconexión o la disponibilidad de recursos y gratificaciones a bajo costo a través de Internet”.
“El aumento sostenido de hospitalizaciones refleja un problema de salud pública que requiere respuesta urgente”, concluyen los autores.
En el estudio se ha detectado que la pandemia de la covid-19 tuvo un efecto multiplicador en las gráficas de evolución de ingresos hospitalarios.
Consecuencias en la edad adulta
Los autores reclaman nuevas políticas de salud mental dirigidas a la prevención y la detección temprana de la depresión en adolescentes y una mayor inversión en recursos especializados y profesionales formados en salud mental infanto-juvenil.
“El aumento sostenido de hospitalizaciones refleja un problema de salud pública que requiere respuesta urgente”, concluyen los autores.
Tal y como señala la UNIR en la nota de prensa, el informe revela que la falta de un diagnóstico adecuado o una intervención tardía puede tener importantes consecuencias en la edad adulta.
Entre esos efectos, la prolongación de la enfermedad, dificultades para relacionarse, baja autoestima, adicciones o riesgo de conductas suicidas.
Los expertos insisten en que “es esencial identificar los factores desencadenantes de la depresión en los jóvenes para detectar e iniciar un tratamiento a tiempo”.
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Ciencia y Salud
Particularidades del verano que impactan en la salud de tu cerebro

Las actividades típicas del verano promueven “la plasticidad neuronal, reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo y estimulan áreas clave como el hipocampo y el núcleo accumbens, implicadas en la memoria y la motivación”, explica la neurocientífica Emilia Redolar, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en relación con la salud del cerebro.
Sin embargo, no todo juega a favor de la salud cerebral. El exceso de luz solar, las altas temperaturas, el uso de pantallas digitales y el consumo de alcohol pueden deteriorar funciones ejecutivas y la flexibilidad cognitiva.
Estas son algunas de las circunstancias y hábitos propios del verano que nos ayudan a mejorar la salud del cerebro:
Socializamos más
En verano es muy habitual incrementar las relaciones sociales algo que, en paralelo, conlleva un apoyo emocional, “un auténtico antídoto estival contra el estrés”.
“Las relaciones sociales de calidad reducen el impacto del cortisol (hormona del estrés) sobre el cerebro y, por lo tanto, mejoran nuestra salud cerebral”, apunta la profesora de la UOC.
Estudios internacionales indican que esa interacción reduce también la ansiedad social y aumenta las hormonas oxitocina y la dopamina, lo que refuerza los vínculos emocionales y parentales y el aprendizaje.
Más horas de luz, pros y contras
La exposición a más horas de luz durante el verano puede mejorar el estado de ánimo, pero también altera el ritmo circadiano y hace que sea más difícil dormirse.
“La luz influye en el hecho de que vayamos a dormir más tarde. Si se le añaden las altas temperaturas, los ritmos circadianos son más difíciles de regular”, explica Redolar.
Investigaciones recientes de la Universidad de Cambridge indican que el sueño prolongado y en horarios regulares se asocia con un mayor volumen cerebral y mejores funciones cognitivas. En cambio, el exceso de luz puede provocar desajustes del ritmo circadiano y afectar a la calidad del sueño.
El calor también afecta al cerebro
El calor también afecta a nuestro sueño, que suele ser más corto y fragmentado y eso repercute en nuestro cerebro.
“En verano retrasamos la hora de ir a dormir hasta que refresca un poco tras las horas de más calor, que también nos obligan a levantarnos antes, o nos despertamos con mayor frecuencia”, explica la experta de la UOC.
Este cambio en los ritmos circadianos afecta al núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que está regulado por la luz del sol, y aumenta los efectos negativos sobre el cerebro.

No dediques el tiempo libre a las pantallas
El tiempo libre del que gozamos no debemos perderlo con un uso intensivo de las pantallas ya que puede tener un impacto negativo en funciones clave como la atención sostenida y la flexibilidad cognitiva.
“El uso excesivo dificulta mantener el foco atencional, cambiar de tarea con fluidez y adquirir información con eficacia, ya que afecta a la corteza prefrontal dorsolateral”, explica Redolar.
Numerosos estudios de neuroimagen muestran que la exposición frecuente a pantallas altera la activación del lóbulo frontal, crucial para el control de impulsos y el cambio de tarea, además del deterioro del foco atencional por multitarea digital.
No consumas alcohol, es un riesgo para la corteza cerebral
Salir y relacionarnos más en verano muchas veces lleva aparejado el consumo de alcohol, algo que deteriora progresivamente la función ejecutiva y altera la toma de decisiones, ya que tiene impacto en regiones cerebrales clave.
“El alcohol inhibe la corteza prefrontal, involucrada en la planificación y el juicio, y además genera dificultades a largo plazo desde un punto de vista cognitivo”, explica la profesora.
A largo plazo, el alcohol multiplica por tres el riesgo de depresión mayor, incrementa un 40 % la probabilidad de trastornos de ansiedad, se asocia a una comorbilidad del 60 % con el trastorno bipolar y conlleva un deterioro cognitivo progresivo e irreversible.
También puede provocar demencia alcohólica, psicosis, alteraciones de la personalidad y pérdida de empatía.
Come frutas y verduras en verano, también favorecen la salud del cerebro
El verano favorece el consumo de alimentos frescos, lo que potencia las dietas que mejoran la memoria, la atención y la salud cerebral a largo plazo.
“Una dieta rica en fruta, verduras, cereales y frutos secos tiene también efectos positivos sobre el cerebro y la función cognitiva”, aconseja la neurocientífica.

Ejercicio físico: activador de neuronas
El ejercicio aeróbico en verano no solo beneficia la salud cardiovascular, sino que estimula la plasticidad del cerebro y favorece la formación de nuevas neuronas en el hipocampo,”estructura crítica para la memoria a largo plazo”, además de consolidar la memoria, indica Redolar.
Incorporar nuevas rutinas
En general, según la profesora, “el verano ofrece una oportunidad para fortalecer la salud mental si se gestionan con conciencia tanto los estímulos placenteros como los potencialmente perjudiciales. Es buen momento para incorporar rutinas nuevas y saludables”.
“El simple hecho de no trabajar -añade- disminuye los niveles de cortisol. Actividades recreativas como viajar, leer, caminar por la montaña o bañarse en el mar tienen un impacto positivo: disminuyen el cortisol y activan el núcleo accumbens, que es fundamental para la motivación y el refuerzo”.
Y, además, no hace falta mucho tiempo para implantar una rutina en verano para la salud de nuestro cerebro: “Con un día o un fin de semana basta para empezar a notar los efectos positivos”, concluye la profesora de la UOC.
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