Ciencia y Salud
Cuidado con la otitis externa en época de baños: causas, prevención y tratamiento

La otitis externa es una dolencia común que puede darse en todos los grupos de edad, aunque es más frecuente en niños y niñas entre los 7-14 años.
Dice MED-EL, compañía especializada en soluciones auditivas implantables, que el 95% de los casos son agudos y podrían llevar a problemas auditivos graves.
El director general de MED-EL España y Portugal, Julio Rodrigo Dacosta, subraya que “el ambiente húmedo en el conducto auditivo externo propicia el crecimiento de bacterias y hongos, lo cual puede provocar inflamación e infección del oído externo”.
Así que si no se trata a tiempo, la afección podría empeorar. “Es importante buscar atención médica cuanto antes si se presentan estos síntomas y tratarla a tiempo para que no origine problemas auditivos más graves”.
Medidas para prevenir la otitis externa
Los expertos y expertas de MED-EL enumeran estos cuatro consejos de prevención:
- Utiliza tapones o gorro de baño cuando vayas a la piscina o a la playa.
- Sécate bien los oídos con una toalla o con un secador de pelo a baja potencia
- Evita baños en aguas estancadas, ya que son lugares donde proliferan las bacterias.
- No emplees tus dedos, bastoncillos u otros objetos para limpiar el interior de tus oídos.

¿Cómo tratarla?
Desde esta compañía explican que el tratamiento habitual es “aspirar la otorrea y aplicar gotas antibióticas”.
Conviene tener en cuenta las siguientes variables:
- Si la otorrea es clara o hay presencia de fiebre, serán necesarios antibióticos orales y antiinflamatorios.
- Si se forma un edema del conducto auditivo externo se recetarán corticoides orales.
- Si hay picor, es posible que exista una infección por hongos, para lo que serán necesarios antifúngicos en vez de antibióticos.
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Ciencia y Salud
TRIBUNA | Cuando la diarrea crónica no es solo un efecto secundario

La especialista recalca en su tribuna para EFEsalud que la diarrea crónica afecta a la calidad de vida pero que si esa patología tiene un origen, como la malabsorción de ácidos biliares (MAB), puede tratarse de forma efectiva si se cuenta con un diagnóstico correcto.
La doctora Maite Herráiz es especialista en aparato digestivo y directora del Departamento de Digestivo en la Clínica Universidad de Navarra, donde también lidera la Unidad de Prevención y Consulta de Alto Riesgo de tumores digestivos.
Con una sólida formación académica y una amplia experiencia clínica, combina la atención a pacientes con funciones docentes y de investigación, lo que le ha permitido impulsar proyectos innovadores en el ámbito de las enfermedades digestivas funcionales y los efectos secundarios gastrointestinales del tratamiento oncológico.
Reconocida por su capacidad de integrar asistencia, innovación y docencia, docotora Herráiz colabora activamente en sociedades científicas nacionales e internacionales y ha sido presidenta de la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva, donde trabajó para potenciar el papel de la mujer en el ámbito científico y fomentar vínculos con entidades europeas y latinoamericanas.
Cuando la diarrea crónica no es solo un efecto secundario
Doctora Mª Teresa Herráiz Bayod, directora del Departamento de Digestivo de la Clínica Universidad de Navarra
Durante semanas, incluso meses, muchas personas llegan a convivir con un síntoma que puede alterar su vida cotidiana, limita sus rutinas y mina su bienestar físico y emocional: la diarrea crónica.
A menudo se minimiza, se atribuye al estrés, a una mala digestión o —en el caso de pacientes con cáncer— a los efectos secundarios inevitables del tratamiento. Pero, en muchos casos, la diarrea persistente tiene una causa concreta, identificable y tratable que suele pasar desapercibida, esto es, la malabsorción de ácidos biliares.
Hablamos de diarrea crónica cuando persiste durante más de cuatro semanas.

Aunque pueda parecer un síntoma menor, su impacto es significativo, ya que afecta al 3-7 % de la población general, y mucho más a personas que han recibido tratamientos oncológicos.
Más allá de la incomodidad, puede condicionar por completo el día a día, ya que obliga a conocer de memoria la ubicación de los baños, impide planificar salidas o viajes y, en casos graves, genera incontinencia o pérdida de peso.
El problema es que muchas veces se normaliza. Algunos pacientes se resignan, y otros, especialmente los que ya han atravesado un cáncer, tienden a considerarlo “parte del proceso”, pero no lo es ya que cuando esa patología tiene un origen como la malabsorción de ácidos biliares (MAB), puede tratarse de forma efectiva si se cuenta con un diagnóstico correcto.
La malabsorción de ácidos biliares ocurre cuando el intestino no logra reabsorber de manera adecuada las sales biliares que el hígado fabrica para digerir las grasas. Como resultado, estas sustancias llegan al colon, donde provocan una secreción excesiva de agua y electrolitos que deriva en diarrea acuosa, a menudo urgente y difícil de controlar, la Diarrea por Ácidos Biliares (DAB).
Aunque puede aparecer en personas sin patología previa, es más común en quienes han recibido radioterapia abdominal o pélvica, han sido sometidos a determinadas cirugías digestivas (como la resección del íleon) o han tomado ciertos fármacos oncológicos. En muchos casos, la DAB no aparece de inmediato, sino meses o incluso años después del tratamiento.
Sabemos que entre un 40 % y un 50 % de los pacientes tratados con radioterapia pélvica desarrollan diarrea crónica y, en la mayoría de estos casos, la causa es la DAB. Sin embargo, este diagnóstico se pasa por alto con frecuencia porque se asume como un daño colateral inevitable, cuando en realidad, identificar su origen puede cambiarlo todo.
Una DAB no tratada de forma adecuada puede tener consecuencias importantes sobre la salud del paciente ya que, además de mermar la calidad de vida, puede provocar desnutrición, alteraciones metabólicas e incluso llevar a suspender o reducir tratamientos oncológicos que son eficaces.
Y lo más grave es que muchos pacientes pasan por numerosas pruebas, dietas restrictivas o tratamientos que no llegan a abordar el problema de raíz.
Frente a esta situación, existe una prueba diagnóstica funcional específica que puede confirmar o descartar con alta precisión la DAB. Se trata de una gammagrafía que mide cuánta pérdida de ácidos biliares tiene el paciente en siete días.
Es sencilla, bien tolerada y con una exposición mínima a radiación y, a diferencia de otras pruebas, permite cuantificar la malabsorción y clasificarla como leve, moderada o severa, algo muy válido a la hora de orientar el tratamiento. Frente a la opción de probar tratamientos “a ciegas”, esta técnica aporta claridad y evita sobrecargar al paciente con fármacos o pruebas innecesarias.
Contar con este tipo de herramientas no solo ahorra tiempo, sino también incertidumbre, gastos innecesarios y malestar para el paciente. En muchos casos, un tratamiento basado en secuestradores de ácidos biliares o una pauta dietética personalizada es suficiente para revertir los síntomas y recuperar la calidad de vida.
En salud, ponerle nombre a lo que ocurre es el primer paso para poder actuar. La DAB no es una rareza y no debería seguir escondida tras diagnósticos inespecíficos como el síndrome del intestino irritable o un efecto secundario más del tratamiento.
Necesitamos hablar más de ella, que sea incorporada a los protocolos diagnósticos y formar a los profesionales que, día a día, atienden a estos pacientes. Especialmente en el caso del paciente oncológico, detectar y tratar adecuadamente la diarrea crónica es una gran necesidad. No se trata solo de controlar un síntoma, sino de cuidar su recuperación, su dignidad y su bienestar.
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Ciencia y Salud
Seis ejercicios frente a la menopausia sin salir de casa

La profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Marta Massip Salcedo, que aconseja hacer estos ejercicios durante la menopausia, explica que una de las funciones de los estrógenos es ayudar a mantener la sensibilidad a la insulina.
Al disminuir los estrógenos durante la menopausia, el cuerpo tiende a volverse más resistente a la insulina. “Esta resistencia puede llevar a un aumento de la glucemia y a una mayor tendencia a acumular grasa abdominal, un tipo de grasa particularmente asociado al riesgo cardiovascular”, aclara.
La falta de actividad física dificulta que el cuerpo controle los niveles de azúcar en sangre. “Esto puede favorecer el desarrollo de diabetes de tipo 2, el aumento del colesterol ‘malo’ (LDL), una pérdida del colesterol ‘bueno’ (HDL) y una subida de la presión arterial, lo que eleva el riesgo de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares”, precisa la experta.
“Por eso, -añade- durante la menopausia, es sumamente importante adoptar hábitos de vida saludables que ayuden a mejorar la sensibilidad a la insulina y a reducir el riesgo cardiovascular, como, por ejemplo, cuidar la alimentación y hacer ejercicio”.
Massip Salcedo señala que en esta etapa es común ganar peso y perder masa muscular, especialmente si se lleva una vida sedentaria.

Además, con la menopausia las mujeres también experimentan cambios en su estado de ánimo, como tristeza, ansiedad o cambios de humor, y el ejercicio es un aliado que ayuda a mejorar el bienestar emocional.
Ejercicios para mejorar la salud durante la menopausia
Es fundamental buscar momentos para moverse. Pequeñas dosis de ejercicio o “snacks”, como los denomina la experta en una nota de prensa, ayuda a “activar los músculos, mejorar la circulación, mantener el metabolismo activo y controlar el azúcar en sangre, además de mejorar la energía y la concentración”.
La profesora de la UOC nos ofrece seis ejemplos de ejercicios cotidianos:
- Subir y bajar escaleras durante un par de minutos.
- Hacer varias series de sentadillas. Se pueden utilizar pesas durante las sentadillas para trabajar la fuerza.
- Caminar rápido por casa.
- Hacer saltos suaves, como por ejemplo, salto a la comba.
- Realizar series de flexiones apoyándose en un mueble.
- Hacer varias series de ponerse de puntillas.
Es recomendable hacer estos ejercicios cada hora y durante un tiempo entre 1 y 5 minutos. Se pueden combinar o hacer uno solo cada vez.
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Ciencia y Salud
Muere de cáncer la actriz Verónica Echegui, de 42 años

La muerte de Verónica Echegui se produjo ayer domingo pero no se ha conocido públicamente hasta esta mañana cuando la Unión de Actores y Actrices lo ha comunicado en sus redes sociales.
La capilla ardiente está instalada en el Tanatorio de la Paz (Alcobendas), donde mañana a mediodía será incinerada en una ceremonia íntima.
La trayectoria de Verónica Echegui en el cine
Verónica Echegui, nacida en Madrid en 1983, estuvo cuatro veces nominada al Goya y se dio a conocer por su papel de la Juani en la película de Bigas Luna de 2006.
Con medio centenar de títulos como actriz en su trayectoria, su primer Goya lo ganó por su debut como directora con el corto de ficción ‘Tótem Loba’ (2021).
‘Yo soy la Juani’ (2006) le valió su primera candidatura al premio de la Academia de Cine de España como actriz revelación y volvió a estar nominada como actriz protagonista por ‘El patio de mi cárcel’ (2008), de Belén Macías, y por ‘Katmandú, un espejo en el cielo’ (2011), de Icíar Bollaín, por la que la actriz madrileña sí obtuvo el premio Gaudí.

Además, su papel en ‘Explota, explota’ (2020) le valió una cuarta nominación, esta vez como actriz de reparto.
Verónica Echegui también ha trabajado en películas como ‘Tocar el cielo’ (2007), de Marcos Carnevale; ‘8 citas’ (2008) de Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen; ‘La casa de mi padre’ (2008) de Gorka Merchant; ‘La gran familia española’ (2013), de Daniel Sánchez Arévalo, y ‘Kamikaze’ (2014).
La última producción que estrenó fue la serie ‘A muerte’ (2025), comedia romántica de Atresmedia dirigida por Dani de la Orden, donde hizo el papel de Marta, implicada en una relación de dos treintañeros que no están en su mejor momento.
Además, deja pendiente de estreno ‘Ciudad de sombras’, una serie policíaca para Netflix dirigida por Jorge Torregrosa y que adapta la primera novela de Aro Sániz de la Maza de la tetralogía de ‘Milo Malart’, publicada por Destino.
La serie, de seis episodios, se rodó el pasado otoño/invierno en Barcelona, protagonizada por Isak Férriz en la piel del inspector Malart y con Echegui como la subinspectora Rebeca Garrido.
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