Ciencia y Salud
¿Cuánto puede durar el mono al dejar de fumar?

Con motivo del Día Mundial Sin Tabaco, el 31 de mayo, analizamos el mono que nos provoca la nicotina cuando decidimos dejar de fumar y que varía de persona a persona en función de la denominada tasa de tolerancia a la dependencia física y mental.
Los receptores cerebrales, siempre alerta
“La nicotina utiliza a unos receptores cerebrales determinados para crear esa sensación de placer, pero en el momento que una persona deja de fumar esa sensación se convierte en malestar porque no ha tenido esa dosis de nicotina”.
Lo explica el doctor Vidal Barchilón hasta hace pocos meses coordinador a nivel nacional del Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y ahora coordinador en Andalucía.
Cuando das una calada a un cigarrillo, la nicotina viaja de los pulmones a la sangre y de ahí al cerebro donde traspasa la barrera craneoencefálica y llega a esos receptores: “Este recorrido dura entre 7 y 10 segundos, esa es la velocidad a la que se produce la dependencia”, precisa el médico de atención primaria, especialidad en la primera línea de la lucha contra el tabaquismo.
Al abandonar el hábito de fumar, esos receptores cerebrales quedan en estado de espera y la falta de nicotina provoca un mono físico con síntomas como dolor de cabeza, tos, expectoración y alteraciones del sueño.
Esta dependencia física puede durar entre 3 y 6 semanas y en el momento en el que se vuelve a coger un cigarrillo es muy probable que se caiga otra vez en la rutina de fumar, advierte el doctor.
Aunque cada persona tiene una tasa de tolerancia a la dependencia en función de múltiples factores, sí se tiene en cuenta el número de cigarrillos que consume al día y el tiempo acumulado de este hábito, datos importantes para pronosticar el éxito del abandono de esta adicción.
Pero cada persona es un mundo. La sensibilidad de los receptores nicotínicos en las mujeres, por ejemplo, es más intensa y pueden tener más dificultades, a nivel físico, de desengancharse y responden, a veces, peor que los hombres a los tratamientos orales con nicotina, indica Barchilón.

Tratamientos farmacológicos y apoyo cognitivo conductual para las personas que se quieren desenganchar del tabaco es lo que recomiendan las guías, pero también ayuda llevar a cabo ciertas pautas.
Por ejemplo, cuando la ansiedad te provoca un apetito compulsivo aléjate de los dulces y frutos secos: “Recomiendo cortar fruta y verduras en trozos pequeños” para no engordar, de lo contrario se incrementará el malestar que ya supone abandonar una adicción. Además, hay que aumentar el ejercicio físico.
Pero también hay recompensas, como recuperar el olfato y el sabor en menos de 72 horas, respirar mejor o levantarse sin dolor de cabeza.
El doctor Barchilón insiste en que para dejar de fumar también ayudan medidas externas, como aumentar los espacios sin humo o incrementar el precio del tabaco para luchar de forma global contra este problema de salud pública.
El mono psicológico, el gran reto de dejar de fumar
Si el mono físico dura entre 3 y 6 semanas, según la evidencia científica, la prolongación del mono psicológico es algo imposible de medir y, además, está muy ligado a la dependencia social, la influencia que tiene el entorno en nuestra fuerza de voluntad.
“La dependencia psicológica es más compleja que la física”, explica a EFEsalud José Antonio Molina, psicólogo experto en adicciones y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.
“Sí sabemos, por bastantes estudios, que si una persona supera un año sin recaídas es menos probable que las tenga. El tiempo sin fumar corre a favor del fumador, aunque hay casos puntuales que después de muchos años sin fumar, vuelven”, apunta.
Y esa fuerza o vulnerabilidad psicológica se puede sustentar en factores heredados, como la adicción de los progenitores y asociar el tabaco a escenas que has vivido y observado, explica el autor de “S.O.S. Tengo una adicción” (Ed. Pirámide).
También influyen factores de personalidad: puede resultar más complicado en personas impulsivas, con menos tolerancia a la frustración o con un déficit de habilidades sociales.
En general, si el consumo de tabaco está asociado a factores emocionales, “la dependencia es más potente”, aclara.
Tener una motivación
Cuando alguien se propone dejar de fumar, tener una motivación es fundamental. Y si eso falla podemos estar ante el eterno o eterna reincidente.
“Hay personas que presentan una patología dual. Por ejemplo, además de ser dependientes del tabaco tienen un cuadro depresivo o un trastorno de ansiedad que les dificulta dejarlo”, señala el psicólogo del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid..
Además, una dependencia psicológica también tiene una respuesta física, puede generar nerviosismo, ansiedad, taquicardias etc.
Recibir un diagnóstico de enfermedad o una señal de alarma tanto en el propio interesado como en sus familiares suele ser un motivo potente para intentar desengancharse.

Sueño con fumar
El caballo de batalla a la hora de contenerte para fumar está en la asociación de situaciones con el cigarro: salir con los amigos y fumar, hablar por teléfono y fumar o sentir estrés y fumar, son algunos ejemplo. Es lo que denomina una respuesta condicionada, tu mente te recuerda que en determinada situación, fumabas.
Y es normal que si es un hábito sostenido en el tiempo lleguemos a soñar con él y que incluso nos despertemos con cargo de conciencia al creer que hemos vuelto a caer.
“También es posible que haya una parte dentro de ti que todavía quiera volver a fumar” y se representa en los sueños, matiza el experto en adicciones
¿Para qué nos sirve el tabaco?
El éxito de dejar de fumar y que el mono psicológico sea más llevadero comienza por saber por qué nos enganchamos al tabaco o al cigarrillo electrónico.
Si es como modulador de la ansiedad, hay que practicar técnicas de relajación. Si lo utilizas para no comer tanto, habrá que aprender otros hábitos alimenticios.
José Antonio Molina asegura que las personas que recibe en su consulta para tratar la adicción al tabaco son fumadores diarios, con una media de 15-20 cigarrillos, y a partir de 38-40 años, edad en la que ya tienen conciencia de que fumar les está causando problemas.
Alerta, los vapeadores
El cigarrillo de tabaco tiene nicotina, la sustancia más adictiva, pero también tiene otras 4.000 de las que 60 están reconocidas como carcinógenos.
Pero los cigarrillos electrónicos o vapeadores no se quedan atrás. Son líquidos con nicotina y diferentes sustancias químicas de aromas, sabores y colores que atraen a los adolescentes y les conducen a la adicción y dañan su salud cardiovascular, respiratoria, además de riesgo de cáncer, como el tabaco.
Desde el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, el psicólogo clínico Josep María Suelves advierte de que estos nuevos dispositivos “persiguen el negocio a costa de la salud” de los más jóvenes y en la mayoría de los casos les conducen a iniciarse en el tabaco.

Diferentes encuestas reflejan que el consumo de vapeadores ha crecido entre adolescentes y jóvenes entre 14 y 18 años.
“No estamos yendo para atrás pero debemos trabajar duro para no terminar haciéndolo”, asegura el experto.
“Los jóvenes hoy fuman menos tabaco que sus mayores, ya no lo ven glamuroso como lo veíamos hace unas décadas, apunta.
Pero, reconoce, que con los vapeadores se están repitiendo patrones como los del pasado: “Hay una industria, hay unos intereses económicos que no tienen en cuenta la salud y persiguen perpetuar el negocio”.
Y concluye pidiendo a las autoridades nuevas regulaciones que protejan a los jóvenes ante la adicción a fumar y evitar así sufrir ese mono o dependencia física y psicológica.
La entrada ¿Cuánto puede durar el mono al dejar de fumar? se publicó primero en EFE Salud.
Ciencia y Salud
Nochebuena con ese familiar que tanto sabe de todo: una aproximación al efecto Dunning-Kruger
Hemos evitado coincidir con una persona porque nos parece arrogante. Hemos inventado una excusa para no ir a esa ‘quedada’ porque estará el sabiondo de ‘noséquién’. Nos hemos enfadado con un amigo/a porque “no escucha” lo que opinamos o explicamos. Nos hemos mofado de aquella cena de Nochebuena en la que tuvimos que soportar, una vez más, al «listillo» o «listilla» de la familia . Y nos hemos molestado cuando nos hemos enterado de que para alguien somos “soberbios”. El efecto Dunning-Kruger nos acompaña más de lo que creemos. ¿Pero qué es el efecto Dunning-Kruger?
El periodista de El País Kiko Llaneras mencionó este sesgo cognitivo en su newsletter del pasado 13 de diciembre. Aludía a un estudio hecho a personas con ideas firmes y recias sobre asuntos que la ciencia refuta, desde supuestos efectos nocivos de las vacunas a beneficios inapelables de la homeopatía. El trabajo aportaba una conclusión, recordaba Llaneras: a pesar de que estas personas no es que fueran precisamente expertas de aquello de lo que hablaban, se expresaban con una seguridad propia de quienes lo son.
¿Nos suena, verdad? En la era de las redes sociales, seguro que nos suena. En la era de la opinión por encima de todo, seguro que nos suena. En estas fechas navideñas de reuniones familiares, pues segurísimo. Puede que estén pensando en el “cuñao”, en su arquetipo y su parodia, pero el efecto que nos ocupa es más alambicado.
El efecto Dunning-Kruger: también una forma de comunicar
Albert Dunning y Justin Kruger son los dos psicólogos sociales estadounidenses que “hallaron” este sesgo cognitivo, según el cual personas sin conocimiento o sin habilidades en materias concretas, pongamos como ejemplo la política o el fútbol, tienden a sobreestimar su conocimiento y sus habilidades. Asimismo, personas con alto nivel de conocimiento, tienden a subestimarlo.
Es muy probable, lector, lectora, que irrumpan en su cabeza numerosos casos reales, pero aquí vamos a analizar qué caracteriza a las personas que “padecen” dicho efecto.
Lo haremos con la psicóloga general sanitaria Raquel Huéscar, quien aboga por situar el marco de la discusión aquí: “Es la diferencia entre lo que sé y lo que creo que sé”.

La primera anotación que la profesional efectúa es “la manera de comunicar”. “Una persona que cree que sabe –explica– comunicará con más seguridad, con menos contradicción, con menos complejidad”. Esta seguridad, añade, genera una repercusión en quien escucha, en quien lee.
Aplicar esta premisa en los algoritmos de las redes sociales muestra una realidad sobre la que se ha conservado y discutido mucho. “Sabemos que los algoritmos van a dar prioridad al contenido que esté en la línea de lo que nos gusta”, subraya Huéscar, por lo que desembarcamos en uno de los rasgos de la identidad de esta era digital: “Se elimina la complejidad del discurso”.
“Y podemos pensar –apostilla– que quien más interactúa es quien menos sabe, y quién menos interactúa es quien más sabe”.
Personas a las que cuesta cambiar de opinión
No ayuda la polarización predominante. No ayuda nada. Dice Huéscar: “Todos tenemos derecho a opinar, sobre política por ejemplo, pero adentrarse en el conocimiento de la política aporta una serie de componentes que añaden complejidad al discurso, al relato”. Quedarse en el titular provoca una pérdida más o menos ingente de la riqueza y variedad de ese relato, justo una consecuencia de vivir polarizado.
Segunda anotación de la psicóloga: la dificultad de este perfil de personas para cambiar de opinión. Una dificultad que ni siquiera la evidencia científica puede sortear ágilmente. ¿Intolerancia a la discrepancia?
“No sé si es intolerancia. Son personas que no se dejan influir. En todo caso podrían cambiar cuando se ahonda en la base sobre la que articulan este pensamiento”, reflexiona Huéscar.
La psicóloga trae a colación “experimentos interesantísimos” de la psicología social como “la ley de la comparación”, que viene a decir lo siguiente: “Grandes expertos cometen grandes errores cuando les cuesta diferenciarse en un contexto en el que las personas piensan u opinan igual”, precisamente por la comparación con el entorno.
Entramos, así, en el tercer aspecto a destacar: el contexto, su influencia.
El reto de admitir un error
Más allá del efecto Dunning-Kruger, la psicóloga hace hincapié en “la dureza” de una persona para cambiar de opinión, de criterio o de punto de vista. ¿Qué puede hacer una profesional como ella?
“No nacemos así. Nos hacemos así. Uno se va haciendo así por obcecación: puede ser que porque se haya visto muy atacado en el concepto que tiene de sí mismo o porque ha sido así cómo ha salido adelante ante ataques que ha podido recibir. La obcecación en una idea, esa expresión de ponerse cabezón, está determinada por la historia de relación de la persona desde la infancia”, profundiza.
“Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden», explica la psicóloga Raquel Huéscar
Y quien habla de cambio de opinión habla, por relación, de reconocimiento del error, o de la equivocación, lo que tampoco es sencillo.
El efecto Dunning-Kruger “se mueve también con el narcisismo”, matiza Huéscar. “Soy lo que parezco que soy”, en resumen.
Añade al respecto: “Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden. Es una imagen de sí mismo de ‘todo o nada’. Y no pasa nada por no saberlo todo, por no entenderlo todo, pero no todas las personas están preparadas para admitirlo”.
Nochebuena y la familia (re)unida
Es 24 de diciembre. Día de Nochebuena. Muchísimas personas se reúnen con sus familias y celebran una tradición religiosa o simplemente el hecho de estar de nuevo juntos. Bienvenido sea.
La familia, como indica Huéscar, “es el elemento social de más intimidad”, por lo que estar con la familia, estar en familia, desencadena emociones. Emociones que hablan de amor, pero también de rencillas y rivalidades. Que hablan de secretos y confidencias. De recuerdos y deseos. Por tanto, apunta la profesional, “que haya discrepancias o comunicaciones más violentas es más fácil”.
Pero que nadie se asuste. La cena de la familia (re)unida no tiene por qué salir mal. Quizá saber en qué consiste el efecto Dunning-Kruger favorezca la concordia y la armonía. Al fin y al cabo, todos y todas hemos experimento este efecto, ¿verdad?
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Ciencia y Salud
Las navidades pueden quitarte el sueño, consejos de los neumólogos para dormir mejor
Las fiestas navideñas van acompañadas de comidas copiosas, horarios irregulares, un mayor consumo de alcohol y un aumento de estrés social y familiar. Esto puede afectar a nuestro descanso nocturno, un aspecto fundamental para la salud física y mental. Los neumólogos ofrecen recomendaciones para dormir mejor en navidades.
En el año SEPAR 2025-2026 de los Trastornos Respiratorios del Sueño (TRS), una iniciativa que busca concienciar a la población y a los profesionales sanitarios sobre unas patologías que muchas veces son infravaloradas e infradiagnosticadas.
El doctor Carlos Egea, neumólogo y coordinador del Año SEPAR 2025/26 de los Trastornos Respiratorios del Sueño, explica que “un sueño alterado provoca cansancio generalizado e irritabilidad, además de empeorar las enfermedades respiratorias vinculadas con el dormir, como la apnea obstructiva del sueño (AOS).
“Un sueño escaso puede desencadenar problemas metabólicos, como la diabetes o la obesidad, sin olvidar que un alto porcentaje de accidentes domésticos y de tráfico están vinculados a la falta de sueño”, añade.
Seis recomendaciones para dormir mejor durante las navidades
SEPAR ofrece seis recomendaciones clave para dormir y descansar mejor durante las fiestas de navidades:
- Gestionar el estrés. En esta época del año los compromisos sociales, laborales y familiares pueden generar estrés. Los especialistas recomiendan reservar unos minutos diarios a actividades relajantes como la lectura o la meditación.
- Comidas con moderación. Las cenas tardías y abundantes dificultan la digestión y afectan a la calidad del sueño. La doctora Alejandra Roncero, neumóloga y directora del Programa de Investigación en Sueño de SEPAR, aconseja dejar pasar entre dos y tres horas entre la cena y la hora de acostarse, además de evitar alimentos muy grasos, azucarados o picantes por la noche.
- Reducir el consumo de alcohol. Aunque el alcohol puede provocar somnolencia inicial, altera las fases del sueño y favorece los despertares nocturnos, el ronquido y la apnea del sueño. Limitar su consumo y alternar con agua ayuda a proteger el descanso.
- Siestas cortas y sin “compensaciones”. Una siesta breve, de 20 a 30 minutos, puede resultar reparadora tras una mala noche. Sin embargo, dormir muchas horas al día siguiente para “compensar” suele desajustar aún más el ritmo circadiano.
- Apoyarse en remedios tradicionales. Aplicar calor local, tomar infusiones relajantes o realizar estiramientos suaves tras una noche festiva puede ayudar a relajar la musculatura y favorecer el descanso.
- Un día de “reset”. Antes de incorporarse a la rutina, los expertos recomiendan recuperar los horarios habituales, cenar ligero y evitar el uso de pantallas durante la última hora antes de dormir.

Niños y adolescentes: proteger el descanso también en fiestas
Los especialistas subrayan la importancia de que niños y adolescentes puedan dormir bien durante las navidades.
En el caso de los más pequeños, recomiendan mantener rutinas, crear un ambiente tranquilo y limitar la sobreestimulación y el uso de pantallas antes de dormir.
Para los adolescentes, etapa en la que tienden a trasnochar más, es preferible negociar límites razonables, establecer horarios de desconexión digital, mantener cierta actividad física y evitar siestas largas que interfieran en el sueño.
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Ciencia y Salud
Leer la etiqueta del turrón: cuanto más fruto seco y menos azúcar, mejor
Llegan la navidades y con ellas los dulces tradicionales, como el turrón. Cada vez hay más tipos, con ingredientes y sabores infinitos. Se trata de un producto del que no hay que abusar, y en pequeñas cantidades «puede ser compatible» con una dieta saludable durante estas fechas, para ello, lo mejor es que lleve mucha cantidad de fruto seco y muy poca de azúcar.
Un poco de contexto
Es cierto que cada vez se adelanta más las navidades y ya están vendiendo espumillón y turrones desde octubre, incluso hay tiendas que lo comercializan todo el año, pero el mayor consumo se espera en estas fechas navideñas.
«Un mensaje claro para la población podría ser que no hay que empezar tan pronto, que si nos ponemos a contar con los dedos de la mano, los días de las reuniones familiares no son tantos comparados con el resto del año. Y aunque esos días comas turrón, no va a significar que vas a llevar una alimentación poco sana», afirma a EFE Salud la vicepresidenta por Alicante del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), María Tormo.
No se trata, matiza, de normalizar el consumo de turrón durante muchas semanas, como desde octubre o noviembre, eso «lógicamente no es sano», pero si es ocasional, puede ser «compatible» con una alimentación saludable.
La lista de ingredientes del turrón
Y para ello también hay que fijarse en los ingredientes de los que está hecho, porque «hay mucho turrones que en realidad no lo son».
«Hay que priorizar los ingredientes que tengan un alto porcentaje de frutos secos, entre el 60 y el 70 % sería lo recomendado. La almendra es fundamental, pero hay versiones más modernas, como la avellana o el pistacho», explica Tormo.

Los ingredientes están ordenados en la etiqueta de mayor a menor cantidad de contenido, por eso, el primero de ellos debería aparecer el fruto seco, abunda la experta; y después, otros ingredientes que sean «simples y fáciles» de reconocer para los consumidores.
«Que la gente los reconozca. Si empiezan con los aditivos, las ‘E’ seguidas de un número y hay muchas, mejor evitarlo», subraya.
¿Cuánto azúcar?
Y en cuanto a la cantidad de azúcar, Tormo es clara: «lo menos posible, es decir que vaya al final de los ingredientes. Si va como primero, para el consumidor debería ser una señal de alerta, porque está comprando sobre todo azúcar, no turrón».
Mejor que azúcar, que lleve miel, según la experta.
Y es que, según detalla, es distinta del azúcar porque nuestro cuerpo no la reconoce de la misma manera, es «más natural» y tiene otros micronutrientes, que el azúcar no tiene.
«Es interesante y adecuado que la gente busque que haya miel entre los ingredientes, en vez de los jarabes de glucosa que pone a veces o fructosa que también suele aparecer, igual que los aceites refinados. Si hay de palma o coco, por ejemplo, son cosas que nos deben hacer sospechar», incide.

Respecto a la cantidad de turrón, la experta afirma que no hay que comerse la tableta entera, compártela y come como un trozo de dos dedos aproximadamente.
«Además, nunca está solo el turrón, hay más cosas, polvorones, mazapanes, así que, la recomendación sería que sabemos que estamos en Navidad, que vamos a comer, y que no hay que martirizarse por ello, pero tampoco hay que comerse todo lo que sea posible», indica la vicepresidenta por Alicante del CODiNuCoVa.
Con estas pautas de María Tormo, ya solo queda regresar a casa por Navidad y disfrutar de ella. Buen apetito y felices fiestas.
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