Ciencia y Salud
Cómo ayudar a los menores a afrontar la muerte de un ser querido a causa de la dana
Este documento, coeditado por el citado Colegio y la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), pretende ayudar a las familias para que los menores se sientan seguros y protegidos física y psicológicamente tras las inundaciones de la dana y con el objetivo de contribuir a mitigar su malestar emocional, sobre todo si la muerte ha afectado a su entorno familiar y social.
Para los pequeños y adolescentes puede resultar muy estresante cualquier fenómeno producido por la naturaleza, “como una tormenta que retumba y produce un apagón o rompe el cristal de una ventana”, señala la guía.
Comunicar la muerte por la dana a los menores
Los menores de 6 años todavía no entienden el significado de la muerte y, aunque hay distintas situaciones provocadas por los efectos de las inundaciones de la dana, los psicólogos ponen un ejemplo:
“Cariño, tengo que decirte algo. O tengo que contarte algo muy importante. El abuelo ha muerto. La tormenta fue muy, muy, muy grande y llovió mucho, mucho, mucho. Tanto que la calle se llenó de agua y no se podía caminar. El agua con su enorme fuerza arrastró a muchas personas, la corriente también arrastró al abuelo.
“El cuerpo del abuelo ha dejado de vivir. Cuando alguien muere su cuerpo deja de funcionar. Se detiene “del todo”. Ya no podrá moverse, ni comer, ni hablar, ni respirar, ni estar con nosotros. Vamos a echar mucho de menos al abuelo y durante un tiempo estaremos tristes. Aunque ya no podamos verle, estará siempre en nuestro corazón, nunca le olvidaremos y no dejaremos de quererle. Podemos hablar de él siempre que quieras o lo necesites”.
Enfatizar la palabra “del todo” para disipar cualquier esperanza de que volverá. Usar múltiples “muy” y “mucho” les ayuda a entender que ha sido una situación muy excepcional.
En el caso especial de la muerte de los dos progenitores: es esencial transmitir tranquilidad, protección y afecto con una frase como: “Aunque tus papas ya no están, estoy aquí contigo, o estamos aquí contigo, y siempre te vamos a querer y cuidar. Seremos una familia y estaremos bien. Siempre recordaremos a tus papás, les compraremos flores y hablaremos mucho de ellos”.
Qué NO debemos decir
- Evitar explicaciones llenas de detalles, o excesivamente largas, que confunden más a los niños y niñas, abriéndoles nuevos interrogantes.
- Evitar explicaciones sobre situaciones sobrecogedoras, podría producir un impacto emocional aterrador con consecuencias inmediatas físicas y psicológicas como: terrores nocturnos y diurnos, pesadillas, diarrea, vómitos, ansiedad de separación, fiebre, etc.
- Evitar el uso de eufemismos, como “El abuelo está de viaje” o “Se ha ido” o “Está durmiendo” o “Se ha perdido”. Este tipo de expresiones podrían aumentar su temor a ser abandonados, o a que otras personas fallezcan, o a perderse ellos mismos y no ser encontrados.
- Para niños mayores de 6 años, que ya pueden entender mejor el concepto de muerte, es importante recordarles que siempre que lo necesiten contarán con nuestra ayuda y cariño y conviene evitar frases como “Sí tu padre viviera, le gustaría que fueras la primera o el primero de la clase” o “Ahora eres el hombre o la mujer de la casa”, o “Ahora nos tienes que cuidar a todos”.
Qué debemos hacer
- La noticia debe comunicarse lo antes posible. No esperar días, semanas, o a la finalización de los ritos funerarios. Retrasar esta información podría dificultar su propio proceso emocional.
- Siempre que sea posible la noticia debe ser transmitida por personas queridas y cercanas a los niños, que tengan contacto frecuente.
- Se recomienda buscar o crear un espacio tranquilo, acogedor, y dirigirse al niño o niña con delicadeza, en un tono sereno, que trasmita paz y confianza.
- No es necesario dar a los niños toda la información de una vez. Podemos empezar explicándoles lo que consideremos más importante y más adelante podemos ir agregando detalles, según sea necesario o cuando los niños hagan preguntas o expresen sus dudas.
- Es muy importante que los niños sepan cómo van a vivir a partir de la pérdida, como serán las rutinas que les dan seguridad y les ayudan a comprender su entorno. Por ejemplo, donde van a vivir, si habrá cambio de colegio, o quien irá a recogerlos, donde van a comer, si podrán ir al parque, etc.
- Facilitar que expresen lo que sienten y piensan, cada niño o niña tiene su propia forma de reaccionar ante el impacto de la noticia. Es normal si muestran pena, lloran, se asustan, gritan, se tiran al suelo, o se quedan en shock, paralizados. Estas reacciones se consideran normales, y no necesariamente han de manifestarse en todos los menores.
- Cuando los eventos son accidentales, no intencionados, pueden tener un efecto protector ante los traumas. Culpar a otras personas podría agravar el impacto de la noticia en los niños y niñas, pues los acontecimientos traumáticos cuando son provocados por otros seres humanos pueden aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos como el estrés postraumático.
¿Deben participar en los actos funerarios?
Según la “Guía de ayuda psicológica para niños, niñas y adolescentes afectados por la dana” del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, los estudios sobre el duelo en los menores recomiendan no dejarlos de lado ante una situación tan especial y familiar.
Si no se les permite formar parte de esta experiencia, estaremos negándoles la oportunidad de despedirse de la persona que han perdido. Los rituales pueden ayudarles a comprender mejor la muerte y a no albergar la esperanza de que la persona fallecida pueda volver, facilitándoles así la comprensión y aceptación de la pérdida.
Según algunas investigaciones, la edad mínima recomendada es a partir de los 6 años.
En cuanto a si es conveniente que vean o no el cuerpo de la persona fallecida, si los niños y niñas lo desean pueden verlo, pero debe hacerse en compañía de un familiar o alguien cercano. Es esencial asegurarse previamente de que el estado del cuerpo o la expresión facial del fallecido no asustará, o impresionará excesivamente a los menores, o incluso a los adultos.
Dar seguridad y confianza ante una crisis natural
Aunque no hayan sufrido pérdidas, los pequeños y los adolescentes se han visto afectados por una catástrofe natural que ha alterado su vida. Aunque es una constante durante la infancia, sentir seguridad, cariño y protección se acrecienta en situaciones de crisis naturales.
“Para los más pequeños la máxima seguridad está representada por la presencia de sus progenitores, o de sus figuras de referencia, como familiares, allegados, o personas conocidas”, apunta la guía en unas recomendaciones generales.
En los casos en que los menores se encuentren al cuidado puntual de personas extrañas o desconocidas, “no hay que alarmarse pensando que esta situación puede tener consecuencias traumatizantes graves para los niños, o que van a sentir que no se les quiere o que han sido abandonados”.
Estas experiencias también pueden aportar beneficios como, por ejemplo, disponer de cierta estructura en medio del caos, amortiguación del impacto emocional de la situación, o prevención de síntomas postraumáticos futuros. La compañía de otros niños, aunque sean extraños también les puede ayudar.
Pautas
- Transmitir calma y evitar perder el control emocional en presencia de los niños.
- Permitir que expresen sus temores, haciéndoles saber que es normal sentir miedo o estar triste.
- Favorecer la regulación de las emociones a través del juego y el dibujo.
- Intentar establecer alguna rutina y darles pequeñas tareas o responsabilidades.
- Reforzar cualquier conducta de solidaridad o apoyo.
- Promover la esperanza de que la situación se solucionará.
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Ciencia y Salud
Una estimulación pionera del cerebro permite andar a dos personas con lesiones medulares
El uso de la técnica para el tratamiento de trastornos del movimiento (como párkinson y otras lesiones medulares) está muy extendida, pero es la primera vez que se aplica al hipotálamo lateral, una zona del cerebro asociada a funciones básicas como el hambre o la sed, pero que ahora ha demostrado tener también un papel clave en el andar.
Los investigadores, procedentes de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y de los Hospitales Universitarios de Lausana, constataron que el uso de la ECP en esa región del cerebro no solo producía resultados inmediatos en la mejora de la marcha de los pacientes durante la rehabilitación, sino también mejoras neurológicas a largo plazo al favorecer la reorganización del tejido nervioso afectado.
Según el neurocientífico y coordinador del proyecto, Grégoire Courtine, estos resultados demuestran que el cerebro desempeña un “papel clave” en el proceso de recuperación de la marcha tras una parálisis.
Para llegar a esa conclusión, el equipo extrajo imágenes cerebrales en alta resolución de varios individuos y creó mapas detallados de la actividad anatómica y funcional de las neuronas de todo el cerebro, lo que permitió determinar la relevancia del hipotálamo en la capacidad de andar.
Estos resultados fueron aplicados entonces en ensayos preclínicos con roedores, a los que sometió a estimulación cerebral profunda con electrodos instalados en el hipotálamo lateral, lo que permitió identificar los circuitos precisos implicados en la recuperación de la marcha.
Por último, la neurocirujana y codirectora del proyecto, Jocelyne Bloch, extrapoló estos resultados a intervenciones quirúrgicas de dos pacientes que sufrían lesiones medulares parciales y que, tras ser implantados y sometidos a la estimulación, aseguraron “sentir de nuevo las piernas” y tener “ganas inmediatas” de andar.
“En ese momento supe que estábamos ante un gran descubrimiento en la organización anatómica de las funciones cerebrales”, ha comentado Bloch.
Uno de los primeros en recibir este implante fue el paciente Wolfgang Jäger, un austriaco que hace 18 años tuvo un accidente de esquí y quedó parapléjico, pero que ahora puede caminar (aun con andador), y subir y bajar escalones.
Ante el caso exitoso de Jäger y de otro voluntario, el equipo planea ahora combinar la estimulación cerebral profunda con otras tecnologías como los implantes medulares, a fin de seguir abriendo el camino a nuevas aplicaciones terapéuticas para mejorar la recuperación de la marcha.
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Ciencia y Salud
“Yo también me llamo Esperanza”, la guía de apoyo a las mujeres con cáncer ginecológico
Esta guía de cáncer ginecológico, promovida por la compañía farmacéutica GSK, ha contado con la participación de oncólogos y otros profesionales sanitarios de distintas especialidades y de la Asociación Mama y Ovario Hereditario (AMOH) y la Asociación de Afectados de Cáncer de Ovario (ASACO) y el apoyo institucional de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
El objetivo es proporcionar un recurso de referencia para pacientes y familiares, que incluya información sobre la patología y temas relevantes relacionados con la enfermedad y su tratamiento.
Qué es el cáncer ginecológico y cómo tratarlo
El documento comienza detallando qué es el cáncer ginecológico y explica cada uno de los que se pueden originar en el ovario, el útero (o endometrio), cuello uterino (o cérvix), vagina y vulva, los órganos reproductores de la mujer.
Y se adentran en los diferentes tratamientos para cada tumor, desde los convencionales, como la cirugía, quimioterapia y radioterapia, a otros innovadores como son las terapias diana o la inmunoterapia.
Además, se adentran en explicar el peso del cáncer ginecológico hereditario, aquel que se produce por mutaciones genéticas hereditarias, como en particular ocurre con el cáncer de ovario, y se explica la importancia del consejo genético que permita tomar decisiones preventivas.
Cuidarse en el proceso del cáncer, física y emocionalmente
La guía del cáncer ginecológico ofrece un apoyo integral a las pacientes y por eso no olvida asesorar en cómo prepararse antes y después del tratamiento pero también en lo relativo al cuidado personal que contribuya a la calidad de vida y a la mejor percepción de la paciente.
Estos son algunos de los consejos básicos:
- Cesar el consumo de tabaco y alcohol
- Tener una alimentación sana y equilibrada
- Realizar ejercicio físico bajo supervisión
- Cuidar la salud emocional y mental
Este documento también ofrece recomendaciones sobre las consecuencias del cáncer en la mujer. Tratarse las cicatrices derivadas de la cirugía, el linfedema (inflamación de las piernas por problemas de drenaje linfático) o fisioterapia para el suelo pélvico.
Ante un escenario que genera temor e incertidumbre, es importante que las pacientes sepan gestionar sus emociones para poder conseguir en estado de relativa tranquilidad que les ayude a afrontar este momento.
Además, la guía aborda de forma práctica algunas situaciones derivadas del cáncer como entrar en la menopausia, las relaciones sexuales o la pérdida de la fertilidad.
Sin olvidar pautas nutricionales para llevar una dieta equilibrada, facilitan algunas recetas saludables y abordan los diferentes tipos de ejercicio y en los distintos momentos del cáncer como una práctica que ayuda a prevenir y recuperarse de la enfermedad.
La rueda de la vida
Introducir cambios en los hábitos de vida ayuda a sentirse y estar saludable tanto física como emocionalmente.
El documento recomienda que para lograr un cambio es más sencillo enfocarse en pequeños acos pero mantenidos en el tiempo y valorar cada logro, en lugar de proponerse metas muy ambiciosas de golpe, además de reflexionar sobre la situación personal.
Por ello, propone una herramienta, la rueda de la vida, en la que las pacientes valorarán cada esfera de su vida y darán prioridades: como la familia, las relaciones sociales, el contacto con la naturaleza, los hobbies, la relajación, el ejercicio o la alimentación.
Para acabar, la guía del cáncer ginecológico ofrece varios mitos sobre este tipo de tumor y les enfrente a la realidad para que las pacientes no caigan en la desinformación.
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Ciencia y Salud
¿Cómo es la salud mental de los deportistas españoles? Un observatorio dará la respuesta
En una entrevista con EFEsalud, Jaenes indaga en los objetivos del observatorio sobre la salud mental de los deportistas, que ya ha puesto en marcha su primer proyecto, pero también en cuáles son las etapas más complicadas de los atletas, los riesgos a los que se enfrentan y en la importancia de que haya investigaciones para conocer con datos la realidad.
El efecto protector del deporte
José Carlos Jaenes es especialista en psicología del deporte y cuenta que comenzó a indagar en la posibilidad de crear un Observatorio porque había mucha gente que escribía sobre la salud mental de los deportistas sin haber investigado.
“No había una investigación de base. El objetivo básico nuestro es primero investigar, saber si existe o no existe el problema. A lo mejor nuestros deportistas son mucho más saludables de lo que nos pensamos”, subraya el experto.
En este sentido, abunda en que ha habido una serie de casos mediáticos, como el de Simone Biles, que han puesto el foco en los posibles problemas de salud mental de los deportistas.
Sin embargo, abunda el experto, un estudio internacional liderado por él sobre cómo afectó la covid a la salud mental de los deportistas españoles, puso de manifiesto que el confinamiento les perjudicó menos que al resto de la población.
“Es decir, el deporte es un factor protector y no podemos estar haciendo víctimas o no podemos estar victimizando el deporte porque realmente no hay datos, porque por un deportista que tenga una depresión y abandone la práctica deportiva, a lo mejor hay doscientas personas que no hacen deporte, que han abandonado su trabajo por la misma situación”, resalta el psicólogo.
El “burnout” en el deportista
La primera de las investigaciones que ya ha puesto en marcha el Observatorio es sobre el síndrome del “burnout” (estar quemado) en deportistas.
“Lo que estamos buscando es si hay sistemas o conceptos en psicología que sean protectores para minimizar el efecto, incluso en alguna medida, tratar de que no aparezca este síndrome, porque esto provoca, en última medida, el abandono del deportista de la práctica deportiva”, explica el profesor de la Universidad Pablo de Olavide.
Se trata de indagar en si la autosatisfacción y el concepto de personalidad resistente de los deportistas, que es aquella que soporta mejor el estrés, puede ser también un factor de protección para el síndrome del “burnout”.
Con los resultados se persigue organizar una serie de talleres, conferencias y encuentros con las federaciones, los deportistas y entrenadores para aprender estrategias que minimicen el “efecto devastador” de este síndrome, que en algunos deportes, como en la natación, es más frecuente que en otros.
La presión
En cuanto a la presión a la que están sometidos los deportistas de élite, Jaenes indica que son personas que han demostrado en su carrera que son capaces de absorberlo y lidiar con el estrés diario.
“Creo que los deportistas de alta competición tienen cualidades, que han desarrollado a lo largo de su vida deportiva, que les hace estar mucho más protegidos que la mayoría de la población general”, incide.
“A mí me preocupan mucho más esos deportistas que son de alta competición pero que no tienen tantos recursos como los de la superélite. Ahí es donde nosotros nos dirigimos y sobre todo a los más jóvenes, porque lo que nos gustaría es saber cómo protegerlos, cómo ayudarles, cómo crear herramientas que les puedan ser útiles para que su carrera sea larga y fructífera”, recalca.
Los riesgos
Y hay momentos en la vida del deportista que son más vulnerables que otros, tal y como señala el experto. Uno de ellos es la etapa que va de los 16 a los 18 años, “donde las relaciones personales pueden hacer que se rompa el interés en el deporte”.
Las otras crisis, explica José Carlos Jaenes, están relacionadas con los periodos competitivos en algunos deportes, como los que son olímpicos, en los que si no se consigue la clasificación o se obtiene en los Juegos un mal resultado, hay que esperar otros cuatro años para que se celebren los siguientes.
“Es mucho tiempo en la vida de los deportistas”, sostiene el experto.
Y hay otros riesgos que pueden hacer peligrar su continuidad, como las lesiones, que son “el mayor sufrimiento porque no es solo el tiempo que tardan en recuperarse físicamente, sino también anímicamente”.
“Las lesiones duran más en la cabeza que en la rodilla”, afirma Jaenes, quien recuerda las palabras de hace unos días de la jugadora española de bádminton Carolina Marín, quien se lesionó en el partido de semifinales de los pasados Juegos Olímpicos, en París, cuando iba ganando.
“Ella dice una cosa que es muy dura, muy dura, dice: ‘no solo me rompí la rodilla, me rompí entera’. Y es que esa rodilla se recupera, pero cuando uno se rompe por dentro, se tarda mucho más en recomponer”, abunda el psicólogo.
La retirada
Otro de los momentos delicados “por supuesto” es la retirada. Ahora, las generaciones jóvenes tienen más posibilidades de estudiar y las leyes les protegen, pueden cambiar las fechas de los exámenes, retrasar la entrega de trabajos, entre otros.
Pero “hay una generación que ya superan los 30 años”, que aún compiten, que no han estudiado y que se preguntan qué van a hacer una vez abandonen la competición.
“Yo llamaría a las empresas a una idea que siempre la he tenido y la mantengo y es que contratar a un deportista es contratar una garantía porque son personas que están educadas en trabajar, trabajar y trabajar con ganas, sin ganas, con frío, con calor. Trabajan con objetivos, son duros y están acostumbrados al sufrimiento y al fracaso”, opina Jaenes.
Por eso es importante que todos ellos puedan tener herramientas con las que enfrentarse a “la vida civil” porque, a veces, se sienten perdidos”, apunta el profesor de la Universidad Pablo de Olavide.
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