Ciencia y Salud
¿Cómo afectan los distintos medicamentos a la hora de conducir?

La Dirección General de Tráfico (DGT) estima que hasta el 5 % de los accidentes actuales están relacionados con los efectos de los medicamentos cuando vamos a conducir.
Hipnóticos, ansiolíticos, antidepresivos y analgésicos son algunos de los grupos de fármacos que pueden presentar un mayor riesgo para los conductores.
Ante este escenario y los desplazamientos propios de la vuelta de vacaciones, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos advierte de que hasta 5.400 presentaciones de medicamentos, disponibles en farmacias comunitarias, pueden causar efectos o interacciones en la capacidad de conducción.
También en el ámbito hospitalario algunos de los tratamientos que los pacientes reciben pueden afectar a cuando dirigimos un vehículo. En este sentido, el paciente puede consultar cualquier duda con su farmacéutico hospitalario.
Además, los farmacéuticos aseguran que, según diversos estudios, un 17 % de los conductores lleva un vehículo mientras está en tratamiento farmacológico, y, entre ellos, hasta 3 de cada 4 reconoce no tener información suficiente sobre el efecto de su medicación.
Por este motivo, antes de tomar un fármaco hay que leer su prospecto para comprobar si afecta a la conducción y qué precauciones hay que tomar en la carretera.
Efectos de los medicamentos
Los farmacéuticos explican que los medicamentos a la hora de conducir pueden causar diversos efectos:
Somnolencia.
Reducción de reflejos.
Sensación de relajación y aumento del tiempo de reacción.
Los medicamentos también pueden afectar a la percepción de las distancias y provocar alteraciones visuales o auditivas.
Grupos de medicamentos con mayor efecto en la conducción
Hipnóticos: usados para tratar trastornos de sueño como el insomnio. Por ejemplo, medicamentos con melatonina, doxilamina o zolpidem.
Ansiolíticos: usados para tratar la ansiedad o incluso también en ciertos casos de insomnio. Benzodiazepinas como bromazepam, lorazepam o diazepam.
Antidepresivos como amitriptilina o fluoxetina y similares.
Fármacos usados en el tratamiento de gripe o catarros como clorfenamina o dextrometorfano.
Algunos analgésicos usados para abordar el dolor, como los opioides.
Fármacos antialérgicos o antihistamínicos: usados, por ejemplo, frente a las alergias primaverales, como ketotifeno o dexclorfeniramina.
Antiepilépticos como valproato o carbamazepina, entre otros.
Fármacos usados para tratar el párkinson: como levodopa o apomorfina.
Fármacos frente a trastornos psicóticos (por ejemplo, el trastorno bipolar o la esquizofrenia): como olanzapina o quetiapina.
Vídeo del Consejo General de Colegios Farmacéuticos sobre los medicamentos que afectan en la conducción. Vídeo cedido.
Sin embargo, es importante destacar que, para quienes están en tratamiento, los medicamentos no siempre tienen un impacto negativo en la capacidad de conducir.
Si se toma correctamente, el medicamento puede controlar la enfermedad y mejorar la capacidad del paciente para conducir.
Por ejemplo, los antiepilépticos ayudan a controlar la enfermedad, pero si no está bien gestionada y el paciente ha tenido una crisis epiléptica en el último año, no podrá conducir.
Ante cualquier duda, el paciente puede preguntar a su farmacéutico.
Consejos para controlar los posibles efectos
Para minimizar los riesgos en la carretera, se recomienda evitar conducir al comenzar un tratamiento que pueda reducir los reflejos o la capacidad visual.
También es crucial tener precaución al tomar varios medicamentos juntos, debido al riesgo de interacciones que pueden afectar nuestra salud, y evitar el consumo de alcohol.
Además, algunos medicamentos contienen alcohol, por lo que es aconsejable revisar el prospecto para conocer su contenido total.
En cualquier caso, cada situación debe ser evaluada individualmente por un profesional de la salud, ya que un medicamento puede no afectar a una persona y tener un impacto significativo en otra.
Crucial consultar a los farmacéuticos
Los farmacéuticos, como expertos en medicamentos y debido a su contacto directo con los pacientes, juegan un papel crucial en la concienciación sobre la seguridad vial.
Y es que la labor informativa del farmacéutico en seguridad vial es muy relevante, ya que no solo promueve el uso responsable de los medicamentos, sino que también está al tanto de todos los fármacos que puede estar usando el ciudadano, con o sin receta, según el Consejo General de este sector profesional.
Por eso, durante estas vacaciones, es aconsejable que la población consulte a su farmacéutico en alguna de las 22.220 farmacias de España si tiene dudas sobre cómo la medicación puede afectar la conducción.
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Ciencia y Salud
Azoospermia: una de las principales causas de infertilidad masculina

La azoospermia puede ser resultado de diversos factores que afectan la producción, transporte o maduración de los espermatozoides.
Tipos de azoospermia
Según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), existen dos grandes tipos de azoospermia, definidos por su causa:
- Azoospermia obstructiva: Se produce cuando hay una obstrucción en los conductos que transportan los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra. Esta obstrucción puede localizarse en el epidídimo, los conductos deferentes o la uretra.
- Azoospermia no obstructiva: Se debe a una alteración en la producción de espermatozoides en los testículos. Las causas más frecuentes incluyen anomalías genéticas, disfunción testicular primaria o trastornos hormonales.
Causas frecuentes de la azoospermia
La CUN identifica que las causas de esta alteración se agrupan en tres categorías, según el momento del proceso reproductivo en que se produce la alteración:
- Pretesticulares: Problemas hormonales que interfieren con la producción espermática.
- Testiculares: Alteraciones propias del tejido testicular, como varicocele, orquitis, criptorquidia o daño testicular por quimioterapia o radiación.
- Postesticulares: Obstrucciones o malformaciones anatómicas que impiden la salida de espermatozoides. Ejemplos: vasectomía previa, quistes del conducto eyaculador, fibrosis quística congénita.

Tratamiento de la azoospermia
El tratamiento dependerá de la causa identificada:
- Terapia hormonal: En casos de origen pretesticular, se utilizan gonadotropinas o testosterona para estimular la espermatogénesis.
- Intervención quirúrgica: Reparación de obstrucciones, reversión de vasectomía o reconstrucción de conductos deferentes.
- Técnicas de reproducción asistida: Como la extracción de espermatozoides mediante biopsia testicular y su uso en fecundación in vitro (FIV) o microinyección espermática (ICSI).
- Corrección del varicocele: En determinados casos, su tratamiento puede mejorar la producción espermática.
Impacto psicológico y social
El diagnóstico de azoospermia puede afectar de forma significativa la salud emocional del paciente. Según la CUN, es frecuente que surja:
- Ansiedad y síntomas depresivos
- Baja autoestima
- Estrés en la relación de pareja
El acompañamiento psicológico debe formar parte integral del abordaje clínico.
Prevención y autocuidado
Aunque no siempre se puede prevenir, la Clínica Universidad de Navarra (CUN) asegura que existen medidas que pueden reducir el riesgo de azoospermia:
- Evitar exposición prolongada a radiación o productos tóxicos.
- Tratar infecciones genitales de forma precoz.
- Realizar controles urológicos regulares.
- Consultar al especialista en caso de antecedentes familiares.
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Ciencia y Salud
Cuando sudar deja de ser normal: el 5 % de la población sufre hiperhidrosis crónica

La hiperhidrosis, o sudoración excesiva, es una condición médica que puede llegar a empapar la ropa o incluso hacer que el sudor gotee de las manos, sin que medien calor extremo ni ejercicio físico.
“Esta patología, muchas veces infradiagnosticada, requiere un enfoque clínico personalizado desde el primer momento para descartar causas secundarias y definir el tratamiento más adecuado”, explica el doctor Daniel Andrades Sardiña, especialista en dermatología del Hospital Quirónsalud Huelva.

Impacto emocional de la hiperhidrosis o sudar en exceso
Más allá de lo físico, el impacto emocional de la hiperhidrosis es profundo. Quienes la padecen pueden experimentar ansiedad social, vergüenza y hasta cuadros depresivos.
La sudoración excesiva interfiere en actividades cotidianas, dificulta las relaciones interpersonales y laborales, y lleva a muchas personas a evitar situaciones sociales por miedo al rechazo o la incomodidad.
A menudo, el simple hecho de estrechar una mano o levantar el brazo en público se convierte en un gesto que se intenta evitar a toda costa.
El diagnóstico se basa principalmente en la historia clínica y en la valoración directa del paciente, aunque en algunos casos se pueden realizar pruebas específicas que ayudan a determinar la localización, intensidad y tipo de sudoración.
Los especialistas distinguen entre hiperhidrosis primaria —sin causa aparente, generalmente localizada en palmas, plantas o axilas— y secundaria, asociada a otras patologías o fármacos.
Terapias diversas
El abanico terapéutico ha crecido en los últimos años. En los casos leves, pueden bastar antitranspirantes de uso tópico, que ayudan a reducir la actividad de las glándulas sudoríparas. También existen medicamentos orales con efecto anticolinérgico que, aunque eficaces, requieren control médico por sus posibles efectos secundarios.
Una opción muy utilizada en la actualidad es la toxina botulínica, que bloquea temporalmente los nervios responsables de activar las glándulas del sudor, con resultados notables durante varios meses.
En los casos más resistentes, se puede recurrir a técnicas como la iontoforesis —un tratamiento que aplica corriente eléctrica de baja intensidad para frenar la sudoración— o incluso la simpatectomía torácica endoscópica, una intervención quirúrgica que interrumpe los nervios simpáticos responsables de la sudoración. Esta última opción se reserva para situaciones graves en las que los tratamientos menos invasivos no han funcionado.
El abordaje de la hiperhidrosis debe ser integral y adaptado a cada paciente. No se trata solo de controlar un síntoma físico, sino de mejorar la calidad de vida de quienes conviven con una afección que limita su bienestar personal, social y profesional.
Acudir a un especialista en cuanto se detectan síntomas persistentes de sudoración excesiva es el primer paso hacia una solución efectiva.
La hiperhidrosis tiene tratamiento, y con el diagnóstico adecuado, dejar de sudar en exceso no es solo posible: es esperanzadoramente alcanzable.
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Ciencia y Salud
La cara B de las vacaciones: cuando no somos capaces de descansar ni desconectar

Las vacaciones, si bien están consideradas como un periodo para descansar, puede ser una época un poco compleja por algunas situaciones. Entre ellas, el cambio radical de nuestros hábitos, rutinas y escenarios, tal y como explica a EFEsalud la psicóloga y vocal de la Junta del Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Olga Merino.
“Puede generar algún problema, no es realmente una patología, sino cuadros de desadaptación, estrés adaptativo, que es un estrés gestionable. Al principio puede descolocar y puede tener muchos orígenes”, apunta Merino.
La dificultad para desconectar
En este sentido, la psicóloga subraya que entre las causas se encuentra la dificultad de desconectar tanto del trabajo como de las tecnologías. También las redes sociales pueden tener algo que ver porque en ellas se plasman unas vacaciones que no están al alcance de cualquiera.
Merino afirma que las redes pueden generar la necesidad de hacer muchas cosas. Vemos que hay gente que exprime el verano al máximo, sin parar hasta el último minuto, y para quien lo está viendo al otro lado del móvil cabe la posibilidad de que le cree estrés o ansiedad al querer imitar esas conductas.
“Es muy importante resaltar que normalmente no es patológico, en la mayor parte de los casos pasa tras la adaptación a las nuevas circunstancias fruto del estrés, que suele ser a niveles bajos”, apunta.
Vida con prisas
Pero también puede ocurrir que no estemos pasando por un buen momento personal sin ser conscientes de ello, y cuando frenamos en vacaciones, ese malestar aflora.

Hay que tener en cuenta que durante el resto del año vamos a todos los lados con prisas, con un ritmo frenético y con un estado de estrés crónico. Cuando eso cambia, nos afecta, porque nuestro cuerpo está diseñado para estar en esa alerta, con un gasto físico, cognitivo y emocional continuo.
“Cuando de repente paran las demandas, el cuerpo tiene, digamos, como un choque, y es cuando emergen todas las sintomatologías, las tensiones emocionales, físicas y cuando realmente caemos. De hecho, algo muy frecuente es que normalmente cuando comienzan las vacaciones la gente dice, ‘qué casualidad que empiezan las vacaciones y me ha pasado esto o me ha pasado lo otro’”, argumenta la psicóloga.
De hecho, Merino asegura que cuando empiezan las vacaciones “hay muchos casos de ictus por ese cambio tan brusco de requerimientos de alto nivel, adherente a una época de descanso donde el cuerpo no sabe cómo reaccionar”.
Pautas para el merecido descanso
Por todo ello, lo más importante, en primer lugar, es tratar en la medida de lo posible que haya una transición progresiva, e ir desconectando poco a poco.

También ayuda mucho tener ciertas rutinas de sueño, de alimentación y ejercicio, unas pautas, en definitiva, de autocuidado.
“Y es importante dejar cierto margen y flexibilidad para la improvisación, para el descanso. A veces ocupamos tanto nuestro tiempo porque queremos hacer mil cosas, porque lo hemos visto, porque queremos hacer 200 planes que no nos da tiempo y no dejamos tiempo para el aburrimiento, que es fundamental para la creatividad, para poder desarrollarnos a nivel cognitivo y emocional”, afirma.
La importancia de descansar en vacaciones
Descansar en vacaciones también significa tratar de hacer una desconexión digital, porque el móvil o la tablet nos roban el descanso.
“Si de verdad queremos tener los efectos positivos del descanso, es clave la desconexión digital”, afirma la psicóloga, quien apunta que lo recomendable es un modelo híbrido, es decir, chequear el correo, internet o las redes como dos o tres veces al día, pero no estar todo el rato pendiente de las notificaciones.
No es fácil conseguir descansar porque, insiste la experta, estamos programados para no parar, “vivimos en el hacer, no el ser” a pesar de que es fundamental hacerlo.
Este periodo de descanso es la dosis de oxigenación para sobrellevar “la alta exigencia” del día a día.
“Si no rompemos esa rutina, lo que pasa es que no nos oxigenamos y de alguna manera, cada vez más esa sensación o ese estrés, esos requerimientos diarios, pueden acabar generando una patología porque no tenemos estrategias para hacerle frente”, zanja la psicóloga.
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