Madrid (Euractiv.es) – Enrique Barón, exministro con Felipe González, y expresidente del Parlamento Europeo, entre otros destacados cargos, asegura que la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), el 1 de enero de 1986, supuso, sobre todo, romper el “aislamiento” que sufría el país tras largos años de dictadura y regresar a la “casa natural” europea, dejando atrás décadas de «oscuridad».

En una entrevista con Euractiv.es, Barón recuerda que, para los políticos de su generación, la incorporación a la CEE, un proceso largo y difícil que se topó, entre otras dificultades, con la fuerte resistencia de Francia (y de sus agricultores), fue sobre todo básico para consolidar la entonces joven democracia española.

El jueves, 1 de enero de 2026, se cumplen cuatro décadas de la adhesión formal de España -y Portugal- a la CEE, actual Unión Europea (UE).

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— Comisión Europea en España (@ComisionEuropea) December 17, 2025

Usted tuvo un papel destacado durante las negociaciones de adhesión en su papel, entre otros cargos, de Ministro de Felipe González, ¿cómo lo vivió, ahora que han pasado cuarenta años de aquel hito?

Nosotros teníamos clavada en la conciencia, casi de manera lapidaria, la frase de José Ortega y Gasset “España es el problema y Europa la solución”, pero no veíamos cuál podía ser la solución (…) España era entonces un país aislado, mientras que Europa empezaba a reconstruirse y comenzaba a cambiar (tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el despliegue del Plan Marshall, o Plan de Recuperación Europea/1948-1952)”.

¿Cómo fueron esos pasos de cara a la adhesión, usted que vivió esa época en primera persona, como Ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones (entre 1982 y 1985)?

Se habla mucho de esas negociaciones (sobre todo en los años ochenta), y de su complejidad, pero se suele olvidar un hecho que es muy anterior a ese proceso de negociación, que se remonta a 1948, cuando un grupo de españoles, encabezados por Salvador de Madariaga (1886-1978), estuvieron en La Haya cuando se creó el Movimiento Europeo, y sentaron las bases para las futuras instituciones europeas y el Consejo de Europa. Para mi generación, y para todos los demócratas españoles, incorporarnos al proceso europeo era clave. Hay una cosa muy clara: desde el 15 de junio de 1977, la adhesión a la CEE no era una bandera de partido. Queríamos la Constitución, queríamos la democracia y queríamos entrar en Europa (en la CEE). Y eso empezó con el gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD/1977-1983). El mayor logro, para nuestra generación, era sobre todo incorporarnos a la Europa de la libertad, algo que no se suele comentar mucho pero que fue esencial.

¿Considera que antes que hablar de la parte más técnica del proceso de adhesión, de su complejidad, habría que destacar, en primer lugar, que España regresaba el 1 de enero de 1986 a su “lugar natural”?

Por supuesto. Nosotros, hasta esa fecha, estábamos en gran medida aislados del resto de Europa. En aquel momento no primaba la ideología, la bandera de partido, el objetivo era volver a la “casa Europa”.

¿Cree que los jóvenes dan por sentada la pertenencia a la UE? ¿Saben, por ejemplo, quién era Manuel Marín (1949-2017), negociador clave de la adhesión, ex comisario europeo y uno de los impulsores del programa de intercambio Erasmus, entre otras tantas figuras esenciales de ese proceso?

Creo que, en gran medida, es así. Han “automatizado” el hecho de estar en la UE, lo han integrado de una manera tal que se han olvidado de todo el trabajo previo, algo que no se suele explicar. Cuando algo funciona bien, se asume de manera natural. ¡Explica a los jóvenes lo que era la peseta (el euro reemplazó oficialmente a la peseta el 1 de enero de 1999), sin entrar en política, por ejemplo! Pues alguno dirá: bueno, mi abuelo tenía pesetas. No es fácil mantener viva la conciencia histórica.

¿Habría que pedir a las jóvenes generaciones que miraran un poco más a la historia, que estudiaran de dónde venimos para llegar hasta aquí, a la España moderna plenamente “europea”?

Creo que eso sería un signo de madurez y de civilización. Pero no se trata de un simple ejercicio de agradecimiento. Los europeos hemos protagonizado muchas guerras a lo largo de la historia, es verdad, pero también estamos a la vanguardia en avances y en logros de todo tipo.

¿Fue, quizás, la reconversión industrial (una de las exigencias de la CEE), uno de los capítulos más dolorosos para el Gobierno y para usted, como Ministro, en aquella época?

Fue dolorosa pero había que hacerla. En muchos casos teníamos industrias obsoletas que no eran viables, que no tenían futuro, por ejemplo la siderurgia de Sagunto, que venía de la Primera Guerra Mundial.

¿Fue la política de cohesión, y el subsiguiente impulso a las entonces deficientes infraestructuras, uno de los grandes éxitos de aquellos años para España?

Creo que fuimos muy “creativos” en eso. En Bruselas se quedaron bastante asombrados de la capacidad de la administración española para diseñar los proyectos que iban a ser luego objeto de financiación europea, además de por la gestión posterior de esos recursos. Muchos de esos proyectos que se diseñaron podían empezar a ejecutarse en un plazo muy breve. Entre otros esfuerzos, se dio un gran impulso a la modernización de autovías, puertos, aeropuertos, y de manera muy destacada, al ferrocarril. Personalmente, me tocó salvar a RENFE, porque no olvidemos que algún que otro ministro apostaba entonces abiertamente por cerrarla.

¿Cuál sería su mensaje a los jóvenes españoles, para quienes la UE es algo natural, plenamente asumido?

Creo que más que sentirse agradecidos de pertenecer a la UE, es una cuestión de responsabilidad individual y colectiva. Mi mensaje es que hemos cambiado, estamos cambiando la historia, pero aún no hemos ganado la batalla, sobre todo si miramos a nuestro alrededor, y especialmente lo que está haciendo Trump (el enfriamiento de las relaciones transatlánticas).

Por eso, más que un mensaje a los jóvenes, casi tengo una petición: instarles a coronar el proceso (de construcción europea). Me gustaría que fueran capaces de hacer de Europa lo que decía la Declaración Schuman (9 de mayo de 1950); que ayudaran a crear una verdadera federación europea, que nos garantice un futuro robusto en un mundo cada vez más convulso.

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(Editado por Fernando Heller/Euractiv.es)

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Madrid (Euractiv.es) – El Director de la Representación de la Comisión Europea en España, Daniel Calleja, nombrado recientemente en su nuevo cargo, considera que la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) el 1 de enero de 1986, junto con Portugal, supuso un impulso decisivo para modernizar al país, gracias, entre otras, a figuras políticas clave de nuestro país, entre ellas Manuel Marín, Loyola de Palacio o Javier Solana, entre otros.

En entrevista con Euractiv.es, Calleja, funcionario de larga trayectoria en Bruselas, asegura que “los españoles nos sentimos europeos con naturalidad”, y porque las políticas comunitarias, entre ellas los fondos de cohesión, han sido un pilar fundamental para modernizar al país.

Este próximo jueves, 1 de enero de 2026, se cumplen cuatro décadas de la adhesión formal de España a la entonces CEE, si tuviera que destacar el mayor hito logrado por España en estos 40 años en el “club comunitario”, cuál (o cuáles serían)?

Es difícil resumir en un solo hito cuarenta años de pertenencia a la Unión Europea de los que España se ha beneficiado enormemente, y en los que ha sabido también liderar iniciativas de extraordinaria importancia para la Unión. Yo destacaría el papel protagonista de nuestro país para incluir en los tratados la ciudadanía europea como noción política y jurídica esencial de pertenencia a la Unión. En segundo lugar, el refuerzo de la cohesión económica y social con el reconocimiento del marco financiero plurianual (MFP) que proporciona la indispensable estabilidad presupuestaria a la Unión, junto a la creación del Fondo de Cohesión. Por último, la iniciativa de programas europeos emblemáticos como Erasmus o Galileo, que tanto deben a los Comisarios españoles de entonces como Manuel Marín (PSOE) o Loyola de Palacio (PP).

Aunque, casi de manera sistemática, en cada encuesta del Eurobarómetro, los españoles reafirman su fuerte vocación europeísta, ¿cree que conocen realmente a las personalidades que construyeron ese complejo camino, pienso sobre todo en las generaciones más jóvenes?

No se conoce suficientemente la labor de personalidades españolas que tanto hicieron por Europa durante las últimas décadas. Por eso, el 40 aniversario de la adhesión nos brinda la oportunidad de hacerlo y de reconocer su contribución a Europa. Además de Manuel Marín y Loyola de Palacio, como olvidar la labor de Javier Solana o Josep Borrell en la política exterior europea, de Marcelino Oreja, negociador del tratado de Amsterdam, o de Pedro Solbes y Joaquín Almunia en la política monetaria y de competencia, de Abel Matutes impulsor de la política europea en favor de las Pymes, de Miguel Arias artífice de la Unión de la Energía y del histórico tratado de París contra el cambio climático, sin olvidar a la actual Vicepresidenta ejecutiva Teresa Ribera que ostenta carteras claves como la competencia y la coordinación de la transición limpia, justa y competitiva.

España ha tenido además tres Presidentes del Parlamento Europeo: Enrique Barón, José María Gil Robles y Josep Borrell, un Presidente del Tribunal de Justicia, Gil Carlos Rodríguez Iglesias, y la primera mujer Vicepresidenta del Tribunal, Rosario Silva.

Las nuevas generaciones se sienten “muy europeístas”, pero no cree que muchos dan por sentado que España siempre ha estado en la UE? ¿Valoran en su justo término la pertenencia de España a la Unión o se quedan en la «superficie», con los logros más tangibles, entre ellos el programa de intercambio de estudiantes ERASMUS.

Los españoles nos sentimos europeos con naturalidad. Nos beneficiamos de las oportunidades que nos brinda la Unión y de la posibilidad de viajar, estudiar, trabajar o establecernos en otros Estados miembros sin restricciones, de utilizar el Euro, la segunda moneda de reserva del mundo, de la liberalización del transporte aéreo o del roaming, nuestras empresas se benefician del mercado único europeo, y nuestros agricultores de la Política Agrícola Común (PAC). Es lógico que siempre pensemos en ventajas concretas y tangibles, pero por encima de ellas la Unión ha sido un estímulo decisivo para la modernización de nuestro país, dando un salto histórico cualitativo en la convergencia de España con Europa, potenciando la cohesión económica y social.

¿En su opinión, qué retos le quedan por superar a la UE, cuando están a punto de cumplirse (en febrero de 2026) cuatro años de la guerra en Ucrania?

La Unión debe acelerar su proceso de integración política, económica, industrial y militar. No hay alternativa en un mundo multipolar en el que el objetivo de autonomía estratégica europea debe prevalecer. España, como socio leal con una profunda vocación europeísta, puede y debe estar en primera línea en todos los ámbitos, y en particular puede aportar su vinculación especial con el Mediterráneo y América Latina a la estrategia geopolítica de la Unión.

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Información de fondo (Fuente: Comisión Europea en España):

⇒ Contribución de España a la UE

⇒ Contribución de la UE a España

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(Editado por Fernando Heller/Euractiv.es)

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(AFP)- El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reune el lunes con Donald Trump en Florida. El presidente estadounidense presiona para pasar a la siguiente fase del frágil plan de tregua en Gaza.

La reunión en el complejo turístico de Mar-a-Lago se produce cuando algunos funcionarios de la Casa Blanca temen que tanto Israel como Hamás estén retrasando la segunda fase de su alto el fuego.

Trump, que dijo que Netanyahu había solicitado las conversaciones, al parecer está dispuesto a anunciar -ya en enero- un gobierno tecnocrático palestino para Gaza y el despliegue de una fuerza internacional de estabilización.

La portavoz del gobierno israelí, Shosh Bedrosian, dijo que Netanyahu discutiría la segunda fase, que implica asegurarse de que «Hamás está desarmado y Gaza está desmilitarizada».

Pero Netanyahu también intentará desviar la atención hacia Irán durante su quinta reunión en Estados Unidos con Trump este año, en medio de informaciones que apuntan a que presionará para que Estados Unidos lleve a cabo más ataques contra el programa nuclear de Teherán.

La amenaza iraní

Netanyahu también sacará a relucir el «peligro que supone Irán no sólo para la región de Oriente Próximo, sino también para Estados Unidos», dijo Bedrosian antes de volar a EE. UU. con el primer ministro israelí.

La visita de Netanyahu culmina unos días frenéticos de diplomacia internacional en Palm Beach, donde Trump recibió el domingo a su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, para mantener conversaciones sobre el fin de la invasión rusa.

El alto el fuego en Gaza en octubre es uno de los logros del primer año de Trump en el poder, pero su administración y los mediadores regionales quieren mantener el impulso.

El enviado global de Trump, Steve Witkoff, y su yerno, Jared Kushner, recibieron a altos funcionarios de los mediadores Qatar, Egipto y Turquía en Miami a principios de este mes.

En la primera fase del acuerdo de tregua, Hamás liberó a los rehenes restantes, vivos y muertos, del ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel. Hamás ha devuelto a todos los rehenes menos el cadáver de uno. Ambas partes alegan frecuentes violaciones del alto el fuego.

Según la segunda fase, Israel debe retirarse de sus posiciones en Gaza, mientras que Hamás debe deponer las armas, uno de los principales puntos de fricción para el movimiento islamista. Mientras tanto, una autoridad provisional gobernará el territorio palestino y se desplegará una Fuerza Internacional de Estabilización (FIS).

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(Editado por mm/Euractiv.com y Luis de Zubiaurre Wagner/Euractiv.es)

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