Mundo Política
El futuro digital de África se escribe en Pekín. ¿Cuándo despertará Occidente?
La inmensa importancia geopolítica de África es innegable. Sus 54 naciones cuentan con una cuarta parte de los votos en la ONU, poseen el 30 % de las reservas minerales más importantes del mundo, y la pujante población joven del continente se convertirá en la mayor fuerza laboral del planeta en 2035.
En este contexto, la economía digital de África es una de las de más rápido crecimiento del mundo. Para 2030, el África subsahariana contará con 751 millones de abonados a la telefonía móvil y se prevé que la IA inyecte 1,5 billones de dólares en la economía del continente para ese mismo año.
La transformación digital de África no es solo una enorme oportunidad económica; se ha convertido en una de las contiendas geopolíticas definitorias del siglo XXI.
Hasta el momento, es una batalla que está ganando China. Este año se cumple el décimo aniversario de la Ruta de la Seda Digital del país -la rama tecnológica de su Iniciativa de la Franja y la Ruta-, que ha situado a Pekín como el socio digital dominante en África. En la última década, China ha construido redes de telecomunicaciones, centros de datos, sistemas de comercio electrónico y proyectos de ciudades inteligentes a una velocidad, coste y escala que Occidente no es capaz de igualar. Solo Huawei ha construido el 70 % de las redes 4G de África, y las empresas chinas han construido más de 200.000 kilómetros de cable de fibra óptica en todo el continente.
Pekín exporta su modelo
Pero las implicaciones de esta asociación van mucho más allá de las ventajas económicas. A medida que China extiende su huella digital por África, obtiene un acceso sin precedentes a datos y flujos económicos. Desde los sistemas de seguridad y reconocimiento facial que rastrean a los ciudadanos, hasta los algoritmos que deciden la aprobación de préstamos, China está configurando el funcionamiento de las sociedades africanas para las generaciones venideras. Paralelamente, Pekín está exportando su propio modelo de gobernanza digital -control estatal, dominio de la información y tecnología de vigilancia- al continente, socavando las normas occidentales sobre apertura y privacidad personal.
Por el contrario, la participación occidental ha sido paternalista, fragmentada, reacia al riesgo y está rodeada de trámites burocráticos. La respuesta de la UE a la Franja y la Ruta a través de la iniciativa Global Gateway cuenta con algunos proyectos prometedores, entre los que destaca una red de fibra óptica de alta velocidad de 7.100 kilómetros que multiplicará por 200 la velocidad de Internet en el norte de África. Sin embargo, gran parte de esta actuación ha estado plagada de limitaciones presupuestarias y falta de acuerdo sobre una estrategia global, con multitud de voces que tiran en direcciones diferentes.
El compromiso estadounidense con el ecosistema digital africano también ha sido inconexo. Los esfuerzos se han dividido en múltiples canales, desde la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Globales (PGI) del G7 hasta la iniciativa estadounidense Transformación Digital con África (DTA). A través de la DTA, Washington ha comprometido 350 millones de dólares en inversiones directas del Gobierno estadounidense para apoyar la economía digital de África. Aunque se trata de un paso en la dirección correcta, es una gota en el océano comparado con los miles de millones de dólares que ha invertido China.
Aranceles estadounidenses
La incertidumbre en torno a los aranceles estadounidenses también ha enturbiado las aguas en lo que respecta a las relaciones entre Estados Unidos y África. Aunque los aranceles iniciales sobre África se han suavizado, los gravámenes han provocado incertidumbre en muchos países africanos que dependen en gran medida del comercio con Estados Unidos. Mientras tanto, China proporciona a la mayor parte del continente africano acceso libre de aranceles a sus mercados.
Mientras languidecen las iniciativas de los gobiernos occidentales, las colaboraciones del sector privado están dando poco a poco resultados tangibles. Se prevé que el cable submarino Equiano de Google, de 1.000 millones de dólares y operativo desde 2022, aumente a finales de este año hasta seis veces la velocidad de Internet y aporte 10.000 millones de dólares al PIB de Sudáfrica, Nigeria y otros países participantes.
Además, MTN -la mayor empresa de telecomunicaciones de África- se ha asociado con Microsoft para ampliar los servicios en la nube en el continente. Su colaboración con Mastercard está ayudando a empoderar a millones de africanos abriéndoles el acceso a pagos digitales seguros. Estas colaboraciones representan un escenario en el que todos ganan: los consumidores y las empresas africanas obtienen acceso a tecnologías y herramientas financieras de vanguardia, mientras que las empresas occidentales acceden a nuevos y vastos mercados y contribuyen al crecimiento sostenible en toda África.
Pero estas historias de éxito siguen siendo la excepción. Los gobiernos y las empresas occidentales deben abordar la transformación digital de África como una prioridad estratégica. Esto implica una inversión sostenida en infraestructuras, un verdadero apoyo a los marcos políticos digitales africanos y una estrecha colaboración con las empresas locales que amplían la conectividad e impulsan la innovación.
Si el compromiso occidental continúa retrasándose, África no tendrá más remedio que alinearse con el modelo de gobernanza digital de China, consolidando la ventaja geopolítica de Pekín en el continente. La cuestión no es si África se digitalizará, sino cómo lo hará y qué valores, normas y tecnologías definirán ese proceso.
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Neven Mimica es un político y diplomático croata. Fue comisario europeo de Cooperación Internacional y Desarrollo de 2014 a 2019, y, anteriormente, viceprimer ministro de Croacia.
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Mundo Política
La UE recurre a países «afines» para debatir el plan de paz para Ucrania
La Unión Europea celebrará el sábado una reunión con líderes «afines» en Sudáfrica para debatir el plan de paz propuesto a Ucrania por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según un funcionario comunitario.
El encuentro tendrá lugar hoy al margen de la reunión del G20 en Johannesburgo. Los países que participan en las discusiones sobre el camino a seguir por Ucrania son Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Noruega, Canadá, Japón, Australia, Finlandia, Irlanda, Países Bajos y España.
Mientras tanto, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya han mantenido una llamada con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, así como con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente francés, Emmanuel Macron. Los líderes de Reino Unido, Francia y Alemania también se han reunido hoy mismo para debatir una respuesta conjunta al plan unilateral de Estados Unidos para Ucrania, según ha informado la presidencia francesa.
«Costa también invitará a los 27 líderes de la UE a una reunión sobre Ucrania al margen de la Cumbre UE-Unión Africana de Luanda (24-25 de noviembre)», dijo el funcionario de la UE.
La UE ha respondido al plan de paz de 28 puntos de Trump, y Von der Leyen ha reiterado que no puede haber acuerdo sobre Ucrania sin Ucrania.
Mientras tanto, Ucrania y Estados Unidos están iniciando conversaciones en Suiza sobre las vías para poner fin a la guerra, dijo un negociador ucraniano el sábado.
«En los próximos días iniciaremos en Suiza consultas entre altos funcionarios de Ucrania y Estados Unidos sobre los posibles parámetros de un futuro acuerdo de paz», escribió en las redes sociales el secretario del Consejo de Seguridad de Ucrania, Rustem Umerov, que forma parte del equipo negociador ucraniano.
Zelenski había aprobado minutos antes la delegación ucraniana para las conversaciones, que estará encabezada por su principal ayudante, Andrey Yermak, jefe de la oficina del presidente de Ucrania.
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(Editado por sma/Euractiv.com y Luis de Zubiaurre/Euractiv.es)
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Mundo Política
¿Son los puertos griegos el frente de la nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China?
Atenas (Euractiv)- Con el puerto ateniense del Pireo bajo el control del gigante naviero chino, y Tesalónica vinculada a intereses comerciales ruso-griegos, Washington busca ahora un punto de apoyo en los puertos estratégicos de Grecia, pero los analistas afirman que puede ser demasiado tarde para expulsar a Pekín.
El legendario puerto ateniense del Pireo, calificado de «cabeza de dragón» del Mediterráneo por el presidente Xi Jinping, se convirtió en un activo emblemático de la Franja y la Ruta, el principal vehículo de Pekín para expandir su influencia política y económica en el extranjero, después de que Grecia lo privatizara durante el rescate de 2008.
«Nos encontramos en un momento en el que necesitábamos desesperadamente inversión extranjera y nadie más invertía», declaró a Euractiv un antiguo ministro conservador del primer ministro Antonis Samaras (2012-2015), que pidió mantenerse en el anonimato. El ex ministro añadió que los estadounidenses y europeos «que hoy se quejan, no hicieron absolutamente nada en aquel momento».
El gigante naviero estatal chino COSCO se hizo primero con la concesión de una terminal de contenedores y, en 2016, compró el 67% de la autoridad portuaria del Pireo, convirtiéndose en el operador mayoritario.
Con la reelección de Donald Trump, Washington ha vuelto a centrarse en el Mediterráneo oriental tras años de relativa ausencia bajo las administraciones demócratas; ahora parece decidido a contrarrestar a China en la región.
La nueva embajadora de EE.UU. en Grecia, Kimberly Guilfoyle -anteriormente prometida de Donald Trump Jr- cuestionó abiertamente la semana pasada la presencia de China, insinuando que El Pireo «podría estar en venta».
La embajada china condenó sus comentarios como un ataque malintencionado a los lazos comerciales normales entre China y Grecia, y una grave intromisión en los asuntos internos de Grecia.
Los estadounidenses también están explorando alternativas al propio Pireo, controlado por China, como convertir los astilleros de Elefsina -una localidad costera a 18 kilómetros al noroeste de Atenas- en un puerto multiusos.
¿Se puede echar a China del Pireo?
El ex ministro con el que habló Euractiv vio pocas posibilidades de anular el acuerdo con COSCO y sugirió que la mejor opción por ahora es limitar la influencia china en El Pireo.
«China seguirá ahora la lógica de pacta sunt servanda, lo que significa que los acuerdos deben cumplirse», afirmó.
George Tzogopoulos, miembro de la Fundación Helénica para la Política Europea y Exterior, afirmó que la inversión de COSCO en El Pireo aún está evolucionando. Acogió con satisfacción las propuestas de inversión estadounidenses en Elefsina, pero advirtió de que deben tener en cuenta «los plazos y las restricciones de espacio».
«Construir un puerto a largo plazo es completamente diferente a completar una transacción comercial típica», afirmó.
Añadió que, en teoría, la competencia extranjera por los puertos griegos podría beneficiar económicamente al país, pero advirtió de que Atenas debe evitar quedar atrapada en el antagonismo entre Estados Unidos y China.
«Dudo de que Grecia tenga influencia alguna en las nuevas condiciones que configuran las relaciones chino-estadounidenses, pero debería intentar no estar en su agenda», afirmó, sugiriendo que Atenas adopte una política que mantenga a los demás satisfechos o, al menos, no decepcionados.
Konstantinos Tsimonis, profesor de política china en la Universidad Panteion de Atenas, se muestra escéptico respecto a que Trump pueda expulsar totalmente a China, pero cree que su principal objetivo es reducir su presencia e influencia en los asuntos griegos.
Tsimonis también citó una disposición constitucional griega que permite al Estado nacionalizar infraestructuras críticas en casos de emergencia. «Cuando hay voluntad, hay un camino», afirmó.
Añadió que la UE presta cada vez más atención a las infraestructuras críticas, incluidos los puertos. Se espera que la Comisión Europea anuncie en 2026 una Estrategia Portuaria de la UE, con la seguridad como elemento clave.
El escenario de la asfixia
Tsimonis también sugirió que EE.UU. podría desplegar una «presión a varios niveles» para restringir la autonomía de COSCO. Dijo que quizá no sea una coincidencia que el Gobierno esté preparando un proyecto de ley que podría situar los puertos bajo una autoridad portuaria pública central helénica, limitando potencialmente el control de los operadores, incluido el de COSCO.
Tsimonis predijo que Atenas se enfrentará a una presión cada vez mayor en los próximos años. La reacción de la embajada china refleja «irritación», y alimenta los rumores de una inminente visita de Xi Jinping, dijo.
No obstante, advirtió de que los chinos podrían rechazar cualquier concesión y amenazar con acciones legales, reclamaciones de indemnización o incluso el cierre del puerto para agravar la situación.
«Creo que este será uno de los primeros enfrentamientos claros de la nueva Guerra Fría», advirtió, añadiendo que Grecia se alinea tradicionalmente con EE. UU., la potencia dominante en el Mediterráneo Oriental.
Silencio político en Atenas
Los políticos griegos han guardado silencio sobre el tira y afloja entre Estados Unidos y China, y sólo el Ministerio de Asuntos Exteriores ha emitido un comunicado en el que afirma que Grecia sigue plenamente alineada con Estados Unidos como socio estratégico, pero que respetará los acuerdos alcanzados en el pasado.
Según el ex ministro, no es probable que ningún partido político se enfrente a las iniciativas de Trump en el país. Sin embargo, las tensiones internas podrían aumentar de cara a las elecciones de 2027, sobre todo entre los influyentes círculos navieros. Algunas señales políticas ya insinúan lo que está por venir.
El ex primer ministro conservador Kostas Karamanlis -que firmó el acuerdo inicial con COSCO- fue homenajeado el jueves por la cámara de comercio greco-china por fortalecer los lazos bilaterales. En la ceremonia, Karamanlis defendió el acuerdo con COSCO de 2008, afirmando que era una de las mayores inversiones en el país. «Hoy, el puerto del Pireo es el octavo del mundo y el tercero de Europa», afirmó.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, se enfrenta a menudo a las críticas de Karamanlis, sobre todo en lo que respecta a su gestión de la política exterior.
Mientras tanto, otro ex primer ministro socialista, Giorgos Papandreu, en su día firme opositor a la inversión de COSCO, participó en el desfile militar chino de este año y asistió a una cena ofrecida por el presidente chino.
Papandreu se ha posicionado como partidario de un gobierno de coalición progresista, lo que hace más difícil para Mitsotakis asegurarse un socio de gobierno tras las elecciones de 2027. Dado que el panorama político está cada vez más fragmentado, se prevé que será necesario un gobierno de coalición.
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(Editado por cs, mm/Euractiv,com y Luis de Zubiaurre/Euractiv.es)
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Mundo Política
Cincuenta años después de Franco: Sánchez contrapone la democracia a la derecha actual
Madrid (Euractiv)- El jueves se cumplieron 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco. Más que un momento de reflexión nacional, el aniversario se ha convertido en un campo de batalla político clave para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y en una herramienta para mantener unida su cada vez más frágil coalición de gobierno.
En enero, Sánchez bautizó 2025 como «50 años de libertad«, presentando un calendario de actos culturales y educativos dedicados al final de la dictadura.
La sublevación militar de Francisco Franco en 1936 desencadenó una guerra civil de tres años que derrocó al gobierno republicano de España y dio paso a una dictadura militar de casi 40 años. Los expertos calculan que entre 500.000 y 600.000 personas murieron en el conflicto, cientos de miles huyeron al extranjero y miles más murieron bajo la represión franquista hasta la muerte del dictador en 1975.
Presentada como una advertencia contra el «ascenso del fascismo en Europa», la iniciativa pretende contraponer la «España democrática» a una derecha cada vez más radicalizada.
Según la última encuesta del CIS, el Partido Popular, de centro-derecha, se sitúa en el 22,4%, mientras que Vox podría alcanzar la cifra récord del 18,8%, un resultado que puede complicar el futuro de Sánchez, aunque todavía no garantice a la derecha una mayoría parlamentaria.
«Si algo nos enseña la historia es que la libertad es algo que se puede perder», declaró Sánchez en enero.
Sin embargo, las conmemoraciones de inicio de año comenzaron con notables ausencias. El Rey Felipe VI no asistió, alegando compromisos previos. Tampoco asistieron el Partido Popular (PP), partido de centroderecha de la oposición, ni el partido de extrema derecha Vox.
Poco después, más de 100 intelectuales -entre ellos ex ministros y figuras socialistas- firmaron un manifiesto en el que acusaban a Sánchez de utilizar a Franco para «polarizar» España y deslegitimar a sus rivales.
Lógica de coalición
El momento elegido para la iniciativa no es casual. Sánchez gobierna con una débil alianza de izquierdas dependiente de los partidos nacionalistas regionales. Mostrar a la derecha nacional como una amenaza para la democracia ayuda a consolidar ese bloque.
En un congreso socialista celebrado en Ámsterdam el pasado octubre, afirmó que España ilustra cómo la «derecha convencional se ha convertido en un satélite de la extrema derecha».
A partir de ahí, Sánchez ha tratado de elevar su mensaje al escenario europeo, presentándose como abanderado del campo progresista del continente. En recientes intervenciones, llegó a advertir de que el regreso de Donald Trump espolearía una «reacción en cadena del nacionalismo» en Europa e instó a los líderes de la UE a construir un bloque socialdemócrata más autónomo capaz de resistirlo.
Ese mensaje se ha hecho aún más nítido a medida que el Gobierno de Sánchez se ha visto sacudido por una serie de escándalos de corrupción en los que está implicado su círculo familiar más cercano. Las acusaciones incluyen el uso indebido de varios millones en fondos de la UE vinculados a sus aliados.
Por otra parte, la policía ha vinculado una red de corrupción «mafiosa» a altos cargos del PSOE, lo que ha agravado los problemas de credibilidad y ha suscitado las críticas del Consejo de Europa sobre la gestión de la corrupción política en España y las lagunas de supervisión que existen desde hace tiempo.
Su negativa a dimitir o a convocar elecciones, argumentó Sánchez, evita entregar España a «la peor oposición de nuestra historia democrática».
No todos en la izquierda lo aprueban. El expresidente socialista Felipe González criticó el «argumento antidemocrático» de Sánchez y advirtió de que presentar a los opositores como protofranquistas puede trivializar la dictadura.
Armas contra el pasado
Utilizar el legado franquista da réditos electorales, según Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. «A mayor confrontación y polarización, mayor beneficio político», afirma.
Pero la estrategia puede estar resultando contraproducente. Madrid acogerá el viernes un encuentro neofascista. Además, una encuesta reciente muestra que el 21% de los españoles cree ahora que Franco «era bueno», un resultado que, según los historiadores, refleja la nostalgia alimentada por la política y no por la educación.
El escritor Javier Cercas resumió el malestar en El País en su artículo de opinión «Nada que celebrar» Celebrar la muerte de un dictador que murió pacíficamente «después de destruir una nación» es, cuando menos, moralmente cuestionable.
¿Política de la memoria o memoria política?
Durante décadas, los gobiernos evitaron conmemorar la muerte de Franco, conscientes de las concentraciones de extrema derecha que se celebraban cada 20 de noviembre. El líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero incluso obvió el 30 aniversario.
El Gobierno español dice que no celebra la muerte de Franco, sino que reafirma los logros democráticos de España, argumentando que la democracia «la trajo el pueblo» y debe ser «defendida y recordada», dijo un portavoz del PSOE a Euractiv.
«No celebramos la muerte del dictador, sino el principio del fin», declaró el ministro español de de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.
Algunos historiadores, sin embargo, advierten de que el encuadre de Sánchez desdibuja los hechos. «Afirmar que España cumple este año 50 años de democracia distorsiona el pasado», afirma Pablo Pérez López, de la Universidad de Navarra. La democracia no empezó con la muerte de Franco en 1975, concluyó.
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