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Ciencia y Salud

Somatizar: cuando el malestar emocional se refleja en nuestro cuerpo

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Somatizar supone reflejar el malestar emocional en nuestro cuerpo a través de síntomas como dolor de estómago, tensión muscular o taquicardia sin que haya una enfermedad física de origen. La somatización puntual como respuesta al estrés o a la ansiedad es un proceso normal del ser humano. Pero si el problema perdura en el tiempo se convierte en una enfermedad mental, el trastorno por síntomas somáticos.

Urgencia para ir al baño ante una entrevista de trabajo, dolor de estómago si nos presentamos a un examen o tensión muscular durante una crisis de pareja son ejemplos de somatizaciones temporales ligadas a situaciones concretas.

“Todos afrontamos problemas o situaciones en la vida que nos hacen activar una respuesta al estrés que conlleva síntomas físicos reactivos, desde alteraciones del sueño, dolores de cabeza, gastrointestinales, sexuales…Es muy frecuente que todos en algún momento tengamos esos síntomas” al sentir miedo o percibir una amenaza, explica a EFE Salud la psiquiatra Virginia Soria, vocal del Comité Ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM).

Pero cuando esos signos corporales inespecíficos «ya tienen una cierta persistencia, más de seis meses, y afectan realmente a la calidad de vida y al funcionalidad de la persona” es cuando puede haber un trastorno mental de somatización, indica la también directora del Servicio de Psiquiatría para Adultos del Consorcio Sanitario Parc Taulí de Sabadell (Barcelona).

Y detrás de este trastorno de síntomas somáticos pueden esconderse diferentes causas, según la psiquiatra: “Algunas tienen que ver con la propia persona, más constitucionales, y otras tienen que ver más con factores del entorno y, en este sentido, el estrés crónico juega un papel muy importante”.

Ese estrés mantenido, el llamado distrés, generado por altos niveles de cortisol, aumenta la frecuencia cardíaca y afecta a procesos metabólicos, algo que hay que vigilar para que no derive a la larga en cardiopatías, accidentes cerebrovasculares o demencias.

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Psiquiatra Virginia Soria, vocal del Comité Ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM). Foto cedida

Enfermedades psicosomáticas y trastorno de somatización, la diferencia

En relación con la somatización se emplean distintos términos, como enfermedades psicosomáticas, trastorno por somatización e, incluso, hipocondría, pero no todos significan lo mismo.

La psicóloga Eva Vallès, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d’ Hebron de Barcelona, matiza que las enfermedades psicosomáticas son aquellas que tienen un origen físico, por ejemplo, la psoriasis o una úlcera, y que pueden empeorar al somatizar problemas emocionales o psicológicos que conllevan estrés crónico.

Por su parte, el trastorno de somatización o síntomas somáticos es una enfermedad mental. La persona refleja “síntomas que no tienen una explicación médica, pero que generan un sufrimiento y un malestar muy intenso”, señala la especialista.

El perfil responde a una persona que se preocupa excesivamente, que tiene ansiedad e invierte mucho tiempo en buscar explicaciones a sus síntomas, a buscar un tratamiento, a pedir pruebas médicas…y que suele rechazar que se trata de un problema psicológico y “va de un médico a otro”, algo que afecta a su día a día y acaba en baja laboral o en permisos para ir a distintas consultas.

Eva Vallès precisa que somatizar intensamente es propio de un individuo que tiene mayor propensión a angustiarse y a vivir con estrés permanente, que suele tener asociados otros trastornos como ansiedad o depresión. También puede ser habitual que esté pasando una situación personal problemática, como no tener trabajo o dificultades económicas, que lo empeore.

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La psicóloga Eva Vallès, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d’ Hebron de Barcelona. Foto cedida

Para la psiquiatra Virginia Soria, el trastorno de síntomas somáticos, que no es muy frecuente, suele aparecer más en personas jóvenes, especialmente mujeres, “con mayor dificultad de expresión asertiva o de afrontamiento de situaciones negativas”.

Eva Vallés corrobora que el diagnóstico más frecuente es en población femenina entre 30 y 50 años: “Una de las explicaciones es que las mujeres consultan más y tienen más tendencia a referir síntomas físicos”.

Hipocondría, ansiedad por la enfermedad

Dentro de este grupo de pacientes tendentes a somatizar hay que diferenciar a los que padecen hipocondría, ahora denominado trastorno de ansiedad por la salud.

Los afectados por hipocondría viven con preocupación intensa y constante la posibilidad de tener una enfermedad grave.

A diferencia de la somatización, en la hipocondría los síntomas físicos pueden ser mínimos o inexistentes, pero la persona interpreta cualquier signo corporal como un indicio de una enfermedad seria.

“Una persona que tiene un trastorno por somatización seguro que también va a tener ansiedad por la salud, está clarísimo. Pero no todos los que tienen ansiedad por la salud tienen un trastorno por somatización”, aclara la psicóloga del hospital Vall d’Hebron.

El paciente con ansiedad por la salud o hipocondría “hace una mala interpretación de síntomas benignos y tiene miedo a que representen una enfermedad, generalmente grave, pero los síntomas son muy leves. Por ejemplo, tener una manchita en la piel y creer que es cáncer”, precisa.

Los niños también tienden a somatizar

“Me duele la tripita”, es una expresión típica de los más pequeños cuando no quieren ir al colegio y esto puede significar que puedan somatizar algunos síntomas ante cualquier malestar emocional que sientan.

“Están descritos inicios en la infancia y en la adolescencia y puede tener que ver con el sistema de apego y de relación con los progenitores y la importancia qué se les dé a estos síntomas una vez que se han estudiado y se ha descartado que no haya un problema físico detrás. Son relativamente frecuentes, los pediatras son muy conocedores de esto”, explica la psiquiatra Virginia Soria.

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EFE/Luis Tejido

Tratamiento psiquiátrico y psicológico

Los primeros especialistas que pueden detectar un posible trastorno de síntomas somáticos son los médicos de Atención Primaria que derivan al paciente a los hospitales donde psiquiatras y psicólogos clínicos realizan el diagnóstico clínico tras la evaluación del paciente.

“El abordaje psicológico suele ser un puntal y también hay casos que necesitan tratamientos psicofarmacológicos, como ansiolíticos a corto plazo e incluso determinados antidepresivos”, explica la psiquiatra de la SEPSM.

Eva Vallès destaca la importancia de “psicoeducar” al paciente para hacerle entender que “aunque haya algún síntoma y un malestar, el problema es cómo lo vive él”.

Una vez que el afectado entiende su problema, se emplea, generalmente, terapia cognitivo-conductual que ayude a desviar la atención hacia otras cosas que no sean los síntomas, que le ayude a controlar la ansiedad y facilite explicaciones más benignas sobre esos síntomas”, precisa la psicóloga de la Sección de Interconsulta y Psiquiatría de Enlace del Servicio de Psquiatría del Hospital Vall d’Hebrón.

Aunque el trastorno de síntomas somáticos es poco frecuente, la experta considera que ha podido aumentar la incidencia como ha ocurrido en otras enfermedades mentales y advierte de que se trata de una alteración que puede pasar desapercibida o confundirse con otra, concluye.

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¿Por qué hay gente que no enferma nunca?

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No es extraño que en una misma familia haya alguien que siempre se libre de los virus, o en un grupo de amigos, o en la clase del cole. Da igual si es gripe o un simple catarro, que, a pesar de estar rodeados de casos, esa gente no enferma y sigue sana como una pera. La respuesta está en el sistema inmunitario.

Gérmenes y hospedador

Gracias a la teoría germinal o microbiana de las enfermedades infecciosas de Louis Pasteur sabemos que los gérmenes -virus y bacterias- son la causa de las infecciones y que pueden transmitirse entre personas, animales o a través del ambiente.

También sabemos que un mismo germen puede presentar distinta virulencia en distintas personas.

Puede ser muy grave para algunos y totalmente asintomático para otros, una gran variabilidad clínica
muy extendida en la pandemia de la covid, por ejemplo, explica a EFE Salud la presidenta de la
Sociedad Española de Inmunología (SEI), Silvia Sánchez-Ramón
.

Y otra teoría, en desarrollo y postulada por el inmunólogo francés Jean Laurent Casanova, aborda
cómo, además del germen con todos sus factores que favorecen la infectividad, se encuentra el sistema
inmunitario del hospedador, que determina que en algunos pacientes la infección sea grave y en otros
pase prácticamente desapercibida. De ahí que haya gente que parece que no enferma casi nunca.

«Fundamentalmente son factores genéticos de la inmunidad. Nosotros estudiamos sobre todo las
inmunodeficiencias primarias, que ahora se llaman errores congénitos de la inmunidad, alteraciones
genéticas que afectan el desarrollo o la función de componentes específicos del sistema inmunitario, lo
que determina una susceptibilidad aumentada a infecciones graves, recurrentes o por gérmenes
específicos, incluso por un solo tipo de germen», explica Sánchez-Ramón.

No siempre es la genética

Y si hay gente que casi no enferma es porque el sistema inmunitario no es el mismo en todas las personas debido a causas genéticas. Pero también a otro tipo de factores, como la diversidad del sistema inmunológico entre diferentes personas, que se explica por varios factores no genéticos que influyen en la susceptibilidad a infecciones graves, como los modificadores epigenéticos, que regulan la expresión génica sin alterar la secuencia del ADN.

En este sentido, afirma la presidenta de la SEI, tras la infección viral, las proteínas del virus son procesadas en fragmentos peptídicos por las células presentadoras de antígeno, que son mostradas a los linfocitos T.

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La presidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Silvia Sánchez-Ramón. Foto cedida

Ahí interviene el sistema del Antígeno Leucocitario Humano (HLA), que es uno de los más diversos desde el punto de vista genético. La alta diversidad genética del HLA determina qué fragmentos virales pueden ser presentados y reconocidos por los linfocitos T.

Cada alelo -una de las variantes alternativas de un gen- de HLA tiene una preferencia específica por ciertos péptidos, lo que influye en la eficacia de la activación de los linfocitos T y, en consecuencia, en la magnitud y especificidad de la respuesta de anticuerpos generada por las células B (integrantes del sistema inmunitario que se forman a partir de las células madre en la médula ósea).

Esta variabilidad explica por qué diferentes individuos pueden tener respuestas inmunitarias muy distintas ante el mismo virus, afectando la susceptibilidad, la gravedad y el control de la infección. Así hay gente que casi no enferma y otra que, virus que hay, virus que coge.

Factores ambientales

Además, hay factores ambientales.

«Sabemos que la diversidad del microbioma en la faringe, el intestino y toda la vía digestiva y la susceptibilidad a infecciones respiratorias se fundamentan en la interacción entre comunidades microbianas y el sistema inmunitario respiratorio. La evidencia clínica y experimental indica que generamos más resistencia a las infecciones si tenemos un microbioma más diverso», sostiene Sánchez-Ramón, quien además es jefa de servicio en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Por eso, la experta matiza que no todo viene dado por la genética, es decir, hay situaciones que debilitan el sistema inmunitario haciéndonos más proclives a las infecciones, como cuando se siguen tratamientos inmunodepresores, pero también problemas como la malnutrición o la inmunosenescencia, que es el deterioro del sistema inmunitario a causa de la edad.

En cualquier caso, la presidenta de la SEI afirma que si en condiciones aparentemente normales de salud se desarrolla una gripe complicada, es razonable sospechar la presencia de un defecto subyacente en la inmunidad, especialmente cuando no se identifican otros factores de riesgo.

Un sistema de equilibrio interno

Tener un sistema inmunitario equilibrado es sinónimo de salud porque no solo es un sistema que nos defiende de agentes extraños, sino que «va más allá», es un «sistema de equilibrio interno entre todos los componentes del organismo, de integridad biológica».

Y el tiempo de recuperación de la infección también depende del sistema inmunitario. La destrucción de las células infectadas por los virus depende de esa inmunidad.

Preguntada Sánchez-Ramón por si es posible fortalecer el sistema inmunitario, afirma que todo lo que es bueno para la salud, lo es también para él.

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EFE/EPA/KIM LUDBROOK

«Todo lo que sea hacer ejercicio regular, una buena dieta variada, rica en micronutrientes, un descanso adecuado y la reducción del estrés y la ansiedad crónica influyen de manera significativa en el buen funcionamiento del sistema inmunitario y en la susceptibilidad a infecciones», apunta la experta.

Según la inmunóloga, «e»l estado general de salud, aunque una persona se perciba como sana, puede afectar de manera significativa al sistema inmunitario debido a múltiples factores subclínicos o no evidentes», precisa.

«El sistema inmunitario regula internamente todo el organismo y depende de la integridad nutricional, el equilibrio metabólico, el sueño adecuado, la ausencia de estrés crónico y la actividad física regular para mantener su función óptima», con lo que un buen estado de salud va a hacer que estemos mejor preparados para afrontar una infección, sostiene Sánchez-Ramón, quien también forma parte del comité médico de la Organización Internacional de Pacientes para las Inmunodeficiencias Primarias (IPOPI).

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Eduardo Casanova rompe un silencio de años al anunciar que tiene VIH

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El actor, director y guionista Eduardo Casanova, de 34 años, ha anunciado este jueves que tiene el virus del VIH. Lo ha hecho en una publicación en redes sociales donde asegura que rompe «este silencio tan desagradable y doloroso después de muchísimos años».

«Pese al miedo y la incertidumbre, hoy me siento profundamente feliz», dice Casanova en el mensaje con el que ha querido hacer público que está contagiado con este virus, y en el que defiende que «la dignidad debería ser la forma en la que todas las personas con VIH pudieran salir del armario».

Casanova explica que cerca del 80 % de las personas con VIH no ha compartido con casi nadie que tienen la infección, «por un estigma que nos condena al rechazo sistemático y más injusto del mundo», remarca en relación a un virus que, gracias, al avance en los tratamientos frena la enfermedad, el sida.

Un silencio que guardan y sufren, por tanto, «muchísimas personas» y que él ha querido romper cuando ha querido y podido, dice.

«Lo hago por mí, pero deseo que esto pueda ayudar a más gente. Lo hago a mi manera, a través del cine, que es mi forma de comunicarme», dice en referencia a una película documental dirigida por Jordi Évole sobre este mismo asunto que se estrenará en 2026.

El mensaje en Instagram de Eduardo Casanova, que el pasado 1 de diciembre estrenó ‘Silencio’, una miniserie con la pandemia del VIH como trasfondo, ha recibido una oleada de apoyo en las respuestas, empezando por la de la asociación Apoyo Positivo, que expresa su orgullo por el actor.

Compañeros de profesión como Leticia Dolera, Hugo Silva, Raquel Meroño o Miguel Diosdado también han expresado su cariño a Casanova, que se dio a conocer como Fidel en la serie de televisión ‘Aída’.

VIH no es sida

La infección por el VIH ataca el sistema inmunitario y si no se frena puede provocar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), la fase más avanzada de la enfermedad. Los tratamientos antirretrovirales controlan el virus y se puede llevar una vida casi normal pero no lo eliminan.

En los últimos quince años España no ha logrado reducir la barrera de los 3.000 diagnósticos anuales de VIH. El motivo se debe a un cóctel de factores como los diagnósticos tardíos y la baja percepción por parte de la población del riesgo de la infección.

En España en 2024 se notificaron un total de 3.340 nuevos diagnósticos de VIH, algo menos que el año anterior, que fueron 3.350. En 2022, hubo 3.337; en 2021, 3.192, menos que, por ejemplo, en 2013 que se registraron 4.471, o que en 2014, que sumaron 4.561, según el último informe de Vigilancia Epidemiológica de VIH y SIDA en España del Ministerio de Sanidad.

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Los ultraprocesados, a raya en todos los centros públicos: desde universidades a museos y hospitales

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La batalla contra los alimentos ultraprocesados continua. Además de hospitales y residencias de mayores, el Ministerio de Consumo anuncia que limitará la oferta de ultraprocesados en todos los centros públicos como museos, bibliotecas, universidades y centros deportivos o en la restauración de los centros públicos de trabajo.

El Real Decreto, que sale a información pública este jueves, limitará a dos raciones semanales los ultraprocesados y las frituras en los centros públicos con pensión completa y régimen residencial, y a un máximo de una vez por semana en desayunos y meriendas. Además, se excluirán los ultraprocesados de toda la alimentación infantil.

La norma se aplicará también a los centros, sean públicos o privados, que atiendan a personas dependientes o con necesidades especiales, como pueden ser centros sanitarios, residencias y centros de mayores, de atención a mujeres víctimas de violencia de género o centros de tutela de personas menores.

Así lo ha dicho el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, en el acto de entrega de los Premios Estrategia NAOS, que ha presidido este jueves la reina en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.

En su intervención, la reina ha destacado precisamente el impacto de los comedores escolares en la salud de los niños y niñas y en la prevención de la obesidad y el sobrepeso infantil, que afecta especialmente a los que viven en familias con rentas más bajas.

Según la clasificación NOVA, que divide los alimentos según la naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se les somete, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes.

ultraprocesados centros públicos
La reina Letizia (c) y el ministro de Derechos Sociales y Consumo, Pablo Bustinduy (i) en la entrega los premios Estrategia Naos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición en Madrid. EFE/ Fernando Villar

Alimentación saludable y respetuosa con el medioambiente

Con el objetivo de fomentar una alimentación saludable y respetuosa con el medioambiente, Consumo garantizará al menos un 80 % de productos saludables en las máquinas ‘vending’ y un 90 % de frutas y hortalizas frescas de temporada y menús variados, que se fomentará para que sean preparados en sus propias cocinas.

«Resulta incomprensible que la Administración permita que primen las ofertas alimentarias insanas, ya sea en colegios públicos, hospitales, residencias o cualquier otro espacio», ha aseverado Bustinduy, quien ha destacado también la importancia de regular la publicidad de los alimentos no sanos.

Además, se atenderán las necesidades individuales de las personas usuarias, por motivos de salud, éticos o religiosos.

La norma se complementa con el acceso al agua mediante la implantación de fuentes en las instalaciones, adecuadamente señalizadas, que ofrezcan agua potable de forma gratuita.

Cribados nutricionales

El decreto contempla la realización de cribados nutricionales tanto en hospitales como en centros residenciales, en los ingresos y de forma periódica, para prevenir y detectar precozmente situaciones de desnutrición o riesgo nutricional, y promover en su caso planes de atención.

La medida sigue la estela del Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles que aprobó el Gobierno en abril de 2025, que garantiza a todos los escolares cinco comidas saludables a la semana, promoviendo el consumo diario de frutas y verduras frescas y de temporada, en línea con los estándares de la Organización Mundial de la Salud.

El ministro de Consumo ha destacado a los comedores no sólo como lugares donde se proporcionan comidas sino también espacios de aprendizaje de buenos hábitos «que acompañarán a los niños y niñas durante toda la vida».

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