Ciencia y Salud
La vacuna antigripal reduce infartos, diabetes y demencia
«La vacuna antigripal no sólo evita formas graves de esta enfermedad infecciosa, ingresos hospitalarios y fallecimientos, sino que protege frente a los infartos de corazón a la vez que reduce la acción patológica de la diabetes«, destaca la Dra. María Fernández Prada, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Vital «Álvarez Buylla» de Mieres en Asturias.
«Pero no se quedan ahí los beneficios de la vacunación antigripal: reduce las complicaciones en los pacientes cardiovasculares crónicos, aminora la posibilidad de neumonía gripal en pacientes diabéticos, al igual que los subidones del azúcar en sangre o hiperglucemia«, subraya la profesora asociada de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo.
«La gripe de cada año, además, puede ser el detonante de una enfermedad cardíaca en personas que previamente no padecían este tipo de patología y, sin duda, altera y desestabiliza los niveles de glucosa en pacientes con diabetes; dos argumentos muy serios para irnos a vacunar cuando toque o cuando lo indiquen nuestr@s médic@s de cabecera», recalca.
Y por si no fueran pocos los privilegios para la salud de la vacuna antigripal, diferentes estudios comienzan a poner negro sobre blanco que esta protección sistemática contra el virus de la influenza y sus distintos linajes consigue disminuir hasta un 31 % el riesgo de sufrir demencia.
«Es más, la vacunación antigripal mitigaría el riesgo de desarrollar carcinoma renal en personas con enfermedad renal crónica, según se desprende de otra investigación», apunta la Dra. Fernández Prada, coautora de 50 publicaciones científicas en revistas indexadas en JCR sobre Vacunología y Seguridad del Paciente.
Vacuna antigripal para prevenir riesgos graves en nuestra salud
Los virus de la gripe afectan anualmente al 10-20 % de la población en los países occidentales, ocasionando epidemias anuales que acontecen, normalmente, entre los meses de enero y abril.
La influenza (gripe) es una enfermedad respiratoria contagiosa. El virus infecta la nariz, la garganta y en algunos casos los pulmones, causando patologías leves o graves, detonante de un buen número de fallecimientos cada año.
La transmisión del virus se produce, básicamente, a través de las minúsculas gotitas expulsadas por nuestras vías aéreas al hablar, toser y estornudar, gotitas contienen el microorganismo vírico.
El contagio es mayor a partir de los tres o cuatro primeros días desde la aparición de síntomas de la enfermedad.
Los virus de la gripe circulantes son de cuatro tipos, pero son la influenzavirus A, con diferentes subtipos, y la influenza B, con dos linajes, Victoria y Yamagata, los de mayor incidencia patológica en el ser humano.
El virus C de la gripe es responsable de los casos esporádicos de resfriados y catarros, las dolencias respiratorias típicas de las vías altas, sin potencial epidémico. La influenza D afecta principalmente al ganado.
Dos proteínas de la superficie del influenzavirus A, hemaglutinina (HA) y neuraminidasa (NA), generan 18 subtipos de hemaglutinina y 11 subtipos de neuraminidasa (de H1 a H18 y de N1 a N11, respectivamente).
Y se han identificado más de 130 combinaciones de subtipos, grupos y subgrupos de influenza A en la naturaleza, principalmente en aves silvestres, dada la predisposición al intercambio de segmentos de genes cuando dos o más subtipos infectan un mismo organismo: intercambian información de su genoma tipo ARN.
Las vacunas, que suelen hacer efecto protector en apenas dos semanas, y no provocan gripe en las personas inoculadas, se preparan a base de virus muertos, inactivados, o virus vivos, atenuados; las vacunas tetravalentes son las protagonistas en países como España.
La efectividad de la vacuna antigripal en la población general a veces no pasa del 40%, pero eso no es malo. Y si hablamos en el término medio, la efectividad vacunal durante las últimas cuarenta y dos temporadas se sitúa entre el 55-60 % de las personas inmunizadas.
En este sentido, l@s pacientes que son fieles a la vacuna antigripal durante cinco temporadas continuadas demuestran una respuesta heterotípica mayor frente a los virus aviares (gripe por Orthomyxoviridae, del género influenzavirus A y B), firmes candidatos a provocar nuevas pandemias.

¿El virus de la gripe aumenta los riesgos cardiovasculares en pacientes cardíacos?
Las personas, normalmente de edad avanzada, ya diagnosticadas y tratadas de alguna patología cardíaca de base, en situación de mayor o menor estabilidad, pueden sufrir complicaciones o descompensaciones debido a la infección de la influenza a dos niveles: la gripe avanza a un estadio grave o reactiva la enfermedad cardiovascular.
El virus activa la respuesta inmune innata y adaptativa, puesto que induce la liberación de citocinas proinflamatorias y quimiocinas, así como el reclutamiento de células inmunitarias.
«En pacientes con una cardiopatía, la respuesta inmunitaria podría ser atípica o excesiva, contribuyendo al daño cardiovascular», argumenta la Dra. Fernández Prada.
También, especialmente en pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva, se podrá generar una reducción en la capacidad de los pulmones para oxigenar la sangre debido a la congestión pulmonar.
«Cuando estos pacientes desarrollan gripe el virus puede afectar aún más a la función respiratoria, agravando la insuficiencia y, por tanto, elevando la gravedad de la gripe», explica.
«La infección del virus de la gripe produce una afectación sistémica de órganos más allá del aparato respiratorio; y eso es lo que produce esta desestabilización. El desencadenamiento de ese proceso proinflamatorio contribuye, en consecuencia, al daño cardiovascular», completa.
Por otro lado, un paciente que tiene una enfermedad cardíaca también puede tener algún tipo de patología respiratoria asociada.
«En caso de que no la tenga y sea solamente una enfermedad cardíaca, como la insuficiencia cardíaca congestiva, puede acontecer una reducción de esa capacidad pulmonar para oxigenar la sangre: cuando estos pacientes desarrollan una infección por el virus de la gripe se agrava su función respiratoria», indica.
Además, siempre interviene el fenómeno del «inflammaging» (inflamación crónica de bajo grado asociada a la edad). Se van acumulando los daños celulares, el estrés oxidativo o la disfunción del sistema inmunitario.
«Esta inflamación sistémica exacerbada es la que puede desencadenar al mismo tiempo eventos cardiovasculares que van de la mano de esta inmunosenescencia, del microbioma y de la microbiota intestinal, factores importantes en la respuesta orgánica ante las infecciones respiratorias y las propias vacunas», continúa.
La infección por gripe, como por otros virus respiratorios, interactúa de forma directa con el corazón y aumenta el riesgo de tromboembolismo.
«El virus puede tanto inducir miocarditis (inflamación del músculo cardíaco), que puede ser más grave en pacientes cardíacos, como un mayor riesgo de formación de coágulos, especialmente en aquellos que sufren fibrilación auricular e insuficiencia cardíaca congestiva», ejemplariza.
En resumen, la vacunación antigripal no sólo previene una neumonía en pacientes cardiovasculares, un derrame o un ingreso en la UCI, sino que estamos colocando una barrera natural frente a eventos cardíacos o las complicaciones de la patología de base.
«La descompensación cardíaca por cualquier virus, no solamente por la influenza, es algo fehaciente que vivimos cada año en las camas de agudos en los hospitales», garantiza la médica especialista en vacunología.

¿El virus de la gripe desencadena patologías cardíacas en personas sanas?
«Sí -responde en su exposición la Dra. Fernández Prada-. Las personas sanas, sin antecedentes cardíacos, en este caso, pueden debutar con un proceso cardiovascular enfermizo por culpa de la influenza».
Por ejemplo, l@s pacientes con hospitalizaciones por gripe muestran una probabilidad acumulada significativamente mayor de complicaciones cardiovasculares: «Hasta cinco años después en comparación con personas hospitalizadas por fracturas óseas».
«El riesgo de este tipo de complicaciones por gripe es particularmente elevado durante los nueve meses posteriores al alta hospitalaria», apunta la doctora Fernández.
La causa fundamental de este riesgo se focalizaría en el desajuste de la demanda y suministro de oxígeno al producirse una isquemia subendocárdica (reducción del flujo sanguíneo que aminora la oxigenación en la capa más interna del miocardio).
«En este sentido, existe una disfunción endotelial (revestimiento interno de los vasos sanguíneos y el corazón); y cualquier persona sana de edad avanzada sin antecedentes cardíacos, al infectarse por el virus de la gripe, podrá sufrir este tipo de isquemia e infarto de miocardio«, aclara.
Además, se ha observado una influencia importante de este virus en las placas ateroscleróticas.
«La inflamación inducida por la gripe a nivel sistémico puede generar, a su vez, alteración dentro de las placas ateroscleróticas, posibilitando inestabilidad, desprendimiento y, como consecuencia, un infarto agudo de miocardio», relaciona.
Las placas de ateroma, factor gravísimo de riesgo cardiovascular, se convierten en un ariete cardíaco instaurado por la gripe en personas sanas: favorece el advenimiento de infartos e ictus.

¿El virus de la gripe regala papeletas diabéticas?
Los pacientes que conviven con la enfermedad metabólica de la diabetes corren más riesgo de complicaciones por el virus de la gripe debido a que la salud de estas personas estará condicionada por su sistema inmunológico y porque un más que posible descontrol glucémico.
Y son tres las tareas del sistema inmunológico las que protagonizan esta relación de la diabetes con el virus de la gripe: interferencia con la función inmunitaria, la reducción de la actividad de las células NK y la función subóptima de las células T.
«En primer lugar, la glucosa elevada puede inhibir la función de los neutrófilos (tipo de glóbulos blancos), incluyendo la degranulación, la fagocitosis y la quimiotaxis, lo que dificulta la eliminación de los patógenos; es decir, se produce una interferencia importante entre la hiperglucemia y el sistema inmunitario«, evidencia.
«En segundo lugar, reduce la actividad de las células «natural killer» (tipo de glóbulo blanco del sistema inmunitario que lucha contras las infecciones y células cancerosas), y por tanto se compromete la eliminación de cualquier célula infectada», añade.
«Y por último, l@s pacientes diabéticos tienen una función subóptima de las células T o linfocitos T (glóbulos blancos originados en la médula ósea, esenciales del sistema inmunitario) debido al estrés oxidativo, por lo que un diabético mal controlado resultará más afectado por su sistema inmunitario deprimido», afina.
«El resultado será una menor producción de TNA-alfa y una respuesta inadecuada de las células B. Se ha demostrado que la hiperglucemia media en la disfunción de las células T CD8 (linfocitos T citotóxicos) de memoria inducida por la diabetes durante las infecciones víricas», amplía.
«Aún así, un diabético bien controlado podrá resultar afectado por esta interferencia de la función inmunitaria», advierte.
Por supuesto, la hiperglucemia promueve la producción de radicales (especies reactivas de oxígeno), lo que puede dañar las células y los tejidos, incluyendo las células del sistema inmunitario y contribuir a la disfunción endotelial..
«En la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina impide la correcta captación de la glucosa y esto perpetúa la hiperglucemia y, al final, seguirá implicando, de nuevo, a las células inmunitarias, que requieren glucosa como fuente de energía», agrega.
«Además, la hiperglucemia crónica o mal controlada por un largo periodo de tiempo daña el endotelio vascular, lo que lleva a una reducción de la producción de vasodilatadores, como el óxido nítrico, y un aumento de la expresión de factores proinflamatorios y protrombóticos asociados», detalla.
¿Y la infección de la gripe puede descompensar los niveles de glucemia?
Como el ciclo de Krebs (proceso metabólico fundamental en la respiración celular aeróbica que ocurre en la matriz mitocondrial de las células eucariotas) influye en la señalización de la insulina, y la infección por la gripe puede causar desestabilización en los niveles de glucosa, la diabetes puede llevar a complicaciones como la cetoacidosis diabética (afección metabólica grave, potencialmente mortal al producir nuestro cuerpo un exceso de cetonas).
«Es decir, como está afectada la señalización de la insulina, un paciente diabético que tiene una infección por el virus de la gripe sufrirá un riesgo mayor de descompensación glucémica en sangre», traduce la Dra. Fernández Prada.
«Y, a veces, el motivo de ingreso hospitalario no será tanto por una gripe grave o neumonía por gripe, sino por una descompensación glucémica en el paciente debida a una alteración previa del ciclo de Krebs o ciclo del ácido tricarboxílico (TCA)», expone.
El TCA es esencial para metabolizar los carbohidratos, grasas y proteínas, transformándolos en energía utilizable en las células, por lo que la alteración del ciclo de Krebs, afectado por el virus de la gripe, «puede volar el azúcar» de un paciente.

Más beneficios posibles, por confirmar, de la vacunación antigripal
Según el estudio «Association of Influenza Vaccination and Dementia Risk» sobre el beneficio no infeccioso de la vacunación antigripal aplicado a la demencia y procesos neurodegenerativos, la vacuna antigripal sostenida en el tiempo reduce hasta en un 31 % el riesgo de demencia.
El objetivo principal de este metaanálisis, publicado en 2023, fue examinar sistemáticamente la relación entre la vacunación frente a la influenza y el riesgo de demencia: se incluyeron casi 2.090.000 pacientes de una edad media de 61,8 y 75,5 años (57.05 % hombres).
El seguimiento monitorizado se realizó de cuatro a trece años en los seis estudios de cohortes empleados, y se observó una asociación marcada entre la vacunación contra la gripe en adultos mayores y un menor riesgo de demencia.
«¿Por qué?, ¿qué tiene que ver la vacunación de la gripe con la demencia?, se pregunta la doctora Fernández Prada… Porque la infección por el virus de la gripe no sólo consiste en una patología respiratoria, sino que todos los fenómenos proinflamatorios e inflamatorios son a nivel sistémico y neurológico».
«Es decir, si reducimos las inflamación y las infecciones vamos a reducir todos los fenómenos que están asociados a procesos inflamatorios crónicos», menciona.

En otro trabajo de 2024, «Prospective cohort study evaluating the association between influenza vaccination and neurodegenerative diseases«, se buscó la asociación entre la vacunación contra la influenza (FluVac) y el riesgo de demencia y enfermedad de Parkinson en los datos de Atención Primaria casi 71.000 participantes de más de 60 años de edad.
Durante una mediana de seguimiento de 12,2 años, se advirtieron 2.087 casos de demencia incidente (281 en vacunados y 1.806 en no vacunados, y 742 casos de párkinson incidente (131 vacunados y 611 no vacunados).
Como resultados, la vacunación contra la influenza se asoció con una reducción del 17 % en el riesgo de demencia, pero no se asoció con la incidencia de la enfermedad de Parkinson.
«Las personas fieles a la vacunación antigripal de todos los años, esas personas que tenían un histórico mayor o, digamos, haber recibido más vacunas de la gripe A lo largo de su vida, tenían una prevalencia menor, en este caso de enfermedad tipo demencia«, recalca la Dra. Fernández Prada.

En otra investigación llevada a cabo en Taiwán y publicada en 2023, en base a personas mayores de 55 años con un diagnóstico de enfermedad renal crónica, se analizaron los perfiles de 3.188 vacunados de manera sistemática entre el 1 de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2014. Los no vacunados fueron otras tantos.
«Los resultados de ‘Influenza vaccination is associated with lower risk of renal cell carcinoma among chronic kidney disease patients: a population-based cohort study‘ nos indican que la incidencia del carcinoma de células renales (CCR) es menor en personas vacunadas», resalta.
Los efectos protectores de la vacunación antigripal fueron significativos en el subgrupo de pacientes mayores de 75 años.
«¿Y por qué?… Por lo mismo, puesto que sabemos que los procesos inflamatorios también tienen cabida en los fenómenos relacionados con el desarrollo de un cáncer; aunque en estas patologías como el carcinoma renal todavía nos queda un largo recorrido científico», incide.
Por todo lo anunciado, planteado, expuesto, explicado y detallado «conviene insistir en los clásicos beneficios de la vacunación antigripal (evitar la gripe grave, las hospitalizaciones o las muertes consecuentes), pero es necesario aportar al debate público sanitario el resto de beneficios no infecciosos», opina.
«La población en general y nuestr@s pacientes, especialmente crónicos y personas mayores, tienen que concienciarse más aún si cabe sobre los riesgos reales que causan los virus como el de la gripe en el sistema cardiovascular, la diabetes o la demencia», concluye apostando por la investigación a todos los niveles.
Esta conferencia se ha elaborado a partir de la intervención de la Dra. María Fernández Prada en la mesa de debate “Vacunación en el enfermo respiratorio crónico” del programa científico “Visionarios, Innovación y Futuro en Enfermedades Respiratorias”; un encuentro profesional que se desarrolló el 18 de septiembre de 2025 en el salón de actos del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.
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Ciencia y Salud
Andreu Buenafuente y el estrés: la importancia de parar y de recuperarse bien
Andreu Buenafuente no dará las campanadas en TVE debido a un “episodio de estrés” del que aún necesita recuperarse sin “acelerar”, según ha anunciado él mismo a través de un comunicado emitido este viernes. El tándem del humorista y la actriz Silvia Abril no podrá, por tanto, protagonizar el programa con el que la cadena pública pretendía despedir 2025 y recibir 2026.
Dice Buenafuente en el comunicado: “Tuve un episodio de estrés, común, pero no agradable, por trabajos en los que yo mismo creo. Hubo un momento en el que no pude y mi cuerpo me pidió parar. Quiero agradecer a los profesionales que me están ayudando y a la gente que me rodea. Cada gotita es una vitamina”.
Sobre los plazos de recuperación que le impiden estar en primera línea de TVE la última noche del año, afirma: “No creo que tenga que acelerar mi recuperación para hacer lo que tengo que hacer; tengo que estar feliz, y por eso, voy a seguir recuperándome y cuando sea posible volver, que sea. No sé qué va a pasar, pero la falta de un horizonte exigente es lo que necesita una persona que ha parado por estrés”.
¿Qué es el estrés?, ¿qué le hace a nuestro organismo?, ¿por qué conviene parar?, ¿si se para la actividad laboral, cómo hay que llevar a cabo esa recuperación? Son preguntas para cuyas respuestas EFE Salud ha contado con las explicaciones del psicólogo y psicoterapeuta Sergio García.
El estrés y los «pensamientos intrusivos»
Para empezar, una noción sobre el estrés: se trata de una respuesta natural del organismo a situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes.
Explicaba la neurocientífica Carmen Sandi, presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, según una información de EFE, que si esa respuesta “se prolonga o se intensifica más allá de lo necesario, puede transformarse en un problema que afecta tanto a la mente como al cuerpo”.
Entra en escena el “trastorno de ansiedad”, según nos cuenta Sergio García. Estamos ante “una característica mental en la que la persona tiene miedo, nerviosismo o preocupación de manera muy persistente y muy intensa”, lo que puede generar síntomas físicos como “taquicardia o sudoración”, pero también “síntomas mentales y cognitivos”.

García cita entonces “los pensamientos intrusivos”. “Esto quiere decir que estoy pensando en una cosa y me viene a la cabeza otra cosa que se hace protagónica a pesar de que no corresponde”.
Por regla general, añade, los pensamientos intrusivos derivan de no poner límites “entre lo personal y lo laboral”. Esta ansiedad, cabe puntualizar, “se puede generalizar si no se pone remedio a tiempo y si no se acude a un especialista”.
La importancia de parar
Fisiológicamente la situación se describe así: el cerebro interpreta ciertas situaciones como amenazas y activa, por tanto, respuestas de defensa. Envía señales a las glándulas suprarrenales para liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, que son las que contribuyen a la preparación del cuerpo para esa defensa.
En cascada van cayendo las reacciones: aumenta la frecuencia cardíaca, los músculos se tensan, la digestión se resiente… De continuar mucho tiempo este estado de defensa, de huida ante la amenaza, podría debilitar el sistema inmunológico y hasta infligir daños neurológicos.
Parar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”, dice Sergio García
Es clave actuar a tiempo ante el estrés crónico. García esgrime la importancia de las pausas, de parones como el que está haciendo Buenafuente. No hacerlos es peligroso porque puede conducir al agotamiento o a la depresión.
Descansar, además, “facilita la aplicación de estrategias terapéuticas y el aprendizaje de nuevas herramientas para manejar la ansiedad y poder recuperar integralmente la salud mental”.
Y la importancia de la recuperación
Entre esas estrategias terapéuticas, dos perspectivas: la médica y la psicológica.
La primera, subraya García, plantea la recuperación con el objetivo de que no surjan “nuevas formas de estrés y que se resuelvan de manera adecuada”. Es decir, para “evitar recaídas y problemas a largo plazo”. Una recuperación “paulatina, no acelerada” persigue que “cuerpo y mente se adapten y generen nuevas sinergias” que, a su vez, eviten “un desgaste mayor”, concluye.
La segunda “puede ver necesarias las pausas”, pero, en opinión de García, no coloca al trabajo, la carga laboral, como causa única de la “desazón”. De hecho, desde este prisma, ayuda que el paciente trabaje.
“Desde la perspectiva psicológica, algún trabajo no sería del todo negativo, pero sin tener la intensidad del trabajo de antes. Trabajo cero durante varios meses tampoco es aconsejable porque es una cuestión que no es real”, reflexiona el psicólogo.
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Ciencia y Salud
La prevención y el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, entre los grandes desafíos sanitarios de la UE
Bruselas (Euractiv.com/.es) – Los expertos en temas de salud advierten de que a medida que la iniciativa de la Unión Europea (UE) «Juntos más sanos – Enfermedades no transmisibles (ENT)» entra en sus dos últimos años, el programa podría quedar desfasado en relación con los constantes avances de la investigación científica sobre salud metabólica.
Al tiempo que el marco financiero 2022-2027 ofrece a los Estados miembros del bloque comunitario apoyo para el combate contra las enfermedades cardiovasculares, diabetes, afecciones respiratorias crónicas, salud mental y factores determinantes del estilo de vida, no aborda explícitamente las enfermedades hepáticas, a pesar de sus fuertes vínculos metabólicos con la obesidad y la diabetes de tipo 2.
Durante un debate reciente sobre el tema, titulado «ENT, obesidad y salud hepática: ¿puede la UE cambiar el rumbo?«, varios especialistas calificaron esa omisión de debilidad estructural de la política de la UE en materia de ENT.
En ese sentido, Cyrielle Caussy, catedrática de Medicina Nutricional de la Universidad Lyon 1, advirtió de que pasar por alto la salud hepática supone ignorar uno de los órganos centrales de la epidemia metabólica europea. El hígado está en el centro de las principales enfermedades no transmisibles de Europa, recordó.
«El hígado es actualmente el punto ciego (…) no vemos realmente la salud hepática en la agenda. Sabemos que es un órgano clave en el metabolismo de la glucosa, los lípidos y la energía. Y está directamente relacionado con todas estas enfermedades no transmisibles», explica.
Se calcula que la esteatosis hepática (o hígado graso) afecta a cuatro de cada diez adultos en todo el mundo, pero los expertos subrayan que el problema es, en gran medida, «invisible» en las estrategias de la UE, entre ellas Healthier Together.
La obesidad, ¿es de verdad una enfermedad?
Uno de los motivos por los cuales no se presta atención a las enfermedades hepáticas es la persistente incomprensión de lo que significa la obesidad.
«Todavía hay muchos malentendidos sobre lo que es la obesidad», afirma la Dra. Andreea Ciudin Mihai, endocrinóloga, especialista en obesidad, profesora asociada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Hospital Vall d’Hebron y miembro del Consejo Ejecutivo de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).
«La obesidad no es una enfermedad basada en el peso por kilogramo; es una enfermedad del tejido adiposo, lo cual significa exceso y disfunción de la grasa corporal», sostiene la experta.
«Algo que cambiará el mercado es el reconocimiento de la obesidad como enfermedad no transmisible (…) mientras no se reconozca la obesidad como enfermedad, seguirá habiendo estigmatización», agrega la investigadora.
Medicamentos GLP-1: avances, pero desigualdad
«Ahora disponemos de dos fármacos que cambian las reglas del juego«, explica Mihai, quien destacó los beneficios para la diabetes, el hígado graso y las enfermedades cardiovasculares. Pero el acceso a los fármacos es limitado, ya que «estos medicamentos no tienen reembolso, así que la gente tiene que pagarlos de su bolsillo», explica. Caussy asegura que quienes más los necesitan «son los que no pueden permitírselos».
Por su parte, el Dr. Kremlin Wickramasinghe, asesor de la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, advirtió del riesgo de que estos medicamentos sustituyan a la acción política en materia de prevención. «Me preocupa que todo el mundo piense que ahora tenemos un medicamento (…) y abandonemos la agenda de la prevención», señaló.
«Un tercio (de la población) no sabe que tiene hipertensión (…) y de los que están en tratamiento, un tercio no está bajo control», explica Wickramasinghe.
Detección precoz del «hígado graso»
Los expertos coinciden en que la detección precoz de la enfermedad hepática avanzada es factible y rentable, pero no está muy extendida. «La primera prueba que se recomienda ahora de forma generalizada es la puntuación FIB-4. Es barata porque es gratuita», señala Caussy.
El experto explica que los pacientes que cruzan el umbral clínico requieren una evaluación más precisa. «Si la cifra es superior a 1,3, existe un riesgo, y hay un seguimiento, y el seguimiento consiste en realizar una prueba de segunda línea, que es más precisa. Suele ser una trans-elastografía, que es un método basado en ultrasonidos (…) también se han desarrollado análisis de sangre», agrega.
Por su parte, Gamal Shiha, director de la Asociación Europea de Pacientes Hepáticos (ELPA), subrayó la necesidad de concienciar a la población. «No todos los [obesos ] son pacientes hepáticos (…) el asunto es cómo educar a los pacientes y cómo seleccionar a los que van al especialista», señala.
Lagunas en la prevención
Mientras tanto, Wickramasinghe subraya que el déficit de prevención en Europa empieza mucho antes del cribado. «Estas son las cosas que causan el 80% de las muertes, pero no hablamos con el 80% de los pacientes sobre estos factores de riesgo», asegura.
«Queremos un sistema sanitario que hable con los pacientes sobre estos factores de riesgo (…) un sistema sanitario que tenga la capacidad de hacerlo (…) hay tanto estigma y discriminación que hace que sea un tema controvertido a tratar entre un paciente y su profesional sanitario», explica.
«Antes de llegar al cribado con un montón de máquinas caras (…) tenemos que integrar la atención primaria, crear espacio y reducir la carga», puntualiza.
Retos pendientes en la UE
Por su parte, el eurodiputado Tomislav Sokol (PPE) criticó en el marco del debate la lentitud de la UE en el etiquetado nutricional.
«Llevamos años esperando (…) en realidad no estamos haciendo nada, subrayó Sokol, al tiempo que advirtió de que en el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP) para el período 2028-2034, la prevención corre el riesgo de desaparecer.
En ese sentido, aseguró que las competencias de la UE en materia de etiquetado, comercialización, prevención, reforma farmacéutica y Espacio Europeo de Datos Sanitarios siguen infrautilizadas. «Los beneficios (…) no son claramente visibles de forma directa, por lo cual la mayoría de los políticos no se preocupan de las medidas que realmente proporcionan algún efecto a largo plazo».
«Cualquier política que pueda considerarse negativa para la industria no llega a aplicarse», advierte Wickramasinghe.
Los expertos coinciden en que la UE no podrá cumplir sus objetivos en prevención y tratamiento de ENT mientras no enfrente esas presiones políticas y comerciales. A medida que Healthier Together entra en su fase final, el mensaje es claro: Europa tiene las pruebas y las soluciones, pero sólo el coraje político decidirá si es posible invertir la tendencia, según sostienen los expertos.
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(Editado por BM/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)
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Ciencia y Salud
Los síntomas que encienden la alarma ante la disfagia, ese bloqueo que no deja tragar
La disfagia es la dificultad para tragar, un trastorno grave que se anuncia con síntomas que nos deben encender las alarmas. Detectar cuanto antes evita consecuencias graves como desnutrición, deshidratación o neumonía aspirativa.
En el Día Mundial de la Disfagia, el 12 de diciembre, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) destaca la necesidad urgente de mejorar el diagnóstico temprano de un trastorno cuyo origen puede ser neurológico, estructural o muscular.
Es habitual en pacientes con ictus, enfermedades neurodegenerativas como párkinson o ELA, así como en personas intervenidas por tumores de cabeza y cuello. Pero también las personas de edad avanzada pueden tener alteraciones.
Según la SEEN, se estima que la disfagia afecta a aproximadamente al 8 % de la población mundial y al 5,6 % de adultos en España, con cifras más elevadas en pacientes hospitalizados, alcanzando hasta el 10,3% en unidades geriátricas y el 7,5% en servicios de neurología, reflejando el impacto de la edad y las enfermedades de base en su aparición.
Tipos de disfagia
La disfagia puede ser de dos tipos según su localización:
- Orofaríngea: La más frecuente, representa casi el 80 % de los casos. El problema se produce al iniciar la deglución en la boca o faringe. Hay riesgo de atragantamiento o aspiración.
- Esofágica: Se produce al pasar la comida por el esófago hacia el estómago, hay sensación de atasco.
Y también se distingue la presbifagia, la dificultad para tragar que se produce con la edad. Entre el 10 y el 30 % de los mayores de 65 años presenta algún grado de disfagia, superando el 80 % en mayores de 80 años.

Los síntomas de la disfagia
La doctora Emilia Cancer Minchot, vocal de Asistencia de la SEEN y miembro del Área de Nutrición de la sociedad, explica algunos de los síntomas que nos deben hacer sospechar de disfagia en un paciente al comer o beber:
- Toser con frecuencia.
- Cambiar la calidad de la voz.
- Disminución significativa del nivel de oxígeno.
- Ser incapaz de mantener el bolo alimenticio en la boca.
- No poder realizar el sello labial y babee.
- Cuando se quede comida en la boca o a nivel faríngeo tras la deglución.
- No poder tragar el bolo alimenticio en una única deglución.
- Sufrir frecuentes infecciones respiratorias.
- Deshidratarse con frecuencia o desnutrirse.
Las consecuencias de tragar con dificultad
Deglutir significa nutrir e hidratar, si el mecanismos de tragar se altera puede producir desnutrición y deshidratación.
Pero también puede producir aspiraciones orofaríngeas que conllevan infecciones respiratorias.
“Hasta un 50 % de los pacientes que presentan aspiración desarrollan neumonía, siendo la complicación más temida de la disfagia, ya que constituye 5-15 % del total de las neumonías adquiridas y puede tener una mortalidad asociada del 50 %. No es un problema menor”, explica la endocrinóloga.
Pero estas alteraciones también tienen consecuencias en la calidad de vida, la supervivencia del paciente y aumentan las estancias hospitalarias y los costes sanitarios.
La enfermedad puede conducir a aislamiento social, ya que el miedo a atragantarse y la necesidad de texturas modificadas dificultan la participación en comidas familiares y sociales.
“Muchos pacientes dejan de disfrutar de algo tan cotidiano como comer. Esto afecta a su bienestar emocional y a su integración social. El tratamiento no solo es clínico, también humano”, considera la especialista.
El abordaje y tratamiento
El tratamiento puede ser compensatorio, rehabilitador o una combinación, de ambos, e incluye:
- Adaptación de texturas y viscosidades (evitando alimentos con grumos, pegajosos, duros o con líquido en su interior).
- Posturas seguras durante la ingesta.
- Higiene oral estricta.
- Espesantes y aguas gelificadas para garantizar la hidratación, menaje adaptado y supervisión del cuidador.
- Ejercicios de deglución y rehabilitación muscular.
Además, cuando la alimentación por vía oral no es segura o existe desnutrición y/o sarcopenia es necesaria una intervención nutricional especializada.
“La disfagia sarcopénica se debe a la sarcopenia, es decir, a la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular de los músculos de todo el cuerpo y de la deglución. Es un factor de riesgo importante para desarrollar desnutrición, ya que condiciona una ingesta oral reducida”, explica la doctora de la SEEN.
Es importante en su abordaje una estrategia multidisciplinar que incluya la colaboración de endocrinólogos, otorrinolaringólogos, rehabilitadores, logopedas, geriatras, digestivos, neurólogos y oncólogos.
Uno de los avances para el abordaje de la disfagia ha sido la creación de la “International Dysphagia Diet Standardisation Initiative”, que ha permitido definir globalmente las texturas de alimentos y viscosidades de líquidos para mejorar la seguridad.
También han surgido nuevas propuestas como la gastronomía molecular aplicada a la disfagia dentro de la restauración adaptada e innovaciones en rehabilitación neuromoduladora con resultados prometedores
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