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Un colegio emblemático de Quito es cuestionado por ignorar graves denuncias de bullying y maltrato
El Instituto Nacional Mejia de Quito, fundado en 1897, ha sido fuertemente cuestionado por los hechos violentos que suceden dentro de la institución y que no han sido sancionados. Aunque ya se conocían casos de maltratos dentro del colegio, el reciente suicidio de una estudiante víctima de bullying ha conmocionado a los ciudadanos y ha vuelto a poner en debate la indiferencia de las autoridades estudiantiles frente a estos hechos.
El 12 de abril, Johanna Balladares, de 16 años, se quitó la vida luego de recibir constantes insultos y agresiones por parte de sus compañeros de clase. Según recogió Metro de Ecuador, la adolescente recibió una golpiza propinada por otros estudiantes. Su pierna quedó afectada, su familia de escasos recursos no podía costear los tratamientos y al pensar que ya no podría volver a caminar, Johanna decidió suicidarse.
Según recogió Extra, la adolescente quería ser militar, ese era su sueño, pero desde hace un año sus compañeros empezaron a acosarla. Johanna participaba en la banda estudiantil, era primer mando de tambores. Sus compañeros de clase le decían “marimacha” porque llevaba el cabello corto y, según relató una madre, ya había recibido otras agresiones físicas.
Las madres de familia del curso de Johanna han hablado con la prensa y han relatado que incluso el hermano menor de la adolescente habría sido amenazado por los acosadores de su hermana. A esto se suma la preocupación de los padres, pues ante los ojos de las autoridades suceden casos de bullying, venta de droga, consumo de alcohol, pandillas, robos, incluso se habla de prostitución.
El Ministerio de Educación investiga este caso y ha reconocido que las autoridades de la institución no presentaron ningún tipo de denuncia sobre la golpiza y otros malos tratos que recibió la adolescente.
A raíz del suicidio de Johanna, un caso del 2020 suscitado en el colegio Mejia resurgió. Por dos años, 28 niños y niñas fueron maltratados física y psicológicamente por una profesora de esa institución.
Sybel Martínez, directora del grupo Rescate Escolar, recordó el caso que, pese a la evidencia, no resultó en la destitución de la docente. Los niños que estuvieron bajo la tutela de esa mujer resultaron gravemente afectados al punto de llorar tan solo con verla desde lejos, relató Martínez.
La profesora les cubría la boca con cinta adhesiva, los amarraba de pies y manos, y si algún niño quería ir al baño lo obligaba a tomar un biberón que tenía leche con ají. A los infantes los golpeaba, se les burlaba y los obligaba a usar un pañal.
A pesar de esto, durante el proceso administrativo que afrontó la maestra hubo otros docentes e incluso padres de los menores que emitieron cartas de honorabilidad apoyándola. Según contó Martínez, “la docente quien no se inmutó durante toda la audiencia. Al final pidió la palabra y dijo que todos nacemos con el pecado original desde Adán y Eva y que está comprobado que todos los niños mienten hasta pasados los 7 años. No negó lo sucedido ni se retractó. ¡Frialdad absoluta!”.
Esta no es la primera vez que se da a conocer casos de abuso sexual y violencia en las escuelas de Ecuador. Estos espacios, que deberían ser lugares seguros para los niños y adolescentes que acuden a las aulas, también han sido registrados como espacios de agresiones e incluso asesinatos.
Uno de los casos emblemáticos, por la resolución de una corte internacional, es el de Paola Guzmán, la adolescente ecuatoriana que se suicidó tras sufrir abusos sexuales en su escuela. La historia de Guzmán llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Ecuador fue declarado responsable por la violencia sexual sufrida por la adolescente.
También está el caso de Valentina Cosíos, una niña de 11 años que fue asesinada el 23 de junio de 2016. Valentina desapareció el 23 de junio de 2016, un día después su madre la encontró con signos de violencia física y sexual en la Unidad Educativa Global del Ecuador, la escuela en donde estudiaba.
La Academia Aeronáutica Mayor Pedro Traversari en Quito también fue el escenario de uno de los casos que más conmoción causó en Ecuador. Entre 2010 y 2011, un profesor insultó, torturó y abusó sexualmente de 41 alumnos, niños y niñas entre 10 y 11 años. Según Plan V, “el profesor forzó a los estudiantes a repetir escenas pornográficas de las películas que veían en clase. Los obligaba a desnudarse. Tocó a las niñas y rayó con marcadores sus partes íntimas. El profesor pegaba a sus estudiantes con un tubo y un cable. Fue allí donde, dice el relato, violó a una alumna”.
Hace un mes, un pequeño de nueve años fue agredido sexualmente y amenazado por dos presuntos estudiantes de su mismo colegio, el Liceo Policial, quienes lo sometieron en el baño de la institución y le prohibieron contar lo que le había sucedido.
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