“Una relación no monógama es aquella en la que ambos miembros de la parejaacuerdan poder tener sexo sin amor con otras personas (swinger y liberales) o poder enamorarse, incluyendo también el sexo (poliamoros@s y anarquistas relacionales)”, explica Cecilia Bizzotto Echerri, socióloga y sexóloga.
“Pero debe quedar claro, sin lugar a la duda, que las relaciones abiertas no son infidelidades consentidas; tampoco una excusa para acostarse con un montón de gente. Este tipo de relación es una manera más de vincularse con otras personas a nivel afectivo o sexual”, aclara y desmitifica.
La monogamia, que Cecilia Bizzotto adjetiva como “amor Disney“, es una norma, escrita o no en el viento, donde se establece que las relaciones de pareja se tienen que basar en la exclusividad afectiva y sexual… Y si fuera posible desde que sus ojos bisoños entrecrucen las miradas hasta el final de los días.
“Esta idea romántica implica que la pareja monógama está por encima de otras relaciones, como tus amistades, tu familia, tus colegas del trabajo o un inesperado encuentro. Es la idea mil veces repetida de nuestra media naranja o de esa frase que asegura que el uno no puede vivir sin el otro”, expone Cecilia Bizzotto.
No monogamia o monogamia, relaciones de pareja abiertas o cerradas
Este taller de sexualidad, iniciación a las relaciones abiertas en la pareja, o no monogámicas, impartido sin límetes por Cecilia Bizzotto, nos vale a todas y todos para comprender las diferentes formas de amar a los demás y a nosotr@s mism@s, sea cual sea el género que se adecúa a nuestra propia percepción física y mental.
“Antes de nada, observaréis la cantidad de etiquetas que se utilizan hoy en día para definir y contextualizar las relaciones de pareja no monógamas”, comienza su exposición la socióloga… Y pone un ejemplo muy gráfico, extraído del diálogo de la película “Poliamor para principiantes”:
¿Este lenguaje es una moda? ¿Qué le pasa a la gente que habla con estas palabras? ¿Es una forma prepotente de identificarse y diferenciarse de las personas monógamas?… Ni lo creo ni lo pienso, reafirma.
Soy una gran defensora de las etiquetas, que no son otra cosa que hablar de conceptos, de un sistema que nos guía sin opresión, puesto que aquello que no se nombra no existe.
Aquí es necesario recordar que en una relación monógama no se necesita dar explicación alguna de sus conceptos o describir sus características básicas.
En la pareja monógama se da por hecho la exclusividad afectiva y sexual, sin tipologías o variantes que socaven la fidelidad absoluta de la relación, establecida con o sin matrimonio o documentos que la acrediten moral y legalmente.
Las parejas abiertas habitamos en la disidencia, en la normal anormalidad.
Las etiquetas, por tanto, nos ofrecen ventajas por conocer a otras personas, para crear comunidades de intereses compartidos, para buscar información y referentes sociales con los que avanzar por nuestro propio camino, sin obstáculos de ningún tipo.
A partir de ahí, con ese mapa sociogramatical, podréis hacer lo que os plazca, como destrozarlo o rehacerlo con nuevas etiquetas para redefinir vuestra propia ruta vivencial.
¿Qué es una relación de pareja abierta?
Las relaciones abiertas se entienden como sinónimo de las relaciones de pareja no monógamas. Son relaciones éticas y consentidas, definidas por una comunicación transparente y asertiva entre l@s dos integrantes de la pareja, sin exclusividad afectiva y sexual.
Es decir, nos permitimos acostarnos con una tercera persona o con más de una al mismo tiempo, pudiendo mantener relaciones emocionales, afectivas y románticas o sólo encuentros sexuales, sean esporádicos o periódicos.
Y subrayo que es una relación ética en tanto que es un pacto consciente, consensuado, dentro de la pareja. En las relaciones abiertas no existen las infidelidades, entendidas así desde el punto de vista de las parejas monógamas.
Las relaciones abiertas no se construyen negando la monogamia, algo que nos causaría una profunda tristeza. Simple y llanamente nuestro rumbo difiere hasta los 360º respecto al imperativo social predominante, donde reina una pretendida exclusividad afectiva y sexual.
A modo de ejemplo, esta imposición monogámica, escrita o no en el viento, se abastece de la inmensa mayoría de las obras literarias publicadas o de un sinfín de películas enmarcadas en los géneros cinematográficos.
Esta idea de la fidelidad nos impide demostrar, incluso, sentimientos románticos más allá de la pareja… Y si los sintiéramos o nos rondaran por la cabeza estaríamos incurriendo en un acto de infidelidad… Y la fidelidad es el pacto fundamental que sienta las bases de la monogamia.
Tanto es así que el sólo hecho de tontear o coquetear con otra persona a través de las redes sociales, como Instagram, se convertiría en una ruptura tácita de la fidelidad de la pareja tradicional.
Esta relación cerrada es lo que yo denomino amor Disney… Y no lo adjetivo como romántico porque sonaría muy bonito.
Con el amor Disney quiero describir la fantasía cultural impuesta por la sociedad en la que hemos sido educadas las mujeres y los hombres, cuyo único fin es y será perpetuar las relaciones de pareja monógamas.
Esta idea implica que la pareja siempre estará por encima de otras relaciones humanas, como tus amistades o tu familia. Es la idea de encontrar a nuestra media naranja y de no poder vivir sin él o sin ella… Ese es el amor Disney.
En la monogamia se da por sentado que nos debemos vincular con una sola persona y no existe alternativa posible.
Si me enrollo con alguien, abandonaré, de repente y sin mayor problema, a mi mejor amiga de la infancia, la juventud o la madurez con la que he compartido hasta mis sueños… No es tan importante como mi nuevo proyecto de futura pareja.
Siempre se privilegia a esta persona monógama por encima de todas aquellas que nos rodean compartiendo nuestro devenir diario, como tus amistades, tus colegas del trabajo, tu familia o esa que conoces esperando en la antesala del teatro.
Es la idea mil veces repetida de nuestra media naranja.
Somos seres incompletos y nos topamos con esa persona ideal, maravillosa, que tiene todo lo que yo no tengo. Porque si yo soy insegura, él es fuerte y valiente… Si yo soy un poquito tonta, él es más listo… Si a mí me gustan las ciencias a él le gustan las letras… Yo no puedo vivir sin él y él, por supuesto, sin mi.
¡Que quede claro, chicas!: si no tenemos pareja monógama, aunque disfrutemos de un montón de amigas, tu vida es y será una mierda porque no tendrás novio, no te podrás casar, no firmarás una hipoteca, no te quedarás embarazada, no tendrás perro que acompañe a tu familia o no serás abuela…
Y el éxito en la vida con esta escalera social sólo se alcanza si tienes una pareja cerrada, mejor con documentos que lo acrediten… Cada pasito firme con nuestro príncipe o nuestra princesa nos llevará, presumiblemente, a una relación plena y feliz… Hasta que la muerte nos separe.
Este panorama cultural impuesto no es desdeñable para todo aquel lo prenteda o desee. La crítica a la monogamia obedece a que, para el resto, ha sido como comer lentejas, o las quieres o las dejas.
Desde la no monogamia presentamos alternativas, siempre insuficientes
Las personas no monógamas cuestionamos esta estructura relacional y todos sus mandatos con el fin de elegir aquellos vínculos que nos hagan más felices y plenas.
Quizás yo quiera que habitar contigo o quizás no… Quizás quiera tener hij@s contigo, pero quizás quiera tener hij@s con mi mejor amiga o con “whatever“.
Y quiero aclarar una cuestión primordial: la no monogamia no va sólo de follar con un montón de gente, aunque lo pueda parecer, también está centrada en deconstruir los imperativos de la monogamia y sus ideales.
De hecho, si no deconstruimos esta estructura granítica, acabaríamos consumiendo un montón de cuerpos, follando mucho, pero sufriendo excesivamente.
La deconstrucción de esos valores monogámicos, quien así lo desee, sin imposición alguna, nos ofrecerá una vida en un nuevo marco cognitivo, educativo y social.
En las relaciones múltiples no se puede vivir el amor desde la posesión del otro. Por ejemplo, los celos típicos de la monogamia no tienen cabida en la no monogamia o, en el peor de los casos, estarían bajo un autocontrol incondicional. De suceder lo contrario, ella o él lo pasaría fatal.
Tipología Bizzotto de las relaciones abiertas en la pareja
Las relaciones no monógamicas se dividen en dos tipos principales: por un lado, las relaciones de pareja que sólo son abiertas en el plano sexual; y por el otro, aquellas que, además del sexo, conllevan una faceta emocional, con puertas más o menos restrictivas.
Se parte de la idea de que el sexo y el amor son asuntos diferentes. Es un binomio que se rompe, puesto que yo tener sexo sin sentir ningún tipo de afecto por la otra persona con la que me estoy enrollando o acostando. Privilegio a mi pareja en mi corazón.
Aquí se sitúan las parejas “swingers” y las parejas liberales.
Los swingers acuerdan ver o disfrutar de otras personas sexualmente siempre que su pareja esté presente en el encuentro, sea con un tercero o un número indeterminado de mujeres y hombres.
Los liberales no se condicionan a la presencialidad. Su pareja disfrutará del sexo con un tercero o un grupo de personas… Mañana yo he quedado con Pepita y tú con Manolito… Aunque nada ni nadie impiede que también esté presente la otra parte del binomio libera.
Ambos, swingers y liberales, siempre buscarán la exploración sexual sin aportar afectos.
Quizá estéis pensando que separar amor y sexo es una quimera, que es un poco difícil de conseguir, ya que para muchas personas la sexualidad en pareja involucra a las emociones… Esas personas que dudan son, generalmente, las que se vinculan desde el poliamor.
Las relaciones abiertas poliamorosas podrán ser jerárquicas y no jerárquicas. En ambos casos se disfruta del sexo y del amor con terceras o más personas.
En el poliamor jerárquico se privilegia a una persona o a un grupo de personas, por ejemplo, una trieja con la que alcanzamos acuerdos, por ejemplo, un pacto de fluidos: entre sus componentes no se utilizan preservativos y otras medidas profilácticas (más allá de la higiene personal que nos obliga a tod@s).
En este caso, hablaríamos de infidelidad si algun@ rompe el pacto de fluidos; o, si fuera parte del acuerdo, cohabitar con otra persona, destinar más tiempo a otras compañías o practicar sexo anal.
La clave de esta forma de vincularse, sea una pareja o una trieja, la buscaremos en la fidelidad y autonomía frente al resto de vínculos externos.
Las poliamorosas no jerárquicas no se aferran a este tipo de pactos por discrepancia ética… Yo quiero poner a todos mis vínculos en igualdad de condiciones y ninguno disfrutará de privilegios por encima de los demás. No hay límites fuera de la pareja o la trieja.
Por último, las personas anarquistas relacionales.
En mi opinión, y en la realidad, no es en sí misma sólo una forma de vincularse con otr@s: consideran que no existen las jerarquías y nadie de la pareja indicará con quién se puede o no mantener relaciones afectivas y sexuales.
Este tipo de parejas se sitúan a nivel ideológico y sus relaciones abiertas van mucho más allá: señalan a la monogamia como imposición cultural, algo que ha trascendido desde las formas tradicionales de vincular a las personas a todos los niveles de la sociedad, delimitando expectativas.
Por ejemplo, si eres mi vecina mi vinculación será menor que si eres mi mejor amiga, con la que me involucraré en mayor medida… Si eres mi padre, más que si eres mi tía o mi suegro… Los anarquistas se cargan la estructura sexo y amor desde una perspectiva política.
Y recalco, la no monogamia no es menor que la monogamia. No somos “superguais”… Sería terrible auto imponernos calificativos que nos hagan caer en las mismas trampas que a las parejas monógamas que nos observan con soberbia moral e intelectual.
Tampoco es preferible establecer que un tipo de relación abierta es mejor que otra. Cada persona tiene que elegir la opción que se adecúe a sus necesidades, sus capacidades, su momento vivencial, su salud o su capacidad financiera.
Taller sexual: ¿Qué no son relaciones abiertas?
Pongamos azul sobre amarillo en nuestra cabeza y nuestro músculo cardíaco la siguiente verdad: las relaciones de pareja de carácter abierto no son infidelidades consentidas y nada tiene que ver con este calificativo generado en el único modelo de la relación monógama.
El fundamento vital de una relación abierta es la comunicación constante, la transparencia, el consentimiento y la asertividad: la gente piensa que follamos muchísimo, pero esto no vaya a follar, sino de hablar mogollón.
Si folláis sin parar, estupendo; pero no vengas a esta estrella de nuestra galaxia pensando en el sexo por el sexo. Aquí es necesario deconstruir tus ideales del amor romántico y desembarazarse de los celos, gestionar las inseguridades y sentirte acompañad@ en todo el proceso.
Además, cabe decir que no existen las personas perfectas no monógamas, como sucede también en la monogamia. No podéis pensar que las parejas abiertas han nacido sin celos y son maravillosas. Es habitual que todo el mundo la cague, y yo la primera.
Si te embarcas en una relación abierta, no monóganama, debes abrir las puertas de sus camarotes en vez de cerrarlas. Y si fracasas en el intento no puedes sentir que eres una especie de mierda por no haber conseguido adaptarte a sus tiempos. Seguro que no era tu momento.
En este mismo sentido, ponerse metas es contraproducente… Camina por esta vereda ilusionante y déjate llevar sabiendo que puedes abrir la puerta de los swingers para luego ser una persona poliamorosa no jerárquica con tendencias anarquistas, para más adelante cerrarte en banda, ver crecer a tus hijos y, si se tercia, acabar tus días siendo un liberal apasionado.
Consejos del taller sexual en relaciones abiertas
Para empezar con buen pie, sea el izquierdo o el derecho, en las relaciones no monogámicas es prioritario que busquéis comunidades entre las personas que disfrutan de las parejas abiertas, referentes que os pondrán las cosas más fáciles, sobre todo cuando dudas hasta de tus principios.
Transitar por la monogamia es infinitamente fácil. Todo, absolutamente todo, hasta las películas Disney, están pensadas por y para, entre otras cosas, perpetuar las relaciones románticas con exclusividad sexual y emocional.
De hecho, ¿alguien conoce un solo caso de nacimiento de un bebé en el seno de una trieja?… Nos suena lejano, utópico, incluso demasiado bonito. Por eso nos faltan referentes y nos faltan comunidades donde apoyar nuestra cabeza cuando nos sentimos abatidos.
Es casi imposible conversar con gente no monógama… “Me siento fatal porque mi vínculo se ha ido con otra persona”… ¿Crees que una persona monógama te entenderá igual o mejor que otra no monógama que haya vivido situaciones parecidas?
A la vez, no forcéis a vuestras parejas a entrar en las habitaciones conceptuales de la no monogamia. Si tu chica o chico demuestra alguna inseguridad no le provoques ansiedad con tu ritmo vital. No os convienen las obligaciones porque luego llegarán los reproches, los famosos “y tús”. La calma es tu aliado.
Buscad ayuda profesional, que siempre es algo bueno. Y no digo que necesariamente tenga que ser una sexóloga especializada, que yo lo soy, sino porque creo que muchas veces este tipo de relaciones de pareja son realmente difíciles y complicadas, como sucede en ciertos casos monogámicos.
Y aunque os pinten de colores este mundo y suene el estribillo de la maravillosa música del placer, no es de recibo sufrir más de la cuenta, castigarnos y culpabilizarnos si no conseguimos el éxito de una relación de pareja abierta. Bastante tenemos con intentar ser felices en esta vida sin hacer daño a nadie.
Cecilia Bizzotto Echerri, mujer, socióloga y sexóloga, colaboradora de EFEsalud.
Hemos evitado coincidir con una persona porque nos parece arrogante. Hemos inventado una excusa para no ir a esa ‘quedada’ porque estará el sabiondo de ‘noséquién’. Nos hemos enfadado con un amigo/a porque “no escucha” lo que opinamos o explicamos. Nos hemos mofado de aquella cena de Nochebuena en la que tuvimos que soportar, una vez más, al «listillo» o «listilla» de la familia . Y nos hemos molestado cuando nos hemos enterado de que para alguien somos “soberbios”. El efecto Dunning-Kruger nos acompaña más de lo que creemos. ¿Pero qué es el efecto Dunning-Kruger?
El periodista de El País Kiko Llaneras mencionó este sesgo cognitivo en su newsletter del pasado 13 de diciembre. Aludía a un estudio hecho a personas con ideas firmes y recias sobre asuntos que la ciencia refuta, desde supuestos efectos nocivos de las vacunas a beneficios inapelables de la homeopatía. El trabajo aportaba una conclusión, recordaba Llaneras: a pesar de que estas personas no es que fueran precisamente expertas de aquello de lo que hablaban, se expresaban con una seguridad propia de quienes lo son.
¿Nos suena, verdad? En la era de las redes sociales, seguro que nos suena. En la era de la opinión por encima de todo, seguro que nos suena. En estas fechas navideñas de reuniones familiares, pues segurísimo. Puede que estén pensando en el “cuñao”, en su arquetipo y su parodia, pero el efecto que nos ocupa es más alambicado.
El efecto Dunning-Kruger: también una forma de comunicar
Albert Dunning y Justin Kruger son los dos psicólogos sociales estadounidenses que “hallaron” este sesgo cognitivo, según el cual personas sin conocimiento o sin habilidades en materias concretas, pongamos como ejemplo la política o el fútbol, tienden a sobreestimar su conocimiento y sus habilidades. Asimismo, personas con alto nivel de conocimiento, tienden a subestimarlo.
Es muy probable, lector, lectora, que irrumpan en su cabeza numerosos casos reales, pero aquí vamos a analizar qué caracteriza a las personas que “padecen” dicho efecto.
Terrazas en la Plaza Mayor de Orense durante unas navidades. EFE/Brais Lorenzo
La primera anotación que la profesional efectúa es “la manera de comunicar”. “Una persona que cree que sabe –explica– comunicará con más seguridad, con menos contradicción, con menos complejidad”. Esta seguridad, añade, genera una repercusión en quien escucha, en quien lee.
Aplicar esta premisa en los algoritmos de las redes sociales muestra una realidad sobre la que se ha conservado y discutido mucho. “Sabemos que los algoritmos van a dar prioridad al contenido que esté en la línea de lo que nos gusta”, subraya Huéscar, por lo que desembarcamos en uno de los rasgos de la identidad de esta era digital: “Se elimina la complejidad del discurso”.
“Y podemos pensar –apostilla– que quien más interactúa es quien menos sabe, y quién menos interactúa es quien más sabe”.
Personas a las que cuesta cambiar de opinión
No ayuda la polarización predominante. No ayuda nada. Dice Huéscar: “Todos tenemos derecho a opinar, sobre política por ejemplo, pero adentrarse en el conocimiento de la política aporta una serie de componentes que añaden complejidad al discurso, al relato”. Quedarse en el titular provoca una pérdida más o menos ingente de la riqueza y variedad de ese relato, justo una consecuencia de vivir polarizado.
Segunda anotación de la psicóloga: la dificultad de este perfil de personas para cambiar de opinión. Una dificultad que ni siquiera la evidencia científica puede sortear ágilmente. ¿Intolerancia a la discrepancia?
“No sé si es intolerancia. Son personas que no se dejan influir. En todo caso podrían cambiar cuando se ahonda en la base sobre la que articulan este pensamiento”, reflexiona Huéscar.
La psicóloga trae a colación “experimentos interesantísimos” de la psicología social como “la ley de la comparación”, que viene a decir lo siguiente: “Grandes expertos cometen grandes errores cuando les cuesta diferenciarse en un contexto en el que las personas piensan u opinan igual”, precisamente por la comparación con el entorno.
Entramos, así, en el tercer aspecto a destacar: el contexto, su influencia.
El reto de admitir un error
Más allá del efecto Dunning-Kruger, la psicóloga hace hincapié en “la dureza” de una persona para cambiar de opinión, de criterio o de punto de vista. ¿Qué puede hacer una profesional como ella?
“No nacemos así. Nos hacemos así. Uno se va haciendo así por obcecación: puede ser que porque se haya visto muy atacado en el concepto que tiene de sí mismo o porque ha sido así cómo ha salido adelante ante ataques que ha podido recibir. La obcecación en una idea, esa expresión de ponerse cabezón, está determinada por la historia de relación de la persona desde la infancia”, profundiza.
“Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden», explica la psicóloga Raquel Huéscar
Y quien habla de cambio de opinión habla, por relación, de reconocimiento del error, o de la equivocación, lo que tampoco es sencillo.
El efecto Dunning-Kruger “se mueve también con el narcisismo”, matiza Huéscar. “Soy lo que parezco que soy”, en resumen.
Añade al respecto: “Hay personas a las que les cuesta admitir un error o un cambio de opinión porque no pueden sostener una imagen así de sí mismo, y se hunden. Es una imagen de sí mismo de ‘todo o nada’. Y no pasa nada por no saberlo todo, por no entenderlo todo, pero no todas las personas están preparadas para admitirlo”.
Nochebuena y la familia (re)unida
Es 24 de diciembre. Día de Nochebuena. Muchísimas personas se reúnen con sus familias y celebran una tradición religiosa o simplemente el hecho de estar de nuevo juntos. Bienvenido sea.
La familia, como indica Huéscar, “es el elemento social de más intimidad”, por lo que estar con la familia, estar en familia, desencadena emociones. Emociones que hablan de amor, pero también de rencillas y rivalidades. Que hablan de secretos y confidencias. De recuerdos y deseos. Por tanto, apunta la profesional, “que haya discrepancias o comunicaciones más violentas es más fácil”.
Pero que nadie se asuste. La cena de la familia (re)unida no tiene por qué salir mal. Quizá saber en qué consiste el efecto Dunning-Kruger favorezca la concordia y la armonía. Al fin y al cabo, todos y todas hemos experimento este efecto, ¿verdad?
Las fiestas navideñas van acompañadas de comidas copiosas, horarios irregulares, un mayor consumo de alcohol y un aumento de estrés social y familiar. Esto puede afectar a nuestro descanso nocturno, un aspecto fundamental para la salud física y mental. Los neumólogos ofrecen recomendaciones para dormir mejor en navidades.
En el año SEPAR 2025-2026 de los Trastornos Respiratorios del Sueño (TRS), una iniciativa que busca concienciar a la población y a los profesionales sanitarios sobre unas patologías que muchas veces son infravaloradas e infradiagnosticadas.
El doctor Carlos Egea, neumólogo y coordinador del Año SEPAR 2025/26 de los Trastornos Respiratorios del Sueño, explica que “un sueño alterado provoca cansancio generalizado e irritabilidad, además de empeorar las enfermedades respiratorias vinculadas con el dormir, como la apnea obstructiva del sueño (AOS).
“Un sueño escaso puede desencadenar problemas metabólicos, como la diabetes o la obesidad, sin olvidar que un alto porcentaje de accidentes domésticos y de tráfico están vinculados a la falta de sueño”, añade.
Seis recomendaciones para dormir mejor durante las navidades
SEPAR ofrece seis recomendaciones clave para dormir y descansar mejor durante las fiestas de navidades:
Gestionar el estrés. En esta época del año los compromisos sociales, laborales y familiares pueden generar estrés. Los especialistas recomiendan reservar unos minutos diarios a actividades relajantes como la lectura o la meditación.
Comidas con moderación. Las cenas tardías y abundantes dificultan la digestión y afectan a la calidad del sueño. La doctora Alejandra Roncero, neumóloga y directora del Programa de Investigación en Sueño de SEPAR, aconseja dejar pasar entre dos y tres horas entre la cena y la hora de acostarse, además de evitar alimentos muy grasos, azucarados o picantes por la noche.
Reducir el consumo de alcohol. Aunque el alcohol puede provocar somnolencia inicial, altera las fases del sueño y favorece los despertares nocturnos, el ronquido y la apnea del sueño. Limitar su consumo y alternar con agua ayuda a proteger el descanso.
Siestas cortas y sin “compensaciones”. Una siesta breve, de 20 a 30 minutos, puede resultar reparadora tras una mala noche. Sin embargo, dormir muchas horas al día siguiente para “compensar” suele desajustar aún más el ritmo circadiano.
Apoyarse en remedios tradicionales. Aplicar calor local, tomar infusiones relajantes o realizar estiramientos suaves tras una noche festiva puede ayudar a relajar la musculatura y favorecer el descanso.
Un día de “reset”. Antes de incorporarse a la rutina, los expertos recomiendan recuperar los horarios habituales, cenar ligero y evitar el uso de pantallas durante la última hora antes de dormir.
EFE/LUIS TEJIDO
Niños y adolescentes: proteger el descanso también en fiestas
Los especialistas subrayan la importancia de que niños y adolescentes puedan dormir bien durante las navidades.
En el caso de losmás pequeños, recomiendan mantener rutinas, crear un ambiente tranquilo y limitar la sobreestimulación y el uso de pantallas antes de dormir.
Para los adolescentes, etapa en la que tienden a trasnochar más, es preferible negociar límites razonables, establecer horarios de desconexión digital, mantener cierta actividad física y evitar siestas largas que interfieran en el sueño.
Llegan la navidades y con ellas los dulces tradicionales, como el turrón. Cada vez hay más tipos, con ingredientes y sabores infinitos. Se trata de un producto del que no hay que abusar, y en pequeñas cantidades «puede ser compatible» con una dieta saludable durante estas fechas, para ello, lo mejor es que lleve mucha cantidad de fruto seco y muy poca de azúcar.
Un poco de contexto
Es cierto que cada vez se adelanta más las navidades y ya están vendiendo espumillón y turrones desde octubre, incluso hay tiendas que lo comercializan todo el año, pero el mayor consumo se espera en estas fechas navideñas.
«Un mensaje claro para la población podría ser que no hay que empezar tan pronto, que si nos ponemos a contar con los dedos de la mano, los días de las reuniones familiares no son tantos comparados con el resto del año. Y aunque esos días comas turrón, no va a significar que vas a llevar una alimentación poco sana», afirma a EFE Salud la vicepresidenta por Alicante del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), María Tormo.
No se trata, matiza, de normalizar el consumo de turrón durante muchas semanas, como desde octubre o noviembre, eso «lógicamente no es sano», pero si es ocasional, puede ser «compatible» con una alimentación saludable.
La lista de ingredientes del turrón
Y para ello también hay que fijarse en los ingredientes de los que está hecho, porque «hay mucho turrones que en realidad no lo son».
«Hay que priorizar los ingredientes que tengan un alto porcentaje de frutos secos, entre el 60 y el 70 % sería lo recomendado. La almendra es fundamental, pero hay versiones más modernas, como la avellana o el pistacho», explica Tormo.
EFE/Paco Torrente/pm
Los ingredientes están ordenados en la etiqueta de mayor a menor cantidad de contenido, por eso, el primero de ellos debería aparecer el fruto seco, abunda la experta; y después, otros ingredientes que sean «simples y fáciles» de reconocer para los consumidores.
«Que la gente los reconozca. Si empiezan con los aditivos, las ‘E’ seguidas de un número y hay muchas, mejor evitarlo», subraya.
¿Cuánto azúcar?
Y en cuanto a la cantidad de azúcar, Tormo es clara: «lo menos posible, es decir que vaya al final de los ingredientes. Si va como primero, para el consumidor debería ser una señal de alerta, porque está comprando sobre todo azúcar, no turrón».
Mejor que azúcar, que lleve miel, según la experta.
Y es que, según detalla, es distinta del azúcar porque nuestro cuerpo no la reconoce de la misma manera, es «más natural» y tiene otros micronutrientes, que el azúcar no tiene.
«Es interesante y adecuado que la gente busque que haya miel entre los ingredientes, en vez de los jarabes de glucosa que pone a veces o fructosa que también suele aparecer, igual que los aceites refinados. Si hay de palma o coco, por ejemplo, son cosas que nos deben hacer sospechar», incide.
EFE/EPA/GEORGI LICOVSKI
Respecto a la cantidad de turrón, la experta afirma que no hay que comerse la tableta entera, compártela y come como un trozo de dos dedos aproximadamente.
«Además, nunca está solo el turrón, hay más cosas, polvorones, mazapanes, así que, la recomendación sería que sabemos que estamos en Navidad, que vamos a comer, y que no hay que martirizarse por ello, pero tampoco hay que comerse todo lo que sea posible», indica la vicepresidenta por Alicante del CODiNuCoVa.
Con estas pautas de María Tormo, ya solo queda regresar a casa por Navidad y disfrutar de ella. Buen apetito y felices fiestas.