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Europa se prepara para responder al «día de la liberación» que proclama Trump

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Bruselas (Euractiv.com/.es) – Este miércoles es el tercer «Día de la Liberación» declarado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde su victoria electoral el 5 de noviembre y su investidura como presidente, el 20 de enero.

Pero el 2 de abril podría ser el más trascendental históricamente -y el más infame económicamente- de todos ellos.

Está previsto que Trump anuncie esta noche (hora europea) «aranceles recíprocos» sobre las importaciones estadounidenses procedentes de varios países. El autoproclamado «hombre de los aranceles» cumple así su promesa electoral de promulgar medidas proteccionistas radicales para impulsar la fabricación nacional y reducir el creciente déficit comercial mundial de Washington.

Las señales contradictorias de Trump y otros funcionarios de la Casa Blanca, sin embargo, han causado una enorme incertidumbre entre los analistas y funcionarios de la UE sobre cómo se aplicarán los aranceles en la práctica.

«¿En qué se traducirán? Creo que eso es hipotético, es especulativo», comentó recientemente a la prensa un alto funcionario de la UE.

«Mantendremos la calma y seguiremos adelante, y abordaremos las cuestiones de forma concreta cuando entren realmente en vigor», agregó.

«No espero nada bueno, pero es muy difícil saber exactamente lo que está por venir», comentó Varg Folkman, analista político del European Policy Centre, un think tank con sede en Bruselas.

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Niveles de proteccionismo en EE.UU

Lo que parece claro es que es probable que los aranceles coloquen el proteccionismo estadounidense a niveles nunca vistos desde principios del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. La tasa arancelaria media de Estados Unidos era del 10,3% en 1946 y tan baja como el 2,5% en 2024, el año anterior al regreso de Trump a la Casa Blanca.

Deutsche Bank estimó recientemente que los aranceles que se anunciarán este miércoles  podrían aumentar el gravámen agregado de Estados Unidos del 10,5% hasta un 25%, mientras que Bloomberg Economics considera que los aranceles recíprocos podrían elevar el arancel medio de Estados Unidos hasta el 35%.

Los analistas atribuyen estas previsiones divergentes a las vacilaciones de las autoridades estadounidenses sobre si se aplicarán aranceles específicos a países concretos o si, por el contrario, se aplicará un arancel «universal» a todas las naciones, una idea que Trump planteó inicialmente durante la campaña electoral.

En ese sentido, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, , Scott Bessent, comentó en marzo pasado que «cada país» se verá afectado por aranceles que podrían ser «bastante bajos» o «bastante altos», dependiendo de su tasa arancelaria evaluada a los productos estadounidenses.

En cambio, Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, insinuó la semana pasada que Washington optaría por la «simple» opción de imponer gravámenes generales.

Corroborando el análisis de Miran, The Wall Street Journal informó de que personas familiarizadas con el tema arancelario han asegurado que es probable que Trump imponga un arancel «amplio y simple» de alrededor del 20% a la mayoría de los socios comerciales de Estados Unidos, así como posibles aranceles sectoriales.

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Según Niclas Poitiers, investigador de Bruegel, otro grupo de reflexión con sede en Bruselas, la probabilidad de que este miércoles se impongan aranceles generales queda patente por la reciente imposición por parte de Trump de tasas planas del 25% a productos canadienses y mexicanos, automóviles, acero y aluminio.

El hecho de que los funcionarios del departamento de Comercio de Estados Unidos hayan tenido solo dos meses para diseñar los aranceles también sugiere que los gravámenes serán en última instancia «bastante simples», comentó, al tiempo que agregó que cree que habrá una tasa arancelaria del 20-25% a las exportaciones de la UE en Estados Unidos.

Por otro lado, Poitiers señaló que, dado que el objetivo de los aranceles no es político sino económico, es probable que no discriminen entre los distintos países de la UE, al menos en esta fase.

¿Cuál será la respuesta de Bruselas?

La respuesta de la Comisión Europea a los aranceles dependerá de lo que Trump proponga en última instancia, según funcionarios y analistas.

«Hasta que no tengamos una visión completa de lo que se espera que anuncie Estados Unidos a finales de esta semana, no podemos decir mucho sobre lo que tenemos previsto hacer», comentó el lunes el portavoz del ejecutivo comunitario, Olof Gill.

Por su parte, Folkman subrayó que hay una razonable «duda sobre si la UE podrá tomar represalias»,

En ese sentido, señaló la decisión de la Comisión Europea de retrasar su respuesta a los aranceles al acero y el aluminio el mes pasado, después de que Trump amenazara con gravámenes del 200% a los vinos y licores de la UE a menos que Bruselas eliminara el whisky de su lista de productos estadounidenses en la mira para posibles contramedidas.

Pero ese retraso estaba justificado para dar tiempo a las negociaciones con Washington, comentó Poitiers. No tomar represalias contra los aranceles a la automoción, anunciados la semana pasada y que entrarán en vigor el jueves, también era defendible, añadió.

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Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones automovilísticas alemanas, con 450.000 vehículos anuales -según datos de 2024- por valor de 24.800 millones de dólares, según datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Un superávit molesto

Por su parte Tobias Gehrke, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, advierte de que el importante superávit comercial de la UE con Estados Unidos «inclina el campo de batalla a favor de Washington» en una posible guerra comercial.

Según Bruselas, el superávit de bienes de la UE con Estados Unidos creció en 41.000 millones de euros entre 2023 y 2024, hasta alcanzar los 198.200 millones, con un aumento de las exportaciones y un descenso de las importaciones.

Pero no todo está perdido. Gehrke subraya que la UE aún «tiene cartas poderosas que podrían contrarrestar las tácticas coercitivas de Trump».

Entre ellas, restringir el acceso de las empresas estadounidenses al mercado de contratación pública de la UE, introducir controles adicionales a las grandes tecnológicas estadounidenses y prohibir la exportación de tecnologías esenciales, como equipos semiconductores y productos químicos.

En una intervención ante el Parlamento Europeo el martes (1 de abril), la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló que la UE «tiene muchas cartas» en las negociaciones comerciales con Estados Unidos.

«Desde el comercio a la tecnología, pasando por el tamaño de nuestro mercado… todos los instrumentos están sobre la mesa», afirmó la alemana.

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A pesar de la posible sacudida, los vinicultores de California, el corazón del vino estadounidense, confían en poder convencer a más consumidores para que elijan opciones locales si finalmente se imponen aranceles, desalentados por el precio de las botellas francesas e italianas.

¿Cuál será el impacto?

Según varios analistas, es probable que los aranceles afecten gravemente a la economía europea.

Mientras que Bloomberg y Goldman Sachs estimaron recientemente que las políticas proteccionistas de Trump reducirían el PIB de la eurozona en alrededor de un punto porcentual, otros estudios han sugerido que el impacto global podría ser mucho menor.

«(el impacto) podría estar en torno a los 0,4 [puntos porcentuales], lo que es bastante manejable», comenta Poitiers, al tiempo que añade que los Estados miembros de la UE dependientes de las exportaciones y con un crecimiento débil, entre ellos Alemania, podrían entrar en recesión por efecto de los nuevos aranceles.

Por su parte, Mujtaba Rahman, director gerente para Europa del Eurasia Group, ha advertido de que los aranceles representan «el principal riesgo a la baja» para el crecimiento de la UE, y es probable que grandes Estados miembros como Alemania, Italia y Francia se vean muy afectados.

Sin embargo, muchos analistas creen que los aranceles podrían perjudicar más a Estados Unidos que a la UE.

Bloomberg Economics ha calculado que los aranceles recíprocos aumentarían la inflación estadounidense en un 2,5% y reducirían el PIB en un 4%, lo cual significa que el golpe global a la producción estadounidense sería comparable al de la crisis financiera de 2008.

Por otro lado, Bloomberg señala que, dado que una «parte limitada» de la producción total de la UE se vería afectada, «el golpe económico» al bloque «sería probablemente manejable» Canadá, México y los países del sudeste asiático estarían mucho más expuestos.

Deutsche Bank, por su parte, estima que los aranceles recíprocos tendrían un impacto menor en la economía estadounidense, con una contracción del PIB de entre 0,25 y 1,2 puntos porcentuales y un aumento de la inflación de 1,2 puntos porcentuales.

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Aún no está del todo claro cuál es el «umbral de dolor de la Casa Blanca en términos de mercado y economía», señalaron los analistas del Deutsche Bank.

«La retórica de la Administración (Trump) en este momento parece sugerir [que es] alto, pero hay una cantidad extraordinaria de incertidumbre», añaden.

«No creo que nos libremos de la incertidumbre hasta que Trump esté fuera de la Casa Blanca, para ser sinceros», comenta Folkman. «Creo que es algo con lo que tendremos que convivir», subraya.

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[Editado por Martina Monti/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es]

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La presión de Trump para controlar la Fed es un «peligro muy grave», advierte Lagarde

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Bruselas (Euractiv.com) – La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha asegurado este lunes que los intentos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para reforzar su control sobre la política monetaria del país norteamericano amenazan gravemente tanto a la economía estadounidense como a la mundial.

«Si él [Trump] tuviera éxito, sería un peligro muy grave», comentó Lagarde en una entrevista a la radio francesa Radio Classique.

Sus comentarios se producen tras la sorprendente decisión de Trump de despedir la semana pasada a la gobernadora de la Reserva Federal, Lisa Cook, una medida que ha generado profunda inquietud entre los economistas, ante la posibilidad de que el líder republicano logre socavar la independencia del banco central más importante del mundo.

Cook, una estrecha aliada del presidente de la Fed, Jerome Powell, se ha negado a dimitir.

Desde que Trump regresó al poder en enero pasado, Powell ha provocado en varias ocasiones la ira del presidente, tras negarse a recortar los tipos de interés para estimular la economía estadounidense.

En ese sentido, está previsto que la Fed recorte los tipos de interés durante 2026, entre otras razones por el temor a una fuerte contracción del PIB estadounidense. Ese miedo genera en estos momentos más preocupación que una posible espiral inflacionaria derivada de los aranceles impuestos por Trump, según varios analistas citados por los medios.

«El listón para descarrilar un recorte de tipos de la Fed el 17 de septiembre parece alto», comentaron este lunes analistas de Deutsche Bank, al tiempo que agregaron que los inversores están barajando 140 puntos básicos (1,4 puntos porcentuales) de recortes de tipos para finales de 2026.

Ese es «un nivel de flexibilización que desde la década de 1980 sólo se ha producido en un entorno de recesiones», señaló el banco alemán.

Por el contrario, está previsto que el BCE mantenga su tasa principal de interés en el 2% en su reunión de la próxima semana, muy por debajo del 4,25-4,5% actual de la Reserva Federal.

Por otra parte, Lagarde también expresó en la entrevista su «preocupación» por el impacto de la crisis política francesa en la economía de la Eurozona.

Está previsto que el primer ministro francés, François Bayrou, pierda una votación de confianza en la Asamblea Nacional el próximo 8 de septiembre, en un contexto de creciente rechazo a su programa de austeridad para intentar contener el desbocado déficit.

La decisión de Bayrou de someterse a la votación de confianza, anunciada la semana pasada, provocó el desplome de las acciones y los bonos franceses, y el diferencial entre los costes de endeudamiento de Francia e Italia se redujo a sus niveles más bajos en décadas.

Lagarde, sin embargo, restó importancia al temor de que un colapso del gobierno francés -que sería el tercero en un año- pueda desencadenar una repetición de la crisis de la Eurozona que se produjo la década pasada.

«Creo que el sistema bancario francés está en mejor forma que durante la última gran crisis financiera, que está bien estructurado, bien supervisado y que cuenta con actores responsables», explicó Lagarde.

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(Editado por Martina Monti/Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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Polonia, los países bálticos y los países nórdicos piden nuevos fondos de la UE para seguridad fronteriza

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Varsovia (Euractiv.pl) – Polonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Estonia han pedido a la Comisión Europea fondos adicionales para la protección de las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE).

El grupo de países buscan apoyo financiero para reforzar, entre otras cosas, los sistemas de vigilancia aérea, así como las capacidades de drones y contra-drones.

En una carta a la vicepresidenta de la Comisión Europea Henna Virkkunen y al Comisario de Asuntos de Interior y Migración, Magnus Brunner, esos países recuerdan que llevan más de cuatro años enfrentándose a amenazas híbridas procedentes de Bielorrusia y Rusia, además de la instrumentalización política de la migración.

En la carta se señala que en los últimos meses algunos drones han entrado en el territorio de los países de la región con artefactos explosivos, y se han registrado incidentes incluso cerca de zonas civiles, lo cual supone una amenaza directa para los residentes.

El grupo de países señala que el apoyo de la Comisión Europea hasta la fecha ha contribuido a reforzar la protección de las fronteras, mejorar la gestión de la migración y aumentar la capacidad de respuesta.

Sin embargo, destacan que la situación actual requiere una mayor inversión en sistemas de vigilancia aérea, así como en capacidades de drones y contra-drones.

La carta está firmada por los ministros del Interior de Estonia – Igor Taro, Finlandia – Mari Rantanen, Letonia – Rihards Kozlovskis, Lituania – Vladislav Kondratovic, y Polonia – Marcin Kierwiński.

Un objeto volador se estrelló la semana pasada en un maizal cerca de Osiny, al este de Polonia, y explotó rompiendo las ventanas de las casas cercanas. El ministro de Defensa, Władysław Kosiniak-Kamysz, confirmó posteriormente que se trataba de un dron ruso.

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(Editado por Euractiv.com y Fernando Heller/Euractiv.es)

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Adivinando a Draghi

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BRUSELAS (Euractiv.com/.es)- Europa es un lugar mayoritariamente laico. Pero si hay una persona a la que los líderes de la Unión Europea consideran una deidad moderna, esa es Mario Draghi.

El expresidente del Banco Central Europeo, considerado el «hombre que salvó al euro»del sumidero de la historia durante la crisis de la eurozona de la década pasada, ha vuelto a la escena política europea la semana pasada, profetizando que 2025 «será recordado como el año en que se evaporó la ilusión» del peso geopolítico de Europa.

Incluso los cínicos más acérrimos deberían admitir que los paralelismos entre el tecnócrata italiano y el Mesías son asombrosos, tal vez divinamente predestinados.

Tras salvar a Europa de la perdición económica, este hombre de 77 años renegó del paraíso que le garantizaba una pensión europea- sin tensiones, sin estrés- para resurgir como el salvador del bloque el año pasado con su «histórico» informe sobre la «competitividad europea«, que, como la Biblia, muchos citan pero muy pocos han leído realmente.

Desgraciadamente, los mortales no hicimos caso de los mandamientos del Buen Informe. De ahí la segunda resurrección de Draghi esta semana, que, al igual que la profetizada Segunda Venida de Cristo, llega en un momento de creciente decadencia moral y crecientes temores de un apocalipsis humano –inducido por la energía nuclear-.

Muchas de las propuestas del informe resultarán familiares a quienes tengan la bendición (o, tal vez, la maldición) de vivir en la burbuja de Bruselas. Entre ellas figuran la «integración» del mercado único, la «simplificación» de la normativa y la eliminación del enorme «déficit de inversión» de la UE para ponerse a la altura de Estados Unidos y China.

Sin embargo, el informe de Draghi adolece de muchos de los defectos que afectan a otros textos sagrados. Entre ellos, omisiones críticas, profundas ambigüedades interpretativas y, en el peor de los casos, absolutas incoherencias.

Tomemos, por ejemplo, la afirmación presentada en el informe de que «puede haber algunas industrias en las que los productores nacionales se hayan quedado tan rezagados» que la imposición de medidas comerciales defensivas, como los aranceles, «sólo impondría costes de peso muerto excesivos a la economía [de la UE]».

Naturalmente, esta afirmación invita a preguntarse: ¿Qué industrias, exactamente, están tan atrasadas que no merece la pena protegerlas? En ninguna parte de las 400 páginas del informe Draghi se digna a responder a esta pregunta obvia.

Afortunadamente, y en señal de que la comunicación directa con lo divino es ocasionalmente posible, este reportero pudo plantear esta pregunta al propio Gran Hombre durante la presentación oficial del informe el año pasado.

«Pensaba en el sector de los paneles solares», respondió Draghi. «[Pero] no estoy sugiriendo nada, sólo quiero ser claro en esto, este informe aboga por la elección y la defensa de los campeones nacionales. Tampoco está abogando por una especie de proceso de selección granular de qué sectores deben cuidarse o deben abandonarse. No, nada de eso.»

Traducción: Paneles solares aparte, el informe de «competitividad» de Draghi no pretende, ni nunca ha pretendido, decirnos en qué industrias concretas puede o debe Europa intentar ser competitiva.

Esta omisión es tan problemática como extraña. Después de todo, hay numerosas industrias en las que, debido a la destreza de los fabricantes chinos o estadounidenses, no está realmente claro si el proteccionismo de la UE está justificado. Estos sectores incluyen las turbinas eólicas, los vehículos eléctricos, las baterías, el acero, los semiconductores y muchos otros.

¿No podría Draghi haber ofrecido al menos algunas recomendaciones provisionales en este ámbito? Y, si no, ¿podría al menos haber explicado por qué, dada la naturaleza «existencial» de la difícil situación económica de Europa, considera innecesarias tales sugerencias?

La Biblia, recordemos, no se limita a ofrecer lecciones generales sobre la naturaleza de la moralidad; también ofrece lecciones «granulares» sobre cómo, exactamente, debe vivirse la buena vida.

(In)coherencia competitiva

Aun así, la negativa de Draghi a ofrecer estos detalles «granulares» podría, quizás, ser defendible si sus otras prescripciones políticas fueran suficientemente perspicaces… o claras.

Por desgracia, muchas no lo son. Tomemos, por ejemplo, las meditaciones de Draghi sobre la política de competencia de la UE, que se reparten en dos capítulos separados que -por decirlo suavemente- no son fácilmente conciliables.

En un capítulo titulado «Modernizar la competencia», Draghi advierte repetidamente de que la concentración de mercados puede plantear un «riesgo significativo de afianzar una posición dominante, perjudicando en última instancia la competencia efectiva» al generar «incentivos reducidos para innovar tanto por parte de las empresas que pretenden concentrarse como de sus rivales, clientes y proveedores.»

Sin embargo, en un capítulo titulado «Digitalización y tecnologías avanzadas», Draghi arremete contra «los remedios impuestos a los intentos de consolidar el mercado en actores más grandes» y afirma que la filosofía de Bruselas resistente a las fusiones «desincentiva las inversiones y la asunción de riesgos» en la «fragmentada» industria de las telecomunicaciones del bloque.

¿Cuál es la respuesta? ¿Debería Bruselas fomentar más fusiones en el sector de las telecomunicaciones para impulsar la inversión privada? ¿O reduciría los incentivos de las empresas para innovar, invertir y asumir riesgos?

La respuesta ha dejado perplejos incluso a los más altos funcionarios de la UE.

«Si miras el informe Draghi, verás al antiguo banquero central en él, porque está realmente muy equilibrado hasta el punto de que, veo a gente de perfecta buena fe leyéndolo, y dos pares de ojos diferentes pueden llegar a conclusiones realmente distintas», dijo el año pasado Olivier Guersent, antiguo jefe de la Dirección General de Competencia de la Comisión.

Otros son mucho menos diplomáticos. De hecho, algunos llegan incluso a acusar a Draghi de contradicción manifiesta.

En el capítulo de telecomunicaciones «Draghi parece quejarse de la misma conducta -la aplicación de la competencia- que en el capítulo de competencia alaba y quiere reforzar», escribe Fiona Scott Morton, profesora de Yale y miembro senior del grupo de reflexión sobre política de la UE Bruegel.

Extrañamente, Scott Morton continúa afirmando que, a pesar de no ser «del todo coherente» -de hecho, descaradamente contradictorio-, el análisis de Draghi sobre la política de competencia es «principalmente bueno, si no excelente».

Parece que incluso los expertos más estimados temen ser acusados de blasfemia si se niegan a rendir pleitesía a nuestro Señor y Salvador económico.

Conclusiones confusas

Las recientes comparecencias de Draghi, en todo caso, no han hecho sino agravar la confusión en torno a lo que, exactamente, cree que los responsables políticos de la UE deben hacer para impulsar la tambaleante economía del bloque.

Una fuente de perplejidad es el endeudamiento conjunto.

En su informe, Draghi afirma que la UE «debería seguir emitiendo instrumentos de deuda comunes» para impulsar inversiones críticas, como el fondo de 650.000 millones de euros para la recuperación tras la pandemia, con la salvedad de que esto sólo debería hacerse si «se dan las condiciones políticas e institucionales» (no especificadas).

Tras las duras críticas de los «frugales» Estados miembros de la UE -en particular los Países Bajos y Alemania – Draghi se retractó rápidamente, describiendo la deuda común como «no un ingrediente esencial» del informe.

Sin embargo, en su discurso de la semana pasada, Draghi se mostró totalmente a favor de un endeudamiento común que fuera mucho más allá de lo sugerido originalmente en su informe. «Sólo formas de deuda común pueden apoyar grandes proyectos europeos que los esfuerzos nacionales fragmentados nunca podrían lograr», dijo.

El cambio de opinión no se explica, ni siquiera se insinúa. Tampoco queda claro cuál podría ser la razón del cambio de opinión: presumiblemente, los «esfuerzos nacionales» de Europa para financiar grandes inversiones estaban tan «fragmentados» en 2024 como lo están en 2025.

El segundo punto de confusión, y tal vez el más importante, se refiere a lo que Draghi cree que son las necesidades totales de inversión de la UE.

La semana pasada, Draghi sugirió que las «inversiones masivas» de Europa «se estiman en unos 1,2 billones de euros al año», una afirmación corroborada por otros muchos análisis, incluidos los de antiguos colegas de Draghi en el BCE.

Por desgracia, esta cifra no había sido «estimada» por el propio Draghi, cuyo famoso informe afirmaba que la UE debería aumentar sus inversiones anuales en «al menos» 750.000-800.000 millones de euros.

Una vez más, Draghi no justificó en absoluto el aumento del 50% de la financiación propuesta, que equivale a más del 2% del PIB total del bloque.

En una señal de que puedo estar perdiendo mi capacidad de comunicarme con lo divino, Draghi no respondió a mis preguntas sobre su cambio de opinión cuando intenté ponerme en contacto con él a través de su dirección de correo electrónico pública. Para poner aún más a prueba mi fe, otra dirección de contacto proporcionada por la Comisión tampoco respondió a una solicitud de comentarios.

Tres conclusiones

Estas consideraciones sugieren tres lecciones principales.

La primera es que la reticencia de Draghi a explicar claramente sus opiniones al público es -o debería ser- inaceptable en una sociedad democrática. Esto es especialmente cierto si se tiene en cuenta que sus propuestas representan la «estrella polar»de la UE para la formulación de políticas durante la próxima media década.

La segunda es que debemos rechazar la presunción de que Draghi es un genio de la economía que no se deja influir por la afiliación a un partido o la ideología política.

De hecho, sus últimas declaraciones han demostrado claramente cuáles son las lealtades políticas de Draghi. En particular, Draghi -que (¿me atrevo a decir esto?) no sólo es un antiguo funcionario, sino también un ex empleado extremadamente rico de Goldman Sachs- afirmó la semana pasada que Europa «prosperó» durante la «fase neoliberal» entre los años 80 y 2000, cuando los Estados se redujeron y los mercados reinaron por todo lo alto.

La cuestión no es tanto que esta afirmación sea objetivamente incorrecta. (De hecho, la tasa de crecimiento de Europa se ralentizó significativamente y la desigualdad se disparó durante este periodo) Es que Draghi parece ignorar por completo el hecho de que la palabra «neoliberal» se utiliza casi universalmente como peyorativo y, posiblemente, demuestra lo «neoliberal» que es en realidad.

La tercera lección, y quizá la más importante, es que, como cualquier supuesto profeta, debemos abstenernos de tomar la palabra de Draghi como un evangelio, especialmente teniendo en cuenta lo poco clara que suele ser su «palabra.»

La contradicción, por supuesto, no es necesariamente pecaminosa: la propia Biblia está repleta de incoherencias. Algunos incluso sostienen que el propio «Dios» es un concepto intrínsecamente contradictorio.

Aun así, cabe preguntarse si, considerándolo todo, el ateísmo no sería un camino más prudente.

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( Editado por Euractiv.com e Inés Fernández-Pontes/Euractiv.es)

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