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Ciencia y Salud

Aguantar las ganas de hacer pis puede favorecer la aparición de la incontinencia urinaria

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En España cerca de 6 millones de españoles, sobre todo mujeres o personas de edad avanzada, padecen de incontinencia urinaria, un problema tabú todavía a pesar de todo lo avanzado y sobre el que se debería intentar consultar siempre con un especialista.

Son muchas personas las que, teniendo o no incontinencia, son dadas a aguantar muchas veces las ganas de hacer pis por las razones que sean. Pero… ¿hasta qué punto esto puede ser perjudicial o no para nuestra salud?

Según los expertos, aguantar las ganas de hacer pis de manera ocasional no debería causar un problema significativo, si bien el hacerlo con frecuencia sí puede conllevar consecuencias negativas para la salud.

En concreto, el hábito de aguantarse la orina, o de intentar retrasar la hora de ir al baño a miccionar, puede contribuir a la debilidad de los músculos implicados en el control de la orina, aumentando el riesgo de incontinencia urinaria con el tiempo.

Aguantarse la orina durante períodos prolongados puede incrementar la presión en la vejiga, debilitando en consecuencia los músculos del suelo pélvico con el tiempo, y contribuir en el largo plazo al desarrollo de incontinencia urinaria.

Asimismo, el hecho de retener la orina puede afectar a la capacidad de la vejiga para vaciarse por completo, y a su vez provocar problemas de retención urinaria. De hecho, es mejor acudir al baño cuando se sientan las ganas de orinar para evitar estos problemas a largo plazo.

Una pérdida voluntaria de orina

En este contexto, los doctores Oscar Bielsa y José Antonio Lorente, jefes del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Barcelona recuerdan que la incontinencia urinaria pueden experimentarla tanto hombres como mujeres, si bien advierten de que las mujeres y las personas mayores son los grupos más afectados.

“Actores como el embarazo, el parto, la menopausia y la estructura anatómica femenina hacen que las mujeres sean más propensas a este problema. En los hombres, los problemas relacionados con la próstata, como la hiperplasia prostática benigna, son las principales causas de incontinencia”, explican.

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Oscar Bielsa, jefe del Servicio de Urología de Hospital Quirónsalud Barcelona Foto cedida por Quirónsalud

Además, sostienen que la incidencia aumenta considerablemente con la edad, debido al debilitamiento natural de los músculos pélvicos, y a otros problemas de salud asociados al envejecimiento, como enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple o párkinson) y el deterioro físico general.

En concreto, estos urólogos mantienen que entre las principales causas de la incontinencia se encuentran:

• El debilitamiento de los músculos del suelo pélvico por embarazos, partos, o cirugías.
Problemas neurológicos, como la esclerosis múltiple, que interfieren con la señalización normal entre el cerebro y la vejiga.
Infecciones del tracto urinario, que irritan la vejiga y desencadenan episodios de incontinencia temporal.
Medicamentos que incrementan la producción de orina o relajan los músculos de la vejiga, afectando su control.
• En los hombres, los problemas de próstata, particularmente la hiperplasia prostática benigna.

“Afortunadamente existen diversas opciones para el tratamiento de la incontinencia urinaria, que varían según el tipo y la gravedad de la condición”, tal y como destacan los jefes del Servicio de Urología de Hospital Quirónsalud Barcelona.

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José Antonio Lorente, jefe del Servicio de Urología de Hospital Quirónsalud Barcelona Foto cedida por Quirónsalud

Entre los tipos de tratamiento destacan:

Tratamiento de ondas de choque: un enfoque relativamente nuevo que utiliza ondas de choque para estimular la regeneración de los tejidos, aumentar el flujo sanguíneo, y mejorar la contracción muscular.
Ejercicios del suelo pélvico (Kegel): recomendados para fortalecer los músculos pélvicos debilitados; estos ejercicios pueden ser muy efectivos para la incontinencia de esfuerzo.
Medicación: para quienes sufren de vejiga hiperactiva, los medicamentos que relajan los músculos de la vejiga pueden ser una opción.
Cirugía: en muchos casos la cirugía puede ser necesaria, como la implantación de una malla, o la corrección quirúrgica del esfínter urinario.

Tipos de incontinencia urinaria

En último lugar, estos doctores enumeran los diferentes tipos de incontinencia urinaria que existen, “dado que no es una condición uniforme, y se puede clasificar en varios tipos”, empezando por la incontinencia de esfuerzo, aquella que se produce cuando los músculos del suelo pélvico no pueden soportar el aumento de presión intraabdominal, lo que provoca fugas al toser, estornudar, reír, o realizar actividad física, precisan.

Otros tipo de incontinencia urinaria, tal y como detallan los doctores Bielsa y Lorente, son:

  • Incontinencia de urgencia, caracterizada por una necesidad intensa y repentina de orinar, seguida de la pérdida de control, a menudo asociada con una vejiga hiperactiva.
  • Incontinencia mixta o combinación de la incontinencia de esfuerzo y de urgencia, común en muchas personas.
  • Incontinencia por rebosamiento, aquella que sucede cuando la vejiga no se vacía completamente, lo que provoca un goteo constante, más común en hombres con problemas prostáticos.
  • Incontinencia funcional, cuando una persona tiene dificultad para llegar al baño a tiempo debido a limitaciones físicas o mentales.

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Azoospermia: una de las principales causas de infertilidad masculina

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La azoospermia puede ser resultado de diversos factores que afectan la producción, transporte o maduración de los espermatozoides.

Tipos de azoospermia

Según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), existen dos grandes tipos de azoospermia, definidos por su causa:

  • Azoospermia obstructiva: Se produce cuando hay una obstrucción en los conductos que transportan los espermatozoides desde los testículos hasta la uretra. Esta obstrucción puede localizarse en el epidídimo, los conductos deferentes o la uretra.
  • Azoospermia no obstructiva: Se debe a una alteración en la producción de espermatozoides en los testículos. Las causas más frecuentes incluyen anomalías genéticas, disfunción testicular primaria o trastornos hormonales.

Causas frecuentes de la azoospermia

La CUN identifica que las causas de esta alteración se agrupan en tres categorías, según el momento del proceso reproductivo en que se produce la alteración:

  • Pretesticulares: Problemas hormonales que interfieren con la producción espermática.
  • Testiculares: Alteraciones propias del tejido testicular, como varicocele, orquitis, criptorquidia o daño testicular por quimioterapia o radiación.
  • Postesticulares: Obstrucciones o malformaciones anatómicas que impiden la salida de espermatozoides. Ejemplos: vasectomía previa, quistes del conducto eyaculador, fibrosis quística congénita.
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Imagen de archivo de muestra de semen. EFE/MORELL

Tratamiento de la azoospermia

El tratamiento dependerá de la causa identificada:

  • Terapia hormonal: En casos de origen pretesticular, se utilizan gonadotropinas o testosterona para estimular la espermatogénesis.
  • Intervención quirúrgica: Reparación de obstrucciones, reversión de vasectomía o reconstrucción de conductos deferentes.
  • Técnicas de reproducción asistida: Como la extracción de espermatozoides mediante biopsia testicular y su uso en fecundación in vitro (FIV) o microinyección espermática (ICSI).
  • Corrección del varicocele: En determinados casos, su tratamiento puede mejorar la producción espermática.

Impacto psicológico y social

El diagnóstico de azoospermia puede afectar de forma significativa la salud emocional del paciente. Según la CUN, es frecuente que surja:

  • Ansiedad y síntomas depresivos
  • Baja autoestima
  • Estrés en la relación de pareja

El acompañamiento psicológico debe formar parte integral del abordaje clínico.

Prevención y autocuidado

Aunque no siempre se puede prevenir, la Clínica Universidad de Navarra (CUN) asegura que existen medidas que pueden reducir el riesgo de azoospermia:

  • Evitar exposición prolongada a radiación o productos tóxicos.
  • Tratar infecciones genitales de forma precoz.
  • Realizar controles urológicos regulares.
  • Consultar al especialista en caso de antecedentes familiares.

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Cuando sudar deja de ser normal: el 5 % de la población sufre hiperhidrosis crónica

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La hiperhidrosis, o sudoración excesiva, es una condición médica que puede llegar a empapar la ropa o incluso hacer que el sudor gotee de las manos, sin que medien calor extremo ni ejercicio físico.

“Esta patología, muchas veces infradiagnosticada, requiere un enfoque clínico personalizado desde el primer momento para descartar causas secundarias y definir el tratamiento más adecuado”, explica el doctor Daniel Andrades Sardiña, especialista en dermatología del Hospital Quirónsalud Huelva.

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Doctor Daniel Andrades Sardiña, especialista en dermatología del Hospital Quirónsalud Huelva. Foto cedida

Impacto emocional de la hiperhidrosis o sudar en exceso

Más allá de lo físico, el impacto emocional de la hiperhidrosis es profundo. Quienes la padecen pueden experimentar ansiedad social, vergüenza y hasta cuadros depresivos.

La sudoración excesiva interfiere en actividades cotidianas, dificulta las relaciones interpersonales y laborales, y lleva a muchas personas a evitar situaciones sociales por miedo al rechazo o la incomodidad.

A menudo, el simple hecho de estrechar una mano o levantar el brazo en público se convierte en un gesto que se intenta evitar a toda costa.

El diagnóstico se basa principalmente en la historia clínica y en la valoración directa del paciente, aunque en algunos casos se pueden realizar pruebas específicas que ayudan a determinar la localización, intensidad y tipo de sudoración.

Los especialistas distinguen entre hiperhidrosis primaria —sin causa aparente, generalmente localizada en palmas, plantas o axilas— y secundaria, asociada a otras patologías o fármacos.

Terapias diversas

El abanico terapéutico ha crecido en los últimos años. En los casos leves, pueden bastar antitranspirantes de uso tópico, que ayudan a reducir la actividad de las glándulas sudoríparas. También existen medicamentos orales con efecto anticolinérgico que, aunque eficaces, requieren control médico por sus posibles efectos secundarios.

Una opción muy utilizada en la actualidad es la toxina botulínica, que bloquea temporalmente los nervios responsables de activar las glándulas del sudor, con resultados notables durante varios meses.

En los casos más resistentes, se puede recurrir a técnicas como la iontoforesis —un tratamiento que aplica corriente eléctrica de baja intensidad para frenar la sudoración— o incluso la simpatectomía torácica endoscópica, una intervención quirúrgica que interrumpe los nervios simpáticos responsables de la sudoración. Esta última opción se reserva para situaciones graves en las que los tratamientos menos invasivos no han funcionado.

El abordaje de la hiperhidrosis debe ser integral y adaptado a cada paciente. No se trata solo de controlar un síntoma físico, sino de mejorar la calidad de vida de quienes conviven con una afección que limita su bienestar personal, social y profesional.

Acudir a un especialista en cuanto se detectan síntomas persistentes de sudoración excesiva es el primer paso hacia una solución efectiva.

La hiperhidrosis tiene tratamiento, y con el diagnóstico adecuado, dejar de sudar en exceso no es solo posible: es esperanzadoramente alcanzable.

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La cara B de las vacaciones: cuando no somos capaces de descansar ni desconectar

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Las vacaciones, si bien están consideradas como un periodo para descansar, puede ser una época un poco compleja por algunas situaciones. Entre ellas, el cambio radical de nuestros hábitos, rutinas y escenarios, tal y como explica a EFEsalud la psicóloga y vocal de la Junta del Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Olga Merino.

“Puede generar algún problema, no es realmente una patología, sino cuadros de desadaptación, estrés adaptativo, que es un estrés gestionable. Al principio puede descolocar y puede tener muchos orígenes”, apunta Merino.

La dificultad para desconectar

En este sentido, la psicóloga subraya que entre las causas se encuentra la dificultad de desconectar tanto del trabajo como de las tecnologías. También las redes sociales pueden tener algo que ver porque en ellas se plasman unas vacaciones que no están al alcance de cualquiera.

Merino afirma que las redes pueden generar la necesidad de hacer muchas cosas. Vemos que hay gente que exprime el verano al máximo, sin parar hasta el último minuto, y para quien lo está viendo al otro lado del móvil cabe la posibilidad de que le cree estrés o ansiedad al querer imitar esas conductas.

“Es muy importante resaltar que normalmente no es patológico, en la mayor parte de los casos pasa tras la adaptación a las nuevas circunstancias fruto del estrés, que suele ser a niveles bajos”, apunta.

Vida con prisas

Pero también puede ocurrir que no estemos pasando por un buen momento personal sin ser conscientes de ello, y cuando frenamos en vacaciones, ese malestar aflora.

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EFE/Javier Etxezarreta

Hay que tener en cuenta que durante el resto del año vamos a todos los lados con prisas, con un ritmo frenético y con un estado de estrés crónico. Cuando eso cambia, nos afecta, porque nuestro cuerpo está diseñado para estar en esa alerta, con un gasto físico, cognitivo y emocional continuo.

“Cuando de repente paran las demandas, el cuerpo tiene, digamos, como un choque, y es cuando emergen todas las sintomatologías, las tensiones emocionales, físicas y cuando realmente caemos. De hecho, algo muy frecuente es que normalmente cuando comienzan las vacaciones la gente dice, ‘qué casualidad que empiezan las vacaciones y me ha pasado esto o me ha pasado lo otro’”, argumenta la psicóloga.

De hecho, Merino asegura que cuando empiezan las vacaciones “hay muchos casos de ictus por ese cambio tan brusco de requerimientos de alto nivel, adherente a una época de descanso donde el cuerpo no sabe cómo reaccionar”.

Pautas para el merecido descanso

Por todo ello, lo más importante, en primer lugar, es tratar en la medida de lo posible que haya una transición progresiva, e ir desconectando poco a poco.

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EFE/Doménech Castelló

También ayuda mucho tener ciertas rutinas de sueño, de alimentación y ejercicio, unas pautas, en definitiva, de autocuidado.

“Y es importante dejar cierto margen y flexibilidad para la improvisación, para el descanso. A veces ocupamos tanto nuestro tiempo porque queremos hacer mil cosas, porque lo hemos visto, porque queremos hacer 200 planes que no nos da tiempo y no dejamos tiempo para el aburrimiento, que es fundamental para la creatividad, para poder desarrollarnos a nivel cognitivo y emocional”, afirma.

La importancia de descansar en vacaciones

Descansar en vacaciones también significa tratar de hacer una desconexión digital, porque el móvil o la tablet nos roban el descanso.

“Si de verdad queremos tener los efectos positivos del descanso, es clave la desconexión digital”, afirma la psicóloga, quien apunta que lo recomendable es un modelo híbrido, es decir, chequear el correo, internet o las redes como dos o tres veces al día, pero no estar todo el rato pendiente de las notificaciones.

No es fácil conseguir descansar porque, insiste la experta, estamos programados para no parar, “vivimos en el hacer, no el ser” a pesar de que es fundamental hacerlo.

Este periodo de descanso es la dosis de oxigenación para sobrellevar “la alta exigencia” del día a día.

“Si no rompemos esa rutina, lo que pasa es que no nos oxigenamos y de alguna manera, cada vez más esa sensación o ese estrés, esos requerimientos diarios, pueden acabar generando una patología porque no tenemos estrategias para hacerle frente”, zanja la psicóloga.

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