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Ciencia y Salud

Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno

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el

JCMG estomago y duodeno efe oHcPvz

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.

“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.

El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Ilustración del estómago y el duodeno cedida a EFEsalud por el Dr. Enrique de Madaria.

El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno

Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).

En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).

La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.

“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.

Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.

“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?

Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.

La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.

El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.

Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.

Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Incisura angularis.

Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?

Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.

Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.

A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.

Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Dibujo del resultado de una cirugía bariátrica mediante técnica de baipás gástrico en Y de Roux, y retirada endoscópica de un balón intragástrico (el balón hinchado se pincha con una aguaja especial, aspirándose todo el aire que contenía. El balón desinflado se retira con un trípode específico para extraerlo del estómago).

Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?

Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.

L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.

La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.

En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.

Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.

Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Visión endoscópica del anillo del baipás gástrico. Compresión que ejerce la cinta o banda que observamos desde el interior de la bolsa estomacal resultante de la cirugía de baipás gástrico.

La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.

A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.

Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.

La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipos de glándulas fúndicas.

Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)

Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.

Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.

Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.

De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.

Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Adenomas múltiples PAF en el duodeno.

Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.

Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.

En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.

Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipo hiperplásico.

Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo

Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.

Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.

La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.

En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.

Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.

El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.

En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.

Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.

Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.

Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.

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Erosión gástrica en la zona del antro, área previa al píloro.

Erosiones gástricas en el tubo digestivo

Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.

Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.

A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.

La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.

En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.

La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.

Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.

La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.

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Úlcera gástrica péptica y fibrina que se forma en el proceso de curación.

Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo

Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.

Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.

Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.

Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.

El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.

Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.

Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.

En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.

Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.

En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).

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Gastritis atrófica.

Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo

La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.

Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).

Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.

Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.

Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.

A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Parches de metaplasia intestinal sobre gastritis atrófica: los focos metaplásicos se observan en los márgenes blanquecinos.

Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.

En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Porciones una (bulbo), dos y tres del duodeno, primera parte del intestino delgado en el proceso digestivo.

La anatomía del duodeno y sus posibles patologías

El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.

Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.

Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.

La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Papila duodenal o papila de Vater.

En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.

Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Atrofia vellositaria duodenal celíaca.

Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal

Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.

Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Mucosa duodenal que sufre los efectos de la enfermedad celíaca en comparación con un duodeno normal.

Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.

Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.

En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.

En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.

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Duodenitis erosiva.

Duodenitis erosiva en el tubo digestivo

La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.

Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.

Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.

En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).

Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.

Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Divertículo duodenal que interacciona con la papila de Vater o papila duodenal (ver imagen anterior): la estructura donde desembocan el conducto biliar y el conducto pancreático se encuentra dentro de un divertículo… fotografiado por un endoscopio con visión lateral, tipo de endoscopio usado comúnmente en la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).

Divertículos duodenales en el tubo digestivo

Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.

Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.

Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.

La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.

Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).

Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.

Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.

Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).

Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.

Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.

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Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.

“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.

El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Ilustración del estómago y el duodeno cedida a EFEsalud por el Dr. Enrique de Madaria.

El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno

Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).

En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).

La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.

“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.

Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.

“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?

Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.

La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.

El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.

Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.

Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Incisura angularis.

Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?

Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.

Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.

A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.

Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Dibujo del resultado de una cirugía bariátrica mediante técnica de baipás gástrico en Y de Roux, y retirada endoscópica de un balón intragástrico (el balón hinchado se pincha con una aguaja especial, aspirándose todo el aire que contenía. El balón desinflado se retira con un trípode específico para extraerlo del estómago).

Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?

Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.

L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.

La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.

En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.

Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.

Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Visión endoscópica del anillo del baipás gástrico. Compresión que ejerce la cinta o banda que observamos desde el interior de la bolsa estomacal resultante de la cirugía de baipás gástrico.

La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.

A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.

Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.

La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipos de glándulas fúndicas.

Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)

Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.

Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.

Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.

De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.

Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Adenomas múltiples PAF en el duodeno.

Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.

Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.

En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.

Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.

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Pólipo hiperplásico.

Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo

Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.

Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.

La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.

En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.

Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.

El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.

En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.

Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.

Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.

Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.

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Erosión gástrica en la zona del antro, área previa al píloro.

Erosiones gástricas en el tubo digestivo

Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.

Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.

A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.

La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.

En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.

La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.

Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.

La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.

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Úlcera gástrica péptica y fibrina que se forma en el proceso de curación.

Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo

Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.

Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.

Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.

Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.

El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.

Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.

Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.

En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.

Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.

En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).

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Gastritis atrófica.

Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo

La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.

Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).

Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.

Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.

Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.

A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.

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Parches de metaplasia intestinal sobre gastritis atrófica: los focos metaplásicos se observan en los márgenes blanquecinos.

Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.

En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.

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Porciones una (bulbo), dos y tres del duodeno, primera parte del intestino delgado en el proceso digestivo.

La anatomía del duodeno y sus posibles patologías

El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.

Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.

Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.

La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.

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Papila duodenal o papila de Vater.

En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.

Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.

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Atrofia vellositaria duodenal celíaca.

Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal

Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.

Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.

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Mucosa duodenal que sufre los efectos de la enfermedad celíaca en comparación con un duodeno normal.

Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.

Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.

En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.

En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.

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Duodenitis erosiva.

Duodenitis erosiva en el tubo digestivo

La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.

Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.

Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.

En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).

Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.

Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.

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Divertículo duodenal que interacciona con la papila de Vater o papila duodenal (ver imagen anterior): la estructura donde desembocan el conducto biliar y el conducto pancreático se encuentra dentro de un divertículo… fotografiado por un endoscopio con visión lateral, tipo de endoscopio usado comúnmente en la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).

Divertículos duodenales en el tubo digestivo

Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.

Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.

Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.

La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.

Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).

Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.

Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.

Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).

Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.

Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.

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Ciencia y Salud

Cómo afrontar el invierno tras la dana: vacunación y limitar actividades al aire libre

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invierno dana

A las puertas del invierno y tras las inundaciones de la dana, a pesar de que la calidad del aire es “muy pobre, con un elevado nivel de partículas gruesas en suspensión”, no se ha detectado un incremento de atenciones por cuadros respiratorios de broncoconstricción.

Pero se sigue recomendando limitar actividades al aire libre, sobre todo en las zonas donde se está trabajando, ya que los camiones y vehículos levantan mucho polvo en suspensión, al que se han añadido varias intrusiones de polvo sahariano.

Así lo asegura a EFE el epidemiólogo y coordinador el grupo asesor de Sociedades Científicas creado por la Generalitat Valenciana tras la riada, Salvador Peiró, quien afirma que la mejora en la calidad del aire requiere que acaben muchos de los trabajos actuales y el baldeo a presión de los pueblos y las carreteras circundantes para ir reduciendo el polvo en suspensión, ya que los días que llueve algo “el aire mejora muchísimo”.

Recuperar el calendario vacunal infantil

El también investigador de la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), además de recomendar la vacunación estacional contra la gripe y la covid, para cuya administración se han reforzado los puntos de vacunación y se han abierto horarios sin cita, afirma que también es importante recuperar la vacunación de calendario pediátrico, “que ha tenido algún altibajo”.

Según Peiró, tras la dana y ante la llegada el invierno, no parece necesaria ninguna otra vacunación extraordinaria, y señala que lo único que podría llevar a campañas fuera de lo normal sería la aparición de brotes de hepatitis A, aunque matiza: “No estamos detectando casos, y eso que se hacen muchas más pruebas de lo habitual”.

invierno dana
Mujeres sentadas en un banco de una plaza de Paiporta, el municipio de Valencia más afectado por la dana. EFE/Manuel Bruque

Baja incidencia de enfermedades transmisibles

El epidemiólogo afirma que la situación respecto a enfermedades transmisibles sigue siendo “bastante buena” un mes y medio después de la dana y las gastroenteritis en las zonas afectadas se mantienen por debajo de su tasa habitual (que tradicionalmente era más alta que en el resto de la Comunitat Valenciana), a pesar de haberse incrementado el esfuerzo en diagnóstico y registro.

En el caso de la leptospirosis, donde la evolución ha sido buena y no hay ninguna persona hospitalizada, hay un total de 4 casos confirmados, sin nuevos casos en las últimas semanas, y aunque había varios sospechosos las pruebas de confirmación han sido negativas en casi todos (aunque queda alguno pendiente porque las pruebas se basan en la seroconversión, que requiere unas semanas de seguimiento).

Según Peiró, la legionela, “como era esperable, va goteando casos” y este momento hay siete sin relación entre ellos, dos de los cuales están aún hospitalizados. Explica que la legionela se acantona en los termos, los filtros o las alcachofas de ducha con incrustaciones y va dando casos cuando se aspiran los aerosoles con el vapor del agua.

También subraya que tras la dana no se han detectado casos de enfermedades de transmisión por vectores (mosquitos) y confía en que con el frío del invierno (y con los larvicidas utilizados en varias zonas) se reduzca la proliferación de mosquitos.

“Tampoco detectamos otras enfermedades de transmisión oral-fecal diferentes a los microorganismos habituales (sobre todo campilobacter y salmonella, que es lo típico)”, señala.

Según explica, ha habido alguna intoxicación por monóxido de carbono en no profesionales que estaban en garajes en los que había trabajando máquinas de combustión para limpieza de lodos, y señala que al ser espacios que ventilan muy mal la recomendación de Salud Pública es que no vayan vecinos o personas que no estén equipadas de forma profesional cuando esas máquinas estén trabajando.

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Ciencia y Salud

¿Por qué el robot quirúrgico supone un paso más en urología?

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robot urología

Con este robot, con aplicaciones en urología, no sólo se reducen los riesgos de complicaciones postoperatorias, sino que también plantea una mayor precisión en los procedimientos quirúrgicos, así como una recuperación de la intervención muchísimo más rápida que con las técnicas tradicionales, y con menos efectos secundarios.

Muchas intervenciones, de no contar con su apoyo, no serían lo mismo durante el proceso, ni tampoco tendrían el mismo postoperatorio para el paciente.

El doctor Ángel García de Jalón, especialista del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Zaragoza, recuerda una nefrectomía parcial de una paciente muy joven, a la que se le pudo respetar el riñón y extirpar sólo el tumor gracias a disponer del robot Da Vinci, de otra manera esto no hubiera sido posible.

“Sin esta asistencia robótica las probabilidades de éxito hubieran disminuido de manera muy importante. Todas las intervenciones que hemos realizado hasta la fecha con este dispositivo quirúrgico de última generación han evolucionado de manera muy favorable, con resultados que difícilmente se podrían haber conseguido por cirugía laparoscópica tradicional”, sostiene el urólogo.

Y es que, aunque la cirugía robótica se empezó a utilizar inicialmente para operaciones cardiovasculares, el campo donde ha causado un mayor impacto ha sido en la urología, según reconoce este experto: “Ha demostrado una enorme expansión, con resultados excelentes en distintos tipos de intervenciones, como la prostatectomía radical, la cistectomía con reconstrucción vesical, la nefrectomía parcial, la pieloplastia, y la cirugía de prolapso vesical entre otras”.

robot urología
Doctor Ángel García de Jalón, especialista del Servicio de Urología del Hospital
Quirónsalud Zaragoza. Foto cedida por Quirónsalud

Mayor precisión en la cirugía

Pero si hay algo que distingue a una intervención realizada con el robot quirúrgico Da Vinci, de una en la que no se ha empleado, es la precisión de la cirugía robótica: “En general, todas las cirugías que precisan cirugía reconstructiva se benefician de la mayor precisión de la cirugía robótica. El caso más evidente es la prostatectomía radical por cáncer de próstata, en la que disminuyen notablemente la posibilidad de incontinencia y de disfunción eréctil tras la cirugía”, manifiesta el doctor García de Jalón.

Este sistema, prosigue, permite realizar cirugías más complejas y disminuir sus efectos adversos: “En el caso de la prostatectomía permite mejorar la tasa de continencia urinaria y de potencia tras la intervención; y en el caso de la cirugía renal permite abordar tumores más complejos permitiendo preservar el riñón sano”.

Es más, este experto de Quirónsalud Zaragoza mantiene que al cirujano le permite realizar la cirugía sentado en una posición mucho más ergonómica y con una mejor calidad de visión, lo que disminuye mucho el cansancio durante la cirugía.

Qué diferencia el robot empleado en urología de técnicas anteriores

Se trata de una evolución de la cirugía laparoscópica, destaca el urólogo, quien mantiene que, en realidad, es una cirugía laparoscópica asistida por un robot quirúrgico, y que plantea una recuperación similar a la cirugía laparoscópica, pero realizada con una mayor precisión; “esto se traduce en mejores resultados oncológicos y funcionales para el paciente”, insiste el especialista.

Con respecto a la cirugía abierta tradicional, igual que la laparoscopia, dice que es “mucho menos agresiva” y con un sangrado quirúrgico muy inferior, “por lo que la recuperación es mucho más rápida”. Asimismo, sostiene García de Jalón que la amplificación de la imagen permite una cirugía mucho más precisa.

Con todo ello, este urológo de Quirónsalud Zaragoza insiste en que su manejo es altamente especializado y, además de la experiencia adquirida por su equipo desde hace más de 20 años en cirugía laparoscópica, ve necesaria una formación específica en el manejo del robot, además de una acreditación de la casa comercial ‘intuitive’ para poder manejar el sistema robótico Da Vinci, el más avanzado en la actualidad.

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Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno

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Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.

“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.

El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.

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Ilustración del estómago y el duodeno cedida a EFEsalud por el Dr. Enrique de Madaria.

El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno

Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).

En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).

La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.

“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.

Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.

“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.

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Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?

Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.

La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.

El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.

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Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.

Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.

Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.

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Incisura angularis.

Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?

Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.

Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.

A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.

Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.

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Dibujo del resultado de una cirugía bariátrica mediante técnica de baipás gástrico en Y de Roux, y retirada endoscópica de un balón intragástrico (el balón hinchado se pincha con una aguaja especial, aspirándose todo el aire que contenía. El balón desinflado se retira con un trípode específico para extraerlo del estómago).

Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?

Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.

L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.

La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.

En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.

Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.

Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.

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Visión endoscópica del anillo del baipás gástrico. Compresión que ejerce la cinta o banda que observamos desde el interior de la bolsa estomacal resultante de la cirugía de baipás gástrico.

La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.

A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.

Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.

La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipos de glándulas fúndicas.

Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)

Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.

Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.

Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.

De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.

Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Adenomas múltiples PAF en el duodeno.

Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.

Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.

En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.

Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipo hiperplásico.

Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo

Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.

Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.

La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.

En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.

Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.

El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.

En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.

Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.

Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.

Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Erosión gástrica en la zona del antro, área previa al píloro.

Erosiones gástricas en el tubo digestivo

Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.

Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.

A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.

La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.

En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.

La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.

Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.

La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Úlcera gástrica péptica y fibrina que se forma en el proceso de curación.

Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo

Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.

Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.

Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.

Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.

El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.

Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.

Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.

En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.

Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.

En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).

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Gastritis atrófica.

Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo

La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.

Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).

Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.

Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.

Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.

A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.

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Parches de metaplasia intestinal sobre gastritis atrófica: los focos metaplásicos se observan en los márgenes blanquecinos.

Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.

En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.

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Porciones una (bulbo), dos y tres del duodeno, primera parte del intestino delgado en el proceso digestivo.

La anatomía del duodeno y sus posibles patologías

El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.

Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.

Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.

La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.

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Papila duodenal o papila de Vater.

En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.

Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.

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Atrofia vellositaria duodenal celíaca.

Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal

Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.

Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Mucosa duodenal que sufre los efectos de la enfermedad celíaca en comparación con un duodeno normal.

Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.

Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.

En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.

En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Duodenitis erosiva.

Duodenitis erosiva en el tubo digestivo

La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.

Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.

Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.

En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).

Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.

Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Divertículo duodenal que interacciona con la papila de Vater o papila duodenal (ver imagen anterior): la estructura donde desembocan el conducto biliar y el conducto pancreático se encuentra dentro de un divertículo… fotografiado por un endoscopio con visión lateral, tipo de endoscopio usado comúnmente en la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).

Divertículos duodenales en el tubo digestivo

Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.

Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.

Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.

La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.

Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).

Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.

Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.

Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).

Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.

Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.

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Viaje endoscópico al tubo digestivo: estómago y duodeno

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Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Obesidad severa, que se puede tratar con diferentes tipos de cirugía bariátrica, como el baipás gástrico, y técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico”, apunta el experto en endoscopia digestiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.

“Los pólipos de glándulas fúndicas; la poliposis adenomatosa herediatira, los pólipos gástricos hiperplásicos; las erosiones gástricas; las úlceras gástricas pépticas, la gastritis atrófica y su posibilidad de generar metaplasia, displasia y cáncer“, añade el director científico del Instituto Clínico del Aparato digestivo (ICAdig).

“Sin olvidar, ni mucho menos, la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca; la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, posible origen de los cálculos en la vía biliar”, subraya el profesor de Medicina en la Universidad Complutense de la capital española.

El paciente, que pueder ser cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, se encontrará ya anestesiado y tumbado en la camilla de operaciones en la posición decúbito lateral izquierdo, la más utilizada en endoscopia digestiva, posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Ilustración del estómago y el duodeno cedida a EFEsalud por el Dr. Enrique de Madaria.

El endoscopio se desliza hacia el interior del estómago desde el duodeno

Mediante esofagogastrocopia se utiliza la técnica de entrar por la boca hasta la segunda porción del duodeno, idealmente hasta la tercera, para lentamente y con absoluta suavidad acceder posteriormente al interior del estómago retrocediendo con el endoscopio a través del píloro (orificio que separa ambas zonas del tubo digestivo).

En este sentido, que el endoscopio alcance el duodeno distal, la intención del médico especialista no será visualizar al detalle la anatomía del tubo digestivo que va superando con delicadeza (boca, esófago, esfínter esofágico inferior, estómago y píloro).

La misión será, simplemente, llegar al primer objetivo diagnóstico y terapéutico: la primera porción del intestino delgado.

“Comenzaremos a estudiar detalladamente, entonces, el duodeno, el píloro y el estómago, por ese orden. Y finalmente, si procede, el esófago. Buscaremos cualquier tipo de alteración o daño en la mucosa del tubo digestivo”, afirma.

Durante el procedimiento, es crucial que se mantenga una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Es frecuente utilizar agua y aspirariones en todo el tubo digestivo para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan obstruir la visión del endoscopista.

“Limpiar bien la cavidad estomacal es importantísimo, ya que cualquier fluido o resto sólido podría ocultar lesiones como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o cánceres precoces”, destaca el Dr. Marín Gabriel.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Doctor, ¿cuál es la anatomía normal de nuestro estómago?

Lo primero que vamos a encontrar con el endoscopio, habitualmente, que suele quedarnos en la parte izquierda de la pared estomacal, es el fundus, área donde se van a ir acumulando los alimentos una vez que los hemos ingerido.

La parte derecha, que es la que nos interesa para ir buscando y avanzando en el camino a seguir, nos introduce por el cuerpo del estómago y se denomina curvadura menor.

El estómago tiene dos curvaduras, una que es mucho más recta, la curvadura menor, por la que vamos a ir transitando hacia el duodeno, y la curvadura mayor, que es donde están todos los pliegues gástricos, que también podemos ver durante la gastroscopia.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Superada esta curvadura menor del cuerpo estomacal se llega al antro. Además, entre el cuerpo y el antro del estómago hay una zona de transición, donde de repente la mucosa cambia. Desaparecen todos esos pliegues que se veían en la curvadura mayor del estómago.

Es una zona mucho más lisa y en la parte de arriba tenemos la transición entre la curvadura mayor del cuerpo gástrico y la curvadura menor del antro, la parte baja del estómago; una especie de ángulo, lo llamamos incisura angularis.

Una vez que hemos pasado la zona de la incisura, ya en el antro, lo primero que nos vamos a encontrar de frente y en el centro, si no existe anomalía anatómica, será el orificio del píloro, el canal pilórico, desde donde se ve y accede a la primera parte del duodeno, el bulbo duodenal.

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Incisura angularis.

Doctor Marín Gabriel, ¿nuestro estómago se transforma con el sobrepeso y la obesidad?

Sí… y algunos estudios han demostrado que los pacientes con obesidades muy significativas sufren cierta distensión de la cámara gástrica.

Desde el punto de vista de las terapias quirúrgicas convencionales y endoscópicas, lo que llamamos cirugías o tratamientos endoscópicos restrictivos, el paciente podrá perder peso si conseguimos que esta cavidad estomacal sea más estrechita, que no tenga tanta capacidad para admitir comida.

A la vez, sabemos que el tamaño del estómago está relacionado con las hormonas implicadas en la alimentación.

Un estómago “chiquitito” reducirá, por tanto, la sensación del apetito; lo que ayudará a cumplir el objetivo de perder peso a l@s pacientes que reciban algún tipo de tratamiento restrictivo.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Dibujo del resultado de una cirugía bariátrica mediante técnica de baipás gástrico en Y de Roux, y retirada endoscópica de un balón intragástrico (el balón hinchado se pincha con una aguaja especial, aspirándose todo el aire que contenía. El balón desinflado se retira con un trípode específico para extraerlo del estómago).

Doctor Marín, ¿en qué consisten la cirugía bariátrica y la técnica endoscópica?

Lo cierto es que no hay una única cirugía bariátrica. Se pueden ofrecer diferentes procedimientos para reducir el volumen del estómago.

L@s cirujan@s, en función del exceso de peso y posibles enfermedades que padezca el paciente, podrán colocar cintas o bandas gástricas con forma de anillo en la parte superior del estómago o cortar una porción del estómago para luego empalmarla directamente con el intestino delgado.

La comida no realiza su recorrido habitual por el tubo digestivo, sino que la cirugía minimiza la capacidad de absorción del estómago; el alimento se dirige al intestino mediante un baipás. Los nutrientes se saltan así una gran porción anatómica del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, esta modificación se visualiza claramente, ya que el estómago y las conexiones entre los órganos han cambiado significativamente.

En una endoscopia, el estómago no aparece con su forma normal de “bolsa” grande. En lugar de eso, se observa una pequeña bolsa gástrica (el reservorio gástrico), que es la parte del estómago que queda tras la cirugía.

Esta bolsa es mucho más pequeña que el estómago original y tiene una capacidad más limitada para contener alimentos.

Al avanzar con el endoscopio se visualiza que esta pequeña bolsa está conectada directamente al intestino delgado, saltándose la mayor parte del estómago original y una porción del intestino, característico del baipás gástrico.

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Visión endoscópica del anillo del baipás gástrico. Compresión que ejerce la cinta o banda que observamos desde el interior de la bolsa estomacal resultante de la cirugía de baipás gástrico.

La banda gástrica, si está presente, puede verse como un anillo alrededor de la zona media del remanente gástrico, marcando un punto de estrechamiento. Este anillo o banda es visible como una estructura circular.

A continuación, el endoscopio se desliza hacia el área de la anastomosis (conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado): suele aparecer como una unión más estrecha en comparación con la anatomía gástrica original y se observa la transición entre ambas mucosas digestivas.

Pueden verse, en ocasiones, algunas grapas quirúrgicas en la zona. Es fundamental examinar este sitio cuidadosamente para detectar cualquier complicación, como úlceras, estenosis o fugas.

La medicina especializa en el aparato digestivo también dispone de tratamientos restrictivos vía endoscópica: balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE, con el que se realizan doce pliegues gástricos suturados con el fin de reducir el tamaño del estómago.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipos de glándulas fúndicas.

Lesiones en el estómago: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa)

Los pólipos de glándulas fúndicas son lesiones benignas que se originan en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, la región ubicada en la parte superior del órgano.

Estos pólipos están compuestos por tejido glandular gástrico normal y no se asocian con un riesgo significativo de cáncer gástrico.

Son bastante comunes, especialmente en personas que toman inhibidores de la bomba de protones (IBP) a largo plazo, medicamentos utilizados para reducir la acidez gástrica.

De hecho, retirar los IBP puede llevar a la regresión o desaparición de los pólipos de glándulas fúndicas.

Estos pólipos también pueden aparecer en el contexto de ciertas enfermedades hereditarias, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Pueden desarrollar displasia y tienen potencial para malignizar.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Adenomas múltiples PAF en el duodeno.

Durante una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se visualizan como pequeñas protrusiones redondeadas que sobresalen de la mucosa del estómago.

Tienen una superficie regular y suelen ser de color rosado o translúcido, similar al tejido circundante, lo que indica que están recubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos de su superficie son periféricos y relativamente rectilíneos.

En la mayoría de los casos, estos pólipos son pequeños, midiendo entre unos pocos milímetros hasta un centímetro de diámetro. Pueden aparecer como lesiones solitarias o múltiples, distribuidas en el área del fondo gástrico.

Las lesiones no hereditarias que aparecen de forma esporádica no requieren seguimiento ni es preciso biopsiarlas, dado que su aspecto es muy característico, salvo que muestren rasgos sospechosos por su tamaño o se observen erosiones.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Pólipo hiperplásico.

Pólipos gástricos hiperplásicos en el tubo digestivo

Estos pólipos se desarrollan como una respuesta exagerada de la mucosa gástrica ante lesiones inflamatorias, como las causadas por la gastritis crónica o la infección por Helicobacter pylori.

Generalmente, se desarrollan en el antro del estómago, que es la parte más baja, cerca del píloro. Aunque los pólipos hiperplásicos son benignos en la mayoría de los casos, un pequeño porcentaje puede desarrollar displasia, lo que implica un riesgo de progresión hacia un cáncer gástrico.

La mayoría de los pólipos hiperplásicos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante una endoscopia.

En el caso de este pólipo hiperplásico en el antro, que prolapsa hacia el píloro, se visualiza un pedículo que traccionamos hacia la cámara gástrica. Esta lesión puede moverse a través del píloro, lo que se conoce como prolapso.

Este prolapso puede obstruir parcialmente el paso hacia el duodeno, provocando síntomas como sensación de plenitud, malestar abdominal o incluso episodios de vómitos en casos más graves.

El pólipo suele tener una apariencia rojiza, debido a la hiperplasia de la mucosa, y puede moverse ligeramente con el peristaltismo (contracciones del estómago), lo que es característico de los pólipos prolapsados. También es frecuente que desarrollen erosiones o úlceras en su cabeza.

En cuanto al tratamiento, no todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención.

Si el pólipo es pequeño, el manejo puede ser conservador, con la erradicación de Helicobacter pylori.

Sin embargo, si el pólipo mide más de un centímetro y tiene zonas sospechosas de displasia o causa síntomas obstructivos o anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.

Esto se hace frecuentemente mediante polipectomía, un procedimiento relativamente sencillo en el que se extirpa el pólipo para aliviar los síntomas y prevenir cualquier posible complicación futura, como la displasia o el riesgo de sangrado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Erosión gástrica en la zona del antro, área previa al píloro.

Erosiones gástricas en el tubo digestivo

Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial de la mucosa del estómago que no llega a penetrar profundamente en las capas del tejido gástrico, a diferencia de una úlcera.

Estas erosiones suelen ser causadas por agresiones directas a la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), el consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori, o incluso el estrés.

A menudo, son pequeñas y múltiples, y pueden estar asociadas con gastritis, que es la inflamación generalizada de la mucosa del estómago.

Desde el punto de vista endoscópico, una erosión en el antro gástrico se observa como una lesión superficial, plana, levemente elevada o ligeramente deprimida, de forma mínimamente irregular, que afecta a una porción de la mucosa del antro.

La mucosa alrededor de la erosión puede verse inflamada o enrojecida (eritematosa), lo que indica la presencia de gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer aisladas o en grupos y, dependiendo de su extensión, pueden cubrir áreas más o menos amplias del antro gástrico.

En muchos casos, se pueden observar puntos o manchas de hematina adherida sobre las erosiones.

La hematina es un producto resultante de la degradación de la sangre por el ácido clorhídrico del estómago cuando se produce un pequeño sangrado en la mucosa gástrica.

Estos puntos de color oscuro, casi negro, indican que ha habido un sangrado reciente que ha cesado, pero que la sangre ha sido digerida parcialmente por los jugos gástricos.

La presencia de hematina es un signo de una erosión activa o recientemente sangrante, lo que puede ser indicativo de un proceso inflamatorio continuo o de una irritación crónica de la mucosa.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Úlcera gástrica péptica y fibrina que se forma en el proceso de curación.

Úlceras gástricas pépticas en el tubo digestivo

Una úlcera gástrica péptica es una lesión en la mucosa del estómago que ocurre cuando el revestimiento protector se daña, permitiendo que los ácidos gástricos ataquen capas más profundas de la pared gástrica.

Puede provocar síntomas como dolor en la parte superior del abdomen, que suele empeorar al comer, así como náuseas, vómitos o pérdida de apetito.

Las principales causas de las úlceras gástricas son la infección por la bacteria Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambas situaciones debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la aparición de úlceras.

Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se visualiza como una lesión deprimida o excavada en la mucosa gástrica. Suele traccionar de los pliegues gástricos hacia sí misma.

El fondo de la úlcera, en este caso, está cubierto por una capa blanquecina, conocida como fibrina, que es un signo de que nuestro está intentando cicatrizar la lesión.

Esta fibrina es un material compuesto de proteínas que se deposita en la base de la úlcera para proteger el tejido dañado y promover su reparación.

Los bordes de la úlcera suelen ser elevados e irregulares, y la mucosa circundante puede verse inflamada o enrojecida debido a la irritación continua por los ácidos del estómago.

En casos más graves, las úlceras pueden sangrar, lo que se visualiza como áreas de sangrado activo o coágulos.

Es muy importante revisar la cicatrización de las úlceras gástricas tras el tratamiento, en especial porque su origen puede ser maligno.

En un control endoscópico se detectarían esa falta de cicatrización y las características más típicas de un origen tumoral (pliegues alrededor de la úlcera interrumpidos o fusionados, forma muy irregular o cambios sugestivos de metaplasia o displasia periféricos mediatne imagen con magnificación).

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Gastritis atrófica.

Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el tubo digestivo

La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica del estómago: las glándulas de la mucosa gástrica se pierden progresivamente, dando lugar a un adelgazamiento del revestimiento del estómago y a una reducción de su capacidad funcional.

Este tipo de gastritis se asocia a menudo con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori (afecta inicialmente al antro y luego va ascendiendo) o con enfermedades autoinmunes (sobre todo a la mucosa gástrica de la parte alta del estómago).

Con el tiempo, la gastritis atrófica puede predisponer al desarrollo de cambios precancerosos, como la metaplasia intestinal, donde las células gástricas normales se reemplazan por células similares a las del intestino.

Durante una endoscopia, la gastritis atrófica en el antro se visualiza como pálida y aplanada, en comparación con la mucosa normal, que es más rosada y algo más gruesa.

Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizado en la mucosa. Estas erosiones se ven como zonas deprimidas o ligeramente excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.

A menudo, estas áreas erosionadas pueden sangrar de forma leve, y, si ha habido sangrado reciente, pueden observarse puntos oscuros de hematina, lo que indica la presencia de sangrado superficial.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.
Parches de metaplasia intestinal sobre gastritis atrófica: los focos metaplásicos se observan en los márgenes blanquecinos.

Para identificar la metaplasia intestinal se puede utilizar cromoendoscopia y magnificación, que son técnicas de imagen mejorada que permiten visualizar mejor los cambios en la mucosa.

En esta técnica, las áreas de metaplasia intestinal aparecen con un patrón de mucosa más vellosa y gris-azulada, con una arquitectura glandular similar a la del intestino, en lugar de la estructura normal del estómago.

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Porciones una (bulbo), dos y tres del duodeno, primera parte del intestino delgado en el proceso digestivo.

La anatomía del duodeno y sus posibles patologías

El duodeno es la primera porción del intestino delgado y comienza justo después del estómago, en el píloro.

Anatómicamente, tiene una forma de “C”. En la endoscopia alta se revisa la primera porción o bulbo, la segunda porción y nos asomamos a la tercera. El gastroscopia logra, como mucho, analizar esta tercera porcion duodenal.

Al visualizar el bulbo duodenal se observa una cavidad amplia, cubierta por una mucosa lisa, sin pliegues marcados. Esta región se conecta directamente con el píloro, la válvula que regula el paso del contenido gástrico al intestino delgado.

La segunda porción tiene un patrón de pliegues circulares, que ayudan en la absorción de nutrientes. La apariencia es suave y ordenada, sin irregularidades ni lesiones visibles.

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Papila duodenal o papila de Vater.

En esta zona se puede ver también la papila de Vater. Se trata de una pequeña protuberancia donde desembocan el conducto biliar común y el conducto pancreático, permitiendo la liberación de bilis y jugos pancreáticos al intestino para ayudar en la digestión.

Tiene un orificio central (a veces dos, uno para cada conducto) a través del cual drenan los jugos biliares y pancreáticos.

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Atrofia vellositaria duodenal celíaca.

Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal

Cuando se produce una atrofia intensa de las vellosidades duodenales, las pequeñas proyecciones en forma de dedos que recubren la superficie del duodeno, conocidas como vellosidades, se aplanan o desaparecen.

Estas vellosidades juegan un papel crucial en la absorción de nutrientes, por lo que su atrofia puede llevar a una malabsorción de alimentos y a síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso, y deficiencias nutricionales.

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Mucosa duodenal que sufre los efectos de la enfermedad celíaca en comparación con un duodeno normal.

Las causas más comunes de esta atrofia incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (parásito unicelular), y algunas enfermedades autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la IDCV.

Incluso puede aparecer con la ingesta de algunos fármacos, como el antihipertensivo olmesartán.

En una endoscopia, la atrofia intensa de las vellosidades duodenales se manifiesta con una pérdida del aspecto normal de la mucosa.

En un duodeno sano la mucosa tiene un patrón característico de vellosidades prominentes que le dan una textura rugosa o aterciopelada. En la atrofia vellositaria este patrón desaparece y la mucosa se ve plana o con aspecto de pliegues cortados.

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Duodenitis erosiva.

Duodenitis erosiva en el tubo digestivo

La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa del duodeno que se caracteriza por la presencia de enrojecimiento focal con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.

Puede causar dolor abdominal, náuseas y, en casos más importantes, sangrado digestivo.

Las causas más comunes de la duodenitis erosiva, como sucede en la gastritis aguda, incluyen el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) o la infección por Helicobacter pylori.

En una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas a lo largo de la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).

Estas erosiones pueden aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica la inflamación activa.

Algunas de estas erosiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas por zonas de sangrado leve.

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Divertículo duodenal que interacciona con la papila de Vater o papila duodenal (ver imagen anterior): la estructura donde desembocan el conducto biliar y el conducto pancreático se encuentra dentro de un divertículo… fotografiado por un endoscopio con visión lateral, tipo de endoscopio usado comúnmente en la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).

Divertículos duodenales en el tubo digestivo

Un divertículo duodenal es una protrusión en forma de saco que se forma en la pared del duodeno y se debe a que la capa muscular del duodeno se hace más débil. Se cree que se forman debido a un aumento crónico en la presión dentro de la luz del intestino.

Los divertículos duodenales son más comunes en personas mayores y suelen ser asintomáticos.

Durante una endoscopia de visión lateral, la imagen de un divertículo duodenal con una papila intradiverticular aparece como un saco con bordes suaves y en cuyo fondo o en uno de sus laterales, puede visualizarse la papila de Vater.

La papila puede parecer algo desplazada en relación con su posición normal, y en algunos casos puede ser más difícil de acceder y visualizar con claridad debido a su localización dentro del divertículo.

Los divertículos cercanos a la papila de Vater pueden causar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (color amarillento de la piel y los ojos).

Algunos estudios han demostrado que estos divertículos están asociados con un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

Por ejemplo, se ha descubierto que las personas con estos divertículos tienen más del doble de probabilidades de tener el conducto biliar dilatado o cálculos en dicho conducto en comparación con aquellas sin divertículos.

Más aún, estos divertículos pueden causar obstrucción biliar de varias maneras.

Tanto al comprimir mecánicamente el conducto biliar como al afectar el funcionamiento del músculo de la papila (esfínter de Oddi), lo que dificulta el flujo de bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).

Tanto estos divertículos como los que se localizan en otras zonas de duodeno pueden provocar otras complicaciones. Aunque son muy infrecuentes, pueden darse perforaciones, sangrado y sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.

Viaje endoscópico por el tubo digestivo: estómago y duodeno.

En el próximo videoblog de Aparato Digestivo continuaremos con nuestro viaje al interior del tubo digestivo de la mano experta del Dr. José Carlos Marín Gabriel, quien nos mostrará mediante un endoscopio las características anatómicas principales del intestino grueso o colon y dos partes del intestino delgado, el íleon y el yeyuno, además de las lesiones más frecuentes y dañinas para el ser humano.

Primera parte del Viaje Endoscópico por el Tubo Digestivo: boca y esófago.

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Ciencia y Salud

Cómo afrontar el invierno tras la dana: vacunación y limitar actividades al aire libre

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A las puertas del invierno y tras las inundaciones de la dana, a pesar de que la calidad del aire es “muy pobre, con un elevado nivel de partículas gruesas en suspensión”, no se ha detectado un incremento de atenciones por cuadros respiratorios de broncoconstricción.

Pero se sigue recomendando limitar actividades al aire libre, sobre todo en las zonas donde se está trabajando, ya que los camiones y vehículos levantan mucho polvo en suspensión, al que se han añadido varias intrusiones de polvo sahariano.

Así lo asegura a EFE el epidemiólogo y coordinador el grupo asesor de Sociedades Científicas creado por la Generalitat Valenciana tras la riada, Salvador Peiró, quien afirma que la mejora en la calidad del aire requiere que acaben muchos de los trabajos actuales y el baldeo a presión de los pueblos y las carreteras circundantes para ir reduciendo el polvo en suspensión, ya que los días que llueve algo “el aire mejora muchísimo”.

Recuperar el calendario vacunal infantil

El también investigador de la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), además de recomendar la vacunación estacional contra la gripe y la covid, para cuya administración se han reforzado los puntos de vacunación y se han abierto horarios sin cita, afirma que también es importante recuperar la vacunación de calendario pediátrico, “que ha tenido algún altibajo”.

Según Peiró, tras la dana y ante la llegada el invierno, no parece necesaria ninguna otra vacunación extraordinaria, y señala que lo único que podría llevar a campañas fuera de lo normal sería la aparición de brotes de hepatitis A, aunque matiza: “No estamos detectando casos, y eso que se hacen muchas más pruebas de lo habitual”.

invierno dana
Mujeres sentadas en un banco de una plaza de Paiporta, el municipio de Valencia más afectado por la dana. EFE/Manuel Bruque

Baja incidencia de enfermedades transmisibles

El epidemiólogo afirma que la situación respecto a enfermedades transmisibles sigue siendo “bastante buena” un mes y medio después de la dana y las gastroenteritis en las zonas afectadas se mantienen por debajo de su tasa habitual (que tradicionalmente era más alta que en el resto de la Comunitat Valenciana), a pesar de haberse incrementado el esfuerzo en diagnóstico y registro.

En el caso de la leptospirosis, donde la evolución ha sido buena y no hay ninguna persona hospitalizada, hay un total de 4 casos confirmados, sin nuevos casos en las últimas semanas, y aunque había varios sospechosos las pruebas de confirmación han sido negativas en casi todos (aunque queda alguno pendiente porque las pruebas se basan en la seroconversión, que requiere unas semanas de seguimiento).

Según Peiró, la legionela, “como era esperable, va goteando casos” y este momento hay siete sin relación entre ellos, dos de los cuales están aún hospitalizados. Explica que la legionela se acantona en los termos, los filtros o las alcachofas de ducha con incrustaciones y va dando casos cuando se aspiran los aerosoles con el vapor del agua.

También subraya que tras la dana no se han detectado casos de enfermedades de transmisión por vectores (mosquitos) y confía en que con el frío del invierno (y con los larvicidas utilizados en varias zonas) se reduzca la proliferación de mosquitos.

“Tampoco detectamos otras enfermedades de transmisión oral-fecal diferentes a los microorganismos habituales (sobre todo campilobacter y salmonella, que es lo típico)”, señala.

Según explica, ha habido alguna intoxicación por monóxido de carbono en no profesionales que estaban en garajes en los que había trabajando máquinas de combustión para limpieza de lodos, y señala que al ser espacios que ventilan muy mal la recomendación de Salud Pública es que no vayan vecinos o personas que no estén equipadas de forma profesional cuando esas máquinas estén trabajando.

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Ciencia y Salud

¿Por qué el robot quirúrgico supone un paso más en urología?

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robot urología

Con este robot, con aplicaciones en urología, no sólo se reducen los riesgos de complicaciones postoperatorias, sino que también plantea una mayor precisión en los procedimientos quirúrgicos, así como una recuperación de la intervención muchísimo más rápida que con las técnicas tradicionales, y con menos efectos secundarios.

Muchas intervenciones, de no contar con su apoyo, no serían lo mismo durante el proceso, ni tampoco tendrían el mismo postoperatorio para el paciente.

El doctor Ángel García de Jalón, especialista del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Zaragoza, recuerda una nefrectomía parcial de una paciente muy joven, a la que se le pudo respetar el riñón y extirpar sólo el tumor gracias a disponer del robot Da Vinci, de otra manera esto no hubiera sido posible.

“Sin esta asistencia robótica las probabilidades de éxito hubieran disminuido de manera muy importante. Todas las intervenciones que hemos realizado hasta la fecha con este dispositivo quirúrgico de última generación han evolucionado de manera muy favorable, con resultados que difícilmente se podrían haber conseguido por cirugía laparoscópica tradicional”, sostiene el urólogo.

Y es que, aunque la cirugía robótica se empezó a utilizar inicialmente para operaciones cardiovasculares, el campo donde ha causado un mayor impacto ha sido en la urología, según reconoce este experto: “Ha demostrado una enorme expansión, con resultados excelentes en distintos tipos de intervenciones, como la prostatectomía radical, la cistectomía con reconstrucción vesical, la nefrectomía parcial, la pieloplastia, y la cirugía de prolapso vesical entre otras”.

robot urología
Doctor Ángel García de Jalón, especialista del Servicio de Urología del Hospital
Quirónsalud Zaragoza. Foto cedida por Quirónsalud

Mayor precisión en la cirugía

Pero si hay algo que distingue a una intervención realizada con el robot quirúrgico Da Vinci, de una en la que no se ha empleado, es la precisión de la cirugía robótica: “En general, todas las cirugías que precisan cirugía reconstructiva se benefician de la mayor precisión de la cirugía robótica. El caso más evidente es la prostatectomía radical por cáncer de próstata, en la que disminuyen notablemente la posibilidad de incontinencia y de disfunción eréctil tras la cirugía”, manifiesta el doctor García de Jalón.

Este sistema, prosigue, permite realizar cirugías más complejas y disminuir sus efectos adversos: “En el caso de la prostatectomía permite mejorar la tasa de continencia urinaria y de potencia tras la intervención; y en el caso de la cirugía renal permite abordar tumores más complejos permitiendo preservar el riñón sano”.

Es más, este experto de Quirónsalud Zaragoza mantiene que al cirujano le permite realizar la cirugía sentado en una posición mucho más ergonómica y con una mejor calidad de visión, lo que disminuye mucho el cansancio durante la cirugía.

Qué diferencia el robot empleado en urología de técnicas anteriores

Se trata de una evolución de la cirugía laparoscópica, destaca el urólogo, quien mantiene que, en realidad, es una cirugía laparoscópica asistida por un robot quirúrgico, y que plantea una recuperación similar a la cirugía laparoscópica, pero realizada con una mayor precisión; “esto se traduce en mejores resultados oncológicos y funcionales para el paciente”, insiste el especialista.

Con respecto a la cirugía abierta tradicional, igual que la laparoscopia, dice que es “mucho menos agresiva” y con un sangrado quirúrgico muy inferior, “por lo que la recuperación es mucho más rápida”. Asimismo, sostiene García de Jalón que la amplificación de la imagen permite una cirugía mucho más precisa.

Con todo ello, este urológo de Quirónsalud Zaragoza insiste en que su manejo es altamente especializado y, además de la experiencia adquirida por su equipo desde hace más de 20 años en cirugía laparoscópica, ve necesaria una formación específica en el manejo del robot, además de una acreditación de la casa comercial ‘intuitive’ para poder manejar el sistema robótico Da Vinci, el más avanzado en la actualidad.

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